6/30/2024

La Ruta a Las Tsagunas 13 Desde el mirador 2. El tesu´l Retén y los orocantabricos.

Desde el mirador natural que precede al Tesu´l Retén, vista general del Monte Munietsus (Penas Negras y Fonculebrera, valle del Ríu Tixeirúa y valle del Ríu Refuexu). 23 Septiembre 2.000.

 El enorme paredón que tenemos ante nosotros es un auténtico microcosmos en si mismo. Es imposible encontrar un lugar que presente tal variedad de formas. Lo más normal es que te acabes perdiendo al observarlas: pequeños o grandes surcos que arañan su piel, agujas de roca o masas protuberantes de la misma sustancia, paredes verticales, suelos desnudos aunque preferentemente cubiertos de mofo, de subarbustos o de los omnipresentes cantos desgajados de la roca, fayas, bedules, robles...

Pero también, a partir de un punto concreto y localizado, puedes ir completando este extenso puzle, claro que ello te llevará más tiempo del que dispones si pretendes llegar a Las Tsagunas. Así que confórmate con reconocer alguno de los que te ofrezco en las fotografías. En el mirador, a la tiesta´l sol (en caso de que lo haga) no es conveniente permanecer durante mucho tiempo. Lo mismo que si llueve o hace frío, ya que es un lugar muy expuesto.  

No se acaban las vistas con el paredón de enfrente, si miramos a nuestra derecha se abrirá ante nosotros una parte, solo una parte, de las entrañas de nuestro Monte.

Vista general del fondo del Monte. 13 octubre 2.000.


Ídem anterior unos años más tarde. 29 julio 2.017.

Se ve un pronunciado teso (cerro) dividiendo dos valles. Es el incomparable Sestu Gordu, el más alargado y ancho teso de toda la Reserva y del que desde aquí solo vemos una parte. Vemos su parte inferior, desde su inició en La Queiruela hasta el Chanu Sestu Gordu. El Teso Los Ciervos nos tapa la continuación del valle del Ríu Tixeirúa, viéndose solamente algunos de los altos de la sierra que delimita el Monte en su fondo. Sí se ven las partes altas de la gloriosa Vatsina La Chada y casi toda la preciosa Vatsina La Piesca. En ambas vatsinas y en el entorno del Chanu Sestu Gordu está instalado el mejor y más extenso faéu de toda la Reserva. 

Nombres de lo que vemos: 1-Teso Los Ciervos. 2-Pico Sestu Gordu. 3-Vatsina La Chada. 4-Vatsina La Piesca. 5-Sestu Gordu. 6-La Queiruela.

A su izquierda se insinúa y se ve algo del valle del Ríu Tixeirúa, que resulta ser también el más largo y amplio de todo el Monte. Ese valle es sin duda el lugar más esplendoroso de Munietsus y lo volveremos a ver con algo más de perspectiva desde otros puntos de la Ruta, aunque nunca lo abarcaremos en su totalidad.. Tampoco lo veremos desde cerca ni andaremos por él ya que queda apartado de nuestra caminata.

Seguro que la senda que antaño lo recorría y que iba al Pico Tsuis y a Las Tsagunas, esté tomada por el monte en muchos lugares, pues lleva abandonada desde fines de los años ochenta. Ya nadie podrá degustar los esplendidos robledales y faéus de "la selva de Munietsus", como yo llamaba afectuosamente a la ladera izquierda de este valle, a cierta altura y hasta algo más allá de Sestu Gordu. Solo los "osus" y algún que otro "gallo de monte" podrán hacerlo y ello, en cierto modo, me reconforta.

¿Cómo estarán aquellos robles y fayas que ya hace cerca de cuarenta años eran deslumbrantes?. Puede que algunos sigan incrementando sus colosales fustes y puede que otros hayan finalizado su periplo vital, victimas de los males que ya hemos detallado en los capítulos dedicados a Decutsada. Que la tranquilidad y el sosiego del que gozan les preserve durante mucho tiempo, aunque nosotros no lo veamos.

A la derecha de las partes bajas de Sestu Gordu se ve otro valle. Es la mitad del Ríu Refuexu (Pradallos y Trousín), delimitado por el Serrón de Las Berzas , el Regueiro Las Berzas y los altos de la sierra que bordean el Monte. 

Nombres de lo que vemos: 1-Regueiro Pradallos. 2-Serrón Los Pradallos. 3-Regueiro Trousín. 4-Serrón de Las Berzas. 5-Regueiro Las Berzas. 6-Cimeira de Sestu Gordu. 7-Portelín. 8-Altu´l Refuexu.

Más allá, detrás de esa sierra el mundo es otro y desconocido para el que no conozca el Monte y su entorno. Pero la lejanía de las vistas y el bosque que parece ocuparlo todo le harán sentirse muy alejado del mundo civilizado. Ya lo habíamos sentido cuando el bosque de Decutsada nos había engullido, pero ahora la sensación se incrementa, reforzada por el sentido de la vista. Y esta experiencia no hará si no incrementarse con cada paso que demos siguiendo la Ruta. 

La niebla contribuye a darle un aspecto enigmático al Monte y nos hace pensar que es infinito, y a nosotros sentirnos muy pequeños. 14 octubre 2.000.

Pero como decía una amiga francesa de mi lejana juventud: ¡no apanicar!. Que nadie se sienta perturbado por esa sensación. Ni tampoco desvalido, nada malo nos espera en el Monte, sus habitantes son inofensivos y suerte tendremos si logramos ver alguno. Disfrutad de esa sensación es algo único, algo que en este mundo edulcorado y plasticoso que intentan vendernos no se puede sentir todos los días. Dejad a un lado todos los prejuicios que podáis tener y volved a sentir algo primigenio. Como decía en otra parte: lejos, muy lejos de todo, excepto de la naturaleza.

Al lado mismo del mirador está el Tesu´l Retén. La senda, para acceder a un rellano que hay en el agreste y pronunciado cerro, experimenta una fuerte subida, que por suerte no dura casi nada. Por debajo de la senda hay un pequeño teso rocoso de pura roca que se prolonga un poco hacia abajo en un auténtico espolón de pura roca que luego se desploma bruscamente, con varias decenas de metros, sobre el Ríu Munietsus y sobre el Vatse de Fonculebrera. Por encima de la senda vuelve a acentuarse el cerro rocoso que no tardará demasiado en morir en el Teso Decutsada. 

Final del saliente teso rocoso del Tesu´l Retén. 27 julio 2.018.

La senda aprovecha ese paso natural en esta cresta y sospecho que la misma senda utilizara otra, más antigua, que está relacionada con el topónimo del teso. Uno de los significados de retén es el de un puesto de gente armada, fijo o móvil, para controlar una actividad determinada. Y creo que el Tesu´l Retén era precisamente el nombre del tesín de debajo de la senda, que luego como en otros muchos topónimos se amplió a todo el cerro que marca la entrada en Fonculebrera.

El tesín era el retén donde se apostaban los cazadores, ya que el paso natural también sería utilizado por los animales para pasar por las partes bajas de Decutsada a Foncubrera y viceversa. Además desde él se divisaba una buena extensión de terreno.

Los señores Condes de Toreno y los posteriores propietarios de Munietsus eran, como el resto de miembros de las clases privilegiadas, aficionados a la caza. Era un signo de ostentación social el practicar esta actividad. Claro que ellos no lo hacían como los lugareños, vulgares campesinos. Ni ponían trampas, ni perseguían a las presas, con perros o sin ellos o se limitaban a esperar a los animales en lugares por donde solían pasar estos.

Solían invitar a otros Señores y organizaban batidas. Ellos se colocaban en lugares estratégicos y un grupo de lugareños metía ruido desplazándose por donde se suponía o se sabía que había animales, para que estos se movieran, pasando cerca de donde estaban apostados los "Señores" cazadores, que, a poco que supieran disparar, siempre se acababan cobrando alguna pieza. 

El Tesu´l Retén parece ser uno de esos sitios. Allí, muy cerca de Las Tablizas donde se alojaban tan distinguidos personajes mientras duraban las cacerías. Y es de suponer que estuviera trazada una senda que hiciera más cómodo desplazarse hasta ese lugar.

No me cabe ninguna duda de que el topónimo Retén es de origen foráneo, utilizado por los cazadores visitantes y que acabaría incorporándose a la cultura popular.

Cuando yo deambulaba solo por esta parte del Monte solía detenerme un rato en el mirador, para disfrutar de unas vistas que siempre eran diferentes. Disfrutaba viendo como la regeneración forestal crecía y crecía sobre la pared de Penas Negras. Pero a veces el calor apretaba y entonces subía hasta el tesu donde había algo de sombra y unas piedras donde me sentaba cómodamente para seguir contemplando, dejando que mi imaginación volara libremente.

Antes la vegetación estaba menos desarrollada que actualmente y a veces me atrevía a recorrer el espolón hasta cerca del final. Recuerdo que en una ocasión en un sitio más o menos llano, cerca de su final, hallé muchas cagadas de raposu (zorro). Seguro que él también utilizaba el lugar para admirar las vistas o al menos para otear posibles presas.

En mis últimas visitas me abstuve de recorrer el espolón, no tenía el tiempo suficiente y además las ramas obstruían el paso, pero fiel a una costumbre que había ido adquiriendo, me detenía un ratín, de pie, a disfrutar del frescor de la sombra, antes de afrontar el caluroso tramo de Fonculebrera. 

En la visita de 2.017 volví a repetir la paradina. Esta vez iba acompañado. Venía conmigo Ástor, un amigo y compañero, entonces, de trabajo de León. Era de Zamora y con él había realizado y aún realizaría bonitas excursiones por su tierra, que realmente merecieron la pena. Era justo compartir con él los tesoros de mi tierra: Monesteriu d´Ermu, Valdebóis y por supuesto Munietsus, haciendo parada dos noches en Oubachu, en casa de mi hermano Carlos. 

Vatse de Fonculebrera desde el Tesu´l Retén. 26 julio 2.016.

Por entre las ramas de los pequeños robles se veía una buena vista del Vatse de Fonculebrera. Mis ojos se posaron después en los robles que nos proporcionaban la sombra, mirando pero sin mirar. Hasta que algo llamó mi atención. Se veía una tsande (bellota) completamente desarrollada. Era a finales de julio, época en la que esta no suele estar tan grande. Se la puede ver pero mucho más pequeña, en pleno proceso de crecimiento y de maduración. Pero aquella bellota ya estaba completamente madura y no tardaría mucho en caer al suelo. 

Orocantabrico tras el Tesu´l Retén. 29 julio 2.017. Foto Ástor.

Me acerqué más a ella y de pronto una nueva sorpresa, colgaba de un pronunciado rabillo de la rama que la había emitido y lo mismo pasaba con otras tsandes del mismo arbolillo, que colgaban solitarias o en grupo. El pedúnculo, que es como se llama a ese rabillo, no existe en el roble albar (quercus petraea), ya que en este se asienta directamente sobre la rama, también de forma solitaria aunque más frecuentemente en grupos. Esta sin duda es la diferencia más evidente entre las dos especies, ya que la tsande que yo estaba viendo pertenecía a un Quercus Orocantabrica, nuestro roble orocantabrico. 

Detalle de la tsande colgando de sus largos pedúnculos.

¿Cuántas veces me había detenido yo en aquel lugar sin percatarme de su presencia?, para mí eran albares poco desarrollados, que crecían muy lentamente debido a los malos suelos y la sequedad del solano. Fue la visión de la tsande con su largo pedúnculo la que hizo que me diera cuenta del error en el que estaba.

Otras diferencias no son tan palpables. Por ejemplo ambas especies tienen peciolo en sus hojas. El peciolo es el rabillo (otro rabillo) que une la hoja con la rama y que en el orocantabrico es algo más corto que en el albar. A cada lado del peciolo la hoja suele tener como una orejuela en el caso del orocantabrico, mientras que en el albar lo hace de forma mas recta, aunque esto último no siempre es así. Las hojas del orocantabrico son también más lustrosas que en el albar, y hasta algo más consistentes, no tienen la pelusilla que si tiene el albar en el anverso de la hoja. 

Igualmente nos ayuda a diferenciarlos el aspecto que presentan ambas especies y el lugar en que se dan. No sabemos como sería el aspecto de Munietsus antes de recibir las influencias antrópicas. Primero las derivadas de las actividades ganaderas, que provocaron la aparición de grandes calvas con la sustitución del arbolado y su suplantación por terrenos con algo de pasto, que irían evolucionando hasta la formación de grandas. Algo que se aprecia claramente en las zonas serranas. Zonas estas donde la regeneración natural, por razones obvias, siempre son más lentas. Faltan las fuentes semilleras y el clima muestra su cara más dura. 

Vinieron después las cortas madereras, con efectos aún más devastadores, ya que se talaron zonas que nunca se debieron de cortar, porque su regeneración iba a ser muy complicada. Aumentaron los claros y las grandas.

Antes de estos impactos es más que probable que el bosque estuviese más desarrollado, cubriéndolo prácticamente todo, desde las zonas pegadas al río hasta las más altas cumbres. Solo las tsagunas, las crestas, farallones y prominencias rocosas, así como algunos tseirones, estarían desarbolados. Los albares seguro que habían ido recluyendo a los orocantabricos a las zonas con peores suelos.

Antes de que eso ocurriera, albares y orocantabricos habían ido parejos a la colonización de los solanos dejados por los glaciares. La infatigable labor de mofos, líquenes, hierbas y sobre todo de subarbustos durante los primeros tiempos postglaciares, había creado las condiciones necesarias para que eso ocurriera. Pero ya hemos visto que una gran parte de esos solanos seguían teniendo muy mal suelo. La herencia glaciar seguía estando muy presente. En muchos lugares la roca madre cuarcítica afloraba o semiafloraba a la superficie, bordeada siempre de innumerables tseirones. Los albares se instalarían sobre los suelos menos malos y los orocantabricos sobre los peores, llegando en ocasiones a convivir juntos.

La labor de ambos robles y de otras especies favorecidas por su presencia (como el abedul aprovechando las sombras creadas en esos solanos), hicieron que algunos suelos fueran mejorando con el paso del tiempo. Propiciando la hegemonía de los albares.

La única ventaja de los orocantabricos fue que eran más resistentes a los incendios e inmunes a las talas. En los habitats en que subsistía la menor presencia de materia orgánica hacía que las voraces llamas o no llegaran o lo hicieran con mucha menor virulencia. Por otra parte su menor desarrollo físico hacía que los encargados de cortar los árboles no le prestaran la más mínima atención. Poca madera o ninguna se podría obtener de tan escuálidos arbolitos.

Cuando se produjo el derrumbe de la economía tradicional y ya antes de ello con el cambio que se produjo en la ganadería, destinada ahora a la producción de la leche, el ganado se estabuló y el monte fue perdiendo protagonismo en este aspecto. Si no fuera por los recurrentes incendios la regeneración natural hubiera sido mucho más rápida. Luego vinieron, ¡al fin!, el término de las talas y el Monte quedó a su libre albedrío.

En la regeneración natural no siempre se instala, en primera instancia, la especie que mejor se adapta a las características del lugar. La cercanía es fundamental en este caso, en especial para especies como los robles con una semilla que no puede ser transportada por el viento.. Los albares quedan muy lejos de algunas grandas y cimas del solano del Ríu Munietsus-La Candanosa (por cuyas laderas discurre la Ruta). Lugares perfectamente aptos para ellos que siguen esperándolos. Allí en algunos de esos lugares ya se han instalado algunos orocantabricos, provenientes de lugares cercanos con peores suelos donde habían sobrevivido. En otros siguen codeándose con albares recién llegados.

Estos orocantabricos no son ajenos a la calidad de los suelos, están especializados en adaptarse a los peores suelos, pero no le hacen ascos a suelos mejores si no tienen la competencia de los albares. En esos lugares al disponer de mayores nutrientes, tienen mejor aspecto y se diferencian poco de jóvenes albares, aunque nunca lograrán hacerles sombra.

Aquí, o cerca de donde nos encontramos, tenemos todas las formas posibles que suelen presentar los arocantabricos. Antes del mirador tenemos sus formas achaparradas, con algunos que ya se despegan algo del suelo pero manteniendo esa forma baja y reptante. En el Teso aparecen ramas que en ocasiones no se sabe bien de donde proceden. Y luego en el espacio llaneado y más contra Fonculebrera aparecen las formas que se le suponen a cualquier especie arbórea: la de arbolito, con pocos metros de altura. Lógicamente influye en ello la relativa mejoría del suelo. Tenemos ahí una buena colonia de esta especie y todos y todas los que realicéis la Ruta los tenéis a vuestro alcance. Podéis mirarlos, analizarlos e incluso tocarlos. 

Orocantabricos al lado del Tesu´l Retén. 26 julio 2.016.


Orocantabricos junto al Tesu´l Retén. 26 julio 2.016.

Hay algunos, al menos dos, que ya son bastante adultos, como demuestran sus robustos troncos y la buena tsande que ya producen. Pero esos gruesos troncos pronto desaparecen, sustituidos por delgadas ramas. Son un monumento a la tenacidad. Con heridas por todos los lados, los pequeños robles se regeneran y siguen luchando por mantenerse ahí, generando semillas y mejorando el suelo. Vosotros-as caminantes, podéis en persona darles las gracias, se merecen todos nuestros respetos.

Mas orocantabricos justo antes de la granda. 27 julio 2.018.


Orocantabricos antes de la granda. 27 julio 2.018.

Pero en el Tesu´l Retén también hay algún que otro albar. Se parecen algo a los orocantabricos y tal vez sean un mesto entre ambas especies. En ellos la tsande ya no cuelga, estando pegada a la rama.

También hay algún albar en el Tesu´l Retén, del lado que mira para el Ríu Munietsus. 27 julio 2.018.

 

Detalle de las hojas y de la tsande del albar del Tesu´l Retén. 27 julio 2.018.

                                                                  

6/15/2024

La Ruta a Las Tsagunas 12 Roble orocantabrico. Desde el mirador 1

 

Penas Negras y Pico Tsuis desde el mirador que precede al Tesu´l Retén. 14 octubre 2.000.

Están de suerte los amantes de los árboles que saben diferenciarlos. Quienes se acerquen a Muniellos, al menos a los tramos que hay hasta el Tesu´l Retén, pueden ver y apreciar los grandiosos albares (quercus petraea) que hay por todo Decutsada. Hermosos robles jóvenes y otros ya adultos cuyos grosores y alturas pueden llegar a sobrecogernos y hacer volar nuestra imaginación. Solo por ver estos soberbios ejemplares merece la pena una visita a este monte.

Al principio de su historia protegida, los biólogos creían que estos robles eran carbatsus (quercus robur), pero luego los botánicos han testado que se trata de albares e, igualmente, han constatado que en el Monte Munietsus no existen quercus pyrenaica. los hay en los montes colindantes (Mual, Oubachu, Pueblo de Rengos, La Vilietsa, El Vilar, Oumente, Alguerdo y Valdebóis) pero no dentro de este.

En Mual y todo su entorno a los robles también les llamaban así: robles, sobre todo los varones que habían tenido alguna relación con las cortas de Munietsus. Pero el resto les llamaba rebotsus, diferenciándose dos tipos: el rebotsu albar y el rebotsu sapiego (quercus pyrenaica). Todo el mundo sabía diferenciarlos, debido al amplio uso que se hacia de su madera, de su tsande y de sus hojas.

Si lo que se necesitaba era un roble para las vigas de una casa u otro tipo de construcción, el elegido tenía que ser un albar. Para tseiña (antiguamente solo se aprovechaba la derribada por causas naturales en el monte comunal. La de los particulares solo les incumbía a ellos) valía cualquiera, aunque se usaba más la del rebotsu sapiego porque era el que más abundaba en la cercanía del pueblo y al que más se le podía podar.

La tsande se utilizaba la de las dos especies, si bien se prefería la de los albares ya que al ser árboles más corpulentos (se les podaba mucho menos que a los sapiegos) producían mayor cantidad de frutos, siendo estos además algo más grandes. La hoja más utilizada era la del sapiegu y para ello se les podaba periódicamente para llevarse el ramaje y aprovecharse de sus hojas, que cuando escaseaba la yerba era devorada con fruición por el ganáu.

Pero lo cierto es que en Munietsus hay otro roble, un quercus que va cobrando un mayor protagonismo con el paso del tiempo. Le ha llevado unos años hacerse notar porque durante mucho tiempo estuvo relegado a zonas poco visitadas y porque pese a ser diferente, no es tan fácil de diferenciar. Tan difícil de diferenciar que incluso nuestros antepasados, mucho más apegados al medio natural de lo que estamos nosotros, lo habían hecho, o al menos yo no tengo constancia de ello.

Como el resto de especies arbóreas, el cese de la explotación del Monte y el dejar este a su propia evolución, ha hecho que su presencia se vea ahora incrementada y más al "alcance de la mano". Lo veremos en muchos puntos a lo largo de la ruta. Pero vayamos por partes.

Empecemos con el tramo que hemos visto en el capítulo anterior. Lo cierto es que me ha llevado un tiempo comprender parte de su dinámica forestal, pero el poder observar la vegetación durante bastantes años, aunque fuera con intervalos de tiempo, permitió que me fuera dando cuenta de su evolución.

Cuando vi, las primeras veces, el tramo situado entre el Teso Decutsada y el Tesu´l Retén, achaqué su estado a lo que ya hemos ido viendo: orientación, suelos, exposición y explotación forestal. Lo que se veía entonces era un arbolado menudo y con numerosas heridas: ramas cortadas, secas o incluso ausentes. y lo mismo ocurría en muchos de los troncos principales.

Más tarde, ya de guía-monitor, el estado seguía siendo más o menos el mismo. Yo pensaba entonces que aquella generación de robles no acabaría prosperando y que habría que esperar a una segunda generación para que, aprovechándose de la mejoría del suelo, pudiese crecer con menos deficiencias..

En el 2.000, doce años después, lo que más me llamó la atención fue que el arbolado, aparte de haber crecido mucho, no presentaba secuelas de aquellas heridas. Paraba delante de ellos y observaba su tronco desde abajo hasta las copas y hacía lo mismo con sus ramas laterales más gordas, en el caso de que existieran. Ni rastro de las antiguas deficiencias. Me sorprendía tal capacidad regenerativa de los robles albares. Si fueran rebotsus sapiegus tal vez lo asumiera sin más, pero siendo albares...

En el 2.016 los robles presentaban aún mejor aspecto. Cierto es que a medida que me acercaba al Tesu´l Retén los robles empeoraban y volvían a presentar aquella imagen de languidez. También aparecían matas rastreras que habían conseguido levantarse algo del suelo, pero manteniendo su aspecto achaparrado e incluso algunos con buen fuste que enseguida desaparecía. Pero incluso allí, en las vaguadinas que hay se veían preciosos robles que habían crecido como velas. Aún les faltaba un trecho para ser como los de Decutsada pero ya se parecían algo a ellos. 

Robles rastreros y muy debiluchos después de Vatsina´l Banzáu. Detrás ya se ven buenos albares. 27 julio 2.018


Roble con tronco bastante gordo pero muy poco alto y muy achacado tras Vatsina´l Banzáu. 27 julio 2.018.

Fue en el 2.017 cuando descubrí fehacientemente la presencia del ignorado quercus orocantabrica. Una especie de roble que hasta hacía poco se pensaba que era un mesto, un híbrido entre quercus petraea y quercus robur al que los botánicos llamaban quercus x rosacea y que recientemente había pasado a ser considerado como una especie propia, diferente de las otras y con capacidad para reproducirse por si mismo.

La presencia de este roble en Munietsus no era ninguna novedad, ya que había pequeñas manchas de ellos diseminadas por el Monte. Lo que sí era una novedad era su presencia en el Vatse Fonculebrera. Lo descubrí bien se podría decir que por casualidad, al lado mismo de la senda.

Cuando visité el Monte Oubachu de Decutsada y me asomé al balcón de las Penas de Fonculebrera fue cuando pude apreciar lo extendido que se encontraba por las zonas con peores suelos. Gracias a su colorido verde claro se le diferenciaba bien de los albares, que tienen un color verde más oscuro.

En lo del color tuve suerte y me di cuenta de ello porque allí mismo, en el balcón de Fonculebrera, había unos cuantos orocantabricos, instalados sobre el roquedo mismo y como fuera de este, del lado de Decutsada, los había albares, las diferencias saltaban a la vista. 

Quercus orocantabricos instalados en los mismos crestones de las Penas de Fonculebrera. 28 julio 2.018.

En muchos casos ambos robles estaban juntos, aunque en los suelos más ariscos y rocosos o no había ninguno o aparecían los orocantabricos en solitario.

Todo ello me dio mucho que pensar. Seguro que aquellos robles deshilachados y debiluchos que yo había visto en el tramo entre los tesos eran quercus orocantabricos y que los posteriores, ya más pujantes, fueran albares. Primero los orocantabricos y luego, pronto, los albares, que no tardaron en hacerles sombra y sustituirlos. Proceso que aún no ha finalizado o no se ha iniciado todavía y que en algunos lugares, los de suelos malísimos, puede que nunca se dé y solo puedan sobrevivir en ellos nuestros frugales orocantabricos. 

Hojas de quercus orocantabrico. 27 julio 2.018.


Detalle de hojas de quercus orocantabrico un poco antes del mirador. 27 julio 2.018.

Volveremos sobre este tema pronto. Quedémonos de momento con que este roble puede actuar de dos formas. Por un lado puede hacerlo como pionero en la colonización de suelos malos en los solanos, a la espera de que los albares los sustituyan. Por otro es lo máximo a lo que puede aspirar el arbolado en suelos extremadamente parcos, también en solanos.

En las grietas rocosas con lago de suelo fue donde precisamente sobrevivió este antiquísimo roble ante el avance de sus primos los albares. Y desde ahí ha vuelto a expandirse cuando sus parientes fueron perseguidos por quemas y talas humanas.

Volviendo a la Ruta, sería una verdadera lástima que no hicierais una parada en el mirador natural que precede al Tesu´l Retén. Es cierto que el lugar no es muy cómodo ya que no es llano, pero en él hay cabida para ocho o nueve personas. Está algo sobrealzado en un claro totalmente despejado que permite tener unas vistas realmente impresionantes. Así que os recomendaría que os pusierais lo más a gusto posible y que disfrutarais con las vistas. 

Panorámica desde el mirador. Tened en cuenta que los tamaños están distorsionados. 29 julio 2.017.

Decía en otra parte que una diferencia entre la parte de la Ruta que transita pegada al río y la que lo hace a media ladera, radica precisamente en que esta última permite unas grandiosas vistas de partes del Monte Munietsus. Esta es la primera con la que nos encontramos y una de las más interesantes y bonitas de todas ellas.

Con todos los visitantes que optaban por realizar un pequeño tramo de la Ruta, centrándonos en el bosque de Decutsada y una posterior incursión río arriba, siempre los llevaba hasta este mirador, para completar una bonita excursión. Allí distribuyéndonos como podíamos, procuraba no atosigarlos con muchos datos. Prefería que cada uno-a contemplara el grandioso paisaje que se desplegaba ante nosotros y que se quedaran con las impresiones que este les producía. Hay momentos en los que sobran la palabras.

Lo que tenemos enfrente es como un grandioso paredón, con forma de triángulo algo achaparrado (acutángulo). Sus lados vendrían definidos por : el Teso L´Armadina, el teso sin nombre situado tras la Vatsina Veladeiru y por último el mismo Ríu Munietsus. Con riesgo de resultar pesado os diré que los tres vértices del triángulo serían: Pico Tsuis, el superior. Las Tablizas , el inferior izquierdo. Y la Ponte La Zreizal, el inferior derecho. 

Para que no os perdáis os reproduzco mi mapa de Penas Negras y su entorno, acompañado de los topónimos correspondientes.

La forma de paredón viene motivada por la presencia del Pico Tsuis, el único pico existente dentro del Monte Munietsus. El resto de picos están en los bordes del Monte, a lo largo de la sierra que lo delimita de forma natural. El Pico Tsuis tiene una altura considerable, 1.339 m. de altitud, y está muy cerca del río principal, el Ríu Munietsus, que no pasa de los 750 m. de altitud. Ese desnivel de casi 600 m. es el que le da la forma de paredón ya que el terreno desciende de forma abrupta y vertiginosa. 

Desde el mirador natural del Tesu´l Retén vista de Penas Negras y Pico Tsuis. de frente Vatsina fonculebrera de Penas Negras. A la Derecha Vatse de Penas Negras. 23 septiembre 2.000.

El paredón no es totalmente vertical, eso queda reservado para relieves de mayor envergadura, como los Picos de Europa, o de otra naturaleza mineral, como La Penona de Xalón (caliza). Incluso hay alguna zona llana o tirando hacia esa forma, como atestigua el topónimo El Chano Penas Negras, debajo mismo del Pico Tsuis en las partes altas del Vatse Penas Negras. De todas formas la inclinación es muy marcada.

A la imagen de paredón también contribuye la poca profundidad que tienen sus vatses y vatsinas, labradas como en un bajo relieve y sin nada que se parezca a una vega, salvo la estrechísima banda junto al río o la algo más ancha de la vega aluvial de Las Tablizas.

Sentados frente al gran paredón, a nuestra izquierda tenemos la salida del valle del Ríu Munietsus y su continuación en el Ríu Mual, viéndose un poco del Ríu Rengos. También se ve una porción de la Pena Moncou y luego un gran tramo del Teso de La Granda´l Campu y el rellano de Fontuteiro, todo ello perteneciente al Monte Mual.

Ya dentro de la Reserva se ve una parte del denso faéu de Las Tablizas. La zona más arbolada de todo este avesíu y con un suelo relativamente profundo.

Salida del valle del Ríu Munietsus con el faéu de Las Tablizas y su continuación en el Ríu Mual. 26 julio 2.016.


Que nadie se alarme lo que parece humo no es tal, es niebla. Vista de las partes bajas de Bisnuevo y Penas Negras. 14 octubre 2.000.

 

Inicio de Penas Negras. 26 julio 2.016.

Pronto aparecen algunos de los elementos que más caracterizan esta zona. Nos referimos a los afloramientos de grandes peñascas (Pena Castietso), que en ocasiones tienen un peculiar aspecto, a modo de gigantescos menhires hincados en el suelo (Pena La Lata). Mientras que en las vaguadas y otros puntos afloran los tseirones. 

Inicio de Penas Negras con Pena Castietso y pena La Lata. 27 julio 2.018.

Es el inicio de Penas Negras, que continúa hasta el inicio del Ríu Tixeirúa. El nombre no solo abarca al Vatse Penas Negras si no que se extiende a toda la zona del paredón donde predomina la roca.

Es un nombre llamativo, porque como todos sabréis la cuarcita tiene un color blanco como la nieve y la cuarcita es la roca no solo de Penas Negras si no también de todo el Monte Munietsus. Pero resulta que la cuarcita de Penas Negras se encuentra en una ladera de avesíu y además su inclinación le permite recibir poca insolación, incluso en verano. La gran humedad imperante es la que le ha permitido regenerarse en un tiempo muy corto.

Cuando yo conocí Munietsus por primera vez, el paredón estaba muy desarbolado y ya en aquella época las rocas no eran blancas. La humedad y la sombra son las grandes aliadas del mofu (musgo), que en una labor de milenios, desde el final de la glaciación Wurm, ha ido creando suelo en las grietas y resquicios de la roca y entre las piedras de los tseirones. Y allí se fueron instalando subarbustos y finalmente árboles.

Seguramente se sacaron muchos robles de Penas Negras durante las talas que padeció nuestro Monte y es probable que aumentara la erosión, la gran amenaza en zonas como esta. Pero muchos robles rebrotaron y retuvieron un suelo habitable para sus congéneres o sus vecinos los bedules, las fayas... 

En días claros aún se ve algo del blanco original de la cuarcita, pero la mayor parte de esta está velada por la vegetación existente, desde los humildes mofus hasta los desarrollados albares. 

El color blanquecino delata la presencia de parte del roquedo. Foto Ästor. 29 julio 2.017.

Si miráis desde el mirador cuando los árboles han perdido la hoja quizás os daréis cuenta que la mayoría de los árboles no salen de la roca misma, como puede parecer cuando si la tienen. Aquí no hay orocantabricos que pueden hacerlo en sus resquicios. Incluso los bedules, muy esclavos ellos, necesitan un mínimo de suelo y no digamos los albares que lo necesitan aún más. Lo encuentran debajo de los cantos de muchos tseirones, introduciendo sus raíces por los huecos existentes entre las piedras sueltas.

Pero los árboles, al ir creciendo, acaban tapando con sus ramas cubiertas de hojas las rocas y las paredes no muy elevadas, dando la impresión de nacer de la roca misma.

Nuestros antepasados no eran tan tontos como algunos piensan que eran. Seguro que no sabían que la roca de Munietsus era la cuarcita. Lo que sí sabían era que la roca que predominaba en el Monte era de color blanquecino y precisamente por ese contraste y haciendo una comparación llamaban Penas Negras a toda esta zona.

Justo enfrente del mirador está la Vatsina Fonculebrera de Penas Negras. Más a la derecha los despeñaderos de la Pena de Cuelgaloscuras, auténticas paredes verticales. 

En el centro Vatsina Fonculebrera de Penas Negras, la segunda más importante de toda la zona. Foto Ástor. 29 julio 2.017.


Cortados verticales de la Pena Cuelgaloscuras. 27 julio 2.018.

Luego está el Vatse Penas Negras del que desde aquí poco es lo que se ve y ya cerca del final del triángulo otras paredes verticales, las del Veladeiru. 

Desde el mirador solo se ve un trozo del Vatse de Penas Negras, el más importante del lugar. 26 julio 2.016.

Os he dejado algunas fotos y un mapa para que cuando miréis sepáis lo que estáis viendo.

La Ruta a Las Tsagunas 36 El bosque mixto 2. Los Tsagozos.

Ladera derecha de Los Tsagozos, un bosque mixto en donde hasta parece que hay alguna faya. 27 julio 2.018. Nos preguntábamos en el capítulo ...