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Robles rebrotados de la misma raíz. En pleno declive. 26 julio 2016. |
La senda que subía y que aún sube a Las Tsagunas por la ladera de solano, se coge unos metros antes de la casa del guarda. Estaba señalizada y creo que lo sigue estando con una tablilla que pone: "A las Lagunas", seguida de una flecha, clavada en un ailanthus altissima. A la vera del ailanthus hay un precioso roble albar que nos permite apreciar la diferencia de cortezas. Paraos unos minutos y comprobadlo por vosotros mismos. Os servirá para diferenciar, a simple vista, no solo el roble del ailanthus si no también el roble del resto de los árboles existentes en Muniellos, o al menos de la mayoría de ellos.
El roble tiene una corteza rugosa, con estrías o surcos muy marcados, normalmente de color blanco debido a los líquenes que la colonizan. El ailanthus, o la faya, el abedul...tienen la piel lisa, por más que los líquenes traten de enmascararla. ¿Lo veis claro, no?, tocadlas por si acaso. Un ciego notaría claramente la diferencia. Cerrad vosotros-as los ojos y tocad con decisión, frotando las yemas de los dedos, primero de un árbol y luego del otro, notaréis la diferencia.
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La piel del ailanthus es engañosa, sobarla para daros cuenta de que es lisa. 14agosto 2.022. |
Haréis bien en Munietsus, y en cualquier salida que hagáis a la naturaleza, en activar todos vuestros sentidos. Cuantos más activéis mayor será el grado de satisfacción experimentado. Oled, oíd, tocad, degustad, no os contentéis solo con ver.
La senda sube un poco por entre grandes piedras y sale a los restos de una pista forestal por donde antaño se sacaba la madera. Pista que se iniciaba un poco más allá pero que se halla totalmente invadida por maleza y grandes espinos. Durante un buen tramo iremos por esta pista que al principio, durante unos metros, es bastante pindia pero que pronto llanea, antes de pasar por encima de la casa de Las Tablizas.
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Entre los dos robles salía el atajo a la vieja pista. 27 julio 2.018. |
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Corto tramo pendiente en el inicio de la pista. 27 julio 2.018. |
Aquí antes había un buen claro, un buen balcón desde donde poder admirar el faéu de enfrente y parte de Penas Negras. Se apreciaba claramente el aspecto exterior de la copa y ramaje de las fayas, siempre con ramas más apuntadas, con salientes más agudos, y contrastarlo con el de los robles, más compacto y uniforme. El claro se produjo hacia el 86-87 cuando se cortaron los buenos robles que había aquí instalados, por miedo a que pudieran caer sobre la casa, y dada su fácil extracción fueron vendidos a una empresa maderera. Que yo sepa fueron los únicos árboles cortados y vendidos desde que Munietsus fue declarado Reserva.
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La pista pasa por encima de la casa, con algo de vista del avesíu de Las Tablizas. 27 julio 2.018. |
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El faéu visto desde la casa del guarda. 27 julio 2.018. |
Tras la corta se hizo por ahí otro atajo para acceder más rápidamente a la pista, pero para uso de la guardería y las cuadrillas que ampliaban y limpiaban las sendas. Hoy ya no se nota nada de ella porque cayo en desuso. En realidad era poquísimo lo que se atajaba usándola.
De los tocones y las raíces de los robles talados brotaron nuevas guías, que crecían con extraordinaria rapidez y que me permitieron a mí hacer, cuando estaba de Monitor de alumnos.as que realizaban el Itinerario, una pequeña parada para explicarles este tema y de paso ver el faéu.
Esta facilidad para el rebrote del roble albar, que algunos parecen desconocer, está documentada por personas que debían saber más que yo y de mis métodos basados en la mera observación. En 1940 visitó Muniellos el ingeniero de montes Benito Irigoyen y elaboró un informe sobre su posible explotación forestal. Hablando de las masas del arbolado de Porciles, Decutsada, Bisnuevo y sus inmediaciones dice que: "son completamente distintas del resto, como formadas por rebrotes de cepa que se han desarrollado con espléndido vigor y también sin ser influenciadas por el hombre". Estas zonas habían sido taladas por la Bosna a principios de siglo.
El rebrote cuenta con una ventaja que no tiene el roble nacido de bellota: el tocón del que sale cuenta con una enorme raíz (la que poseía el árbol adulto talado) que le puede proporcionar grandes cantidades de agua y de sales minerales, lo que le permite crecer más deprisa y con mejor aspecto. Los problemas de los rebrotes surgen más adelante y ya los hemos tratado en otros capítulos del blog.
Aquí, además, contaba con otra ventaja: recibir toda la insolación que el sol puede enviar, ya que no tenía nada que lo tapara desde abajo, donde está la campera y el entorno de la casa, pero a mucha menor altura.
Ignoro si los rebrotes siguieron creciendo o si fueron sustituidos por nuevos árboles. En mis últimas visitas no tuve tiempo para examinarlo a fondo, tenía otras cosas en mente, pero el ramaje que actualmente existe ya no permite ver el faéu con una buena perspectiva, tendremos que conformarnos con verlo desde zonas algo más bajas.
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Esquina del faéu e inicio de Penas Negras desde la casa del guarda. 27 julio 2.018. |
Hacia el final del claro, un poco después de pasada la casa, por el lado superior de la pista, estaba y sigue estando el embalse que aprovisiona de agua dicha casa. En el 2.000 desentonaba aún más que lo que hace ahora. Los muros de cemento se han forrado con placas de piedra y el acceso metálico se ha pintado de un verde que ya se ha desgastado en su mayor pate.
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Embalse del agua de la casa. 27 julio 2.018. |
También desentona la tubería que le lleva el agua, de goma negra y que se puede ver en algún punto. La primera que se usó iba enterrada pero las raíces de los árboles la acabaron ahogando en varios puntos, por lo que no quedó otra que dejarla en superficie. El agua le viene de una fuente que hay más allá y cuando esta se seca se recurre a la del Regueiro Decutsada.
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Tubería de goma que lleva el agua al embalse. 27 julio 2.018. |
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Si os fijáis bien aún se ve la tubería del agua sobre el suelo para que no se obture. 27 julio 2.018. |
Antes, la verdadera entrada en el bosque, se hallaba tras este claro, con unos robles, ahora centenarios, enmarcando la pista. Durante toda la ruta no se alejarán mucho de nuestra vera y a partir de aquí y durante todo Decutsada, salvo un par de clarines, crearán un dosel que nos cobijará de la luz solar y que nos permitirá ver y sentir el bosque desde dentro.
Al poco de entrar en el bosque te encontrabas con un vallado por la parte de abajo de la pista, a su mismo nivel, cuyo origen desconocía, aunque creo que fue mandada construir por el ICONA, al igual que su función. Lo que sí sabía es que cuando se encontraba un corzo herido o cuando Benjamín capturaba uno en un pradín al final de su huerta al que los "bichos" salían a pastar todas las mañaninas, se metían dentro del vallado para que se recuperarán y para que los visitantes pudieran verlos, una posibilidad que luego haciendo la ruta era muy difícil de conseguir ya que los grupos meten mucho ruido y la fauna salvaje no asoma sus narices por si acaso. Durante el verano del 2.000 vimos dentro un corzo, aparentemente tranquilo. Pero en esa amplia cárcel los corzos empeoraban, el pelo se les ponía fatal, aparecían calvas y se acababan muriendo.
El espacio vallado no era despreciable: a lo largo de la pista recorría más de 500 metros. En sus esquinas bajaba, una hasta el Ríu Munietsus (hasta encima de la huerta de Las Tablizas) y la otra hasta el Regueiru Decutsada, por donde continuaban cerca de ambos cauces hasta cerrar el vallado.
Era un cercado de malla metálica que no se enferruñaba (oxidaba) sujeta cada poco por unas tablillas metálicas hincadas sobre el suelo, sobre hormigón. Entre las tablillas la valla iba sujetada al suelo por grapas (barras de hiero dobladas) clavadas al suelo. Pero algunas de esas grapas ya habían desaparecido y la valla se doblaba sobre el suelo.
Por esa doblez era fácil que pudiera entrar un corzo atraído por el que estaba dentro, pero salir era otro cantar, por el desnivel que había tras la doblez, provocada por el muro inferior de la pista sobre la que iba instalada en muchos puntos. La altura del vallado era de 1´5 metros por el lado de la pista.
Lo que está claro es que el vallado, estéticamente quedaba fatal y era un peligro para la fauna. Recuerdo haber comentado con el Director de la Fundación la necesidad de eliminarlo pero el se limitó a decir que sería muy costoso.
Siempre odié este vallado no solo por considerarlo un atentado contra la fauna autóctona (encerrar allí a cualquier animal salvaje era un auténtico crimen) y una horrorosa imagen dentro de un supuesto santuario de nuestra flora y fauna, si no también porque me impedía a mí recorrer todo su interior y cruzarlo para visitar el terreno del entorno de unión del Ríu Munietsus y el Regueiro Decutsada, sobre todo un tramo antes del final de la ladera derecha del regueiro donde se veía un precioso bosque de robles con alguna faya y restos de antiguas pistas madereras.
Lo más fácil para visitar esa zona era meterse por detrás de la casa del guarda, en un plis plas estarías allí. Pero Jaminón, el guarda, tenía allí una gran huerta y algunas colmenas de abejas y conociendo su rudo carácter siempre me retrajo meterme por allí. Temía que me echara en cara que aquello no entraba dentro de mis funciones.
Así que opté por meterme por una zona menos conflictiva y de paso conocer otras vías. Tras cruzar el primer puente que hay por encima de Las Tablizas cogí los restos de una antigua pista maderera que tirando valle abajo se acababa internando por Decutsada.
Ya he hablado de ella en otra ocasión y lo cierto es que me lo pasé muy bien. Disfruté del excelente bosque con un denso arbolado, sin huecos, con excelentes ejemplares y fustes limpios hasta bastante altura y por donde se podía andar casi a ciegas pues los suelos estaban libres de subarbustos. Todo ello tras superar un primer tramo bastante escabroso. Inspeccioné las antiguas pistas, había más de una, que se internaban un buen trecho por Decutsada y descubrí los restos de una ponte (puente) de madera, a unos 400 m. del desagüe del regueiro en el río, que conectaba con los restos de otra pista que por dentro del vallado se encaminaba hacia Las Tablizas.
Finalmente crucé el regueiro y me acerqué a conocer una construcción que se veía desde arriba, desde la pista de la ruta pero que a causa de la distancia no sabía de qué se trataba. Se trataba de un cercado.
El cercado era pequeño, tirando a circular, con una entrada estrecha y alargada. Hecho con tablas y con unas pilastras reforzadas con viguetas de hierro. Debajo había una pequeña torreta de hierro que arriba era cuadrada y forrada con tablas, con una escalera para subir. Desconozco la función de ambas construcciones aunque el cercado seguramente estaba ligado a la pequeña explotación ganadera que tenía el encargado de la tasca-comedor que había en Las Tablizas durante las últimas cortas madereras. o bien para herrar a mulos y bueis que trasladaban las rollas en épocas anteriores.
Al final acabó triunfando la lógica y la razón y el vallado fue desmantelado y para cualquiera que no lo haya conocido y que pasee por la zona es como si nunca hubiera existido, no ha quedado ni rastro de su existencia. Una buena obra que aplaudimos todos los que lo conocimos.
La senda-pista de la ruta, desde el clarín, va casi llaneando, con algo de inclinación hacia arriba, pero muy buena de hacer. Un poco más allá el bosque mejora, por arriba donde hay un tseirón de piedra menuda y por abajo donde la piedra es mayor y donde existe algo de vaguadina y es precisamente en su fondo donde se ve el cercado que ya hemos mencionado. El tseirón menudo de encima de la ruta es muy visible, con sus blancas piedrecitas, porque fue removido por el deambular de muchos pies ya que era allí donde se celebraron las tareas vinculadas al robledal en el primer año que se realizó el Itinerario de la Naturaleza. Tantos pies pateándolo eliminaron la capa de mofo (musgo) que lo cubría y provocaron su desplazamiento hacia abajo. Eso ocurrió en el 86 y cuando yo comencé en el 87 se decidió, otra sabia decisión, cambiar de lugar para que el suelo reposara y se estabilizara de nuevo, algo que previsiblemente le llevará un tiempo.
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Fijaros en el contraste entre el tseirón removido por los alumnos y el tseirón que no lo fue, muy colonizado por mofos y algún subarbusto. 29 julio 2.017. |
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De nuevo ha comenzado el proceso de colonización en el tseirón removido. 27 julio 2.018. |
A continuación llegamos a una doblez a la derecha provocada por el cerro que nos anuncia la entrada en el Regueiro Decutsada. Antes desde aquí había unas espléndidas vistas del avesíu de este precioso valle y que hoy ya no son tan amplias.
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Pista reforzada con muros por la parte de abajo tras entrar en el Regueiro Decutsada. 27 julio 2.018. |
Seguimos y pronto se veía que la arboleda de por encima de la pista menguaba, hoy ya no se nota. Durante mi primer año de Guía-Monitor solía detenerme muchas veces a contemplar aquella calva desarbolada. Fijándome a fondo en un subarbusto que hacía poco tiempo que había conseguido diferenciar del resto y que me llamaba poderosamente la atención: la carqueixa (genista tridentata). Su peculiar aspecto tosco y su tacto rugoso me sorprendían y me hacían ver una belleza que iba más allá de la pura imagen visual. Sentía que renacía en mí un viejo vinculo con ella y con los brezos que crecían junto a ella. Por eso me detenía a admirarla, me encontraba en la gloria simplemente observándola. La carqueixa era como mis ancestros recientes: humildes, rústicos, toscos, casi bastos, acostumbrados a sinsabores y penalidades pero empeñados en sobrevivir y sacar adelante a los suyos, con dulzura, ternura y amor a raudales. Ellos eran bellos y la carqueixa también.
Además allí se mostraba exuberante, desmelenándose y dejándose caer hacia la pista. ¡Pura magia vegetal!. Nunca la he vuelto a ver tan hermosa y atractiva como allí.
En la calva también se veía algún que otro pino, que se repetían por debajo de la pista, con una colonia de ellos dentro del antiguo vallado, restos palpables del pinar que se plantó por aquí y que aún subsiste bastante por encima de este lugar.
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Restos de los pinos plantados por Patrimonio Forestal. Aquí dentro del antiguo vallado. 29 julio 2.017. |
El arbolado que hoy nos envuelve nos engaña. Solo unos metros por encima de los bordes de la pista, lo que hay es una extensa granda, donde ganzos, toxos, carqueixas y algunas escobas van preparando los suelos para cuando lleguen los antiguos propietarios de estos terrenos, los robles albares. Del lado de abajo de la pista abundaban los abedules que testimoniaban una repoblación reciente.
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Solo unos metros por encima de la pista se extiende una extensa granda. 27 julio 2.018. |
Pronto se llegaba a otro clarín, ahora por la parte de abajo, con muchas especies subarbustivas que permitían ver el excelente bosque del avesíu de Decutsada, instalado al otro lado del regueiro. Hoy las vistas ya no son tan claras.
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Desde el clarín aún se ve algo del esplendoroso bosque del avesíu de Decutsada en sus partes bajas. |
Hasta cerca del clarín llegaba el antiguo vallado, un poco más adelante de un precioso borrachín (madroño) que hay del lado de arriba de la pista. La competencia que tiene en su entorno le ha hecho crecer recto hacia arriba y ya debe de estar en edad reproductiva pues unos metros por debajo, en la misma pista, descubrí en el 2.017 unos borrachines en sus primeros meses de vida. Veremos hasta cuando perviven estos borrachines pues los grandes robles que los bordean son su peor compañía. De todas formas los robles no sumen en la penumbra a su sotobosque, siempre dejan pasar algo de luz. Pero si logran eliminar a los subarbustos como los brezos, toxos, retamas y carqueixas, seguramente acaben haciendo lo mismo con este arbusto o pequeño arbolillo. Mientras tanto disfrutemos de su presencia.
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Un poco más allá del borrachín, por debajo de la pista era hasta donde llegaba el vallado. 26 julio 2.016. |
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El borrachín más en detalle. Le sigue salvando la gran insolación que le viene de la parte de arriba, de la granda, pero cuando esta se cubra de arbolado...7 julio 2.018. |
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Borrachines con pocos meses de vida, favorecidos por la claridad que les llega desde la granda. 29 julio 2.017. |
Tras el claro y curvando a la derecha llegamos ante un grupo de robles que merecen una explicación. Por debajo de la pista los robles parecen ser iguales, con la misma edad, que ronda la centena. Lo que remite a una entresaca de grupo (o una matarrasa de pequeña extensión). Por fortuna la tala debió realizarse en periodo de reposo vegetativo, de modo que muchos tocones rebrotaron. Eso al menos se deduce de un roble con doble tronco e incluso de los troncos que hay a su alrededor, de un lado, que parecen salir todos de ese punto. O sea del mismo tocón salieron cinco o seis guías que crecieron de forma excepcional.
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Clarín que precede al roble rebrotado en varios ramales. Foto Astor. 29 julio 2.017. |
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Rebrotes de Decutsada, los dos primeros fijos, al poco de acabar la valla. 14 octubre 2.000 |
Allí solía hacer una parada con los alumnos del Itinerario y con los visitantes que deseaban una ruta más corta para que vieran de primera mano y entendieran el tema de los rebrotes.
Cuando paséis a su lado echadles una mirada, siguen siendo tan pedagógicos como entonces, aunque seguramente los veáis muy decaídos pues por causas que ya he ido mencionando en otros capítulos no tardarán mucho en desaparecer. Por fortuna en el entorno y del otro lado el regueiro sigue habiendo excepcionales robles.
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Aspecto decrépito de las copas del rebrote. 29 julio 2.017. |
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Detalle de la base del rebrote. 26 julio 2.016. |
Si miramos, en el mismo punto, para encima de la pista el paisaje es diferente: si debajo de ella los robles están relativamente espaciados (cinco o seis metros entre ellos) aquí hay una densidad enorme y además son mucho más pequeños. Es una nueva generación surgida tras las últimas cortas de los años cincuenta y sesenta. Se ven al menos dos generaciones de árboles, por el tamaño que tienen, aunque puede que no sea así y se trate de una sola generación. Tal vez los grandes sean rebrotes de robles talados que crecieron más al disponer de potentes raíces y de buenas reservas y los más pequeños sean nacidos de tsande (bellota). El caso es que hay muchos y tendrán que sufrir una selección natural con varias fases de aclarado. Esta situación era muy evidente en el 2.000 y lo sigue siendo a día de hoy.
Es fácil entender por qué las últimas cortas se hicieron sobre el terreno que queda por encima de la pista ya que el esfuerzo para cargar y luego transportar todo lo talado a Las Tablizas era mucho menor y más rápido, solo había que arrastrarlos hacia abajo.
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