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Ladera derecha de Los Tsagozos, un bosque mixto en donde hasta parece que hay alguna faya. 27 julio 2.018. |
Nos preguntábamos en el capítulo anterior cuál era el origen de la granda que hay al inicio de Los Tsagozos y hasta donde subían en altitud las talas madereras y creo que va siendo hora de responder a tales cuestiones.
Al segundo interrogante ya respondimos, al menos en parte, diciendo que la cortas subían hasta donde estas eran rentables. De nada servía cortar y cortar árboles si luego era imposible sacar los troncos troceados o si los esfuerzos necesarios para conseguirlo no resultaban rentables.
Aquí en Furmigueiros y Los Tsagozos las cortas superaron la cota 1.200 m. de altitud. Para que lo tengáis más claro, hasta un trozo por encima de la senda de la Ruta. Eso refiriéndonos a las realizadas por Muniellos S.A. ya que desconocemos si con anterioridad las diferentes empresas que se dedicaron a expoliar nuestro Monte llegaron o superaron esa altitud.
¿En qué me baso para decir esto?. En ningún lado he visto reflejada esa altitud, cercana a los 1.300 m. de altitud, pero sí que quedan huellas, en el propio terreno, que van en esa dirección.
Una de esas huellas es precisamente la existencia de la granda en el teso entre Furmigueiros y Los Tsagozos, con mayor progresión hacia la segunda que hacia la primera.
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Granda que viniendo de Los Tsagozos llega hasta el teso con Furmigueiros. 26 julio 2.016. |
Sí, la granda es de origen maderero, una matarrasa a la que luego el incendio volvió a arrasar, cercenando el débil y joven arbolado que había vuelto a iniciar la regeneración.
Huellas del incendio son visibles no solo en la propia granda si no también en el interior de las vaguadas de Los Tsagozos. Delgados y secos mástiles dan fe de ello, manteniéndose aún en pie.
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Los mástiles secos atestiguan los efectos del último incendio. 26 julio 2.016. |
Las laderas izquierdas de las vaguadas, como esta donde está la mayor parte de la granda, tienen una orientación más hacia el sur que el centro de la vaguada y las laderas derechas. En ellas habría instaladas espléndidas matas de robles albares. Robledales puros que no convivían con bedules, como si lo hacían en el centro y la ladera derecha de dicha vaguada.
Matas puras de robles de buen tamaño que darían gran cantidad de metros cúbicos de excelente madera. Algo a lo que la avariciosa empresa le fue imposible resistirse.
La matarrasa iniciada en las partes bajas, continuó por esa ladera izquierda hasta que las matas se fueron debilitando, realizando entonces entresacas por la parte superior, aprovechando los buenos troncos de robles aislados.
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Por el teso arriba continuó la matarrasa iniciada en las partes bajas. Fijaos como se va regenerando. 26 julio 2.016. |
Sacar los troncos de estas cortas tampoco sería tan costoso porque no habría necesidad de que las pistas llegasen tan arriba. El terreno es bastante pendiente y las rollas se podrían echar a rodar o ser arrastradas hacia abajo.
Esta granda sigue siendo un lugar ideal para que recupere a sus antiguos inquilinos: los albares, pero su regeneración va muy despacio porque los robles fueron diezmados y los que quedaron o salieron desde después del incendio, son pocos y algunos no producen todavía tsande.
El terreno les sigue esperando ya que aquí el resto del arbolado, a diferencia del interior y las laderas derechas, lo tiene más crudo. excepto el roble orocantabrico.
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En la primera vaguadina de Los Tsagozos, con una orientación más sureña, el roble está más presente y regenerándose. 26 julio 2.016. |
Otra huella evidente de estas talas lo constituyen los tocones y los rebrotes. Cuando un árbol es talado, a varios centímetros del suelo para no topar con alguna piedra engullida por la base del tronco, pueden ocurrir dos cosas.
Aquí en Munietsus la mayoría de las veces la tala provocaba la muerte de todo el árbol. Privado del tronco y la parte aérea la parte subterránea, compuesta por el tocón y las raíces, se acababa secando y muriendo.
Pero si el árbol estaba sano, sin achaques en la base, ese tocón tarda bastantes años en descomponerse, aunque como todo en esta vida lo acaba haciendo.
Si por el contrario el árbol tenía alguna oquedad, ahí en la base, la pudrición avanza rápidamente pues el proceso ya se había iniciado con anterioridad a la corta.
Por Munietsus se puede ver, todavía hoy, los restos de algunos de estos tocones, provenientes todos ellos de las cortas de Muniellos S.A. pues los anteriores hace ya mucho tiempo que han desaparecido.
Las cortas de Muniellos S.A. se sucedieron en la década de los cincuenta y del sesenta del siglo pasado, lo que evidencia la resistencia de estos tocones, siendo los de roble los más duraderos. Evidentemente cuando yo empecé a deambular por Munietsus se veían muchos más tocones de los que ahora se pueden ver.
Ya vimos los restos de un tocón en el borde del tseirón desnudo de Furmigueiros y otro en la ladera derecha de Los Tsagozos, ambos a la vera de la senda y si ampliáramos el análisis sobre el terreno, seguramente que veríamos más.
La segunda posibilidad que le puede ocurrir a un tocón es que el árbol rebrote. La proporción entre que el árbol rebrote o que se muera es bastante desigual, sobre todo en los robles, porque no siempre se respetaban las mejores épocas para talar, que como todos sabréis es cuando el árbol se halla en reposo vegetativo. Es decir cuando la savia detiene o ralentiza su circulación.
La empresa respetaba a veces esa normativa, pero la mayoría de las veces no lo hacía. Todo dependía de las necesidades de madera para que las sierras de Las Tablizas funcionasen a pleno rendimiento durante todo el año.
Es cierto que a veces lo que se cortaba se almacenaba en aparcaderos pegados a la pista general y que luego se llevaba a la serrería a medida que fuera necesario. Pero esto tiene más que ver con las condiciones meteorológicas que se suceden a lo largo del año que con la época correcta para cortar.
Cuando el tiempo se ponía crudo, a determinadas altitudes, era imposible realizar cortas en Munietsus. Las zonas más bajas del Monte están entre 600 y 700 m. sobre el nivel del mar. A esa altitud, antes, solía nevar durante bastante tiempo.
Durante el resto del año, con las potentes motosierras, cortar una determinada superficie era como coser y cantar y colocarla en grandes camiones lo mismo. Pero todo lo que se sacaba del Monte tenía que pasar por la serrería de Las Tablizas, para darle un valor añadido a la madera.
La vega aluvial de Las Tablizas puede parecer grande y en ella también se almacenaban rollas para ser tronzadas y trabajadas. Pero entre el espacio que ocupaban las sierras, los talleres y los almacenes de madera ya trabajada, este no era el suficiente, de ahí la necesidad de estos almacenes temporales.
Pero incluso cortando en la época correcta, el roble tiene dificultades para rebrotar, siendo el entorno de Las Tablizas (Valmayor, Bisnuevo, Decutsada...), quizás debido a su altitud, el mejor lugar para conseguirlo.
Aquí en las laderas del Ríu Las Fayonas y a la altitud de la que ahora hablamos (sobre los 1.2000 m.) serían pocos los rebrotes habidos, pero alguno sí que hay.
El rebrote en el roble albar suele darse en los bordes del tocón, o sea en la base misma del tronco y en casos excepcionales en la parte aún gorda del tronco subterráneo y sus raíces cercanas.
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Ejemplo de tocón de albar que rebrotó de su base. 26 julio 2.016. |
En ambos casos surgen muchas ramas de tales lugares. Algunas no acaban prosperando pero otras sí lo hacen, constituyendo cada una de ellas una nueva guía. La selección natural sigue actuando y al final quedan unas pocas.
Mientras tanto los nuevos troncos van creciendo hacia los lados, o sea engordando, y no tardan mucho en tapar el tocón. En este proceso el roble no consigue expulsar del todo las partes muertas del tocón (otros árboles si lo consiguen) que quedan adheridas en algún lado y que le acabarán pasando factura, provocando lo que en varios capítulos de "El Monte y el Guía de Munietsus" llamábamos la ruina de los rebrotes, que acarrean la muerte prematura del roble.
Hay casos en los que del tocón solo sale un rebrote, que se diferencia de los nacidos de tsande en que en el tronco, al lado del tocón ya absorbido, se produce un repentino adelgazamiento de su grosor. Lógicamente esto solo se puede apreciar cuando el rebrote es relativamente joven, ya que luego al ir engordando acaba desapareciendo.
Los rebrotes son más importantes de lo que puede parecer a simple vista, ya que aceleran la regeneración en un robledal talado. Por un lado crecen muy deprisa y evitan la instalación de otras especies arbóreas.
Y crecen más deprisa y con mayor pujanza que un roble nacido de bellota, porque utilizan, para aprovisionarse del agua y las sales minerales indispensables para mantenerlos y desarrollarlos, las raíces del árbol talado. De esas raíces proviene la savia que les ha hecho rebrotar y aunque algunas se hayan perdido las restantes vuelven a bombearla a toda pastilla.
El roble no pierde el tiempo en crear tan compleja estructura porque esta ya está ahí, a su plena disposición, centrando toda su energía, que ahora es enorme, en desarrollar su parte aérea.
A este acelerado crecimiento se le une la capacidad de producir tsande a los pocos años de iniciarse el rebrote. Parece que el nuevo roble le hace más caso a la madura parte del sistema de anclaje y de las raíces que a la jovencísima parte aérea. Ya no necesita esperar, como si lo tienen que hacer los robles nacidos de tsande, a los 50 o 60 años de edad para emitir bellotas fecundas y esto a la hora de regenerar el robledal es algo que no tiene precio.
No se ven muchos rebrotes por donde andamos ahora, pero sí que hay alguno. Aparte del tocón de Furmigueiros que rebrotó en uno de sus lados, también hay alguno en Los Tsagozos, en la vaguada que precede al curso principal.
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Buenos robles se debieron criar a la altitud de la senda (en torno a 1.200 m.). Se talaron y alguno rebrotó. 26 julio 2.016. |
En poco se parece el actual bosque mixto de Furmigueiros y Los Tsagozos al robledal que presumiblemente había con anterioridad a las talas y esto se puede aplicar a otros muchos lugares de Munietsus.
El poderoso robledal del Monte Munietsus ha visto reducirse el número de robles debido a las cortas madereras y esto es algo que nadie puede discutir. Es más, en algunos lugares es el abedul quien mejor está colonizando el terreno. No solo en altitudes altas de umbría donde es lógico que lo haga si no en altitudes medias, como estas de la esquina oeste del Ríu Las Fayonas.
Al bosque en esta parte del Monte, aún le queda un largo camino por recorrer si quiere parecerse algo al que en su día fue. Primero tiene que seguir creciendo, porque es un bosque todavía bastante joven con algunas especies como el roble albar que están en las vísperas de la madurez para poder procrear.
Luego tiene que seguir colonizando los muchos claros que hay, no solo en sus bordes si no también en su interior. Todavía quedan muchas grandas, muchos clareados, muchos tesos donde el arbolado se acabe de consolidar, muchos tseirones desnudos que debe tapar...
Y es seguro que lo conseguirá, aunque le llevará su tiempo. Antes de enfrentarse al último reto que consiste nada más y nada menos que cambiar la composición del mismo bosque, o sea de si mismo.
La dinámica forestal nos dice que la siguiente fase de este bosque mixto será la reinstalación del robledal. Ya veremos, nosotros seguro que no, si es capaz de conseguirlo, porque el clima está cambiando a pasos agigantados.
El tan cacareado y cierto cambio climático, a escala planetaria, puede beneficiar al robledal. El aumento de la temperatura que se está dando y que no tiene visos de detenerse, puede beneficiarlo más a él que por ejemplo al abedul.
Pero luego está el otro elemento significativo del clima, que es el referido a las precipitaciones. Un aumento de estas también lo beneficiaría, ya que entonces las condiciones climáticas se parecerían más a las del óptimo climático del Holoceno que supusieron su expansión.
Pero aún es una incógnita la dirección que tomará el cambio climático. Lo que sí se está dando es un aumento de las condiciones extremas. Cuando llueve lo hace de forma copiosa y cuando no lo hace las sequías son de más larga duración. Esos vaivenes extremos no beneficiarán a nuestros bosques ya que ninguno de nuestros árboles está adaptado para ellos.
Una incógnita es también el destino de la misma especie humana. Los locos de atar se están haciendo con los resortes del poder y las consecuencias bien nos pueden llevar a nuestra propia extinción. Malos tiempos, no solo para la lírica como cantaban Golpes Bajos, si no también para toda la humanidad.
Y antes de terminar este capítulo os comentaré algo del último tramo de la Ruta, aquí en el Ríu Las Fayonas.
La senda atraviesa en llano la granda instalada en la ladera izquierda de la primera vaguada de Los Tsagozos y pronto nos encontramos con las primeras avanzadas de la colonización arbórea. Algún árbol suelto que se ha atrevido a hacerlo, al que no tardarán en unírsele otros.
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¿Veis la senda llaneando por la granda?. 26 julio 2.016. |
Luego en esta primera vaguada la senda comienza a ascender suavemente y lo hace sobre un terreno rocoso donde aflora la roca madre y aunque luego vuelve a llanear sigue siendo muy estrecha.
Antes del teso siguiente reaparece el bosque. En esta primera vaguada, que es bastante pequeña y orientada más al Sur, era el roble quien llevaba la voz cantante. Un precioso robledal, con magníficos ejemplares que fueron la causa de su perdición.
Fue salvajemente, talado pero algunos robles consiguieron rebrotar y pronto comenzaron a aportar tsande para que el robledal se regenerase. Su importancia es incalculable porque los robles nacidos de bellota aún no han llegado a su madurez.
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Dos robles talados y rebrotados, cada uno con dos guías. Ladera izquierda de la primera vaguada de Los Tsagozos. 26 julio 2.018. |
Pero el maldito incendio de mediados de los ochenta también afectó a estos rebrotes, aparte de a los más jóvenes que estaban saliendo, y algunos están en las últimas.
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A pesar de estar muy afectados por el incendio, estos robles siguen tenazmente aportando su mayor regalo a la vida, la tsande para perpetuar su especie. 26 julio 2.016. |
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Posiblemente se trate de un roble orocantabrico que se resiste a morir pese a tener el tronco prácticamente quemado. ¡Increíble!. 26 julio 2.016. |
Tras el pronunciado teso entramos en el más marcado curso de Los Tsagozos y la senda experimenta una corta pero pronunciada bajada, hasta llegar a su centro.
Aquí también habría robles, pero fueron talados. En su ladera izquierda algunos rebrotaron pero la mayoría no y su lugar fue ocupado por otros árboles y arbustos, aprovechándose de la mayor presencia de sombra y de humedad.
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Zona de transición entre el robledal y el bosque mixto, antes de llegar al curso de agua. 26 julio 2.016. |
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Ablanos y bedules testimoniando el cambio de la vegetación. 26 julio 2.016. |
Finaliza la bajada en el curso de Los Tsagozos, que como los anteriores tampoco baja agua en verano aunque cuando cae una proverbial tormenta o el tiempo se mantiene hosco durante varios días, sí que la tiene.
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Cauce de Los Tsagozos, el principal, seco en verano. 26 julio 2.016. |
No sé si os habéis dado cuenta que cuando la senda atraviesa un curso fluvial, esta lo hace por un terreno arrellanado, por una especie de terraza, que contrasta con la nítida pendiente que el curso posee tanto por encima como por debajo.
Quienes trazaron la senda no eran tontos. Sabían de la briosa fuerza que poseen estos cursos fluviales cuando el agua corre por ellos. y como por aquí no se construyeron pontes o pontigos, había que crear alguna medida correctora, porque si no se hacía, la senda podía quedar borrada en las estaciones lluviosas.
Se aterrazaba el terreno por donde pasaba la senda para que el agua perdiera parte de la fuerza que llevaba. Se colocaban piedras, no para pasar sobre ellas evitando la corriente, si no para estabilizar el terreno y evitar que se escarcabonara.
Y si ello no bastaba se construía algo de muro de piedra, en el mismo curso, por encima de la senda. El muro pronto se llenaba de piedras arrastradas por el agua y favorecidas por la pendiente, pero conseguía reducir la velocidad del líquido elemento, que luego más calmado llegaba a la terraza y proseguía cauce abajo, nuevamente acelerado.
Sin duda crear la terraza y el murete requería mayor trabajo y esfuerzo que trazar la senda sin más. Pero así se evitaba tener que rehacerla cada año.
Los Tsagozos es la mayor vatsina, junto a La Candanosa, de todo el valle del Ríu Las Fayonas y por tanto es la que mayor agua puede acumular en su curso. Si os fijáis un poco veréis ese muro por encima de la senda, ya muy transformado pero que sigue ahí.
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Muro por encima de la senda. 26 julio 2.016. |
Al ser una buena vatsina, Los Tsagozos aún tiene algo de vega a esta altitud, aunque ciertamente esta es mínima. En ella se ven los claros de las entresacas en grupo, colonizadas todavía por las folgueras que brotaron tras el incendio y que aprovecharon la mayor humedad del terreno.
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Fulgueiral de Los Tsagozos. 26 julio 2.016. |
Tras llanear por la vega, la senda, comienza a ascender suavemente hasta salir al Cotarrón de La Candanosa, no sin antes atravesar una vaguadina, cerca de su nacimiento, que va marcándose más hacia abajo.
El tramo es muy bonito, aunque nadie diría que estamos en el robledal de Munietsus, pues estos son minoritarios. Veréis preciosos ablanus y curiosos xardones, capudres y bedules, muchos bedules. Y algún que otro roble, cuya presencia aumentará al ir saliendo al Cotarrón que ya anuncia la existencia de otro "mundo".
¡Disfrutad del bosque mixto de Munietsus!.
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