Pensé que no había mejor sitio para relacionarme con el bosque que en el Monte de Munietsus, el problema radicaba en que ya entonces se necesitaba un permiso para poder entrar, si bien creía que como natural que era de la zona, el guarda de Las Tablizas podía hacer la vista gorda y dejarme entrar. Pero no fue así, Benjamín era una persona muy seria y formalista, no era de la zona y no tenía ningún lazo con las personas de Mual; sin permiso no había nada que hacer. Era un engorro porque yo me desplazaba cada poco a Mual y necesitaría muchos permisos.
busqué una alternativa, pero los bosques de Mual, mayormente en el avesiu (umbría), no eran de gran envergadura y estaban en un proceso de recuperación aún incipiente. Hablándolo con vecinos del pueblo alguien me dijo que podía haber una zona donde aún había buena vegetación: el deslinde entre los montes de Mual y Munietsus y que nadie podría decirme nada por andar por él.
Acceder a tal lugar era sencillo. En Valmayor en una zona del río preciosa, donde los rápidos de agua habían creado una especie de canales en el borde rocoso del lecho, los vecinos habían construido un puente junto al cortín del Campo, que estaba ya muy derruido en el otro lado del río, luego una pala mecánica había realizado una buena pista para acceder al Pradón de L´Armadina (o Prau Malfichu) y a varias fincas particulares de Mual. Junto al Pradón la pista se unía a otra ya abandonada, que era la antigua salida de Las Tablizas hacia Mual. La nueva pista ascendía, bordeando el Pradón y creo que iba a unas cabanas, ya que en su época la zona era una de las brañas de Mual. Volviendo a la pista vieja, esta cruzaba el Pradón y continuaba en llano hasta el Regueiru Bisnuevo y luego hasta Las Tablizas. Por esta pista se podía acceder al Tesu´l Páxaru, el teso que asciende hasta El Cabrón (no hasta el pico más alto sino a uno secundario y algo más bajo a 1452 m.), que divide el Regueiru Bisnuevo del Vatse Lus Putseirus y que constituye el deslinde de Montes.
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Deslindes Munietsus-Mual.2017 |
Realicé varias veces la ascensión del teso, primero muy pendiente y luego, a medida que me acercaba a la sierra, más suave; en el tramo pindio abundaban los robles, que muy toscamente lograba diferenciar de fayas y abedules, algunos espléndidos. Recuerdo que una vez vi uno arrancado por el viento, un gran ejemplar, pensé que era una pena que su madera se acabara perdiendo, allí en medio del monte y que no sería muy difícil sacarlo en trozos, arrastrándolo hacia abajo; pero también sabía que acabaría siendo un buen abono para los restantes y además era difícil de precisar si era de Mual o de Munietsus.
Más arriba el paisaje cambiaba y empezaban a abundar las fayas que, a pesar de ser más jóvenes que los robles, creaban espacios preciosos, fáciles de recorrer, a lo que contribuía el terreno más alomado.
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El Vatse Lus Putseirus. 2000 |
La cercanía y las vistas que tenía de la zoma de Bisnuevo pronto me tentaron y armándome de valor decidí explorarlo, con la amenaza de poder ser sorprendido por los guardas que patrullaban la Reserva. Pero Bisnuevo siempre había sido considerado como algo propio por los habitantes de Mual y a fin de cuentas yo era nacido en Mual así que...
Ningún visitante de Muniellos, de fuera de la zona, tiene constancia de la existencia de este gran valle de Bisnuevo,queda por debajo de Las Tablizas y una vez en Las Tablizas las caminatas siempre son hacia arriba, y antes de llegar a Las Tablizas el encajonado valle por el que discurre la pista de acceso, desde Burduceu, impide la vista de esta zona. Es el valle invisible de Munietsus, solo desde la carretera que sube al Counio se puede avistar y apreciar su tamaño.
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Bisnuevo y faeu de Las Tablizas. Foto Ástor 2017. |
No era, sin embargo, la primera vez que me internaba valle arriba. Siendo yo muy niño, cuando aún vivía con mi familia en Mual, tenía mucha amistad y trato con un adulto, un mozo unos cuantos años mayor que yo; un día me preguntó si quería acompañarlo a coger arándanos a Bisnuevo. ¡arándanos!, estos pequeños frutos eran una auténtica golosina para cualquier niño. Los adultos tenían la buena costumbre de arrancar unas cuantas arandaneras cuando iban a las brañas y después, ya en el pueblo, darnos la prueba a los más pequeños; alborozado le contesté que sí, pero él me recomendó que primero tenía que decírselo a mis padres; mis padres no tuvieron ningún reparo en darme su consentimiento, una vez que supieron con quien iba a ir.
Supongo que llevaríamos algo de merienda, porque nos iba a llevar todo un día, pero no me acuerdo. Entramos por Las Tablizas y saludamos al guarda, en aquella época eran de la zona, había dos de Mual: Simino Cadenas y David Baragaño. Mi amigo le dijo a lo que íbamos y el se limitó a desearnos suerte.
Solo cuando nos internamos un buen trecho regueiro arriba descubrí las verdaderas intenciones de mi amigo. Junto a las pozas que había en el cauce, mi amigo me decía que me detuviera y esperara, él se arremangaba y sus manos empezaban a recorrer, a tientas, las oquedades del lecho y debajo de las grandes piedras; a veces las sacaba vacías, pero otras muchas sus manos salían con algo que habían capturado, ¡truitas!, eran truitas (truchas). Me las tiraba para el camino y me decía que las metiera en no recuerdo que receptáculo; las truitas se me esguilaban de las manos, pues no paraban de moverse y me llevaba un rato la operación. La tarea nos mantuvo ocupados a ambos durante bastante tiempo y luego nos dedicamos a buscar y a comer arándanos, algo más sencillo y fácil porque las talas habían hecho que las arandaneras fueran más abundantes, aunque no tenían muchos frutos porque no estabamos a la suficiente altitud para su óptimo desarrollo; comí todos los que pude y mi amigo cogió unas cuantas matas y con una parte de ellas cubrió y tapó las truchas para que no se vieran. Me recomendó encarecidamente que no contara a nadie lo de las truitas y yo respeté tanto su consejo que esta es la primera vez que lo saco a la luz.
Ya en Las Tablizas, de vuelta, volvimos a saludar al guarda y este nos preguntó por nuestra excursión y mi amigo, señalando las arandaneras dijo que allí llevabamos la prueba, que los arándanos no eran tan grandes como los de la braña de Fontuteiro pero que nos habíamos "fartau" a conciencia y yo asentí por lo bajo. Ya cerca de Mual mi amigo decidió repartir el botín conseguido: hizo dos partes, en una colocó la mayor trucha que había sacado, un gran ejemplar, y en la otra el resto de truchas, todas de menor tamaño y me dijo que eligiera; yo opté por la truita grande y él me comentó que dijera en mi casa que las habíamos sacado del río de Mual.
Podéis imaginaros lo orgulloso que iba yo con aquella gran truita y con una bolsada de arandaneras para toda mi familia; mi madre se alegró mucho, sobre todo por la trucha y aquella noche todos cenamos trucha. Después de cenar fui, como tantas otras veces, a casa de mi amigo, donde aún estaban cenando y donde volví a comer trucha por segunda vez en aquel día.
No volvía yo a Bisnuevo por truchas, la verdad es que a mí la pesca nunca me ha atraído y eso a pesar de tener amigos de mi edad en Cangas que la practicaban con caña y a los que he acompañado durante muchas tardes.
La pista de Bisnuevo era fácilmente transitable hasta La Veiga, con algunos ramales de reducido recorrido hechos durante las cortas. Pero estas partes bajas del valle estaban aún poco desarrolladas en vegetación arbórea y eran muy difíciles de recorrer por la abundancia de arbustos; así que monte a través siempre tiraba para arriba. Me gustaba mucho la zona del Cutsao, una collada preciosa con un encanto especial y desde la que se podía acceder rápidamente al Pico Tsuis, el único pico que tiene todas sus laderas dentro del Monte Munietsus, con unas vistas impresionantes.
Aquí empecé a usar un modo personal y propio de recorrer el bosque y que a la larga resultó muy efectivo para calibrar su estado: avanzando lateralmente, siempre en la misma dirección, iba haciendo grandes subidas y grandes bajadas, procurando abarcar la mayor cantidad posible de terreno, deteniéndome en aquellos lugares que, por un motivo o por otro, atraían mi atención y en los que me encontraba a gusto.
Esta técnica era la apropiada para recorrer las zonas medias y altas de las vatsinas del fondo del valle (Tsabachu, Tsabachín, Ancha, Cutsao, Dormitoriu) en donde el suelo estaba bastante limpio de arbustos y por donde era una delicia andar. Pero hubo zonas donde no se podía utilizar, como por ejemplo en el Vatse L´Infierno, nombre ya de por sí sobrecogedor y significativo; aquí las varias veces que intenté recorrerlo siempre lo tuve que hacer verticalmente, bien bordeándolo por el Tesu´l Páxaru o siguiendo su sinuoso cauce, su atormentado relieve rocoso no permite desplazamientos laterales y los otros no están exentos de peligros.
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Faeu de Las Tablizas y Tesu La Granda´L campu. 2017 |
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Mapa deslindes Munietsus-Mual |
Buen trabachu, Tsuis. Gústame muito'l xeitu del tou blog. Gracias por aquetsos días tan xeniales que pasamos nun marcu escepcional.
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