2/15/2024

La Ruta a Las Tsagunas 4 El último y pindio tramo de la pista.

 

Precioso rebrote de albar antes de iniciar el repecho más fuerte del solano de Decutsada. 26 julio 2016.

La pista se empina mucho tras el puente. Al finalizar este repecho nos hemos alejado un tanto del regueiro y hay que girar algo a la derecha, alejándonos aún más de este. Allí en el giro, antes, se veía otra pista que en llano se metía contra el regueiro, para facilitar la extracción de los altos robles que se dan en esta zona. Hasta había en el suelo, a la larga, un tronco que invitaba a sentarse en él, para disfrutar en silencio de los sonidos del riachuelo y del bosque.

La pista por la que vamos, tras girar a la derecha, continúa subiendo aunque con menor inclinación. Luego vuelve a girar, ahora hacia la izquierda y acomete una subida fortísima, sin duda la de mayor envergadura del tramo de Decutsada.

Entre ambas curvas hay unos robles centenarios preciosos, del lado de arriba de la pista. ¡Ah, cuántas veces me habré detenido a observarlos!, sobre todo a uno de ellos, realmente singular en su aspecto. Con tres ramales desde abajo, constituyendo otro buen ejemplo de los rebrotes que se dieron en esta zona. El antecesor debió ser un albar de grandes dimensiones ya que todos proceden de su tocón. 

Rebrote triple el 12 octubre 2.000


El mismo rebrote el 27 julio 2.018.

Están los tres ramales pegados a la larga, en el sentido de la pista. Un cuarto, unido, se le amputó y un quinto que salía por la parte más cercana a la pista, también. Fijémonos en los troncos: son altos y sin ramas laterales hasta sus copas, con la típica y preciosa corteza blanquecina derivada de los líquenes que la han colonizado. El derecho ha acabado curvándose y pasando para la izquierda, mientras que el izquierdo ha hecho lo propio y se ha curvado hacia la derecha. El único que ha permanecido en su sitio es el del medio, que es el más alto de los tres. 

Las guías del rebrote han cambiado la disposición de sus copas. 27 julio 2.018.

Los dos ramales laterales tienen un futuro incierto. El que ha girado a la derecha tiene una herida alargada arriba, posiblemente derivada de una rama desgajada y no tiene suficiente acceso a la luz, aunque ha conseguido un hueco, hueco al que también aspiraba un roble que había debajo y que al verse tapado ha girado más a la derecha pero que lo tiene muy crudo. 

Por su parte el que ha girado a la izquierda también tiene poco acceso, incluso menos que el anterior. Es el del medio el que al ser el más alto dispone de mayor radiación y el que más perdurará en el tiempo. 

Detalle de las copas. 26 julio 2.016.

  De todos modos el amplio tronco-raíz del que salen los rebrotes tiene una herida y todos sabemos lo que ello implica a medio y largo plazo.

Así se encontraba esta tripleta en el 2.000 y así parece conservarse en 2.018, sin síntomas evidentes de decrepitud, aunque entonces no la examiné con la minuciosidad con la que lo había hecho en el pasado. 

Estado de la base del rebrote el 23 septiembre 2.000.

Justo hacia arriba, por encima de esta tripleta, hay algo de vaguada, en donde hay un robledal espaciado con buenos robles, algunos jóvenes pero altísimos y algunos acebos colonizando los estratos bajos. Al xardón no le perjudica tanto la sombra, puede nacer y progresar bajo el dosel de otros árboles. Esta ventaja adaptativa se debe en parte a su capacidad para seguir fotosintetizando durante el invierno, aunque obviamente a menor ritmo. Cuando el resto de los árboles pierden la hoja y dejan pasar la luz, ahí están sus hojas para recibirla y usarla. Aunque las bajas temperaturas existentes y la ausencia en muchos casos de agua líquida (sigue habiendo agua pero la mayor parte está congelada, incluyendo una buena parte del subsuelo donde van a beber las raicillas de los árboles) hacen que el ritmo de la fotosíntesis se vea reducido. Robles, fayas y bedules no lo pueden hacer por la sencilla razón de que pierden las hojas durante ese periodo. De todos nuestros árboles autóctonos el único que parece compartir esa capacidad del acebo es el teixu, otro árbol de hoja perenne en la que el ritmo fotosintetizador aún es mayor. 

Algunos acebos han surgido y crecido en la vaguada por encima de la tripleta. 27 julio 2.018.

Son precisamente los acebos que hay aquí, y algún avellano, los que impiden una visión más penetrante, más profunda, del bosque de robles: los robles al estar en competencia crecen mucho en altura sin ramas bajas, permitiendo una gran visibilidad de fondo. Se ve lo que hay detrás de ellos e incluso el suelo, pero al haber acebos estos cortan esa profundidad.

Con todo los acebos no son muy abundantes, se están recuperando, pero sus lugares predilectos se encuentran a mayor altitud de la que tenemos aquí. Eso de forma natural y también por influjo antrópico (pastoreo abusivo) situados siempre a mayor altitud. Ya vimos que aquí en Decutsada había grandes acebos, pero en el entorno de La Brañina, a bastantes metros hacia arriba del lugar en el que nos encontramos.

Tras el giro hacia la izquierda, la pista tiene una brutal subida en línea recta y que os recomiendo hacerla pausadamente, para no empezar a desfondarse antes de tiempo los que no estén acostumbrados a andar mucho. 

Repecho fuerte antes del cruce del Regueiro, desde la curva hacia abajo. 13 octubre 2.000.

En el monte es recomendable mantener siempre un ritmo pausado. El que te permita tu cuerpo pero sin llegar nunca a forzarlo. De nada sirven los tirones y son totalmente contraproducentes. Si quieres recorrer una gran distancia, vete despacio.

En algún lugar he leído o me han contado el caso de un grupo de jóvenes de ciudad que decidieron salir al monte y subir al pico de una montaña. Era su primera excursión seria y la iniciaron con un gran ritmo, queriendo comerse el espacio en poco tiempo. Les precedía un paisano de la zona, ya metido en años, que subía a la braña del pueblo para ver como se encontraba el ganáu. Los jóvenes se fueron acercando rápidamente al "viejo" y terminaron pasándolo, sin apenas saludarlo. Iban eufóricos y llenos de energía, manteniendo aquel ritmo mientras el camino era más o menos llano. Se volvieron para ver lo que le sacaban al paisano cuando comenzó la subida y solo vieron un punto ya casi perdido en la lejanía.

En el ascenso cometieron el error de mantener el mismo andar y lo consiguieron durante un cierto tiempo, mientras que el ascenso continuaba y continuaba. No tardó en aparecer la fatiga y no les quedó más remedio que hacer una parada. Estaban sudorosos y les llevó un tiempo recuperarse. Volvieron a andar cometiendo de nuevo el error de hacerlo muy rápido y de nuevo tuvieron que volver a parar. La escena volvió a repetirse a partir de ahí. Las arrancadas recorrían cada vez menos espacio y las paradas eran de mayor duración.

Empezaron a dudar de si serían capaces de llegar a aquel pico o al menos al collado que lo precedía. Estaban sentados tras la última parada, tratando de recuperar el aliento. De pronto volvió a aparecer el viejo al que habían dejado atrás. Seguía con su andar menudo y lento y solo se paraba un ratín, de cuando en cuando, para observar el terreno que lo rodeaba, mirando si por él deambulaban las vacas. Se saludaron y él continuó la ascensión. Siguieron sentados observándolo. En poco tiempo, con aquel ritmo casi cansino, se fue perdiendo monte arriba.

El caso termina así y ciertamente es bien elocuente. Pero a mí se me ocurre un final aún más pedagógico: observando el andar del viejo, los jóvenes decidieron imitarlo. Les costó volver a ponerse en pie y dar los primeros pasos, pero al ser estos más cortos (nada de zancadas) y más sosegados comprobaron que el ascenso era más llevadero. Y, como el viejo, ellos también se paraban cada poco, sin sentarse, a contemplar un paisaje que había dejado de ser amenazante. 

Excelente roble por debajo del tramo pindio. 26 julio 2.016.

En la recta pendiente, por encima de la pista hay una mata de robles donde se nota perfectamente la mano humana. Aquí el bosque no se ha desarrollado de forma libre, si no que se preparó de cara a una futura corta. Se han cortado, de cuando en cuando, robles jóvenes de los que en el 2.000 aún se les veían los tocones, para aclarar la mata y conseguir que los que quedaran tuvieran más recursos a su alcance y crecieran mejor y más rápidamente. Además estos árboles que dejaron presentan cierta linealidad, están como en líneas o filas, de forma bastante estructurada. 

Tras triplete por encima del trozo más pindio, robledal tratado forestalmente. 23 septiembre 2.000.

Lo cortado tendría poca utilización en las sierras de Las Tablizas, pero seguramente se vendería como entibos en las minas de carbón cuando estas iniciaron su andadura en el cercano Ríu Rengos.

Estos aclareos son una práctica habitual en silvicultura, utilizándose en todas las plantaciones de árboles que se hacen y también son frecuentes en otros ámbitos. Estando recogiendo fruta en Lérida, peras y manzanas, me comentaba el hijo de un propietario que la fruta daba más trabajo del que se podía pensar. Aparte de los numerosos tratamientos químicos que se le aplican a los árboles y las labores de riego, abonado y la posterior recogida, cuando la fruta comienza a crecer hay que ir árbol por árbol extirpando aquellos frutos que son demasiado pequeños, para que los que queden tengan mayor ración y puedan crecer más y como todos sabréis en el mercado las frutas grandes tienen mayor precio que las pequeñas.

Percatarse de la ruina que se cierne sobre los rebrotes y otros árboles de Munietsus no está al alcance de una o varias excursiones realizadas por él. Exigen un análisis muy minucioso. Nosotros lo hemos hecho y plasmado en varios capítulos del blog. Lo que sí se ve, aunque sea la primera vez que lo visitas es la existencia en algunos robles de unas protuberancias, e incluso estrechamientos, en el tronco mismo, que sin duda afectan al futuro del árbol. Probablemente su origen haya de relacionarse con la respuesta dada por el árbol mismo frente a una agresión externa, frente a una herida. El árbol ha hecho crecer madera, pero de forma anómala, en la zona agredida y ha superado dicho ataque (un hachazo, una quema, un mordisco u otra agresión de un animal). El problema es que en esa zona la pudrición acaba teniendo un lugar abonado ya que por ahí empezará a pudrirse.

Si es un estrechamiento o un abombamiento a lo largo de todo su perímetro, la estabilidad del árbol puede verse comprometida, pudiendo quebrarse más fácilmente por ese punto, a causa del viento, de la nieve o de ambos.

En el 2.000 abundaban en la mata que mencionábamos robles con 1,50 m. de perímetro a 1,50 m. del suelo por su parte superior, algunos mayores y otros algo más pequeños. Los arbustos, arrasados todos durante el aclaramiento (para que hubiera menos comensales) han vuelto a hacer acto de presencia, como los mencionados acebos. 

Restos del espacio tratado forestalmente. 27 julio 2.018.


El trozo tratado ya va adquiriendo un aspecto más natural. 27 julio 2.018.

Si os apura la dura rampa podéis calmaros parándoos cerca de su final. Os daréis la vuelta y miraréis hacia abajo y hacia la otra ladera. Merece la pena y seguro que os agradará. Veréis la parte baja del Teso Los Carboneros, enmarcando por debajo una amplia vaguada por la que luego transitaremos, preñada de una excelente vegetación. Allí ya se ven buenas fayas, más frecuentes en el centro de la vaguada y su contraste con los robles existentes. Las fayas emiten más ramas laterales que los robles y si pueden ya desde abajo, aunque en bosques tan densos como el que ahora vemos la parte inferior está libre de ellas. Sin embargo los robles presentan un fuste limpio hasta su copa.

Termina la fuerte ascensión, que por fortuna no es muy larga, cuando la pista gira a la derecha, aunque durante un ratín todavía es pindia, pero poco a poco va suavizándose hasta terminar en llano, justo cuando dejamos la pista y cogemos la senda que va a Las Tsagunas. 

La fuerte subida se suaviza en la curva. 27 julio 2.018.


Tras la curva inicio del tramo menos duro. Foto Ástor. 29 julio 2.017.

En este último tramo aún pindio hay muy buen arbolado por debajo de la pista, destacando un roble que rondará los 200 años de existencia, o puede que más, dado el grosor de su tronco. Se mantiene gordo hacia arriba cinco o seis metros y luego adelgaza y se bifurca en dos o tres ramales. A esas alturas no lo pude examinar pero mucho me temo que ahí se haya producido una rotura del tronco principal y el árbol haya reaccionado emitiendo nuevas guías que de momento presentan buen aspecto pero que a la larga acortarán muy mucho la esperanza de vida del árbol. Si la rotura se hubiera producido más abajo el roble tendría los días contados al ver cortado su acceso a la luz, pero las nuevas guías al salir desde más arriba pueden competir con las copas de sus vecinos. Pero las heridas de la rotura acabarán pasando factura.

Buen arbolado en el tramo menos pindio. 27 julio 2.018.


Buen roble en tramo menos pindio. 26 julio 2.016.

 

Buen roble visto desde abajo. 27 julio 2.018.


Buen roble visto desde arriba. 27 julio 2.018.


El buen roble desde más cerca. ojo que parece tener una herida en la base. 29 julio 2.017.

Por encima de la pista el primer tramo tras la curva presenta un arbolado más joven pero en plena pujanza. Luego empiezan a aparecer ya grandes robles con cierta separación entre ellos.

Haréis bien en recorrer lentamente todo este tramo, fijándoos en todo lo que veáis. Seguro que disfrutaréis ya que el paisaje es como el de un cuento de hadas. La ausencia de ramas y hojas en las partes bajas de los troncos, permite visiones más diáfanas y penetrantes. La ladera de enfrente, el avesíu, se ve limpiamente desde algunos puntos. Un puro espectáculo para la vista. 

En el último tramo de subida las vistas del avesíu son espectaculares. Foto Ástor. 29 julio 2.017.

Creo que en el 2.000 esto era más patente que en la actualidad. La dinámica forestal nunca se detiene, es siempre cambiante. Si el viento o la nieve arrancan árboles maduros, en los huecos que quedan pronto surgen nuevos árboles. Estos en sus primeros años tienen muchas ramas y hojas a poca altura y cortan esa visión en profundidad. Aquí en Decutsada esto es frecuente y ya no se ve tanto la otra ladera como antes. Pero aún se ve y es algo realmente mágico, con esas inmensas bóvedas alzándose sobre nuestras cabezas y los propios troncos filtrándonos el paisaje.

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