6/30/2022

El Monte y el Guía de Munietsus 87

 

Continuaremos con la ruta larga que habíamos dejado junto al posible castro y cómo en el monte no es conveniente andar por andar, a no ser que lo que se pretenda sea hacer deporte que no deja de ser una causa como otra cualquiera y no soy yo quien para censurarla, lo mejor es hacer un alto en condiciones. Pongámonos cómodos, podemos optar por subir al rellano rocoso, sentarnos y dejar que nuestra vista se empape de lo que tiene ante si, o bien buscar un sitio protegido del sol y hacer lo mismo. Ya he mencionado que no es conveniente, en pleno viaje, estar expuesto mucho rato al sol estando parados. Te puede dar un bajón pues te absorbe mucha energía y luego cuando vuelvas a andar lo puedes notar.

Lo primero que notas al mirar es que el paisaje cambia mucho. Hasta ahora, excepto el último y duro tramo de Refuexu, el resto estaba ocupado por un enorme bosque del que solo se libraban los tseirones, el ganzal Samartino y los fondos de valle cercanos a la sierra, más o menos desarbolados, pero a los que desde la senda no tenías acceso visual. Mirando ahora el solano del valle de La Candanosa y de parte del resto de Munietsus, las cosas cambian. Ahora se ven muchas y extensas calvas en el bosque. El contraste es evidente, si te das la vuelta y miras para Refuexu o Tixeirúa lo ves todo, o casi todo colonizado, si vuelves a la posición original no ocurre lo mismo en La Candanosa.

La principal causa de esta dualidad radica en la orientación del terreno. Las laderas y valles más o menos orientados al Norte, conocen una repoblación forestal, de origen puramente natural, muchísimo más acelerada que las orientadas al Sur. Hablamos de solana y umbría. El clima sigue siendo el mismo en las dos, pero las condiciones ambientales difieren enormemente. La humedad, un factor determinante en la aparición y desarrollo de la vegetación, es abundante en el avesíu y muy escasa en el solano. Ciertamente muchas de estas zonas repobladas tienen una arboleda muy joven, algo lógico teniendo en cuenta su pasado forestal, pero los árboles ya están ahí y solo necesitan tiempo para medrar.

Mirando desde el solano los avesíus parecen estar completamente colonizados por la arboleda 27 julio 2017.


Mirando el solano la colonización arbórea va mucho más lenta. 27 julio 2018.

 Además el avesíu cuenta con una ventaja añadida, el principal árbol colonizador, el abedul, se desarrolla y prospera rápidamente en estos ambientes. En el solano no, aquí el que tiene que colonizar es el roble. El abedul puede colonizar enseguida terrenos que estén por encima suyo ya que el viento puede transportar fácilmente sus semillas. El roble no, las bellotas, la tsande que decían en Mual, pesan y solo se separan unos metros de su progenitor. Colonizar hacia arriba es muy lento para el roble, obviamente para abajo es mucho más rápido. 

Abedules colonizando una extensa granda de avesíu, gracias a que sus semillas pueden volar y llegar desde bastante lejos. Julio 2021.


Abedules en el avesíu, adelantándose a los robles y preparando el terreno para cuando estos lleguen. 4 abril 2022.

A las calvas en todo el entorno de Muniellos, y en él mismo, se las denomina "grandas". Quizás el concepto "calvas" no sea el más apropiado para aplicarlo a las grandas, solo lo hacemos para diferenciarlas del espacio boscoso. O sea hablamos de calvas de árboles, pero no de vegetación. De hecho en Munietsus, excepto en las tsagunas, no hay ningún rincón pelado del todo, incluso en el roquedo puro existen comunidades vegetales como los líquenes y los musgos.

En las grandas que observamos desde aquí la especie vegetal dominante es el ganzo, o brezo rojo cuyo nombre científico es Erica australis subsp. aragonensis, o urce, urz, como la denominan en otros lugares. El ganzo es un matorral admirable, no solo porque coloniza suelos pobres y superficiales, si no también porque el fuego más que destruirlo lo que hace es reavivarlo. La parte superior de sus raíces crece de una manera desproporcionada, formando cepas de un gran grosor. El fuego quema los troncos de las ramas y las hojas pero de la cepa vuelven a brotar infinidad de nuevas ramas, con lo cual el suelo nunca queda desprotegido del todo. Por otra parte el ganzo es muy suyo ya que desarrolla unas sustancias que inhiben la germinación de semillas de otras plantas, aunque si el suelo está muy degradado suele admitir la compañía de la carqueixa, otro curioso vegetal especializado en colonizar zonas muy pobres y muy secas.

Variedad de ganzos en la granda de Fonculebrera. 27 julio 2018.


A pesar de que lo parezca no son rocas lo que bordea la senda, son cepas de ganzo. Granda La Rebotsa. 31 julio 2020.


Cepa de ganzo muy quemada por incendios repetitivos de la que aún rebrotan ramas de ganzo. La sequedad del suelo favorece la aparición de otro de sus compañeros, el toxo. Granda La Rebotsa. 31 julio 2020.

 

Granda de La Rebotsa con trozos ya muy evolucionados y listos para ser colonizados por los quercus. Solo esperan la llegada de la tsande. 31 julio 2021

Para hacer frente a esa sequedad la carqueixa ha decidido prescindir de las hojas, con lo cual pierde poca agua en su necesaria transpiración, pero para poder aprovechar la luz y realizar la fotosíntesis ha hecho crecer a ambos lados de su tronco una especie de cortas alas que le dan ese aspecto tan particular.

Carqueixa, casi tan alta como el bastón de 140 cm. Granda La Rebotsa. 31 julio 2020.

 

Ganzos y carqueixas, una pareja perfecta para los suelos secos. Granda La Rebotsa. 31 julio 2020.


Ganzos y carqueixas en la granda de la Vatsina Tixidal. 26 julio 2016.

Por el contrario si el suelo no es tan malo, el ganzo admite la compañía de otro vegetal "amigo", el toxo o árguma, que para defenderse del ramoneo de los herbívoros se ha cubierto de delgados y punzantes pinchos. No aconsejo a nadie atravesar una zona de toxos porque sales de ella con las piernas llenas de picaduras.

Toxus jóvenes en la Granda La Rebotsa. 31 julio 2020.

Por lo general el ganzo y sus compañeros gozan de muy mala prensa. Para unos son "la maleza" que ensucia el monte, para otros son el combustible que propicia la expansión de los incendios y para otros son la degradación y por tanto algo negativo, del bosque potencial. Pero en realidad llegados a este punto, el de la desforestación, qué sería de nuestros suelos sin su presencia, porque en el fondo estos subarbustos son una respuesta de la vida vegetal ante situaciones muy adversas. Ellos son los que inician el proceso de colonización vegetal que culminará con la aparición de nuevos bosques. En suelos muy degradados son el peldaño imprescindible para su recuperación. Por un lado sujetan el suelo y evitan que la erosión lo arrastre, por otro evitan que el sol calcine dicho suelo y lo van preparando con el continuo aporte de materia orgánica para que las semillas de los árboles puedan anidar en él. En esta labor de avanzadilla cobra importancia el ganzo blanco (erica arborea) encargado de colonizar todas las crestas rocosas. Por todo ello deberíamos tenerles más respeto.

El origen de las grandas siempre está relacionado con los incendios y estos siempre lo estuvieron con la actividad ganadera. Esto se aprecia en las grandas que se ven cerca de la sierra del solano del valle del Ríu La Candanosa ya que en zonas de media ladera o de fondo de valle al incendio suele precederlo la tala maderera. Tras los incendios siempre suelen salir algunas hierbas que el ganado suele comer y además de limpiar el monte y hacerlo más transitable, eso es precisamente lo que se buscaba.

Pero además las grandas siempre han prestado otros servicios a las comunidades rurales. Un día, unos amigos de Xedré, los mismos a quienes había llevado a ver los roblones de Las Varas, me comentaron que les gustaría conocer las tsagunas de Munietsus y si había alguna posibilidad de visitarlas sin necesidad de sacar permiso. Me acordé entonces de la ruta "pirata" de Pena Belosa. Tras la mala experiencia que había tenido con mis amigos de León había vuelto a visitar varias veces la zona y había encontrado la senda que subía a la sierra en un plis-plas. Organizamos la excursión y el día convenido me recogieron temprano en Mual y en coche tiramos para allá, por la carretera del Counio. Pero resultó que ese día las cumbres estaban cubiertas de niebla.

Antes de continuar me gustaría advertiros de los peligros de la niebla y no se me ocurre mejor manera que hacerlo utilizando dos experiencias personales, bastante desagradables que no terminaron peor por pura suerte.

La primera me ocurrió en el Macizo Central de Los Picos de Europa, en compañía de mi amigo Manuel, "El Montañés". Estábamos en el refugio de Amuesa, un lugar apartado de las zonas más concurridas y al mismo tiempo más asequible para un novato a la alta montaña, como era mi caso. Llegar hasta allí ya había constituido toda una proeza para mí y teníamos pensado realizar alguna incursión utilizando el refugio como campo base. Estos refugios, como el de Amuesa, son cabañas relativamente amplias de origen ganadero, pero gestionadas por los grupos de montañeros y mantenidas gracias a las cuotas de sus integrantes. Manuel me dijo que la podíamos utilizar siempre que la dejáramos como la habíamos encontrado. Ello incluía, lógicamente, la reposición de la leña con la que alimentábamos un alegre y reconfortante fuego de chimenea.

La niebla se cernió sobre el refugio y no nos abandonó durante varios días. Por supuesto Manuel desaconsejó cualquier salida porque incluso él que conocía aquellos rincones como la palma de su mano, temía perderse, contándome algunos casos de montañeros que acababan despeñándose y pereciendo por aventurarse en la niebla o de otros que habían tenido que permanecer estancados en un punto concreto durante uno o varios días, a la espera de que la niebla se disipara.

Pero tuvimos que salir a por leña porque se nos estaba acabando la que había allí acumulada. Amuesa era una majada, una braña, con una veiga con buenos pastos. El refugio estaba tras la veiga, cerca de los bordes de la llanada  en donde había un fayéu, antes de que el terreno se descolgase verticalmente sobre el Cares. No era un fayéu denso y las fayas no eran muy allá, pero sí lo suficiente para proveernos de ramas y troncos muertos.

Fuimos juntando leños, sin separarnos mucho entre nosotros pues la niebla se había espesado y no se veía a más de un metro de distancia. El problema surgió cuando decidimos volver a la cabaña cargando con la leña recogida. tras dar unos cuantos pasos Manuel se paró en seco y yo detrás de él. "La cabaña debería estar aquí, pero ya ves no lo está. Estoy perdido, vamos a esperar a ver si despeja algo" fue lo único que dijo y su rostro era todo un poema.

Pasaron unos minutos realmente angustiosos. No estábamos equipados para resistir muchas horas al aire libre pues todo lo que llevábamos estaba en la cabaña. Para mí la niebla seguía igual de tupida pero a Manuel pareció abrírsele un poco. "¡Vamos!, si no está allí, tras aquella faya, sí que estaremos perdidos del todo". Fue todo un alivio volver a entrar en la cabaña y sentarnos, ateridos de frío, a la vera del fuego.

El segundo gran susto me ocurrió en nuestras tierras. Mis amigos Jose y Carmen tenían coche y se acercaron a Mual donde yo estaba en mi etapa de guía. Ya era tarde para organizar una buena excursión y acabamos acercándonos en el coche al Puerto del Rañadoiro, dejándolo aparcado al lado del túnel en una llanada existente donde había habido un bar. El bar disponía de electricidad gracias a un ingenio desarrollado por un electricista de Cangas que aprovechaba la energía del viento. El túnel no está lejos de la sierra y no entiendo porque la carretera no llegó hasta la colladina allí existente, sin necesidad de túnel alguno.

Buscando los restos del molino eólico o viéndolos, ya no me acuerdo, acabamos saliendo a lo alto de la sierra, con las buenas vistas que ofrece esta divisoria de cuencas fluviales (Narcea-Ibias). Animados e impulsados por los bellos paisajes que se desplegaban ante nuestra vista, fuimos internándonos sierra "palante", en dirección a la Sierra de Degaña, continuación de la Sierra del Rañadoiro aunque con altitudes mucho más elevadas, al ir acercándose a la Cordillera Cantábrica. La sierra en este tramo del puerto presenta unas altitudes muy moderadas ya que geológicamente hablando, por aquí desaguaba la cuenca alta de Río Ibias en la del alto Narcea, hasta que cambios posteriores transformaron las cuencas, pasando la del alto Ibias a ser tributaria de la del resto del Ibias-Navia.

La sierra incluso posee otro punto más bajo, surcado por una cresta rocosa donde la caliza aflora a la luz del sol con su colorido albino. Por allí, del lado del Ibias, existió hasta no hace tanto tiempo una cantera de mármol, donde trabajaba un gran amigo de mis padres y mío también "El Santo" de Tsarón. Por allí también se ve la progresión del grandioso faéu de Monesteriu. La potencia de su avance, hace tres mil años (año arriba, año abajo), le hizo saltar la sierra e instalarse en las laderas medias más avesías, aunque el quercus petraea opuso una tenaz resistencia y logró mantener la mayoría de sus antiguas posesiones. Se ve muy bien este nuevo faéu en el largo valle que sube hasta la elevación que la sierra presenta al unirse a la Sierra de Degaña. En el valle donde Tsarón tenía su mejor braña. 

Parte de las camperas de la Braña de Tsarón. 4 noviembre 2.000.


Avesíus del Arroyo de los Campetinos (según el mapa cartográfico), el de la Braña de Tsarón, con robles y fayas alternándose. 4 noviembre 2.000.

Tan ensimismados estábamos con el nuevo paisaje que tardamos un rato en darnos cuenta de un cambio que se avecinaba. A media tarde la niebla, circunscrita a los altos hasta entonces, comenzó a bajar y a acercarse a donde nos encontrábamos. Al darnos cuenta de ello iniciamos rápidamente el regreso al túnel del puerto donde teníamos aparcado el coche. Pero habíamos andado un buen trecho y la niebla pronto nos alcanzó. No era especialmente densa, pero si lo suficiente como para hacernos perder cualquier elemento de referencia, a lo que se unía la no existencia de algún tipo de vía o camino que pudiéramos seguir, ya que nos habíamos desplazado monte a través por la cresta serrana.

Para no perdernos del todo decidimos ir volviendo con algo de inclinación hacia el lado del Narcea ya que era de ese lado donde habíamos aparcado. Pero nos topamos con un problema, la sierra parecía girar algo hacia la derecha. Jose opinaba que estábamos justo encima del túnel, donde la sierra sí gira algo en esa dirección, y que debíamos bajar por allí mismo. Yo opinaba de otra manera, me parecía que habíamos andado bastante más en la ida que lo que llevábamos de vuelta. Yo no era ningún experto con la niebla, sin puntos de referencia estoy tan ciego como cualquiera, pero mi larga experiencia oteando y trazando mapas me hacía tener esas representaciones espaciales perfectamente metidas en la cabeza. El supuesto giro de la sierra no era tal, se trataba, en mi opinión, de un ramal de esta, el que divide el curso principal del Narcea del Regueiru Lus Putseiros. Había que seguir por la sierra todavía durante un rato. Al comprobar que la sierra, o algo parecido a ella, continuaba tras ese giro, fue mi opinión la que prevaleció, aunque Jose nunca dio su brazo a torcer. Con el alma en vilo, porque con la niebla no hay nada seguro, seguimos por la sierra y cuando ya pensábamos, incluido yo mismo, que estábamos realmente perdidos, el entorno empezó a sernos algo más familiar, consiguiendo llegar al punto de partida.

Podría mencionar y lo voy a hacer una tercera experiencia con la niebla, aún más aterradora que las anteriores. En verano, mientras "cortejaba" a mi compañera, me desplazaba a Caguatses d´Abaxu todos los fines de semana. Mi abuela "Mamina", riéndose me decía "tiran más dos tetas que cien carretas". A mí me parecía un comentario machista aquel dicho, pero no se lo tenía en cuenta.

Solía ir en autobús y volver para Cangas en el coche de alguno de los muchos jóvenes que entonces se desplazaban a Vitsablino, donde había más y mejor ambiente que en la Villa. En cierta ocasión hice la vuelta con unos amigos. Era una noche desapacible, en la que se desató una tremenda tormenta, con auténticos rayos y truenos. Ya desde un poco antes de cumbrear el puerto apareció la niebla. Una niebla tan densa que apenas si se veía por donde íbamos. Mis amigos me comentaron que una vez con una niebla similar y sin apenas visibilidad, uno de ellos se había bajado y los había guiado, yendo andando delante del coche, durante un buen tramo.

Pero lloviendo como llovía era impensable que alguien se apease. Creo que entonces no estaban dibujadas, o estaban borradas, las rayas blancas que separan los dos carriles de la carretera y que tanto ayudan en situaciones como estas, llevando el coche por encima de ellas, dándote tiempo a reducir aún más la velocidad o incluso frenar cuando ves que curvean repentinamente.

Debíamos circular a menor velocidad que si fuéramos andando, pero lo peor no era eso. En pleno puerto los fuegos naturales del cielo estallaron sobre nuestras cabezas. Veíamos el refulgir de los erráticos rayos y oíamos el horroroso estruendo que no tardaba en acompañarlos. y no uno ni dos, si no todo un tropel de ellos, sucediéndose unos a otros durante eternos minutos. Un bonito espectáculo viéndolo y sintiéndolo desde un lugar seguro, pero una auténtica tortura yendo en un coche que puede constituir una buena fuente de atracción y sintiéndote completamente impotente ya que no puedes hacer nada por evitarlo. Estuvimos con el alma en vilo durante no menos de media hora, completamente aterrados. Toda una experiencia difícil de olvidar.

6/16/2022

El Monte y el guía de Munietsus 86

 

Allende los montes. Impresionante castaño delante del robledal de Pías. Zamora. Foto Ástor. 24 junio 2018.

Otro de los corazones del castañaléu de Mual es el que hay en el Chanu Bustietsu, su rellano inferior y las partes bajas de la Vatsina L´Esticheiru. De la pujanza de los castaños de esta zona dan fe dos corripas. Una debajo del Chanu Bustietsu y del camino, de un tamaño enorme y de la que aún subsisten sus cimientos y una primera hilada de piedras. Y la otra en la Vatsina L´Esticheiru que utiliza como cierre superior el terreno pindio sobre la que se recuesta, pero en la que aún se le ven sus lados de piedra y la abertura inferior por donde se sacaban las castañas y los arizos. Al estar pegada al camino es imposible no verla cuando se hace la ruta del bosque de Mual. Pero como en los otros sitios el castañaléu ha desbordado sus antiguos límites, ayudado sin duda por plantaciones de los papudos. Aquí, salvo una internada por el Chanu Bustietsu, no es necesario salirse del camino para disfrutar del arbolado con castaños de todas las edades y formas posibles.

El Chanu Bustietsu, a la izquierda, y la Vatsina L´Esticheiru, en el centro. 29 julio 2020.


Corripa debajo de El Chanu Bustietsu. 31 julio 2020.


Corripa de la Vatsina L´Esticheiru.


La Vatsina L´Esticheiru es una auténtica selva de castaños.


Monumental castaño en la Vatsina L´Esticheiru. 31 julio 2020.


Parte superior del anterior castaño.


Cerca de El Chanu Bustietsu, con muchas ramas caídas por las ventoleras habidas. 31 julio 2020.

Siguiendo valle arriba, por el camino de la ruta, llegamos a Muruecos, uno de los pocos "claros" del castañaléu de Mual. Pero este no acaba aquí, vuelven a aparecer con fuerza los castaños en otro de sus corazones, el de Las Brañuetas. Ya se empiezan a ver en la cuesta. Aquí ya casi al final de la pequeña subida está Entrambus Caminos de Reiduz en donde la ruta prosigue por el camino de abajo. El de arriba está en peores condiciones y se volverá a unir al de la ruta por debajo de la Pena La Rebotsa. No realicé este tramo pero es seguro que fue utilizado por algún papudo para plantar en su entorno más castaños, engrosando muy mucho el castañaléu de Las Brañuetas.

Tseirón de Muruecos, por donde se me había escapado un incendio. Por fortuna la zona está colonizada, por vegetación autóctona, con ausencia de castaños. 31 julio 2020.


Entrambus Caminos de Reiduz.

 

Viejo castaño derribado por el viento al poco de pasar Entrambus Caminos de Reiduz. Se ven claramente las múltiples nuevas guías que poseía (sanas) y una de las viejas carcomida por su interior.


Las Brañuetas, el último gran corazón del castañaléu, con viejos castaños pero también con otros más jóvenes y de mediano tamaño de plantación.

No repetiré aquí lo que ya he dicho de esta masa arbolada pero quizás sea en Reiduz donde más claramente se vean las plantaciones humanas. Siguiendo por la ruta, ya en pleno monte, volvemos a verlos. Ahora están en pequeños grupos, ocupando antiguos praus y parcelas del pueblo y llegan hasta muy arriba, incluso por encima de los primeros faéus con que nos encontramos, hasta muy cerca de la derruida cabana de Braña Fundera. Son todos de plantación pero seguramente acabaran ampliándose de forma natural, aunque tendrán que lidiar con robles, fayas y bedules que no se dejan comer el espacio que les pertenece. No sé si se llegaron a plantar castaños en la pequeña repoblación-plantación que se hizo en la Granda La Rebotsa. 

Castaños a la altura de la Pena La Rebotsa. julio 2020.


Últimos castaños de Reiduz, justo antes de salir a la Granda La Rebotsa por la senda que va al Muntecín.

Tras la magnificencia de Las Brañuetas llegamos al cauce principal de Reiduz. El antiguo puente de madera y todo su entorno ha sido modernizado muy recientemente (a mediados de agosto de 2021 aún le quedaban unos detalles por hacer) y por el que ya pueden transitar vehículos de motor, algo que sin duda contribuirá a revitalizar la zona.

Antiguo puente de madera en el curso principal de Reiduz. 31 julio 2020.


Nuevo puente aún sin terminar. 15 agosto 2021.


Camino de la Ruta, restaurada al arreglar el puente.

 

Señalización del desvío.

Continuamos por el desvío que hay a la derecha que pronto sale al valle principal del Ríu Mual. Aquí no hay castaños pero la preciosa senda enseguida llega a Las Azureras, tras salir de este valle de Reiduz, llegando a un acogedor rellano, justo enfrente aunque lógicamente a mayor altitud, del Pozu´l Prau Pinche. En el rellano hay otra colonia de castaños. La senda desciende, bordeando la parte alta de los praus de esta vertiente. 

Precioso castaño en el rellano de Las Azureras. 15 agosto 2021.

Por aquí se ven pocos castaños por encima de los praus, pero podemos deleitarnos con la vallada de debajo de la Ponte Rucabo. Aún se ve perfectamente la presa que abastecía a los praus de la vertiente derecha, que en el apartado dedicado a las valladas no había mencionado. Con un enorme palenque y lo que es más importante, con restos de la disposición original de estas construcciones, con varales cruzando el río y otros apoyándose en ellos e hincados, con suave desnivel, en el lecho fluvial.

Vallada de debajo de La Ponte Rucabo, vista desde la vertiente derecha del río. 15 agosto 2021.


Vallada vista desde arriba.


Detalle de la disposición de los varales de la vallada.


Desaguadero de la vallada.


Palenque principal visto de dentro hacia afuera.


¡Enorme! el palenque de la vallada como se puede apreciar en la foto. El infante es Miguel mi hijo menor.


Entrada de la presa al primer prau, dotada también de un palenque

Aumentan algo más en número los castaños por encima de la Fonte de Tachurrosu y bordeando las fincas que hay a continuación, por encima de la vieja pista maderera, donde castaños que ya habían sido talados han rebrotado con fuerza. La lejanía del pueblo y la presencia del Faéu Lus Azores cortan la penetración del castañaléu valle arriba, aunque aún se ve algún que otro "despistado" castaño por ahí, seguramente procedente de alguna castaña trasladada por algún bicho. 

Últimos castaños al final de Tachurrosu. 29 julio 2018.


Un castaño despistado, acabando ya la subida de La Infiesta. Hay incluso algún otro aún más arriba.

Por todo el castañaléu de Mual se ven castaños secos, pasados a mejor vida, pero que aún permanecen en pie. Que algunos árboles se sequen y mueran, sin explicación aparente, también forma parte de la dinámica de la propia naturaleza. Los árboles son buenos conductores, dada su forma apuntada, de los rayos y no es infrecuente ver algunos totalmente afectados por uno de ellos pero que no muestran señales de ello (calcinados), simplemente se secan y mueren. El "estrés hídrico" provocado por una severa sequía puede hacer que el árbol para sobrevivir, corte el suministro a muchas de sus partes aéreas de la vital savia. Si la sequía persiste al árbol no le queda otra que prescindir de toda ella, centrándose solo en la base del tronco y en las raíces, de las que al volver la humedad brotarán nuevas guías. Sin savia las partes aéreas y el tronco pueden aguantar un cierto tiempo, pero pronto acabarán muriéndose.

Lo mismo ocurre con una potente helada o la sucesión en el tiempo de estas. Heladas a destiempo, más tardías de lo habitual, pueden cercenar no solo las flores si no las propias hojas, el laboratorio donde el árbol procesa toda su alimentación. Sin hojas el árbol puede sobrevivir un tanto en el tiempo. Muchos son capaces de emitir una segunda "hornada" de hojas o permanecer un año entero sin ellas. hasta la próxima primavera.

Al árbol, como al resto de seres vivos, no le faltan enemigos. El viento y la nieve pueden  desarbolarlo. Cuando un árbol es herido son en ocasiones sus propios congéneres los que acaban rematándolo, ocupando el espacio que su copa poseía, privándolo de la luz y condenándolo a una lenta muerte. Alteraciones climáticas y fenómenos naturales hacen que algunos árboles se debiliten y tengan menos defensas ante enemigos menos visibles, cuya misión es también natural: reprocesar la materia orgánica, acelerando su descomposición y facilitando su transformación en minerales y nutrientes que posibiliten nueva vida. Insectos, gusanos, hongos, bacterias y virus, todos ellos seres vivos, pueden cebarse en esos árboles debilitados y acabar con su existencia.

Ya he explicado en otra parte el significado de un topónimo que se repite mucho en un área tan natural, a pesar de su antropización, como es Muniellos: candanosa. Cándanu hace referencia a un gran roble que se ha secado, muerto, pero que permanece de pie y que resalta mucho en el paisaje porque al ir perdiendo la "paraza" (corteza) su tronco adquiere un color muy blanquecino. Y candanosa es un lugar donde abundan los cándanus. Estos topónimos son anteriores a la llegada de las talas madereras y constatan la existencia de árboles secos por causas naturales.

También los castaños secos al ir desprendiéndose de su paraza van adquiriendo una tonalidad blanquecina. Pero la causa de su sequía no se debe a fenómenos naturales como los mencionados anteriormente.

No sé si habéis oído hablar del castaño americano (castanea dentata) un gigantesco árbol ("la secuoya del Este") que ocupaba en el Este de USA una superficie bastante mayor a la que posee toda nuestra piel de toro (Península Ibérica). De forma natural, sin necesidad de injertos, producía ingentes cantidades de nutritivas y apetitosas castañas que hacían las delicias de animales como el oso o de las comunidades humanas, primero de las indígenas y posteriormente de los colonos. En los Apalaches, una zona montañosa y pobre, los humildes colonos asentados en la región sobrevivían gracias a tan pródigo vegetal. Por cierto y por si a alguien le interesa los Apalaches son la cuna del "bluegrass", un estilo de música popular muy apreciado por los aficionados del folk celta, cuyos instrumentos básicos son el banjo, la mandolina, el violín, la guitarra acústica, el contrabajo y algún instrumento de percusión, a los que se unió el dobro y más recientemente la pedal steel guitar. Personalmente prefiero más su versión folk-rock. Escuchad, si podéis, a Dillard & Clark y sabréis a que me refiero.

Castaños americanos.

 

"El Abuelo", castanea sativa de el castañar de El Tiemblo (Avila) en 2015, a 1169 m. de altitud. Tan gigantesco, en sus buenos tiempos, como los americanos.

La cosecha de esta castanea era proverbial, se habla de zonas donde los erizos y sus castañas llegaban al medio metro de espesor, teniendo que ser recogidos a paladas, siendo además no vecero. La vecería significa que a un año de buena cosecha le siguen varios, dos o tres, en los que el árbol no produce o lo hace en escaso número, como es el caso de los robles. A ello se unía la utilización de su madera, utilizada con múltiples funciones dada su gran resistencia frente a la descomposición. Y, como ocurre con nuestros castaños, de los árboles talados pronto surgían nuevas guías. La tala indiscriminada y a gran escala puso en peligro a la especie y personas como W. Thoreau (autor del precioso libro "Walden o la vida en los bosques") alerto a la opinión pública sobre su posible desaparición. 

Sin embargo no fueron las talas las causantes de su exterminio. A principios del siglo XX, el chancro llegó al país de los yankis y el solito se cargo, en poco tiempo, a toda su población. Se calcula que mató unos cuatro mil millones de castaños, no quedando ningún lugar ni ningún castaño sin ser afectado. El chancro es la segunda enfermedad más mortífera de las abatidas sobre el reino vegetal hasta la actualidad. El primer lugar lo ocupa la grafiosis del olmo, que se ha cargado la friolera de un billón (sí con b) de olmos en todo el mundo.

Pronto se descubrió la naturaleza del patógeno, pero no se encontró ningún remedio que lo pudiese detener. Unos dicen que la enfermedad provino de China, a  través de castañas llevadas desde allí (en USA había una importante colonia de chinos que trabajaban, casi como esclavos, en los tendidos ferroviarios). Otros creen que vino en jóvenes castaños traídos por un viverista yanki, que los importó de Japón como árbol ornamental, siguiendo con la moda por lo asiático de la que ya hemos hablado. En su lugar de origen el chancro no era tan mortífero y solo afectaba a castaños muy debilitados y enfermos, siendo un mero descomponedor más.

Todavía hay quien cree que algunos lugares, por su aislamiento o por estar en las antípodas del mundo civilizado, sin actividades que puedan contaminar su aire y su suelo, están libres de las desgracias. Que su bello mundo natural con buenos montes y valles poblados por grandes bosques, permanecerán libres de las calamidades que azotan a gran parte del resto del planeta. Ingenuo pensamiento porque la contaminación también les puede afectar, aunque esta no se produzca en su entorno inmediato. Las corrientes atmosféricas pueden coger los humos y la contaminación de un determinado lugar y llevarla a cientos o miles de kilómetros de distancia. La lluvia ácida, la lluvia radiactiva (la explosión de la central nuclear de Chernobyl provocó la emisión a la atmósfera de letales átomos radiactivos que volvieron al suelo, en un radio de varios miles de km, en forma de lluvia), la reciente llegada de polvo sahariano, tiñéndolo rodo de rojo, a lugares tan alejados de su lugar de procedencia como aquí en León donde vivo o la expansión del plástico que ha llegado incluso  a los Polos, son buenos ejemplos de ello. Pero no hablamos ahora de esas calamidades si no de otras.

La llamada globalización del planeta, que alguien ha definido como la aldea global, ha acabado provocando el trasiego de mercancías y de "cosas" entre todos los rincones del planeta. No encontraréis ningún hogar, entre los nuestros, donde no haya "algo" traído de "allende los mares". Plantas, animales, objetos, productos, el intercambio es incesante. Pensad en la rápida propagación del COVID 19 que proveniente de China ha inundado todo el globo. No solo se intercambian cosas si no también cualquier forma de vida.

El impacto de algunos patógenos fuera de su zona de origen es algo que ya se puede rastrear desde muy antiguo y muy anterior a la globalización reciente. Está ligado a los desplazamientos del ser humano y al intercambio de productos. se desplazan las personas y las cosas y con ellas los patógenos con los que convive. Patógenos que son conocidos por sus portadores y contra los que poseen defensas naturales que mitigan o hacen desaparecer sus efectos.

Un ejemplo de lo que trato de explicaros es la llegada de los castellanos a América, un nuevo continente que no tenía contactos, o los tuvo muy esporádicos y limitados a zonas muy alejadas (vikingos en Terranova), con el Viejo Mundo. Los españoles no solo conquistaron a los indígenas merced a la superioridad derivada de las armas de fuego y de tecnologías más evolucionadas, si no que los acabaron diezmando al transmitirles enfermedades que los indios no conocían. Un simple catarro que a su portador hispano apenas si molestaba, era mortal para un indio. Su sistema inmunológico, con sus defensas naturales, no reconocían al patógeno y no sabían como hacerle frente y acabaron cayendo como moscas. Fueron millones los indígenas que perecieron y ello provocó que para sustituir a esa mano de obra esclavizada se recurriera a esclavos negros de África.

En el reino vegetal ocurre algo similar. Tanto el chancro como la grafiosis son originarios de Asia. Allí, los castaños y los olmos los conocen y saben defenderse de ellos, por lo que sus efectos dañinos son poco relevantes. Pero en lugares donde eran desconocidos su llegada ha provocado una gran hecatombe.

En Mual la zona más afectada es la primera del valle. La infección sigue una línea ascendente. En La Venta y en el inicio del valle de Mual ya se ven muchos castaños secos bordeando la carretera. Por encima de la plaza de la Ponte Fonsu, en el Regueiro Funtanón, La Pumariega, La Cutsada, El Chanu Bustietsu, El Esticheiru, también hay árboles secos y otros donde parece estar librándose un feroz combate, con algunas ramas secas y otras que aún resisten. Valle arriba también hay algún castaño seco pero parece que lo peor aún no ha llegado.

La Pumariega. 30 julio 2021.

 

Partes inferiores de La Cutsada. 15 agosto 2021.


Castaño completamente seco por debajo de El Chanu Bustietsu. 15 agosto 2021.

Ya se aprecian claramente los efectos de la plaga. 29 julio 2020.


Castaños enfermos en Las Azoreras. julio 2020.

¿Qué infección está atacando a los castaños de Mual?, solo un análisis químico en condiciones nos lo podría decir. En Mual me dijeron que alguien que los había estado observando había dicho que en La Pumariega y El Chano Bustietsu a los castaños les estaba atacando la tinta.

En mi humilde opinión creo que es el chancro, al menos es lo que deduzco de un hecho observado. Subiendo, al poco de abandonar la llanada y El Chanu Bustietsu, del lado de abajo  del camino, pude ver un jovencísimo castaño con sus hojas secas pero aún unidas a él. Algo poco frecuente porque los que se suelen ver secos suelen ser árboles medianos o grandes. Librándolo de la vegetación inferior que lo tapaba, pude ver como su delgado tronco bajaba seco hasta no muy lejos de su base, pero que está todavía vivo y emitiendo nuevas ramas y hojas. Le hice unas fotos que os muestro y me dio que pensar. 

Joven castaño atacado por el chancro. 15 agosto 2021.


Otra imagen.


Rebrote en la parte baja del tronco. Si fuera plaga de tinta esto no sería posible al haber destruido las raíces.

Si se tratara de la tinta la progresión de la infección, tras secar las hojas, sería de abajo hacia arriba, no de arriba hacia abajo como vemos en este caso. La tinta ataca la raíz del árbol y no permite ningún rebrote. Extermina la totalidad del árbol, incluyendo obviamente la propia raíz. Pero el chancro se comporta de otra manera. El chancro mata al árbol, pero solo a su parte aérea, dejando viva la raíz y en ocasiones la base del tronco. Actúa exactamente igual que la grafiosis del olmo (en ambos casos se trata de hongos). En los castaños americanos exterminados por el chancro lo que desapareció para siempre fue el árbol adulto, pero de las raíces brotaron nuevas guías que al alcanzar cierta altura fueron de nuevo atacadas por el hongo. Como en la grafiosis el rebrote nunca supera el tamaño de un arbusto. Es como un triste juego, una macabra situación de renacimiento y muerte prematura.

Habrá que esperar a ver como evoluciona este castaño, revisitándolo periódicamente durante varios años para saber si supera el tamaño arbustivo, haciendo lo mismo con el castañaléu de Mual en todo su conjunto. Mientras tanto yo aconsejaría, al menos de momento, que cesaran las plantaciones de castaños, no vaya a ser que todo el trabajo, dinero y tiempo empleados en hacerlo fueran en balde.

¡Mal enemigo estos mortíferos hongos!. La única noticia positiva es que los castaños europeos y por tanto los ibéricos parecen ser menos sensibles al chancro que los americanos, aunque también puede ocurrir lo que paso con la grafiosis en los que a una primera fase menos virulenta le sucedió una cepa mucho más mortífera que arrasó con la totalidad de las olmedas de medio mundo. En la Península Ibérica solo han sobrevivido un puñado de negrillos (ulmus minor) como árboles, teniendo nosotros la suerte de tener algunos en Babia, en Carrasconte y Riolago, unos tesoros botánicos de los que algún día os hablaré más detenidamente.

Así que con nuestros castaños ¡mucho cuidado! pues la plaga ya está entre ellos. Crucemos los dedos y estemos atentos a su evolución. ¡Ah! y que a nadie se le ocurra podar algún castaño, parece ser que cualquier herida en el árbol favorece la entrada del hongo. Otra cosa, distinta y muy positiva, sería talar, retirar y quemar los árboles secos, que solo pueden constituir una fuente infecciosa, desinfectando las herramientas utilizadas para evitar propagaciones. La lejía pura o levemente rebajada con agua parece ser un buen desinfectante.

Curiosa copa de este castaño tras cortarle unos ramales por su parte delantera. Pías. (Zamora). 24 junio 2018.

 


La Ruta a Las Tsagunas 36 El bosque mixto 2. Los Tsagozos.

Ladera derecha de Los Tsagozos, un bosque mixto en donde hasta parece que hay alguna faya. 27 julio 2.018. Nos preguntábamos en el capítulo ...