3/24/2019

El Monte y el guía de Munietsus 19


A ver los robles de La Crespona acompañé a unos periodistas de La Nueva España. Tenían intención de subir a Las Lagunas pero se habían confundido de carretera en Cangas y habían cogido la de Naviego. Total que cuando llegaron a Las Tablizas ya pasaba de las once de la mañana y les pareció muy tarde para realizar esa ruta. Les propuse, como alternativa, esta de los roblones y aceptaron. Puede haber desde Las Tablizas a ellos en torno a siete km.
También acompañé a una pareja de Taramundi que querían conocer de primera mano el estado del bosque y si merecía la pena unirlo a la oferta turística de su zona. Hay que tener en cuenta que la zona de Taramundi-Los Oscos fue la primera de toda Asturias en promocionar el entonces casi desconocido turismo rural, a nivel de restaurantes, albergues, rutas naturales y etnográficas...Pero carecían de bosques de la envergadura de Muniellos. Pronto se dieron cuenta que Muniellos tiene importancia por si mismo y que era imposible conjugarlo con sus actividades dado el control tan estricto de visitas que poseía.
Me cayeron bien porque mostraban interés por el bosque, más que por algo concreto como podían ser las lagunas, por eso les propuse esta ruta. Estuvimos un largo rato, los tres en silencio, como correspondía, ante el gran roble y con su cálido recuerdo decidieron regresar. Ya de vuelta en Las Tablizas y antes de despedirse me comentaron que les había impresionado mi comportamiento con el gran roble, que les recordaba al de un devoto con su divinidad, y por la pasión que demostraba por la naturaleza, algo que para mí era como un piropo.
Ya por aquel entonces esta larga ruta estaba reservada para los privilegiados. Desde la Consejería me habían indicado que no la promocionara nada, que hiciera más insistencia en la otra ruta; no se trataba aún de una prohibición pero...Desde la Administración solo me habían dicho que el motivo era evitar la perturbación de la fauna salvaje en toda la Reserva, pero no hacía falta ser un lince para saber de que fauna se trataba.
Sobre Muniellos siempre han existido muchas leyendas y como suele ocurrir con estas, algunas estaban muy alejadas de la realidad. Me hacía mucha gracia que algunas veces cuando visitaba las dependencias de la Consejería en Uviéu me encontraba con funcionarios de avanzada edad y comentando algo con ellos, algunos me decían que Muniellos era la madre del oso, que de allí procedían muchos plantígrados que aún deambulaban por los montes de Asturias. Me hacía gracia porque ello no era cierto.
Ya he comentado en otras partes que desde los años cincuenta a los años setenta del siglo pasado Muniellos conoció la etapa más virulenta de explotación forestal de toda su historia, muy repartida pero que afectó a la mayor parte de las zonas bajas de la Reserva, llegando hasta la media ladera en muchas de ellas. Durante estos dos decenios los ruidos y la presencia humana fueron cotidianos y además si algún animal se ponía "a tiro" no vivía para contarlo. Ello motivó una gran migración de la fauna superior, al menos de aquella que se podía desplazar.
El oso, en concreto, había dejado de frecuentar las zonas bajas de los diferentes vatses y vatsinas y solo aparecían, en mucho menor número que antes, en las zonas elevadas. Desde 1973 se dejó de cortar madera y la actividad y presencia humana se redujo a mínimos, pero el bosque tardó unos años en iniciar su recuperación, y otro tanto ocurrió con su fauna.
La población osera de la Cordillera Cantábrica atravesaba entonces un periodo crítico, a la reducción acelerada de su número se unía el de la escisión de su comunidad en dos núcleos, con los problemas genéticos que eso provocaba. Muniellos constituía la franja más occidental del núcleo occidental, núcleo en el que se reunía la mayor parte de su población.
Simpática escultura en un jardín particular de Xedré. 2017

Las razones de fondo de esa reducción, más que en el asesinato directo del animal, que todavía se daba, había que buscarla en la destrucción del medio ambiente en que se movía el oso. En la época que se taló Muniellos de forma acelerada se hizo lo mismo en toda el área suroccidental asturiana, zonas limítrofes y cualquier rincón de la Cordillera Cantábrica donde aún subsistían bosques autóctonos. La plantación de cultivos arbóreos no aportó ningún recurso sino que los redujo. Las redes viarias (carreteras, autopistas...) aumentaron por doquier, las estaciones de esquí se multiplicaron en número y en extensión. La minería del carbón conoció una gran expansión, a la de interior se uniría la de cielo abierto mucho más destructora, por solo mencionar algunas que se me vienen a la cabeza.
La población osera estuvo a punto de desaparecer, en su recuperación tuvo mucho que ver el cambio experimentado en la opinión pública y la labor de muchos ecologistas y naturalistas sin ánimo de lucro.
Ya desde algunos años antes de mi vinculación laboral con la Reserva se habían empezado a ver signos de recuperación del oso en el entorno de Muniellos. La población que se había refugiado en zonas de Degaña, Monasterio, Tsaciana o Somiedo, comenzó a expandirse; aumentaron los ataques a los cortines donde  se resguardaban las colmenas de las abejas con su preciado contenido, la golosa miel, aunque por lo visto al oso lo que más le interesaba eran las larvas destinadas a ser nuevas abejas, pero ya puestos, a nadie le amarga un dulce. También aumentaron los ataques al ganado doméstico que pastaba por montes y brañas.
En el entorno de la Reserva la Administración había adoptado una sabia resolución: todos los daños, probados, provocados por el oso eran remunerados, con mayor o menor diligencia, en metálico. Era de justicia, si queríamos conservar algo el peso no debía de recaer en los de siempre, las comunidades campesinas.
Así se logró neutralizar a uno de los mayores enemigos del "osu"; para los campesinos el osu, como el "tsobu", siempre había sido una "alimaña" que incidía muy negativamente sobre sus menguados recursos. Cuántos de ellos, armados de escopeta, se habían agazapado dentro de los cortines esperando que asomara las narices el ladrón de cuatro patas. Antiguamente eran famosos y aclamados por la población aquellos que conseguían abatir a una de estas alimañas, y si recorrían las poblaciones con el muerto, o con su piel, recibían una pequeña recompensa por parte de cada vecino. Cuántos cepos, específicos de oso, se habían colocado para capturarlo y acabar con él. No había piedad con él, era un rival directo en la lucha por la supervivencia y si en el monte algún cazador lo veía tenía plena libertad para dispararle; nadie, ni autoridad pública ni particular alguno podía achacarle nada.
El caso es que cuando yo empecé como guía los signos de presencia osera en Munietsus aumentaron y que, y eso era muy importante, se habían empezado a divisar osas con crías. El oso macho adulto puede recorrer grandes distancias, estar hoy en Muniellos y a la semana estar en Degaña o Tsaciana y puede osarse, valga la redundancia, a acercarse mucho a zonas habitadas, aunque quienes más suelen hacerlo son osos jóvenes, sin experiencia, atraídos por arboles frutales, como las ""zreizales" (cerezos), cercanos o incluso dentro de los pueblos.
Pero la hembra con crías se mueve mucho menos y tiene querencia por sitios concretos, lo cual es lógico teniendo en cuenta las crías, y que además sean tranquilas, cuanto más mejor; debe de proteger sus oseznos no solo de otros animales, entre los que nos incluye sin duda a nosotros los humanos, sino también de osos machos adultos que los pueden matar para que la osa entre en celo cuanto antes y que en ocasiones provoca graves enfrentamientos entre ellos. Sí, ya sé que duele pero forma parte también de su naturaleza.
Al menos una osa con crías se había asentado en la zona del Ríu Tixeirúa y esta era probablemente la razón para evitar que la zona fuera visitada. A esta razón de peso mayor también se unía otra muy parecida, vinculada a otra especie en peligro de extinción.
Valle del Ríu Tixeirúa, primera zona de osas con crías. Cerrado a las visitas. Foto Google

El urogallo no era una alimaña, no se metía con nadie, no depredaba ninguna especie o recurso humano. Tenía, el macho, la mala suerte de presentar un colorido variado y brillante, lo que le hacía ser un codiciado trofeo de caza. Los furtivos, creo que nunca fue legal su caza, se vanagloriaban de abatirlo, mandar que los disecaran y luego exhibirlo en el comedor de su domicilio. Un ejemplo más de hasta donde puede llegar la barbarie humana.
¿Que mérito tenía quien lo abatía?, más bien parecía un acto de cobardía, Matarlo cuando el pájaro estaba obnubilado, concentrado cuando galanteaba con sus compañeras tratando de demostrar toda su gallardía y encanto; cuando castañeteaba con su pico y desplegaba todo el colorido de su cola alada. No, no había nada de merito en aquel horrendo acto, era un puro asesinato a sangre fría.
En Muniellos, como antes ocurría en toda la Cordillera Cantábrica, había excelentes cantaderos de urogallo, donde se reunían las hembras a la espera de que un macho las convenciera para ser su compañero, al menos durante un rato. Había buenos cantaderos, repartidos por toda la Reserva, presentes en zonas donde las fayas y los abedules entraban en contacto, pero sin duda los mejores se encontraban en la cabecera del valle de Bisnuevo y sobre todo los existentes a lo largo de Sestu Gordu, en sus numerosas vallinas.
Valle del Regueiro Bisnuevo cerrado a las visitas por sus cantaderos de urogallo. 2018

Vatsinas, de izda a dcha, de Sestu Gordu: Cándanu, L´Astaca, Los Ciervos y La Chada. En las zonas oscuras, en sus partes altas era donde estaban los cantaderos de urogallo. Foto Google

La presión ejercida contra esta ave, con la caza, la degeneración de su hábitat, similar a la que padecieron los osos, los cambios recientes en el clima y su paulatina reducción han conducido a la especie al borde mismo de la desaparición; los más pesimistas opinan que ya es un fósil viviente y que al morir los ejemplares que aún sobreviven la especie desaparecerá para siempre.
El urogallo cantábrico (Tetrao urogallus cantabricus) era, casi se puede hablar en pasado, una rara subespecie que se había adaptado al cambio de vegetación que se había ido produciendo con la llegada del Holoceno. La mayoría de sus congéneres vivían, y viven, en bosques de coníferas, pero él se las había ingeniado para hacerlo con los árboles planocaducifolios, lo que la convertía en una subespecie única.
Los intentos de recuperación no están teniendo resultados positivos: la introducción de ejemplares de fuera, que además supondrían la desaparición de nuestra subespecie, chocan con importantes inconvenientes, ¿cómo conseguir que individuos que viven y se alimentan de coníferas puedan cambiar sus hábitos en solo una generación y adaptarse a las frondosas?. La cría en cautividad a partir de huevos de la población autóctona tampoco han demostrado ser viables.
Por último la escasa población existente, solo está confirmada su presencia, a día de hoy para el área asturiana, en zonas de Cangas y Degaña y puede que algunos núcleos muy reducidos de Ibias, hacen inviable, por problemas genéticos, no solo su recuperación sino también su mismo mantenimiento.
Pero en la segunda mitad de la década de los ochenta, cerrar a las visitas los valles de Munietsus donde aún había buenos cantaderos era algo que convencía a algunos biólogos de la Consejería que tenían cierta debilidad por la especie, que seguían su evolución y se preocupaban por su futuro.
Todavía recuerdo que durante el acto conmemorativo de "chiquito" en Las Tablizas, al poco de comenzar, vi aparecer un biólogo y cargo administrativo de la Consejería del que por cuestiones de privacidad me abstendré de decir su nombre. No iba vestido como el resto de sus colegas, todos ellos muy encorsetados, vestía ropa de campo y parecía venir de una excursión, con signos sudorosos y de fatiga y la ropa impregmada con los restos que deja una caminata monte a través y tramos llenos de arbustos.
Ni yo me dirigí a él ni él lo hizo conmigo pues apenas si nos conocíamos, pero estoy completamente seguro de que venía de ver y de hacer una excursión a los cantaderos de urogallo de Bisnuevo. Dicen los furtivos que para sorprender a los urogallos hay que estar en el cantadero antes de que amanezca; no sé si nuestro biólogo lo había hecho pero debía tener prisa en el regreso, para asistir al acto que se realizaba antes del mediodía, y lo había hecho bajando a la pista de Bisnuevo, por donde lo había visto llegar. También estoy convencido de que aquella excursión no tenía nada que ver con su trabajo sino que se debía a su interés personal por el "faisán", como aquí llaman al urogallo. Lo cierto es que a partir de entonces vi con otros ojos a nuestro buen biólogo.
Detalle mapa de topónimos partes altas del Regueiro Bisnuevo con numerosos cantaderos de urogallo 

Vatsina Chanón, con el Pico Tsuis, donde empiezan los cantaderos. 2018

El Cutsáu centro de los cantaderos de Bisnuevo. 2018 
Arriba a la dcha Pico Tsuis, El Cutsáu y La Crespona. 2018
Penas Negras zona también vedada a las visitas. Foto Ástor. 2017

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