2/29/2024

La Ruta a Las Tsagunas 5 En el cruce Decutsada

Último tramo del solano visto desde el inicio del avesíu. Amplitud de miras. 27 julio 2.018.

No recuerdo con exactitud si fue en el 87 o en el 88. Yo estaba de Guía-Monitor y fui testigo de los efectos causados por una ventolera muy destructora en las partes bajas de Decutsada, en el entorno de la pista. El claro que precedía a los rebrotes múltiples descritos al final del capítulo 2 de la Ruta, fue obra de este viento huracanado. También provocó la caída sobre la pista, un poco por encima del primer cauce de Güérgolas, de varios robles que tuvieron que ser seccionados y apartados para dejar expedita la vía. Estos troncos cortados los utilizaba con algunos grupos escolares para sacar el tema de los anillos de crecimiento. Grupos que preferían andar un poco más y no ceñirse solo al contenido del Itinerario que entonces utilizábamos.

En algunos casos el viento no arrancó los árboles si no que los seccionó por la mitad. Pegado a los rebrotes múltiples arriba mencionados había un buen ejemplo y si aguzáis la vista seguro que veréis alguno más.

En el inicio del tramo que ahora nos ocupa la escabechina fue mayor. Justo por encima de donde hemos de dejar la pista para coger la senda que nos llevará a Las Tsagunas, el viento arrancó y desplomó sobre el suelo unos cuantos robles. Eran tan largos que algunos de ellos taponaron la senda antes de llegar a la ponte que cruza el Regueiro y que rápidamente fueron cortados y separados para dejar esta practicable. 

Inicio de la senda que nace de la pista. Más arriba restos de los árboles caídos. 27 julio 2.018.

La mayor parte de los robles caídos lo hicieron sobre la continuación de la pista que subía hasta La Brañina y hasta más arriba. Como este tramo de la pista ya no era utilizada, estos árboles se dejaron como estaban, dejando que el tiempo los fuera transformando en nutrientes de los que habían sobrevivido y de otros que irían surgiendo.

El viento actuó como una entresaca, derribando árboles por aquí y por allá. La distancia que había entre los robles, que ya era de varios metros, se vio ampliada pero sin llegar a formar grandes claros. Los supervivientes aumentaron algo sus copas pero como al suelo llegaba más luz que antes, pronto fue surgiendo una nueva generación de albares, todos ellos nacidos de bellota. 

Por encima de la senda y de la pista los robles están más espaciados entre si por los huecos dejados por los caídos, pero ya se están llenando de nuevos inquilinos. 27 julio 2.018.

Yo entonces disponía de mucho tiempo libre así que una tarde me dediqué a tomar una serie de mediciones, totalmente fiables, que me podrían servir para evaluar las de otros árboles. Medí el perímetro de varios robles a una distancia del suelo, justo por encima de las raíces, de 1´5 metros. Algunos no me lo permitieron pues el tronco no poseía huecos entre él y el suelo, no pudiendo introducir la cinta métrica. Los que me lo permitieron daban todos el mismo perímetro: 1´5 metros. El mismo que tendrían los supervivientes.

Como se trataba de una mata homogénea solo medí el largo de dos robles. La cinta métrica que utilizaba era muy corta y utilicé una técnica más sencilla. Recogí del suelo una vara delgada y alargada, le quité todo el ramaje y luego, tras medirla, la fui desplazando siguiendo el tronco del árbol caído. La parte final de la copa se había roto al caerse, teniendo que medir, ya con la cinta, sus restos. Los dos robles tenían la misma longitud: 35 metros. Y lo mismo cabría esperar de los supervivientes de la misma mata. Y, lo repito, son mediciones reales, no aproximadas. Viendo la altura de los robles que habían sobrevivido, podríamos, por comparación, estimar la altura de otros árboles, aunque estas mediciones ya serían aproximadas.

35 metros de altura ya es una cifra muy alta, valga la redundancia y ya por aquella había robles y fayas aún más altos. ¿cuánto medirán ahora, 36 años después, los robles que permanecieron en pie de esta mata de albares?, seguro que una altura de vértigo.

En el 2.000 aún eran perfectamente visibles los troncos de los árboles, allí tirados sobre el suelo. Un día me dio por escarbar la corteza de uno cercano a la senda. Tras quitar un par de centímetros, totalmente podridos, la madera parecía estar en perfecto estado. La corteza y la zona por la que están los vasos que transportan la savia no tardan en pudrirse tras la muerte del árbol, debido a que poseen muchos huecos, pero más hacia dentro la madera es muy resistente al ataque de la humedad y la pudrición. Esta resistencia de la madera de roble es la que explica las intensas talas que sufrieron desde el siglo XV-XVI, con destino a la Marina. Una madera que además no deja pasar la humedad, aunque esté en contacto directo y continuo con el agua, o con el vino como demuestran los toneles y barricas que lo contienen. 

Robles caídos en el desvío senda-pista. 13 octubre 2.000.

En mis últimas visitas los robles tirados aún eran visibles y de nuevo escarbé uno con la punta metálica del bastón que utilizo y de nuevo pronto me topé con madera dura y sana y es de suponer que siga así durante mucho tiempo. La madera de los árboles que mueren de viejos, no tardan tanto tiempo en descomponerse. En todos ellos el proceso de descomposición ya está muy avanzado, no tardando en conformar nuevo suelo orgánico. Pero en robles que en plena vitalidad ven segada su vida, su madera se resiste a la descomposición, aunque al final el tiempo puede con todo.

Me contaba un ebanista de León que tenía madera de castaño enterrada para que se curase y luego no se combase o sufriera deformaciones al cortarla en secciones más o menos delgadas, ya que él no trabajaba con madera maciza. Yo le pregunté si la madera no se descomponía al estar enterrada en la tierra y él me contesto que no, si acaso solo la más externa, pero sin más.

Aparte de que contribuye a abonar y crear nuevo suelo, esta entresaca natural consigue romper la monotonía, una monotonía por otro lado admirable, que puede suponer lo que yo llamo "homogeneidad dominante" pues entre los robles que aguantaron los embates de Eolo, han nacido ya otros robles que suponen un nuevo estrato vertical que diversifica la estructura del bosque. Aunque sea durante poco tiempo ya que pronto crecen hasta alcanzar la altura de los mayores. Lo que si consiguen es rejuvenecerlo y hacer más palpable las diferencias de edad.

El paisaje desde donde se coge la senda hasta un trozo más allá del puentín continua siendo el de un cuento de hadas. Es difícil describirla con palabras. A esa magia contribuye el que está cerca del regueiro y no precisamente por el regueiro en si, que por ota parte es precioso, si no por como han crecido los árboles de ese entorno. 

Ladera de enfrente, vista desde el gran roble de solano. 27 julio 2.018.

Los árboles cercanos al regato cuentan con una desventaja y es que están muy abajo, casi encajonados, respecto a los que están ladera arriba. Sobre todo los del avesíu donde esta es más pendiente, ya que la de solano desde el cruce pista-senda, es más tendida, volviéndose más pindia un trozo por encima de la pista. Esos árboles encajonados han tenido que crecer mucho más en altura para poder competir en la búsqueda de la luz. En ese crecimiento les ha beneficiado el estar más cerca del agua del arroyo. 

Robles y fayas altísimos cercanos al regueiro. Al fondo ladera de solano. 27 julio 2.018.

En resumen lo que tenemos son árboles muy altos, con muy pocas ramas inferiores y medianas si son robles, que son la mayoría, y con algunas si son fayas. Permiten una gran visibilidad en la que se ve el suelo de ambas laderas y los troncos rectos y limpios. ¡precioso!, ¡alucinante!. Una alemana en el 2.000 me comento que le recordaba a los bosques alemanes de hace 50 años. 

Más robles y fayas de altos vuelos, con vista del solano. 27 julio 2.018.

El punto débil de estos árboles que crecen tanto en altura es que son más sensibles ante los vientos. El sistema radicular no guarda relación con esas elevaciones. Su anclaje en suelos poco profundos como los que hay en torno al cauce, muy lavados por la fuerza del agua, es de poca envergadura, incapaces de hacer frente a las ventoleras. El resultado es que de cuando en cuando algunos de ellos son desmontados y apeados sobre el suelo. 

Ídem anterior. 27 julio 2.018.

Tampoco el grosor de los troncos guarda relación con la altura a la que llegan, demasiado delgados para resistir los violentos vaivenes a que son sometidos y algunos son tronchados, perdiendo parte del tronco y toda su copa, comprometiendo su futuro.

En este tira y afloja entre el arbolado y los fenómenos atmosféricos, el primero no se deja amedrentar y pronto hace surgir nuevos árboles entre los huecos creados, haciendo que el paisaje vaya cambiando con el paso del tiempo. Lo que quiero decir con todo esto es que habrá casos en que las descripciones que yo haga no se correspondan del todo con las que vosotros veáis. Además el paisaje y las sensaciones que este provoca en nosotros depende mucho de la época del año en que realicemos la visita. El bosque de Decutsada nos parecerá muy diferente cuando sus árboles tienen hojas o cuando estas alfombran sus suelos. Lo que siempre habrá son visiones penetrantes y fustes como velas, pues esto es consustancial con los bosques maduros. 

Árboles arrancados recientemente. Curiosa la forma en que lo han hecho. 26 julio 2.016.

Pero volvamos a donde la senda nacía de la pista. En el 2.000 una tablilla clavada en una faya nos indicaba que esa era la dirección para ir a Las Lagunas. Cuando volví en el 2.016 ya había una indicación más potente, aunque menos estética, un poste clavado en la pista con un indicador metálico. Seguro que la parte metálica durará más tiempo pero al poste le auguro poca duración. Es de madera similar a la de los nuevos puentes, muy vistosa y pulida peo muy poco resistente. 

La señal indica que la senda es el camino correcto. Al fondo restos de los árboles caídos. 26 julio 2.016.

En los escasos 100 metros que hay hasta el puente, nuestro cuerpo se puede relajar pues la senda es totalmente llana. Pasamos rozando los preciosos robles y fayas y las vistas siguen siendo de ensueño. Probad a tocar esos fustes que tenéis tan a mano, a nadie debe importarle lo más mínimo porque el árbol no se ofenderá por ello. Quizás notaréis que estáis tocando a otro ser vivo, muy diferente de nosotros y del resto de animales pero vivo a fin de cuentas. Tocad y acariciad la piel lisa, casi pulida de las fayas o la más rugosa de los robles y elevad vuestro espíritu viendo como esos fustes se elevan hacia el cielo, buscando esa luz que los alimenta. 

Entre la pista y la senda preciosos robles supervivientes. 26 julio 2.016.


Los troncos no nos deja ver la pontiga que está ahí mismo, detrás de ellos. 26 julio 2.016.


Roble altísimo debajo del cruce del Regueiro Decutsada. 13 octubre 2.000


Faya alta debajo del cruce del Regueiro Decutsada.13 octubre 2.000

Hay aquí en Decutsada un lugar que nunca conseguí localizar aunque también tengo que reconocer que nunca lo busqué con ahínco. La Pontiga del Xardón la llamaban los del pueblo. Pontiga o pontigo su versión masculina, es un diminutivo de ponte (puente), topónimos los tres muy frecuentes en zonas con tantos cauces de agua como Mual o Munietsus. 

El Refueiro Decutsada baja bastante caudal de agua y lo hace durante todo el año, claro que durante el verano este se reduce considerablemente, sin llegar nunca a secarse. Es entonces cuando con algo de pericia y utilizando piedras, que ya están en él o colocadas ex profeso, se pueden atravesar sin mojarse. Pero en el resto del año la cosa es más complicada y es necesario construir algún tipo de puente para poder aislarse del agua y no mojarse los pies.

Cuando se hizo la nueva senda, ya que antes no existía, en el sitio donde ahora nos encontramos se construyo una pontiga: cinco o seis troncos de madera de roble, a la larga, de orilla a orilla, apoyadas en ambos lados sobre piedras que evitaran que el agua arramblase con él. Antes de cruzar había por encima de la senda una pequeña mata de xardones, curiosamente como en el caso de la otra pontiga. 

En la ponte Decutsada. Agosto 1997.

En el 2.000 y hasta fechas no muy lejanas este era el puentín que existía aquí y había que tener cuidado a la hora de pisar sobre él pues cuando estaba humedecido era bastante resbaladizo. El nuevo puente es también pequeño y es similar al resto de los instalados a lo largo de la Ruta. 

Actual puentín sobre el regueiro, la malla metálica para no resbalar ¿no acabará contaminando el curso fluvial?. 26 julio 2.016.

Del otro lado se accede facílmente al regueiro donde podemos disfrutar del sabor y frescura de un agua totalmente limpia y pura, ya que hacia este curso fluvial no vierte nada contaminante: por encima no hay pastos ni cabaña ganadera y la carretera va bastante más arriba y además posee poco tráfico. El ganado y las cabañas de La Veiga la Mesa vierten hacia el Vatse Cabreiro. en una cabaña hubo un bar, El Refugio, que cerró tras la disolución del coto de caza de Oubachu, cuyos integrantes eran sus principales usuarios. 

Regueiro Decutsada por encima mismo de la pontiga. 27 julio 2.018.

Esto es algo a tener en cuenta, me refiero al agua, el mejor y más saludable líquido que podéis ingerir en cualquier excursión. Si lleváis poca agua y no os habéis pertrechado de ella en la entrada, en la Fonte Lus Cazadores, es ahora el momento de hacerlo ya que el siguiente punto de aprovisionamiento seguro (puede que La Fonte de Fonculebrera esté seca o inutilizada) se halla bastante lejos de aquí, en el Vatse La Candanosa, ya cerca de la primera tsaguna y hasta allí hay un largo trecho y donde tendréis que apurar más de un trago.

Si no estáis acostumbrados a beber aguas naturales, de fontes o de corrientes puras y cristalinas, tened cuidado con su consumo. Tal vez el estomago se moleste con su ingesta. Si ese es vuestro caso sería recomendable que llevarais, al menos, dos botellines de 50 centilitros de agua natural sin gas embotellada, por persona y solo probar de cuando en cuando la que la naturaleza os ofrezca. La natural siempre es más saludable pero hay que consumirla con moderación y poco a poco para que el organismo la pueda asimilar. Si os dais un atracón de arándanos o de moras, dos excelentes bayas naturales, lo más normal es que tengáis una "cagalera" (diarrea) del copón. 

Regueiro Decutsada flanqueado por enormes árboles, visto desde la pontiga. 27 julio 2.018.

Tras el Regueiro comienza el avesíu, quizás el lugar más esplendoroso de todo Decutsada. El solano por el que hemos venido también lo es pero en realidad es una estrecha banda ceñida al regueiro y que ladera arriba se transforma en granda, con una aún incipiente colonización arbórea y algunas matas de pinos. Pero el avesíu está completamente copado por robles, fayas y bedules, los tres árboles más abundantes de nuestra flora autóctona.

La senda va sobre buenos suelos, al menos terrosos, casi llaneando con alguna que otra subidina pero muy fácil de andar y que nos permite, sin dejar de hacerlo, ver y disfrutar del bosque desde dentro. Lo que primero llama la atención es que el estrato subarbustivo típico del robledal (brezo, toxo,piorno) está muy poco desarrollado. Lo que cubre el suelo es la luzula, planta típica del faéu, y alguna mata de arandaneras. 

Inicio del avesíu por encima de la senda, donde predominan las fayas con suelos cubiertos de lúzula. 26 julio 2.016.

Al poco de cruzar el regueiro pararemos a observar dos curiosos árboles que nacen abajo, cerca del regueiro y que sirven para remarcar algo que ya hemos comentado. En el 2.000 se veía una faya y a la izquierda, después de un xardón, un roble con doble tronco ya desde abajo (un rebrote). Resaltaban por su enorme altura. El roble posiblemente se acercara a los 50 metros. Nos referimos al tronco que da contra la faya. Un tronco recto, sin ramas inferiores ni medianas y con una copa que se entreveía pequeña. También resalta este tronco por su delgadez. No lo medí pero creo que superaría el metro y medio. El otro tronco del roble era parecido al anterior pero menos alto. 

Roble doble a la izquierda y faya con la vista de la pista en el último tramo solano, ¡Pura magia!. 23 septiembre 2.000.

Por su parte la faya era igualmente esbelta y delgada aunque un pelín menos alta. En su parte superior se espalma en dos ramales que constituyen su copa. Tiene ramas a intervalos grandes ya desde abajo y está cubierta de mofo (musgo) por todo su tronco.

En el 2.018 ya se apreciaba claramente que un tronco del roble se había secado. Si no deducís de cual se trata es que no habéis comprendido aún la selección natural que se da en el bosque. 

El tronco menos alto del roble doble se ha secado porque ya no tenía acceso a la luz. Es lo que tiene quedarse rezagado. 27 julio 2.018.

Como la faya que veíamos tiene mofo en todo su tronco me gustaría hacer una aclaración: el tema del musgo en el tronco, en su base, para saber dónde están los puntos cardinales, solo es aplicable cuando a dicho tronco le llega la luz y preferentemente en el caso del roble ya que la faya como suele tener muchas más hojas, suele tener el tronco a la sombra. Si llega la luz la parte del tronco donde está el mofo es siempre la que mira al Norte, ya que lo que le va al mofo es la sombra, donde hay más humedad. En la parte del tronco donde da la luz el mofo no se desarrolla. Localizada la zona del mofo buscaremos su centro que nos indicará el Norte Geográfico y sabiendo donde está el Norte se puede deducir el resto.

Lo mismo que ocurría en el tramo final del solano, en el que se veía la ladera de enfrente, gracias a la vista penetrante que permiten los altos y limpios fustes, acurre ahora en el inicio del avesíu donde abundan los altísimos robles y fayas. El roble y la faya descritos son solo una muestra. Os dejo con unas imágenes que lo ilustran a la perfección.

Tras el cruce del arroyo, al fondo el solano. 23 septiembre 2.000.


Vista del solano desde el inicio del avesíu. 26 julio 2.016.


Vista penetrante desde el inicio del avesíu. 26 julio 2.016.

 

Las hojas bajas de las fayas y de los nuevos estratos tapan parcialmente las visiones profundas. 29 julio 2.017.

 

2/15/2024

La Ruta a Las Tsagunas 4 El último y pindio tramo de la pista.

 

Precioso rebrote de albar antes de iniciar el repecho más fuerte del solano de Decutsada. 26 julio 2016.

La pista se empina mucho tras el puente. Al finalizar este repecho nos hemos alejado un tanto del regueiro y hay que girar algo a la derecha, alejándonos aún más de este. Allí en el giro, antes, se veía otra pista que en llano se metía contra el regueiro, para facilitar la extracción de los altos robles que se dan en esta zona. Hasta había en el suelo, a la larga, un tronco que invitaba a sentarse en él, para disfrutar en silencio de los sonidos del riachuelo y del bosque.

La pista por la que vamos, tras girar a la derecha, continúa subiendo aunque con menor inclinación. Luego vuelve a girar, ahora hacia la izquierda y acomete una subida fortísima, sin duda la de mayor envergadura del tramo de Decutsada.

Entre ambas curvas hay unos robles centenarios preciosos, del lado de arriba de la pista. ¡Ah, cuántas veces me habré detenido a observarlos!, sobre todo a uno de ellos, realmente singular en su aspecto. Con tres ramales desde abajo, constituyendo otro buen ejemplo de los rebrotes que se dieron en esta zona. El antecesor debió ser un albar de grandes dimensiones ya que todos proceden de su tocón. 

Rebrote triple el 12 octubre 2.000


El mismo rebrote el 27 julio 2.018.

Están los tres ramales pegados a la larga, en el sentido de la pista. Un cuarto, unido, se le amputó y un quinto que salía por la parte más cercana a la pista, también. Fijémonos en los troncos: son altos y sin ramas laterales hasta sus copas, con la típica y preciosa corteza blanquecina derivada de los líquenes que la han colonizado. El derecho ha acabado curvándose y pasando para la izquierda, mientras que el izquierdo ha hecho lo propio y se ha curvado hacia la derecha. El único que ha permanecido en su sitio es el del medio, que es el más alto de los tres. 

Las guías del rebrote han cambiado la disposición de sus copas. 27 julio 2.018.

Los dos ramales laterales tienen un futuro incierto. El que ha girado a la derecha tiene una herida alargada arriba, posiblemente derivada de una rama desgajada y no tiene suficiente acceso a la luz, aunque ha conseguido un hueco, hueco al que también aspiraba un roble que había debajo y que al verse tapado ha girado más a la derecha pero que lo tiene muy crudo. 

Por su parte el que ha girado a la izquierda también tiene poco acceso, incluso menos que el anterior. Es el del medio el que al ser el más alto dispone de mayor radiación y el que más perdurará en el tiempo. 

Detalle de las copas. 26 julio 2.016.

  De todos modos el amplio tronco-raíz del que salen los rebrotes tiene una herida y todos sabemos lo que ello implica a medio y largo plazo.

Así se encontraba esta tripleta en el 2.000 y así parece conservarse en 2.018, sin síntomas evidentes de decrepitud, aunque entonces no la examiné con la minuciosidad con la que lo había hecho en el pasado. 

Estado de la base del rebrote el 23 septiembre 2.000.

Justo hacia arriba, por encima de esta tripleta, hay algo de vaguada, en donde hay un robledal espaciado con buenos robles, algunos jóvenes pero altísimos y algunos acebos colonizando los estratos bajos. Al xardón no le perjudica tanto la sombra, puede nacer y progresar bajo el dosel de otros árboles. Esta ventaja adaptativa se debe en parte a su capacidad para seguir fotosintetizando durante el invierno, aunque obviamente a menor ritmo. Cuando el resto de los árboles pierden la hoja y dejan pasar la luz, ahí están sus hojas para recibirla y usarla. Aunque las bajas temperaturas existentes y la ausencia en muchos casos de agua líquida (sigue habiendo agua pero la mayor parte está congelada, incluyendo una buena parte del subsuelo donde van a beber las raicillas de los árboles) hacen que el ritmo de la fotosíntesis se vea reducido. Robles, fayas y bedules no lo pueden hacer por la sencilla razón de que pierden las hojas durante ese periodo. De todos nuestros árboles autóctonos el único que parece compartir esa capacidad del acebo es el teixu, otro árbol de hoja perenne en la que el ritmo fotosintetizador aún es mayor. 

Algunos acebos han surgido y crecido en la vaguada por encima de la tripleta. 27 julio 2.018.

Son precisamente los acebos que hay aquí, y algún avellano, los que impiden una visión más penetrante, más profunda, del bosque de robles: los robles al estar en competencia crecen mucho en altura sin ramas bajas, permitiendo una gran visibilidad de fondo. Se ve lo que hay detrás de ellos e incluso el suelo, pero al haber acebos estos cortan esa profundidad.

Con todo los acebos no son muy abundantes, se están recuperando, pero sus lugares predilectos se encuentran a mayor altitud de la que tenemos aquí. Eso de forma natural y también por influjo antrópico (pastoreo abusivo) situados siempre a mayor altitud. Ya vimos que aquí en Decutsada había grandes acebos, pero en el entorno de La Brañina, a bastantes metros hacia arriba del lugar en el que nos encontramos.

Tras el giro hacia la izquierda, la pista tiene una brutal subida en línea recta y que os recomiendo hacerla pausadamente, para no empezar a desfondarse antes de tiempo los que no estén acostumbrados a andar mucho. 

Repecho fuerte antes del cruce del Regueiro, desde la curva hacia abajo. 13 octubre 2.000.

En el monte es recomendable mantener siempre un ritmo pausado. El que te permita tu cuerpo pero sin llegar nunca a forzarlo. De nada sirven los tirones y son totalmente contraproducentes. Si quieres recorrer una gran distancia, vete despacio.

En algún lugar he leído o me han contado el caso de un grupo de jóvenes de ciudad que decidieron salir al monte y subir al pico de una montaña. Era su primera excursión seria y la iniciaron con un gran ritmo, queriendo comerse el espacio en poco tiempo. Les precedía un paisano de la zona, ya metido en años, que subía a la braña del pueblo para ver como se encontraba el ganáu. Los jóvenes se fueron acercando rápidamente al "viejo" y terminaron pasándolo, sin apenas saludarlo. Iban eufóricos y llenos de energía, manteniendo aquel ritmo mientras el camino era más o menos llano. Se volvieron para ver lo que le sacaban al paisano cuando comenzó la subida y solo vieron un punto ya casi perdido en la lejanía.

En el ascenso cometieron el error de mantener el mismo andar y lo consiguieron durante un cierto tiempo, mientras que el ascenso continuaba y continuaba. No tardó en aparecer la fatiga y no les quedó más remedio que hacer una parada. Estaban sudorosos y les llevó un tiempo recuperarse. Volvieron a andar cometiendo de nuevo el error de hacerlo muy rápido y de nuevo tuvieron que volver a parar. La escena volvió a repetirse a partir de ahí. Las arrancadas recorrían cada vez menos espacio y las paradas eran de mayor duración.

Empezaron a dudar de si serían capaces de llegar a aquel pico o al menos al collado que lo precedía. Estaban sentados tras la última parada, tratando de recuperar el aliento. De pronto volvió a aparecer el viejo al que habían dejado atrás. Seguía con su andar menudo y lento y solo se paraba un ratín, de cuando en cuando, para observar el terreno que lo rodeaba, mirando si por él deambulaban las vacas. Se saludaron y él continuó la ascensión. Siguieron sentados observándolo. En poco tiempo, con aquel ritmo casi cansino, se fue perdiendo monte arriba.

El caso termina así y ciertamente es bien elocuente. Pero a mí se me ocurre un final aún más pedagógico: observando el andar del viejo, los jóvenes decidieron imitarlo. Les costó volver a ponerse en pie y dar los primeros pasos, pero al ser estos más cortos (nada de zancadas) y más sosegados comprobaron que el ascenso era más llevadero. Y, como el viejo, ellos también se paraban cada poco, sin sentarse, a contemplar un paisaje que había dejado de ser amenazante. 

Excelente roble por debajo del tramo pindio. 26 julio 2.016.

En la recta pendiente, por encima de la pista hay una mata de robles donde se nota perfectamente la mano humana. Aquí el bosque no se ha desarrollado de forma libre, si no que se preparó de cara a una futura corta. Se han cortado, de cuando en cuando, robles jóvenes de los que en el 2.000 aún se les veían los tocones, para aclarar la mata y conseguir que los que quedaran tuvieran más recursos a su alcance y crecieran mejor y más rápidamente. Además estos árboles que dejaron presentan cierta linealidad, están como en líneas o filas, de forma bastante estructurada. 

Tras triplete por encima del trozo más pindio, robledal tratado forestalmente. 23 septiembre 2.000.

Lo cortado tendría poca utilización en las sierras de Las Tablizas, pero seguramente se vendería como entibos en las minas de carbón cuando estas iniciaron su andadura en el cercano Ríu Rengos.

Estos aclareos son una práctica habitual en silvicultura, utilizándose en todas las plantaciones de árboles que se hacen y también son frecuentes en otros ámbitos. Estando recogiendo fruta en Lérida, peras y manzanas, me comentaba el hijo de un propietario que la fruta daba más trabajo del que se podía pensar. Aparte de los numerosos tratamientos químicos que se le aplican a los árboles y las labores de riego, abonado y la posterior recogida, cuando la fruta comienza a crecer hay que ir árbol por árbol extirpando aquellos frutos que son demasiado pequeños, para que los que queden tengan mayor ración y puedan crecer más y como todos sabréis en el mercado las frutas grandes tienen mayor precio que las pequeñas.

Percatarse de la ruina que se cierne sobre los rebrotes y otros árboles de Munietsus no está al alcance de una o varias excursiones realizadas por él. Exigen un análisis muy minucioso. Nosotros lo hemos hecho y plasmado en varios capítulos del blog. Lo que sí se ve, aunque sea la primera vez que lo visitas es la existencia en algunos robles de unas protuberancias, e incluso estrechamientos, en el tronco mismo, que sin duda afectan al futuro del árbol. Probablemente su origen haya de relacionarse con la respuesta dada por el árbol mismo frente a una agresión externa, frente a una herida. El árbol ha hecho crecer madera, pero de forma anómala, en la zona agredida y ha superado dicho ataque (un hachazo, una quema, un mordisco u otra agresión de un animal). El problema es que en esa zona la pudrición acaba teniendo un lugar abonado ya que por ahí empezará a pudrirse.

Si es un estrechamiento o un abombamiento a lo largo de todo su perímetro, la estabilidad del árbol puede verse comprometida, pudiendo quebrarse más fácilmente por ese punto, a causa del viento, de la nieve o de ambos.

En el 2.000 abundaban en la mata que mencionábamos robles con 1,50 m. de perímetro a 1,50 m. del suelo por su parte superior, algunos mayores y otros algo más pequeños. Los arbustos, arrasados todos durante el aclaramiento (para que hubiera menos comensales) han vuelto a hacer acto de presencia, como los mencionados acebos. 

Restos del espacio tratado forestalmente. 27 julio 2.018.


El trozo tratado ya va adquiriendo un aspecto más natural. 27 julio 2.018.

Si os apura la dura rampa podéis calmaros parándoos cerca de su final. Os daréis la vuelta y miraréis hacia abajo y hacia la otra ladera. Merece la pena y seguro que os agradará. Veréis la parte baja del Teso Los Carboneros, enmarcando por debajo una amplia vaguada por la que luego transitaremos, preñada de una excelente vegetación. Allí ya se ven buenas fayas, más frecuentes en el centro de la vaguada y su contraste con los robles existentes. Las fayas emiten más ramas laterales que los robles y si pueden ya desde abajo, aunque en bosques tan densos como el que ahora vemos la parte inferior está libre de ellas. Sin embargo los robles presentan un fuste limpio hasta su copa.

Termina la fuerte ascensión, que por fortuna no es muy larga, cuando la pista gira a la derecha, aunque durante un ratín todavía es pindia, pero poco a poco va suavizándose hasta terminar en llano, justo cuando dejamos la pista y cogemos la senda que va a Las Tsagunas. 

La fuerte subida se suaviza en la curva. 27 julio 2.018.


Tras la curva inicio del tramo menos duro. Foto Ástor. 29 julio 2.017.

En este último tramo aún pindio hay muy buen arbolado por debajo de la pista, destacando un roble que rondará los 200 años de existencia, o puede que más, dado el grosor de su tronco. Se mantiene gordo hacia arriba cinco o seis metros y luego adelgaza y se bifurca en dos o tres ramales. A esas alturas no lo pude examinar pero mucho me temo que ahí se haya producido una rotura del tronco principal y el árbol haya reaccionado emitiendo nuevas guías que de momento presentan buen aspecto pero que a la larga acortarán muy mucho la esperanza de vida del árbol. Si la rotura se hubiera producido más abajo el roble tendría los días contados al ver cortado su acceso a la luz, pero las nuevas guías al salir desde más arriba pueden competir con las copas de sus vecinos. Pero las heridas de la rotura acabarán pasando factura.

Buen arbolado en el tramo menos pindio. 27 julio 2.018.


Buen roble en tramo menos pindio. 26 julio 2.016.

 

Buen roble visto desde abajo. 27 julio 2.018.


Buen roble visto desde arriba. 27 julio 2.018.


El buen roble desde más cerca. ojo que parece tener una herida en la base. 29 julio 2.017.

Por encima de la pista el primer tramo tras la curva presenta un arbolado más joven pero en plena pujanza. Luego empiezan a aparecer ya grandes robles con cierta separación entre ellos.

Haréis bien en recorrer lentamente todo este tramo, fijándoos en todo lo que veáis. Seguro que disfrutaréis ya que el paisaje es como el de un cuento de hadas. La ausencia de ramas y hojas en las partes bajas de los troncos, permite visiones más diáfanas y penetrantes. La ladera de enfrente, el avesíu, se ve limpiamente desde algunos puntos. Un puro espectáculo para la vista. 

En el último tramo de subida las vistas del avesíu son espectaculares. Foto Ástor. 29 julio 2.017.

Creo que en el 2.000 esto era más patente que en la actualidad. La dinámica forestal nunca se detiene, es siempre cambiante. Si el viento o la nieve arrancan árboles maduros, en los huecos que quedan pronto surgen nuevos árboles. Estos en sus primeros años tienen muchas ramas y hojas a poca altura y cortan esa visión en profundidad. Aquí en Decutsada esto es frecuente y ya no se ve tanto la otra ladera como antes. Pero aún se ve y es algo realmente mágico, con esas inmensas bóvedas alzándose sobre nuestras cabezas y los propios troncos filtrándonos el paisaje.

La Ruta a Las Tsagunas 36 El bosque mixto 2. Los Tsagozos.

Ladera derecha de Los Tsagozos, un bosque mixto en donde hasta parece que hay alguna faya. 27 julio 2.018. Nos preguntábamos en el capítulo ...