Lo cierto es que los bosques, a simple vista, suelen engañar. De lejos todos se parecen: una mancha forestal más o menos grande, pero cuando los recorres y analizas, ves las enormes deferencias que hay, y no me refiero a que unos sean robledares, otros faéus...sino al de su calidad, al de su estado. En muchas ocasiones me ocurrió que veía un bosque desde lejos que parecía excelente y luego al recorrerlo me veía decepcionado: arboleda joven, arboleda vieja pero muy deteriorada, huellas evidentes y otras menos conspicuas, que solo con el tiempo fui descifrando, de incendios y de talas madereras.
Puedo decir con rotundidad que no existe ningún bosque, al menos yo no lo conozco, que no haya sido talado. Que nadie quiera venderos la película de "bosques milenarios", "vírgenes" o expresiones similares, porque es falso; es falso para toda la Cordillera Cantábrica y creo que también lo es para cualquier punto de la piel de toro que conforma España. No hay ningún rincón donde la sierra, los árboles no se cortaban con hachas sino con sierras mecánicas movidas a mano por dos operarios (los celebres tronzadores), no haya estado presente. La leyenda esa de "zona preservada por su difícil acceso" es eso , una leyenda, como mucho contribuyó a que el esquilme no fuera total y favoreciera la regeneración natural.
De todas formas por degradado que se encuentre un bosque, este siempre es interesante y que duda cabe que enriquece el paisaje, ademas de cumplir con las funciones biológicas que le son propias.
Pero el conocimiento de los bosques del Concejo, a algunos aún les debo una visita, no me hizo sentir satisfecho, sino todo lo contrario, azuzó en mi el deseo de conocer otros. Empecé a anotar los más emblemáticos de los que entonces había información, primero de Asturias en la Cordillera Cantábrica, luego de Navarra...Intenté inculcarle mi pasión por la naturaleza a mi compañera Miry y ya desde Oviedo habíamos realizado alguna excursión: el Sueve, el Aramo, el Macizo Occidental de Los Picos de Europa, los desconocidos montes y bosques de la zona de Sobrefoz... y ya instalados en León largas visitas, con tienda de campaña, a los bosques de Sajambre, entrando desde los de Valdeón; al mítico bosque del Monte Peloño, a varios hayedos navarros y a su renombrado bosque de Irati. Pero mi compañera sufría mucho por las largas caminatas, cargando con pesadas mochilas y se fue desvinculando del tema. Seguí saliendo al monte con algunos amigos, pero no tan frecuentemente como antes.
Amigos del Cuelmu, desde Asturias, me informaron de que había salido a concurso una plaza de Guía de la Naturaleza en la Reserva Biológica de Muniellos, era de corta duración, unos siete meses, pero era interesante. Con escepticismo preparé mi "currículum" y presenté la solicitud. Pero creía que la plaza ya estaba dada de antemano debido al "enchufismo" que existe en la Administración. Pero inopinadamente fui yo el elegido, aunque tal vez influyó el que el Cuelmu, y yo entre sus miembros, había colaborado desinteresadamente con la Consejería de Agricultura y Pesca en la corrección de los topónimos de un mapa de la Reserva.
La labor consistía en recibir, guiar y asesorar a los alumnos-as de colegios e institutos que previamente habían solicitado realizar esta actividad. Se le entregaba un cuaderno-libro, en el que iba incluido un excelente mapa de la Reserva, a cada asistente; había dos tipos de libro, uno para los alumnos-as y otro, algo más amplio, para los profesores. En dicho cuaderno-libro había que ir anotando el resultado de una serie de actividades, primero visitando un robledar del solano, en Decutsada, luego un faéu, el de enfrente mismo de Las Tablizas, un corte en el suelo, el que cortaba el Tesu L´Armadina, y una visita al bosque de ribera, internandonos un poco por el Ríu Munietsus.
Estaba previsto recibir al personal en Las Tablizas mismo y así lo hice, pero pronto surgió un problema: desde Mual a Las Tablizas había una pista de tierra con buen suelo pero con algunas curvas difíciles y algunos autobuses grandes las pasaban canutas para llegar y otro tanto, luego, para salir. Lo curioso es que era el segundo año que se realizaba esta actividad y que el problema ya se tendría que haber detectado con anterioridad pero...
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Portada libro del profesor y mapa |
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Interior libro y mapa |
De común acuerdo con el encargado de la Consejería decidimos que los autobuses se quedaran en Mual y subir andando. Yo los esperaba junto a Casa Abel, donde había espacio para darle la vuelta y aparcar el autobús. Allí comenzaba el camino que atravesaba el pueblo y que se separaba de la carretera que subía al Puerto del Counio con destino a Ibias.
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Entrada de la Reserva. 1987 |
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Mismo lugar con otro cartel |
Era una larga caminata de unos cinco Km. hasta Las Tablizas y otros cinco para volver, aquello trastocaba totalmente los planes. Tras darle muchas vueltas al asunto decidí hacer una serie de paradas durante el recorrido: una panera del pueblo pegada al camino, un cortín de colmenas en Prau Nuevu, la Vallada del Palenque, el bosque de ribera de Burduceu y otras cosas que iban surgiendo. Tuve que documentarme sobre todas estas cosas pues algunas me eran poco conocidas hasta dominarlas más o menos, al fin y al cabo la etnografía y la naturaleza están muy relacionadas entre sí y disfruté mucho con su estudio.
En Las Tablizas habían construido, especialmente para estas visitas, del otro lado del río en la llanada de la serrería, una especie de gran tendejón cubierto que nos servía de campo base y que cuando el tiempo era lluvioso valía su peso en oro, ¿dónde si no podrían guarecerse y disponer de espacio cuarenta o cincuenta personas como las que a veces nos juntábamos?.
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Fuera del tendejón |
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Ídem anterior |
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Dentro del tendejón, día lluvioso |
Seguíamos utilizando el cuaderno-guía pero cada vez cobró más importancia la improvisación. Me esforzaba por hacerles comprensibles las cosas y que todo lo teórico lo pudieran comprobar "in situ". A veces tenía que adaptarme a las apetencias de los grupos, si eran de institutos y preferían andar más, dejábamos de lado el cuaderno y alargábamos más la visita por el robledar, el faéu o río arriba. Cada poco parábamos y les explicaba lo que estábamos viendo o simplemente andábamos y que cada cual sacara sus propias conclusiones, según desearan. La verdad es que las cosas funcionaban de bien a muy bien.
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Debajo de la casa de Las Tablizas |
Pero la labor de guía llevaba pareja otras obligaciones, algunas ya previstas en el contrato firmado y otras a discreción de los encargados de la Consejería. Entre las primeras figuraban informes sobre los dos Montes recientemente unidos a Muniellos: Valdebois y La Vilietsa, con especial atención al trazado de sendas para posibles visitas a estos lugares; informes sobre la labor de monitor con los colegios. Me entregaron copia de los informes que el anterior monitor había realizado para que me sirvieran de guía y un estudio histórico de Muniellos que había realizado, así como un mamotreto de fotocopias de documentación sobre el tema para que intentara rehacerlo.
Entre las segundas se me pidió un informe sobre las zonas desarboladas que había en los Montes de Valdebois y La Vilietsa con vistas a una posible repoblación forestal, obviamente con aquellas especies autóctonas que deberían existir si en vez de una "granda" hubiese un bosque, o sea con la vegetación potencial de cada zona. También tenía que consultar a los habitantes de ambos pueblos en que terrenos se podían hacer sin perturbar la utilización que del monte hacía el ganado que poseían.
En Valdebois quedaban muy pocos vecinos pero se mostraron reacios sobre el tema, excudándose en que el ganado utilizaba todo el monte. En La Vilietsa había muy poco ganado y nadie puso ningún reparo.
Presenté el informe, acompañado de un mapa con la localización de las grandas o calvas, pero el proyecto terminó en eso, en proyecto, creo que en la Consejería acabó triunfando la discutible idea de que era mejor dejar que fuera la propia naturaleza la que marcara su destino, que fuera ella misma la que se repoblara.
Para realizar este informe y para ir preparando los otros tuve que ir desplazándome a dichos lugares. Seguía sin tener vehículo y aprovechaba días sueltos en que no tenía visitas.Pero pronto me di cuenta de que así me iba a resultar muy dificil, por no decir imposible, completar los informes. Decidí programar visitas más largas y quedarme a pernoctar en ambos pueblos, para no perder tiempo en traslados.
Me levantaba antes de que amaneciera y regresaba al pueblo cuando empezaba a oscurecer. ¡Qué gozada!, realizar una actividad remunerada que al mismo tiempo constituía mi verdadera pasión; las horas hábiles de cada día eran insuficientes, si por mi fuera estas deberían durar mucho más, por las noches me dormía esperando con ansiedad que amaneciera y luego me perdía por los bosques. Bueno, lo de perderme es una metáfora, no podía permitirme ese lujo, tenía que ir tomando notas, tenía que estudiar, en la medida de mis posibilidades, el paisaje.
Analizar el paisaje no era algo nuevo para mí, durante el trabajo de campo de la tesina ya lo había tenido que utilizar y al principio me había dado más de un quebradero de cabeza, sobre todo el referente a las explotaciones auríferas romanas, pues estas no siempre tienen una forma explícita. A veces no sabía exactamente que es lo que buscaba; se trataba de desmontes, de formas producidas por la mano del hombre, pero en muchos casos estas son difíciles de diferenciar de las producidas por causas naturales, una "fana" o un "argayo" natural tiene muchas semejanzas con una explotación aurífera a cielo abierto pues en resumidas cuentas ambas son producidas por la acción del agua sobre terrenos pendientes. Aplicarlo al bosque era algo más nuevo para mí.
Por lo general siempre he tomado alguna nota de mis excursiones, pero hasta entonces eran mínimas y muchas veces la emoción y el deseo de ver y sentir me hacían desistir; era una pérdida de tiempo anotar la belleza de un árbol, de un recodo, de un rincón, además con que palabras podía hacerlo. El vocabulario y la palabra escrita tienen muchas limitaciones, al menos las que yo puedo utilizar; siempre quedan sin plasmar las emociones y las profundas sensaciones que provocan; no se pueden transmitir, solo se pueden sentir. Cuando describes, por ejemplo, una senda y luego lo relees, notas que es algo frío, escribes que gira, que sube, que baja...y cuando lo escribes tú, realmente, estás allí, viendo y sintiendo ese giro, esa subida y todo el entorno. Pero alguien ajeno cuando lo lee solo ve lo que está escrito y piensa que es un plomazo.
Esto es precisamente lo que me hace a veces dudar de la utilidad de este blog. Si quieres sentir realmente la naturaleza de nada sirven las descripciones, las fotos, los vídeos, los...simplemente sal al campo, deja que la brisa roce tu cuerpo, en silencio y en soledad siente la quietud o la algarabía que bulle a tu alrededor; olvídate de todo y preocúpate solo de sentir, déjate llevar, no tengas miedo el viaje merece la pena y te reconfortará. Toca, abraza a un hermano árbol y percibirás su energía, prueba si no a hacerlo con una piedra y notarás la diferencia. Es fácil, no se necesitan conocimientos de ningún tipo, no dejes que te lo cuenten, siéntelo.
Decíamos que de nada sirven las descripciones, las ...esperemos que en este caso no sea así. Sentir la naturaleza es sencillo y complicado al mismo tiempo; la puedes percibir utilizando los sentidos, como hacen todos los animales, pero para sentirla tienes también que utilizar la mente. La mente es ese prodigio natural que solo posee el ser humano, algo que nos permite, entre otras cosas, abstraernos, viajar y estar en otro sitio sin necesidad de movernos. Sentir que sentimos es una facultad exclusivamente humana.
Además de percibir el entorno el ser humano ha procurado , desde su origen, entenderlo, y a raíz de ello ha surgido la cultura, o al menos una rama de esta, interesada en responder a la eterna pregunta del porqué. Sin duda el conocimiento y comprensión de la naturaleza hace que la podamos amar y sentir más a fondo.
Esa doble vertiente, la más natural y la cultural, es la que ha guiado, a partir de entonces, mi relación con la naturaleza y en especial con los bosques. Sentirlos, pero también analizarlos, y es entonces cuando este blog cobra algo de sentido.
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