Los procesos de colonización o recolonización natural siempre se hacen por fases o etapas. En todas ellas es fundamental el suelo y este tiene que estar vivo, formado por millones de microorganismos y otros seres no tan diminutos; sin ellos la vida vegetal sobre suelos no sería posible. Para que los árboles puedan asentarse en un lugar concreto primero tienen que hacerlo los arbustos y antes que estos otras plantas más sencillas.
El primer colonizador arbóreo del Munietsus postglaciar vuelve a cobrar ahora, en la recolonización natural, un papel crucial. El abedul es un árbol muy "esclavo", puede soportar condiciones muy adversas, tanto climáticas como del suelo. Si el viento es muy fuerte y constante o los suelos son muy debiles puede adquirir formas achaparradas para soportarlo, aunque también puede ser un árbol esbelto, pero nunca tanto como el roble o la faya.
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Impresionante bedul en la ruta de bajada. Foto Ástor. 2017 |
Su dominio se inicia a partir de los 1300 m. de altitud y ya en esas cotas, como podemos ver en Pradallos y Trousín, aparecen los primeros "milagros": tseirones colonizados por el bedul, y no solo los formados por piedras finas donde se supone que hay algo de suelo, sino también en otros de piedras mayores donde la labor previa de musgos y líquenes ha resultado fundamental al crear el mínimo necesario para que las semillas del bedul puedan germinar y empezar a crecer hacia arriba y hacia abajo, salvando la fase intermedia del estrato arbustivo, que también se da aunque paralelo a la de los bedules, actuando ambos como primeros colonizadores de la vegetación superior. Brezos y bedules compiten, casi en igualdad de condiciones, por colonizar los tseirones.
Primeras etapas de colonización vegetal en un tseirón por mofos y líquenes. 2016 |
Los bedules se adelantan a robles y brezos en la colonización del gran tseirón de La Candanosa. 2016 |
Brezos y bedules a la conquista del tseirón, entre Vatsina Carril y Las Tsagunas. 2018 |
La diferencia entre estos tseirones colonizados o en proceso de serlo y los que habíamos visto anteriormente como el del Vatse Tseirón, colonizados por robles y algunos otros que lo están por fayas es que estos últimos suelen estar enclavados en medio del bosque, lo que facilita la llegada de materia orgánica y sobre todo de semillas, los de bedul lo hacen en los bordes superiores del bosque, donde las semillas tienen más complicado el acceso y el aporte de materia orgánica es poco significativa.
Tseirón totalmente colonizado en medio del robledal-faéu de Decutsada. 2016 |
Pero cualquier tseirón colonizado supone casi un auténtico milagro natural; es asombroso comprobar como los árboles han podido surgir en un medio tan hostil. Me maravilla ver como la madera puede con la dura roca, esa pugna entre un ser vivo y otro inerte; la perseverancia de esas raíces que esquivan la piedra y que en ocasiones la fragmentan, para acceder a suelos con algo de tierra que los sujetan y le proporcionen agua y sales minerales que luego con la fotosíntesis realizada con la ayuda del Sol les aporten lo necesario para vivir y medrar.
Un milagro natural, potente roble albar saliendo entre el roquedo y el tseirón. Vatsina Tonante. 2016 |
Por debajo de los 1300 m. de altitud el bedul se relaciona ya con fayas y robles y pasa a ser menos frecuente por debajo de los 1200 m. El bedul nunca es excluyente; es un árbol colonizador y el que sobrevive a mayores altitudes, en torno a los 1700 m como máximo.
Siempre forma bosques muy claros, en donde robles albares y fayas, si la altitud se lo permite, pueden nacer, amén de otras especies como xardones, capudres...El bedul deja pasar la suficiente luz para que lo hagan. Pero con el tiempo el roble y sobre todo la faya, de la que ya vimos su alto grado de competitividad, si son excluyentes respecto al bedul, pueden crecer más en altura y sus ramas son más duras y fuertes. Por selección natural acaban desplazando al bedul, lo sustituyen, eso sí siempre por debajo de los 1200 m. Si existen muchos bedules por debajo de esa altitud se debe a causas antrópicas. Tras incendios y en muchas talas sin rebrote, el bedul es el primer comensal arbóreo, sus ligeras semillas, que el viento puede transportar a distancias relativamente largas, se lo permiten. Además crece muy deprisa, en pocos años puede presentar ya el aspecto de un árbol hecho y derecho.
Esta orla de bedules, en proceso de expansión, está prácticamente presente en todo el entorno serrano de Munietsus, con una notable excepción: las izquierdas de las partes altas de la Vatsina´l Cándanu, del Regueiro Trousín y también del Refuexu, destacando sobremanera todo el solano del Ríu La Candanosa, el que limita con el Monte Valdebóis y algo del de Oumente.
No es que el bedul no crezca o no se instale en el solano, lo hace en pies sueltos en aquellas zonas donde ya hay algún roble, de hecho el bedul se puede ver durante todo el recorrido de la senda que va a las Tsagunas por Fonculebrera e incluso forma alguna mancha importante en la ladera derecha de la Vatsina Da Eira. También los podemos ver en la ladera izquierda de Decutsada, en el entorno de la carretera del Counio, antes de llegar a la Veiga´l Pumar; en ambos casos aprovechan la disposición algo ladeada del solano.
Pero en cotas medio-altas de pleno solano sin vegetación el bedul lo tiene muy crudo. En 2018 logré, por fin, llegar a la primera Tsaguna de La Candanosa, después de haber dejado la labor de guía.Las otras veces me había entretenido demasiado en Decutsada, extasiándome con su arbolado, y en otras partes de su recorrido y no tenía tiempo. Ahora la excursión tiene que finalizar a las siete de la tarde, no como antes que podías estar hasta que empezara a oscurecer, así como entrar antes de las nueve de la mañana que es la hora establecida actualmente. Con solo diez horas la ruta es casi una carrera contra el crono, no te puedes despistar ni un minuto; es casi solo un ejercicio físico: andar, eso sí por un entorno excepcional, no pudiendo disfrutar ni valorar las cualidades de este gran bosque.
Más que ver la tsaguna, me interesaban las vistas que hay desde el cruce de sendas en Vatsina Piélago hasta esta y sobre todo ver el desarrollo del bedular que la bordea y que ya en el 2.000 tenía bastante presencia. Esperaba verlo bastante desarrollado pues 18 años pueden dar para mucho en la regeneración de un abedular. Ciertamente las zonas más avesías habían progresado algo, menos de lo que me esperaba, pero progresando a fin de cuentas. La sorpresa me ocurrió con el espolón que enmarca la tsaguna por su parte inferior y que se prolonga un rato y por donde aún se nota la senda, en llano, que iniciaba o terminaba la ruta larga.
Este espolón tiene una buena insolación, aunque no es solano puro. Pues bien los pocos bedules que yo recordaba no solo no se habían multiplicado sino que alguno se había secado y otros estaban tan degradados como entonces; será necesario que el abedular superior y lateral se desarrolle más y se vaya acercando para crear un ambiente algo más sombrío y húmedo.
Espolón de la primera Tsaguna. 2018 |
Pero el solano del valle de La Candanosa, el de las tsagunas es terreno vedado para el bedul, aquí le toca lidiar al roble, ¿o sería mejor decir a los robles?
Como todos sabréis el roble típico de Munietsus, su emblema, es el Quercus petraea, el roble albar, un roble blanco como el Quercus robur, el carbatsu o roble común, con el que forma la dupla de los robles atlánticos y que se caracterizan, entre otras muchas cosas, por su facilidad de crear ejemplares de grandes dimensiones.
Estos robles, a diferencia de otros miembros del genero Quercus, vienen marcados por la necesidad de un mayor aporte de humedad y unas temperaturas suaves, razón por la cual se enseñorearon de nuestras tierras durante el óptimo climático del periodo Atlántico, aunque también soportan el frío como lo demuestra su presencia en el centro y norte de Europa. Estos condicionamientos climáticos hacen que en la Península Ibérica solo se den en la llamada España húmeda, caracterizada por poseer un clima oceánico. No existen en la España continental, salvo en la zona de transición de la parte meridional de la Cordillera Cantábrica y algún ramal más al Sur y por supuesto no hay huella de ellos en la España mediterránea.
El carbatsu (Quercus robur) fue el primero en sufrir las actividades humanas al estar asentado en zonas bajas donde se localizaban las más importantes y numerosas poblaciones humanas. La deforestación lo ha reducido a pequeñas manchas dispersas y ejemplares aislados; no hay ningún Munietsus de robur. Un árbol que dio su gentilicio a los naturales de Uviéu: carbayones, la capital de Asturias y en donde existió hasta 1879 un bestial carbayu, derribado para trazar la calle Uría,¡ya sabéis!, las necesidades del "progreso".
El carballón d´Uviéu |
Espectacular Quercus robur. Carballeda de Pías (Zamora), perimetro a 1,5 m. 3,3 m.Foto Astor.2018 |
El albar resistió algo más en función de su localización en lugares más altos y apartados. Pero también fue muy explotado en busca de su preciada madera, muy demandada por la industria naval, la vinícola, la del mueble, la del ferrocarril...Aún persisten algunos bosquetes e incluso buenos bosques de petraea en todo el entorno de la Cordillera Cantábrica, auténticos tesoros naturales que deberíamos proteger, pese a quien pese, y como alguien dijo o debería haber dicho. "siempre nos quedará Muniellos".
La "familia" de los quercus es muy variada (en realidad en botánica constituyen un género ya que la familia es la de las fagáceas) y algunas de sus especies han sabido adaptarse a muy diferentes tipos de clima. Es el caso de nuestro rebotsu Sapiego (Quercus pyrenaica) con distribución por casi toda la península, menos exigente en humedad y que soporta mayores temperaturas y unas mayores amplitudes térmicas (diferencias entre las mayores y las menores temperaturas) como las que se dan en la Meseta. Su presencia, además, parece estar ligada a la existencia de algún mes seco.
Con el término robles hay que tener mucho cuidado. Tal vez algunos-as penséis que darles el nombre científico sea algo excesivo, que ya sea "rizar el rizo" y que pueda ser hasta una muestra de esnobismo intelectual, nada más lejos de la realidad. No en todos los sitios viven las mismas especies, pero en todos los lugares se emplea la palabra "roble" para diferenciarlos de otros árboles, pero al hacerlo así no los estamos diferenciando entre si, ¿de que tipo de roble estamos hablando?.
Os pondré un ejemplo para que se entienda mejor lo que quiero decir. La etnobotánica es una forma de conocimiento que utilizando la botánica de las plantas se preocupa por analizar las repercusiones que esas mismas plantas tienen sobre las comunidades humanas que han vivido y todavía viven en su entorno, conocer los múltiples usos que se hacían de ellas y muchas cosas más relacionadas con el tema.
Es una "ciencia" apasionante que hermana al ser humano con la naturaleza y cuyo estudio y comprensión salva, en parte, la deuda que tenemos con nuestros ancestros, conociendo más a fondo algunas de las raíces de su cultura. Podremos estar de acuerdo o en oposición frontal con algunos postulados de esa cultura tradicional, pero para ello es preciso conocerlos a fondo pues forman parte de nuestra herencia; saber de donde venimos nos ayudará a decidir a donde queremos ir y no repetir los muchos errores que se han cometido a lo largo de la historia.
Referido al roble, siempre me ha interesado, entre otras muchos aspectos, el uso que se hacía de sus hojas y aparte de preguntar siempre he leído todo lo que se pusiera a mi alcance donde se hablará de ello.En muchos sitios he oído y leído que se utilizaba como forraje de la ganadería doméstica en los largos y fríos inviernos. Para ello se cortaban las ramas, no muy gordas, con las hojas verdes y se dejaban al aire un día y una noche y luego se llevaban y se almacenaban en algún sitio de la casería. Cuando se necesitaba se pelaban las hojas y se la daban al ganado y con las ramas se hacía leña menuda, no se desperdiciaba nada.
Lo mismo que se hacía con las "suertes" para la leña se hacía con las "suertes" para ramajes de hojas: la zona comunal elegida para ambos usos se dividía en lotes, tantos como vecinos hubiera en el pueblo, y se sorteaban entre ellos; luego cada vecino decidía cuando cortar y transportar la leña y los ramajes al pueblo.
Pero, ¿las hojas de qué roble se utilizaban?; la mayoría de las veces no se especifica de cuál o cuáles y se limita a decir de roble. En algunos casos es fácil deducirlo al existir una sola variedad de roble, pero cuando existen varias la palabra roble está inconclusa.
Sabemos a ciencia cierta, que las hojas del rebotsu sapiego (Quercus pyrenaica) se utilizaban como forraje en todos los sitios donde existía esta variedad. Yo mismo, de pequeño, he visto su presencia en algunas cortes de ganado menudo, cabras sobre todo, en Mual. No está tan claro que se diera de forma habitual al ganado mayor (vacas, bueis, caballos), pero sí lo está que si los inviernos eran más largos de lo normal o cuando la hierba empezaba a escasear se recurriera a estas hojas ya que incluso se hacía uso de otras.
En el entorno de Munietsus me contaron que a veces caían grandes nevadas ya entrada la primavera, el ganado no podía salir de las cortes y ya no quedaba nada que darles de comer, ni siquiera hojas; salían entonces al monte y con grandes esfuerzos regresaban al pueblo con grandes ramas de xardones hembras, la única especie con hojas verdes, y por tanto nutritivas, comestible y presente en esa época del año.
El xardón o acebo emite unas hojas con unos punzantes pinchos en las ramas más cercanas al suelo, al alcance de los animales herbívoros; pero estos, los animales,no se atreven a comerlas por lo doloroso y peligroso que resultaría. Sin duda es una estrategia defensiva diseñada por estos árboles de hoja perenne porque a más altura y lejos ya del posible ramoneo las hojas no tienen pinchos, no los necesitan.
A los xardones con hojas pinchudas, aquí los llaman "bravos" o "machos" y a los que no las tienen "hembras" o "mansos" (las reminiscencias machistas son más que evidentes ¿no?), pero en realidad la especie es la misma: Ilex aquifolium, y a pesar de que es una especie dioica en la que hay pies machos y pies hembras (en realidad ambos pies poseen flores masculinas y femeninas pero solo los pies femeninos hacen fructificar las semillas) la variabilidad de la hoja depende de su localización en la estructura vertical diseñada por el árbol.
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Xardón hembra. 2018 |
Más dudoso resulta atribuirles a las hojas de los robles blancos, petraea o robur, esta función de forraje almacenable para los animales. Las hojas difieren mucho entre si: las de pyrenaica son más robustas, más gruesas y están cubiertas por diminutos pelillos, con un tacto aterciopelado,sobre todo por el envés, y quizás por ello mantengan, aún secas, más sustancias nutritivas. Las de petraea están a medio camino, con algo de pelusilla solo por el reverso y las de robur son ya completamente lisas por ambos lados.
Lo mismo ocurriría si analizáramos las utilizaciones que se hacían de otros productos suministrados por los robles: su madera, sus frutos...
Como se ve las generalidades aplicadas a los robles no son validas y es necesario especificar las cualidades de cada especie. Los robles son diferentes de , pongamos por caso, las fayas, pero también lo son entre si, no solo en sus formas y características si no también en lo relativo a su utilización.