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Valle del Ríu Tixeirúa, el más grande de toda la Reserva. Foto Ástor. 28 julio 2.017. |
En mis primeras subidas a Las Tsagunas y luego durante mi etapa como Guía-Monitor a finales de los ochenta, llegar al teso de La Matona de Tonante era hacerlo ante un impresionante mirador natural.
En aquel entonces, recorriendo esta senda de la Ruta, tenías infinidad de lugares que ofrecían bonitas y amplias vistas de partes de nuestro Monte. Muchos lugares no tenían arboleda que la tapara y en otros era tan pequeña que solo lograba ocultar las zonas más bajas.
Haciendo una ruta a media ladera como esta, los lugares que ofrecen vistas más amplias están siempre en los tesos, en esos cerros que van dividiendo los vatses y vatsinas.
Si están despejados, como poco podrás ver el vatse o vatsina que acabas de patear y el que viene a continuación. Si el teso es importante por su tamaño y extensión podrás ver aún más: los vatses y vatsinas que progresan valle arriba, y sus fondos coronados por la sierra. Sin olvidarnos de lo que tienes enfrente y de lo situado a sus lados.
El teso en el que ahora estamos no tiene un nombre propio, es la progresión hacia arriba, hasta el Pico La Baxancada (pasando previamente por Chanetos), de La Matona de Tonante. Pero es un teso importante, el mayor entre el Teso Decutsada y el Teso de Sestu Rapáu. Y luego está su localización ya que nace, abajo, muy cerca de la confluencia de los tres grandes Ríus de Munietsus. El teso es poco ancho por donde lo atraviesa la senda y hay un punto en el que los valles de los Rius La Candanosa, Refuexu y Tixeirúa se ofrecen ante el alucinado visitante.
No hay otro lugar durante la Ruta que ofrezca tanta extensión del Monte como la que se puede contemplar desde aquí.
En los años ochenta la borrachera visual y emocional que despertaban las vistas las podías experimentar desde la misma senda, desde el mismo punto, sin moverte ni dar un solo paso, con solo ir girando la cabeza, aunque era recomendable sentarse para no acabar completamente mareado.
En el año 2.000 el lento crecimiento de los orocantabricos ya empezaban a ocultar parte de las vistas y en mis últimas visitas el velo se iba haciendo mayor.
Seguro que cuando vosotros-as lleguéis a este punto el velo se haya hecho mayor y las vistas no sean tan limpios y amplias desde la misma senda. Tengo sentimientos enfrentados sobre la posibilidad de una alternativa en esta cuestión.
Los seres humanos solemos ser muy destructores en nuestra relación con el Medio Ambiente. A veces lo hacemos por ignorancia y otras por no pensarlo detenidamente. Pisoteamos, arrancamos hojas, ramas, flores... sin darle mayor importancia a estas acciones.
Yo mismo me encuentro entre los "pecadores". Os contaré dos historias que lo ilustran perfectamente. Estando visitando el precioso teixidal (tejedal) de Brañarronda en Rioscuro de Tsaciana me dió por intentar descubrir la potencialidad regenerativa de los tejos. Todo el entorno de su mayor agrupación, está poblado por abedules, algún roble y numerosos teixus pequeños y medianos, que atestiguaban esa capacidad. Pero quería averiguar si esa expansión seguía estando vigente.
Entre los centenarios teixus me fui apartando de las sendas que lo recorren y deambulando entre ellos, buscando recién nacidos. Fijándome detenidamente en el suelo no tardé mucho en encontrarlos. Algunos eran tan diminutos que para verlos había que apartar hojas secas y hierbas.
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Diminuto teixu que solo veremos si apartamos la hojarasca que lo cubre. Teixidal de brañarronda (Tsaciana). 21 julio 2.018. |
Me alegró mucho constatar que la regeneración por semillas seguía siendo más que excelente en el teixidal. Pero luego me asaltó un sentimiento de culpa. ¿Qué hacía yo allí, pisando unos suelos repletos de crías, pisoteando y quizás truncando su esperanza de vida?. Avergonzado por mi actitud retrocedí con sumo cuidado volviendo a unas sendas que nunca debí haber abandonado. Bastante impacto causábamos en aquel delicado ecosistema recorriendo y pisando las innumerables sendas que lo recorren.
Unos cuantos años antes fue cuando me enteré de la existencia de este teixidal. Busqué toda la información posible y encontré en internet algún vídeo, fotos y algunos datos sobre él. Una imagen me llamó poderosamente la atención. Aparecía el teixu con mayor perímetro de aquella familia de gigantes (no por su altura si no por su grosor) y en un estado de conservación bastante aceptable. Un grueso tronco que pronto se espalmaba en varios ramales guía.
A unos dos metros del suelo al tronco, un pelín por debajo del espalme, le salía una rama lateral y sobre ella alguien se había fotografiado.
En mi primera visita creo que no di con este gigante. Estaba de cartero trabajando en Tsaciana y aproveché la vuelta de Murias de Paredes para ir a ver donde estaba el teixidal, recorriéndolo rápidamente.
En 2.016 convencí a mi hijo más pequeño para recorrerlo pausadamente. Dimos con el coloso y acordándome de aquella foto le pedí a Miguel que me hiciera a mí una semejante. Agatuñé sin problemas sobre la rugosa piel del venerado teixu y me puse de pie sobre su rama saliente.
Cuando volví al teixidal en 2.018, esta vez con mi amigo Ástor, también nos acercamos a verlo y fue entonces cuando me percaté de lo dañino que había sido subirme a aquella rama saliente. Como yo otros muchos se habían subido a ella y entre todos provocamos que la rama se hubiera desgajado del tronco, quedando ladeada y seguramente acortando su existencia y la del propio teixu.
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Ástor al lado del gigantesco teixu en el que ya se ve la rama saliente bastante desgajada. 21 julio 2.018. |
Yo, un acérrimo defensor de la naturaleza, cayendo en un error tan grave. Dice un acertado pasaje de la Biblia: "quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra". Todos contribuimos a degradar la natura y es necesario aprender a relacionarnos con ella de una forma más saludable para ambos.
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Esta vez ya no trepé sobre la rama saliente para no desgajarla del todo. Me limité a inspeccionar su colosal base. 21 julio 2.018. |
Quiso el destino castigarme por mi "pecado" y la mitad de las fotos de aquella excursión, incluida la de la afrenta, se perdieron, algo que a día de hoy no me molesta lo más mínimo. Todo lo material va perdiendo valor a medida que voy cumpliendo primaveras, pero me sigo acordando y me sigue doliendo lo necio de mi actitud.
En este contexto de naturaleza agredida hay unas imágenes que he visto en televisión, en Eurosport, y que se repiten asiduamente pues creo que anuncian el Rally París-Dakar. Pueden parecer inocuas pero creo que no lo son: un vehículo, de Carlos Sainz o de otro piloto, comprometiendo e incluso extirpando la poca vegetación que ha conseguido instalarse allí. Se me eriza el pelo del cogote cada vez que lo veo y la gente aplaude a estos abnegados pilotos, que pasan a ser auténticos héroes para un público sediento de emociones fuertes.
Hasta en pequeños detalles podemos ver como valoramos y como entendemos nuestra relación con el medio que nos rodea: de una forma totalmente agresiva y destructora.
"Fuiste vil Buffalo Bill" cantaba el grupo Asfalto, venido a menos musicalmente hablando pero aún con grandes letras, aludiendo al exterminio de los búfalos en Norteamérica, que entorpecían y servían de alimento a los operarios (meros esclavos de origen asiático) durante la construcción de las líneas ferroviarias que atravesaban el "salvaje Oeste".
La única forma de fijar dunas y evitar que se vayan desplazando, anegándolo todo, o que el viento levante esa arena y la transporte a kilómetros de distancia, es precisamente con esa insignificante vegetación. Necesita mucho tiempo y que la dejemos en paz, para ir lentamente tapizando esos suelos.
El asunto no es tan insignificante como pueda parecer a simple vista. A nivel planetario los desiertos de arena van aumentando de forma alarmante y las tormentas de arena que azotan todo su entorno también nos acaban afectando a nosotros mismos, como demuestra el polvo sahariano que periódicamente nos visita, contaminando el aire que respiramos y cayendo en forma de barro cuando la lluvia lo arrastra hacia el suelo.
En la zona del Golfo Pérsico las tormentas de arena son algo pavoroso. Algunos países, gracias a los "petrodólares", han construido grandes y modernas ciudades, muy atractivas para el turismo de élite y otras muchas actividades. Pero cuando llegan las tormentas de arena, el polvo se cuela por todos los lados y solo con grandes inversiones en tecnología "depuradora" pueden seguir manteniéndose.
Estas economías son la "crónica de una muerte anunciada". Cuando se acabe el petróleo o su demanda se reduzca drásticamente por el uso de otras formas de energía, esas islas en medio de un ambiente tan inhóspito, serán cubiertas por el polvo y abandonadas. Ha ocurrido en el pasado con muchas ciudades califales, en la época de los imperios musulmanes y volverá a ocurrir a no tardar mucho.
Los recientes intentos para fijar esos suelos, recurriendo a la única forma eficiente y permanente, es probable que no lleguen a tiempo. Se trata de las investigaciones para localizar plantas autóctonas capaces de resistir y prosperar en esos ambientes, procediendo a plantaciones masivas. Plantas como las que los pilotos de los rallies extremos siguen impunemente extirpando. Claro que en donde lo hacen no hay "petrodólares".
Los tseirones son nuestros desiertos de arena. Cierto es que en ellos la proliferación de animales y plantas es mucho más abundante, pero lo que necesitan para que en ellos se acaben instalando árboles, con la excepción de los formados por tseiras muy gruesas que de momento se niegan a ser colonizados, es que los dejemos en paz, a su propia evolución natural.
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Tseirón del circo de La Baxancada. Monte Oubachu. sus piedras son voluminosas y no se corren al andar sobre ellas. 1987. |
Que alguien se desplace por un tseirón no supone mayores problemas. Los animales lo hacen y forma parte de la dinámica natural. El problema surge cuando son muchos los pies que lo hacen de forma continua. Ya lo vimos en el tseirón cercano a la casa del guarda en Las Tablizas, utilizado como el espacio del robledal durante el primer año (1986) del Itinerario de la Naturaleza. Hubo que cambiar de lugar porque el impacto era más que evidente.
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El tseirón de piedras finas de debajo del Miradoiro de Las Tsagunas (contra el valle principal) está surcado por numerosas sendinas creadas por los animales. 27 julio 2.018. |
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Tseirón de piedras finas corrido por los escolares del Itinerario. Demasiados pies. Foto Ástor. 29 julio 2.017. |
Aquí en el teso de La Matona de Tonante, hay algo de tseirón de piedras medianas por encima de la senda. Subiendo un poco por él, justo hasta donde empiezan a aparecer los orocantabricos superiores, las vistas son aún más espectaculares y amplias que desde la senda. Si todas las personas que realizan esta Ruta subieran por él tseirón para conseguir mejores vistas y fotos, seguro que el impacto acabaría haciéndose visible. Así que mi consejo es que os conforméis con las vistas desde la senda. Y si alguien osa subir por el tseirón, por favor que lo haga con suma delicadeza procurando mover las piedras lo mínimo posible.
Pero ¿qué es lo que se ve y lo que no se ve desde aquí?. De espaldas al teso nos fijaremos primero en las vistas que tenemos a nuestra izquierda. Ante nosotros se abre el gran valle del Ríu Tixeirúa, el más grande de las tres cabeceras del Ríu Munietsus y resulta curioso porque al no verlo completo ya que el Teso Los Ciervos tapa el fondo del valle y muchas de las vatsinas de su vertiente izquierda, la sensación que provoca es la de que se prolonga hasta el infinito, o al menos lejos, muy lejos de donde nos hallamos.
Para los más interesados me he entretenido poniendo los topónimos a una foto de mi amigo Ástor sacada desde aquí. Me ha llevado un buen rato y no ha quedado muy allá así que también os dejo dos mapas, algo más serios, realizados por mí.
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Ríu Tixeirúa (partes altas) |
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Ríu Tixeirúa (partes bajas). |
Supongo que a todos-as os resultará ya familiar el pico que se llama como yo. Al verlo desde abajo, Pico Tsuis nos tapa una parte de la sierra que hay a sus espaldas y hace que las primeras vatsinas de este valle apenas se insinúen al verlas de forma muy ladeada.
Unas manchas tirando a blanquecinas en la misma entrada de Tixeirúa delatan a La Tseirona, una vaguada totalmente copada por un enorme tseirón, cuyas tseiras son las de mayor tamaño de todas las existentes en este Monte. Ahora que no les afecta la erosión periglaciar que fue la que los creó, su gran tamaño perdurará por los siglos de los siglos y hará muy lenta y acaso imposible la colonización arbórea. Esas grandes planchas cuarcíticas, depositadas unas sobre otras, crean una tupida malla que las raíces no pueden sortear.
Cuando la senda larga estaba abierta era especial el tramo que atravesaba La Tseirona. Podías corretear hacia arriba o hacia abajo de la senda sin temor a que las placas se movieran. Impresionaba su aspecto desértico y si hacía sol el calor era el de una auténtica sauna. Así que a pesar de las magníficas y despejadas vistas que había desde ella, tu cuerpo te pedía salir pitando.
Igualmente vemos una estrechísima banda del Vatse Las Varas, sin duda el más amplio de este valle. La distancia a la que nos encontramos impide ver su magnífico faéu, con unas fayas altas y rectas como mástiles.
Arriba, donde vuelve a aparecer la sierra, parecen insinuarse las hondonadas de Lus Pozus de Tsumbón, hasta donde suben las fayas de Las Varas.
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Preciosa vista del valle de Tixeirúa desde el tseirón de La Matona de Tonante, a unos metros por encima de la senda. 4 noviembre 2.000 |
Algo más se ve de la vatsina siguiente: Vatse Tseirón, donde también hay instalado un grandioso tseirón. Si en La Tseirona la colonización arbórea se daba en los bordes, aquí sorprendentemente se da en todos los lados, aunque aún hay zonas donde solo hay tseiras.
También era especial atravesar este lugar y parecía un milagro ver salir arbolado del canchal mismo. Un testimonio vivo del poder de la naturaleza, en este caso del bosque, que sin prisas pero sin pausas tiende a coparlo todo y a llenarlo de más vida. Sin efectos humanos seguro que el bosque acabará engullendo al tseirón, tapándolo bajo el nuevo suelo creado, algo que solo la vegetación puede conseguir.
Porque para el que no lo sepa, la vegetación es la que ha ido creando el suelo vivo de todo el planeta, eso sí con la colaboración de millones y millones de microorganismos, que viven a expensas de ella, y que junto a los minerales y otras materias inertes conforman el suelo mismo.
Con el nombre de Las Varas ocurre algo parecido al de Penas Negras o Tonante. No solo se aplican a un vatse, una vatsina o un cerro, si no que se amplía a un conjunto de ellos, abarcando una superficie mayor. Las Varas no solo se aplica al Vatse Las Varas, el nombre completo de Vatse Tseirón es Vatse Tseirón de Las Varas. Quizás eso explique el error que habíamos cometido los del Cuelmo Ecoloxista Pésico y yo mismo cuando elaboramos la toponimia del Monte Muniellos, que posteriormente publicó la Consejería de Agricultura y Pesca del Principado de Asturias en el mapa del Bosque de Muniellos (el de colores hipsométricos) de 1.985.
En ese mapa al Vatse Tseirón de Las Varas le habíamos puesto el nombre de Regueiro Las Varas, mientras que al Vatse Las Varas le pusimos Vatsina Los Eiros, una vatsina que sí existe pero que en realidad es un afluente del Vatse Las Varas.
Tras la Crespa Samartino y La Crespina vemos la siguiente vatsina: El Regueiro Samartino, del que se ve una amplia superficie que abarca todo su afluente de la Vatsina Fradalicos y parte del cauce principal.
Igualmente se ve mucho de La Regueirona y de su afluente Vatsina La Guvia.
Y si aguzáis la vista veréis hasta donde llegaron las brutales talas a matarrasa de Muniellos S.A. una línea (marcada por las diferentes alturas existentes entre la arboleda que no se taló y la de la nueva generación surgida tras las cortas) que se iniciaba en el Vatse Las Varas y llegaba hasta Vatsina La Bovia y que se nota aún en La Crespa Samartino y en el Teso Fradalicos.
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En esta foto del año 2.000 sacada desde la misma senda, aún se notaba perfectamente la línea con el cambio de la vegetación. 23 septiembre 2.000. |
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En esta otra, más reciente, ya casi no se nota dicha línea. 29 julio 2.017. |
Nada comentaré de las excelentes veigas de La Folgueirosa y Samartino, ya no se ven y además ya he hablado de ellas en otra parte.
El cerro del Teso Los Ciervos nos tapa casi todo el resto del fondo del valle. Solo vemos las partes altas de Vatsina La Bovia y la doble cabecera de la Vatsina Riusecu. Nada vemos de la espléndida Boizuna ni de las esplendorosas Vatsina´l Candanu, Vatsina L´Astaca y Vatsina Los Ciervos.
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En este caso es la niebla la que no nos deja ver nada de esas partes altas. 26 julio 2.016. |
La sierra, pese a estar muy marcada, engaña a la vista. Parece más corta de lo que en realidad es. Os diré lo que hay detrás de ella para que os hagáis una idea. Hasta el Pico Del Chano Alforxacu pertenece a Riumulín de Pueblo de Rengos. Tras Trescutsaus, El Chanón, Pico La Guvia (que se diferencia muy bien por la granda que tiene del lado que vemos) y el Pico Riusecu o Pico Tixeirúa (donde deslinda con el Monte El Curralín) está el Monte La Vilietsa. Incluso se ve algo de La Bovia de Riusecu y La Buqueta de Tixeirúa, tras lo que está el Monte de El Vilar de Cendias.
Hermosas y pujantes de arbolado se ven desde aquí las vatsinas de la primera parte de la vertiente izquierda de este gran valle. Destaca la Vatsina La chada, con sus dos afluentes contra el Teso Los Ciervos, donde está instalado el mayor faéu de todo este Monte. Es tan potente este faéu que incluso se instala sobre el mismo teso de Sestu Gordu, volteándolo y ocupando una parte del Ríu Las Gallegas.
También las laderas umbrías (las derechas, que desde aquí vemos perfectamente) de las Vatsinas La Piesca y La Fonte siguen copadas por este gran faéu, con ejemplares que quitan el hipo.
y ¿qué me decís del teso de Sestu Gordu?, que separa este valle del de el Ríu Refuexu. Es el mayor y mejor arbolado de todos los existentes y yo siempre lo consideré el pulmón de Munietsus, el auténtico corazón de la Reserva. Desde aquí se le ve en toda su extensión, solo habría que añadirle su parte más baja, el espolón de La Queiruela.
Solo habría que matizar que su zona superior, desde el Pico Sestu Gordu hasta la Cimeira Sestu Gordu, está desarbolada ya que fueron sometidas al intenso pastoreo del ganáu de la Braña La Boizuna, la mejor braña (arrendada) del pueblo El Vilar de Cendias. Es una pena que desde aquí no se vea la preciosa tsaguna (A Lagúa) que allí hay y las extensas camperas que la rodeaban. Estas praderas aún se notan a día de hoy pero antiguamente eran mucho mayores.
La braña disponía de dos fuentes, una por encima de la campera (A Fonte´l Charco) y otra por debajo (A Fonte os Pradairos). Curiosamente los de El Vilar no llamaban Boizuna a esta zona, le llamaban Tixeiroa. El nombre de Boizuna era el que utilizaban los que no eran del pueblo, las gentes de los pueblos de la redondada. Estos topónimos los he obtenido recientemente y no aparecen en mis mapas.
Asimismo las partes bajas del ancho teso que ahora se va estrechando también están desarboladas, en este caso debido a las talas madereras. Pero se encuentran en un estado muy acelerado de regeneración natural.
Si la suerte os es esquiva y la niebla, muy frecuente incluso en verano, no se acaba disipando tendréis que ir pensando en hacer una nueva excursión. Una buena excusa para volver a este gran monte.
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Tixeirúa con algo de niebla, algo muy frecuente en Munietsus. 27 julio 2.018. |
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Esto es lo que veréis un día con niebla. Habrá que repetir la excursión. 26 julio 2.016. |