6/16/2022

El Monte y el guía de Munietsus 86

 

Allende los montes. Impresionante castaño delante del robledal de Pías. Zamora. Foto Ástor. 24 junio 2018.

Otro de los corazones del castañaléu de Mual es el que hay en el Chanu Bustietsu, su rellano inferior y las partes bajas de la Vatsina L´Esticheiru. De la pujanza de los castaños de esta zona dan fe dos corripas. Una debajo del Chanu Bustietsu y del camino, de un tamaño enorme y de la que aún subsisten sus cimientos y una primera hilada de piedras. Y la otra en la Vatsina L´Esticheiru que utiliza como cierre superior el terreno pindio sobre la que se recuesta, pero en la que aún se le ven sus lados de piedra y la abertura inferior por donde se sacaban las castañas y los arizos. Al estar pegada al camino es imposible no verla cuando se hace la ruta del bosque de Mual. Pero como en los otros sitios el castañaléu ha desbordado sus antiguos límites, ayudado sin duda por plantaciones de los papudos. Aquí, salvo una internada por el Chanu Bustietsu, no es necesario salirse del camino para disfrutar del arbolado con castaños de todas las edades y formas posibles.

El Chanu Bustietsu, a la izquierda, y la Vatsina L´Esticheiru, en el centro. 29 julio 2020.


Corripa debajo de El Chanu Bustietsu. 31 julio 2020.


Corripa de la Vatsina L´Esticheiru.


La Vatsina L´Esticheiru es una auténtica selva de castaños.


Monumental castaño en la Vatsina L´Esticheiru. 31 julio 2020.


Parte superior del anterior castaño.


Cerca de El Chanu Bustietsu, con muchas ramas caídas por las ventoleras habidas. 31 julio 2020.

Siguiendo valle arriba, por el camino de la ruta, llegamos a Muruecos, uno de los pocos "claros" del castañaléu de Mual. Pero este no acaba aquí, vuelven a aparecer con fuerza los castaños en otro de sus corazones, el de Las Brañuetas. Ya se empiezan a ver en la cuesta. Aquí ya casi al final de la pequeña subida está Entrambus Caminos de Reiduz en donde la ruta prosigue por el camino de abajo. El de arriba está en peores condiciones y se volverá a unir al de la ruta por debajo de la Pena La Rebotsa. No realicé este tramo pero es seguro que fue utilizado por algún papudo para plantar en su entorno más castaños, engrosando muy mucho el castañaléu de Las Brañuetas.

Tseirón de Muruecos, por donde se me había escapado un incendio. Por fortuna la zona está colonizada, por vegetación autóctona, con ausencia de castaños. 31 julio 2020.


Entrambus Caminos de Reiduz.

 

Viejo castaño derribado por el viento al poco de pasar Entrambus Caminos de Reiduz. Se ven claramente las múltiples nuevas guías que poseía (sanas) y una de las viejas carcomida por su interior.


Las Brañuetas, el último gran corazón del castañaléu, con viejos castaños pero también con otros más jóvenes y de mediano tamaño de plantación.

No repetiré aquí lo que ya he dicho de esta masa arbolada pero quizás sea en Reiduz donde más claramente se vean las plantaciones humanas. Siguiendo por la ruta, ya en pleno monte, volvemos a verlos. Ahora están en pequeños grupos, ocupando antiguos praus y parcelas del pueblo y llegan hasta muy arriba, incluso por encima de los primeros faéus con que nos encontramos, hasta muy cerca de la derruida cabana de Braña Fundera. Son todos de plantación pero seguramente acabaran ampliándose de forma natural, aunque tendrán que lidiar con robles, fayas y bedules que no se dejan comer el espacio que les pertenece. No sé si se llegaron a plantar castaños en la pequeña repoblación-plantación que se hizo en la Granda La Rebotsa. 

Castaños a la altura de la Pena La Rebotsa. julio 2020.


Últimos castaños de Reiduz, justo antes de salir a la Granda La Rebotsa por la senda que va al Muntecín.

Tras la magnificencia de Las Brañuetas llegamos al cauce principal de Reiduz. El antiguo puente de madera y todo su entorno ha sido modernizado muy recientemente (a mediados de agosto de 2021 aún le quedaban unos detalles por hacer) y por el que ya pueden transitar vehículos de motor, algo que sin duda contribuirá a revitalizar la zona.

Antiguo puente de madera en el curso principal de Reiduz. 31 julio 2020.


Nuevo puente aún sin terminar. 15 agosto 2021.


Camino de la Ruta, restaurada al arreglar el puente.

 

Señalización del desvío.

Continuamos por el desvío que hay a la derecha que pronto sale al valle principal del Ríu Mual. Aquí no hay castaños pero la preciosa senda enseguida llega a Las Azureras, tras salir de este valle de Reiduz, llegando a un acogedor rellano, justo enfrente aunque lógicamente a mayor altitud, del Pozu´l Prau Pinche. En el rellano hay otra colonia de castaños. La senda desciende, bordeando la parte alta de los praus de esta vertiente. 

Precioso castaño en el rellano de Las Azureras. 15 agosto 2021.

Por aquí se ven pocos castaños por encima de los praus, pero podemos deleitarnos con la vallada de debajo de la Ponte Rucabo. Aún se ve perfectamente la presa que abastecía a los praus de la vertiente derecha, que en el apartado dedicado a las valladas no había mencionado. Con un enorme palenque y lo que es más importante, con restos de la disposición original de estas construcciones, con varales cruzando el río y otros apoyándose en ellos e hincados, con suave desnivel, en el lecho fluvial.

Vallada de debajo de La Ponte Rucabo, vista desde la vertiente derecha del río. 15 agosto 2021.


Vallada vista desde arriba.


Detalle de la disposición de los varales de la vallada.


Desaguadero de la vallada.


Palenque principal visto de dentro hacia afuera.


¡Enorme! el palenque de la vallada como se puede apreciar en la foto. El infante es Miguel mi hijo menor.


Entrada de la presa al primer prau, dotada también de un palenque

Aumentan algo más en número los castaños por encima de la Fonte de Tachurrosu y bordeando las fincas que hay a continuación, por encima de la vieja pista maderera, donde castaños que ya habían sido talados han rebrotado con fuerza. La lejanía del pueblo y la presencia del Faéu Lus Azores cortan la penetración del castañaléu valle arriba, aunque aún se ve algún que otro "despistado" castaño por ahí, seguramente procedente de alguna castaña trasladada por algún bicho. 

Últimos castaños al final de Tachurrosu. 29 julio 2018.


Un castaño despistado, acabando ya la subida de La Infiesta. Hay incluso algún otro aún más arriba.

Por todo el castañaléu de Mual se ven castaños secos, pasados a mejor vida, pero que aún permanecen en pie. Que algunos árboles se sequen y mueran, sin explicación aparente, también forma parte de la dinámica de la propia naturaleza. Los árboles son buenos conductores, dada su forma apuntada, de los rayos y no es infrecuente ver algunos totalmente afectados por uno de ellos pero que no muestran señales de ello (calcinados), simplemente se secan y mueren. El "estrés hídrico" provocado por una severa sequía puede hacer que el árbol para sobrevivir, corte el suministro a muchas de sus partes aéreas de la vital savia. Si la sequía persiste al árbol no le queda otra que prescindir de toda ella, centrándose solo en la base del tronco y en las raíces, de las que al volver la humedad brotarán nuevas guías. Sin savia las partes aéreas y el tronco pueden aguantar un cierto tiempo, pero pronto acabarán muriéndose.

Lo mismo ocurre con una potente helada o la sucesión en el tiempo de estas. Heladas a destiempo, más tardías de lo habitual, pueden cercenar no solo las flores si no las propias hojas, el laboratorio donde el árbol procesa toda su alimentación. Sin hojas el árbol puede sobrevivir un tanto en el tiempo. Muchos son capaces de emitir una segunda "hornada" de hojas o permanecer un año entero sin ellas. hasta la próxima primavera.

Al árbol, como al resto de seres vivos, no le faltan enemigos. El viento y la nieve pueden  desarbolarlo. Cuando un árbol es herido son en ocasiones sus propios congéneres los que acaban rematándolo, ocupando el espacio que su copa poseía, privándolo de la luz y condenándolo a una lenta muerte. Alteraciones climáticas y fenómenos naturales hacen que algunos árboles se debiliten y tengan menos defensas ante enemigos menos visibles, cuya misión es también natural: reprocesar la materia orgánica, acelerando su descomposición y facilitando su transformación en minerales y nutrientes que posibiliten nueva vida. Insectos, gusanos, hongos, bacterias y virus, todos ellos seres vivos, pueden cebarse en esos árboles debilitados y acabar con su existencia.

Ya he explicado en otra parte el significado de un topónimo que se repite mucho en un área tan natural, a pesar de su antropización, como es Muniellos: candanosa. Cándanu hace referencia a un gran roble que se ha secado, muerto, pero que permanece de pie y que resalta mucho en el paisaje porque al ir perdiendo la "paraza" (corteza) su tronco adquiere un color muy blanquecino. Y candanosa es un lugar donde abundan los cándanus. Estos topónimos son anteriores a la llegada de las talas madereras y constatan la existencia de árboles secos por causas naturales.

También los castaños secos al ir desprendiéndose de su paraza van adquiriendo una tonalidad blanquecina. Pero la causa de su sequía no se debe a fenómenos naturales como los mencionados anteriormente.

No sé si habéis oído hablar del castaño americano (castanea dentata) un gigantesco árbol ("la secuoya del Este") que ocupaba en el Este de USA una superficie bastante mayor a la que posee toda nuestra piel de toro (Península Ibérica). De forma natural, sin necesidad de injertos, producía ingentes cantidades de nutritivas y apetitosas castañas que hacían las delicias de animales como el oso o de las comunidades humanas, primero de las indígenas y posteriormente de los colonos. En los Apalaches, una zona montañosa y pobre, los humildes colonos asentados en la región sobrevivían gracias a tan pródigo vegetal. Por cierto y por si a alguien le interesa los Apalaches son la cuna del "bluegrass", un estilo de música popular muy apreciado por los aficionados del folk celta, cuyos instrumentos básicos son el banjo, la mandolina, el violín, la guitarra acústica, el contrabajo y algún instrumento de percusión, a los que se unió el dobro y más recientemente la pedal steel guitar. Personalmente prefiero más su versión folk-rock. Escuchad, si podéis, a Dillard & Clark y sabréis a que me refiero.

Castaños americanos.

 

"El Abuelo", castanea sativa de el castañar de El Tiemblo (Avila) en 2015, a 1169 m. de altitud. Tan gigantesco, en sus buenos tiempos, como los americanos.

La cosecha de esta castanea era proverbial, se habla de zonas donde los erizos y sus castañas llegaban al medio metro de espesor, teniendo que ser recogidos a paladas, siendo además no vecero. La vecería significa que a un año de buena cosecha le siguen varios, dos o tres, en los que el árbol no produce o lo hace en escaso número, como es el caso de los robles. A ello se unía la utilización de su madera, utilizada con múltiples funciones dada su gran resistencia frente a la descomposición. Y, como ocurre con nuestros castaños, de los árboles talados pronto surgían nuevas guías. La tala indiscriminada y a gran escala puso en peligro a la especie y personas como W. Thoreau (autor del precioso libro "Walden o la vida en los bosques") alerto a la opinión pública sobre su posible desaparición. 

Sin embargo no fueron las talas las causantes de su exterminio. A principios del siglo XX, el chancro llegó al país de los yankis y el solito se cargo, en poco tiempo, a toda su población. Se calcula que mató unos cuatro mil millones de castaños, no quedando ningún lugar ni ningún castaño sin ser afectado. El chancro es la segunda enfermedad más mortífera de las abatidas sobre el reino vegetal hasta la actualidad. El primer lugar lo ocupa la grafiosis del olmo, que se ha cargado la friolera de un billón (sí con b) de olmos en todo el mundo.

Pronto se descubrió la naturaleza del patógeno, pero no se encontró ningún remedio que lo pudiese detener. Unos dicen que la enfermedad provino de China, a  través de castañas llevadas desde allí (en USA había una importante colonia de chinos que trabajaban, casi como esclavos, en los tendidos ferroviarios). Otros creen que vino en jóvenes castaños traídos por un viverista yanki, que los importó de Japón como árbol ornamental, siguiendo con la moda por lo asiático de la que ya hemos hablado. En su lugar de origen el chancro no era tan mortífero y solo afectaba a castaños muy debilitados y enfermos, siendo un mero descomponedor más.

Todavía hay quien cree que algunos lugares, por su aislamiento o por estar en las antípodas del mundo civilizado, sin actividades que puedan contaminar su aire y su suelo, están libres de las desgracias. Que su bello mundo natural con buenos montes y valles poblados por grandes bosques, permanecerán libres de las calamidades que azotan a gran parte del resto del planeta. Ingenuo pensamiento porque la contaminación también les puede afectar, aunque esta no se produzca en su entorno inmediato. Las corrientes atmosféricas pueden coger los humos y la contaminación de un determinado lugar y llevarla a cientos o miles de kilómetros de distancia. La lluvia ácida, la lluvia radiactiva (la explosión de la central nuclear de Chernobyl provocó la emisión a la atmósfera de letales átomos radiactivos que volvieron al suelo, en un radio de varios miles de km, en forma de lluvia), la reciente llegada de polvo sahariano, tiñéndolo rodo de rojo, a lugares tan alejados de su lugar de procedencia como aquí en León donde vivo o la expansión del plástico que ha llegado incluso  a los Polos, son buenos ejemplos de ello. Pero no hablamos ahora de esas calamidades si no de otras.

La llamada globalización del planeta, que alguien ha definido como la aldea global, ha acabado provocando el trasiego de mercancías y de "cosas" entre todos los rincones del planeta. No encontraréis ningún hogar, entre los nuestros, donde no haya "algo" traído de "allende los mares". Plantas, animales, objetos, productos, el intercambio es incesante. Pensad en la rápida propagación del COVID 19 que proveniente de China ha inundado todo el globo. No solo se intercambian cosas si no también cualquier forma de vida.

El impacto de algunos patógenos fuera de su zona de origen es algo que ya se puede rastrear desde muy antiguo y muy anterior a la globalización reciente. Está ligado a los desplazamientos del ser humano y al intercambio de productos. se desplazan las personas y las cosas y con ellas los patógenos con los que convive. Patógenos que son conocidos por sus portadores y contra los que poseen defensas naturales que mitigan o hacen desaparecer sus efectos.

Un ejemplo de lo que trato de explicaros es la llegada de los castellanos a América, un nuevo continente que no tenía contactos, o los tuvo muy esporádicos y limitados a zonas muy alejadas (vikingos en Terranova), con el Viejo Mundo. Los españoles no solo conquistaron a los indígenas merced a la superioridad derivada de las armas de fuego y de tecnologías más evolucionadas, si no que los acabaron diezmando al transmitirles enfermedades que los indios no conocían. Un simple catarro que a su portador hispano apenas si molestaba, era mortal para un indio. Su sistema inmunológico, con sus defensas naturales, no reconocían al patógeno y no sabían como hacerle frente y acabaron cayendo como moscas. Fueron millones los indígenas que perecieron y ello provocó que para sustituir a esa mano de obra esclavizada se recurriera a esclavos negros de África.

En el reino vegetal ocurre algo similar. Tanto el chancro como la grafiosis son originarios de Asia. Allí, los castaños y los olmos los conocen y saben defenderse de ellos, por lo que sus efectos dañinos son poco relevantes. Pero en lugares donde eran desconocidos su llegada ha provocado una gran hecatombe.

En Mual la zona más afectada es la primera del valle. La infección sigue una línea ascendente. En La Venta y en el inicio del valle de Mual ya se ven muchos castaños secos bordeando la carretera. Por encima de la plaza de la Ponte Fonsu, en el Regueiro Funtanón, La Pumariega, La Cutsada, El Chanu Bustietsu, El Esticheiru, también hay árboles secos y otros donde parece estar librándose un feroz combate, con algunas ramas secas y otras que aún resisten. Valle arriba también hay algún castaño seco pero parece que lo peor aún no ha llegado.

La Pumariega. 30 julio 2021.

 

Partes inferiores de La Cutsada. 15 agosto 2021.


Castaño completamente seco por debajo de El Chanu Bustietsu. 15 agosto 2021.

Ya se aprecian claramente los efectos de la plaga. 29 julio 2020.


Castaños enfermos en Las Azoreras. julio 2020.

¿Qué infección está atacando a los castaños de Mual?, solo un análisis químico en condiciones nos lo podría decir. En Mual me dijeron que alguien que los había estado observando había dicho que en La Pumariega y El Chano Bustietsu a los castaños les estaba atacando la tinta.

En mi humilde opinión creo que es el chancro, al menos es lo que deduzco de un hecho observado. Subiendo, al poco de abandonar la llanada y El Chanu Bustietsu, del lado de abajo  del camino, pude ver un jovencísimo castaño con sus hojas secas pero aún unidas a él. Algo poco frecuente porque los que se suelen ver secos suelen ser árboles medianos o grandes. Librándolo de la vegetación inferior que lo tapaba, pude ver como su delgado tronco bajaba seco hasta no muy lejos de su base, pero que está todavía vivo y emitiendo nuevas ramas y hojas. Le hice unas fotos que os muestro y me dio que pensar. 

Joven castaño atacado por el chancro. 15 agosto 2021.


Otra imagen.


Rebrote en la parte baja del tronco. Si fuera plaga de tinta esto no sería posible al haber destruido las raíces.

Si se tratara de la tinta la progresión de la infección, tras secar las hojas, sería de abajo hacia arriba, no de arriba hacia abajo como vemos en este caso. La tinta ataca la raíz del árbol y no permite ningún rebrote. Extermina la totalidad del árbol, incluyendo obviamente la propia raíz. Pero el chancro se comporta de otra manera. El chancro mata al árbol, pero solo a su parte aérea, dejando viva la raíz y en ocasiones la base del tronco. Actúa exactamente igual que la grafiosis del olmo (en ambos casos se trata de hongos). En los castaños americanos exterminados por el chancro lo que desapareció para siempre fue el árbol adulto, pero de las raíces brotaron nuevas guías que al alcanzar cierta altura fueron de nuevo atacadas por el hongo. Como en la grafiosis el rebrote nunca supera el tamaño de un arbusto. Es como un triste juego, una macabra situación de renacimiento y muerte prematura.

Habrá que esperar a ver como evoluciona este castaño, revisitándolo periódicamente durante varios años para saber si supera el tamaño arbustivo, haciendo lo mismo con el castañaléu de Mual en todo su conjunto. Mientras tanto yo aconsejaría, al menos de momento, que cesaran las plantaciones de castaños, no vaya a ser que todo el trabajo, dinero y tiempo empleados en hacerlo fueran en balde.

¡Mal enemigo estos mortíferos hongos!. La única noticia positiva es que los castaños europeos y por tanto los ibéricos parecen ser menos sensibles al chancro que los americanos, aunque también puede ocurrir lo que paso con la grafiosis en los que a una primera fase menos virulenta le sucedió una cepa mucho más mortífera que arrasó con la totalidad de las olmedas de medio mundo. En la Península Ibérica solo han sobrevivido un puñado de negrillos (ulmus minor) como árboles, teniendo nosotros la suerte de tener algunos en Babia, en Carrasconte y Riolago, unos tesoros botánicos de los que algún día os hablaré más detenidamente.

Así que con nuestros castaños ¡mucho cuidado! pues la plaga ya está entre ellos. Crucemos los dedos y estemos atentos a su evolución. ¡Ah! y que a nadie se le ocurra podar algún castaño, parece ser que cualquier herida en el árbol favorece la entrada del hongo. Otra cosa, distinta y muy positiva, sería talar, retirar y quemar los árboles secos, que solo pueden constituir una fuente infecciosa, desinfectando las herramientas utilizadas para evitar propagaciones. La lejía pura o levemente rebajada con agua parece ser un buen desinfectante.

Curiosa copa de este castaño tras cortarle unos ramales por su parte delantera. Pías. (Zamora). 24 junio 2018.

 


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