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Desde el mirador natural que precede al Tesu´l Retén, vista general del Monte Munietsus (Penas Negras y Fonculebrera, valle del Ríu Tixeirúa y valle del Ríu Refuexu). 23 Septiembre 2.000. |
El enorme paredón que tenemos ante nosotros es un auténtico microcosmos en si mismo. Es imposible encontrar un lugar que presente tal variedad de formas. Lo más normal es que te acabes perdiendo al observarlas: pequeños o grandes surcos que arañan su piel, agujas de roca o masas protuberantes de la misma sustancia, paredes verticales, suelos desnudos aunque preferentemente cubiertos de mofo, de subarbustos o de los omnipresentes cantos desgajados de la roca, fayas, bedules, robles...
Pero también, a partir de un punto concreto y localizado, puedes ir completando este extenso puzle, claro que ello te llevará más tiempo del que dispones si pretendes llegar a Las Tsagunas. Así que confórmate con reconocer alguno de los que te ofrezco en las fotografías. En el mirador, a la tiesta´l sol (en caso de que lo haga) no es conveniente permanecer durante mucho tiempo. Lo mismo que si llueve o hace frío, ya que es un lugar muy expuesto.
No se acaban las vistas con el paredón de enfrente, si miramos a nuestra derecha se abrirá ante nosotros una parte, solo una parte, de las entrañas de nuestro Monte.
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Vista general del fondo del Monte. 13 octubre 2.000. |
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Ídem anterior unos años más tarde. 29 julio 2.017. |
Se ve un pronunciado teso (cerro) dividiendo dos valles. Es el incomparable Sestu Gordu, el más alargado y ancho teso de toda la Reserva y del que desde aquí solo vemos una parte. Vemos su parte inferior, desde su inició en La Queiruela hasta el Chanu Sestu Gordu. El Teso Los Ciervos nos tapa la continuación del valle del Ríu Tixeirúa, viéndose solamente algunos de los altos de la sierra que delimita el Monte en su fondo. Sí se ven las partes altas de la gloriosa Vatsina La Chada y casi toda la preciosa Vatsina La Piesca. En ambas vatsinas y en el entorno del Chanu Sestu Gordu está instalado el mejor y más extenso faéu de toda la Reserva.
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Nombres de lo que vemos: 1-Teso Los Ciervos. 2-Pico Sestu Gordu. 3-Vatsina La Chada. 4-Vatsina La Piesca. 5-Sestu Gordu. 6-La Queiruela. |
A su izquierda se insinúa y se ve algo del valle del Ríu Tixeirúa, que resulta ser también el más largo y amplio de todo el Monte. Ese valle es sin duda el lugar más esplendoroso de Munietsus y lo volveremos a ver con algo más de perspectiva desde otros puntos de la Ruta, aunque nunca lo abarcaremos en su totalidad.. Tampoco lo veremos desde cerca ni andaremos por él ya que queda apartado de nuestra caminata.
Seguro que la senda que antaño lo recorría y que iba al Pico Tsuis y a Las Tsagunas, esté tomada por el monte en muchos lugares, pues lleva abandonada desde fines de los años ochenta. Ya nadie podrá degustar los esplendidos robledales y faéus de "la selva de Munietsus", como yo llamaba afectuosamente a la ladera izquierda de este valle, a cierta altura y hasta algo más allá de Sestu Gordu. Solo los "osus" y algún que otro "gallo de monte" podrán hacerlo y ello, en cierto modo, me reconforta.
¿Cómo estarán aquellos robles y fayas que ya hace cerca de cuarenta años eran deslumbrantes?. Puede que algunos sigan incrementando sus colosales fustes y puede que otros hayan finalizado su periplo vital, victimas de los males que ya hemos detallado en los capítulos dedicados a Decutsada. Que la tranquilidad y el sosiego del que gozan les preserve durante mucho tiempo, aunque nosotros no lo veamos.
A la derecha de las partes bajas de Sestu Gordu se ve otro valle. Es la mitad del Ríu Refuexu (Pradallos y Trousín), delimitado por el Serrón de Las Berzas , el Regueiro Las Berzas y los altos de la sierra que bordean el Monte.
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Nombres de lo que vemos: 1-Regueiro Pradallos. 2-Serrón Los Pradallos. 3-Regueiro Trousín. 4-Serrón de Las Berzas. 5-Regueiro Las Berzas. 6-Cimeira de Sestu Gordu. 7-Portelín. 8-Altu´l Refuexu. |
Más allá, detrás de esa sierra el mundo es otro y desconocido para el que no conozca el Monte y su entorno. Pero la lejanía de las vistas y el bosque que parece ocuparlo todo le harán sentirse muy alejado del mundo civilizado. Ya lo habíamos sentido cuando el bosque de Decutsada nos había engullido, pero ahora la sensación se incrementa, reforzada por el sentido de la vista. Y esta experiencia no hará si no incrementarse con cada paso que demos siguiendo la Ruta.
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La niebla contribuye a darle un aspecto enigmático al Monte y nos hace pensar que es infinito, y a nosotros sentirnos muy pequeños. 14 octubre 2.000. |
Pero como decía una amiga francesa de mi lejana juventud: ¡no apanicar!. Que nadie se sienta perturbado por esa sensación. Ni tampoco desvalido, nada malo nos espera en el Monte, sus habitantes son inofensivos y suerte tendremos si logramos ver alguno. Disfrutad de esa sensación es algo único, algo que en este mundo edulcorado y plasticoso que intentan vendernos no se puede sentir todos los días. Dejad a un lado todos los prejuicios que podáis tener y volved a sentir algo primigenio. Como decía en otra parte: lejos, muy lejos de todo, excepto de la naturaleza.
Al lado mismo del mirador está el Tesu´l Retén. La senda, para acceder a un rellano que hay en el agreste y pronunciado cerro, experimenta una fuerte subida, que por suerte no dura casi nada. Por debajo de la senda hay un pequeño teso rocoso de pura roca que se prolonga un poco hacia abajo en un auténtico espolón de pura roca que luego se desploma bruscamente, con varias decenas de metros, sobre el Ríu Munietsus y sobre el Vatse de Fonculebrera. Por encima de la senda vuelve a acentuarse el cerro rocoso que no tardará demasiado en morir en el Teso Decutsada.
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Final del saliente teso rocoso del Tesu´l Retén. 27 julio 2.018. |
La senda aprovecha ese paso natural en esta cresta y sospecho que la misma senda utilizara otra, más antigua, que está relacionada con el topónimo del teso. Uno de los significados de retén es el de un puesto de gente armada, fijo o móvil, para controlar una actividad determinada. Y creo que el Tesu´l Retén era precisamente el nombre del tesín de debajo de la senda, que luego como en otros muchos topónimos se amplió a todo el cerro que marca la entrada en Fonculebrera.
El tesín era el retén donde se apostaban los cazadores, ya que el paso natural también sería utilizado por los animales para pasar por las partes bajas de Decutsada a Foncubrera y viceversa. Además desde él se divisaba una buena extensión de terreno.
Los señores Condes de Toreno y los posteriores propietarios de Munietsus eran, como el resto de miembros de las clases privilegiadas, aficionados a la caza. Era un signo de ostentación social el practicar esta actividad. Claro que ellos no lo hacían como los lugareños, vulgares campesinos. Ni ponían trampas, ni perseguían a las presas, con perros o sin ellos o se limitaban a esperar a los animales en lugares por donde solían pasar estos.
Solían invitar a otros Señores y organizaban batidas. Ellos se colocaban en lugares estratégicos y un grupo de lugareños metía ruido desplazándose por donde se suponía o se sabía que había animales, para que estos se movieran, pasando cerca de donde estaban apostados los "Señores" cazadores, que, a poco que supieran disparar, siempre se acababan cobrando alguna pieza.
El Tesu´l Retén parece ser uno de esos sitios. Allí, muy cerca de Las Tablizas donde se alojaban tan distinguidos personajes mientras duraban las cacerías. Y es de suponer que estuviera trazada una senda que hiciera más cómodo desplazarse hasta ese lugar.
No me cabe ninguna duda de que el topónimo Retén es de origen foráneo, utilizado por los cazadores visitantes y que acabaría incorporándose a la cultura popular.
Cuando yo deambulaba solo por esta parte del Monte solía detenerme un rato en el mirador, para disfrutar de unas vistas que siempre eran diferentes. Disfrutaba viendo como la regeneración forestal crecía y crecía sobre la pared de Penas Negras. Pero a veces el calor apretaba y entonces subía hasta el tesu donde había algo de sombra y unas piedras donde me sentaba cómodamente para seguir contemplando, dejando que mi imaginación volara libremente.
Antes la vegetación estaba menos desarrollada que actualmente y a veces me atrevía a recorrer el espolón hasta cerca del final. Recuerdo que en una ocasión en un sitio más o menos llano, cerca de su final, hallé muchas cagadas de raposu (zorro). Seguro que él también utilizaba el lugar para admirar las vistas o al menos para otear posibles presas.
En mis últimas visitas me abstuve de recorrer el espolón, no tenía el tiempo suficiente y además las ramas obstruían el paso, pero fiel a una costumbre que había ido adquiriendo, me detenía un ratín, de pie, a disfrutar del frescor de la sombra, antes de afrontar el caluroso tramo de Fonculebrera.
En la visita de 2.017 volví a repetir la paradina. Esta vez iba acompañado. Venía conmigo Ástor, un amigo y compañero, entonces, de trabajo de León. Era de Zamora y con él había realizado y aún realizaría bonitas excursiones por su tierra, que realmente merecieron la pena. Era justo compartir con él los tesoros de mi tierra: Monesteriu d´Ermu, Valdebóis y por supuesto Munietsus, haciendo parada dos noches en Oubachu, en casa de mi hermano Carlos.
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Vatse de Fonculebrera desde el Tesu´l Retén. 26 julio 2.016. |
Por entre las ramas de los pequeños robles se veía una buena vista del Vatse de Fonculebrera. Mis ojos se posaron después en los robles que nos proporcionaban la sombra, mirando pero sin mirar. Hasta que algo llamó mi atención. Se veía una tsande (bellota) completamente desarrollada. Era a finales de julio, época en la que esta no suele estar tan grande. Se la puede ver pero mucho más pequeña, en pleno proceso de crecimiento y de maduración. Pero aquella bellota ya estaba completamente madura y no tardaría mucho en caer al suelo.
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Orocantabrico tras el Tesu´l Retén. 29 julio 2.017. Foto Ástor. |
Me acerqué más a ella y de pronto una nueva sorpresa, colgaba de un pronunciado rabillo de la rama que la había emitido y lo mismo pasaba con otras tsandes del mismo arbolillo, que colgaban solitarias o en grupo. El pedúnculo, que es como se llama a ese rabillo, no existe en el roble albar (quercus petraea), ya que en este se asienta directamente sobre la rama, también de forma solitaria aunque más frecuentemente en grupos. Esta sin duda es la diferencia más evidente entre las dos especies, ya que la tsande que yo estaba viendo pertenecía a un Quercus Orocantabrica, nuestro roble orocantabrico.
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Detalle de la tsande colgando de sus largos pedúnculos. |
¿Cuántas veces me había detenido yo en aquel lugar sin percatarme de su presencia?, para mí eran albares poco desarrollados, que crecían muy lentamente debido a los malos suelos y la sequedad del solano. Fue la visión de la tsande con su largo pedúnculo la que hizo que me diera cuenta del error en el que estaba.
Otras diferencias no son tan palpables. Por ejemplo ambas especies tienen peciolo en sus hojas. El peciolo es el rabillo (otro rabillo) que une la hoja con la rama y que en el orocantabrico es algo más corto que en el albar. A cada lado del peciolo la hoja suele tener como una orejuela en el caso del orocantabrico, mientras que en el albar lo hace de forma mas recta, aunque esto último no siempre es así. Las hojas del orocantabrico son también más lustrosas que en el albar, y hasta algo más consistentes, no tienen la pelusilla que si tiene el albar en el anverso de la hoja.
Igualmente nos ayuda a diferenciarlos el aspecto que presentan ambas especies y el lugar en que se dan. No sabemos como sería el aspecto de Munietsus antes de recibir las influencias antrópicas. Primero las derivadas de las actividades ganaderas, que provocaron la aparición de grandes calvas con la sustitución del arbolado y su suplantación por terrenos con algo de pasto, que irían evolucionando hasta la formación de grandas. Algo que se aprecia claramente en las zonas serranas. Zonas estas donde la regeneración natural, por razones obvias, siempre son más lentas. Faltan las fuentes semilleras y el clima muestra su cara más dura.
Vinieron después las cortas madereras, con efectos aún más devastadores, ya que se talaron zonas que nunca se debieron de cortar, porque su regeneración iba a ser muy complicada. Aumentaron los claros y las grandas.
Antes de estos impactos es más que probable que el bosque estuviese más desarrollado, cubriéndolo prácticamente todo, desde las zonas pegadas al río hasta las más altas cumbres. Solo las tsagunas, las crestas, farallones y prominencias rocosas, así como algunos tseirones, estarían desarbolados. Los albares seguro que habían ido recluyendo a los orocantabricos a las zonas con peores suelos.
Antes de que eso ocurriera, albares y orocantabricos habían ido parejos a la colonización de los solanos dejados por los glaciares. La infatigable labor de mofos, líquenes, hierbas y sobre todo de subarbustos durante los primeros tiempos postglaciares, había creado las condiciones necesarias para que eso ocurriera. Pero ya hemos visto que una gran parte de esos solanos seguían teniendo muy mal suelo. La herencia glaciar seguía estando muy presente. En muchos lugares la roca madre cuarcítica afloraba o semiafloraba a la superficie, bordeada siempre de innumerables tseirones. Los albares se instalarían sobre los suelos menos malos y los orocantabricos sobre los peores, llegando en ocasiones a convivir juntos.
La labor de ambos robles y de otras especies favorecidas por su presencia (como el abedul aprovechando las sombras creadas en esos solanos), hicieron que algunos suelos fueran mejorando con el paso del tiempo. Propiciando la hegemonía de los albares.
La única ventaja de los orocantabricos fue que eran más resistentes a los incendios e inmunes a las talas. En los habitats en que subsistía la menor presencia de materia orgánica hacía que las voraces llamas o no llegaran o lo hicieran con mucha menor virulencia. Por otra parte su menor desarrollo físico hacía que los encargados de cortar los árboles no le prestaran la más mínima atención. Poca madera o ninguna se podría obtener de tan escuálidos arbolitos.
Cuando se produjo el derrumbe de la economía tradicional y ya antes de ello con el cambio que se produjo en la ganadería, destinada ahora a la producción de la leche, el ganado se estabuló y el monte fue perdiendo protagonismo en este aspecto. Si no fuera por los recurrentes incendios la regeneración natural hubiera sido mucho más rápida. Luego vinieron, ¡al fin!, el término de las talas y el Monte quedó a su libre albedrío.
En la regeneración natural no siempre se instala, en primera instancia, la especie que mejor se adapta a las características del lugar. La cercanía es fundamental en este caso, en especial para especies como los robles con una semilla que no puede ser transportada por el viento.. Los albares quedan muy lejos de algunas grandas y cimas del solano del Ríu Munietsus-La Candanosa (por cuyas laderas discurre la Ruta). Lugares perfectamente aptos para ellos que siguen esperándolos. Allí en algunos de esos lugares ya se han instalado algunos orocantabricos, provenientes de lugares cercanos con peores suelos donde habían sobrevivido. En otros siguen codeándose con albares recién llegados.
Estos orocantabricos no son ajenos a la calidad de los suelos, están especializados en adaptarse a los peores suelos, pero no le hacen ascos a suelos mejores si no tienen la competencia de los albares. En esos lugares al disponer de mayores nutrientes, tienen mejor aspecto y se diferencian poco de jóvenes albares, aunque nunca lograrán hacerles sombra.
Aquí, o cerca de donde nos encontramos, tenemos todas las formas posibles que suelen presentar los arocantabricos. Antes del mirador tenemos sus formas achaparradas, con algunos que ya se despegan algo del suelo pero manteniendo esa forma baja y reptante. En el Teso aparecen ramas que en ocasiones no se sabe bien de donde proceden. Y luego en el espacio llaneado y más contra Fonculebrera aparecen las formas que se le suponen a cualquier especie arbórea: la de arbolito, con pocos metros de altura. Lógicamente influye en ello la relativa mejoría del suelo. Tenemos ahí una buena colonia de esta especie y todos y todas los que realicéis la Ruta los tenéis a vuestro alcance. Podéis mirarlos, analizarlos e incluso tocarlos.
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Orocantabricos al lado del Tesu´l Retén. 26 julio 2.016. |
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Orocantabricos junto al Tesu´l Retén. 26 julio 2.016. |
Hay algunos, al menos dos, que ya son bastante adultos, como demuestran sus robustos troncos y la buena tsande que ya producen. Pero esos gruesos troncos pronto desaparecen, sustituidos por delgadas ramas. Son un monumento a la tenacidad. Con heridas por todos los lados, los pequeños robles se regeneran y siguen luchando por mantenerse ahí, generando semillas y mejorando el suelo. Vosotros-as caminantes, podéis en persona darles las gracias, se merecen todos nuestros respetos.
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Mas orocantabricos justo antes de la granda. 27 julio 2.018. |
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Orocantabricos antes de la granda. 27 julio 2.018. |
Pero en el Tesu´l Retén también hay algún que otro albar. Se parecen algo a los orocantabricos y tal vez sean un mesto entre ambas especies. En ellos la tsande ya no cuelga, estando pegada a la rama.
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También hay algún albar en el Tesu´l Retén, del lado que mira para el Ríu Munietsus. 27 julio 2.018. |
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Detalle de las hojas y de la tsande del albar del Tesu´l Retén. 27 julio 2.018. |