1/31/2024

La Ruta a Las Tsagunas 3 El tramo de Las Güérgolas

Roble espalmado. Primer cauce de Güérgolas. Todo un encanto. 26 julio 2.016.

 Tras el rebrote múltiple continuamos andando, la pista sigue ascendiendo muy suavemente durante una buena recta. Por debajo sigue habiendo muy buenos robles. Pero ¿por qué son tan altos?, ¿por qué tienen pocas o ninguna rama en su tronco?, ¿por qué su copa es un simple penacho de hojas?...La respuesta está en la competencia, en la lucha por la supervivencia: el árbol además de agua y sales minerales, que le proporcionan las raíces (en realidad las raicillas, ya que las raíces lo que hacen es anclarlo al suelo) necesita luz para realizar la fotosíntesis y poder así alimentarse. Al haber más árboles en su entorno se inicia una carrera hacia arriba en busca de esa luz. Cuantos más árboles juntos halla mayor será la competencia y mayor será la altura que los fustes alcancen. 

Recta tras rebrotes. 27 julio 2.018.


Tras el rebrote múltiple sigue habiendo preciosos robles centenarios por debajo de la pista. 27 julio 2.018.

Por ello es fácil observar robles que con un metro de perímetro (a 1´5 m. del suelo por la parte de arriba) se acerquen a los 27-30 m. de altura. Esa loca carrera hacia arriba solo se detiene cuando se aseguran un espacio de luz. Y en esa carrera el que se queda rezagado o sufre un accidente (rotura de la copa por la nieve o el viento) tiene los días contados. Hay muy pocas ramas laterales porque no reciben la suficiente insolación y las copas son muy estrechas por la competencia con otras copas. Es la selección natural.

Hacia la mitad de la recta, del lado de abajo hay un excelente roble digno de que le prestéis algo de atención. También merece la pena fijarse en la ladera del otro lado del regueiro, bastante visible entre los fustes con pocas ramas que tenemos delante. Es la continuación de este trozo de bosque maduro. Un robledal alto y despejado de ramas inferiores, espaciado y con un tramo bastante llano donde se ven los restos de una pista forestal que continuaba hasta un poco por debajo del Teso Los Carboneros. El teso que es muy ancho en su final contra el regueiro es tan pendiente que no permitió su paso.

Precioso roble en la recta por debajo de la pista. 23 septiembre 2.000.


El mismo roble el 27 julio 2.018.


Enfrente, del otro lado del regueiro, el robledal sigue siendo excepcional. 26 julio 2.016.


Precioso robledal del otro lado del regueiro, bastante llaneado y con los robles espaciados. Foto Ástor. 29 julio 2.017.

 Por encima de la pista también hay buenos trozos de arbolado. Aquí cerca del final de la recta era donde los alumnos que realizaban el Itinerario hacían las actividades que venían en el cuaderno que se les había entregado en Las Tablizas, en el apartado dedicado al robledal. Era llamativo ver a 30 o 50 personas delimitar un espacio, hacer mediciones, moverse de un lado a otro tratando de descifrar especies...Allí, en medio de un bosque que les debía parecer infinito. Puede que algunos de aquellos alumnos-as tengan guardado en su memoria, no los datos de aquellas actividades si no la impresión que les produjo su contacto con un bosque de la envergadura de Muniellos, con un guía-monitor empeñado en que comprendieran las cosas que se iban viendo.

Solo durante el 87 pateamos aquel trozo de terreno, que era pendiente, sin sobresalto alguno. En el 88 y 89 lo suprimí. Nos metíamos hasta aquí pero analizando y comentando esas cosas que íbamos viendo.

Hasta aquí llega la parte llaneada de la pista, fácil de hacer hasta para un cojo. A partir de ahora y hasta la finalización del tramo de pista aguardan varios repechos, alguno de cierta envergadura.

La ascensión comienza con un tseirón de piedra menuda que se ha corrido hacia abajo, sobre la pista. Retirarlo en su totalidad era un trabajo ímprobo y se corría el riesgo de que volviera a anegarlo todo un nuevo corrimiento. Construir allí unos buenos muros de piedra como se hizo en Valmayor, que sujetaran el terreno, no cuadraba con la mentalidad de nuestros gestores del Medio Ambiente que prefieren "no alterar el Medio Natural" y de paso ahorrarse un dinerillo. Otra muestra de ese ecologismo de sillón tan instalado en las poltronas administrativas. 

Tseirón corrido sobre la pista, donde se inicia el primer repecho. 27 julio 2.018.

Así que se trazó una senda por el mismo corrimiento hasta salir de nuevo a la pista, que está allí mismo, a unos pocos metros. Son frecuentes los corrimientos de los tseirones, más de lo que pensamos pues de muchos de ellos ni nos enteramos. Solo nos enteramos de aquellos que lo hacen sobre la senda pista de la ruta. En el 2.017 o en el año posterior un tseirón de piedras gruesas lo hizo sobre la pista-senda del Ríu, aguas arriba, no muy lejos de Las Tablizas.

En este contexto es donde cobran importancia los rebrotes que se dieron tras ser talados los árboles. En el Munietsus original, sin influencia antrópica, la mayoría de los tseirones, hasta medía ladera, estaban no solo asentados si no también colonizados. Los líquenes, mofos, subarbustos, arbustos y finalmente los árboles, habían gozado de mucho tiempo para hacer habitable este suelo tan hostil y parco. Construyendo suelo a partir de ellos mismos, con su propia sustancia y seguirían haciéndolo si el ser humano no hubiera actuado sobre ellos.

No debemos desdeñar el impacto derivado del uso de pastos dentro de Munietsus, siempre acompañados del fuego en busca de terrenos clareados. Pero han sido las talas las que más han incidido en la evolución de los tseirones. Nunca se deberían talar las zonas donde eran dominantes los tseirones, pero las avarientas empresas madereras se pasaron por sus partes esta lógica consideración. Que el Monte se acabara convirtiendo en un auténtico desierto les importaba un comino, lo único que buscaban era el máximo beneficio y además de forma inmediata. El que viniera después ya se las apañaría por su cuenta. 

No solo se talaron los tseirones arbolados si no que estos empeoraron con las labores necesarias para la saca de todo lo talado. En esos tseirones pelados y removidos la regeneración natural por bellota o era imposible o llevaría su tiempo. Por fortuna algunos de los tocones rebrotaron pudiendo seguir con su labor de estabilización del suelo y de creación y mejora del suelo, en donde las bellotas pudieran germinar y perpetuar la especie.

Aquí, después de las gravas corridas, el tseirón pasa a ser de piedras mucho más gruesas y curiosamente está colonizado por un excelente robledal. Fijaros algo en él y veréis todavía algún rebrote, que han contribuido muy mucho a que esto sea posible. 

Rebrotes en el tseirón del inicio de la subida que contribuyen a su estabilidad y colonización arbórea. Foto Ástor. 29 julio 2.017.

Si vais un día luminoso a hacer la senda, quizás os percatéis de algo relacionado con los "ambientes". Desde que entrasteis en el bosque una bóveda de ramas y copas de árboles os ha ido acompañando en vuestra caminata. Solo un par de clarines os han permitido ver el cielo o notar un aumento de la claridad. El tseirón de gravas está, obviamente, desarbolado pues con árboles seguro que no se hubiera corrido. Si seguís caminando ese claro contrasta con la vuelta a una bóveda que ahora parece más oscura. Por encima de la pista el terreno está a mayor altitud y los troncos y hojas de los robles dejan pasar muy poca luz.

Es una sensación pasajera ya que al poco de entrar en la bóveda el ambiente vuelve a clarear. No se ve el cielo pero los blancos líquenes que cubren la corteza de los robles hacen que la claridad que logra entrar se esparza en todas direcciones y si el suelo y la roca están desnudos ese blanco y esa claridad irán en aumento. Esta es una característica del robledal solano de Decutsada. El robledal se hace merecedor de su segundo nombre: albares y aunque no se lo han puesto por este motivo, su blancura y resplandor están ahí, para nuestro disfrute sensorial. En el avesíu la presencia de fayas y el suelo de verdes lúzulas atenúan esa claridad. 

Si nosotros podemos percibir ese contraste, ¿qué decir de las plantas?, todo sensibilidad ante cualquier cambio, por mínimo que pueda parecer. Aquí en el umbral del denso robledal solía detenerme, cuando iba solo, a contemplar dos tipos de helechos, diferentes de las abundantes folgueiras y no muy abundantes en Munietsus.

A mí las folgueiras nunca me han atraído excesivamente. Sobre todo cuando me percaté de que cuando andaba mucho entre ellas, me acababa llenando de las molestas y peligrosas garrapatas. El Dryopteris tampoco me atrajo pero el Blechnum spicant si que lo hizo. Su peculiar aspecto bien merecía la pena dedicarle unos minutos de atención. Allí tenían sombra abundante y también la humedad que rezumaba el terreno, condiciones ambas que explicaban su presencia. 

Felechos y otras plantas del faéu. También aparecen en robledales maduros. Cuaderno del Itinerario de la Naturaleza.

Los tseirones son la carta de presentación de Güérgolas, sin duda la zona más agreste de todo Decutsada, en especial sus medias y altas laderas, muy esquilmadas y en donde le cuesta Dios y ayuda la colonización de nuevos pinos y de los originarios robles, debido a sus malísimos suelos, con roca desnuda, tseirones y terrenos muy pindios. Males incrementados por su orientación de solano que provoca una mayor sequedad. Sin duda que irá poco a poco regenerándose en parte, ahora que los incendios, que antes la asolaban, parecen haber dejado de hacerlo.

Pero las partes bajas, por donde asciende la pista, son otra historia. Los suelos siguen siendo los mismos, aunque algo rellenados con la tierra arrancada de las partes superiores, pero la mayor humedad de la zona siempre le ha permitido una mayor presencia del arbolado. 

Si sois asturianos, supongo que a todos os sonará familiar la palabra "gurgüelo", que equivale a garganta en la fala castellana. O sea el estrechamiento que desde la boca conduce al interior de nuestro organismo, siempre en pendiente máxima para facilitar el tránsito. Güérgola es un topónimo, como otros muchos que ya hemos visto, comparativo, de semejanza, metafórico, que se aplicaba a terrenos con surcos estrechos, pendientes y rocosos. También garganta se utilizaba en castellano para decir más o menos lo mismo. Pensad por ejemplo en "la garganta del Cares", el estrecho, pendiente y rocoso conducto por el que circula este río, aguas abajo de Valdeón.

En Munietsus solo nos encontramos con este topónimo aquí en Decutsada y en el vecino Porciles, y siempre en plural: Vatsina Güérgolas, Penón de Güérgolas y Pena de Las Güérgolas de Porciles. 

Mapa con los topónimos y el trazado de la pista-senda desde Las Tablizas hasta el Teso Decutsada.

La bóveda del denso robledal de encima de la pista dura poco. En un par de minutos llegamos a un falso llano provocado por el primer cauce (un simple surco) de Güérgolas, que no recuerdo haberlo visto con agua pero que sin duda la tiene en alguna época del año, como testimonia la grava y arenilla arrastrada hasta encima de la pista y su discurrir por un tramo de ella antes de verterse hacia el regueiro, pero sin llegar a escarbarla.

Antes del primer cauce de solano. 23 septiembre 2.000.

 

Tramo final del espeso robledal justo antes del primer cauce de Güérgolas. 27 julio 2.018.


El mismo tramo el 23 de septiembre del 2.000, con un grupo de visitantes.

 Ya se que no estáis cansados pero el rellano bien merece una pequeña parada para empaparos del entorno. Resalta un bello albar por encima de la pista, otro ejemplo de rebrote, con dos guías de diferente grosor. Son adultos pero creo que aún les faltan unos años para ser centenarios y parecen estar en plena forma física, sin deterioros visibles ni en la base ni en sus copas (aunque con matices), con unos espléndidos fustes, muy rectilíneos. Si no os parecen preciosos quizás sea mejor que deis la vuelta y os olvidéis de Munietsus, no hay por qué avergonzarse, cada uno es como es y nadie es mejor que nadie, de todo tiene que haber en la viña del Señor.

Falso rellano en el primer cauce de Güérgolas. 26 julio 2.016.


Rebrote primer cauce Güérgolas. 27 julio 2.018.

 

Detalle de las copas del roble palmeado. 14 octubre 2.000.


Mismas copas (la de la izda es una intrusa) asegurándose su ración de luz. 26 julio 2.016.

Pero para los que amamos el arbolado es como encontrarse sumidos en un bello sueño. Para cualquier lugar que miremos vemos fustes libres de ramas hasta muy arriba, más o menos brillantes en función de la luz que reciban. Abarcarlos todos es una quimera y además acabaríamos como emborrachados. Será mejor fijarse a fondo solo en algunos. 

Fijaos como brilla el rebrote más pequeño al ser iluminado por el sol. 29 septiembre 2.000.

Hacedlo con uno que hay por debajo de la pista, con un fuste realmente espectacular, que mantiene un buen grosor, libre de ramas, hasta bastante arriba y que luego antes de la copa emite varias ramas contra el regueiro, aprovechando el hueco que este origina. 

Buen ejemplar de albar debajo de la pista en el primer cauce de Güérgolas. 29 julio 2.017.


El fuste de este roble sería un perfecto mástil. 27 julio 2.018.

Los árboles no tienen la capacidad de decidir hacia que lugar crecer o emitir sus ramas, pero son muy sensibles a la luz solar. Crecen hacia arriba en su búsqueda y pueden emitir yemas de crecimiento (las posteriores ramas) en cualquier punto de su tronco, sobre todo en las partes en las que la luz solar incida, siendo esta (la Luz) un estímulo para su aparición. Las que surgen en otras partes no prosperan o desaparecen cuando la competencia les cierra el paso. Es un ejemplo de la selección natural pero también lo es de la comunidad que supone el bosque, preocupada más por el bien común que por el particular de cada miembro. Deberíamos aprender de ella y aplicarnos el cuento en la nuestra. 

Otra toma del buen mástil, iluminado por el sol. Fijaos como la ladera de enfrente, el avesíu, ya es muy pendiente. Foto Ástor. 29 julio 2.017.


Parte superior y copa del buen mástil. 27 julio 2.018.

Desde que iniciamos este tramo de ascensión, el valle Decutsada se va estrechando. La ladera del otro lado del regueiro está allí mismo, a tiro de piedra y lo hace de una forma muy pindia. Esta estrechez y pendiente la provoca el Teso Los Carboneros, muy rechoncho, ancho y vertical contra el regueiro. Lo que también explica que la pista y el camino más antiguo sobre el que se instaló esta, se trazaran por esta ladera izquierda. 

Tras el primer cauce de Güérgolas el robledal de encima de la pista sigue siendo excepcional, aunque se intuye que por encima de él aparecerá la granda. 27 julio 2.018.

Continuamos ascendiendo y en nada llegamos a un trozo llano donde la pista ha desaparecido. Unos metros más arriba se abre el surco más importante de Güérgolas, lo que le vale el apelativo puesto por los lugareños de Vatsina Güérgolas. La vatsina baja seca durante la mayor parte del año, pero cuando llueve copiosamente sirve como válvula de escape y encauzamiento del agua caída por encima. Pero la vatsina no desagua directamente sobre el regueiru ya que la pista la atravesaba cerca de su final. La empresa repararía periódicamente la pista y en ese lugar es de suponer que hubiera un surco en ella, seguramente paredada por madera, por donde pudiera continuar el agua sin escarbarlo. 

Vatsina Güérgolas. Es una alegría ver como el robledal va colonizando estos suelos tan malos. 27 julio 2.018.

La compra del Monte por el ICONA provocó, durante mucho tiempo, un abandono total de la infraestructura viaria, dejándola sola frente al impacto de los elementos climatológicos. Aquí la pista, como en otros muchos sitios, acabó convirtiéndose en el cauce del agua de la vatsina durante unos metros y luego volteando la pista se abrió camino hasta el regueiro. La erosión del agua no solo abrió un desagüe si no que provocó un desconchamiento del terreno superior, que curiosamente en esta zona es de material terroso. Posteriormente el agua abrió otro desagüe y hasta un tercero, ambos por encima del primero y que también provocaron otro desconchamiento del terreno superior. 

Borde de la erosión el 13 de octubre del 2.000.

 Y pudo ser peor y acabar creando un gran socavón en el terreno. Menos mal que el terreno estaba arbolado y sus raíces retuvieron mucha tierra que sin ellas se hubiera ido valle abajo. Los surcos de los desagües están marcados en el suelo, pero entre ellos los jóvenes robles sujetaron el terreno. Lo mismo ocurrió en los bordes exteriores, en donde los robles ya eran mayores y que a duras penas lograron sujetarlo, quedando algunas raíces al descubierto con el riesgo subsiguiente de su desplome. 

Un desagüe ya no usado de Vatsina Güérgolas. Los jóvenes robles fueron capaces de sujetar el suelo. 26 julio 2.016.


Borde exterior del desagüe. Foto Ástor. 29 julio 2.017.

  La respuesta de nuestros gestores medioambientales fue tibio, por no decir indiferente ante esta situación. Se limitaron a salvar el desagüe superior que era el que estaba en activo. Con unos simples troncos a la larga, a modo de puentín para salvar el tajo y una senda sobre el resto. Yo siempre lo conocí así y había que tener cuidado porque los troncos cuando se descortezaron eran muy resbaladizos cuando estaban húmedos.

Posteriormente y cuando yo ya no estaba allí para verlo, se hizo una mejor obra. Se encauzó el agua mediante algo de cuneta y se la hizo salir por el desagüe del medio, para evitar el desplome que amenazaba a los robles del borde superior, y se construyó un puente con buena sujeción que abarca los dos desagües superiores. La reinstalación de nuevo arbolado y el crecimiento del que ya existía, parece que han logrado estabilizar esta herida y es de suponer que se acabe cerrando con el paso del tiempo. Eso sí, habrá que limpiar la cuneta periódicamente para que no se tapone y provoque un nuevo desaguisado, algo previsible ya que es un simple surco en el suelo, sin ningún elemento de protección.

Se ha encauzado el agua de la vatsina para hacerla salir por el desagüe del medio, por debajo del puente. 26 julio 2.016.


Puente sobre el actual desagüe, con buena sustentación para evitar más desaguisados. 26 julio 2.016.

  

Vista hacia abajo del desagüe. Fijaros hasta donde llegaba el desconchamiento por arriba. Foto Ástor. 29 julio 2.017.

      

1/15/2024

La Ruta a Las Tsagunas 2 Decutsada hasta rebrotes múltiples.

 

Robles rebrotados de la misma raíz. En pleno declive. 26 julio 2016.

La senda que subía y que aún sube a Las Tsagunas por la ladera de solano, se coge unos metros antes de la casa del guarda. Estaba señalizada y creo que lo sigue estando con una tablilla que pone: "A las Lagunas", seguida de una flecha, clavada en un ailanthus altissima. A la vera del ailanthus hay un precioso roble albar que nos permite apreciar la diferencia de cortezas. Paraos unos minutos y comprobadlo por vosotros mismos. Os servirá para diferenciar, a simple vista, no solo el roble del ailanthus si no también el roble del resto de los árboles existentes en Muniellos, o al menos de la mayoría de ellos.

El roble tiene una corteza rugosa, con estrías o surcos muy marcados, normalmente de color blanco debido a los líquenes que la colonizan. El ailanthus, o la faya, el abedul...tienen la piel lisa, por más que los líquenes traten de enmascararla. ¿Lo veis claro, no?, tocadlas por si acaso. Un ciego notaría claramente la diferencia. Cerrad vosotros-as los ojos y tocad con decisión, frotando las yemas de los dedos, primero de un árbol y luego del otro, notaréis la diferencia. 

La piel del ailanthus es engañosa, sobarla para daros cuenta de que es lisa. 14agosto 2.022.

Haréis bien en Munietsus, y en cualquier salida que hagáis a la naturaleza, en activar todos vuestros sentidos. Cuantos más activéis mayor será el grado de satisfacción experimentado. Oled, oíd, tocad, degustad, no os contentéis solo con ver.

La senda sube un poco por entre grandes piedras y sale a los restos de una pista forestal por donde antaño se sacaba la madera. Pista que se iniciaba un poco más allá pero que se halla totalmente invadida por maleza y grandes espinos. Durante un buen tramo iremos por esta pista que al principio, durante unos metros, es bastante pindia pero que pronto llanea, antes de pasar por encima de la casa de Las Tablizas. 

Entre los dos robles salía el atajo a la vieja pista. 27 julio 2.018.


Corto tramo pendiente en el inicio de la pista. 27 julio 2.018.

Aquí antes había un buen claro, un buen balcón desde donde poder admirar el faéu de enfrente y parte de Penas Negras. Se apreciaba claramente el aspecto exterior de la copa y ramaje de las fayas, siempre con ramas más apuntadas, con salientes más agudos, y contrastarlo con el de los robles, más compacto y uniforme. El claro se produjo hacia el 86-87 cuando se cortaron los buenos robles que había aquí instalados, por miedo a que pudieran caer sobre la casa, y dada su fácil extracción fueron vendidos a una empresa maderera. Que yo sepa fueron los únicos árboles cortados y vendidos desde que Munietsus fue declarado Reserva.

La pista pasa por encima de la casa, con algo de vista del avesíu de Las Tablizas. 27 julio 2.018.

El faéu visto desde la casa del guarda. 27 julio 2.018.

Tras la corta se hizo por ahí otro atajo para acceder más rápidamente a la pista, pero para uso de la guardería y las cuadrillas que ampliaban y limpiaban las sendas. Hoy ya no se nota nada de ella porque cayo en desuso. En realidad era poquísimo lo que se atajaba usándola.

De los tocones y las raíces de los robles talados brotaron nuevas guías, que crecían con extraordinaria rapidez y que me permitieron a mí hacer, cuando estaba de Monitor de alumnos.as que realizaban el Itinerario, una pequeña parada para explicarles este tema y de paso ver el faéu.

Esta facilidad para el rebrote del roble albar, que algunos parecen desconocer, está documentada por personas que debían saber más que yo y de mis métodos basados en la mera observación. En 1940 visitó Muniellos el ingeniero de montes Benito Irigoyen y elaboró un informe sobre su posible explotación forestal. Hablando de las masas del arbolado de Porciles, Decutsada, Bisnuevo y sus inmediaciones dice que: "son completamente distintas del resto, como formadas por rebrotes de cepa que se han desarrollado con espléndido vigor y también sin ser influenciadas por el hombre". Estas zonas habían sido taladas por la Bosna a principios de siglo. 

El rebrote cuenta con una ventaja que no tiene el roble nacido de bellota: el tocón del que sale cuenta con una enorme raíz (la que poseía el árbol adulto talado) que le puede proporcionar grandes cantidades de agua y de sales minerales, lo que le permite crecer más deprisa y con mejor aspecto. Los problemas de los rebrotes surgen más adelante y ya los hemos tratado en otros capítulos del blog.

Aquí, además, contaba con otra ventaja: recibir toda la insolación que el sol puede enviar, ya que no tenía nada que lo tapara desde abajo, donde está la campera y el entorno de la casa, pero a mucha menor altura. 

Ignoro si los rebrotes siguieron creciendo o si fueron sustituidos por nuevos árboles. En mis últimas visitas no tuve tiempo para examinarlo a fondo, tenía otras cosas en mente, pero el ramaje que actualmente existe ya no permite ver el faéu con una buena perspectiva, tendremos que conformarnos con verlo desde zonas algo más bajas. 

Esquina del faéu e inicio de Penas Negras desde la casa del guarda. 27 julio 2.018.

Hacia el final del claro, un poco después de pasada la casa, por el lado superior de la pista, estaba y sigue estando el embalse que aprovisiona de agua dicha casa. En el 2.000 desentonaba aún más que lo que hace ahora. Los muros de cemento se han forrado con placas de piedra y el acceso metálico se ha pintado de un verde que ya se ha desgastado en su mayor pate. 

Embalse del agua de la casa. 27 julio 2.018.

También desentona la tubería que le lleva el agua, de goma negra y que se puede ver en algún punto. La primera que se usó iba enterrada pero las raíces de los árboles la acabaron ahogando en varios puntos, por lo que no quedó otra que dejarla en superficie. El agua le viene de una fuente que hay más allá y cuando esta se seca se recurre a la del Regueiro Decutsada. 

Tubería de goma que lleva el agua al embalse. 27 julio 2.018.


Si os fijáis bien aún se ve la tubería del agua sobre el suelo para que no se obture. 27 julio 2.018.

Antes, la verdadera entrada en el bosque, se hallaba tras este claro, con unos robles, ahora centenarios, enmarcando la pista. Durante toda la ruta no se alejarán mucho de nuestra vera y a partir de aquí y durante todo Decutsada, salvo un par de clarines, crearán un dosel que nos cobijará de la luz solar y que nos permitirá ver y sentir el bosque desde dentro.

Al poco de entrar en el bosque te encontrabas con un vallado por la parte de abajo de la pista, a su mismo nivel, cuyo origen desconocía, aunque creo que fue mandada construir por el ICONA, al igual que su función. Lo que sí sabía es que cuando se encontraba un corzo herido o cuando Benjamín capturaba uno en un pradín al final de su huerta al que los "bichos" salían a pastar todas las mañaninas, se metían dentro del vallado para que se recuperarán y para que los visitantes pudieran verlos, una posibilidad que luego haciendo la ruta era muy difícil de conseguir ya que los grupos meten mucho ruido y la fauna salvaje no asoma sus narices por si acaso. Durante el verano del 2.000 vimos dentro un corzo, aparentemente tranquilo. Pero en esa amplia cárcel los corzos empeoraban, el pelo se les ponía fatal, aparecían calvas y se acababan muriendo.

El espacio vallado no era despreciable: a lo largo de la pista recorría más de 500 metros. En sus esquinas bajaba, una hasta el Ríu Munietsus (hasta encima de la huerta de Las Tablizas) y la otra hasta el Regueiru Decutsada, por donde continuaban cerca de ambos cauces hasta cerrar el vallado.

Era un cercado de malla metálica que no se enferruñaba (oxidaba) sujeta cada poco por unas tablillas metálicas hincadas sobre el suelo, sobre hormigón. Entre las tablillas la valla iba sujetada al suelo por grapas (barras de hiero dobladas) clavadas al suelo. Pero algunas de esas grapas ya habían desaparecido y la valla se doblaba sobre el suelo.

Por esa doblez era fácil que pudiera entrar un corzo atraído por el que estaba dentro, pero salir era otro cantar, por el desnivel que había tras la doblez, provocada por el muro inferior de la pista sobre la que iba instalada en muchos puntos. La altura del vallado era de 1´5 metros por el lado de la pista.

Lo que está claro es que el vallado, estéticamente quedaba fatal y era un peligro para la fauna. Recuerdo haber comentado con el Director de la Fundación la necesidad de eliminarlo pero el se limitó a decir que sería muy costoso.

Siempre odié este vallado no solo por considerarlo un atentado contra la fauna autóctona (encerrar allí a cualquier animal salvaje era un auténtico crimen) y una horrorosa imagen dentro de un supuesto santuario de nuestra flora y fauna, si no también porque me impedía a mí recorrer todo su interior y cruzarlo para visitar el terreno del entorno de unión del Ríu Munietsus y el Regueiro Decutsada, sobre todo un tramo antes del final de la ladera derecha del regueiro donde se veía un precioso bosque de robles con alguna faya y restos de antiguas pistas madereras.

Lo más fácil para visitar esa zona era meterse por detrás de la casa del guarda, en un plis plas estarías allí. Pero Jaminón, el guarda, tenía allí una gran huerta y algunas colmenas de abejas y conociendo su rudo carácter siempre me retrajo meterme por allí. Temía que me echara en cara que aquello no entraba dentro de mis funciones.

Así que opté por meterme por una zona menos conflictiva y de paso conocer otras vías. Tras cruzar el primer puente que hay por encima de Las Tablizas cogí los restos de una antigua pista maderera que tirando valle abajo se acababa internando por Decutsada.

Ya he hablado de ella en otra ocasión y lo cierto es que me lo pasé muy bien. Disfruté del excelente bosque con un denso arbolado, sin huecos, con excelentes ejemplares y fustes limpios hasta bastante altura y por donde se podía andar casi a ciegas pues los suelos estaban libres de subarbustos. Todo ello tras superar un primer tramo bastante escabroso. Inspeccioné las antiguas pistas, había más de una, que se internaban un buen trecho por Decutsada y descubrí los restos de una ponte (puente) de madera, a unos 400 m. del desagüe del regueiro en el río, que conectaba con los restos de otra pista que por dentro del vallado se encaminaba hacia Las Tablizas.

Finalmente crucé el regueiro y me acerqué a conocer una construcción que se veía desde arriba, desde la pista de la ruta pero que a causa de la distancia no sabía de qué se trataba. Se trataba de un cercado.

El cercado era pequeño, tirando a circular, con una entrada estrecha y alargada. Hecho con tablas y con unas pilastras reforzadas con viguetas de hierro. Debajo había una pequeña torreta de hierro que arriba era cuadrada y forrada con tablas, con una escalera para subir. Desconozco la función de ambas construcciones aunque el cercado seguramente estaba ligado a la pequeña explotación ganadera que tenía el encargado de la tasca-comedor que había en Las Tablizas durante las últimas cortas madereras. o bien para herrar a mulos y bueis que trasladaban las rollas en épocas anteriores.

Al final acabó triunfando la lógica y la razón y el vallado fue desmantelado y para cualquiera que no lo haya conocido y que pasee por la zona es como si nunca hubiera existido, no ha quedado ni rastro de su existencia. Una buena obra que aplaudimos todos los que lo conocimos.

La senda-pista de la ruta, desde el clarín, va casi llaneando, con algo de inclinación hacia arriba, pero muy buena de hacer. Un poco más allá el bosque mejora, por arriba donde hay un tseirón de piedra menuda y por abajo donde la piedra es mayor y donde existe algo de vaguadina y es precisamente en su fondo donde se ve el cercado que ya hemos mencionado. El tseirón menudo de encima de la ruta es muy visible, con sus blancas piedrecitas, porque fue removido por el deambular de muchos pies ya que era allí donde se celebraron las tareas vinculadas al robledal en el primer año que se realizó el Itinerario de la Naturaleza. Tantos pies pateándolo eliminaron la capa de mofo (musgo) que lo cubría y provocaron su desplazamiento hacia abajo. Eso ocurrió en el 86 y cuando yo comencé en el 87 se decidió, otra sabia decisión, cambiar de lugar para que el suelo reposara y se estabilizara de nuevo, algo que previsiblemente le llevará un tiempo. 

Fijaros en el contraste entre el tseirón removido por los alumnos y el tseirón que no lo fue, muy colonizado por mofos y algún subarbusto. 29 julio 2.017.


De nuevo ha comenzado el proceso de colonización en el tseirón removido. 27 julio 2.018.

A continuación llegamos a una doblez a la derecha provocada por el cerro que nos anuncia la entrada en el Regueiro Decutsada. Antes desde aquí había unas espléndidas vistas del avesíu de este precioso valle y que hoy ya no son tan amplias. 

Pista reforzada con muros por la parte de abajo tras entrar en el Regueiro Decutsada. 27 julio 2.018.

Seguimos y pronto se veía que la arboleda de por encima de la pista menguaba, hoy ya no se nota. Durante mi primer año de Guía-Monitor solía detenerme muchas veces a contemplar aquella calva desarbolada. Fijándome a fondo en un subarbusto que hacía poco tiempo que había conseguido diferenciar del resto y que me llamaba poderosamente la atención: la carqueixa (genista tridentata). Su peculiar aspecto tosco y su tacto rugoso me sorprendían y me hacían ver una belleza que iba más allá de la pura imagen visual. Sentía que renacía en mí un viejo vinculo con ella y con los brezos que crecían junto a ella. Por eso me detenía a admirarla, me encontraba en la gloria simplemente observándola. La carqueixa era como mis ancestros recientes: humildes, rústicos, toscos, casi bastos, acostumbrados a sinsabores y penalidades pero empeñados en sobrevivir y sacar adelante a los suyos, con dulzura, ternura y amor a raudales. Ellos eran bellos y la carqueixa también.

Además allí se mostraba exuberante, desmelenándose y dejándose caer hacia la pista. ¡Pura magia vegetal!. Nunca la he vuelto a ver tan hermosa y atractiva como allí.

En la calva también se veía algún que otro pino, que se repetían por debajo de la pista, con una colonia de ellos dentro del antiguo vallado, restos palpables del pinar que se plantó por aquí y que aún subsiste bastante por encima de este lugar. 

Restos de los pinos plantados por Patrimonio Forestal. Aquí dentro del antiguo vallado. 29 julio 2.017.

El arbolado que hoy nos envuelve nos engaña. Solo unos metros por encima de los bordes de la pista, lo que hay es una extensa granda, donde ganzos, toxos, carqueixas y algunas escobas van preparando los suelos para cuando lleguen los antiguos propietarios de estos terrenos, los robles albares. Del lado de abajo de la pista abundaban los abedules que testimoniaban una repoblación reciente. 

Solo unos metros por encima de la pista se extiende una extensa granda. 27 julio 2.018.

Pronto se llegaba a otro clarín, ahora por la parte de abajo, con muchas especies subarbustivas que permitían ver el excelente bosque del avesíu de Decutsada, instalado al otro lado del regueiro. Hoy las vistas ya no son tan claras. 

Desde el clarín aún se ve algo del esplendoroso bosque del avesíu de Decutsada en sus partes bajas.
                                                      27 julio 2.018.

Hasta cerca del clarín llegaba el antiguo vallado, un poco más adelante de un precioso borrachín (madroño) que hay del lado de arriba de la pista. La competencia que tiene en su entorno le ha hecho crecer recto hacia arriba y ya debe de estar en edad reproductiva pues unos metros por debajo, en la misma pista, descubrí en el 2.017 unos borrachines en sus primeros meses de vida. Veremos hasta cuando perviven estos borrachines pues los grandes robles que los bordean son su peor compañía. De todas formas los robles no sumen en la penumbra a su sotobosque, siempre dejan pasar algo de luz. Pero si logran eliminar a los subarbustos como los brezos, toxos, retamas y carqueixas, seguramente acaben haciendo lo mismo con este arbusto o pequeño arbolillo. Mientras tanto disfrutemos de su presencia. 

Un poco más allá del borrachín, por debajo de la pista era hasta donde llegaba el vallado. 26 julio 2.016.


El borrachín más en detalle. Le sigue salvando la gran insolación que le viene de la parte de arriba, de la granda, pero cuando esta se cubra de arbolado...7 julio 2.018.


Borrachines con pocos meses de vida, favorecidos por la claridad que les llega desde la granda. 29 julio 2.017.

Tras el claro y curvando a la derecha llegamos ante un grupo de robles que merecen una explicación. Por debajo de la pista los robles parecen ser iguales, con la misma edad, que ronda la centena. Lo que remite a una entresaca de grupo (o una matarrasa de pequeña extensión). Por fortuna la tala debió realizarse en periodo de reposo vegetativo, de modo que muchos tocones rebrotaron. Eso al menos se deduce de un roble con doble tronco e incluso de los troncos que hay a su alrededor, de un lado, que parecen salir todos de ese punto. O sea del mismo tocón salieron cinco o seis guías que crecieron de forma excepcional. 

Clarín que precede al roble rebrotado en varios ramales. Foto Astor. 29 julio 2.017.


Rebrotes de Decutsada, los dos primeros fijos, al poco de acabar la valla. 14 octubre 2.000

Allí solía hacer una parada con los alumnos del Itinerario y con los visitantes que deseaban una ruta más corta para que vieran de primera mano y entendieran el tema de los rebrotes.

Cuando paséis a su lado echadles una mirada, siguen siendo tan pedagógicos como entonces, aunque seguramente los veáis muy decaídos pues por causas que ya he ido mencionando en otros capítulos no tardarán mucho en desaparecer. Por fortuna en el entorno y del otro lado el regueiro sigue habiendo excepcionales robles. 

Aspecto decrépito de las copas del rebrote. 29 julio 2.017.


Detalle de la base del rebrote. 26 julio 2.016.

Si miramos, en el mismo punto, para encima de la pista el paisaje es diferente: si debajo de ella los robles están relativamente espaciados (cinco o seis metros entre ellos) aquí hay una densidad enorme y además son mucho más pequeños. Es una nueva generación surgida tras las últimas cortas de los años cincuenta y sesenta. Se ven al menos dos generaciones de árboles, por el tamaño que tienen, aunque puede que no sea así y se trate de una sola generación. Tal vez los grandes sean rebrotes de robles talados que crecieron más al disponer de potentes raíces y de buenas reservas y los más pequeños sean nacidos de tsande (bellota). El caso es que hay muchos y tendrán que sufrir una selección natural con varias fases de aclarado. Esta situación era muy evidente en el 2.000 y lo sigue siendo a día de hoy.

Es fácil entender por qué las últimas cortas se hicieron sobre el terreno que queda por encima de la pista ya que el esfuerzo para cargar y luego transportar todo lo talado a Las Tablizas era mucho menor y más rápido, solo había que arrastrarlos hacia abajo.

La Ruta a Las Tsagunas 36 El bosque mixto 2. Los Tsagozos.

Ladera derecha de Los Tsagozos, un bosque mixto en donde hasta parece que hay alguna faya. 27 julio 2.018. Nos preguntábamos en el capítulo ...