8/31/2022

El Monte y el guía de Munietsus 90

 

Teso La Veiga´l Tixidal, entre La Regueira Las Tsagunas y el Ríu La Candanosa. Julio 2016.

La patsa desterró a las siñestas de la cubrición de las construcciones en los poblados pero no pudo hacer lo mismo en las brañas por la sencilla razón de que no había en el entorno de estas centenales que produjeran la materia prima necesaria para ello. Llevarla desde los pueblos sería muy engorroso y caro por el tiempo que requeriría, por lo que se siguió utilizando un material que tenía probada su eficacia y muy al alcance de la mano, pues las escobas crecían en los bordes de las camperas. Incluso se han documentado casas cubiertas con siñestas, aunque en Somiéu en sus pueblos altos, donde no se semaba centeno. En las brañas más altas situadas en los cordales serranos había ocasiones en las que no se podía teitar con escobas, porque no las había. Se recurría entonces a los piornos, mucho más difíciles de trabajar al tener un ramaje raleado y enroscado. 

Escobar de escobas y piornos. 9 abril 2022.

Se coronaban las capas superpuestas de siñestas, en la divisoria de aguas (si eran cónicas, en su parte superior), con tapines (tierra entrelazada por las raíces de la yerba cuando estaba poco crecida) para impermeabilizar mejor esa zona y para darle mayor estabilidad a tan liviano teitu, ya que con su peso evitaban que el viento penetrara por ahí y lo desmantelara. Con esa misma función y al igual que en los teitus de patsa en que se utilizaban cuerdas de ese mismo material (o sea de patsa), las escobas se ataban con otras escobas a los varales que apoyándose en los muros (en ocasiones empotrados en ellos) sustentaban dicho teitu o directamente sobre tablones cuando los tejados fueron evolucionando. De esta forma se lograban techos más compactos y resistentes que se reparaban cada dos o tres años o cuando se le viera o se notara algún desperfecto. Se quitaba la vieja techumbre y se reteitaba de nuevo todo el tejado o la zona afectada. 

Las largas y abundantes ramillas de la escoba eran perfectas para teitar.


Detalle de la escoba.


Otro detalle.

Cabanas cubiertas de esta forma eran las que existían en las antiguas brañas dispersas por todo el Monte Munietsus y también las de los montes colindantes y en tiempos, en todas las brañas de montaña, fueran equinocciales o estivales. Que no os confunda la última versión de muchas brañas equinocciales cubiertas con tsousas (estoy pensando por ejemplo en la Braña de Valcarcel del pueblo de Alguerdo) ya que este material es muy posterior en el tiempo a la utilización de las siñestas.

Solo se salían de este modelo casos aislados, cubiertos con trozos de madera que ya hemos mencionado y los conocidos con el nombre de "chozos". Cabanas de planta redonda, con paredes y techumbre de falsa bóveda (mediante la aproximación de las hiladas pétreas) hechas con piedra. Más pequeñas que las cabanas típicas de Munietsus e inexistentes dentro de él. Solo conocemos la existencia de un chozo, que cuando yo lo conocí en 1987 aún se conservaba en perfecto estado, en el Monte La Vilietsa, arriba cerca del deslinde con el Monte Munietsus. También es muy probable su existencia por debajo de la Braña de Valcarcel de Alguerdo donde hay dos construcciones que en el mapa topográfico de 1953 reciben el nombre de chozo. Mi hermano Naciu me comentó que conocía alguno por Somiéu, habiéndolos en otros muchos sitios de la Cordillera Cantábrica, en ambas vertientes.

Cubierta con trozos de madera. Combu. De asturnatura.com.

 

Detalle de la cubierta.


Otro detalle de la cubierta de trozos de madera.


En el centro de la imagen dos chozos separados entre si, por debajo de la braña de Alguerdo.


Chozo y cabana con teitu de escobas. Puerto La Mesa, Somieu. Del blog Recorriendo las montañas de Asturias. Brañas de Saliencia 19 abril 2014.

Pero ¿quién utilizaba los chozos?. Me inclino por los pastores de la trashumancia, ya que tanto en Extremadura como en La Mancha estas construcciones eran muy habituales. En muchas de esas zonas la vegetación natural brilla por su ausencia, teniendo que recurrir a la piedra como la única materia prima disponible, incluso para las cubriciones. Fueron los pastores de las merinas quienes trajeron esa practica, a una zona que igualmente utilizaba la piedra pero que disponía de más recursos naturales. Sorprenden estas cubriciones de piedra en lugares donde abundaban las escobas y los piornos, lo que atestigua su origen foráneo. En el de La Vilietsa, venciendo mis temores iniciales me atreví a meterme dentro, donde solo pude permanecer un instante, por miedo a que pudiera desplomarse. 

Chozos y bombos en La Mancha de T. Sánchez-Migallón jiménez.


Pero volvamos al cerro del Serrón del Niu L´Aigla. Estamos a 1330 metros de altitud, en el posible castro y la senda se encamina a su último tramo. El cambio respecto al solano del Serrón es más que evidente, ahora estamos en avesíu y todo mejora. Toda esta ladera está bastante ocupada por el arbolado, aunque algunas zonas están en una fase muy temprana y les llevará su tiempo porque el suelo sigue siendo bastante rocoso.

Tras el teso que bordea la Vatsina Los Castros nos adentramos en el valle que forma el afluente más importante de la zona alta del Ríu La Candanosa, la Regueira Las Tsagunas hacia la que vierten las tsagunas y que corre paralela al río principal. 

Detalle del mapa con la toponimia del Ríu La Candanosa.

Entramos en la Vatsina Carril del Carro, por encima de un tseirón que ocupa intermitentemente la ladera derecha de esta vatsina. por contra la ladera izquierda, por la que discurrimos, está surcada por varias vaguadas, muy frescas y con mejor arbolado. Aquí una zona muy escarpada obliga a la senda a descender algo. luego vuelve a subir para salir al teso divisor de vatsinas y atravesar rápidamente la Vatsina Carril, muy poco marcada. La vegetación empieza a ralear y salimos a otro tseirón y tras subir un poco por él continuamos en llano hasta la primera tsaguna. 

Vatsina Carril del Carro y Vatsina Carril. julio 2017

Los topónimos de las dos últimas vatsinas que hemos atravesado constituyen todo un misterio para mí: Vatsina Carril del Carro y Vatsina Carril. Carril es un termino agroganadero. Se usaba para referirse a un camino de carro por una cuesta arriba (por ejemplo La Carril de Moncóu, camino que ascendía hacia su braña, primero de forma suave y luego después de El Muntecín, bastante más acentuada) o para las huellas dejadas por las ruedas del carro en los caminos (también llamadas roderas). Pero igualmente era una carril el portillo o los varales de madera puestos en los muros o en el vallado del cierre de una finca para que pudiera pasar un carro. 

La Carril de Moncóu vista desde El Muntecín. 31 julio 2020.

Ninguna de esas acepciones se reflejan en el paisaje, más o menos reciente, de la zona y no tengo constancia de la existencia de ninguna braña en estos lugares, y pensar en terrenos agrícolas desafía toda lógica, siendo impensables en zonas como estas, tan altas y alejadas de las vegas fluviales. Las brañas conocidas más cercanas están bastante alejadas de aquí: La Veiga´l Tixidal, arrendada por el pueblo de Pousada Rengos, y A Veiga dos Trabóis, llevada por los de Alguerdo.

La primera está situada en el entorno de la confluencia de La Regueira Las Tsagunas con el Ríu La Candanosa, con una clara progresión por el Teso La Veiga´l Tixidal, algo que se aprecia aún en el paisaje reciente donde la granda, heredera de zonas de pasto, va siendo poco a poco colonizada por el arbolado, o en las laderas cercanas a la veiga donde los raleados árboles permitían claros donde abundaba la yerba de pasto. Claros que aún perduran en la actualidad pero ya en proceso de colonización aunque algunos de ellos proceden de entresacas madereras. 

La campera de la braña estaba justamente en la confluencia de La Regueira con el Ríu La Candanosa. julio 2016.

 La penetración de la braña por La Regueira Las Tsagunas era escasa debido a lo agreste y tortuoso que era su relieve, prefiriendo el alomado teso y la ladera que vierte al Ríu La Candanosa. También se ven los restos de pequeñas camperinas dependientes de esta braña, como la de La Grandina, valle abajo en la ladera del Serrón. 

Ladera del teso que vierte hacia el Ríu, con restos de claros y camperas. julio 2015.

La Veiga Los Trabóis también está alejada de las Carriles. Estaba asentada en la veiga del Ríu La Candanosa, del lado de desagüe de la Vatsina La Penona La Veiga Los Trabóis. En ella aún se ven, pegada a la senda que sube o baja de Las Tsagunas, los restos de su cabana. Yo ya no conocí su campera pero preguntando a los de Alguerdo estos me decían que se veía muy bien desde los altos cercanos. Que era como un gran prau, pero como ya he dicho en otra parte, este ya había evolucionado, perdurando una gran área más o menos desarbolada, tomada por un avellanar con la presencia de muchos xardones, o de arboleda aún muy joven. 

Restos de la cabana de la Veiga Los Trabóis.


Parte superior de la campera de la Veiga Los Trabóis, ocupada en la actualidad por un bosque todavía joven. Julio 2016.


Partes inferiores de la campera de La Veiga los Trabóis. Julio 2016.

Hasta aquí llegaron las talas y las entresacas madereras se confunden con los claros de pastoreo, solo los tocones que aún se ven nos sirven para diferenciarlas, pero para verlo hay que separarse de la senda. Muchos de los grandes robles y pládanos que bordeaban la campera , muy separados entre si, no se cortaron porque su aprovechamiento maderero sería escaso. Casi todos ellos tenían heridas por donde la pudrición se había ido introduciendo. Parece que su convivencia con los usuarios de la braña les había resultado perjudicial, siendo la actividad antrópica la causante de su deterioro.

Enorme pládano debajo de la campera de la Veiga Los Trabóis. 27 julio 2018.

 

Algunos de los centenarios robles del entorno de la campera de la Veiga Los Trabóis ya han cumplido su ciclo vital, sin duda reducido por la actividad antrópica. 27 julio 2018.

Quizás lo que os comente a continuación sea para algunos algo novedoso y que a otros no les guste, pero se ajusta a la realidad. A los pastores lo único que les interesaba eran los pastos, el arbolado era algo secundario y contrario, en la mayoría de los casos, a sus intereses y además como no eran suyos no les interesaba ni importaba su estado de conservación. Os pondré un ejemplo, Aunque lo que voy a decir también lo hacían los cazadores, los propios guardas forestales y los furtivos, que en ocasiones eran los propios pastores: con mal tiempo y mucho frío utilizaban oquedades de grandes árboles para hacer fuego y protegerse del agua, sin importarles lo más mínimo las repercusiones que ello tendría en el árbol afectado. Si visitáis la zona solo tendréis que llevar los ojos "abiertos" para percataros de ello. 

Restos visibles del fuego hecho entro de esta oquedad. Parte inferior de La Veiga Los Trabóis. Julio 2016.

Tampoco vi yo restos, directos o indirectos, de braña alguna en una incursión que realicé por La Regueira Las Tsagunas. En aquel tiempo había, aparte de Benjamín (o Jaminón como le apodaba la gente, dado su rudo carácter) el Guarda Mayor que apenas se movía de Las Tablizas, dos guardas forestales encargados de vigilar, patrullándolo, el Monte. Aladino Farruco que era de Mual y Aumente que era de Oubachu. Yo me llevaba muy bien con ellos, sobre todo con Aladino porque era de las pocas personas del pueblo que mostraba interés por cuestiones relacionadas con la naturaleza. 

Cuando no tenía que realizar largas caminatas siempre llevaba conmigo un pequeño libro que me había regalado mi hermano mayor Carlos. "Flores de Asturias", obra colectiva de Juan Álvarez Riera, Emilio Rico y Rosa Mª Simó, Que partía del color de las flores para diferenciarlas. Algo sin tecnicismos y muy al alcance de cualquiera. Un auténtico tesoro con el que iba aprendiendo a conocer muchas plantas de las que había en la zona. En ratos libres o cuando volvía andando de Las Tablizas siempre había alguna planta que me llamaba la atención y que trataba de localizar en el libro. A veces lo conseguía, otras veces no, pero cada vez que lo lograba era como un pequeño triunfo que me animaba a seguir con esta afición. 

Aún conservo el libro, por motivos sentimentales, pero está en un estado deplorable por el intenso uso que recibió.

Supongo que para alguien del pueblo que me viera, la escena le pareciese, cuando menos, curiosa. Yo parado y agachado observando algo en el suelo y luego verme sacar un librillo y pasar hojas hasta detenerme en una fotografía y comparar lo que se veía en ambas. Puede que a algunos les pareciese una perdida de tiempo, pues qué tenían de especial las pequeñas e insignificantes plantas. Plantas que, más o menos, abundaban y estaban por doquier y a la que la mayoría de las personas les parecían invisibles porque nadie les prestaba la más mínima atención. Para mí, sin embargo, sí tenían valor, diferenciarlas, saber su nombre (casi siempre el científico porque la mayoría carecían de nombre popular) me ayudaban a sentirme más hermanado e integrado con el Medio, con la naturaleza. Además algunas son tan bellas que me parece un pecado no prestarles atención.

También me había agenciado una Guía de campo de flores, mucho más completa, pero más genérica porque abarcaba toda Europa, más complicada de utilizar pero que como era fácil de transportar casi siempre metía en la bolsa bandolera que siempre me acompañaba. En Mual tenía algún otro libro, menos de los que me gustaría tener, pero eran menos manejables. Su gran tamaño (pensad en el libro de Botánica de la Enciclopedia Temática Asturiana de Silverio Cañada) impedía su utilización sobre el terreno. 

Libro de botánica.


Libros que tengo de esta excelente colección.

Lo cierto es que aprendí bastante, incluso llegué a interesarme por el mundo de los líquenes, de los que crecen sobre la corteza de los árboles y de los que lo hacen sobre la roca desnuda, todo un microcosmos, con unos colores y unas formas alucinantes. Así cualquier salida al monte, aunque las distancias fueran cortas, tenía más alicientes. Había tantas cosas que ver y era tan reconfortante hacerlo. Aumentar los conocimientos sobre lo que te rodea sirve, de alguna manera, para sentirte más unido a ello. 

Un día que estaba en plena faena en el entorno de Las Tablizas, tratando de averiguar qué planta era la que estaba viendo, se me acercó Aladino para saber qué estaba haciendo. Se lo expliqué y juntos empezamos a hojear hojas y hojas hasta que por fin dimos con una que se le parecía mucho y luego leyendo la información, los dos confirmamos que era la misma . A partir de entonces, en más de una ocasión, Aladino me pedía prestado el libro para utilizarlo en sus cotidianas caminatas, o se lo dejaba directamente yo cuando me tocaba alguna excursión larga, También intercambiábamos impresiones y descubrimientos sobre Munietsus. En cierta ocasión me comentó que se había internado y recorrido La Regueira Las Tsagunas, desde la primera tsaguna hacia abajo, hasta salir al Ríu La Candanosa y que era un recorrido duro pero muy bonito.

Era como una invitación a la que no pude resistirme así que un día que me encontraba solo en Las Tsagunas, no recuerdo si había subido con ese propósito o con otro, decidí hacer ese recorrido. Decir monte a través es decir poco porque aquí el terreno es extremadamente quebrado. Este valle es mucho más estrecho que el de La Candanosa y la erosión glaciar y fluvial además de encajonarlo ha creado grandes saltos. Personalmente, sabiendo el punto de partida y el final, o sea conociendo el entorno, este tipo de excursiones son de las que más me gustan. Resultan toda una aventura pues recorres terrenos desconocidos y al mismo tiempo nunca te encuentras perdido del todo, algo a tener en cuenta en montes tan grandes como Munietsus. ¡Descubriendo el territorio al que perteneces!.

Recuerdo un gran salto que tuve que ir bordeando por donde buenamente pude, con cuidado pero con determinación. Cuando veía que por un punto no podía continuar, retrocedía y lo intentaba por otro. Si se resistía ampliaba hacia los lados el intento. Sin cuerdas, sin posibilidad de pedir ayuda en caso de accidente y sin ni siquiera pensar en esa posibilidad. Recuerdo que muchas veces mi madre me regañaba y me preguntaba si no tenía miedo de salir solo al monte, "¿y si te pasa algo?", pero esa posibilidad ni se me pasaba por la cabeza y la verdad es que nunca he tenido ningún percance serio en el monte.

La ventaja de La Regueira Las Tsagunas es que había arbolado. Incluso en estos farallones hay algún árbol al que te puedes sujetar o algún subarbusto que puedes usar como una cuerda para descolgarte por él durante un pequeño salto. Aquí el ejercicio físico es completo, utilizas las manos, los brazos, las piernas y la cabeza, aunque esta última solo para intentar descubrir cual es el mejor paso.

Ni que decir tiene que en este tipo de excursión no puedes llevar casi nada contigo. Yo llevaba la bolsa bandolera con algo de comida, una navaja, un boli, dos o tres hojas en blanco (que muchas veces permanecían en ese estado porque la emoción y otros sentimientos me impedían tomar nota alguna, preocupándome solo por sentir), una cinta métrica y la cantimplora, manteniéndola muy ceñida al cuerpo. Tal vez os resulte curioso que yo llevara una cantimplora, un utensilio inútil cuando andas por un bosque donde el agua es abundante. Pero he de deciros que siempre he desconfiado del agua estancada de las lagunas, así como de los lugares sobre los que vierte o se filtra. Nunca he bebido de esa agua. Sí vierais el nacimiento de La Regueira Las Tsagunas, saliendo de la primera tsaguna, compartirías mis temores. El agua es ahí turbia, lechosa y con muchos "globitos", sobre todo en verano cuando lo que sale de la tsaguna es un hilo de agua. Su aspecto disuade de beberla aunque tengas mucha sed. 

Agua turbia justo a la salida de la primera tsaguna.

También cuando llovía mucho, en verano, y el agua caída obligaba a "salir" al agua estancada de Las Tsagunas, el agua del Ríu La Candanosa, por debajo de la Veiga´l Tixidal, adquiría un color verdoso, que luego se transmitía al propio Ríu Munietsus, siendo preferible beber agua de cualquier afluente antes que del curso principal. La ruta que realicé por La Regueira iba cercana a su curso, de ahí que la cantimplora, llenada con agua fresca del Vatse La Candanosa, me resultara imprescindible.

También es recomendable llevar un buen palo, y digo palo no un bastón de esos que se compran y que utilizan los montañeros para andar, porque en más de una ocasión puede que te veas obligado a abandonarlo, al quedar a desmano tras haberlo utilizado, luego sobre la marcha te agencias otro.   

8/10/2022

El Monte y el guía de Munietsus 89

 

La tercera granda en extensión es la que mejor se ve desde donde estamos oteando, dada su cercanía. Llega hasta el Cotarrón de La Candanosa y ocupa parte de la ladera izquierda de la Vatsina Tixidal. En altura va desde encima mismo del Pico La Pena Candanosa hasta un trozo por encima de la senda de Las Tsagunas. La granda ya existía antes de las últimas cortas en Munietsus y era mucho más grande, pero se ha ido repoblando de una forma acelerada y lo sigue haciendo en la actualidad, encontrándose ya rota en dos partes.

Granda Vatsina Tixidal, senda, Pico La Pena La Candanosa. 26 julio 2016.


Granda de la Vatsina Tixidal. Foto Google.

La parte de arriba está atravesada por la senda. Por debajo de la senda el proceso está muy avanzado, con numerosos capudres surgiendo entre los altos ganzos. Por encima de la senda va algo más lento al tener suelos más secos. La parte inferior es más pequeña y es la que llega hasta el Pico La Pena Candanosa, volteando el Cotarrón y ocupando una alargada y estrecha franja en el lado de los Tsagozos, que impide que desde ese lado llegue tsande ya que el arbolado está por debajo del cerro y no puede superarlo. Los suelos son más secos y algo más rocosos por lo que su repoblación se prevee algo más lenta.
La senda de Las Tsagunas atraviesa la granda de la Vatsina Tixidal. Foto Google.


El Pico La Pena La Candanosa y la granda.

 
El Pico La Pena La Candanosa y su entorno del lado de Los Tsagozos.

Por debajo de la granda destaca la parte final del Cotarrón de La Candanosa, ocupada por la Pena Candanosa, un gran risco rocoso que se prolonga incluso contra el Ríu Las Fayonas, con dos ramales que conforman dos profundas aunque cortas vatsinas, que no tienen nombre o que yo no conseguí descubrirlo. En general la zona está bastante desarbolada pero parece que va mejorando al estar colonizada por un extenso ganzal de brezo blanco.

Zonas realmente agrestes las de estos ganzales de brezo blanco que hay por debajo de las grandas que hemos descrito, que a pesar de estar cerca de las vegas fluviales, disponiendo por tanto de mayor humedad (proveniente de la escorrentía y de una menor insolación), nos muestran otra de las múltiples caras que nos ofrecen los bosques de Munietsus. Pero a pesar de todo la naturaleza es muy pródiga en milagros y con cada año que pasa su aspecto mejora notablemente y es muy probable que en un futuro, incluso aquí, anide algún árbol, como sin duda ocurrió en el pasado, antes de que las hachas y las sierras los extirparan.

Hay alguna granda más en dirección a Las Tsagunas como la del tramo de cerro rocoso que hay entre Vatsina Tixidal y Vatsina Da Eira, pero son de menor entidad. Incluso perduran algunas minúsculas por entre el arbolado, que solo poco a poco van siendo colonizados. Llevamos cinco décadas de regeneración y vemos que las heridas del bosque, tanto las derivadas del uso ganadero como las de las talas madereras, aún no han cicatrizado del todo y es de preveer que tarden en hacerlo. De todas formas el proceso es imparable. 

Cerro rocoso entre Vatsina Tixidal y Vatsina Da Eira.

La persistencia de las grandas es incluso evidente en zonas de umbría, como el Ganzal de Samartino, aún muy amplio y otra más pequeña junto a la sierra en esa zona del Ríu Tixeirúa.

Existen en Munietsus y en todos nuestros montes, otros subarbustos leñosos que también constituyen grandas, aunque siempre menos extensas en tamaño que los ganzales. Ya hemos hablado de ellos en el apartado de los praus y pertenecen a la familia de las leguminosas. La característica principal de esta gran familia es la de presentar sus semillas en el interior de una vaina, semillas a las que llamamos legumbres. Pensad en las fabas o en los arveitsos para visualizarlo mejor, aunque en este caso son de mucho menor tamaño y no son comestibles.

La especie más abundante y mejor conocida a nivel popular es la "siñesta" (xiniesta) o "escoba" de la que todos seguramente habéis oído hablar ya que uno de sus usos era la de servir precisamente de escoba, para barrer, eso sí muy por encima, cualquier estancia. Su nombre en castellano, escoba negra, puede confundirnos ya que sus flores son de un atractivo color amarillento. Lo de negra parece derivarse de la vaina que atesora sus diminutas semillas, vaina que es la más alargada de todas las de sus congéneres, cubierta de pelos y de un color negruzco. Las bolitas (también negras) que constituyen sus semillas son, como en el caso de su parentela, de los ganzos y del resto de plantas superiores del género erica, tan pequeñas que es el viento el encargado de dispersarlas por todo su entorno. Ello la ayuda a ser la gran colonizadora de los espacios desarbolados. 

Largas vainas las de la escoba. 27 julio 2022.

Su nombre científico es cytisus scoparius y a diferencia de los ganzos ocupa terrenos con suelos más profundos y con mayor humedad, lo que la lleva a ser el primer "comensal" de praus y terrenos de cultivo abandonados, así como de los claros que por diferentes causas (talas, incendios...) se producen en los bosques.

Cytisus scoparius con sus largas y rectas ramillas.

 Su hermana la escoba blanca (cytisus multiflora) es más acorde con su nombre, al poseer flores de color blanco. Esta siñesta es menos abundante y comparte con la amarilla una gran ventaja en lo referente a su propagación y resistencia en los terrenos que ha colonizado, que es el de su rápido crecimiento. En poco tiempo (hablamos, eso sí, de años) puede superar en altura y tapar a cualquier persona.

Además de las siñestas (género cytisus) también hay por nuestros montes, dispersos o formando grandas, otras especies de leguminosas. Por su escasa presencia del codeso (adenocarpus complicatus susp. lainzii) solo decir que se parece a la siñesta aunque con un aspecto más desaliñado, menos compacto y que su legumbre está cubierta de pelos glandulosos (como bultitos carnosos).

Más abundante es el género genista, conocidos por nuestros paisanos como piornos, siendo la genista florida subsp. polygaliphilla la más frecuente, con flores amarillas, como su hermana la genista obtuserranea, poco frecuente en Munietsus pero muy abundante en el cordal principal de la Cordillera Cantabrica (El Puertu, La Cutsada de Zarréu...) y en Tsaciana. Los piornos ocupan lugares muy diversos pero siempre en lugares elevados. Colonizan suelos más secos, vedados a las siñestas, llegando a asentarse en las grietas y rellanos de los farallones y crestas rocosas en sus lados avesius, ya que el solano y los tseirones solo los puede colonizar el brezo blanco.

Genista o piorno con sus flores amarillas. 2 julio 2022.

 

Flores de piorno más en detalle.

Enorme la labor de piornos y ganzos blancos en esos terrenos casi faltos de suelo. Gracias a ellos quizás con el paso del tiempo pueda anidar algún arbolillo. Con todo en muchas de esas masas rocosas la vegetación potencial (o sea la máxima a la que puede aspirar) no la constituye el bosque. Los árboles, incluso los más austeros, tienen unos requisitos mínimos, que la roca pura y dura no posee. Aquí solo líquenes y musgos pueden representar al mundo vegetal. Pero la roca siempre acaba poseyendo grietas y rellanos donde se puede ir acumulando algo de suelo y a donde pueden llegar semillas de liviano peso, como las de nuestros subarbustos. Ganzos y piornos están dos peldaños por debajo en la escala de los vegetales superiores (árboles-arbustos-subarbustos) y sus exigencias son menores, a lo que se suma su lento crecimiento que provoca una menor necesidad de recursos. Ellos serán la vegetación potencial, de hecho ya lo están siendo, de esas zonas.

Por contra las siñestas, al ocupar suelos profundos, siempre suelen ser un peldaño en la recuperación de la vegetación potencial que como venimos repitiendo, en nuestra zona, la constituye el bosque. Si cerca  existen fuentes de semillas, es decir árboles que ya puedan ofrecer semillas germinativas, el paso es relativamente rápido, incluso muy rápido. Para ilustrar el tema os contaré el caso de la parte inferior de Valmayor. 

Prau de secano o tierra de labor colonizada por escobas, con un pládano que anuncia su colonización arbórea. 27 julio 2022.

Este vatse está lindando con la Reserva y pertenece en su mayor parte a los montes de Mual, excepto las partes altas desde el entorno de la carretera que sube al Counio, que son de Oubachu. Su historia corrió pareja a la de Munietsus en cuanto a su explotación maderera. Con el agravante de estar situado más cerca de la salida del valle del Ríu Munietsus-Mual, algo que facilitaba su explotación. En tiempos del "señor" conde, este lo usaría como si fuera de su propiedad y en tiempos de la BOSNA esta haría lo mismo o como mucho compraría el vuelo (los árboles) al pueblo.

Valmayor había sido un precioso robledal de solano, pero estaba muy degradado pues a la tala masiva se le habían unido frecuentes incendios. Además a diferencia de las vatsinas de Munietsus se encontraba bordeada por amplias grandas. En su interior solo perduraba algo de arboleda en los cursos de sus vaguadas. Por su parte más inferior, cercana al río, transitaba la pista que unía Las Tablizas con Mual y por encima de esta y durante un buen tramo no había ningún árbol. Como poseía un buen suelo se había instalado en él un escobonal que no acababa de prosperar por los continuos incendios. Cuando yo la conocí presentaba ese aspecto y me daba una profunda pena. Bueno, en general  me daba pena ver todo el solano de Mual-Oubachu convertido en una grandiosa granda.

Los incendios empezaron a ir a menos, pero ocurrió en ese año,1987, en que yo ya estaba de guía, que se produjo un corrimiento de tierra en sus partes bajas que sepultó totalmente la pista. Recuerdo que durante toda la primavera había llovido copiosamente y casi de continuo y me acuerdo bien de ello porque me había tenido que comprar unas botas de goma que me llegaban casi hasta las rodillas. No me gustaban mucho, pero para no mojarse eran ideales. Tanta agua fue demasiado para el suelo. Los subarbustos retienen el suelo hasta cierto punto, pues sus raíces alcanzan poca profundidad. Si hubiera habido árboles es muy probable que este corrimiento no se hubiera producido porque las raíces de estos penetran profundamente en el suelo y crean una malla protectora en torno a él, pero como no los había...Se Habilitó un paso peatonal pero el tráfico rodado quedó interrumpido durante unos días. Luego una pala mecánica despejó la pista pero el peligro seguía ahí, había que estabilizar el suelo para evitar nuevos argayos o fanas.

Aún se nota en Valmayor la hondonada creada por el corrimiento de su suelo. 29 julio 2018.

Lo cierto es que se hizo una buena labor. Se construyó un grueso muro con grandes piedras traídas de alguna cantera (supongo que de la del Poleiro de Rengos), dejando un desagüe para que pudiera salir el agua del vatse y no utilizando cemento para dejar que el resto de agua se pudiese filtrar también por las rocas del muro.

Muro de piedras en seco para que el agua pudiera filtrarse por ellas para sujetar los suelos de Valmayor. 27 julio 2018.

El suelo, una vez asentado, permitió una rápida reinstalación de las escobas y de algún piorno y pude comprobar como en años sucesivos fueran creciendo enormemente en altura y anchura. Luego fue como coser y cantar, pronto empezaron a surgir árboles, cuyas semillas le venían principalmente de arriba. En la actualidad está totalmente colonizado y hasta se pueden ver varias jóvenes tsameras (olmos de montaña) en su centro, próximos al muro, favorecidos por la humedad del lugar. 

En la actualidad los robles adultos, capaces de producir tsande germinativa, aseguran un aumento del arbolado en las zonas que aún no lo poseen. 29 julio 2018.


Parte inferior de Valmayor por encima de la pista, con arboleda capaz de sujetar los suelos. 29 julio 2018.


Jóvenes tsameras (ulmus glabra) por encima del muro de Valmayor, aprovechando la humedad del suelo.

Dentro de Muniellos estas grandas no ocupan grandes extensiones, abundan en las zonas más o menos húmedas de umbría donde antaño hubo zonas de pasto y en zonas de buenos suelos. En las zonas bajas ya están colonizadas o lo están siendo por el arbolado. Y en las altas pronto lo estarán, al menos por el abedul, el capudre, el xardón...

Estas leguminosas, como en el caso de los ganzos, también han prestado importantes recursos a nuestras comunidades rurales. La más utilizada ha sido la siñesta y ello por varios motivos. Por un lado estaría la facilidad en su obtención ya que crecía cerca de los pueblos, los lugares más antropizados, donde la alternancia de usos facilitaba su reinstalación. No faltando tampoco en los montes, donde los claros arrebatados al bosque permitían, al menos parcialmente, su presencia. Por otro estarían las características físicas de la propia planta, que posee numerosas ramas largas y rectas dotadas de una gran flexibilidad, lo que permitía una mayor facilidad en su uso.

Juntando varias ramas, con sus numerosísimas ramillas, y atándolas a un palo, en torno a él, ya se tenía una escoba. En Mual a las más rudimentarias y de menor tamaño le llamaban "bascachu". Servían no solo para barrer los suelos si no también para quitar telarañas y demás suciedades de techos y paredes y barrer el forno del pan, donde la quema para calentarlo dejaba acumulado restos no quemados y ceniza, sobre todo esta última porque lo gordo se quitaba con otro utensilio específico (una especie de cepillo que en vez de hebras posee un saliente de madera).

También se utilizaba como "roza", que en otros lugares de Asturias llaman "rozu", aunque este puede ser de toxo o de folgueiras. Se rozan, de ahí el nombre, terrenos donde se han instalado siñestas, facilitando al mismo tiempo el crecimiento de la yerba para que el ganáu pueda pastarla. Se lleva en carrus pal pueblo y se seccionan en trozos, con ayuda de una pequeña "bruesa" (hacha), las partes más delgadas, que una vez secas sirven para "mutsir" las cortes, incrementando la producción de cuitu y manteniendo secos los lugares sobre los que se tiende el ganáu. Tal vez el topónimo Valderroza del vecino pueblo de La Venta (en realidad de Pousada Rengos pues La Venta no era ningún pueblo) aluda a la utilización de roza proveniente de dicho lugar. Las partes más gruesas se utilizaban directamente como combustible y el rozo, en ocasiones, podía servir para iniciar un fuego ya que prende con mucha facilidad.

La gran flexibilidad de las siñestas permitía su utilización como sustituto de las cuerdas y sogas de cañamo, en épocas y lugares en las que estas eran escasas o inexistentes. Servían para atar muchas cosas, cargas de leña o de otros productos para permitir un traslado más cómodo, cierres de fincas...Pero quizás sea su función como "teitu" el más desconocido y a la vez importante en nuestra zona. 

La escoba se puede doblar sin romperse. 5 agosto 2022.


La gran flexibilidad de la escoba le permitía ser un buen sustituto de las cuerdas. 27 julio 2022.

No solo existían teitus de escoba en el vecino Somiéu o en Los Ancares leoneses. Su utilización abarcaba más espacio, utilizándose en todos aquellos lugares en los que hubiera brañas. Antes de la pizarra y la teja, todos los tejados eran de teitu, o sea de tejado vegetal, bien de patsa o bien de escoba, existiendo algún caso de piezas de madera (imitando tsousas y tejas), casos más bien excepcionales y ligados a cabanas de brañas. 

Cartel informativo sobre las corralas. 15 junio 2019.


Servidor delante de los restos de una corrala. Las corralas no dejaban de ser una braña, en la sierra, lejos del pueblo, sobre todo para las ovejas. Foto Ástor.


Postes de madera e incluso de piedra sujetaban la techumbre.


Postes y vigas de madera sujetando el ramaje donde también abundaba el ganzo.


Detalle interior de la cubierta.

La dualidad patsa-escoba tiene una muy lógica motivación. Desde la aparición de la agricultura cerealícola, los poblados estables dispusieron de la materia prima necesaria para teitar con patsa. En nuestra zona se utilizaban los tallos del centeno, centeno que se cultivaba en los bordes de los centenales y que no se "matsaba" para que la paja mantuviera en perfecto estado sus cualidades aislantes, con aire en su interior ahuecado. Pero hasta la implantación de este modelo de producción agrícola y desde el establecimiento de poblados estables o semiestables, lo lógico es suponer que las chozas fueran teitadas con escobas, que a pesar de no contar con huecos en el interior de las ramas, la gran densidad del ramaje compuesto por multitud de ramillas y una colocación en capas superpuestas permitía trenzar un buen aislante frente al agua, buscando unos tejados con mayor inclinación para que el agua se deslizara mejor sobre él.

La Ruta a Las Tsagunas 36 El bosque mixto 2. Los Tsagozos.

Ladera derecha de Los Tsagozos, un bosque mixto en donde hasta parece que hay alguna faya. 27 julio 2.018. Nos preguntábamos en el capítulo ...