6/30/2023

El Monte y el Guía de Munietsus 110 La ruina de los rebrotes. El problema de los suelos estrechos 1

Los guardianes de la senda, una vez superados estos. 26 julio 2.016.

El tiempo empleado en Decutsada me permitió percatarme de algunos cambios que se estaban dando. Los robles habían engordado una barbaridad, pero algunos que yo conocía muy bien y que suponía que eran rebrotes, presentaban un aspecto muy cambiado.

Me sorprendió uno con varios fustes que yo había utilizado con mis visitantes como ejemplo de reproducción vegetativa. Sus copas están prácticamente secas, solo con alguna hoja y su fin parece cercano. Incluso parece que sus raíces estén en las últimas porque en el entorno y sobre sus fustes inferiores se han instalado folgueiras, hiedra y escobas que antes no había o estaban menos desarrolladas. Seguro que en el 2.000 ya presentaba algún signo de decrepitud en las copas, pero entonces, obnubilado por su belleza, no me fijaba tanto en esas cosas. Sus bases nunca las examiné, quedaban debajo de la senda y el acceso era incómodo, pero seguro que tienen heridas y defectos. 

El fin ya está cerca para estos rebrotes de una misma raíz y que yo utilizaba para explicar el tema de los rebrotes. Partes bajas de Decutsada. 27 julio 2.018.

Heridas en la base, copas afectadas se repiten a lo largo de todo el tramo de la ruta por Decutsada, siendo numerosas en robles rebrotados, tanto en el solano como en el avesíu, por lo que no todas fueron causados por el fuego.

Feo aspecto en la base el de este trío rebrotado, pero aún con mucha vitalidad como demuestra su copa, pero que a la larga le pasará factura. Partes bajas de Decutsada, al lado de la senda. julio 2.016

 

Copas del trío rebrotado con excelente estado, excepto el de la izquierda del todo que se ha rezagado y está condenado a corto plazo.

Robles que a mí me parecían inmortales, dado el vigor que demostraban, presentan ahora una imagen distinta. Siguen ahí pero ya no irradian la energía que antes poseían. Los "Tres Colosos" o "los guardianes de la senda" como yo apodaba a tres potentes y grandes albares en el avesíu de Decutsada, tienen ahora un aspecto más lánguido. La senda pasa entre ellos, por el hueco que hay entre el de arriba y los dos de debajo. No se les aprecia heridas en la base pero los dos de abajo, al poco de salir llegaron a tocarse pues uno de ellos buscando mejor insolación se inclinó algo sobre el otro y salió por debajo de él. En ese punto donde se tocaron, sí parece haberse producido algo de herida y además el inclinado se ha rezagado algo en su crecimiento y no tardará en perecer, afectando a los otros dos.

Zona de contacto entre dos de los tres guardianes de la senda. 26 julio 2.016.

 

Copas de los guardianes de la senda. El que se había inclinado parece haberse rezagado algo. 27 julio 2.018.

Son rebrotes y creo que ha empezado su fase de decadencia. De hecho la zona del roce tenía hace años los trocos más unidos que ahora, apreciándose claramente la separación. Ello parece indicar que los troncos, al menos uno, han dejado de engordar y empezado a retraerse, un síntoma claro de debilitamiento. 

Los guardianes de la senda con aspecto más apagado. 27 julio 2.018.

La mayoría de rebrotes de robles apeados por las sierras, parece ser que no consiguieron cerrar del todo su contacto con los tocones, dejando huecos sin recubrir. Por ellos se irían introduciendo los microorganismos encargados de descomponer la materia orgánica, en este caso la madera interna. Exactamente igual que lo que habíamos visto con las heridas provocadas por el fuego. Desde allí la descomposición se expandiría, subiendo tronco arriba y tronco abajo hasta las raíces, debilitándolas progresivamente hasta hacerlas perecer. Este debilitamiento de las raíces es el que provoca la paulatina desaparición de las hojas, provocando que el árbol se seque por completo, pasando a ser un cándanu.

Pero hay ocasiones en que las raíces siguen activas y a pesar de que el tronco ya esté hueco o podrido, siempre que no se quiebre, sigue funcionando la parte viva por donde discurren los vasos con su vital savia, a modo de carcasa viviente, hasta que la ruina ya es total y todo se viene abajo.

La ruina de los rebrotes está documentada en el caso de los castaños (castanea sativa). Se cortaban y rebrotaban, se volvían a cortar y volvían a rebrotar, hasta que tras numerosas cosechas se acababan muriendo, tanto los troncos como las propias raíces. Tal vez el caso se pueda aplicar a los albares rebrotados en Decutsada, tanto los de la zona de Oubachu como los de Munietsus. Quizás rebrotaron varias veces y acabaron perdiendo su vitalidad.

O tal vez el problema sea consustancial al rebrote del roble albar (quercus petraea). Un rebrote que le cuesta mucho producir y que cuando lo consigue no logra sobrevivir mucho más allá de la centena de años. Creo que el problema radica en la interconexión entre el rebrote y las raíces viejas, cuya evidencia más visible es cuando aparecen esas heridas pero que también parece darse en otros rebrotes donde estas no se ven y que cada año que pasa parecen envejecer más deprisa.

Abultamiento en la base por una mala cicatrización del rebrote. Encima casa de Las Tablizas. 27 julio 2.018.

 

Rebrote de albar no cicatrizado del todo. Partes bajas de Decutsada por encima de la senda. Julio 2.016.

Durante la etapa de las cortas madereras, con cincuenta años de intervalo entre una y otra, o incluso menos con Muniellos S.A., las deficiencias en los rebrotes no serían tan evidentes, pero en estos robles con cien años de vida sí que lo son y están ahí a la vista de todo visitante que desee verlos, condenados a una lenta extinción.

Puede que muchas heridas fueran, como ya hemos dicho, provocadas por incendios, que se podrían dar tras una corta, sobre todo en las partes altas. O incluso derivadas de la rotura de grandes ramas que pueden originar huecos que no se tapan y por donde se puede ir introduciendo y expandiendo la descomposición. Aunque estas roturas suelen producirse en las partes medias y altas de los troncos, lejos de su base. Pero el tema de la ruina de los rebrotes albares, su prematuro final, están ahí y es curioso porque el rebrote de las fayas no parece conocer ese trágico destino.

No es infrecuente ver rebrotes de fayas con heridas similares a las de los albares, pero en la mayoría de los casos estas parecen haber "soldado" del todo la zona de unión y acoplado mejor la vieja raíz a todo su tronco y además al crecer en zonas más húmedas han logrado evitar que el fuego las hiriera. Y ahí están, lozanas y aparentemente sanas. 

Faya en Decutsada también afectada por herida en la base y copa medio rota. 28 julio 2.018.


Faya en Decutsada que parece haber soldado sus cicatrices.


Faya en Decutsada con un impresionante y sano aspecto. 28 julio 2.018.


Heridas en estos rebrotes de faya, aunque tal vez sean debidos a incendios. La Devesa, Caguatses d´Abaxu. 23 julio 2.018.

La "plasticidad" (capacidad de cerrar heridas o soldar en un solo tronco a varios de sus fustes) es infrecuente en los albares, pero sí lo es en otros árboles, algo que les permite alargar su vida.

Como los árboles crecen hacia afuera siempre tratan de cerrar cualquier anomalía, pero a veces no lo consiguen, como esta herida en un resistente platanus hispanica. Navatejera 7 marzo 2.023.


Este teixu había soldado en un solo tronco dos de sus guías. Caguatses d´Abaxu


Dos árboles en uno. Chopo en Caguatses d´Abaxu. 14 julio 2.020.


También los olmos son capaces de soldar en un solo tronco varias guías. Ulmus pumila. Navatejera 12 marzo 2.018

 

Roble tratando de cerrar un corte podado. Caguatses, 12 octubre 2.022.

Y, por último, a los brotes, como al resto de árboles nacidos de bellota, también parece afectarles otra circunstancia o característica que posee el medio en el que viven.

En 1.769 el constructor naval del Ferrol, el francés Gautier, visitó Muniellos, otros bosques del Ríu Rengos y también los del Concejo de Piloña, como el mítico Ríu del Infierno, y elaboró un informe sobre la calidad de sus robles para el uso naval. En esa época no habría rebrotes pues aún no habían comenzado las cortas en serio, pero se encontró también con muchos grandes robles huecos, podridos o incluso rotos por dentro. Lo pudo comprobar tras mandar cortar diferentes robles en distintos lugares, aunque casi todos cerca de la entrada de Las Tablizas en el caso de Muniellos. Los árboles, pues, no darían piezas de grandes dimensiones, necesarias para la construcción naval y solo servirían para producir tablazón.

De Muniellos, Gautier nos habla de un bosque envejecido en el que la mayoría de los grandes robles ya están en clara decadencia, con pudrición en sus pies o en partes altas del tronco donde se han roto grandes ramas. Pudrición que en muchos casos abarcaba la totalidad del corazón del árbol (madera interna). Defectos que también veía en muchos de los ejemplares de mediano tamaño.

Las causas de este deterioro, según el francés, radican en la orografía y en los suelos, no solo de Muniellos si no de toda la redondada del Alto Narcea (Riumulín y Rañadoiro de Pueblo de Rengos, Valmayor y Lus Putseirus de Mual...) a los que hace partícipes de tales males. Terrenos muy pendientes y con suelos muy estrechos, incluso raquíticos.

Pero los suelos no solo son, mayoritariamente, estrechos como dice el galo, si no que en muchos lugares aflora la roca madre y en otros muchos más enormes extensiones de tseirones. Para que os hagáis una idea real de la extensión de esos canchales os reproduzco un mapa, basado en el de colores hipsométricos de la Reserva, donde están dibujados a mano y de paso os cuento como lo obtuve. 

Mapa retocado por Víctor con la localización de los tseirones.

En Las Tablizas, antes de que se construyera el Centro de Interpretación del Cumarón, había más información sobre el Monte Munietsus que la que hay ahora. En concreto había un mapa donde aparecían localizados y con su extensión sobre el espacio del Monte todos sus tseirones. A mí también me sorprendió ver lo numerosos y extensos que son ya que el tapiz vegetal ha logrado ocultar muchos de ellos de la vista. Ciertamente pateando el Monte ves tseirones por doquier pero, excepto los que están al descubierto y que abarcas a simple vista, piensas que son más pequeños.

Siempre que podía me pasaba un rato observando dicho mapa, fijándome en zonas por las que pensaba transitar. Lo cierto es que los tseirones de cantos medianos y gruesos, sin subarbustos, facilitan los desplazamientos subiendo o bajando pendientes, solo los bosques espesos permiten hacerlo con la misma rapidez. Subir por un tseirón despejado de maleza es como hacerlo por una escalera, solo que los peldaños son algo más irregulares. Es cansado y hay que estar en muy buena forma física para afrontarlos con determinación, pero una vez que lo hayas hecho descubres que en un plis-plas has subido o bajado un gran tramo de terreno. 

Detalle, marcadas La Tseirona y Vatse Tseirón.


La Tseirona, el tseirón con cantos más gruesos de todo Muniellos y por tanto el más visible y resistente a la colonización vegetal. 27 julio 2.018.


La Tseirona y Vatse Tseirón, la toponimia habla por si sola. La segunda pese a poseer cantos gruesos está muy colonizada por el arbolado. 29 julio 2.019.

Los de piedras finas son otra historia. Si subes, para avanzar un paso necesitas dar dos pues la grava se desliza incesantemente hacia abajo cuando te impulsas hacia arriba. Bajar es mucho más sencillo y cómodo, solo tienes que mantener el equilibrio sobre un suelo que se mueve y que acolcha tus pasos. Los usaba mucho con mis amigos de León o con Manuel, en las largas gargantas de Picos de Europa, para hacerlas más cortas. Pero no es nada recomendable ya que contribuyes a aumentar la erosión. "piedra movediza nun cría mofo" decía el refrán, retardando o haciendo inviable la colonización vegetal de estos suelos.

Entre la primera y el resto de tsagunas de La Candanosa la vía más rápida atraviesa verticalmente un tseirón de estas características. Hay que subirlo zigzagueando, no queda otra y además haciéndolo muy suave. Y lo mismo hay que hacer la bajada. Nada de cortar y tirar recto hacia abajo, bajaremos por donde subimos, despacio y con pasos cortos, para mitigar todo lo posible la erosión que causaremos.

Tseirón de piedras finas entre la primera y las otras tsagunas. 27 julio 2.018.

 

Detalle, tseirones de la zona de Las Tsagunas.

Cuando se jubilaron Aladino y Aumente, los guardas del Monte, fueron sustituidos por otros guardas. Yo trabé contacto y amistad con uno de ellos, Víctor, más o menos de mi edad, que se instaló junto a su compañera en una casa de Mual, en el barrio de El Cascarín. Víctor patrullaba el Monte y sustituía a Jaminón cuando este tenía días libres y se ausentaba o permanecía en Las Tablizas pero libre de tareas.

Exigir los permisos y controlar las entradas en Muniellos solo llevaba un rato pero había que permanecer todo el día allí, para denegar la entrada a quienes lleguen sin él, que no suelen ser abundantes, controlar las salidas o atender, vía emisora, posibles percances sufridos por los visitantes. Un día que sabía que Víctor iba a permanecer en Las Tablizas, le entregué un boli y un mapa y le pedí que dibujara en él los tseirones, tomando como modelo el mapa que estaba expuesto en la planta baja de la casa del guarda.

No recuerdo que tarea realicé aquel día, pero a la tarde cuando llegué de nuevo a Las Tablizas, Víctor le estaba dando los últimos retoques al mapa. "¡Joder tío!, me ha llevado todo el día. Todo un trabajo de chinos". Y tenía razón, una labor propia de un meticuloso artesano. Una fiel reproducción del original, como pude comprobar al comparar ambos mapas.

A Víctor también le apasionaba el Monte y se preocupaba por conocer el que le tocaba patrullar. De hecho fue él quien me regaló una fotocopia del antiguo mapa de Muniellos, editado por el ICONA en 1.983. Una fotocopia algo más pequeña que el original, más manejable y además plastificada, para resistir "vientos y mareas". Yo ya tenía el original y lo conservo al lado de esta copia, apreciando los dos por motivos diferentes. ¡Gracias Víctor!. 

Original y fotocopia plastificada del mapa-folleto de 1983.


En el mapa folleto de 1983 solo aparecen dos tseirones, La Tseirona y el que precede al faéu del Vatse Las Varas.

Se sorprendía Gautier de la enorme altura que tenían los árboles de Muniellos, obligados a crecer hacia arriba, rectos para poder acceder a la luz. Una auténtica carrera a toda pastilla pues quien no lo haga no vivirá para contarlo.

No lo dice explícitamente él pero se entiende cuál ha sido la dinámica forestal en este Medio: los árboles al crecer tan altos necesitan unos aportes de nutrientes muy alto, para mantener su enorme estructura. Pero los suelos, tan poco profundos, no los poseen y encima las copas de los árboles son de pequeñas dimensiones debido a la competencia existente. Esa falta de nutrientes necesarios provoca debilidades en el árbol, comenzando entonces su lenta agonía: raíces que se van secando ante la falta de nutrientes, pequeñas heridas que comienzan a agrandarse con la consiguiente oxidación y entrada de microorganismos patógenos y descomponedores...

Lo mismo ocurre en comunidades animales, incluida la nuestra la especie humana. La ingesta de nutrientes por debajo de los necesarios repercute en una merma de la esperanza de vida y una menor resistencia ante cualquier enfermedad. ¿Sabíais que la esperanza de vida, o sea la media de lo que viven los seres humanos, en la época del Imperio Romano estaba entre los 20-25 años. Debido sobre todo a una mortalidad infantil elevadísima, siendo pocas las personas que llegaban a la pubertad.

La utilización de otras ramas científicas, como por ejemplo la medicina, como auxiliares de la Historia, ha permitido descubrir que las grandes concentraciones humanas, como las habidas en muchas ciudades del Imperio, eran un excelente caldo de cultivo para el surgimiento y expansión de enfermedades infecciosas y pandémicas, como la peste con todas sus variantes, expandiéndose posteriormente a núcleos rurales y afectando a todas las áreas del Imperio y zonas limítrofes. Por lo visto las termas y baños públicos, que cada emperador o ciudadano ilustre se vanagloriaban de abrir para disfrute de sus conciudadanos, constituían el punto de partida para el contagio y expansión de esas enfermedades, consideradas como una causa, entre otras, de la crisis y posterior derrumbamiento de la civilización romana.

La esperanza de vida seguiría siendo muy baja hasta tiempos relativamente recientes en donde gracias a una dieta más completa, medidas higiénicas más eficaces y extendidas y los avances médicos la han situado en torno a los ochenta años, eso sí , solo en los países desarrollados.

¿Cuál será la esperanza de vida de los árboles de Muniellos?. Si alguien lo supiera seguro que nos llevaríamos una sorpresa por lo baja que seguramente será. 

6/15/2023

El Monte y el Guía de Munietsus 109 Decutsada de Oubachu 2: bosque envejecido prematuramente. Decutsada de Munietsus

Interior ahuecado de este gran roble. 28 julio 2.018.

Entonces no conocía aún La Chanadona L´Era Farruco, que ahora tenía justamente a mis pies. El topónimo lo había obtenido un día que estaba charlando, donde antes estuvo instalada la serrería de Las Tablizas, con Aumente y Aladino, los dos guardas que todos los días salían a patrullar el Monte. Teníamos Decutsada y su teso enfrente de nosotros. Yo tenía pocos nombres de la parte del Monte Oubachu de esa zona y como Aumente era de este pueblo, le pregunté por ellos. Me dijo algunos pero todos me eran conocidos. Intervino Aladino: "seguro que este no lo conoces" y señalando con el dedo hacía la parte media-alta del Teso Decutsada dijo: La Chanadona L´Era Farruco". Y tenía razón, ni siquiera Aumente lo conocía. 

L´Era Farruco, iniciando La Chanadona debajo de las Penas de Fonculebrera que yo utilicé como mirador.

La Chanadona no es realmente una gran llanada, lo realmente llano, L´Era Farruco, es muy poco extenso, el resto es tendido, alomado, claro que contrasta bastante con el resto del teso que tanto por debajo como por encima es bastante pendiente. Aunque más arriba, acercándose al pico La Baxancada, tiene otros grandes rellanos que seguramente pastaban las vacas de Oubachu, procedentes de su braña La Veiga´l Pumar que había sustituido a la Braña Vieja. Yo conocía la zona con el nombre de La Chaná Decutsada (que por cierto en el mapa de colores hipsométricos no está bien situada) ya que así le llamaban mis otros informantes. Aprovecho la ocasión para rectificar un error de mi mapa en su localización: L´Era Farruco está a la vera misma del deslinde Munietsus-Oubachu en el Teso Decutsada (por lo tanto debajo de la cima de El Vatsinón) y La Chanadona se prolongaba hasta la cima del Teso Los Carboneros. 

El nombre se le quedó grabado de por vida cuando lo oyó de algún viejo porque no olvidemos que el nombre de su Casa era Casa Farruco y él era Aladino Farruco. Aunque no tenía constancia de un nexo de unión entre L´Era y su Casa.

Por cierto, en bable se le llama "farruco" a una persona que presume de valiente, si bien la palabra parece derivarse de un nombre familiar (Francisco) con un sufijo diminutivo (uco), derivado a su vez de la palabra latina "Francus". Franco, grupo germánico que se acabó instalando en La Galia y que en la Edad Media se le aplicó a los franceses que se instalaron en el Norte Peninsular, tras el inicio de La Reconquista, atraídos por las prebendas y beneficios que la corona asturiana les otorgaba por la necesidad de gente con la que repoblar las tierras. No solo las que les iban arrebatando al "muslim" al sur del Duero, si no también las interiores de las Asturias.

En Mual tenemos dos Casas relacionadas con el nombre de Francos, esta que hemos visto de Farruco y la Casa Francos. Y lo dejo ahí porque no estaría bien que un historiador, con tan parcos indicios, fuese más allá.

Por entre buena arboleda fui lentamente descendiendo, por el mismo y pendiente teso o algo metido contra Decutsada hasta llegar a L´Era Farruco, por donde me entretuve un buen rato. Como ya he hablado de este lugar en el capítulo de los caleiros, no voy a repetirme. 

Roble albar bajando a L´Era Farruco.


Faya bajando a L´Era Farruco.

Cerro abajo y contra Fonculebrera era muy difícil meterse pues los ganzos y los espinos estaban muy desarrollados, así que opté por ir metiéndome contra Decutsada, con alguna subidina y bajadina tratando, como siempre hago, de abarcar el mayor espacio posible, para finalmente ir subiendo lateralmente hasta coger la pista que había utilizado. Esta tardó en aparecer pues los continuos resbalones fueron en aumento a medida que el terreno se empinaba más y más. Cuando llegué a ella me alegré ya que estaba realmente cansado.

Tras esta larga introducción vamos con lo que quería plantear. En la zona de Decutsada que ahora nos ocupa, el arbolado a simple vista parece ser bastante bueno, con predominio de robles albares sobre algunas que otras fayas. Árboles centenarios (100 años) o en torno a esa edad y con buenas densidades, aunque en las zonas muy pindias estos escaseaban. Algo completamente lógico ya que al aumentar la pendiente, aumenta el terreno pero este sigue teniendo el mismo porcentaje de luz solar que tendría si fuera llano.

Me sorprendió que la mayoría de los grandes robles que iba viendo presentaran alguna deficiencia. Desde lejos parecían bellos y lozanos, alzándose con sus enormes fustes, libres de ramas hasta bastante altura. Pero al acercarme a ellos y fijarme más a fondo no tardé en verles la macabra presencia de las heridas. 

Gran roble con herida en la base.

Decidí analizarlos más en detalle, fijándome como antes os decía en su base y en su copa. Casi todos, por no decir todos, tenían herida la base, con formas muy variadas: redondas, alargadas... y grado de afectación también diferente, con zonas lisas donde aparece la madera desnuda hasta oquedades más o menos profundas.

Herida cerca de la base del tronco en este albar.


Herida en la base de este enorme albar.

 

Gran albar con herida en la base.


Herida ya muy profunda que anuncia un fin cercano.

Las heridas de la base suelen afectar a la copa de una forma más tardía, tardan bastantes años en manifestarse una vez iniciado el proceso de descomposición de la madera interior. Pero había algunas donde el proceso estaba muy avanzado, viéndoseles pocas hojas, e incluso algunas en su periodo final ya sin hojas. Y no se trataba de copas que hubieran sido superadas por otras copas y que estas últimas les hubiesen cerrado el acceso a la luz, provocando su decaimiento y eliminación. 

Copa con ausencia de hojas, síntoma de un fin prematuro.


Gigantesco roble con problemas en su copa.


Las pocas hojas que posee este árbol se debe a heridas que le restan vitalidad.

El proceso de selección natural está muy presente en cualquier bosque, el árbol que se retarda en su crecimiento, por ser más joven, pequeño o por cualquier debilidad o accidente sufrido, tiene los días contados. Es lo que ocurre cuando la copa se rompe por culpa del viento o del peso de la nieve. El árbol reacciona transformando en guía una rama alta, o emitiendo una nueva si no la tiene. Pero si hay mucha competencia, el espacio que antes tenía para "tomar" el sol le es arrebatado por sus vecinos. 

Pese a emitir una nueva y sana guía, el fin de este roble está cercano.

Este proceso de selección natural parecía ser ajeno al estado de la copa ya que muchas de ellas no tenían competencia inmediata o al menos esta no le privaba de acceder a la necesaria radiación solar.

Tampoco el suelo parecía tener relación alguna con ello. Es cierto que sí la tiene en suelos someros donde la roca aflora por doquier y donde abundan los cantos sueltos, muy abundantes en Munietsus, y la sequedad. Como por ejemplo en gran parte del Vatse de Fonculebrera donde orocantábricos y albares pugnan por instalarse y en el que es frecuente verles las copas y algún ramal secos y que a pesar de ello siguen ahí emitiendo nuevos brotes o propiciando herederos que los sustituyan. Ahí sí se ve que las copas marchitas están directamente relacionadas con el estado del suelo, siendo este el causante de su deterioro.

Pero aquí, en Decutsada, los suelos son bastante buenos y además la insolación no es tan marcada pues a pesar de que están en la parte solana del valle de Muniellos, ocupan la vertiente derecha del Regueiro donde abundan los avesíus. Aquí no hay orocantábricos, al menos yo no he visto ninguno, son todos albares y aparecen fayas que testimonian unos suelos más profundos y sobre todo más húmedos. 

No, el problema parece proceder del propio árbol, un mal que comparten el resto de los grandes robles, que son los dominantes en este espacio de Decutsada y que se derivan de la existencia de esas heridas. Así las cosas el bosque de Decutsada del Monte Oubachu es un robledal maduro prematuramente envejecido. No hay robles ancianos, con varias centenas de años y con aspecto decrepito, pero los que hay parecen tener los días contados. 

Protuberancia rota y con herida que presagia un fin cercano para este gran albar.

La debilidad provocada por las heridas les hacen ser muy vulnerables a cualquier ventolera. Se quiebran incluso sin ellas cuando todo su tronco se va secando. Por todos lados se ven robles derribados con signos de haberse secado estando aún de pie.

Esta faya tronchada también estaba hueca por dentro.


Robles secos y muertos que no han podido sujetarse durante más tiempo.

 

El roble más gordo ya ha perdido parte de su copa y uno de los de la izquierda pese a estar en pie ya está completamente seco.

Por contra la regeneración con nuevos árboles, que ciertamente ya se ha iniciado, va lenta pues todavía abundan los mayores, algunos con aspecto lozano pero que al analizarlos vemos que el mal ya lo tienen dentro y que se irán cayendo o muriendo de pie uno tras otro, aunque este proceso le llevará su tiempo.

Carcasa de un roble ahuecado por dentro.

 

Lo primero en destruirse del todo fue la copa, luego le siguió el tronco y finalmente hasta la misma raíz.

¿A qué se debe este prematuro envejecimiento?. Parece que las heridas están en el origen de ello pero cuál ha sido el proceso. Una de las causas gira en torno a la herencia dejada por las talas que afectaron a esta parte del Monte. Aquí las empresas madereras que explotaron Muniellos también cortaron bastante arbolado, a veces aprovechándose de la confusión en torno a los deslindes reales entre ambos montes y las más de las veces comprando al pueblo de Oubachu el vuelo, solo de los árboles y durante un limitado periodo de tiempo, susceptible de su ampliación en el tiempo. 

Rebrote de varios ejemplares, con futuro si consiguen cerrar los puntos de unión con el tocón.

Asimismo, ya lo he comentado en otra parte, se extraía faya, roble y bedul para fabricar xugos, duela, madreñas... que se labraban en La Brañina y cuyo origen habría que remontarlo mucho más atrás de las últimas de las que tenemos noticias, fechadas a mediados del siglo XX. En esas fechas también Pires extrajo numerosas fayas ya que construyó una pista desde la Vuelta Cimera a La Brañina, cuyo trazado ya aparece en el mapa topográfico del IGN de 1.953. Igualmente es probable que en La Brañina o su entorno se hiciese carbón vegetal desde tiempos antiguos, merced a la demanda que suponemos que existía desde la villa de Cangas y desde Casas nobiliarias, centros religiosos y ferrerías cercanas, antes de la aparición del carbón mineral. 

Rebrote de albar con muchos problemas.

La misma pista por la que me había internado también parece ser una pista maderera. En todas estas cortas se extraían los árboles con mejor aspecto y se dejaban los que tenían algún defecto, lo que a la larga repercute en la calidad de ese arbolado.

Es muy socorrido atribuirle la culpa de todas las degeneraciones en nuestros vegetales superiores a heridas provocadas por incendios y no cabe duda de que en muchos casos esto es cierto. Pero aquí en Decutsada junto a los incendios parece darse otra causa. Llevo pensando en ello ya hace algunos años porque el mismo caso que se da en el Monte Oubachu también parece estar dándose en la parte de Decutsada perteneciente a La Reserva.

No es tan evidente como en el caso del Monte Oubachu porque la degeneración no afecta a todos los robles, solo se percibe en aquellos ejemplares adultos cercanos a la centena de años, tanto por arriba como por debajo. La homogeneidad (misma edad) de la que ya hemos hablado ya empieza a estar cuarteada. Sigue habiendo bloques homogéneos pero están separados entre si y cada uno de ellos tiene su propia edad. Esto hay que relacionarlo con la propia evolución que ha conocido esta zona.

A principios del siglo XX, los nuevos propietarios de Munietsus explotaron a fondo las áreas cercanas a Las Tablizas por las facilidades ligadas a la extracción de todo lo que se cortaba. Parece ser que utilizaron el método de una peculiar  matarrasa, aplicándolo en zonas no muy grandes, separadas entre si y con un intervalo de tiempo entre unas cortas y otras. Estas matarrasas no fueron tan despiadadas como las de los años sesenta, precisamente por eso y además solo se cortaban árboles maderables, los muy jóvenes y los que presentaban algún defecto no fueron tocados, aunque muchos desaparecerían con la caída y la extracción de los otros.

Las fechas de esas talas cuadran perfectamente con las edades de los rebrotes que hay en Decutsada porque estos salieron de las bases (tocones) de los árboles apeados entonces, una centena, año arriba o año abajo.

También es lógico suponer que esa cercanía a los viveros que sabemos que había en Las Tablizas y en la vega del Ríu Muniellos donde antes había habido praus, posibilitara la plantación en las zonas más taladas con robles procedentes de esos viveros. Conseguidos con bellotas de la propia zona. Por no hablar de la propia dinámica natural del arbolado con la desaparición de árboles por factores medioambientales como el viento o el clima y su sustitución por árboles nuevos, mucho más jóvenes que los existentes.

Cuando volví a visitar Munietsus, tras dieciséis años de ausencia, utilicé la ruta que sube a Las Tsagunas por Fonculebrera. El primer año me entretuve demasiado tiempo en Decutsada, sabedor de que era el mejor bosque que iba a ver y recorrer en todo el trayecto. Al llegar a la Vatsina Piélago y tras andar un ratín hacia la primera tsaguna, me di cuenta que el tiempo se me echaba encima. La hora de salida son ahora las siete de la tarde y aunque había quedado con la encargada de las entradas en retrasar algo la salida, ya era muy tarde y tuve que echarme abajo.

Al año siguiente me volvió a pasar lo mismo, demasiado tiempo disfrutando del tramo de Decutsada. Aunque tenía interés en ver como había evolucionado el paisaje del entorno de la tsaguna y disfrutar con buenas vistas, tampoco me importaba el no llegar a ella.

El tercer año tuve que conformarme con ver de reojo mi querida Decutsada y no entretenerme con nada hasta llegar a la Tsaguna.                              

La Ruta a Las Tsagunas 36 El bosque mixto 2. Los Tsagozos.

Ladera derecha de Los Tsagozos, un bosque mixto en donde hasta parece que hay alguna faya. 27 julio 2.018. Nos preguntábamos en el capítulo ...