1/06/2019

El Monte y el guía de Munietsus 13

La Pena Moncóu. 2018
El Chanu La Cutsada, Picu los Corrales, por debajo El Montecín. 2018
El Montecín y La Pena Moncóu. 2018
En rocas nubladas La Veiga Vieja, el pico del fondo es El Cimbo d´Asturias. 2018
En la sierra de izda a dcha el Picu Los Corrales-El Cimbo d´Asturias La Veiga Moncóu y El Cabrón. 2018


Otra de las labores realizadas en aquel, ya lejano, año de 1987 fue la proyección de un vídeo, con posterior charla-debate. La Consejería lo ofertó a centros educacionales, colegios, institutos...como introducción a una posible visita para realizar el Itinerario.
El vídeo, obviamente, versaba sobre la Reserva y la verdad no estaba nada mal y servía perfectamente para incentivar el debate entre los asistentes y el monitor, que como ya sabéis era yo. La demanda fue muy reducida, tal vez porque la oferta no contase con una correcta planificación, ya que en principio a cualquier centro le resultaría apetecible; entre otras cosas por la comodidad derivada de realizarla dentro de sus instalaciones, no teniendo que desplazarse a ningún sitio.
Como seguía sin vehículo, lo cierto es que ni me planteaba tal posibilidad, tuve que utilizar el transporte público, de nuevo los ALSA.
Recuerdo tres actividades seguidas en tres sitios diferentes: el 21 de abril en La Felguera, donde realizamos cuatro proyecciones-debate; el 22 me desplacé a Tsuarca donde realizamos dos sesiones, y ese mismo día me desplacé a Castropol donde pernocté y donde al día siguiente realizamos tres visionados. Era otra forma de conocer las Asturias de mis amores y aproveché el viaje para ver e inspeccionar la mina de Salave, de oro y ya laborada en parte por los romanos, que me atraía porque estaba a la vera misma del mar y no conocía ninguna con ese emplazamiento.
Algo más apurado me vi el doce de mayo en que tuve que realizar tres actividades en Xixón y dos en Uviéu, no sólo por la distancia sino por lo que se tardaba en localizar cada centro.
Como la experiencia me pareció muy positiva, decidí por mi cuenta ampliarla, sacarla del ámbito puramente pedagógico y de divulgación de la Reserva y probar con gente adulta. El problema era localizar el sitio adecuado; tenía claro que sólo la podría realizar, por razones de desplazamiento, en el entorno geográfico de la Reserva, y qué mejor sitio para empezar que mi pueblo,Mual. Quería además incidir más en cuestiones relacionadas con la defensa de la naturaleza: la crítica del furtivismo, los peligros de los incendios...
Ya antes de ser un ecologista convencido y comprometido tuve una experiencia con el tema de la caza; era yo muy joven y había ido a Mual para ver a mi abuela, de aquella todavía no había empezado a ir al monte. No sabía que hacer y se me ocurrió coger, en casa de mi primo Pepe Nieves,una escopeta de aire comprimido que disparaba balines, como las que hay en las ferias, y salir a cazar pájaros. En mi casa nunca hubo ningún tipo de arma, ni siquiera de balines; mi padre las odiaba porque había tenido una experiencia muy desagradable con ellas en su infancia, que no viene al caso mentar.
Estuve toda la mañana intentando matar algún pájaro, pensaba llevárselos al gato que tenía mi tía para que se los comiera, pero no había manera. Ya al final cuando estaba empezando a pensar en dejarlo, conseguí darle a uno que cayó allí mismo.
Lo cogí y al posarlo en mi mano la alegría que sentía se esfumó, sentía el calor que su pequeño cuerpo aún despedía pero que poco a poco se iba apagando. Me empecé a sentir mal, ¿quién era yo para quitarle la vida a algo tan bello e indefenso?, un hilillo de sangre le ensució el plumaje y me rozó la mano,¡aquello fue demasiado!, me olvidé del gato, hice un agujero en el suelo y enterré al pobre pájaro. Desde aquel día me repugnó la caza y cualquier forma de tortura hacia los animales y soy incapaz de tocar una escopeta o algo similar; pero sabía que muchos vecinos de Mual eran cazadores y que alguno, además, era furtivo.
La vida en los pueblos es curiosa, en aquellos tiempos la televisión no tenía el poder de convocatoria que posteriormente tendría; era una sociedad muy machista y cuando la jornada laboral finalizaba, fuese del tipo que fuese, los varones jóvenes y adultos solían reunirse en los bares, más que para beber, que también lo hacían, para relacionarse, para comunicarse con los demás. Los bares eran ante todo un lugar de reunión y de socialización; allí los cazadores contaban sus secretos y hazañas; algunos "machos" se jactaban de sus aventuras sexuales, algunos empinaban el codo más de lo debido, algunos...Pero era también un lugar donde se podía entablar una conversación, a múltiples bandas, sobre un tema concreto, todo el mundo participaba.
En Mual había dos bares, uno hacia la mitad del pueblo y otro junto a la carretera. Yo solía ir, de vez en cuando, al primero, por su cercanía; era el lugar idóneo para contrastar dudas que me surgían sobre topónimos y su localización y obtener información sobre aspectos relacionados con el monte.
Pensando en el lugar apropiado para la proyección del vídeo sólo se me ocurría el bar ya que no había ningún centro de tipo cultural donde poder realizarlo. No hubo ningún problema, acordamos una fecha y hora con el propietario y de forma oral hicimos correr la noticia y así el cuatro de mayo realizamos la proyección a la que acudieron 22 personas, seguida de un animado debate. Evidentemente yo no podía actuar como monitor, que era como lo hacía ante escolares; era un debate entre adultos, había pocas preguntas, cada uno exponía su opinión y yo lo hacía desde un punto de vista conservacionista. Como todos nos conocíamos no había malos rollos ni enfrentamientos.
Fue así como me di cuenta de que era imposible cambiar la mentalidad de la gente una vez que esta ya está desarrollada; no era capaz de hacer comprender a un cazador o a un furtivo lo negativo de su actuación. Para ellos la caza no era un deporte, era algo natural que estaba ahí desde tiempo inmemorial; eran incapaces de comprender a gente como yo que salía al monte sin escopeta a disfrutar simplemente de la naturaleza. Como no podía convencer me contentaba con mostrar, al menos, que había otras formas de relacionarse con la naturaleza, lejos de la destrucción y el pillaje.
Racionalmente yo sí les entendía, entendía que en una sociedad tan tradicional y con tan pocas actividades culturales y de ocio, la caza fuera interesante. Una sociedad que desconocía el poder evasivo de la lectura, que permite conocer experiencias y vivencias ajenas y abstraernos de la vida cotidiana; o el poder emotivo de la música, con su doble mensaje, musical y poético; o el goce del arte en sus múltiples manifestaciones y que incluye las naturales, como una puesta de sol o las infinitas variantes que nos ofrece el paisaje; o el puro deleite intelectual que nos provoca el conocimiento; o la camaradería y fraternidad que surge entre las personas empeñadas en cambiar el sistema; o las relaciones, sean del tipo que sean, entre iguales.
Con tan pocas alternativas la caza si constituía una forma de evadirse de la cotidianeidad. Entendía el subidón de adrenalina que podía producirles el matar; la sensación de superioridad sobre todas las cosas y de poder con un arma entre las manos; de la activación de todos los sentidos cuando se desplazaban por el monte; de desatar las pasiones más bajas y destructivas que todas las personas llevamos dentro. Alguien dijo: "nada humano me es ajeno", puedo entenderlo todo, bueno, casi todo, pero ni compartirlo, ni sentirlo, ni aceptarlo. Y en el fondo a la mayoría de estos cazadores el bosque y el monte si les gusta, lo notas cuando te hablan de sitios y lugares, pero son incapaces de separarlo de la caza.
Si los adultos no pueden cambiar, habrá que intentar hacerlo con los niños y niñas cuando están creando sus valores. Decidí dar un paso más y ofertar la actividad, en persona, a Colegios o Escuelas que había hasta la villa de Cangas y en esta misma; en Chanu (Llano), La Riela (La Regla), Auguera (Agüera del Coto), Augüera (Agüera de Castanéu) en sus colegios, se reubían en torno a una media de Treinta escolares, un número elevado porque venían algunos-as de pequeños colegios de pueblos cercanos. En la villa realizamos dos actividades, una en cada Instituto, el de FP y él de Bachillerato, también con numerosos asistentes.
Pude comprobar que los niños y niñas ya no eran como sus padres, tenían otras inquietudes y que el respeto y conservación no les eran del todo ajenas.
Y ocurrió algo que no me esperaba, recibí peticiones de propietarios de bares de pueblos vecinos que se habían enterado de las proyecciones que había realizado, primero, como ya dije, en Mual y luego en La Venta (Ventanueva) y ahí me tenéis a mí en Veiga de Rengos, en Pousada de Rengos, en Xedré, otra vez en La Venta y hasta tres veces más en Mual, siempre dispuesto a compartir y debatir. Siempre se ha dicho que nadie es profeta en su tierra, yo no esperaba serlo si no simplemente mostrar que además de furtivos, osos, bosques, mineros...nuestra tierra también podía producir ecologistas y amantes de la naturaleza y que allí estábamos para testimoniarlo.
A pesar de ser una labor extra, no requerida en el contrato con la Consejería, yo realizaba gustoso estas actividades, en realidad no dejaban de ser una continuación de las que había realizado con el Cuelmu.
En Cangas había razones más que suficientes para la existencia de un grupo ecologista, el desarrollo acelerado de la minería del carbón generó una grave alteración del medio ambiente al que había que hacer frente.
A otros asuntos como la masiva tala maderera de nuestros bosques no habíamos llegado a tiempo. No es una casualidad que la tala más destructiva que sufrió Munietsus se iniciara a principios de los años cincuenta; desde esa fecha y hasta entrados los años setenta nuestros bosques sufrieron la actividad de las sierras, por entonces ya modernizadas con las motosierras. Fueron cortas despiadadas, esquilmadoras, de "rapiña", sin ningún tipo de preocupación por el mañana, se arrasaba con todo sin ordenar un tipo de explotación que pudiera tener un futuro.
Se destruía el bosque no sólo como "paisaje natural" sino que se comprometía también su futuro como productor de madera. Bosques como los de Valdebóis y La Vilietsa, que afortunadamente han vuelto a regenerarse en buena parte, aunque aún son muy jóvenes; o los más sangrantes del Ríu del Coto o los más recientes del Valledor, preciosos robledares desmantelados a matarrasa y que dejaron unos terrenos sin defensas contra los incendios y las inclemencias del tiempo que han hecho perderse mucho suelo haciendo muy dificil la regeneración natural.
A la Administración no parecía importarle estas cosas; el desarrollismo estaba centrado en la plantación de especies foráneas de crecimiento rápido que pudieran abastecer a papeleras y otras actividades, incluidas las mineras. En estas últimas al principio se utilizaron troncos de poco diámetro de roble o castaño, pero luego como mi padre, entibador minero, me decía, se descubrió que la mejor madera para entibar era la de pino o eucalipto; estas tenían menor resistencia a la presión que ejercían las paredes y el techo de la bocamina, pero antes de romperse emitían una señal, un aviso; el roble, por el contrario, no avisaba, aguantaba hasta que ¡zas! se rompía. Esta es la razón por la que la madera de pino o eucalipto fuera la más ampliamente utilizada, siendo además la más fácil de conseguir.
A través de convenios (consorcios) con las autoridades locales que se arrogaban el poder de decidir de toda una comunidad, muchas veces con carácter caciquil y nunca consultando con el pueblo, la Administración, en este caso el ICONA, se comprometía a plantar el nuevo arbolado y gestionarlo hasta su venta,repartiéndose a medías las ganancias, generándose numerosos chanchullos.
Los montes se empezaron a llenar de las nuevas especies; incluso muchos particulares se dejaron engañar y los plantaron en fincas de su propiedad. Recuerdo, siendo yo muy niño, acompañar a mi padre y a Carlos, mi hermano mayor, a una finca que teníamos en La Cutsada a rozar la maleza que salía entre los pinos plantados por mi padre para que crecieran más y evitar que un posible incendio las devorara, algo que finalmente, a pesar de todo, ocurrió.
En la zona de Cangas y todo su entorno la especie más utilizada fue esa, el pino, o mejor dicho los pinos, porque se utilizaron varias especies. El "ocalito" tuvo poca implantación porque son muy sensibles a las heladas que se dan en la zona; sin embargo en toda el área cercana a la costa el ocalito lo invadió todo; desde Galicia al País Vasco hay una plantación de tal calibre que más bien parece que nos encontremos en Australia o Nueva Zelanda, de donde parecen proceder, que en el Cantábrico.
Como era algo que nos afectaba a todos, el Cuelmu colaboró con el resto de grupos ecologistas asturianos en varias campañas contra estos nuevos "caballos de Atila".
Todos los grupos ecologistas de Asturias conocíamos el caso de Ibias; en esta zona el número de incendios era preocupante, figurando a la cabeza de los que se daban en España. La Administración encargó a una empresa la realización de un estudio para averiguar cúal era la causa. Las conclusiones, que implicaban a la Administración, nunca se hicieron públicas; en ellas el origen de todo estaba en la plantación masiva de pinos en los montes.
Estos montes, muy desarbolados desde épocas antiguas, mantenían sin embargo muchas zonas de pastos y estos pastos eran el sustento de la ganadería que permitía la supervivencia de numerosos pueblos; con las plantaciones desaparecieron los pastos y motivó un éxodo rural que se acentuaría posteriormente por el imán que supuso la minería en Tsaciana, Degaña y Cangas. Ibias se vació, excepto Tormaleo, con su propia minería, y la capital del Concejo, San Antolín, por su vinculacíon al sector servicios. Los incendios de los pinares eran la venganza y la única arma que tuvieron los desposeídos.
Algo que nos indignaba profundamente era que además estas plantaciones se vendían, y se siguen vendiendo, a la opinión pública como repoblaciones forestales, algo totalmente alejado de la realidad. Los pinares, los eucaliptares, las choperas...son plantaciones, es como plantar, pongamos por caso, patatas, con la diferencia del tiempo de espera para la cosecha, en la patata unos meses y en los árboles unos años: Cumplido su tiempo todos son cortados, ¿dónde está la repoblación?. Repoblar es otra cosa, es plantar algo para que perdure, él y sus descendientes.
Esta política forestal ha pervertido los paisajes rurales en todos los sitios. La vegetación autóctona sobrevive en núcleos muy reducidos y la innumerable variedad de paisajes que existían antes y que dotaba a cada lugar de unas características propias y diferenciadoras, ha cedido su lugar a un paisaje uniformizado en el que los diferentes lugares se parecen unos a otros. Eso sin tener en cuenta las profundas relaciones y dependencias entre las diferentes comunidades de seres vivos instalados en un determinado sitio y las alteraciones que produce un cambio del paisaje y la introducción de seres ajenos al lugar.
Pinares de la Sierra del Pando, al lado de Cangas. 2017
Un trozo del extenso pinar de Santana cercano a Cangas. 2017

En los días que escribí el borrador de este capítulo, se estaba produciendo una gran polvareda a raíz de la declaración oficial y su publicación en el BOE por parte del Ministerio para la Transición Ecológica de España, de considerar especie exótica invasora a tres especies de pinos y el debate sobre los eucaliptos. Una especie exótica invasora es aquella que se trae de otro lugar y que por su facilidad de adaptación y de reproducción es capaz de competir y de desplazar a las especies propias de cada zona, provocando así una alteración grave en todos los ecosistemas.
Pronto han surgido voces de protesta, que proceden básicamente de técnicos y de profesionales  del sector forestal. Está bien que cada cual defienda su puesto de trabajo, lo que no es admisible es hacerlo mediante bulos y patrañas; ingenieros y catedráticos del sector, todos ellos sesudos científicos, tratan de convencernos, antes simplemente nos imponían, que los pinos son autóctonos, que son beneficiosos y que además crean muchos puestos de trabajo.
Pero la naturaleza, que es la más sabia en este campo, nos enseña que la vegetación autóctona de un lugar es aquella que mejor ha sabido adaptarse a las condiciones que este presenta. En toda la cornisa cantábrica no son una especie autóctona y argüir que en algún momento lo fueron no es suficiente para su defensa. Parece ser que durante el Tardiglaciar (14.000-8.000 a.C.) sí los había porque se adaptaban bien a las condiciones climatológicas imperantes y a los suelos poco desarrollados dejados por una actividad glaciar ya en retroceso. Pero en el Holoceno, periodo en el que aún nos encontramos, las cosas cambiaron mucho; desde el 8.000 a.C. las temperaturas y la humedad comenzaron a subir y acabaron provocando la expansión e instalación de la vegetación caducifolia. Los pinos no pudieron competir con ella y se extinguieron, reapareciendo no hace mucho tiempo pero ya debido a la mano humana que los ha plantado.
Uno de los tres pinos, el pinaster, mal llamado pino gallego y que en esa zona es considerado, erróneamente, como un "pino del país", fue ampliamente plantado en nuestra zona y sin duda fue el culpable de la alergia que me provocó esta especie durante mi juventud, plantado además en unas densidades exageradas que acababan con todo y esquilmaban el suelo. Aún subsisten algunos ejemplares dentro de Munietsus, en la entrada a Decutsada, aunque algunos, no sé todavía la causa, se están secando y manchas más significativas, también en Decutsada pero mayormente dentro del Monte de Oubachu, entremezclados con masas de pinos silvestres y de rebotsos y abedules que pugnan por instalarse y desplazarlos.
Pinaster, algunos secándose, rodeados de robles en decutsada (Reserva). 2018
Petraea contra pinaster, Decutsada (Reserva). 2018
Pinares en Decutsada (Reserva y Monte Oubachu). 2018
Pinos pinaster y sylvestris en decutsada (Monte Oubachu)
Pinares en Decutsada (Monte Oubachu). 2018
Pinus sylvestris en la Veiga´l Pumar. 2018

A esos gestores y defensores de esta especie solo decirles que ya figuraba, el pinaster, desde el 2.000, en la lista de las cien especies exóticas invasoras más dañinas elaborada por la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza).
Sobre los eucaliptos ¿que decir?, el comité asesor del Ministerio aconsejó su inclusión en este tipo de especies. De nuevo polvareda y al final el Ministerio no lo incluyó. Por cierto el Gobierno del Principado se planteaba llevar el asunto a los tribunales en caso de su inclusión; ese Gobierno que esgrime eslóganes como "Asturias paraíso natural" ¡cuánta hipocresía! ¡cuántos intereses!

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