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Teso La Veiga´l Tixidal, entre La Regueira Las Tsagunas y el Ríu La Candanosa. Julio 2016. |
La patsa desterró a las siñestas de la cubrición de las construcciones en los poblados pero no pudo hacer lo mismo en las brañas por la sencilla razón de que no había en el entorno de estas centenales que produjeran la materia prima necesaria para ello. Llevarla desde los pueblos sería muy engorroso y caro por el tiempo que requeriría, por lo que se siguió utilizando un material que tenía probada su eficacia y muy al alcance de la mano, pues las escobas crecían en los bordes de las camperas. Incluso se han documentado casas cubiertas con siñestas, aunque en Somiéu en sus pueblos altos, donde no se semaba centeno. En las brañas más altas situadas en los cordales serranos había ocasiones en las que no se podía teitar con escobas, porque no las había. Se recurría entonces a los piornos, mucho más difíciles de trabajar al tener un ramaje raleado y enroscado.
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Escobar de escobas y piornos. 9 abril 2022. |
Se coronaban las capas superpuestas de siñestas, en la divisoria de aguas (si eran cónicas, en su parte superior), con tapines (tierra entrelazada por las raíces de la yerba cuando estaba poco crecida) para impermeabilizar mejor esa zona y para darle mayor estabilidad a tan liviano teitu, ya que con su peso evitaban que el viento penetrara por ahí y lo desmantelara. Con esa misma función y al igual que en los teitus de patsa en que se utilizaban cuerdas de ese mismo material (o sea de patsa), las escobas se ataban con otras escobas a los varales que apoyándose en los muros (en ocasiones empotrados en ellos) sustentaban dicho teitu o directamente sobre tablones cuando los tejados fueron evolucionando. De esta forma se lograban techos más compactos y resistentes que se reparaban cada dos o tres años o cuando se le viera o se notara algún desperfecto. Se quitaba la vieja techumbre y se reteitaba de nuevo todo el tejado o la zona afectada.
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Las largas y abundantes ramillas de la escoba eran perfectas para teitar. |
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Detalle de la escoba. |
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Otro detalle. |
Cabanas cubiertas de esta forma eran las que existían en las antiguas brañas dispersas por todo el Monte Munietsus y también las de los montes colindantes y en tiempos, en todas las brañas de montaña, fueran equinocciales o estivales. Que no os confunda la última versión de muchas brañas equinocciales cubiertas con tsousas (estoy pensando por ejemplo en la Braña de Valcarcel del pueblo de Alguerdo) ya que este material es muy posterior en el tiempo a la utilización de las siñestas.
Solo se salían de este modelo casos aislados, cubiertos con trozos de madera que ya hemos mencionado y los conocidos con el nombre de "chozos". Cabanas de planta redonda, con paredes y techumbre de falsa bóveda (mediante la aproximación de las hiladas pétreas) hechas con piedra. Más pequeñas que las cabanas típicas de Munietsus e inexistentes dentro de él. Solo conocemos la existencia de un chozo, que cuando yo lo conocí en 1987 aún se conservaba en perfecto estado, en el Monte La Vilietsa, arriba cerca del deslinde con el Monte Munietsus. También es muy probable su existencia por debajo de la Braña de Valcarcel de Alguerdo donde hay dos construcciones que en el mapa topográfico de 1953 reciben el nombre de chozo. Mi hermano Naciu me comentó que conocía alguno por Somiéu, habiéndolos en otros muchos sitios de la Cordillera Cantábrica, en ambas vertientes.
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Cubierta con trozos de madera. Combu. De asturnatura.com. |
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Detalle de la cubierta. |
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Otro detalle de la cubierta de trozos de madera. |
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En el centro de la imagen dos chozos separados entre si, por debajo de la braña de Alguerdo. |
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Chozo y cabana con teitu de escobas. Puerto La Mesa, Somieu. Del blog Recorriendo las montañas de Asturias. Brañas de Saliencia 19 abril 2014. |
Pero ¿quién utilizaba los chozos?. Me inclino por los pastores de la trashumancia, ya que tanto en Extremadura como en La Mancha estas construcciones eran muy habituales. En muchas de esas zonas la vegetación natural brilla por su ausencia, teniendo que recurrir a la piedra como la única materia prima disponible, incluso para las cubriciones. Fueron los pastores de las merinas quienes trajeron esa practica, a una zona que igualmente utilizaba la piedra pero que disponía de más recursos naturales. Sorprenden estas cubriciones de piedra en lugares donde abundaban las escobas y los piornos, lo que atestigua su origen foráneo. En el de La Vilietsa, venciendo mis temores iniciales me atreví a meterme dentro, donde solo pude permanecer un instante, por miedo a que pudiera desplomarse.
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Chozos y bombos en La Mancha de T. Sánchez-Migallón jiménez. |
Pero volvamos al cerro del Serrón del Niu L´Aigla. Estamos a 1330 metros de altitud, en el posible castro y la senda se encamina a su último tramo. El cambio respecto al solano del Serrón es más que evidente, ahora estamos en avesíu y todo mejora. Toda esta ladera está bastante ocupada por el arbolado, aunque algunas zonas están en una fase muy temprana y les llevará su tiempo porque el suelo sigue siendo bastante rocoso.
Tras el teso que bordea la Vatsina Los Castros nos adentramos en el valle que forma el afluente más importante de la zona alta del Ríu La Candanosa, la Regueira Las Tsagunas hacia la que vierten las tsagunas y que corre paralela al río principal.
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Detalle del mapa con la toponimia del Ríu La Candanosa. |
Entramos en la Vatsina Carril del Carro, por encima de un tseirón que ocupa intermitentemente la ladera derecha de esta vatsina. por contra la ladera izquierda, por la que discurrimos, está surcada por varias vaguadas, muy frescas y con mejor arbolado. Aquí una zona muy escarpada obliga a la senda a descender algo. luego vuelve a subir para salir al teso divisor de vatsinas y atravesar rápidamente la Vatsina Carril, muy poco marcada. La vegetación empieza a ralear y salimos a otro tseirón y tras subir un poco por él continuamos en llano hasta la primera tsaguna.
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Vatsina Carril del Carro y Vatsina Carril. julio 2017 |
Los topónimos de las dos últimas vatsinas que hemos atravesado constituyen todo un misterio para mí: Vatsina Carril del Carro y Vatsina Carril. Carril es un termino agroganadero. Se usaba para referirse a un camino de carro por una cuesta arriba (por ejemplo La Carril de Moncóu, camino que ascendía hacia su braña, primero de forma suave y luego después de El Muntecín, bastante más acentuada) o para las huellas dejadas por las ruedas del carro en los caminos (también llamadas roderas). Pero igualmente era una carril el portillo o los varales de madera puestos en los muros o en el vallado del cierre de una finca para que pudiera pasar un carro.
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La Carril de Moncóu vista desde El Muntecín. 31 julio 2020. |
Ninguna de esas acepciones se reflejan en el paisaje, más o menos reciente, de la zona y no tengo constancia de la existencia de ninguna braña en estos lugares, y pensar en terrenos agrícolas desafía toda lógica, siendo impensables en zonas como estas, tan altas y alejadas de las vegas fluviales. Las brañas conocidas más cercanas están bastante alejadas de aquí: La Veiga´l Tixidal, arrendada por el pueblo de Pousada Rengos, y A Veiga dos Trabóis, llevada por los de Alguerdo.
La primera está situada en el entorno de la confluencia de La Regueira Las Tsagunas con el Ríu La Candanosa, con una clara progresión por el Teso La Veiga´l Tixidal, algo que se aprecia aún en el paisaje reciente donde la granda, heredera de zonas de pasto, va siendo poco a poco colonizada por el arbolado, o en las laderas cercanas a la veiga donde los raleados árboles permitían claros donde abundaba la yerba de pasto. Claros que aún perduran en la actualidad pero ya en proceso de colonización aunque algunos de ellos proceden de entresacas madereras.
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La campera de la braña estaba justamente en la confluencia de La Regueira con el Ríu La Candanosa. julio 2016. |
La penetración de la braña por La Regueira Las Tsagunas era escasa debido a lo agreste y tortuoso que era su relieve, prefiriendo el alomado teso y la ladera que vierte al Ríu La Candanosa. También se ven los restos de pequeñas camperinas dependientes de esta braña, como la de La Grandina, valle abajo en la ladera del Serrón.
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Ladera del teso que vierte hacia el Ríu, con restos de claros y camperas. julio 2015. |
La Veiga Los Trabóis también está alejada de las Carriles. Estaba asentada en la veiga del Ríu La Candanosa, del lado de desagüe de la Vatsina La Penona La Veiga Los Trabóis. En ella aún se ven, pegada a la senda que sube o baja de Las Tsagunas, los restos de su cabana. Yo ya no conocí su campera pero preguntando a los de Alguerdo estos me decían que se veía muy bien desde los altos cercanos. Que era como un gran prau, pero como ya he dicho en otra parte, este ya había evolucionado, perdurando una gran área más o menos desarbolada, tomada por un avellanar con la presencia de muchos xardones, o de arboleda aún muy joven.
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Restos de la cabana de la Veiga Los Trabóis. |
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Parte superior de la campera de la Veiga Los Trabóis, ocupada en la actualidad por un bosque todavía joven. Julio 2016. |
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Partes inferiores de la campera de La Veiga los Trabóis. Julio 2016. |
Hasta aquí llegaron las talas y las entresacas madereras se confunden con los claros de pastoreo, solo los tocones que aún se ven nos sirven para diferenciarlas, pero para verlo hay que separarse de la senda. Muchos de los grandes robles y pládanos que bordeaban la campera , muy separados entre si, no se cortaron porque su aprovechamiento maderero sería escaso. Casi todos ellos tenían heridas por donde la pudrición se había ido introduciendo. Parece que su convivencia con los usuarios de la braña les había resultado perjudicial, siendo la actividad antrópica la causante de su deterioro.
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Enorme pládano debajo de la campera de la Veiga Los Trabóis. 27 julio 2018. |
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Algunos de los centenarios robles del entorno de la campera de la Veiga Los Trabóis ya han cumplido su ciclo vital, sin duda reducido por la actividad antrópica. 27 julio 2018. |
Quizás lo que os comente a continuación sea para algunos algo novedoso y que a otros no les guste, pero se ajusta a la realidad. A los pastores lo único que les interesaba eran los pastos, el arbolado era algo secundario y contrario, en la mayoría de los casos, a sus intereses y además como no eran suyos no les interesaba ni importaba su estado de conservación. Os pondré un ejemplo, Aunque lo que voy a decir también lo hacían los cazadores, los propios guardas forestales y los furtivos, que en ocasiones eran los propios pastores: con mal tiempo y mucho frío utilizaban oquedades de grandes árboles para hacer fuego y protegerse del agua, sin importarles lo más mínimo las repercusiones que ello tendría en el árbol afectado. Si visitáis la zona solo tendréis que llevar los ojos "abiertos" para percataros de ello.
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Restos visibles del fuego hecho entro de esta oquedad. Parte inferior de La Veiga Los Trabóis. Julio 2016. |
Tampoco vi yo restos, directos o indirectos, de braña alguna en una incursión que realicé por La Regueira Las Tsagunas. En aquel tiempo había, aparte de Benjamín (o Jaminón como le apodaba la gente, dado su rudo carácter) el Guarda Mayor que apenas se movía de Las Tablizas, dos guardas forestales encargados de vigilar, patrullándolo, el Monte. Aladino Farruco que era de Mual y Aumente que era de Oubachu. Yo me llevaba muy bien con ellos, sobre todo con Aladino porque era de las pocas personas del pueblo que mostraba interés por cuestiones relacionadas con la naturaleza.
Cuando no tenía que realizar largas caminatas siempre llevaba conmigo un pequeño libro que me había regalado mi hermano mayor Carlos. "Flores de Asturias", obra colectiva de Juan Álvarez Riera, Emilio Rico y Rosa Mª Simó, Que partía del color de las flores para diferenciarlas. Algo sin tecnicismos y muy al alcance de cualquiera. Un auténtico tesoro con el que iba aprendiendo a conocer muchas plantas de las que había en la zona. En ratos libres o cuando volvía andando de Las Tablizas siempre había alguna planta que me llamaba la atención y que trataba de localizar en el libro. A veces lo conseguía, otras veces no, pero cada vez que lo lograba era como un pequeño triunfo que me animaba a seguir con esta afición.
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Aún conservo el libro, por motivos sentimentales, pero está en un estado deplorable por el intenso uso que recibió. |
Supongo que para alguien del pueblo que me viera, la escena le pareciese, cuando menos, curiosa. Yo parado y agachado observando algo en el suelo y luego verme sacar un librillo y pasar hojas hasta detenerme en una fotografía y comparar lo que se veía en ambas. Puede que a algunos les pareciese una perdida de tiempo, pues qué tenían de especial las pequeñas e insignificantes plantas. Plantas que, más o menos, abundaban y estaban por doquier y a la que la mayoría de las personas les parecían invisibles porque nadie les prestaba la más mínima atención. Para mí, sin embargo, sí tenían valor, diferenciarlas, saber su nombre (casi siempre el científico porque la mayoría carecían de nombre popular) me ayudaban a sentirme más hermanado e integrado con el Medio, con la naturaleza. Además algunas son tan bellas que me parece un pecado no prestarles atención.
También me había agenciado una Guía de campo de flores, mucho más completa, pero más genérica porque abarcaba toda Europa, más complicada de utilizar pero que como era fácil de transportar casi siempre metía en la bolsa bandolera que siempre me acompañaba. En Mual tenía algún otro libro, menos de los que me gustaría tener, pero eran menos manejables. Su gran tamaño (pensad en el libro de Botánica de la Enciclopedia Temática Asturiana de Silverio Cañada) impedía su utilización sobre el terreno.
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Libro de botánica. |
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Libros que tengo de esta excelente colección. |
Lo cierto es que aprendí bastante, incluso llegué a interesarme por el mundo de los líquenes, de los que crecen sobre la corteza de los árboles y de los que lo hacen sobre la roca desnuda, todo un microcosmos, con unos colores y unas formas alucinantes. Así cualquier salida al monte, aunque las distancias fueran cortas, tenía más alicientes. Había tantas cosas que ver y era tan reconfortante hacerlo. Aumentar los conocimientos sobre lo que te rodea sirve, de alguna manera, para sentirte más unido a ello.
Un día que estaba en plena faena en el entorno de Las Tablizas, tratando de averiguar qué planta era la que estaba viendo, se me acercó Aladino para saber qué estaba haciendo. Se lo expliqué y juntos empezamos a hojear hojas y hojas hasta que por fin dimos con una que se le parecía mucho y luego leyendo la información, los dos confirmamos que era la misma . A partir de entonces, en más de una ocasión, Aladino me pedía prestado el libro para utilizarlo en sus cotidianas caminatas, o se lo dejaba directamente yo cuando me tocaba alguna excursión larga, También intercambiábamos impresiones y descubrimientos sobre Munietsus. En cierta ocasión me comentó que se había internado y recorrido La Regueira Las Tsagunas, desde la primera tsaguna hacia abajo, hasta salir al Ríu La Candanosa y que era un recorrido duro pero muy bonito.
Era como una invitación a la que no pude resistirme así que un día que me encontraba solo en Las Tsagunas, no recuerdo si había subido con ese propósito o con otro, decidí hacer ese recorrido. Decir monte a través es decir poco porque aquí el terreno es extremadamente quebrado. Este valle es mucho más estrecho que el de La Candanosa y la erosión glaciar y fluvial además de encajonarlo ha creado grandes saltos. Personalmente, sabiendo el punto de partida y el final, o sea conociendo el entorno, este tipo de excursiones son de las que más me gustan. Resultan toda una aventura pues recorres terrenos desconocidos y al mismo tiempo nunca te encuentras perdido del todo, algo a tener en cuenta en montes tan grandes como Munietsus. ¡Descubriendo el territorio al que perteneces!.
Recuerdo un gran salto que tuve que ir bordeando por donde buenamente pude, con cuidado pero con determinación. Cuando veía que por un punto no podía continuar, retrocedía y lo intentaba por otro. Si se resistía ampliaba hacia los lados el intento. Sin cuerdas, sin posibilidad de pedir ayuda en caso de accidente y sin ni siquiera pensar en esa posibilidad. Recuerdo que muchas veces mi madre me regañaba y me preguntaba si no tenía miedo de salir solo al monte, "¿y si te pasa algo?", pero esa posibilidad ni se me pasaba por la cabeza y la verdad es que nunca he tenido ningún percance serio en el monte.
La ventaja de La Regueira Las Tsagunas es que había arbolado. Incluso en estos farallones hay algún árbol al que te puedes sujetar o algún subarbusto que puedes usar como una cuerda para descolgarte por él durante un pequeño salto. Aquí el ejercicio físico es completo, utilizas las manos, los brazos, las piernas y la cabeza, aunque esta última solo para intentar descubrir cual es el mejor paso.
Ni que decir tiene que en este tipo de excursión no puedes llevar casi nada contigo. Yo llevaba la bolsa bandolera con algo de comida, una navaja, un boli, dos o tres hojas en blanco (que muchas veces permanecían en ese estado porque la emoción y otros sentimientos me impedían tomar nota alguna, preocupándome solo por sentir), una cinta métrica y la cantimplora, manteniéndola muy ceñida al cuerpo. Tal vez os resulte curioso que yo llevara una cantimplora, un utensilio inútil cuando andas por un bosque donde el agua es abundante. Pero he de deciros que siempre he desconfiado del agua estancada de las lagunas, así como de los lugares sobre los que vierte o se filtra. Nunca he bebido de esa agua. Sí vierais el nacimiento de La Regueira Las Tsagunas, saliendo de la primera tsaguna, compartirías mis temores. El agua es ahí turbia, lechosa y con muchos "globitos", sobre todo en verano cuando lo que sale de la tsaguna es un hilo de agua. Su aspecto disuade de beberla aunque tengas mucha sed.
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Agua turbia justo a la salida de la primera tsaguna. |
También cuando llovía mucho, en verano, y el agua caída obligaba a "salir" al agua estancada de Las Tsagunas, el agua del Ríu La Candanosa, por debajo de la Veiga´l Tixidal, adquiría un color verdoso, que luego se transmitía al propio Ríu Munietsus, siendo preferible beber agua de cualquier afluente antes que del curso principal. La ruta que realicé por La Regueira iba cercana a su curso, de ahí que la cantimplora, llenada con agua fresca del Vatse La Candanosa, me resultara imprescindible.
También es recomendable llevar un buen palo, y digo palo no un bastón de esos que se compran y que utilizan los montañeros para andar, porque en más de una ocasión puede que te veas obligado a abandonarlo, al quedar a desmano tras haberlo utilizado, luego sobre la marcha te agencias otro.