5/30/2025

La Ruta a Las Tsagunas 35 El bosque mixto.

 

Desde la granda de Los Tsagozos vista de este y del Cotarrón, con Las Tsagunas al fondo. 29 julio 2.017.

Al salir al teso entre Furmigueiros y Los Tsagozos nos damos cuenta de por qué la luz brillaba con tanta intensidad. El teso está desarbolado y como quien dice "a la tiesta´l sol". Incluso cuando el astro rey está oculto la luz es allí más fuerte.

Un potente ganzal cubre el teso, con mucha más penetración hacia Los Tsagozos que hacia Furmigueiros. Y lo hace tanto por debajo como por encima de la senda.

El teso, luego más arriba, recupera un débil arbolado, con un farallón alargado del lado de Los Tsagozos, que luego se reproduce cerca del alto. Por esas zonas altas abundan otras muchas pequeñas grandas.

Las grandas superiores son claramente de origen ganadero, siendo camperas, en su tiempo, de A Braña dos Furmigueiros. Pero está granda del teso, a media ladera ¿también lo sería?.

Antes de responder, o al menos de intentar hacerlo, me gustaría plantearos otra cuestión que tiene mucho que ver con todo esto. Sabemos que el Monte Muniellos fue talado en toda su extensión. Algunos y algunas podéis pensar que pudo haber alguna zona, dada su enorme extensión, donde las hachas, los tronzadores o las motosierras no hicieran acto de presencia.

Tal vez algún vallecillo o rincón con topografía muy accidentada pudo librarse de las cortas. Siento desilusionaros pero la respuesta es no. 200 años con esta actividad dan para mucho. Es cierto que hubo periodos de inactividad pero las talas fueron inmisericordes con el buen arbolado, no dejando libre ninguna zona.

Ahora bien, ¿hasta donde ascenderían las talas?, ¿hasta que altitud llegaron?. Dado que las altitudes máximas de la sierra que bordea Munietsus no llegan a  los 1.700 m. cabe suponer que el arbolado también llegara a esas zonas, cubriéndolo todo salvo las zonas encharcadas, algún tseirón y las áreas de puro roquedo.

La altitud no supondría ningún problema y no evitaría la presencia de árboles incluso en las zonas más elevadas. Claro que eso sería fruto de la evolución natural, de la naturaleza dejada a su libre albedrio.

"Libre albedrío para regirse" cantaban los Comuneros de Castilla, o mejor dicho del León antiguo (todavía nosotros estudiábamos en el colegio que León tenía cinco provincias: León, Zamora, Salamanca, Valladolid y Palencia) cuando se alzaron contra un Rey-Emperador, Carlos I de España y V de Alemania, que no sabía hablar castellano, que nombraba para los altos cargos a extranjeros y que quería instaurar una monarquía autoritaria, acabando con los poderes locales de las asambleas de vecinos que decidían sobre su destino.

La rebelión que al principio contó con el apoyo de algunos nobles, pronto se convirtió en una auténtica revolución social, deseosa de derribar cualquier privilegio y en donde se luchaba por "el bien común", de ahí lo de Comuneros. Una pena su trágico final.

Pero al libre albedrío de la naturaleza también le salió un competidor, el propio ser humano, que fue transformándola y domesticándola.

Munietsus en vísperas del inicio de las talas ya difería bastante del antaño bosque primigenio. Prácticamente toda su orla serrana estaba desarbolada, transformada en zona de pastos para el ganáu de los pueblos del entorno.

Pero incluso el bosque primigenio tenía sus limitaciones. A medida que se asciende en altitud aumenta el frío y las precipitaciones, al tiempo que disminuyen los nutrientes del suelo y hasta este mismo suelo.

En términos económicos el volumen maderable de un árbol no es el mismo en un valle que en el entorno serrano, siendo mucho mayor los del primero que los del segundo. Y tampoco son iguales los árboles dominantes ya que en el entorno serrano son más abundantes aquellos que necesitan menos recursos.

El impacto de los aprovechamientos tradicionales y de las cortas madereras que se sucedieron en el tiempo, a los que se suman las características naturales del terreno, han modificado la distribución del arbolado en función de la altitud.

Estoy convencido de que los robles albares y las fayas llegaban a mayores altitudes en el pasado de lo que lo hacen en la actualidad. Fueron eliminados de las zonas altas por el pastoreo y les está costando un mundo volver a instalarse en ellos.

El gran beneficiado fue el abedul, amén de los brezos y de algunos árboles y arbustos que hay en nuestros montes, que a la que se descuidaban algo los pastores, invadían sus zonas de pasto.

El abedul, uno de nuestros árboles emblemáticos, es un caso curioso. Fue el árbol dominante en el Monte Munietsus durante mucho tiempo y ya estaba presente en él durante los últimos coletazos de la glaciación Wurm.

Su resistencia al frío es enorme y puede crecer en suelos con pocos nutrientes. Claro que cuando las condiciones son extremas su figura es más la de arbusto que la de un árbol. Pero cuando esas condiciones mejoran, crece rápidamente y llega a ser lo que es: un árbol.  Bastante bonito por la albura de su lisa corteza.

Al bedul le gustan los terrenos húmedos y hasta los sombríos y es muy tímido en los solanos, aunque tampoco los rehuye del todo. Necesita que otros se instalen primeo para luego hacerlo él, aprovechándose de la sombra que proyectan. Eso ocurre en los solanos plenos o sea en laderas que miran directamente al Sur. Ahí al bedul le resulta imposible surgir en solitario.

Pero a poco que se desvíe el solano, el abedul abandona su timidez y se puede asentar, sobre todo cuando tiene pocos competidores. Aunque por lo general y como decimos, en esos solanos desviados también prefiere hacerlo en compañía de otros árboles.

Cuando comenzaron las cortas en Munietsus, el bedul estaba presente en todos los lugares, excepto en los solanos plenos, y a partir de una determinada altitud, en las umbrías, era el árbol dominante, constituyendo lo que llamamos abedulares altimontanos. 

En Munietsus la madera que se buscaba era sobre todo la de roble. De roble era la destinada a La Marina y la que se utilizaba para duela. La madera de faya y de bedul, al ser más porosa, permitía la filtración del agua y de líquidos como el vino, y no servía para tales menesteres.

La cosa cambió cuando en Las Tablizas se instalaron las serrerías, que no le hacían ascos a ningún tipo de madera. Si entre los robles, que seguían siendo los preferidos, aparecían fayas y bedules, también se aprovechaban estos.

Pero el bedul tiene mucho menor volumen maderable que los robles y las fayas y los que hay en los abedulares altimontanos muchísimo menos, lo que explica que nunca fueran talados.

Las cortas subían en altitud hasta donde resultaba rentable la explotación. El trazado de pistas y caminos por donde extraer lo cortado era muy costoso dada la orografía de Munietsus. Así que cortar los abedulares altimontanos, con poca madera aprovechable, no resultaba rentable.

La primera serrería data de principios del siglo XX cuando la Bosna compró el Monte a los Condes. y la segunda de los años cincuenta, que fue la más importante porque en los montes ya se empezó a utilizar la matarrasa que arramblaba con todo lo que produjera madera, sin importar la especie a la que perteneciera.

Hasta la aparición de las serrerías el abedul se benefició de las continuadas entresacas de los albares. En muchos sitios estos no rebrotaron y su sitio fue ocupado por ellos o por otros arbustos.

El robledal fue variando en su composición, en beneficio de un bosque más variado. Seguía siendo un gran bosque donde el roble todavía era el árbol más abundante, pero en menor número que el que había antes de las cortas.

Con la segunda serrería las cosas se nivelaron entre robles, fayas y bedules. Ya que se aprovechaban los tres, amén del resto de árboles y arbustos maderables.

Los que se beneficiaron a partir de entonces fueron los vegetales no maderables: acebos (aunque los muy gordos si se cortaban), madroños, avellanos, serbales, ganzos, escobas, folgueiras, toxus...El bosque se fue degenerando y desapareciendo en algunos lugares.

Pero también se beneficio el bedul (lo ponemos de cuando en cuando sin la "a" inicial porque así lo llamaban nuestros paisanos), el árbol que antes coloniza en el fondo de las vaguadas, con mayor humedad, gracias a que sus semillas son dispersadas fácilmente por el viento y porque crece más rápido.

El final del pastoreo, de las talas y esperemos que de los incendios, iniciaron el lento proceso de regeneración natural del bosque. Un proceso en el que aún estamos a día de hoy y que se prolongará durante bastante tiempo.

Todo esto que os cuento sirve para explicar el estado actual de la vegetación de todo el Monte y en particular del valle del Ríu Las Fayonas, por el que ahora transitamos, donde el bosque es aún muy joven. 

Bosque muy joven aún en Fumigueiros. 26 julio 2.016.

Llama la atención la gran presencia de bedules en las vaguadas del Ríu Las Fayonas, sobre todo en Furmigueiros y Los Tsagozos. Se sitúan en el fondo de ellas, algo por encima de los avellanares mesofíticos secundarios y asciende casi hasta las cumbres, conviviendo ahí con los orocantabricos que colonizan los espacios más secos. 

Los bedules son muy abundantes cerca de los cursos de agua. Primera vaguada de Furmigueiros. 26 julio 2.016.


Aún se aprecia el inicio del avellanar mesofítico secundario en la ladera izquierda de Furmigueiros. 26 julio 2.016.

El robledal del Ríu Las Fayonas debió de contar siempre con una buena proporción de bedules. En las cortas del 68 el roble supuso sobre el 90% de los metros cúbicos extraídos y el bedul el 10% restante. Pero habría que hacer una corrección para saber el número de pies cortados de cada especie pues el bedul proporciona menos metros cúbicos que el roble.

Pongamos que tres bedules dan los mismos metros cúbicos que un roble, con lo que tendríamos un 30% de pies (árboles) de bedules talados y un 70% de pies de robles.

Supongo que el robledal primigenio tendría una proporción menor de bedules, lo que nos lleva a pensar que la zona había sido talada con anterioridad y que el bedul se benefició de ello, aumentando sus efectivos.

Pero si hoy se repitieran las cortas (¿Dios no lo quiera!) la proporción entre robles y bedules sería equiparable. El robledal es a día de hoy un bosque mixto, sobre todo en Furmigueiros y Los Tsagozos. Donde los robles conviven con Xardones, ablanos, bedules y algunos espacios huecos de arbolado. 

Bosque mixto de Furmigueiros. 26 julio 2.016.


Bosque mixto con muchos bedules por encima de la senda en Los Tsagozos. 26 julio 2.016.

Los robles tienden a ocupar los relieves más salientes y más expuestos al sol y al viento, es decir en los tesos, que aquí pese a ser muy numerosos, escarpados y pronunciados son de poca envergadura. Aunque tampoco faltan dentro de las también numerosas vaguadas, y sobre todo en las laderas con una orientación más sureña. 

Los robles abundan más en las partes cercanas a los tesos. 26 julio 2.016.

Junto a los pujantes albares abundan los más modestos orocantabricos, ocupando como siempre los lugares menos favorecidos, dándonos muestras de su resistencia y tenacidad. Con ejemplares que parecen tener el tronco seco pero con ramas y hojas. 

No todos los robles son albares, en las partes más ariscas y secas también hay orocantabricos. Furmigueiros. 27 julio 2.018.

Luego a más altitud y cerca de la cima de la sierra, pasarán a ser los robles dominantes, pareciendo hallarse en plena expansión, llegando en algunos puntos a instalarse en los altos del Pico Los Tsagozos y su entorno, donde la sequedad existente les impide tener la competencia de otros árboles.

En Furmigueiros, en los surcos que llegan a la collada, forman parte del bosque mixto que ha conseguido llegar a darse la mano con el bedular altimontano de Valdebóis. Sin duda una gran noticia para un bosque que aspira a ocupar sus antiguos dominios. 

El bosque mixto llega hasta la misma collada de Furmigueiros, donde enlaza con el bedular altimontano de Valdebóis. 27 julio 2.018

La empresa Muniellos S.A. no cortó solo en la tala mencionada del 68. Con anterioridad a esta realizó alguna más en el área ahora analizada (Furmigueiros-Los Tsagozoas). Probablemente utilizó una pista que más tarde se utilizaría, aunque solo una parte de ella, para la matarrasa del 68. El tramo que ascendía por Los Tsagozos continuaría por este curso hasta algo más arriba, con algún ramal hacia la ladera derecha (contra el Cotarrón) y hacia la ladera izquierda (Furmigueiros).

La ladera derecha fue totalmente arrasada, utilizando también la matarrasa. Desde los bordes de la Pena Candanosa hasta algo por debajo de por donde discurre la senda que ahora utilizamos para hacer la Ruta, con esporádicas incursiones de entresacas hasta algo por encima de dicha senda. Las huellas están ahí para quien sepa verlas.

La matarrasa dejó un espacio desarbolado, que luego el incendio de mediados de los Ochenta volvió a remarcar y que a partir de entonces empezó a colonizarse de nuevo, siendo precisamente los bedules quienes llevan la voz cantante.

La parte del Cotarrón que vierte contra Los Tsagozos y los bordes de la Pena Candanosa, son como un repentino socavón en el terreno, como si el terreno se hundiera de pronto, conformando una ladera (la derecha de Los Tsagozos) con una orientación más hacia el Norte.

Del otro lado del Cotarrón está la granda de la Vatsina Tixidal, por lo que las fuentes semilleras de tsande quedan muy alejadas de aquí. Todo ello es lo que provoca que sean los bedules quienes se estén instalando en la zona, con algún esporádico roble, rebrotado de raíz o de tsande llegada milagrosamente desde lejos, y otros árboles y arbustos propios del monte.

Al bedul aún le queda por colonizar un tramo cerca del borde de la Pena Candanosa para llegar a su Pico, donde finalizará su periplo ya que la granda de la Vatsina Tixidal le está vedada, lo mismo que el roquedo de la Pena Candanosa.

Tramo del borde de La Pena Candanosa aún por colonizar en el año 2.000.


Al Pico La Pena La Candanosa aún no ha llegado la colonización del abedul en el año 2.000.

 

La colonización va muy lenta en el borde y el Pico La Pena La Candanosa. foto de 2.018.


Detalle de la colonización del Pico La Pena La Camdanosa del lado de Los Tsagozos. 27 julio 2.018.

Por encima de la matarrasa las entresacas debieron cebarse sobre los albares, aunque si había bedules con buenos fustes también se abatirían. Muchos no consiguieron rebrotar y la vegetación que no se cortó no dejó de crecer y de multiplicarse, provocando su menor presencia. 

Restos de un tocón de roble entresacado, sustituido por bedules.

El bosque mixto es aquí espectacular y visto desde lejos conforma una de las imágenes más bellas de la Ruta. Se parece un poco al avesíu de Fonculebrera, pero es mucho más ancho. 

Ladera derecha de Los Tsagozos, tapada en parte por el teso de la primera vaguada de este. 29 julio 2.017.

Es una delicia verlo desde la granda del teso entre Los Tsagozos y Furmigueiros, sobre todo en otoño donde con la variedad de especies arbóreas existentes despide un cromatismo enigmático, sugestivo y profundamente bello. 

No es otoño pero la seca adelanta sus colores. Ladera derecha de Los Tsagozos y Cotarrón de La Candanosa. Desde senda en granda en teso. 23 septiembre 2.000.

Y para que ese cromatismo sea todavía más intenso parece que hay alguna faya cercana al Cotarrón. Son solo algunos pies sueltos pero contribuyen a realzarlos.

Una postal de ensueño que luego al recorrerlo pierde algo de esa magnificencia. Lo que parecía ser un grandioso y maduro bosque, con grandes ejemplares, se ve ahora suplantado por un bosque algo más achaparrado.

Quizás la ausencia de robles se deba a que la senda transita por donde no los hay, aunque mucho me temo que el resto de este avesíu sea parecido. Las grandes bóvedas repletas de enhiestos mástiles que se elevan perdiéndose en las alturas, con su piel cubierta de blanquecinos colores llenos de matices, con grosores que elevan el ánimo, brillan aquí por su ausencia.

Dice un refrán que no es oro todo lo que reluce y así es aquí. La ladera reluce vista desde enfrente pero en su interior el árbol más bello de Munietsus, su portaestandarte el gran roble albar no aparece por ningún lado.

Pero no por eso la ladera, aparte de relucir, deja de tener su propio encanto. Como en el resto del Ríu Las Fayonas el arbolado es bastante joven, apareciendo también los típicos huecos dejados por los árboles que se entresacaron, cubiertos de folgueras. 

Avesíu de Los Tsagozos. Huecos dejados por las entresacas. 26 julio 2.016.


Muchos huecos aún. 26 julio 2.016.

No es un avellanar, ya que quien predomina es el bedul, pero podéis conocer en persona hermosos ejemplares de este singular arbusto, con sus múltiples guías saliendo desde su base, siempre muy abundantes, pero que aquí lo son más aún, como respuesta al paso del incendio de mediados de los Ochenta del siglo pasado. 

Precioso avellano con numerosas guías. Detrás maraña de jóvenes bedules surgidos tras las entresacas y el incendio. 26 julio 2.016.

También veréis hermosos xardones con bellas figuras, adaptadas por el impacto de la quema, con troncos retorciéndose sobre si mismo y con copas espectaculares con infinitas ramas. 

Xardón con una bella imagen. 25 julio 2.016.

Y sobre todo bedules, muchos bedules, de muchos tamaños. Unos deben de ser de cuando las entresacas y otros de la expansión que conocieron tras el incendio. 

Bedules de buen tamaño. 26 julio 2.016.

Son contados los pequeños robles que tratan de recuperar un terreno que antes también les pertenecía, al menos en parte. Ya cerca del Cotarrón y gracias a un aumento de la luz que tanto aman, se ven algunos adultos que no fueron cortados por padecer secuelas y que garantizan el aporte de tsande para iniciar una recuperación que se prevee que será muy lenta. 

En la salida al Cotarrón de La Candanosa aparecen algunos albares. 26 julio 2.016.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

La Ruta a Las Tsagunas 36 El bosque mixto 2. Los Tsagozos.

Ladera derecha de Los Tsagozos, un bosque mixto en donde hasta parece que hay alguna faya. 27 julio 2.018. Nos preguntábamos en el capítulo ...