5/31/2021

El Monte y el guía de Munietsus 61

Las Tsamas de Burducéu vistas desde el prau pegado a la vallada, coronadas por un prometedor bosque en expansión. 29-julio-2020.

 Los fornus de El Caleiru d´Oubachu aparte de producir cal también emitían muchas escorias y cenizas. Las piedras calizas no siempre se calcinaban del todo y había que deshacerse de esas partes. Lo mismo ocurría en la cantera donde no toda la piedra arrancada era apropiada para ser tostada. Los estériles no eran evacuados, simplemente se arrojaban hacia abajo, favorecido por una ladera bastante pendiente, era más cómodo y sin duda más económico, Algo que también se hizo posteriormente en muchas bocaminas de carbón de pequeñas dimensiones, creando a sus pies horrorosas escombreras, como las que se podían ver en el bedular-faéu de Monesteriu d´Ermu cerca de su braña del Narcea, o en el inicio del valle del Ríu Gillón, por solo citar algunos casos.

En los hoyos, fosos y tajos que hay en la ladera por debajo del circo central aún se insinuaban entonces todos esos derrubios y algunos en el pueblo decían que parecían "carboneras", seguramente por el color oscuro dejado por las cenizas y pedruscos a medio quemar. Lo anterior sirve para pensar que estos desmontes, como en el caso de los de la minería aurífera, se hicieran empezando por abajo y prosiguiendo hacia arriba, para no inutilizar con los vertidos las partes inferiores. Estos vertidos seguro que provocaron una contaminación química en la que no voy a entrar pues no soy yo el más cualificado para hacerlo.

Pero la contaminación visual y la alteración del paisaje natural es algo que cualquiera puede evaluar. La gran extensión de la cantera ha dejado unas huellas, unas heridas en la piel del terreno que el tiempo no ha sido capaz de borrar, al menos de momento. También es evaluable el tema de la deforestación, aunque conviene matizar algunas cuestiones.

Hay quien dice que las ferrerías tradicionales, las encargadas de producir y transformar en útiles el mineral de fierro (hierro), fueron las principales causantes de la desaparición de muchos de nuestros bosques, cuya madera se transformó en carbón vegetal con el que alimentarlas. En Oubachu y su entorno inmediato parece ser que no las había, aunque si hay noticias de alguna "fragua", pero estas no fundían mineral, solo transformaban hierro suministrado por las auténticas ferrerías de fundición, como las que había en el vecino Bisuyu. Pero además de la ferrerías los antiguos caleirus también consumían mucha madera, directamente sin necesidad de transformación alguna.

Pero la deforestación del entorno de El Caleiru ya venía de tiempos anteriores al de su puesta en funcionamiento, por temprano que esta hubiera sido. Derivada de las actividades agropastoriles de las generaciones precedentes. Una de las características de la naturaleza es su capacidad de regenerarse, de volver a su estado óptimo que aquí, como venimos insistiendo, es el bosque. Pero las"grandas" sometidas a una explotación continuada pueden quedar ancladas en esa etapa serial o incluso empeorar. Los caleirus seguro que recurrieron a madera de zonas algo alejadas, pero también a un uso masivo, dada su cercanía, de los ganzos, sobre todo de sus cepas de las que ya os hablaré otro día, no despreciando los pocos arboluchos que conseguían rebrotar y hasta es posible que se excavara algo en busca de sus raíces más superficiales, igual que se hacía con los ganzos para extraer sus cepas.

Este uso, repetido en el tiempo, hizo imposible la regeneración natural. Sin fuentes de semillas sobre el terreno los árboles no pueden surgir y la regeneración solo puede provenir de zonas cercanas donde los haya. Pero recorrer esas distancias sabemos que puede llevar mucho tiempo y eso sin tener en cuenta el efecto devastador de los incendios. Lo que El Caleiru propició fue el mantenimiento de esas superficies desarboladas, aún presentes a día de hoy. El paisaje de esta parte de Sierra Ventana es heredero directo de tales actividades y de otras más antiguas, antes de las grandes talas madereras iniciadas a finales del siglo XVIII.

El "Calero de Obaio", sin duda uno de los más importantes, si no el mayor, de la parroquia de Vega de Rengos y por ende de todo el concejo de Cangas, injustamente olvidado y con una larga historia. Es probable que su andadura comenzara ya en el siglo XVII, como los de Fontes de Corveiru y posiblemente relacionado, entre otra clientela, también con el Monasterio de Courias. Beneficiado por la buena salida (transporte) que tenía por la sierra, como mínimo tan rápida como la de Corveiru que sin duda utilizaba la Sierra del Acebo para hacerlo. La mejora, a la que aludíamos en otra parte, de los caminos de la vega del ríu Rengos hicieron tan competitivos los caleirus de El Pueblo de Rengos y otros de la vega que afectaron a El Caleiru d´Oubachu, que vería reducirse progresivamente su demanda pasando a depender solo de la local y cercanías. Su abandono o poco uso tuvo que ser temprano lo que dio tiempo para que sobre sus ruinas se tejiera la preciosa leyenda de la encantada.

Cerca de Oubachu y Mual pero ya en La Venta, en terrenos de Pousada de Rengos (ya sabréis que Ventanueva no era un pueblo), tenemos otra curiosa "cantera". Ya en la tesina la mencionaba como posible explotación aurífera en primario pero aún no la había inspeccionado. Lo hice al poco de visitar El Caleiru d´Oubachu y también la relacioné en un primer momento con la minería romana. Igualmente los que realizaron la carta arqueológica la vieron y la catalogaron como explotación aurífera romana, con el número 124 de los bienes inventariados. Se encuentra en la ladera baja de Tseireo, ladera que asciende hacia la Sierra de Pena Ventana, a la salida misma de Ventanueva yendo para Mual, por encima de una caudalosa fuente pegada a la carretera, del lado de arriba de esta.

La Pena La Turria, topónimo concreto de la zona, se encuentra en una ladera de fuerte pendiente y ya desde lejos destaca su profundo y ancho frente de corta, con un buen rellano a sus pies. El rellano presenta diferentes niveles que van basculando mayoritariamente contra el lado de Larna. El rellano antes de caer en pendiente posee un alargado repecho que en su centro es más elevado, con un tajo atravesándolo, con otros tajos en sus lados que se prolongan hacia abajo. Todo labrado en roca pura y dura. Tanto en el rellano como en el repecho existe mucha roca suelta, alguna de considerable tamaño, que pueden ser derrumbes del vertical y alto frente de corta superior. 

El Cheiréu-Pena La Turria. Espacio ocupado por la cantera, justo enfrente del Castro de La Venta. Foto Google.


Profundo frente de corta, encima mismo de La Pena La Turria. Foto Google.

A la altura del rellano contra el lado de Mual hay un potente tajo-zanja que baja algo ladeado. Por debajo y ya en terreno pendiente sigue habiendo grandes tajos en la roca, predominando su forma ladeada y en donde destaca una gran corta del lado de contra Larna, con un profundo frente de corta.

Sin duda estamos ante una cantera, pero ¿de qué?, ¿aurífera, de caliza para caleirus, de piedra de construcción...?. Predominan las cortas verticales, en seco sin utilizar agua. La única parte que presenta dudas en este sentido es el gran frente de corta superior, tal vez de época romana y demolido con agua procedente de La Fonte Las Andolinas, que queda contra el lado de Larna por donde creo que había una presa o canal de agua. Pero incluso este se pudo abrir en seco, socavando la base y utilizando cuñas desde arriba que provocaran el desplome de grandes lascas, reducidas y aprovechadas posteriormente.

Pero los tajos que se ven en la actualidad son de una cantera moderna o contemporánea (siglos XVII a XX). Se parece en muchas cosas a la de El Caleiru d´Oubachu, pero la falta de más datos me impide adscribirla al 100% a la producción de cal.

Habrá que extremar al máximo las precauciones a la hora de catalogar las explotaciones mineras auríferas. Al lado de hoyos y deslizamientos de origen puramente natural: fanas, argayos, erosión de origen glaciar y periglaciar...no todas las explotaciones artificiales de origen humano son de época romana. Desde esa época las comunidades rurales han utilizado diferentes tipos de excavaciones sobre el terreno, como areneras, tejeras, canteras de caliza para surtir los caleirus, canteras de piedra para hacer casas y otros tipos de construcciones, canteras de pizarra para obtener tsousas o pizarra fina, canteras de mármol... y eso sin tener en cuenta las más recientes vinculadas al carbón, claro que estas poco o nada tenían que ver con las comunidades rurales.

Mucho me temo, aunque me falta comprobarlo, que una pequeña explotación aurífera de época romana, catalogada como tal en la Carta Arqueológica, por encima de Moncóu, esté relacionada con la cantera de caliza de La Pena´l Caleiru. Lo dicho habrá que hilar fino para no falsear nuestra historia.

Los impresionantes restos de las canteras de cal, que han hecho que muchos, entre los que me cuento, las confundan con cortas auríferas, nos habla bien a las claras de su importancia. Para hacer buena cal no servía cualquier piedra caliza, la roca caliza suelta se hallaba muy lavada por el agua de lluvia y alterada por su contacto con el oxígeno. Había que arrancarla del subsuelo y encontrar una veta pura y lo suficientemente ancha que garantizara su explotación y además había que hacerlo a mano, sin la ayuda de dinamita u otros medios de explosión. Desgajar grandes lascas, reducidas a piedras más pequeñas a fuerza de golpes de maza, ¡casi nada!. Y ahí están, diseminadas y perdidas por nuestros montes, esperando que alguien las descubra y se sorprenda y admire con los trabajos realizados por los que nos precedieron e hicieron posible nuestra misma existencia. Tenemos que procurar que no se olviden porque es de necios olvidar las raíces que nos sustentan.

Hecho este apartado sobre los caleirus volvamos a lo que teníamos entre manos.

El otro gran vatse del solano es el Regueiru La Veicietsa, Con vertientes bastante pendientes en sus inicios por encima de la carretera. Su vertiente derecha, por donde sube la empinada, corta y peligrosa (por su poca visibilidad en las curvas) pista hormigonada a Oubachu, está ocupada por un precioso bosquete de castaños y rebotsus sapiegus y los praus solo aparecen algo más arriba, ya en terrenos de Oubachu. Por cierto era en este regueiro donde los de este pueblo tenían varios pequeños mulines. 

Praus de Florín e inicio de la pista hormigonada que sube a Oubachu. 29-julio-2020.

Los terrenos de Mual suben poco por ese lado, pero por el otro van subiendo mucho más y tras los pindios praus de Florín, el terreno se suaviza a partir de los Castrinos de Niceto, un posible castro de pequeño tamaño. El castro es difícil de prospectar pues está cubierto de matorral espinoso que tapa las piedras sueltas y las oquedades de la roca madre caliza. 

Los Castrinos de Niceto vistos desde abajo, con el inicio del Camino Real desde la carretera.

Por esta zona y en torno al Camino Real que subía a Oubachu, se desperdigaba el antiguo Curtinal de Las Curradas y el posterior de La Viña. Terrenos que yo siempre vi a praus de secano o de cultivos herbáceos forrajeros, que se beneficiaban de su pasado agrícola, siendo bastante productivos.

No había más praus en el resto del solano. El Regueiru  La Fervienza es como un barranco, mayormente rocoso y luego el curso principal del río se encajona en el desfiladero del Trabanco, con paredes verticales y muy altas en la vertiente derecha y un terreno algo más tendido en la izquierda pero también muy rocoso, aunque creo que había algo parecido a un prau por encima mismo de la carretera, aprovechando el agua de otro regueiro barrancoso.

Era precisamente este desfiladero el que provocaba que la salida del valle de Mual se hiciera por la zona de La Chalga, siendo el actual relativamente reciente y vinculado a la explotación forestal del Monte Munietsus y de todo el valle.

Seguro que a un visitante avezado y observador le sorprenderá gratamente la disposición del relieve. Si viene de la Villa recorrerá un valle bastante estrecho y en el desfiladero de Sasturrasu-La Venta, si no ve el caudal del río pero sí la cascada, pensará que está llegando a la cabecera del valle, pero en La Venta el valle se abre en la amplia vega de Rengos.

Metiéndose en dirección a Mual, pensará que sí, que allí ya comienza el fondo del pequeño valle que solo se insinúa. Al llegar a Mual otra sorpresa, de nuevo el valle se abre en una alargada y preciosa vega, rodeada de altas montañas. Si su temperatura fuera algo más elevada y no cayeran tantas heladas sería un auténtico vergel, pero claro todo no se puede pedir, aunque como decían los activistas del Mayo francés, allá por 1968, "seamos realistas, pidamos lo imposible", ahí es nada el ingenio que tenían.

Y para terminar con el catálogo de los praus incluso los había, o hubo, en zonas o lugares de los que nadie se acordaba cuando yo era aún un niño. Ni siquiera mi abuela "Mamina" tenía constancia de su existencia y eso que ella había nacido a principios del siglo XX, una época de cambio en la composición de la cabaña ganadera: auge del bovino en perjuicio del cabrío y lanar.

Pero la toponimia, la real no la inventada, tiene más memoria que las personas concretas, ni punto de comparación, porque en esencia la toponimia es la memoria de todo un pueblo. En Mual tenemos, que yo sepa, tres casos con el topónimo "tsamas" y de ellos solo uno se mantiene fiel a su significado original. Tsama procede del latín "lama", que significa terreno húmedo y que se aplicaba a praus que poseían un manantial propio.

El que pervive es el situado en Burducéu, los penúltimos traus que hay yendo para Las Tablizas, después del cortín de Cadenas, encima de la pista y de la vallada de la que tanto hemos hablado. Era y es muy llamativo por su forma de riego, una goma con un sistema de aspersión que se va cambiando periódicamente de lugar. Tiene una buena cabaña en una esquina y los restos de una importante fonte de la que sigue saliendo agua.

Riego por aspersión en Las Tsamas de Burducéu. 27-julio-2017.


Esquina inferior de Las Tsamas donde hay una cabaña restaurada recientemente.

 

Fonte de Las Tsamas.


En Las Tsamas parece ser que el agua surgía por varios puntos, como sugieren los bultos del terreno.

Burducéu, como pronto veremos con Valmayor, seguramente estuvo más antropizado de lo que está en la actualidad. A Las Tsamas hay que sumar dos topónimos que aluden a una utilización agrícola: Lus Chanus de Burducéu, que parecen referirse a tierras cultivadas y La Carril Lus Chanus, que sería la vía de acceso carretero a dichas tierras. Terrenos hoy totalmente tomados por el bosque, un bosque joven que pugna por expandirse y que en buena medida lo está consiguiendo, hasta casi unirse a la masa de Valmayor por las partes bajas y progresando mucho por su vatsina (Vatsina Burducéu), incluso por encima de la carretera, reduciendo poco a poco las extensas grandas que todavía dominan el paisaje. Burducéu se beneficia de la alta humedad existente gracias a lo ondulado de su relieve, a la desaparición de la presión antrópica y a la ausencia de incendios desde hace algunos años.

Vatsina Burducéu con la extraordinaria regeneración natural que está teniendo lugar.


Progresión del arbolado en la parte superior de la Vatsina Burducéu. En pugna con las grandas y los secos tseirones.

Las otras tsamas no tienen una situación tan privilegiada como la de Burducéu, lo que acabaría provocando su abandono. Las Tsamas, de Valmayor están por este vatse arriba, en una vatsina que bordea la parte superior de Las Chastras, una curiosa zona con rocas planas que parecen hincadas en el suelo. 

Posible localización de Las Tsamas, entre Las Chastras y el curso principal del Valmayor.

Este vatse, como Burducéu, conoció una época de mayor aprovechamiento por parte de los papudos. A la arcaica utilización de su bosque: vigas para casas y otras construcciones nuevas, madera para determinados aperos y útiles agroganaderos, utilización de la tsande, recolectada para usos humanos y de los animales y pastoreo con ganáu menudo que también se aprovecharía de la ingente producción de bellotas de este robledal. Se unía la de Las Tsamas y la existencia de dos cortines para la producción de miel, uno algo metido en el vatse y el otro del lado de allá del río Munietsus, que requeriría un pontigo de madera para acceder a él y a un pequeño prau cercano. Ya antes de la actual pista de acceso a Las Tablizas existiría una vía de acceso hasta Valmayor. Más reciente es la construcción del puente y de la pista de tierra para acceder por esta zona a los praus de Lus Putseirus. 

Restos del cortín de Valmayor, situado en un tseirón, a la tiesta´l sol, y difuminado por una colonización vegetal en continuo aumento.

La brutal tala que sufrió este robledal tuvo graves repercusiones. Desde la antigua pista maderera que discurre por la otra ladera del valle se puede apreciar la enorme erosión que padeció. Se nota un gran tramo en torno a su curso principal, hundido, vaciado de parte de su contenido y que afortunadamente hoy está estabilizado gracias a un potente muro sustentador por encima de la pista en su zona de desagüe, y a la recolonización arbórea en la que es el quercus petraea el que lleva la voz cantante.

Valmayor en julio de 2018. Fijaros en la hondonada creada por el corrimiento del suelo.


En Valmayor los albares aún son jóvenes y faltan zonas por colonizar, pero solo es cuestión de tiempo que esté a la altura de Munietsus.

Tsamas del Gatu Montés está en el Vatse La Cutsada, en la falda del Muntecín, alejado un tanto de los praus que aún subsisten por su cercanía al curso principal. De las Tsamas no queda resto alguno.

Sin relación con los praus, pero sí con el terreno húmedo y el lodo, tenemos en Mual un topónimo derivado de lama: El Tsamazo, nombre de uno de los barrios del alargado pueblo, el que va desde Casa del Zapatero hasta Casa Francos y cuyo nombre alude a un suelo que cuando llueve se convierte en un lodazal, favorecido por la humedad derivada de la fonte y su desagüe de la plaza de las casas Mingo y Campos y de la de los praus de Los Pradones en torno al camino del pueblo, camino que con el tránsito de personas, carros y ganáu contribuía a la formación de ese tsamazo.

5/15/2021

El Monte y el guía de Munietsus 60


L´Era Farruco y a sus pies La Chanadona, en el teso que divide el esplendoroso vatse de Decutsada del agreste Vatse de Fonculebrera. Monte Oubachu. 28-julio-2018.

 

La interpretación que en la actualidad hago de El Caleiru es bastante diferente a la que hice cuando lo conocí. El circo central y sus progresiones en llano constituyen una cantera de caliza donde con ayuda de cuñas, barras, picos y otros posibles medios, los lugareños arrancaron bloques de caliza, reducidos a menor tamaño a fuerza de mazazos.

El enorme peso de la materia prima, la caliza, desaconsejaba su traslado, algo que se da en la mayoría de los caleirus. Allí mismo se establecería el forno, forno que yo no supe ver porque entre otras cosas no lo busqué ya que las huellas halladas parecían apuntar en otra dirección. Lo lógico es que por allí estuviera el forno pues, como decimos, este y la cantera siempre están juntos o muy próximos el uno del otro.

Los hoyos que mencionamos tal vez se deban a perforaciones modernas hechas por Valentín u otros geólogos de empresas mineras que han llenado la Asturias Occidental y su entorno aurífero (León, Galicia...) de miles de perforaciones prospectoras. O tal vez sean los fornos de cocer la caliza, parcialmente colmatados por el paso del tiempo. El supuesto embalse puede ser un simple rellano natural ampliado por los arbetsones con funciones relacionadas con las transformaciones de la cal como más adelante veremos. Incluso los desmontes del terreno pendiente por debajo del circo central sean cortas de esta misma cantera, iniciadas con anterioridad.

Hasta hace muy poco tiempo no disponía de otros datos para fechar El Caleiru. El que la gente más anciana de Oubachu tuviera noticias de su existencia como tal parece que no lo hacen tan antiguo, pero una leyenda tan elaborada como la de La Pena L´Ancanta sí que sugiere una datación más arcaica. Las leyendas siempre tratan de responder a cosas de las que la gente ya no se acuerda, ni ellos ni sus antepasados recientes. Que la cal sacada se destinara "cuando se hizo el Monasterio de Courias" tampoco nos aporta una fecha clara. La remodelación del Monasterio San Juan Bautista de Courias, tras un incendio, fue en 1773, pero ya desde mucho antes, e incluso después, el monasterio demandó mucha cal con sus continuas reformas y ampliaciones. Tal vez El Caleiru tenga una larga historia, creado hacia el siglo XVII y reutilizado con posterioridad. Pero son todo conjeturas, hipótesis, porque además de este caleiru sospecho que en Oubachu pudo haber alguno más. 

Fachada actual del Convento de Courias, la que mira contra la Villa. El verde que asoma por encima del tejado era la joya botánica del lugar. 31-julio-2018.


La impresionante araucaria, conífera traída de las Américas por los frailes, ya cumplió hace algún tiempo los cien años de vida pero es posible que no cumpla muchos más. Me temo que las labores realizadas para adaptar parte del convento a un parador de turismo hayan afectado gravemente a sus raíces. 31-julio-2018.


Los "sangrados" que se le hicieron no detuvieron el paulatino secado de sus ramas y ya veremos si el más reciente con antibióticos consigue algo. Hace poco la volví a ver y estaba aún más seca aunque parecía tener algún brote nuevo. 31-agosto-2018.

Cerca de El Caleiru hay otras interesantes huellas que apuntan en esa dirección. La Cabuerca, situada por encima y algo por debajo del camino-pista que sube de Oubachu al Catsadietsu, más cerca del caleiru que del collado. En su día lo consideré como una típica, aunque pequeña, corta a cielo abierto aurífera, en yacimiento primario, con la forma de una concha de erosión. A la misma conclusión llegaron los autores de la carta arqueológica del concejo de Cangas, aunque se confundieron con el topónimo adjudicándole el de El Caliru (supongo que alguien se haya comido la "e" que precede a la "i" y que sea caleiru y no caliru), sin duda influenciados por el nombre dado por Palencia-Suárez a la explotación catalogada en esta zona y que a su vez la habían tomado de los mapas cartográficos. No me cansaré de repetir la importancia que tiene darle a los lugares el auténtico nombre que tienen. En los mapas los nombres no tienen una localización concreta y eso cuando lo hacen en el entorno directo de un lugar cuyo nombre es realmente ese, bueno no es que sea exactamente el real porque todos están castellanizados pero eso ya lo sabemos todos. En ocasiones el lugar aparece muy alejado del real. En el mapa de 1953 y en los sucesivos del Instituto Geogáfico Nacional escala 1:50.000 aparece El Caleiro y no está mal colocado pero abarca una gran extensión de terreno propiciando las confusiones. Para solucionarlo hay que recurrir a las fuentes que nos quedan de la cultura tradicional, es decir a la gente de a pie que vive en esas zonas, que atesoran en su memoria los nombres reales de los lugares y que por desgracia están en vías de desaparición. No , no es El Caleiru el bien catalogado número 117, es La Cabuerca y creo que no es una explotación aurífera.

El número 117 de la Carta Arqueológica lleva el topónimo de El Caleiru, pero este no es el real, lo es La Cabuerca y creo que no es una explotación aurifera 

La Cabuerca es alargada, con un espacio circular y llano a sus pies. Se le notan los pequeños frentes de corta (tajos) laterales y el frontal. Por debajo del camino se repite el esquema, aunque más encajonado. Por encima del camino y paralelo a la corta baja un tajo profundo pero estrecho. Contribuyó a confundirme a mí el que por encima del frente de corta central llegaba un canal de agua, la Presa del Parragón que ya hemos mencionado antes y que lo hace como  a través de sucesivos aterrazamientos y que interpreté como la reutilización de un canal mucho más antiguo, de época romana.

Un poco más allá, en dirección a Cutsadietsu, están Las Furacas, por encima de la pista, dos profundos tajos realizados sobre roca , con un repecho por el lado de abajo. Estas y La Cabuerca son, probablemente, huellas de canteras de caliza, pero como en el caso de El Caleiru desconocemos la ubicación del forno.

No parece ser "flor de un solo día" la existencia de los caleirus. A la demanda agrícola y la de las clases "folgazanas" se sumaría en épocas posteriores, aún sin delimitar claramente, la de las clases productoras. Las casas campesinas y algunos de sus anexos fueron cambiando. Se fueron abandonando los "teitus de patsa" por cubriciones líticas, tsousas de mucho mayor peso, lo que llevó aparejado que tuviera que aumentarse el grosor de las paredes, al tiempo que una mayor producción agraria, gracias a la expansión de nuevos cultivos como el maíz y la patata, hicieron necesario aumentar el tamaño de dichas construcciones. Ya no se podía seguir construyendo en seco, se hizo necesario utilizar una argamasa que las asegurase y para eso estaba la cal que conoció una mayor demanda y la proliferación de los caleirus.

La pervivencia de los caleirus hasta épocas bastante recientes parece algo evidente. En Oubachu entre 1935 y 1945 se construyó, primero la escuela y luego la casa del maestro-a. El coste de las obras corrió a cargo del pueblo. Algunos vecinos, cortos de numerario, aportaron su parte en productos necesarios para su construcción: piedras, losas, madera...y cal, lo que demuestra que todavía en ese momento había en el pueblo algún caleiro activo.

Lo que son las cosas, estando elaborando estas líneas recibí una llamada telefónica de mi hermano Naciu. Comentándole que estaba haciendo "algo" sobre El Caleiru de Oubachu me dijo que poseía un interesante dato que podía serme de utilidad y me remitió, vía informática, una fotografía de la página de un manuscrito, un libro eclesiástico de una de las dos iglesias de La Riela (Regla de Perandones) no acordándose de cual de ellas se trataba. En dicho libro se anotaban los gastos que tenía la iglesia. Os la reproduzco aquí junto a la transcripción hecha por el propio Naciu que hace más fácil su lectura. No tiene desperdicio.

Fotografía de la hoja del manuscrito.


Transcripción y nota hecha por Naciu del texto original.

Además de otros interesantes datos, como la compra de diez carros de cal en piedra a un paisano de Santiago de Peña (Santiagu)en la ladera del Coutu de la Sierra de Pena Ventana, que demuestra la existencia de un caleiru en dicho pueblo, en el libro se anota la llegada durante cuatro días de 17 carros de cal del "Calero de Obaio" y el coste de su transporte por 40 personas, Todo ello fechado en 1752.

La compra de tanta cal, y de tejas, remite a su utilización, probablemente, en la construcción de la iglesia parroquial dedicada a Santa María, realizada durante ese siglo XVIII, ya que la ermita dedicada a Ecce Homo es anterior, del siglo XVI.

O sea que a mediados del siglo XVIII El Caleiru de Oubacho ya funcionaba a pleno rendimiento y que su cal era muy demandada, lo que refuerza la idea de que pocos años más tarde también se llevase a Courias.

Por el texto deducimos que este caleiro de Oubachu ya era bastante conocido. En el de Santiagu no se especifica nada de él ya que ni siquiera se menciona. Pero el de Oubachu sí aparece individualizado pues es El Calero de Obaio, no un caleiro más si no El Calero, un nombre propio que logró mantenerse a lo largo del tiempo, aunque lógicamente como El Caleiru que era como le llamaba el vulgo.

La producción del Caleiru se vendía a pie de obra y parece que la cal ya estaba elaborada y lista para ser usada. El texto no menciona, como sí lo hace en el de Santiagu, que la cal estuviera aún en forma de piedra y además dice que la tardanza en su traslado sería pernicioso "por el manifiesto peligro de perderse", algo que no se daría si estuviese en forma de piedra o polvo. Todo ello parece indicar cierta especialización y nos lleva a preguntarnos quién era su propietario. Si era de uno o de varios vecinos del pueblo o bien de una empresa dedicada a su producción y comercialización, preguntas que de momento no tienen respuestas.

En construcción "aquella" cal presentaba ciertos inconvenientes o incomodidades que es preciso tener en cuenta. No se podía utilizar cuando a uno le viniera en gana. Veréis, cuando la cal sale del caleiro se dice que está viva, siendo muy corrosiva al entrar en contacto con el agua o con cuerpos húmedos. Los que la manipulaban no disponían de la equipación necesaria para aislarlos de su contacto. Inhalaban su polvillo, la tocaban con sus manos desnudas...Tras una hornada y las labores de saca y vaciado del forno y el posterior almacenamiento de la cal, los participantes debían parecer "fantasmas", con un polvillo blanquecino cubriendo todo su cuerpo, igual que los antiguos mineros de carbón al salir de la bocamina, solo que estos estarían tiznados de negro. Su impacto sobre la salud debía de ser notoria y aparte de las heridas provocadas en la piel al entrar en contacto con el sudor y sobre todo en los ojos donde podía provocar lesiones oculares, su ingesta además de las molestias que provocaba seguro que reducía la calidad y la esperanza de vida, como hacía la silicosis con los mineros.

En este estado, cal en forma de piedra y estando resguardada en un lugar seco, podía durar una eternidad. Pero no solía utilizarse así, tras una tosca molienda, salvo si lo que se deseaba era esquilmar un bardal o algo que se le pareciese. Lo normal antes de su uso es que se matara la cal viva. Para matarla había que añadirle agua. Lo que se obtenía entonces variaba en función de la cantidad de líquido utilizado. Si se le añadía poca lo que salía era un polvo, ya que al contacto con el agua la piedra se fracturaba del todo. O sea se obtenía cal muerta en polvo y en este estado podía conservarse también durante mucho tiempo. El inconveniente en la construcción es que para que fuera realmente aglutinante y consistente había que añadirle más agua y dejar que la pasta, cubierta de agua, madurara durante un tiempo, que iba de uno a seis meses.

Si la cal viva, previamente triturada, se mezclaba con una cantidad mayor de agua, pongamos tres litros de agua por cada kilo de cal y se removía hasta su completa disolución, había que esperar a que se enfriara, porque como en el caso anterior en el proceso el agua y la cal alcanzaban altas temperaturas (hasta noventa grados centígrados). Por eso se hablaba de matar o apagar la cal porque después de la "calentura", al enfriarse, ya estaba muerta. En realidad no lo estaba del todo pero el cambio era sustancial.

El mejunje obtenido había que dejarlo reposar, no un día ni dos si no que hablamos de meses, las partes solidas se iban decantando y el agua lo hacía en sentido contrario y había que ir retirándola pero siempre dejándola unos centímetros, dos dedos, por encima, cubriendo la masa. Esto era de vital importancia porque la masa no se podía secar, si por algún motivo lo hacía la cal se fraguaba, quedando inservible para su uso. Como los buenos vinos cuanto más tiempo estuviera "madurando", mejor y ahora hablamos no de meses si no de años. Esta pasta se podía utilizar sola y hasta usarla para enyesar cubriendo paredes y techos, pero para ahorrarla se mezclaba con más agua y arena para conformar la argamasa de cal, la más usada en las construcciones.

El Caleiru d´Oubachu es posible que fabricara todas las variantes: cal en polvo o piedra, viva, cal en polvo muerta y cal en pasta (hidratada). Cada paso en la elaboración de los diferentes tipos de cal encarecía el producto, de cara a su comercialización y El Caleiru d´Oubachu, aparte de la dedicada al consumo local de Oubachu y algún pueblo cercano pues el resto de la vega de Rengos también contaban con caleiros, parece que se dedicaba a ello. 

El lugar donde se obtenían las diferentes formas de la cal era L´Era Colás. La acepción más corriente de una "era" es la de un sitio llano, empedrado o enlosado, donde se procedía a separar el grano de la patsa, antiguamente de forma manual utilizando los "menales" y luego aventando lo resultante al aire para que este se llevara los restos vegetales más menudos, como la cascarilla que envuelve al grano. Más recientemente todas las operaciones las realizaba, en la misma era o en otro lugar, una maquina, la "matsadora", propiedad de un vecino que periódicamente (por Santamarina, julio, la foucina decía el refrán) alquilaba sus servicios por los pueblos de la redondada para sufragar el coste de la máquina. Me acuerdo de pequeno en Mual verlas en acción y luego en Cangas supe de un vecino de Tsumés (Limés) que tenía una y que recorría muchos pueblos del concejo. Las eras siempre estaban en el entorno de la casa de su propietario o propietarios, ya que las había comunales.

Los topónimos pueden parecernos, en alguna ocasión, engañosos. Es lo que ocurre con los que hemos denominado como topónimos comparativos o de semejanza cuyo significado no se corresponde con la acepción más conocida del topónimo con el que se compara. Se les llama de igual manera porque comparten con este topónimo alguna semejanza. Para que lo veáis más claramente os pondré un ejemplo, relacionado directamente con lo que estamos tratando. En el vatse de Munietsus, aunque pertenece al Monte Oubachu, hacia el medio del Tesu Decutsada y colonizado por un esplendido robledal, con fayas del lado de Decutsada, tenemos La Chanadona L´Era Farruco, un pronunciado rellano en la pendiente del teso. Aquí L´Era Farruco (la Era de Farruco) es imposible que se trate de una era de matsar grano. Por mucho que hayan podido cambiar las cosas la zona es eminentemente forestal. ¿Por qué entonces el nombre de "era"?, sin duda por el parecido en la forma con la "era" agrícola, un sitio que resalta en su entorno por ser llano, con un lugar, la propia L´Era Farruco, que hasta tiene algo de repecho por su parte inferior y con un substrato rocoso comparable al enlosado de la "era" agraria.

La Chanadona L´Era Farruco vista desde arriba, en la esquina de las Penas de Fonculebrera. Enclavada en el Tesu Decutsada, lejos de todo. Pertenece al Monte Oubachu. 28-julio-2018.


L´Era Farruco una zona llana con una progresión teso abajo muy poco tendida.


Inicio de L´Era Farruco con restos de una posible cantera, algo difícil de admitir dada su lejanía de cualquier vía de comunicación.


Inicio, bajando, de L´Era Farruco.


L´Era Farruco también puede hacer referencia a su parecido con una era agrícola siendo en este caso un topónimo comparativo o de semejanza.


La Chanadona L´Era Farruco.


La Chanadona, detrás Las penas de Fonculebrera y al fondo Chanetos otra enorme llanada.

Pero "era" también tiene otro significado: lugar donde se prepara la argamasa de cal y este es el que mejor cuadra con el de L´Era Colás. Tal vez el significado de embalse de agua que yo le había asignado en una primera interpretación no se hallara tan lejos de su función en este nuevo contexto: una balsa de maduración de la pasta de cal, cubierta de agua para evitar su desecación. No ocuparía rodo el rellano pues en él también se realizarían los otros procesos y no estaría en él todo el tiempo que se desease porque la llegada del mal tiempo y del feroz invierno la podían estropear, pero sí el suficiente para que la pasta adquiriera cierta consistencia, completándose el proceso en el lugar de destino con un nuevo periodo de reposo.

La relativa distancia a la que se encuentra El Caleiru del pueblo de Oubachu haría imprescindible la existencia de una infraestructura constructiva. Se necesitaba un lugar para poder almacenar y guardar el combustible, ya seco, que se iba a utilizar. Otro para guardar la cal, ya fuera en piedra o triturada, viva o apagada, donde la lluvia no le afectara y otro enlosado donde triturar la roca calcinada, y un último para recoger los útiles de trabajo. De ellos no ha quedado resto alguno, serían de madera y el tiempo se ha encargado de borrarlos. Y posiblemente la balsa de decantación y maduración contara con algún sistema de cubrición que la aislara algo de la climatología tan adversa que suele haber en estas altitudes, aunque las labores se hicieran entre primavera y otoño, permaneciendo inactivas durante el crudo invierno.

En el proceso de su transporte era donde la pasta de cal corría mayor peligro. Ya hemos dicho que no podía secarse y este era el momento en que más se exponía a ello. El citado texto parece también aludir a este "peligro de perderse" pues no se me ocurre pensar en otro tipo de cal que lo pudiese padecer.

El traslado tenía que ser muy rápido y para ello El Caleiru d´Oubacho contaba con otra ventaja. Su salida hacia el "corazón económico del Concejo", la villa de Cangas, en este caso La Riela y posteriormente el Monasterio de Courias, se haría por la misma Sierra de Pena Ventana, por donde existiría, ya desde tiempos muy antiguos, uno o varios caminos carreteros que unían los pueblos de todo su entorno con tan importante fuente de recursos como los que la sierra poseía. Pastos débiles pero con jugosos brotes en las partes altas, causa y efecto de una temprana ganadería caprina y ovina, preponderante hasta tiempos no tan lejanos. Tsombus, chanus y zonas no muy pindias, por debajo de los 1.000 metros de altitud o en esa cota, donde se acabó desarrollando una potente agricultura cerealícola y extensos patacales, estos últimos mucho más recientes en el tiempo. Aquí no había veigas tan llanas como en Mual, las que así se llamaban eran bastante pendientes, y no les quedó más remedio que colonizar esas zonas para mitigar la "fame" que les amenazaba. Todas esas actividades necesitaban importantes vías de comunicación para el transporte de productos y la sierra estaba llena de ellos. Esta salida era mucho más rápida y corta que la que utilizara el camino Real de Oubachu. Primero había que llegar al Cutsadietsu, bajar al pueblo y luego a Mual, donde por La Chalga salir a La Venta y enfrentarse al desfiladero que hay hasta La Casilla, para continuar valle abajo por la veiga del Ríu Rengos (Narcea). un camino que además presentaba un deficiente estado. Por la sierra el camino era casi recto, con tramos muy llanos ya que se evitaban las continuas subidas y bajadas del cordal serrano, con un tramo final, antes de La Riela, algo más pendiente. 

Esta ventaja del camino de la sierra se vería mitigada posteriormente por una mejora del camino que transitaba por la vega del Narcea, relacionado directamente con las explotaciones madereras que se empezaron a dar en las cabeceras de los afluentes de Ríu Rengos. La salida de grandes rollas del vatse de Mual y de El Pueblo hicieron inevitable esta mejora pues toda la producción se bajaba hasta el Arenal y Los Nogales de la villa de Cangas, desde donde mediante balsas se llevaban por el rio hasta San Esteban de Pravia. En 1860 unos franceses de la empresa Crédito Mobiliario Barcelonés, coarrendatarios de las explotaciones madereras de Muniellos (y de Rengos) intentaron bajar la madera en chalanas desde La Venta pero fue un rotundo fracaso teniendo que seguir utilizando el camino, que no debía de estar tan mal pues se habla que para bajar una enorme rolla se empalmaron tres carros de cuatro ruedas cada uno, tirados por mulas, algo que un mal camino hubiera impedido.

La Ruta a Las Tsagunas 36 El bosque mixto 2. Los Tsagozos.

Ladera derecha de Los Tsagozos, un bosque mixto en donde hasta parece que hay alguna faya. 27 julio 2.018. Nos preguntábamos en el capítulo ...