Restos de la corripa debajo del Chanu Bustiechu. 31 julio 2020. |
La mañana transcurría lentamente y ya no hacía tanto frío. Tenía los riñones y la espalda fritos de tanto agacharme y los dedos casi no me obedecían de tanto apretar la pañadera, al tiempo que las piernas empezaban a flojear, además las distancias a la cesta aumentaban. Hasta que por fin acabamos de recorrer todo el souto, era cerca del mediodía y Nieves marchó para preparar la comida. "Luego xantas con nosotros ¿eh?", "sí, pero tendré que avisar a Mamina".
Gonzalo y yo acabamos de meter las castañas en los sacos, tres o cuatro ya estaban llenos. Luego me dijo: "¡ven!" y nos dirigimos a la ladera de enfrente donde ya aparecían robles y fayas, pero por debajo de ellos había otros árboles. "Esos son castaños bravos, no ves que debajo no ta rozáu, eso es por que las castañas que dan no se recogen por ser muy amargas". "y que diferencia hay entre un castaño bravo y uno manso". "¡Coño, que el manso ta injertáu y el otro no!" .Pero como Gonzalo vio que la cosa no me quedaba clara dijo "mira, si yo entierro aquí una castaña de las que acabamos de recoger y de ella sale un castaño, será como estos bravos que hay aquí, pero si cuando es pequeño yo le injerto una rama de un castaño manso, saldrá un castaño manso". Ahora sí me quedó clara la diferencia. Gonzalo se explicaba muy bien, era un auténtico experto en el tema del injerto, como demostraban los numerosos y variados árboles frutales con que pobló Penafaque, junto a su casa.
Dejamos los sacos donde estaban, detrás del viejo castaño, fuera del camino, aunque sabíamos que nadie los robaría. Gonzalo me dijo que ya vería como las transportaba a casa.
Después de xantar, que así se le llama a la comida del mediodía, Gonzalo me llevó a unas bodegas que tenía detrás de la casa. En una tenía las cosas de la miel y en otra, más al fondo, arramadas en el suelo había infinidad de castañas. Cogió dos bolsas de plástico y dijo "elige las que quieras. Pero fíjate bien, si tienen un agujero, no las cojas porque tienen un bicho dentro". El mismo me ayudó, cogíamos una mozada y les echábamos un rápido vistazo moviéndolas algo en las manos y a la bolsa, desechando las defectuosas y las que tenían agujero. Cuando acabamos Gonzalo dijo "¿quieres más?" y yo le contesté "creo que con dos bolsadas es más que suficiente". Para asegurarnos de que las bolsas aguantaran el peso sin romperse, metimos cada una de ellas dentro de otra bolsa. "No las tengas mucho tiempo en la bolsa pues se estropearían, pon en el suelo unos papeles de periódico y echa las castañas arramadas algo sobre ellos".
Castaña con agujero. En su interior está la larva de un insecto que hace inservible su fruto. 2021. |
Castaña con agujero. |
Misma castaña pulgada y cortada donde se aprecia claramente que es inservible. |
En Cangas las subí a un trastero que tenemos encima de los pisos. Hice como me había recomendado Gonzalo y reservé media bolsada para llevar para Uviéu, como volvía todos los fines de semana a Cangas, ya iría llevando el resto.
Ya por entonces había comido castañas asadas en algún magüesto al aire libre en el entorno de Oviedo. Allí son frecuentes y se acompañan de mosto de manzana, o sea sidra pero sin fermentar, por lo que se supone que no tiene alcohol, aunque yo no lo juraría porque comiendo y bebiendo yo siempre acababa como medio colocáo, tal vez influyera en ello el ambiente festivo que rodeaba dicha actividad.
En casa yo no tenía mosto, pero sí castañas. Lo cierto es que entre castañas cocidas y castañas asadas no hay color. La castaña asada es infinitamente más dulce que la cocida y es un dulzor que no es nada empalagoso y además es mucho más digestiva pues entre que comes una y pelas otra te da tiempo a masticarla más y ensalivarla, facilitando así la digestión. Para personas estreñidas es muy buena pues aumenta notablemente las deposiciones. No exagero pero creo que estuve no menos de tres semanas cenando exclusivamente castañas asadas y habría estado más si no fuera porque a medida que pasaba el tiempo las castañas se iban secando y al asarlas cada día salían más duras.
Enseguida aprendí otro detalle, asar más cantidad de castañas de las que presumiblemente vas a consumir. Las castañas que caen sueltas del árbol lo hacen, a veces, desde una gran altura y llevan un buen golpe contra el suelo. Si el suelo está mullido no se "mazuchan", pero si está desnudo sí, y esa castaña pronto se estropeara, siendo incomestible. Y no es un caso aislado si no muy frecuente. Si quieres comer, pongamos treinta castañas, asa cuarenta y punto.
También aprendí pronto a saber cuando una castaña saldría dura al asarla sin necesidad de abrirla. Al ir secándose la castaña va disminuyendo el volumen del fruto y al apretarlo notas un espacio entre la piel exterior y el fruto. Y si está muy seca, aunque para ello tiene que pasar más tiempo del que ahora hablamos, al moverla notas como el fruto de dentro está suelto. Esto puede servir a la hora de comprar castañas, la castaña tiene que estar toda ella prieta, si al apretarla notas que la piel cede esa castaña ya no está fresca y al asarla saldrá algo más dura de lo que es deseable.
Castañas con las esquinas cortadas, listas para ser asadas. |
Me quedó un montonín de castañas en Cangas cuando descubrí que ya no las podía asar y al cabo de un tiempo decidí tirarlas para dejar libre el espacio que ocupaban. Pero antes me dio por mirarlas por dentro. Todas estaban duras como piedras y muchas estaban estropeadas (cocosas, con manchas oscuras..) pero había algunas de un amarillo extremo, sin ninguna mancha. Se las enseñé a mi madre que me dijo "esas son castañas mayucas (pelonas) que tanto le gustaban a Mamina para hacer caldo, seguro que son de erizo". El último comentario me dejó perplejo y pensativo pues a fin de cuentas todas las castañas son de erizo.
En eso estábamos cuando llegó mi padre. Yo había dejado la bolsa con las castañas encima de la mesa de la cocina, mi padre la vio y cogió unas castañas, las apretó y las movió dentro de su puño cerrado y preguntó "¿vais a hacer caldo de castañas?". Mi madre le contestó "¡Que va hombre, ya sabes que no nos gusta!" y dirigiéndose a mí añadió "mira, yo tengo cosas que hacer que te lo explique tu padre que de esas cosas sabe mucho".
Creo que pasé gran parte de la tarde hablando con mi padre del tema de las castañas, aunque en realidad lo que yo hacía era escuchar lo que él decía. Mi padre había sido campesino, luego se dedicó al cazollo y acabó siendo minero, entibador. Me contó que antiguamente, durante su juventud y desde tiempos remotos la recolección de castañas se podía dividir en dos partes. La primera consistía en recolectar únicamente las castañas sueltas que se caían de los castaños, eran el aperitivo de la auténtica recolección. Servían para comer cocidas o asadas y si sobraban se les daba a los gochos, pero a estos pocas porque si no luego comían mal la tsande (los gochos como las personas prefieren las castañas a la tsande) y si había cabras también se les daba, como la tsande. Pero estas castañas había que consumirlas relativamente pronto porque luego se estropeaban y no servían para ser conservadas.
La verdadera recolección venía después. Con ayuda de unas largas varas, que ya he mencionado en otra parte, se vareixaban los castaños, haciendo caer al suelo todos los arizos que había en los árboles. No se podía esperar a que los arizos estuviesen muy maduros o medio abiertos porque si no todas las castañas se saldrían al caer o antes de caerse. Y no se trataba de darles estacazos con la vara a los arizos si no de hacer vibrar la vara al acercarla a las ramas y a los arizos. Toda una técnica que solo algunos llegaban a dominar y peligrosa porque solía haber castaños muy grandes y para llegar a las ramas más altas, el vareixador tenía que engaramarse por diferentes ramas, algunas de ellas a bastante altura.
Acabada esta tarea en todo el souto había que recoger todos los arizos y las castañas que se habían salido, pues siempre se salía alguna y meterlas en las corripas que había diseminadas por el souto. Si el souto era grande podía haber más de una, si era pequeño, con una era suficiente. Su tamaño también solía variar en función del volumen de la cosecha.
Corripa en la llanada debajo del Chanu Bustiechu. Diámetro interior entre 2,43 y 2,70 cm. 21 agosto 2021. |
Corripa en la Vatsina L´estitseiru. Diámetro interior 2,20 cm. Por cierto el infante de su interior es mi hijo Miguel, el más pequeño. 15 agosto 2021. |
Llenas las corripas de arizos se tapaban estos con hojas de castaños caídas y con espinos para que el xabaril, en caso de que las localizara, tuviera más difícil el acceso. Permanecían en la corripa un máximo de dos meses, tiempo durante el cual los arizos se irían pudriendo. Las vareixadas solían ser a finales de octubre, aunque podían variar según como viniera el año y según como estuviera el fruto.
Si no se vareixaba, esto empezó a ser frecuente en tiempos más cercanos al nuestro, la recogida de castañas se prolongaba hasta noviembre. Decía mi abuela Mamina que las castañas se "escagazaban" (se acababan de caer todas, de golpe) cuando la nieve empezaba a hacer acto de presencia, de forma permanente, por los altos.
Antes de Navidad y de que apareciera la nieve en las cotas bajas, en donde se encontraban los castañaléus, se procedía a recoger el fruto. Se quitaban los espinos y se pisaba todo el contenido de la corripa para separar las castañas de los restos de arizos. Luego se abría la corripa, sacando la tapa (de madera o de piedra) que esta poseía por la parte de abajo y ayudándose con una especie de engazo, específico para esta labor, se iba sacando al exterior, a un rellano que había delante de la tapa, todo el contenido de la corripa. Las castañas se echaban en el "maniegu", un cesto más grande que la "maniega" y específico de estas, hecho como el resto de cestos con tiras de castaño, aunque también podían ser de ablanu, de salgueiro e incluso de capudre. El maniegu tenía dos asas, una a cada lado. Los restos de los arizos se desechaban, tirándolos para debajo del rellano. Del maniegu iban a sacos y se llevaban pal pueblo depositándose, arramadas las castañas, en el orríu o panera.
Arizos al aire libre aún tersos, obviamente ya sin castañas, el día de Navidad de 2021. En el cortín si el tiempo venía muy seco era conveniente regarlos. |
Estas castañas permanecían frescas durante más tiempo que las otras y cuando se secaban la mayoría se conservaban sanas. Téngase en cuenta que al caer del árbol dentro del arizo este le había amortiguado totalmente el golpe. Mientras se mantuvieran frescas se podían cocer o asar y a medida que se iban secando ya se utilizaban para hacer caldo y ya mayucas, si estaban muy duras, se ponían la noche anterior a su uso en remojo, como había que hacer con fabas y garbanzos. A veces para acelerar el secado se colocaban en el entorno de la tsariega donde también se ahumaban, lo que favorecía su conservación.
En resumidas cuentas las castañas eran un aporte alimenticio importantísimo para una época del año en el que los alimentos escaseaban y estoy convencido de que su importancia fue mayor durante la Edad Media y Edad Moderna, hasta la difusión del cultivo del maíz y de la patata, provenientes de América pero que no se generalizaron hasta el siglo XVIII, al menos en zonas apartadas y marginales como las de aquí.
Incluso después de la llegada del maíz y la patata, la castaña siguió siendo muy importante pues solía haber muchos años que, por los motivos que fueran, las cosechas agrícolas eran escasas o se estropeaban y entonces había que volver a consumir grandes cantidades de castañas, principalmente en caldo.
Conviene no confundir nuestras castañas con las castañas pilongas, con un erizo muy carnoso. 30 septiembre 2019. |
De chaval, en el Instituto de Cangas, mis amigos y yo solíamos repetir mucho una frase que aludía a la fragilidad de la producción agrícola tradicional. Lo hacíamos porque nos hacía gracia como sonaba en bable occidental. No se de donde procedía la frase pero es seguro que alguien la había oído de boca de un campesino local. "Anguanu patacas poucas, lus nabus xelaron, la remolacha nun naciou, ¡Tamos jodíos!".
Al año siguiente volví a pañar castañas con Nieves y Gonzalo y le comenté e este la posibilidad de juntar arizos para una segunda cosecha. Le expliqué que la del año anterior me duraba poco para asarlas porque en seguida se secaban. No tuvo inconvenientes y me dijo "entonces lo haremos como se hacía antes, recogeremos arizos y los meteremos en una corripa". Yo le contesté "pero la corripa ¿dónde está?" , ¿no la viste?, en este castañaléu todavía hay una que se conserva bastante bien".
La corripa de la Vatsina L´Estitseiru era un pelín más grande que la de Las Brañuetas. 31 julio 2020. |
La corripa es una curiosa construcción, hecha para evitar que los animales silvestres, en especial el xabaril, pudiesen acceder a la cosecha y para que esta acabara de madurar. Tiene forma circular y es una pared de piedra de algo más de un metro de altura, cerrada sobre si misma, excepto una abertura longitudinal, de abajo a arriba, de unas dos cuartas de anchura, por donde posteriormente se sacaba el contenido de la corripa. Dicha abertura se "trancaba" con una tsousa, retocada a medida, o con una tabla de madera (nunca llegué a saber con cual porque las corripas que yo vi ya no tenían tranca).
Restos de la enorme corripa debajo del camino en el Chanu Bustiechu. 31 julio 2021. |
Detalle corripa debajo del Chanu Bustiechu. 15 agosto 2021. |
Otro detalle. |
Gonzalo me llevó a verla, las paredes, pese a algún desperfecto, aún estaban bien. La anchura interior se acercaba a los dos metros y tuvimos que limpiarla de hojas y algo de maleza y como no tenía tranca pusimos un grupo de piedras en su lugar. ya solo faltaban los arizos y nos pusimos manos a la obra. Ahora si que las pañaderas eran imprescindibles y había que comprobar que los arizos estuvieran llenos pues algunos ya habían soltado su contenido. No había muchos arizos pero conseguimos algo más de media cesta. La llevamos a la corripa cogiendo cada uno de un lado y la vertimos en ella. Por encima pusimos unas ramas y listo. Ahora solo había que esperar. Luego continuamos pañando, ahora solo castañas.
Aquel año tuve dos cosechas de castañas, además en la primera Gonzalo me escogió castañas de las que tenía en la bodega, procedentes de arizo "fíjate que estas tienen el culo algo más blanco que el resto; estaban todavía unidas al arizo y les faltaba un pelo para acabar de madurar del todo y mientras no lo hagan no empezaran a secarse" Como el año anterior me habían sobrado llevé una bolsa y medio.
La segunda cosecha fue a principios de diciembre. Quitamos las piedras tras pisar los arizos. Salían unas castañas cobrizas preciosas, muy prietas y frescas. Tuve que contentarme con una bolsada, pero era una gozada comer castañas asadas en diciembre y en enero y recordar como se habían conseguido.