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| Teixu de la iglesia de San Mamés de Mirantes de Luna (León). Se le calculan 300 años de vida. 27 agosto 2.023. |
En algún panfleto sobre la Reserva he leído que se puede pasear por Muniellos al lado de robles, fayas, abedules y tejos. Algo que sin ser mentira, no se ajusta del todo con la realidad.
Lo de los robles es cierto ya que es el árbol más abundante de este lugar y excepto en el entorno inmediato de Las Tsagunas nos toparemos con ellos cada dos por tres durante el resto de la Ruta.
Las fayas no son tan abundantes como los robles, pero están muy presentes y se puede coquetear con ellas en numerosos enclaves con una orientación más o menos norteña.
La blanquecina y lisa piel del bedul no desaparece casi nunca de nuestra vista y cuando lo hace no tarda mucho en volver. Y eso sin tener en cuenta las zonas altas donde su dominancia es absoluta.
¿Pero lo de los tejos?...
Es muy probable que la inmensa mayoría de quienes visitan Munietsus se irán de la Reserva con la idea de no haber visto teixu alguno. Muchos es probable que no sepan distinguirlos y que incluso no sepan distinguir el resto de árboles.
Que nadie se ofenda por ello. Munietsus, y la naturaleza en general, se puede disfrutar de muy diferentes maneras. No es imprescindible tener conocimientos de biología, de botánica ni de otras ramas relacionadas con el Medio Ambiente.
La naturaleza ha estado ahí desde el origen de los tiempos, mucho antes de la aparición de los seres humanos. Y ha sido ella la que ha ido modelando la esencia de todas las formas de vida. La de los vegetales, la de los animales y por supuesto también la de los seres humanos.
Por mucho que nos escondamos en grandes ciudades y nos rodeemos de tecnología y más tecnología, todos tenemos el don de poder conectar con la naturaleza.
Cuando vemos una bella puesta de sol nadie piensa en lo que físicamente está ocurriendo o en las propiedades lumínicas que la rodean. Es algo que te atrapa y que te hace sentir. Algo placentero que todos y todas podemos sentir. Da igual ser un crío que un centenario, que seas blanco o piel roja.
Yo se diferenciar algunos árboles pero no por ello dejo de admirar al resto. Cuando me topo con un bello ejemplar, disfruto viéndolo y si puedo sintiéndolo. Si se que árbol es pues mejor que mejor pero si no lo se ¿qué más da?.
Recuerdo cuando yo no sabía diferenciarlos, como dice el refrán "nadie nace aprendido". Pero eso no me impedía disfrutar en las numerosas salidas que realizaba y de admirar los árboles con los que me iba encontrando.
Enormes y grandiosos fustes de robles y fayas. Magníficas bóvedas capaces de crear ambientes semimágicos. Ejemplares que te sobrecogían y ante los que solo te quedaba rendirse y admirarlos por su vigor y su belleza. Laderas boscosas que sin árboles perderían la mayor parte de su encanto y que con ellos creaban paisajes de ensueño.
¿cómo no iba a acabar enamorándome de ellos?. Conocer luego sus nombres era lo menos que podía hacer cuando me acercaba a su lado. Una muestra de respeto y de agradecimiento ya que junto a ellos podía dar rienda suelta a todos los sentidos que la naturaleza ha tenido a bien concederme. A mí y al resto de los mortales.
Conocerlos y saber detalles de su existencia me ayudaban a intimar más con ellos. Conocerlos para amarlos más y para defenderlos contra viento y marea. Una postura egoísta y solidaria a la vez porque creo que la vida sería mucho más triste sin la existencia de bosques y de quienes los habitan.
Los bosques, santuarios de vida que nos ayudan a hermanarnos con la naturaleza y a respetar la tierra que nos ha visto crecer. A nosotros y a nuestros ancestros.
Bueno, pues en el santuario de Munietsus la presencia de teixus es muy reducida y restringida a un área muy pequeña y concreta.
En este caso los topónimos no mienten. Nunca lo hacen, pero en ocasiones no son tan detallistas. La Veiga´l Tixidal y Vatsina Tixidal son los dos únicos topónimos relacionados con los teixus. Tixeirúa no tengo claro que este relacionada ya que es una derivación del topónimo original que es el galaico Tixeiroa. Y el Teso de la Veiga´l Tixidal es un derivado de la veiga.
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| En el centro el tixidal de La Candanosa, con el trazado de la senda y los topónimos del lugar. Detalle del mapa de elaboración propia. |
La Veiga´l Tixidal es un punto muy concreto y era donde los de Pousada Rengos tenían una braña estival, compuesta por una buena campera en torno al desagüe de La Regueira Las Tsagunas en el Ríu La Candanosa, con mayor penetración hacia La Regueira que hacia el río.
Una cabana y mucha agua (la de los dos cursos fluviales, la de una vaguadina y la de algunas fuentes) completaban el campo base de la braña.
Que luego el ganáu irradiara por todo el entorno es cierto, pero La Vega del Tejedal (su nombre en castellano) estaba abajo, donde ya hemos dicho.
El desagüe de la Vatsina Tixidal en el Ríu La Candanosa está muy cerca de La Veiga y es su parte baja la que forma parte del tejedal, o tixidal como decían los nuestros. Vatsina arriba no había teixus o al menos no quedan restos de su presencia.
En la misma veiga, en la campera de la braña es posible que existieran algunos teixus. En la cercana braña de Penabelosa, entre sus jugosos pastos sí que los había. Serían en cualquier caso pocos y no existía regeneración natural porque los nuevos brotes serían ramoneados por el ganáu.
La mayoría de los teixus estarían exiliados a los bordes de La Veiga, donde las laderas pronto se empinaban, en ocasiones en agrestes farallones. Ahí los ya crecidos podían seguir haciéndolo y los nacidos tendrían más posibilidades de poder crecer gracias a la menor presencia de ganáu doméstico.
No sabemos si hubo alguna corta específica de los teixus en este tixidal. La madera del tejo posee un precioso veteado, por no hablar de su proverbial resistencia ante el paso del tiempo.
Quizás alguna empresa del ramo de la ebanistería y del mueble o un particular deseoso de adquirir madera de tejo, pudo encargar a la empresa que en aquel tiempo estuviera "beneficiándose" del bosque, la corta de algunos ejemplares.
No creáis que es una mera suposición ya que tiene su fundamento.
En el vecino Monte Valdebóis cuando finalizaron las cortas de sus monumentales robles, una empresa valenciana se llevó varios camiones de rollas de teixu.
Fue tal su avaricia que se cortaron más teixus de los que finalmente se llevaron. Cuando yo visité la zona por primera vez, a mediados de los ochenta del siglo pasado, aún se veían desde la misma carretera numerosos troncos cortados y abandonados a la intemperie, pudriéndose ante el paso del tiempo.
El teixu es un árbol totémico, para mí y para cualquier amigo de los árboles. Es un árbol de otros tiempos, lejanos, muy lejanos, que ha conseguido casi milagrosamente sobrevivir y seguir ahí, vivito y coleando, para endulzarnos la vista y los otros sentidos.
El árbol no se parece a ningún otro de nuestros árboles autóctonos, en parte porque es la única conífera con la que contamos en la vertiente cantábrica, con su triangular porte inconfundible.
Para quienes no lo conocen les puede parecer un pino más, con sus hojas lanceoladas y estrechas. Pero al tocarlas notamos que son mucho más duras, casi ásperas al roce.
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| Ramas y hojas de un teixu macho en Caguatses d´Arriba. 25 diciembre de 2.019. |
Su tronco es marrón y en los ejemplares añosos tira más al rojizo, llegando a descamarse en algunas partes.
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| Tronco rojizo de un teixu adulto de Valdebóis. 1987. |
Su dureza se puede experimentar si tocamos las pequeñas ramillas que se van secando sobre su tronco. Tratad de doblarlas y sabréis a que me refiero.
Tocar y acariciar su piel puede ser algo sobrecogedor, sobre todo si pensamos que estamos tocando un ser vivo con cientos y cientos de años, muchos años más que cualquiera de nuestros robles o fayas, incluso de los más ancianos.
En lo único que no pueden competir con estos otros gigantes es en su altura, ya que no suelen pasar de los 20 m., siendo por lo general de menor tamaño.
El teixu es un árbol atractivo pero no es aconsejable apasionarse en demasía en nuestra relación con él. Podéis acercaros a su lado, tocarlo o abrazarlo, pero sin excesos.
Todas sus partes son venenosas para nosotros: sus hojas, sus ramas, su tronco, sus raíces. La causante es una sustancia tóxica llamada taxina, una mezcla de alcaloides que tienen un efecto cardiotóxico que produce parálisis en el corazón en dosis elevadas.
Decíamos que el teixu es una conífera. Pero sus conos femeninos están modificados, cada uno contiene una sola semilla, envuelta parcialmente por una especie de baya, blanda y rojiza, llamada arilo.
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| Fruto con el arilo cubriendo la mayor parte de la semilla. Recogida del suelo de un teixu hembra de Caguatses d´Abaxu. 28 agosto 2.022. |
El arilo es la única parte del teixu que no es venenosa y es el reclamo perfecto para que muchas aves la consuman, tragándose también la semilla, contribuyendo a dispersarla con sus deposiciones. También las consumen los ratones, siendo en este caso perjudicial ya que estos mastican la semilla, destruyéndola.
Dicen que si se traga una semilla, sin masticarla, su envoltura que posee una cutícula muy resistente, evita su alteración en su paso por el tubo digestivo. O sea que no hay intoxicación. Se expulsa entera y punto. Pero es preferible abstenerse de su ingesta.
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| Semillas liberadas del arilo de un teixu de Caguatses d´Abaxu. 28 agosto 2.022. |
Lo que sí podéis hacer es comeros el arilo, separándolo cuidadosamente de la semilla, algo muy fácil de conseguir. Yo lo he hecho en más de una ocasión y no he sufrido intoxicación alguna, aunque tengo que confesaros que su fuerte dulzor llegó a empalagarme algo.
Cuando comencé a trabajar en Munietsus de Guía-Monitor, ya tenía constancia de la existencia de teixus en esta zona. Entonces este árbol era algo exótico para mí. En todo el Monte Mual y en las penetraciones "piratas" (o sea sin permiso) por Munietsus, nunca me topé con él.
Fue haciendo la Ruta que ahora os vengo detallando cuando los vi por primera vez. Desde la senda que atraviesa la granda y la Vatsina Tixidal. Mirando hacia abajo, donde la Vatsina desagua en el Ríu La Candanosa, se veía su inconfundible silueta.
Era a comienzos de los años ochenta y entonces la vegetación estaba iniciando su regeneración, lo que hacía que los teixus resaltaran sobre el resto del arbolado.
Juraría que se veían dos enormes teixus, uno a cada lado del curso de la Vatsina. Aunque posteriormente, al menos desde el año 2.000 que es cuando empecé a hacer fotos, solo se veía uno, el de la ladera derecha.
Los veía pero nunca estuve a su lado. Por eso cuando estuve de Guía decidí enmendar mi tardanza. Lo tuve bastante fácil ya que la senda del río en el tramo de esta vatsina va por ese lado. Solo se necesitaba algo de tiempo y entonces disponía de él.
Me salí de la senda un poco antes del centro de la vatsina (bajando) y fui ascendiendo poco a poco. Me fui topando con jóvenes teixus, no muchos esa es la verdad, hasta llegar al milenario ejemplar que veía desde arriba.
Lo cierto es que me decepcionó bastante la imagen que ofrecía aquel ser con tantísimos años y que luego he vuelto a ver en algunos de los grandes tixidales a los que he ido "peregrinando" a lo largo de mi vida.
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| Imagen típica de un teixu viejo, con un tronco gordo o muy gordo que pronto se deshilachaba manteniendo una o varias guías. Tixidal de Brañarronda. 31 julio 2.016. |
Un gordísimo tronco que pronto se deshilachaba en numerosas ramas-guía, con una más prominente que se alzaba sobre el resto, que le servía de copa, con su inconfundible forma cónica.
Por suerte también he tenido la oportunidad de ver teixus con una estampa más lozana, gruesos troncos que se elevaban pujantes durante unos cuantos metros, aunque sin comparación posible con los que se pueden ver en algunos grandes albares o majestuosas fayas. Pero eso no se daba aquí, en el fondo de la Vatsina Tixidal.
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| Imagen de un teixu esbelto y lozano. Caguatses d´Abaxu. 25 julio 2.025. |
Pero lo más importante es que estaba vivo y que en sus entrañas atesoraba un largo periodo de nuestra historia. Seguro que durante su juventud había sentido deambular cerca de él a algún ástur-romano, atareado en labores de caza o de ganadería o comprobando si en los regatos de agua había arenas auríferas.
Si pudiera hablar ¿cuántas serían las historias que nos pondría contar?. De sus congéneres los árboles, de los animales que al pasar a su lado lo olisqueaban o de los seres humanos que se habían sentado a su lado, disfrutando del frescor que sus grandes copas prodigaban.
Un lugar sombrío, oscuro, como el de la mayoría de los templos de las grandes religiones, donde habitaba la divinidad. Un lugar propicio para reflexionar, para sondear nuestro interior, tratando de encontrar la luz que todos llevamos dentro.
Me decepcionó la imagen pero me emocionaron las sensaciones que experimenté, sentado allí junto a aquel "matusalen" arbóreo. Probablemente el ser con más edad del gran bosque de Munietsus.
La senda, en algunos tramos pista, por la que se hace la Ruta a Las Tsagunas no pasa por la Veiga´l Tixidal. Al poco de pasar el centro de la Vatsina Tixidal, bajando, un puente la pasa a la vertiente derecha del Ríu La Candanosa, que antes de llegar a la Veiga vuelve a pasar por otro puente a la vertiente izquierda, por donde durante un tramo se aleja bastante del curso fluvial. Desde la senda, la Veiga queda entonces abajo y del otro lado del río.
El trazado de una ruta mediatiza bastante la idea que nos hacemos de los lugares que vamos visitando. Cuando va a media ladera las vistas nos permiten ver los diferentes ambientes existentes. Pero andando pegado a ríos de laderas pendientes las vistas no existen, están tapadas por la vegetación que nos envuelve.
A mí siempre me gustó salirme de la senda trazada. Husmear por lugares donde el relieve se abría algo y que no conocía. Estando de Monitor finalizaba mi jornada no mas tarde de las cuatro de la tarde. A veces me despedía de los grupos que hacían el Itinerario de la Naturaleza en el pueblo de Mual.
Pero la mayoría de las veces lo hacía en Las Tablizas, ya que en la vuelta al pueblo no había ninguna actividad programada. Yo pernoctaba entonces en Mual. Bajaba de vez en cuando a Cangas o me desplazaba a Uviéu o a León para estar con mi familia.
Muchos días me quedaba en Mual y cuando despedía a los grupos tenía toda la tarde para hacer lo que me viniera en gana durante ese tiempo.
Era entonces cuando aprovechaba para deambular por Munietsus. Hasta que oscureciera quedaban muchas horas. Las suficientes como para poder ir a cualquier sitio del Monte. Incluso a los más alejados.
Descubrí unos teixus un poco por debajo de la Veiga´l Tixidal. Los vi desde la senda, estaban del otro lado del río, no muy lejos de este, en un lugar pendiente y peñascoso.
No tardé en ir a visitarlos, aprovechando una de esas tardes que os mencionaba. Allí disfruté trepando y acercándome a cada uno de los veinte o treinta teixus que se habían refugiado en aquel arisco lugar. Medí el perímetro y calculé la altura que tenían, que iba anotando en un simple papel.
Me alegraba con cada uno de los que iban apareciendo. Su presencia atestiguaba la supervivencia del tixidal. Eran jóvenes pero todos eran bastante más altos que yo. Seguro que aún les faltaba algo de tiempo para llegar a la madurez sexual para poder reproducirse pero lo importante es que estaban allí, el resto es cuestión de tiempo.
Ellos, otros que no vi y los más jóvenes aún de La Veiga y del fondo de la Vatsina Tixidal, aseguraban la regeneración del tixidal, algo que es la mejor noticia que podemos dar sobre este tixidal de La Candanosa.
Obviamente para que pudieran surgir todos estos jóvenes teixus es necesaria la presencia de teixus adultos. Unos machos y otros hembras. Al anciano teixu de la Vatsina Tixidal se uniría otro precioso teixu situado a la entrada de La Veiga y que vemos por debajo de la senda y del que hablaremos a su debido tiempo. Así como otros que son más difíciles de localizar, pero que seguramente están por ahí.
No he vuelto a visitar al venerable teixu de la Vatsina Tixidal, pero sigue ahí porque se sigue viendo desde arriba, desde la senda por donde ahora transitamos. En mis últimas visitas he visto en el entorno de la senda, abajo cerca de La Veiga, jóvenes teixus que antes no conocía.
Lo que quiero decir es que el tixidal de La Candanosa tiene el futuro asegurado, al menos a corto plazo.
A largo plazo su aislamiento puede acabar pasándole factura. Como ocurre con los animales, el urogallo es el mejor ejemplo, las poblaciones reducidas y separadas de otros congéneres al no recibir nuevos genes pueden tener serios problemas de cara a su reproducción.
Dicen los entendidos que para que una población aislada de teixus tenga el futuro asegurado, en condiciones naturales, debe contar con unos 400 ejemplares. Ese número no existe aquí, en este tixidal, aunque no descarto del todo que el tixidal de Valdebóis pueda tener alguna relación con él. Tal vez algunas aves o incluso el osu puedan visitar ambas zonas, contribuyendo así a que llegue aquí sabia (genes) nueva. Claro que este tixidal, más o menos cercano, tiene sus propios problemas.
El peligro está ahí, pendiendo sobre el tixidal. Los teixus que hay seguirán ahí durante mucho tiempo pero sin regeneración acabarán desapareciendo cuando les llegue su hora. Habría que "seguirles la Pista" y si fuera necesario tomar medidas al respecto. Pero dudo que la actual gestora del Monte esté por la labor.
En el vecino Monte La Vilietsa, que ya forma parte de la Reserva, debieron existir también teixus. Yo logré recopilar cinco topónimos relacionados con ellos (Chano´l Teixu, Fonte´l Teixu, Reguera´l Tichidal, Teso´l Teixu y Vatsina´l Teixu) pero no logré ver ningún ejemplar durante mis visitas a la zona.
Debían ser poblaciones reducidas o ejemplares sueltos que acabaron desapareciendo.
Podríamos preguntarnos por qué en el extenso Monte Munietsus no existen más tixidales. El resto de especies autóctonas que hay dentro de él, están presentes, en mayor o menor número, a lo largo de toda su extensión. ¿por qué el teixu no?.
Trataremos de dar algunas razones en los capítulos siguientes.








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