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Vaguada central de la Vatsina Tonante. Una imagen de ensueño. 26 julio 2.016. |
En el año 2.000 cuando regresé a Munietsus como guía realicé decenas de veces esta Ruta. Y de nuevo volví a fijarme en los rebrotes para ver como habían evolucionado. Ya no se veía el carácter rastrero que algunos poseían en sus principios. Todos crecían hacia arriba, con muchas ramas y altas densidades, tantas que algunas ya tapaban y ocultaban a los muertos.
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Buena recuperación de orocantabricos y albares en la ladera izquierda de la Vatsina Tonante. 4 noviembre 2.000. |
Yo, de aquella no conocía en persona al roble rosácea, que era como entonces se llamaba al orocantabrico. Se consideraba un mesto, o sea un híbrido y había poca información sobre él, pero los botánicos habían testado su presencia en Munietsus. Dudaba de los rebrotes que se habían iniciado reptando, no me parecían albares ¿pero?...
A día de hoy, tras las últimas visitas y algunas reflexiones, tengo las cosas algo más claras, aunque persisten algunas dudas, derivadas de una falta de estudio en profundidad sobre el asunto.
Lo que sí está claro es que en todo Tonante los orocantabricos están muy presentes. Toda la Vatsina Tseirón de Tonante está ocupada por ellos, colonizando prácticamente todo el tseirón existente. También predominan sobre el teso de La Matona de Tonante, un trozo por encima y otro por debajo de la senda.
En el inicio de la ladera izquierda de la Vatsina Tonante y durante un buen tramo también son muy abundantes y luego los vuelve a a haber por todo el interior de esta vatsina, cuando afloran los cortados verticales de las cuarcitas, realmente espectaculares y preciosos, o los tseirones también muy bonitos.
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Orocantabricos en primer término, detrás albares y al fondo ladera derecha de la Vatsina Tonante. En el inicio de la vatsina. 27 julio 2.018. |
Los rebrotes en los que tanto me fijé están en el primer tramo de esta vatsina, tras la pantalla de orocantabricos que aquí gracias a mejores suelos crecen hacia arriba y que casi no se diferencian, a simple vista, de los albares.
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Pantalla de orocantabricos en la entrada misma de la Vatsina Tonante. 26 julio 2.016. |
Que los orocantabricos puedan rebrotar de raíz (reproducción vegetativa) es algo que no debería sorprender a nadie. Si el rebotsu sapiego lo puede hacer por qué no ellos que lo hacen una y otra vez desde troncos y ramas que se secan.
Pero creo que algunos rebrotes fueron de albares, que ya convivían con sus primos y esto sí que es una novedad botánica pues se creía que carecían de esta capacidad. Si alguien está interesado en este asunto puede hacer un estudio sobre los rebrotes surgidos, descubriendo la especie a la que pertenecen y que sería la que existía con anterioridad ya que los rebrotes de raíz son siempre fiel copia del árbol quemado. Una buena excusa para visitar Munietsus y hacer la Ruta.
Un solo incendio no detiene la regeneración natural, solo la retarda. Pero sí altera la calidad del bosque, mostrando sus huellas y sus efectos durante un largo periodo de tiempo. Ya veremos si esos rebrotes originan robles sanos y longevos o si por el contrario crecen con deficiencias, muriendo prematuramente.
Las raíces de las que salen, o al menos algunas, pueden estar deterioradas por el fuego y acabar pasándoles factura. Y luego está el asunto que ya habíamos visto con los rebrotes de los tocones (base del tronco de un árbol talado) de los robles albares.
Aquí el rebrote no surge del troco del árbol, pero sí de muy cerca. Cuando se descomponga el árbol quemado ¿repercutirá de alguna manera sobre el rebrote?. Mucho me temo que sí y que habrá que esperar a una nueva generación, con robles nacidos de bellota, para encontrarnos con ejemplares más sanos.
Y qué decir de los robles tocados por el fuego pero que lograron sobrevivir. Sus efectos se ven por todas partes, solo hay que saber ver. Si eran jóvenes crecerán con esas heridas, que se manifestarán con la aparición de oquedades o protuberancias en el tronco del árbol y que acabarán acelerando su destrucción, muriendo antes de tiempo.
Tampoco se libraron los de mayor tamaño. Las llamas acabaron encontrando algunos de sus puntos débiles. Zonas donde la madera estaba en proceso de descomposición (provocadas por la rotura de grandes ramas o por ramas que se iban secando por la falta de luz. Fenómenos naturales que siempre están presentes) y en donde las llamas pueden emplearse a fondo.
Además los robles grandes que quedaban en esta zona de Tonante solían tener alguna deficiencia. No se cortaron cuando se hicieron las entresacas madereras justamente por eso. En esas deficiencias el fuego tiene el terreno abonado.
En estos casos las llamas del incendio parecen pasar de largo tras la rápida quema de ganzos, toxus... pero muchos de estos grandes robles siguen en combustión durante días y días.
Me comentaba un vecino de La Vilietsa que durante un incendio del avesíu de su Monte, eso es lo que había pasado y que por las noches el espectáculo era aterrador: las luces de las brasas titilaban entre el robledal con un ronco sonido de fondo. Un sonido que cada poco aumentaba su intensidad de manera tormentosa. Enormes crujidos, explosiones... Era como si los árboles gritasen de dolor, sin entender lo que les estaba pasando. Solo les quedaba gritar de rabia y de impotencia.
Pero no creáis que los grandes robles se convierten en ceniza al terminar el incendio, ya que casi nunca se queman del todo. Algunos se secan de punta a rabo, mostrándonos durante un largo tiempo su piel blanquecina. Incluso muertos siguen siendo bellos. Todavía se ve algún que otro por aquí.
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Roble completamente devorado por el incendio. Parece un tizón. 26 julio 2.016. |
Es increíble ver como los robles adultos se resisten a morir con los incendios. Claro que todo depende de la intensidad. En Valdebóis he visto, subiendo por las antiguas pistas madereras que iban al Puerto del Counio (a la carretera) una hilera de robles, a modo de consistente vallada, chamuscados pero solo por uno de sus lados, por el de abajo ya que estaban en pendiente.
Alguien del pueblo parece ser que los quería ver calcinados y les arrimaba por ese lado todo lo que pudiese arder para que las llamas del siguiente incendio fuesen más intensas. Pero ni por esas, allí seguían, de pie y vivos, con todas sus ramas repletas de hojas y de tsande.
De todos los grupos que he acompañado haciendo la Ruta, solo una persona, un chico de más o menos mi edad, se percató de que en la Vatsina Tonante había habido un incendio. O al menos fue el único que lo comentó conmigo y con los demás en voz alta.
Lo hizo al lado de un roble que hablaba bien a las claras de lo sucedido. Tenía en su tronco una enorme hendidura a la larga en sentido vertical, o sea de arriba a abajo, con bastante profundidad y anchura.
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Roble con su interior quemado. 26 julio 2.016. |
Todo lo que se veía de su hueco interior estaba ennegrecido como consecuencia de las llamas, transformadas en brasas, que se entretuvieron allí, devorando sus entrañas.
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Detalle de la enorme oquedad provocada por el fuego. 26 julio 2.016. |
Pero como todos-as sabréis, las entrañas de los árboles son la madera, una parte ya sin vida que solo sirve para mantenerlo erguido y que no es indispensable para que siga vivo, al menos de momento.
Las brasas se extinguieron tras consumir la madera que se hallaba en proceso de descomposición, sin fuerza para seguir haciéndolo con la madera sana. El roble se salvo de la quema y de momento allí sigue.
Pero lo que llama la atención es la imagen que presenta, llena de vigor y lozanía. Todo su tronco está cubierto de ramas vivas y su copa se yergue hacia las alturas. ¡Qué contraste tan sublime!, la muerte que desprende la enorme hendidura, con su color negruzco, y la fuerza que desprende su figura.
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Espléndida copa aún la del roble quemado por dentro. 26 julio 2.016. |
Su muerte definitiva no tardará mucho en hacerse una realidad, tronchado por el peso de la nieve o la arremetida de una ventolera. O tal vez se vaya secando poco a poco a medida que la pudrición siga avanzando.
Pero mientras tanto, este roble seguirá cumpliendo con todas las obligaciones y funciones que la madre naturaleza impone a todos sus integrantes: mantener la vida existente y contribuir a su expansión.
Y ahí es donde radica su verdadera importancia. No en la estética que a nosotros pueda embelesarnos, eso es secundario aunque no despreciable. Seguro que produce una gran cantidad de tsande y esto en la regeneración natural es de suma importancia ya que no habrá que esperar a que los robles nacidos crezcan y maduren hasta producirla. Con fuentes semilleras la regeneración es más rápida y efectiva.
En todo Tonante (como en la mayor parte de Munietsus) el bosque está herido y esta generación de robles no tardará en desaparecer. Pero las cosechas que se siembran anualmente no tardarán en eclosionar pues de hecho ya lo llevan haciendo desde hace unos cuantos años. Pero , eso sí, conseguir robledales maduros sanos es algo que tardará mucho en conseguirse.
Mientras tanto no despreciemos a esos robles chamuscados pero aún vivos. Puede que no tengan la imagen deseada y que incluso nos parezcan feos, poco atractivos y hasta algo deprimentes. Pero la belleza no depende solo de la imagen.
Haréis bien en presentarles vuestro respeto pues gracias a ellos la belleza y la magia del bosque está asegurada.
El tramo entre el teso de La Matona de Tonante y el teso que precede a la Vatsigata´l Xardón es muy agradable de realizar. Entre otras cosas porque aquí el sol no nos molestará y porque la senda es bastante llana con solo algunas subidas cerca del final.
La entrada en la Vatsina Tonante lo hace por una banda de robles orocantabricos que crecen como sus primos, los albares, es decir hacia arriba, pero a un ritmo muy lento. Tendrán 40 años pero parecen albares de 15 años.
Han conseguido regenerarse, abandonando aquel aspecto desmañado e irregular de sus comienzos. El suelo hasta el centro de la vatsina no es que sea una maravilla pero al menos está libre de tseirones y de roquedo, al menos en el entorno de la senda.
Rápidamente salimos de la llanada existente en el teso de La Matona de Tonante y la ladera se marca más. Toda la zona de encima de la senda era donde se veían perfectamente los rebrotes, ahora más camuflados pues entre los orocantabricos parece que se están desarrollando los albares, por lo que poco a poco el arbolado va mejorando.
Al abandonar la llanada, la senda gira bastante a la derecha camino de las vaguadas centrales, formando una especie de cerrín (cerro muy pequeño). Ahí, junto a dos jóvenes guardianes de la senda (apostados a ambos lados de la senda), había preciosas vistas de la Vatsina Tonante y de la Varsigata´l Xardón y del fondo del valle del Ríu La Candanosa.
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Dos jóvenes guardianes de la senda, antes de entrar en la vaguada más profunda de la Vatsina Tonante. Al fondo farallón. 26 julio 2.016. |
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Los dos jóvenes dos años más tarde. Sin duda son albares por lo que han crecido. 27 julio 2.018. |
Como la Vatsigata es una vaguada corta hasta se ve un trozo del Teso de Sestu Rapáu, donde resalta su arbolado, con una excelente faya, y detrás la cresta de La Pena Candanosa.
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Desde el cerrín de Vatsina Tonante vistas de esta y de la continuación por donde va la Ruta. ¿Veis la preciosa faya del Teso de Sestu Rapáu?. 27 julio 2.018. |
La Vatsina Tonante es amplia y en su interior aparte de la vaguada principal, la más profunda, tiene otras que acaban vertiendo sobre esta.
Un pelín antes de la vaguada central, ocupada por un tseirón, hay como un curso fluvial muy poco marcado y que casi nunca lleva agua. Aprovechando esa mayor presencia de humedad mejora la vegetación, desapareciendo los punzantes toxus, tan presentes desde el teso y que desaconsejan salirse de la senda.
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Curso fluvial poco marcado. 26 julio 2.016. |
También mejora el arbolado, viéndose grandes ejemplares de albares, como el de la oquedad quemada y otros aún mayores, pero con signos evidentes de decrepitud.
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Robles adultos en medio del tseirón. 26 julio 2.016. |
Siempre me ha parecido un lugar encantador este del centro de la vatsina, viendo ancianos robles que se habían atrevido a colonizar el tseirón y zonas donde afloraba la roca madre. El cómo han conseguido sortear la roca para acceder a los nutrientes que necesitan es algo que me llena de maravilla. Ver esas moles vegetales alzándose sobre el roquedo es algo que me reconforta y me llena de energía.
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Anciano roble sorteando la roca madre y sus hijas las tseras. ¡Increíble!. 26 julio 2.016. |
Pero el mismo roquedo es aquí espectacular y muy bonito. El tseirón del centro de la vatsina continúa hacia la derecha, por donde sigue la senda, y cuando se hace aún más pronunciado pasamos a los pies de un encantador farallón. Sobresale del suelo, con forma alargada y vertical, viéndosele los estratos ladeados de la cuarcita.
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Vatsina Tonante, farallón que enmarca la entrada de la vaguadina que hay después del cauce principal. Desde la senda en la vaguadina. 4 noviembre 2.000. |
No es el único ya que se ven algunos más dentro de la vatsina y son los causantes de las diferentes vaguadinas que hay, al encauzar con su presencia las aguas caídas del cielo.
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Farallones difuminados por el pujante arbolado. 26 julio 2.016. |
Su forma grande y alargada, de arriba hacia abajo, es la que dictará a las gotas de agua hacia donde dirigirse: tú hacia este lado y tú hacia el otro. Luego el agua circulando por ahí fue formando, al ahondar el terreno, esas vaguadinas, que como ya dijimos acaban muriendo en la central.
Es probable que en la vaguada central, a la altura de la senda por la que transitamos, hubiera actuado la erosión galciar, ya que su forma lo sugiere.
De lo que no cabe duda es que los farallones son obra de la erosión periglaciar. Las protuberancias rocosas que asomaban sus narices por encima del suelo fueron siendo descamadas por este tipo de erosión. Ya sabéis: cambios bruscos de temperatura, agua de día, hielo de noche...Pero la cuarcita es una roca muy dura y algunas partes resistieron, quedando sobre el terreno para que entre otras cosas, nosotros-as podamos disfrutar con su presencia.
Le dan un toque mágico a esta profunda vatsina, diseminados por aquí y por allá. En medio del espeso bosque que se va reinstalando en ella, ya que se ven muchos robles nuevos. Robles nacidos de tsande que auguran un bosque más saneado.
Antes había algunos clarines desde donde había vistas de mucho de lo que se divisaba desde el teso, por lo que me abstendré de comentarlo. Además seguro que vosotros-as los encontraréis taponados o a punto de estarlo. Es lo que tiene el arbolado, que nunca deja de crecer.
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Precioso roble y regeneración avanzando cerca del teso contra la Vatsigata. 26 julio 2.016. |
Tras la vaguadina con farallón la senda comienza a subir y a empeorar al aflorar más la roca madre, con un tramo final bastante pindio que por fortuna no es muy largo.
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Últimos farallones rocosos por encima de la senda. 26 julio 2.016. |
Aquí vuelve a haber dos vaguadinas conformadas por farallones por encima de la senda. Dos pequeños farallones, siendo el segundo algo más ancho, justo antes del teso que divide Tonante de la Vatsigata´l Xardón.