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Panorámica (tamaños distorsionados) de la parte alta del valle del Ríu La Candanosa. 27 julio 2.017 |
Seguimos en el teso de La matona de Tonante. Si giramos la cabeza hacia nuestra derecha veremos una gran parte del valle del Ríu La Candanosa. De hecho ya casi nos encontramos metidos en este gran valle, el segundo en extensión de los afluentes del Ríu Munietsus, mayor que el Ríu Refuexu y solo por detrás del Ríu Tixeirúa.
Abajo junto al río, un poco por encima de donde finaliza este teso está Entramburríus di Murteiru, donde como ya dijimos confluyen el Ríu Refuexu y el que ahora vemos: el Ríu La Candanosa, para formar aguas abajo el Ríu Munietsus.
En el año 2.000, y no digamos ya antes, las vistas eran más amplias que las de mis últimas visitas y es seguro que cuando vosotros-as visitéis Munietsus la "ventana" a La Candanosa se habrá reducido aún más. Es lo que tienen los paisajes vivos, que cambian rápidamente con el paso del tiempo. Cantaba "la negra" (Mercedes Sosa) con su poderosa voz: "cambia, todo cambia", ya que hasta nosotros mismos lo hacemos y como apuntaba Bunbury "quizás a peor". Pero dejada a su libre albedrío la naturaleza siempre lo hace "a mejor". Aunque en este caso nos reduzca una amplia y bella visión.
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En el año 2.000 la pantalla de los orocantabricos aún no nos tapaba del todo las vistas desde la misma senda. 23 septiembre 2.000. |
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Valle del Ríu La Candanosa y parte de Refuexu. Desde la senda en el teso de La Matona de Tonante. 23 septiembre 2.000. |
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El crecimiento de los orocantabricos va tapando las vistas del valle de La Candanosa, incluso desde el tseirón del teso de La Matona de Tonante. 27 julio 2.018. |
Antes de visitar Munietsus tendréis que plantearos la posibilidad de que las vistas se reduzcan más y acaso desaparezcan del todo. Creo que para alguien que visite Muniellos por primera vez, la mejor época para hacerlo es a finales de la primavera o durante el verano, cuando las hojas de los árboles están desarrolladas y estos se encuentran en plena pujanza.
Hace poco un peluquero de aquí, en León, al que por razones obvias visito periódicamente, me comentó que solo salía al monte cuando el sol no calentaba, para evitar los ardores del astro rey. Yo le respondí que el verano es buen momento para visitar un bosque. Es cuando menos probabilidades existen de que llueva y además el calor se ve mitigado por los parasoles de las copas y ramas de los árboles.
En Munietsus, haciendo la Ruta de Las Tsagunas, es cierto que existen tramos despejados donde si hace sol este nos puede atosigar un poco. Pero siempre hay sombras y luego la altitud por la que nos iremos moviendo juega a nuestro favor, haciendo más suave la temperatura.
Pero incluso en verano no siempre hace sol. Se intuye que está ahí pero no siempre llegaremos a verlo. Muniellos es lo que es precisamente por eso. Los albares y las fayas son árboles que necesitan bastante humedad para ser competitivos y predominantes sobre otros árboles. Y necesitan de esa humedad durante todo el año, Si existe un mes o más de sequía a lo largo de un año, los rebotsus sapiegus (quercus Pyrenaica) son más competitivos y acaban desplazando a los albares.
Pero claro, en verano llueve bastante menos que durante el resto del año, incluso aquí en Munietsus. ¿Cómo consiguen los albares esa humedad que tanto necesitan?. Es entonces cuando entra en escena la humedad atmosférica, presente durante todo el año pero más necesaria que nunca durante el estío.
El nublo (nieblas y neblinas), atraído por las montañas y las masas boscosas visitan periódicamente nuestro Monte. Se enroscan sobre sus picos y se posan suavemente sobre el suelo y copas de los árboles y subarbustos, dejando a su disposición grandes cantidades de agua.
Es tanta la atracción que existe entre ellos, tal el amor que se profesan que el nublo acude prácticamente todos los días a su cita, durante la tarde, la noche o al amanecer, quedándose a veces durante todo el día.
Raro es el día, durante el verano que es cuando más se nota, que Munietsus amanece libre de su amado. Puede que acabe esfumándose del todo, dejando un día radiante y reluciente. Pero puede que no o que lo haga parcialmente, perdurando solo en las cotas más altas.
Que no os desanime partir de Las Tablizas con la presencia del nublo, puede que acabe disipándose rápidamente. Pero si veis que persiste, olvidaros de estas grandiosas vistas que estamos comentando. Tendréis entonces que conformaros, que no es poca cosa, con lo que vaya saliendo a nuestro paso, con vistas más cortas, a pocos metros de donde os encontréis.
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Desde la senda la niebla y los orocantabricos nos impiden ver el valle del Ríu La Candanosa. 26 julio 2.016. |
Pero si el nublo comienza a disiparse y os encontráis en alguno de estos miradores naturales de la Ruta, la experiencia bien que merece la pena. El nublo haciéndose jirones, apareciendo y desapareciendo y luego disolviéndose, permite visiones de ensueño. Es como ir completando un mágico y caleidoscópico puzzle, donde las formas van cambiando, asomándose o desapareciendo entre el blanco, hasta hacerse tangibles y relucientes.
Si tenéis la suerte de asistir a este espectáculo, si no estáis sentados será mejor que lo hagáis y que deis rienda suelta a vuestra imaginación. Es otra forma de viajar, lejos, muy lejos. Sin coste alguno y sin secuelas físicas, si acaso una sensación de placidez extendiéndose por vuestro cuerpo.
Eso sí, si en Las Tablizas está lloviendo y no se trata de la típica tormenta de verano, que aquí suele durar algo más que fuera, quizás debáis replantearos subir a Las Tsagunas. En ese caso tal vez un corto paseo sea más que suficiente. ¡Otra vez será!. Al monte no se debe de salir a pasárselo mal, si no se disfruta no tiene sentido alguno.
El nombre del valle que ahora miramos y por el que más tarde transitaremos, ya que la Ruta discurrirá por él, es un topónimo asturiano, del bable occidental. A nuestros antepasados también les llamaría mucho la atención el caso de un buen roble que, sin motivo aparente alguno, se secaba de arriba a abajo.
La muerte solía ser tan rápida que el árbol, aún muerto, permanecía de pie durante un largo periodo de tiempo. Al caérsele la paraza (corteza) que lo cubría, quedaba al descubierto su piel interna, con un color blanquecino muy llamativo y bonito.
A este roble se le llamaba cándanu, precisamente por su color y cuando en un lugar había varios a ese lugar se le llamaba La Candanosa.
Seguro que hay quienes piensan que el nombre se deriva del Pico Candanosa, la cota geodésica de toda esta zona. No estoy seguro de que la veamos desde donde estamos. Nos encontramos bastante más abajo, altitudinalmente, que ella y puede que el Pico o La Piedra Valcárcel se interpongan por el medio.
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El valle del Ríu La Candanosa. 20 julio 2.016. |
Con sus 1.680 m. se encuentra entre los picos más altos de la sierra que bordea Munietsus, aunque en realidad el pico no está propiamente en la sierra, está a unos metros de esta en un cerro con dirección al Rio Ibias.
Los asturianos del Ríu Rengos le llamaban así, pero los de Alguerdo sus legítimos propietarios, ya que se encuentra en su Monte, le llamaban Cazarnoso.
Como quiera que sea el pico se alzaba más que ningún otro y dominaba toda esta zona. Hasta esas cotas mayores llegaba el Vatse La Candanosa, que aguas abajo, al recibir primero las aguas (cuando las había) de la Vatsina´l Piélago y después de la Vatsina Bobia, pasaba a llamarse Ríu La Candanosa.
Pero resulta que este topónimo está presente en muchos otros lugares de este valle, algunos bastante alejados de este pico. El nombre no proviene de algo aislado que luego acabara aplicándose a una extensión más amplia, como ocurre con otros muchos topónimos que ya hemos visto. En este valle, robles secos y de piel luciendo ese color blanquecino que tanto llamaba la atención, los había repartidos por varios lugares, de ahí que se llamara Ríu La Candanosa (el río de los cándanus).
La realidad botánica de los cándanus no es exclusiva de este valle, los había por todo el bosque de Munietsus y la causa, sin excluir la presencia de algún patógeno que los provocara (como el de algún hongo que cortara la circulación de la savia), creo que debemos relacionarla con los suelos existentes. Suelos de herencia glaciar, poco desarrollados, con débiles grosores y con pocos nutrientes. Al lado de otros donde la roca madre o esta desmenuzada en cantos más o menos gruesos, afloraba y cubría grandes extensiones.
Suelos además muy pendientes que facilitarían el lavado, traslado y disolución de la materia orgánica y de las sales minerales.
Y luego estaba la existencia misma del bosque, una comunidad de seres vivos donde los árboles son los dominantes pero que viven a expensas no solo de la radiación solar si no también del mismo suelo.
Los árboles nacían y crecían sin mayores problemas, almacenando luz y nutrientes, hasta que la disminución de estos últimos provocaba la seca de algunos de ellos. Ello no era ningún drama y formaba parte de la dinámica que se había iniciado con la aparición de los árboles.
Los que se secaban solo morían pero no desaparecían del todo, sus restos acabarían engordando y formando nuevo suelo, con nuevos nutrientes. Cada generación de arbolado mejoraba el suelo ya que sintetizaba la energía solar y devolvía al suelo no solo los nutrientes que había usado de este si no también los de nueva creación provenientes del sol.
Ese es el poder y el milagro de lo verde, multiplicar siempre lo que recibe del suelo. Lo que ocurre es que este proceso estaba aún inconcluso y los suelos seguían siendo muy parcos.
Siendo pues un proceso que se repite en nuestros bosques ¿por qué solo aparece este nombre en este valle?. Candanosa no aparece en ninguna otra parte de Munietsus. Solo tenemos Vatsina y tesu´l Cándanu en el Ríu Tixeirúa.
Obviamente la toponimia es lo que es, no es ningún tratado ni de Historia ni de Botánica ni de ninguna otra ciencia, pero nos da muchas pistas para entender muchas cosas que sí están contrastadas científicamente.
El valle de La Candanosa es el más seco de todos los que hay en Muniellos, por la sencilla razón de que es el que más superficie posee de solano. El agua es uno de los nutrientes más importantes del arbolado y su menor abundancia seguro que tiene mucho que ver con la mayor presencia de cándanus.
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Mapa del Ríu La Candanosa, con los topónimos y la senda. Para que lo comparéis con lo que se ve. |
Desde donde estamos no vemos La Candanosa, una vatsina del Ríu Las Fayonas. Ni tampoco Entramburríus de La Candanosa. Sí vemos, y además muy marcado, el Cotarrón de La Candanosa, una especie de serrón, cortante y rocoso, que delimita El Ríu Las Fayonas de las partes más altas del Monte. En él está Pena La Candanosa una gran masa cuarcítica compuesta por varios ramales, y el Pico La Candanosa.
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Partes altas del Ríu La Candanosa. 23 sepriembre 2.000. |
Y hasta las mismas tsagunas llevaban el sobrenombre de La Candanosa. Una vez charlando con un gran conocedor del Monte le pregunté si las tsagunas tenían algún otro nombre que las singularizara y el dijo que no, que simplemente eran Las Tsagunas de La Candanosa.
Por cierto, desde aquí tampoco las vemos. No vemos sus charcos de agua pero sí vemos el encintado que las enmarcaba por el lado de abajo y las paredes del circo que las cobijaba, situado a sus espaldas. Todo ello coronado por el imponente Penón de Las Tsagunas, cuya visión nos engaña porque parece salir en la misma cima de la sierra, cuando en realidad lo hace unos cuantos metros por debajo de ella.
En estas vistas resalta mucho La Regueirona Las Tsagunas, la larga vatsina en la que desaguan las tsagunas, enmarcada entre el Serrón del Níu L´Aigla y el Teso La Veiga´l Tixidal donde se aprecia claramente el diminuto pico en el que termina y que curiosamente no tiene nombre, o al menos nadie supo decírmelo.
Por encima del piquín y continuando por el mismo cerro divisor está El Miradoiro de Las Tsagunas, desde aquí una repisa rocosa, seguido de El Serrapo, suave cerro que ya llega hasta la cima de la sierra.
Aunque sea de lado también se ven los afluentes de La Regueirona del lado del Serrón. Primero la hondonada, tras un cerro pronunciado, de la Vatsina Carril del Carro. Luego la otra hondonada de la Vatsina Carril, coronada por el saliente Pico Carril del Carro. Seguido por el también saliente Pico´l Serrón del Níu L´Aigla ya en la cima de la sierra.
No se aprecia desde aquí la confluencia de La Regueirona Las Tsagunas con el Ríu La Candanosa, donde se ubicaba la última braña de los del Ríu Rengos, la poco conocida Veiga´l Tixidal, que llevaban arrendada los del pueblo de Pousada Rengos.
Justo por debajo se ve bastante de la Vatsina Los Castros y sus afluentes, la mayor vatsina de todo El Serrón. Seguida de la Vatsina Curonzu y la Vatsina La Yerba. Zonas todas estas que a pesar de tener un sustrato bastante rocoso, se aprovechan de su orientación más avesía, en donde el arbolado va poco a poco recuperándose.
Son curiosas las brañas de Munietsus, viéndolas ahora muchos años después de cuando estuvieron en activo, en lugares con una topografía muy accidentada y ya tomadas totalmente por la vegetación. Esta de Pousada tendría una buena expansión por el teso que lleva el nombre de La Veiga y que sube hasta el pie de la primera tsaguna. Un teso en donde por la ladera que da contra el Ríu La Candanosa y en este último, existirían grandes camperas.
En la tsaguna el ganáu de los de Pousada compartiría su uso con el ganáu de los de Alguerdo, que llevaban arrendada otra braña dentro de Munietsus: La Veiga Los Trabóis, a menos de un kilómetro, aguas arriba, de la de Pousada, en el mismo ríu La Candanosa, al pie de la Vatsina La Penona La Veiga Los Trabóis.
Los de Alguerdo utilizaban toda la veiga alta del Ríu La Candanosa y sus afluentes: Vatsina Las Tsagunas, en la vertiente derecha, que desde aquí se ve perfectamente. El Vatse La Candanosa que es la continuación del río principal y que asciende hasta La Piedra Valcarcel. Vatsina´l Piélago, con un ramal que llega hasta O Pelago y el Orriu Valcarcel, una impresionante collada repleta de pastos y con una pequeña tsaguna y al menos una cabana, que no dejaba de ser otra braña por donde se introducían en Munietsus los chocarelos (gentilicio de los nacidos en Alguerdo). Vatsina Bovia, que asciende hasta el Pico Regueira d´Ovella (el Pena Velosa de otros mapas), con acceso a las veigas altas del Pico Ciallo.
En las vistas también se ven Os Serrapos, La Penona y el Pico del Sestón con sus vatsinas Bedulín, La Penona y Da Eira, apenas insinuadas. Zonas ya utilizadas por los de Valdebóis, que también penetraban en Munietsus, como demuestra su pequeña braña: La Veiga Los Tsagozos.
Excepto una parte de Los Tsagozos nada se ve de las vallinas del Ríu Las Fayonas, en cuya cima tenían los de Valdebóis su importante braña de Furmigueirus, que ellos llamaba Furnigueiros (sí, con "n"), ni tampoco del Teso de Sestu Rapáu, donde los de Oubachu tenían otra no menos importante braña: El Pradón, justo en el deslinde entre los Montes de Oubachu y de Munietsus.
En fin, todo un mundo de contactos entre dos comunidades lingüísticas diferentes, compartiendo un territorio semejante, con una riqueza de léxico y de paisaje inigualable. Una delicia para cualquier apasionado por estas cuestiones.
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Espectacular vista del valle en otoño. 4 noviembre 2.000. |