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Rebotsu sapiegu en avesíu de Mual por eliminación de albares y fayas. Julio 2018 |
El rebotsu sapiego, también llamado roble negral o roble negro incluso en Asturias, es muy poco frecuente dentro del Monte Munietsus. No es que no pueda vivir ahí, pero las altas precipitaciones existentes le hacen perder competitividad respecto al petraea. Le vienen mejor zonas más secas y con mayores temperaturas y han logrado colonizar lugares donde antes predominaban los petraea, por eliminación por talas e incendios de estos. Estoy pensando por ejemplo en todo el solano de los Montes Mual y Oubachu, desde Rucabo hasta Decutsada y en alguna zona del avesíu de Mual en laderas orientadas al Sur. Las enormes "grandas" existentes han provocado suelos muy secos donde el pyrenaica es más competitivo y se ha instalado en grupos reducidos. Pero si todas esas zonas consiguieran repoblarse es casi seguro que el petraea acabara desplazando al pyrenaica, actuando entonces este como un roble pionero y precursor del petraea. Este proceso es el que se está dando en Valmayor.
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Solano con grandas Mual-Oubacho.Julio 2018 |
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Valmayor el mejor robledal de albares de Mual, en fase de recuperación. Julio 2018 |
A medida que se reducen las altitudes y las precipitaciones, los albares lo tienen más difícil. Si se plantaran podrían crecer, pero de forma natural solo se instalarían robur en las zonas más humedas y pyrenaica en las más secas. De todas formas el albar parece tener una clara querencia por nuestra tierra y se les puede encontrar en altitudes muy bajas, incluso por debajo de la Villa de Cangas.
El rebotsu sapiego (pyrenaica) ha demostrado ser el roble más resistente a la presión antrópica. Es un árbol frugal que ha desarrollado medidas defensivas frente a las cortas y los incendios y que se basan en su facilidad de rebrotar, no solo de los troncos eliminados por el hacha, la sierra o el fuego, si no que puede hacerlo también a partir de sus raíces laterales; cualidad esta última que puede realizarla asimismo estando vivito y coleando.
Las raíces superficiales emiten nuevos arbolillos, los más alejados del tronco pueden prosperar y acabar independizándose, al menos en parte, al desarrollar su propio sistema radicular. Si el proceso se repite en el nuevo árbol puede acabar ocurriendo lo que algunos dicen: un solo rebotsu puede colonizar, de esta forma, todo un monte, o una parte de este.
Los botánicos llaman a esta forma de multiplicación "reproducción asexual o vegetativa", para los más profanos esta reproducción se manifiesta en lo que llamamos "chupones" y que seguramente todos-as conocéis, esos arbolillos que salen cerca, aunque algunos lo hacen a bastantes metros del árbol y que si los quieres eliminar tienes todos los años que cortarlos porque no cesan de rebrotar.
El nombre de chupones les viene precisamente porque chupan de la misma savia que el árbol principal, debilitando el crecimiento de este, al menos hasta que se independicen y hagan crecer sus propias raíces.
Esta facilidad de rebrotar de las raíces es muy importante en los casos en que se producen incendios, cuando estos calcinan la mayor parte de lo que hay por encima del suelo, dejando a este pelado. Pero la mayor parte de las raíces no se queman al estar protegidas por la tierra y entonces el no tener que suministrar lo que absorven del suelo a un tronco, porque este está quemado, hace que se produzca una enorme brotación de nuevos arbolitos.
Y si los incendios se repiten el proceso descrito también lo hace, al menos durante un cierto tiempo, el tiempo en el que las raíces, privadas de la savia elaborada proveniente de la hojas, mantengan su vitalidad. Estas nuevas brotaciones producen las características marañas de arbolitos, retorcidos, reptantes, entremezclados, del que luego, si cesan los incendios y por selección natural, solo perviven y prosperan unos pocos, los suficientes para mantener el monte arbolado.
Este tipo de reproducción vegetativa tiene una consecuencia importante: los nuevos árboles comparten, entre si y con él que los ha generado, la misma carga genética, son como copias, son "clones". Un robledal de pyrenaicas donde predominen los clones puede ser problemático de cara a su supervivencia: una enfermedad mortal podría afectarles a todos y exterminarlos, si hubiera variabilidad genética entre los rebotsos es posible que solo algunos se vieran afectados, salvándose el resto. Asimismo también podría verse afectada su capacidad reproductiva, por semilla, de cara al futuro.
Pero a pesar de compartir los mismos genes, luego en el medio natural influye mucho las relaciones que se establecen entre el árbol y el medio ambiente en el que se desarrolla y que afectan de forma individualizada a cada sapiegu. Es un tema complejo que me desborda, pero los genetistas prestan cada vez más atención a esas interrelaciones tras comprobar que a pesar de compartir los mismos genes las respuestas pueden ser diferentes, que hay genes que no se activan y que los clones no llegan a ser exactamente iguales.
Esta capacidad de rebrote, pero sin producir un nuevo arbolito, es el que se da en el propio árbol, es el caso de los "nudos perimetrales" y los "nudos terminales", como yo les llamo. Veréis, el aprovechamiento, del que ya hablamos, de la hoja de los rebotsos sapiegos se producia de diferentes formas. Una de ellas solía utilizar podas que no afectaban a la estructura fundamental del árbol, pero que acababan dando al tronco una fisonomía peculiar.
Se solían cortar las ramas delgadas que salían del tronco, dejando solo el penacho superior para que el tronco pudiera seguir creciendo hacia arriba. Tras ser cortadas esas ramas el rebotsu volvía a emitir en el mismo lugar otras ramillas, lo que obligaba al tronco a crecer en anchura en esa zona. Como el proceso se repetía todos los años el resultado final era que el tronco presentaba a diferentes alturas esas protuberancias o nudos que lo rodeaban en su totalidad, o sea en todo su perímetro.
He visto enormes sapiegos con esta fisonomía inconfundible, algunos en zonas alejadas de nuestra tierra pero otros en el entorno de Munietsus, en La Vilietsa.
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San Félix de la Valdería (León).Foto Eugenio. 1985 |
En otras ocasiones las podas eran más agresivas, llegando a cortar gruesas ramas e incluso la copa del árbol. En el caso de las ramas estas no se cortaban a ras del tronco si no dejándole un buen saliente. El rebotsu podía adquirir formas estrambóticas pero casi nunca se secaba, ya que de las zonas cortadas no cesaban de brotar nuevas ramas que también serían cortadas anualmente y que acababan creando numerosos nudos, en este caso terminales.
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Idem anterior |
El aprovisionamiento de la leña en nuestra zona era un tanto peculiar, diferente al de otros lugares ya que no todos los sitios contaban con grandes bosques como los que en su tiempo hubo, y por fortuna aún hay, en las cuencas altas del Narcea o del Ibias. Pero la situación no era homogénea para los diferentes pueblos de la zona.
A pesar de que algunos montes eran de propiedad señorial (robados a los pueblos), como Munietsus y otros compartidos entre los señores y los vecinos, algunos pueblos disponían de grandes montes y bosques comunales, como en los casos de Monesteriu d´Ermu, Pueblo de Rengos, Oubacho, Valdebóis, Combu, Monesteriu del Coutu, La Vilietsa, Tsarón, Gillón...
Otros, sin embargo, debido a su proliferación y cercanía entre ellos disponían de montes comunales mucho más reducidos; tal sería el caso de los tsugares de La Veiga de Rengos, compensado en parte por el menor número de vecinos en cada pueblo. Y por último habría otros a medio camino entre ambos casos, como podía ser Mual.
Como no podía ser de otra manera el aprovisionamiento y obtención de la leña era también variable. En los pueblos del primer tipo la leña se obtenía siempre de árboles caídos de forma natural, estaba prohibido cortar árboles de los montes comunales con esa finalidad. Entonces los montes estaban mucho más domesticados que ahora y había numerosos caminos carreteros que los surcaban y a través de los cuales se podía extraer relativamente fácil la madera de esos árboles caídos.
En los otros pueblos la utilización de los bosques estaba mucho más estructurada, delimitada y regulada. Siempre se reservaban "matas" de árboles para otras finalidades, como la obtención de madera, los semilleros de frutos...pero no les quedó otra que utilizar otras matas para la obtención de la leña, utilizándose las "suertes" de las que ya hemos hablado y cuyo nombre vernáculo o autóctono desconozco, con esa finalidad.
Y si creíais que habíamos dejado de hablar de los rebotsus sapiegos estáis equivocados. Si alguien conocía las peculiaridades y características de nuestros árboles esos eran nuestros antepasados; la larga convivencia con el medio que los rodeaba les hacía ser grandes conocedores de este, de ello dependía nada más y nada menos que su propia supervivencia.
Eligieron el rebotsu sapiego para la obtención de leña por varios motivos básicos: ser de los árboles presentes en su medio el más abundante y cercano a los pueblos, con un gran poder calorífico, muy por encima del de los otros árboles y solo equiparable al del otro roble, el albar e incluso superior al de la faya. Y ¡cómo no! saber que de los árboles presentes este era el que mejor rebrotaba si se le cortaba. Podían desconocer cuestiones como los de la "reproducción vegetativa", los "clones", pero sabían que después de cortar un árbol el que antes y mejor reaccionaría, para ser utilizado de nuevo o para aprovechar la preciada "tsande", ese era el sapiegu.
Sin el tronco principal una rama lateral pasa a ser la guía del árbol. Caguatses d´Abaxu. Abril 2019 |
Solía cortarse el rebotsu de raíz, a ras de suelo o algo elevado de este, aprovechando todo el tronco y las ramas y luego aprovecharse periódicamente de los rebrotes cuando estos adquirían un tamaño óptimo o dejarlo para que produjera tsande, algo que le llevaba unos años, pero muchos menos que los que necesita un petraea o un robur para conseguirlo, que oscilan entre los 30-40 años para los árboles aislados y los 60-70 años para los enclavados en masas densas como las de un bosque, o los 40 a 60 años que necesita una faya para producir semillas con capacidad reproductora, desarrollada y más nutritiva.
De los troncos desmochados rebrotarán nuevas ramas. Canino entre ambos Caguatses. Abril 2019 |
El roble albar y el carballo no tienen esa facilidad de rebrote, lo pueden hacer si se cortan cuando la savia está estancada o ralentizada, pero siempre en la cepa, en el entorno de la unión del tronco con las raíces, siendo muy difícil, aunque no imposible, que lo hagan de las raíces laterales, lejos del tronco. Además las podas y cortas agresivas no les sientan bien y acortan notablemente su vida.
Esas continuas y repetidas cortas y podas hacían que la imagen más habitual del rebotsu sapiegu fuera la de un árbol "ruino", muy poco esbelto, pero no cabe duda que podía mostrar mucho mejor aspecto si se le dejaba crecer a su aire, viéndose libre de esas agresiones.
Recuerdo que mi familia poseía un prau en la zona de Tachorroso, un poco antes del pequeño barranco que lleva a Las Tablizas y resulta que en él, pegado a la antigua pista que iba a Bisnuevo y Las Tablizas, había nacido un rebotsu sapiego y como todos los años íbamos varias veces al prau pude ver detenidamente su evolución porque mi padre no lo cortó. Tampoco lo desmochó si no que se limitó a podarle todas las ramas laterales a las que podía llegar. El caso es que el fuste, el tronco, fue creciendo recto hacia arriba y presentaba un aspecto inmejorable: con un solo fuste competía en esbeltez con los albares de Munietsus.
Cerca de él y de la Ponte Rucabo, la que hacía cambiar de ladera a la antigua pista forestal, había una afamada fuente,"la fonte de Tachorroso", que vertía sus aguas por una piedra alargada, recorrida por un surco para que el agua no se escurriera y que hacía muy fácil beber directamente de ella o recogerla en algún cacharro. Ya siendo guía, en las subidas o bajadas de Munietsos, cuando iba solo, me solía desviar muchas veces a beber agua, aunque esto también lo podía hacer en La Fonte lus Cazadores a unos metros de la entrada de la Reserva, pegada al camino y con buena agua pero que estaba sin adaptar y carecía del encanto de esta. Pocas veces me resistía a acercarme al prau a admirar al precioso rebotsu.
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Fonte lus Cazadores. Julio 2018 |
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Estado actual de la Ponte Rucabo. Julio 2017 |
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Preciosa Fonte de Tachorroso. Julio 2017 |
Pero un día me llevé un gran "chasco", creo que fue en el último año de mí relación con Muniellos como guía, el árbol se había esfumado, solo quedaba como testigo de su presencia un tocón muy a ras de suelo. Indignado le pedí explicaciones a mi padre pero este no sabía nada del asunto. Posteriormente me informó que un maderista de Cangas había estado cortando árboles particulares un poco más arriba y que viendo la buena madera que daría el rebotsu decidió cortarlo sin permiso y llevárselo, o sea robarlo. Sabino me dijo que no me preocupara porque ya había hablado con él y estaba dispuesto a indemnizarnos. Yo no me preocupaba por la indemnización, lo que me dolía es que el árbol desapareciese y que nunca más pudiera deleitarme con su belleza.
La rapiña de ciertos maderistas es increíble, hace ya un par de años saltaba a la opinión pública un caso en la provincia de León; un incendio había devorado un pinar y la Junta Vecinal contrató a un maderista para que retirara los pinos quemados, aún susceptibles de aprovechamiento maderero porque la quema solo había afectado a la corteza. Pero el maderista, por su cuenta, también estaba cortando ejemplares de roble, centenarios, cercanos a la zona incendiada pero que no habían sido afectados por aquel.
La Junta Vecinal protestó pero el maderista hizo mutis por el foro y continuó expoliando. Lo denunciaron pero la justicia, como siempre en estos casos, iba muy lenta y como el robo continuaba fue entonces cuando decidieron sacarlo a la luz pública. Son casos de terrorismo ecológico que no se pueden permitir y que deberían acarrear un castigo ejemplar.
El abandono de las actividades agrícolas y ganaderas tradicionales, generalizadas a partir de la década de los sesenta de la centuria pasada y el impresionante éxodo rural que conoció una España que se industrializaba y urbanizaba a pasos agigantados, tuvo repercusiones en el arbolado; la mayoría de los bosques estaban esquilmados, pero algunos comenzaron su lenta recuperación.
Los rebotsus sapiegus más cercanos a las poblaciones mejoraron notablemente y en la actualidad se pueden ver buenos ejemplares, lejos todavía de la monumentalidad que pueden llegar a conseguir, sobre todo los instalados en los deslindes de los praus y fincas, haciendo las funciones de setos vivos y que a simple vista se pueden confundir con rebotsus albares por sus grandes dimensiones.
Pyrenaica bordeando fincas y zonas pindias. Caguatses d´Abaxu Abril 2019 |
Sapiegos bordeando fincas. Caguatses d´Arriba. Abril 2019 |
Sin aprovechamientos actuales los rebotsus sapiegos crecen majestuosamente. Caguatses d´Abaxu. Abril 2019 |
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Sapiegus sin nada que envidiar a los albares. Tabara, Aliste (Zamora). Junio 2019 |
Podas de saneamiento en ramas tronchadas por la nieve. Caguatses d´Arriba. Abril 2019 |
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