Desde la Consejería me avisaron de que iban a ir unos periodistas de la televisión regional para hacer un programa sobre la Reserva, que los acompañara y que dispondrían de total libertad de movimientos y de tiempo para poder realizarla. Pregunté sobre lo de la libertad de movimientos y si eso incluía la posibilidad de dormir dentro de la Reserva ya que así dispondrían de más tiempo para filmar, evitando perdidas de tiempo en desplazamientos desde la entrada de Las Tablizas y desde el sitio donde pernoctaran; tras pensarlo un rato me contestaron que sí.
Planeé una visita a la Reserva que permitiera una visión de conjunto a partir de las particularidades existentes en las zonas que se visitaran; pero el problema era cómo comunicarme, previamente a la visita, con los periodistas. Afortunadamente unos amigos míos de León conocían el círculo de amistades de estos en Uviéu y gracias a ello les hice saber que llevaran material para comer y dormir para por lo menos dos días, incluyendo una tienda de campaña ligera ya que la que yo tenía era solo para dos personas, sus sacos de dormir, esterillas y demás.
Se presentaron el día señalado, temprano. Eran tres chicos jóvenes: un reportero, un cámara y un ayudante de cámara, de cuyos nombres ya no me acuerdo, que traían con ellos unos grandes artilugios, una cámara de filmar grande, un gran trípode para apoyarla y un zum bestial, amén de innumerables cables y clavijas. Menos mal que yo disponía de una gran mochila, en ella metimos todo lo que pudimos; el resto lo metimos en otra mochila que tenía que llevar el reportero,quedando para los otros dos cargar con los aparatos y no creáis que salieron ganando pues estos eran incómodos de llevar.
Tras saludarnos y repartir la carga les expuse mi plan. Iríamos por la senda larga con la intención de llegar por la tarde a Las Tsagunas, para dormir allí y desde allí que hay buenas y despejadas vistas filmar el amanecer. No me acuerdo por donde tenía previsto la bajada, si por el río o por Fonculebrera. Obviamente durante el recorrido se podían hacer paradas para filmar el bosque desde diferentes perspectivas.
A mí el plan me parecía el idóneo para hacer un gran reportaje, mostrando la variedad de paisajes de la Reserva, pero cometí un error casi de novato: no tener en cuenta el fondo físico de mis acompañantes, personas acostumbradas a la vida urbana pero desconocedores y no preparados para hacer una gran excursión por un entorno natural pero muy agreste. Uno, de forma natural, no se da cuenta de ello, piensa que lo que él puede hacer lo pueden hacer los demás.
Surgió entonces un problema, y gordo, con el guarda de Las Tablizas; Benjamín, fiel a su seriedad, se negaba a permitirles el acceso hasta que no le entregaran un permiso que lo autorizara. Aquello rozaba el absurdo, tanto él como yo sabíamos lo de su visita, personal autorizado de la Consejería nos habían informado de ello e incluso lo habíamos comentado entre nosotros, pero bueno así era Benjamín. Los periodistas flipaban, pero Benjamín no daba su brazo a torcer. Y allí hubiera acabado la proyectada filmación; pero por fortuna en Las Tablizas había una emisora, con ella establecieron contacto con la Consejería y llegando a altas instancias los peridistas consiguieron el visto bueno del guarda, no sin antes conseguir este la promesa de remisión, por parte de los encargados de los permisos, de uno especial autorizando la dichosa entrada.
Tras salvar este inesperado escollo comenzamos el recorrido alegres y motivados, pero sin prisas; siempre soy partidario de ir suave y sin aceleraciones bruscas en los comienzos de una excursión y en esta ocasión más que nunca porque llevábamos mucho peso.
Cada cierto tiempo me adelantaba un poco, me volvía y observaba como iban mis compañeros y lo que veía me llenaba de intranquilidad. Tras la dura subida de los zigzags de Penas Negras, aún en los inicios de la excursión, los oía jadear y bufar y su andar era dubitativo, inestable, signos evidentes de fatiga y cansancio; decidí entonces hacer más paradas y de mayor duración y reducir aún más el ritmo de la marcha.
Yo, que sin peso solía desplazarme como un gamo por aquella senda y que en sus partes más llanas era como si corriera, ahora con el peso de la mochila y sobre todo por el estado de mis compis, descubría una nueva faceta del hasta entonces idílico paisaje conocido. Pensando en el impacto de la senda sobre ellos veía cosas que antes no advertía: cuestas, vaivenes, piedras sueltas y rocas, sudor en las zonas donde el sol "cascaba" de lleno, tramos realmente duros y exigentes...y hasta el paisaje presentaba, en algunos puntos, un bosque bastante degradado. gracias a los periodistas unía una visión, sin duda, más realista a la que ya poseía sobre el variopinto Monte Munietsus.
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Mapa topónimos partes bajas del valle Tixeirúa |
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Mapa topónimos partes altas del valle Tixeirúa |
En el gran canchal de la Tseirona les indiqué que era un buen lugar para obtener vistas amplias y despejadas, colocaron el trípode y la cámara y filmaron un rato. Pero pronto decidí seguir porque el sol pegaba de lleno y temí que el calor los desfondara del todo, cosa que suele ocurrir si estas cansado y abusas de él.
Una larga parada, para quitar la calentura del cuerpo, en el frescor del faéu del Vatse Las Varas y la imprescindible de los grandes robles, donde me hicieron una entrevista filmada. Continuamos , en el amplio Ganzal Samartino por el que la senda discurre durante lo que me pareció entonces un buen rato, les volví a indicar que era un sitio idóneo para filmar por las nuevas perspectivas que se tenían del valle de Tixeirúa y porque era el último sitio con vistas despejadas del valle, sin árboles que las cortaran. El Ganzal es una granda de origen ganadero al que le está costando mucho volver a ser bosque, pero que solo necesita tiempo para conseguirlo. Desde él ver las vatsinas de enfrente vuelve a ser espectacular, tanto o incluso más que las de enfrente de La Tseirona en el inicio del valle.
A partir de aquí, Regueiro Samartino, nos fuimos internando en un bosque mucho más denso y húmedo, como consecuencia del acercamiento al fondo del valle; en Fradalicos, La Regueirona y las vatsinas La Guvia y La Bovia la calidad del bosque había empezado a mejorar notablemente, aparecían fayas por aquí y por allá, entremezcladas con robles y algún que otro capudre, xardón...
Regueiro Samartino y su Varsina Fradalicos.Foto Google |
De izda a dcha La Regueirona y su Vatsina La Guvia, Vatsina La Bovia y Vatsina Riusecu. Foto Google |
El centro del fondo del valle: El Regueiro La Boizuna, y el anterior la Vatsina Riusecu, son bastante peñascosos, con grandes bloques de piedra, posiblemente arrastrados por la actividad glaciar. Por cierto todo lo que comentábamos del circo glaciar que hay por encima no es perceptible desde la ruta, solo lo es desde los altos de la sierra; solo vemos algo de la impresionante fuerza erosiva que los acompañaba y que a diferencia de la erosión fluvial o del viento, no hacía distingos entre trozos grandes y pequeños, arramblaba con todo hasta que iba perdiendo fuerza.
Fondos del Tixeirúa. Foto Google |
Tseirones del Regueiro La Boizuna, la Braña (zona desarbolada), la preciosa campera que aún existe en la actualidad, y la Tsaguna. Foto Google |
Es un tramo exigente pues la senda tiene que ondular salvando los obstáculos pero también es reconfortante, el de Boizuna baja agua durante todo el año y ahora libre de la carga ganadera que soportó en el pasado esta es pura y cristalina y la verdad es que nos vino de perlas, nos libramos de los bártulos, nos refrescamos externamente y bebimos abundantemente, además de rellenar las cantimploras que ya teníamos casi vacías.
Con mis compañeros reanimados, al menos momentáneamente, se fue abriendo ante nosotros la verdadera "selva de Munietsus". Antes de proseguir me gustaría hacer una aclaración sobre el término "selva". La selva, como ecosistema, no existe en las zonas de clima templado, entre los que figura Munietsus, lo que hay en estas son bosques templados. Las selvas son típicas en el entorno del Ecuador (el meridiano) y los trópicos, donde altas temperaturas y abundante humedad propician un gran desarrollo de la arboleda. A la variedad de especies le acompaña un grado de especialización en la captación de la radiación solar muy diferenciado que provoca una estratificación vertical muy marcada; es decir los árboles no crecen todos a la misma altura, los hay gigantescos, los hay altos, los hay medianos e incluso los hay bajos. La abundancia de recursos facilita esta variedad.
Los bosques templados no tienen tanta variedad de especies y la estratificación vertical se reduce a un único estrato arbóreo, con algunas matizaciones, y al estrato arbustivo. Los árboles compiten por asegurarse su ración de luz y solo se detienen o ralentizan su crecimiento cuando lo consiguen. Tendríais que ver las alturas que pueden llegar a tener árboles, aunque algunos les llaman arbustos, como los capudres (Sorbus auccuparia) rodeados por robles o fayas altos. Solo xardones (Ilex aquifolium) y teixus (Taxus baccatta) pueden crecer bajo dosel arbóreo. También lo hacen las fayas, pero de ellas ya hablaremos a su debido tiempo.
Por lo tanto cuando hablamos de selva de Munietsus lo hacemos para resaltar su grandiosidad, su magnificencia, su exuberancia, pero teniendo claro que es un bosque, no una selva.
La "selva de Munietsus". De izda a dcha: Vatsina´l Cándanu, Vatsina L´Astaca, Vatsina Los Ciervos y Vatsina La Chada. Foto Google |
Toda la ladera izquierda del Ríu Tixeirúa es una auténtica maravilla. Las vatsinas que vamos atravesando: la grandiosa Vatsina´l Cándanu y las que le siguen L´Astaca y Los Ciervos, hasta el poderoso Teso Los Ciervos que bien podríamos decir que divide el valle en dos partes, presentan una sublime y preciosa alternancia. Las laderas derechas, más orientadas al Norte y que son las primeras que nos reciben en cada vallecillo, poseen un arbolado donde reina la faya, mientras que las otras, las izquierdas, están enseñoreadas por el roble.
Vatsina L´Astaca. Foto Google |
Vatsina Los Ciervos. Foto Google |
Vatsina La Chada. Foto Google |
Quiebro del valle Tixeirúa provocado por el Teso Los Ciervos. Foto Google |
En los tesos que deslindan las vaguadas robles y fayas presentan una gran promiscuidad, en bella armonía se acercan los unos a las otras, se alternan, creando estampas de belleza inigualable. Es hora de saborear el bosque desde dentro, de sentirlo, de hermanarnos con él, de meterle mano sin tapujos, acariciando pieles distintas a las nuestras y percibir su flujo, de mirarlo y remirarlo, de olerlo, de respirarlo, de ...
Muchos amigos me han preguntado en repetidas ocasiones cuál es mi arbol favorito, cuál me gusta más. Es una pregunta difícil de contestar. De los que hay en Muniellos y en general en nuestros montes, me quedaría con tres: el teixu, el roble albar y la faya, y no es que xardones, bedules, rebotsus sapiegos y orocantabricos, carbatsus, capudres, tileras, freinus, tsameras, ablanus, álamos, umeirus, castañales y un largo etcétera no me gusten, en realidad me gustan todos, pero en la tesitura de elegir...También influye en la elección el estado en que estemos acostumbrados a verlos (jóvenes- adultos- sanos- decrépitos).
El teixu es bello y merece todos mis respetos; es podríamos decirlo, un árbol totémico, pero cuesta mucho verlo en su estado natural original, libre de podas humanas que lo empequeñecen. Sin duda el ser superviviente de otras épocas y por tanto bastante escaso y su larga duración vital le hacen ser el árbol más importante de nuestra flora. Pero la belleza y fuerza que irradia un fuste de roble centenario que se alza varios metros del suelo, pongamos quince o veinte, sin ramas laterales, mostrando su corteza estriada y rugosa surcada de blancos brillantes que le prestan sus huéspedes los líquenes (que hacen honor a su nombre de albar) y cuya parte superior no siempre alcanzamos a ver, es algo que me llena de energía y que admiro alborozado.
Quercus petraea (Decutsada. 2.000) |
Y qué decir de la faya de un solo fuste, similar a la del roble en fuerza y lozanía pero con una corteza más alisada y que a menor altura que el roble se engalana con ramas laterales que poco a poco van taponando la bóveda celeste.
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Fagus sylvatica (Decutsada) |
Aquí, en los tesos, mirabas un roble, mirabas una faya y el corazón se ponía a mil por hora, era como una imagen del paraíso, ¡nada podía existir tan bello y vital! ¿cómo elegir entre ambos cuando forman un maridaje tan perfecto?, ¿cómo elegir uno en perjuicio del otro?, ¡no!, el roble es mi señor y la faya mi señora, ¡tanto monta, monta tanto!, la guerra de sexos es solo para fanáticos-as, ninguno-a es mejor que el otro o la otra. Como en las sociedades humanas en donde ambos deberían de ser iguales, porque en el fondo lo son, cada uno con sus diferencias, virtudes y fallos, pero iguales.
Iguales, como lo son aquí, en el más esplendoroso lugar de toda la Reserva, robles y fayas con más de una centena de años sobre sus ramas y con una pujanza difícil de paladear en otros lugares.
En este largo tramo de ensueño la senda mejora notablemente pues discurre por los mejores suelos de toda la Reserva; te puedes salir de ella e ir monte a través porque apenas si hay arbustos, los suelos están limpios y mullidos y a pesar de estar en ladera las pendientes son llevaderas. Pronto se pierden las referencias pues no hay vistas despejadas , el bosque te envuelve y parece que estés a decenas de kilómetros del lugar del que partiste por la mañana, lejos, muy lejos de la civilización.
Eso, al menos, era lo que veía reflejarse en las caras de mis compañeros. Pero también veía que sus fuerzas estaban casi al límite. Hacia ya bastante tiempo que había desechado la idea de llegar en ese día a las Tsagunas, era sencillamente imposible pues por el medio quedaban los dos grandes valles del Ríu de Refuexu. Sobre la marcha decidí acampar en el para mí mítico teso de Sestu Gordu, si es que llegábamos a él.
Quedaba por recorrer Vatsina La Chada donde el bosque continua siendo majestuoso, estamos sin duda en el mejor y más extenso faéu de todo Muniellos. Enmarcado entre el Chanu los Ciervos y el Chanu de Sestu Gordu, se desparrama cerro abajo, con algo de progresión hacia Refuexu, pero sobre todo hacia La Chada, llegando hasta la ladera derecha de Vatsina La Piesca. Aquí la faya no solo es el árbol dominante sino casi el único.
La "selva de Munietsus" ocupaba y por fortuna ocupa, toda la ladera izquierda del Ríu Tixeirúa y Sestu Gordu (con una buena prolongación hacia el Ríu Las Gallegas que ya veremos a su tiempo), pero situándose solo en altitudes que van desde los 1.000- 1.200 metros hasta los 1.400 y presentaba dos zonas diferenciadas en función de la explotación a que había sido sometida.
En la zona de la alternancia robles- fayas la arboleda había sufrido entresacas madereras, pero estas eran antiguas ya que no padeció las terribles cortas de las décadas cincuenta y sesenta del siglo pasado, que fueron a matarrasa. Que predominen troncos o fustes "únicos" (un solo tronco) se debe a que no hubo rebrotes de las raices- base del tronco de los árboles cortados; tampoco hubo mucha regeneración natural por semillas porque los árboles que quedaron tras las entresacas tendieron a copar todo el espacio aéreo, imposibilitando la llegada de luz a los nuevos árboles, que en esas condiciones no podían medrar. Hay poca variedad de generaciones arbóreas, faltan los más viejos y escasean los jóvenes.
Para que os hagáis una idea de su grandiosidad os diré que hacia 1987 predominaban en esta zona robles y fayas de tres metros de perímetro a 1,50 m. del suelo, que era por donde yo entonces los medía, aunque más tarde supe que la medida estándar es a 1,30 m., y con unas alturas en torno a 30 m., bastante más bajos que en otras zonas porque aquí al estar más separados los árboles entre si hay menos competencia por la luz.
La segunda zona de la selva parece estar más relacionada con la, también antigua, actividad ganadera. El pastoreo intensivo proveniente de la Braña La Boizuna, y en menor medida de la de Pradallos, seguramente llegaba, por el teso, hasta el Chanu de Sestu gordu, a 1.427 m. de altitud, prolongándose a esa altitud por las laderas hacia el fondo del valle. Una banda de bedules la separaba de la selva y conformaba grandes camperas sin arbolado o con algún que otro bedul. Pero incluso dentro del arbolado, en la zona del teso y parte del faéu había muchas zonas aclaradas, las que en otra parte llamamos adehesadas, aptas para el pastoreo.
Aquí las fayas están más separadas entre si que en ningún otro sitio y a pesar de que son altas su crecimiento mayor se ha realizado hacia los lados, con grandes y potentes ramas que conforman gigantescos parasoles que tampoco permiten pasar la luz e inhiben el crecimiento de nueva vegetación, aunque en los claros más grandes si la hay.
Sin duda que a esta "potencia" arbolada contribuye, en amplia medida, la alta humedad de la zona, de las mayores de la Reserva y la ya mencionada calidad del suelo. Así las cosas sus árboles tienen asegurada la supervivencia pues tienen acotado el necesario espacio vital y solo los achaques del tiempo, naturales, contribuirán a la larga a una necesaria diversificación de las edades de sus miembros.
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