10/05/2019

El Monte y el guía de Munietsus 26


Parecido, en algunas cosas, al rebotsu sapiego es el Quercus orocantábrica del que no puedo decir su nombre vulgar porque lo desconozco; en realidad creo que nunca tuvo un nombre propio diferenciador del sapiegu debido a su alejamiento de los "tsugares" humanos y al hecho de que los paisanos confundieran ambos robles y pensaran que se trataba del mismo. Además de él solo se podía utilizar, como mucho, su tsande (bellota), de ahí que su escaso uso por su alejamiento no le hiciera merecedor de nombre distinto, era un rebotsu sapiego más.
A diferencia del sapiegu su presencia, dentro del Monte Munietsus sí es significativa y me atrevería a decir que su población está en aumento desde el momento en el que la regeneración natural sin frenos ha vuelto a darse en la zona.
Durante mucho tiempo este roble fue considerado un híbrido, un "mesto", entre el robur y el petraea, al que se le aplicaba el nombre de Quercus X rosacea. Se le consideraba un híbrido porque combinaba características morfológicas de ambas especies:
Con el petraea solo comparte una, aunque muy relevante, la existencia de un largo peciolo, el rabo que une la hoja con la rama, en el robur, por el contrario, el peciolo es siempre muy corto.
Hoja de orocantábrica. Julio 2018

Hoja de Petraea con su peciolo largo. Julio 2019
Hoja de robur con su peciolo corto.Junio 2018

Con el robur comparte tres:
-La base de la hoja, la que está en contacto con el rabo, presenta unas aurículas muy marcadas; como dos orejuelas, una a cada lado de dicha base. En el petraea estas orejuelas no existen o están muy poco desarrolladas.
Hoja de orocantábrica con las orejuelas  de su base. Julio 2018
Hoja de petraea, típica, con su base en forma de cuña estrechándose en dirección al peciolo.Noviembre 2017

-Las hojas no tienen pelos o pelusilla, ni en su haz (cara superior) ni en su envés. En el petraea si los tiene aunque solo en su envés.
-La tsande o bellota, casi redondeada (como la del petraea), posee largos pedúnculos (otro rabillo) que la separan de la rama. En el Petraea dicho pedúnculo no existe, la tsande siempre sale pegada a la rama.
Tsande de orocantábrica con su largo pedúnculo. Julio 2017
Tsande de petraea pegada a la rama, sin pedúnculo. Julio 2019

Otra característica de la hoja, que lo asemeja en este caso al sapiegu (pyrenaica), es que esta tras secarse permanece largo tiempo unida a la rama (hoja marcescente).
La larga distancia existente entre las poblaciones de sus supuestos congéneres, lo que hacía muy difícil o imposible la supuesta hibridación, la existencia de masas compactas y, sobre todo, la comprobación de que su tsande podía germinar y perpetuar la especie le hizo acreedor de constituir una nueva especie de roble, independiente de las otras tres de la zona, albar, carbatsu y sapiegu. Un hecho sin duda muy importante para la botánica y para todos-as los que nos apasionamos por estos temas.
En León también se habla de la comprobación de otra nueva especie de roble, muy similar a la del Quercus pyrenaica y que menciono por si alguien está interesado en el tema.
El rebotsu orocantábrica no es exclusivo de Munietsus, lo hay en su entorno y en toda la Cordillera Cantábrica y en muchos de sus ramales, en la Sierra de Queixa (Ourense), las montañas de Sanabria (Zamora) y en algunos puntos del Sistema Ibérico turolense (Teruel y Burgos).
Su importancia radica en que está especializado en colonizar los ambientes más inhóspitos y adversos de los solanos. Así se completa la dupla de los mejores árboles colonizadores del Monte Munietsus, el orocantábrica y el bedul. El bedul dispuso de más tiempo para colonizar las zonas altas y con suelos malos y además contó con la ventaja de que lo hacía en los avesíus donde hay mucha más humedad. Por el contrario el orocantábrica colonizó zonas también altas y muy malas, con menos tiempo que el bedul y lo hizo además en los solanos donde las condiciones de supervivencia y de crecimiento son mucho más difíciles y lentas.
Como muestra un botón: si tenéis la suerte de visitar Muniellos cuando el verano ya está muy avanzado podréis ver como en esos solanos con poco suelo y ocupados por suelos pedregosos y peñascosos, las hojas de los árboles, si los hay, o ya se secaron o están cerca de hacerlo, mientras que en el resto del Monte están aún verdes y en plena pujanza.
Pioneros y colonizadores arbóreos en el pasado su labor vuelve a ser la misma, una vez que las actividades ganaderas y la explotación maderera han cesado en el Monte.
Mis primeras experiencias con el orocantábrica son muy antiguas, de cuando entraba de estrangis en la Reserva. Por aquel entonces me parecía, como al resto del paisanaje, un rebotsu sapiego y como tal lo tenía catalogado en algunos bordes o cercanos a ellos del Monte.
Entre el Rechanu Cutsau y el inicio de la Crespona, basculando contra el vatse Las Varas y ocupando el espacio que hay entre la Vatsina Los Eiros y el gran tseirón que precede al faéu de Las Varas existía y existe una buena representación suya. Además la senda larga lo recorría de un extremo a otro.
Esa zona a pesar de estar enclavada en el avesíu general del valle de Tixeirúa, tiene una disposición orientada al Sur, propiciada por la existencia del Pico Tsuis, el único pico existente en su totalidad dentro de Munietsus. El terreno es muy malo, los cantos no solo abarcan el gran tseiron si no que están presentes por doquier y también abunda la roca madre. Todo ello en unas altitudes que van de los 1.100 m. a los 1.300 m.
Pensaba que era un bosquete de sapiegos y siempre me llamó la atención porque siempre lo veía igual, parecía que no crecía, o que lo hacía muy lentamente y yo se lo achacaba al secano y a los suelos raquíticos sobre los que crecía. Pese a todo había logrado enmascarar una buena parte del tseirón, ocultándolo de la vista.
También pensaba que eran rebotsus sapiegos algunos que en grupos o en pies sueltos salpicaban las laderas del Pico La Baxancada, en sus partes de deslinde entre la Reserva y los Montes de Oubachu, en altitudes similares, en solano y sobre suelos también muy malos.
Orocantábrica en los roquedos de Fonculebrera. Monte Oubachu. Julio 2018

Como decimos el orocantábrica ocupa los peores suelos, los mejores le están vedados, no le deja el petraea. Pero no penséis que el roble albar es el "señorito" de la película, puede ser un roble muy esclavo y colonizar suelos muy malos, Penas Negras es un claro ejemplo de ello, pero tiene unas necesidades mínimas de humedad, algo que el orocantábrica parece ignorar o mitigar en gran medida.
En muchas ocasiones ambos robles cooperan entre si en la colonización. Primero, como pionero, se instala el orocantábrica, si es capaz de persistir, de prosperar y de mejorar el suelo, aunque sea mínimamente, pronto, si en el entorno hay albares, se atreve este. Pero suele ocurrir que tras una larga sequía los albares se sequen; pero los orocantábrica siguen allí, pueden perder algunas ramas y partes del tronco y sobrevivir a duras penas para rebrotar en cuanto aumente la humedad.
Orocantábrica y albares pugnan contra los malos suelos de Fonculebrera. Julio 2016

El proceso vuelve a repetirse numerosas veces, y en él aún se encuentran algunas zonas del Monte, y mientras, el suelo sigue mejorando y con el tiempo será capaz de retener más humedad, porque el problema de fondo de los solanos, en pendiente y con malos suelos, no es el de la falta de lluvias, que suelen ser abundantes en Munietsus, si no el de la retención de esa agua. Suelos con muy poca profundidad e inclinados no permiten la retención del agua de lluvia, esta se escabulle, se escapa y va rápidamente a los cauces fluviales.
Formar nuevo suelo, ensancharlo y conseguir que luego se empape de agua y logre mantener la humedad en la que puedan "beber" las sedientas raíces cada vez que llueva es una tares muy larga, se necesitan muchísimos años, centenas de ellos y mientras tanto ahí tenemos a nuestros "héroes" , los infatigables rebotsus orocantábrica iniciando el proceso, y los albares tratando de aumentarlo.
Albares y orocantábricas le ganan la partida al tseirón y al roquedo. Julio 2018

En estas zonas donde coexisten ambos robles es más que posible que se de otra forma de cooperación entre ellos; nos referimos al tema de los híbridos, del que pronto nos ocuparemos. Formando nuevos árboles, más resistentes a la sequedad y con mayor capacidad de crecimiento y que aún sin capacidad de perpetuarse pueden contribuir a mejorar estos ambientes tan hostiles.
Los orocantábrica también pueden colonizar el límite altitudinal del bosque, como queda patente en el solano del Ríu La Candanosa, la parte que linda con Valdebóis y algo de Oumente. Desde los altos de Los Tsagozos hasta La Penona se han instalado en las cimas de la sierra cuyas altitudes van de los 1.500 a los 1.570 m. sobre suelos muy pobres y muy rocosos, muy secos y donde la erosión eólica, del viento, es muy marcada.
Acostumbrados a la pura roca les está resultando relativamente fácil colonizar el tseirón de piedra fina de Las Leiras de Vatsina Bovia y su prolongación contra la Vatsina Bedulín. Lo tienen completamente rodeado y poco a poco se van adentrando en él.
En la Vatsina´l Garabeño y El Corno ocupan las partes inferiores o intermedias de las "grandas" que copan el terreno hasta la misma sierra, mientras que en Furmigueiros y su buqueta han cedido parte de su lugar a los albares beneficiados por suelos algo mejores. Una situación que adelanta lo que sucederá, eso sí a muchos años vista en la mayor parte de las vatsinas del Ríu Las Fayonas: la colonización hasta la misma sierra de los albares.
En todos los casos anteriores por debajo de los orocantábrica están los albares esperando que llegue su hora.
Asimismo hay otros núcleos dispersos por Munietsus, siempre sobre suelos malos o rocosos, en solano y por encima de los albares: Serrón de Las Berzas, Serrón del Níu L´Aigla, vertiente izquierda y alta de la Vatsina´l Cándanu.
También se podían ver algunos núcleos en el amplio lomo solano del Ganzal de Samartino en el entorno de la ruta larga, sobre todo por debajo de la senda.
Existen, por último, pies sueltos que pueden bajar hasta los 900 m, como en Fonculebrera, tanto por debajo como en las propias Penas, en las agrestes Hozquina y Hozcona y más contra Sestu Rapau y seguramente en otros muchos sitios y que debido a su escaso número pasan desapercibidos ya que están en compañía de albares con los que se pueden confundir.
Su número parece estar en claro aumento, como ocurre en general con el resto del arbolado y aunque algunas zonas que ocupa, castigadas por el pastoreo y por los incendios, las acabe abandonando, desalojado por el albar, en otras probablemente sea la vegetación definitiva.
No se puede pretender que un árbol tan esclavo presente ejemplares fornidos y esbeltos, eso queda reservado para el albar, el carbatsu, la faya y el sapiegu si se le deja en paz. Son siempre árboles de pequeño porte, arbolillos y los que tienen ya unos cuantos años siguen con esa estampa, mostrando las cicatrices y huellas de una vida extremadamente dura. Raro o imposible resulta ver enteros a estos adultos, su tronco grueso pronto desaparece y las ramas que le salen, unas están secas y otras consiguen mantenerse a duras penas. Pero ahí siguen, desafiando a las inclemencias y a unos suelos casi inexistentes. Son un monumento vivo a la resistencia y tenacidad, ¿de dónde sorben los nutrientes cuando salen en crestones rocosos en plena insolación?.
Orocantábrica adulto en el inicio de Fonculebrera. Julio 2017

Su perseverancia les lleva, a veces, a tener portes rastreros, formando como alfombrillas sobre suelos rocosos o de cantos. Gracias a ellos los tseirones se estabilizan y van mejorando con el continuo aporte de materia orgánica proveniente del mismo arbolillo. Los albares y sobre todo los sapiegos también pueden ser muy resistentes y adquirir formas achaparradas y hasta rastreras, pero son aprendices en esas labores comparados con él.
Orocantábrica alfombrando los tseirones.Julio 2016

Sin duda su labor de pionero del bosque albar fue también muy importante durante la primera fase de colonización del robledal durante el Holoceno, en la que los suelos eran aún peores que en la actualidad, por su cercanía en el tiempo a la actividad glaciar y periglaciar. En las partes más bajas del Monte diversas especies de robles (petraea, robur y pyrenaica) ya se habían instalado durante las fases climáticas del Preboreal y el Boreal, las primeras del Holoceno. Pero las partes medias y altas, a partir de los 900-1.000 m. solo lo estaban por bedules, ablanos y arbustos. Aprovechando las condiciones favorables del Atlántico los robles volvieron a la carga.
Probablemente sea en esa época cuando surja o, lo que es más seguro, cobre importancia la especie orocantábrica, basado en la necesidad que sintieron los otros robles de contar con un congénere capaz de asentarse en terrenos aún vedados para ellos. "Vete tú primero, que luego voy yo" le susurró el petraea y allá que fue nuestro pionero No creáis que lo que digo, excepto la sugerencia del albar, es una suposición gratuita, si no que se basa en la enorme plasticidad que posee el género quercus y que os contaré a continuación.
Los robles, como otras muchas especies vegetales, tienen dos formas de reproducirse naturalmente: la reproducción asexual o vegetativa y la reproducción sexual. Como de la primera ya hemos hablado cuando lo hacíamos del rebotsu sapiego, nos centraremos ahora en la segunda, la que para muchos es la más "normal" y por supuesto la más conocida y utilizada.
La reproducción sexual es la que se realiza mediante las flores que es donde están instalados los órganos reproductores. Los robles no tienen un género en exclusiva, a pesar de su nombre masculino y que yo se lo atribuya, más que nada para hacer alusión a las diferencias de género tan acusadas, y siempre en perjuicio de "ellas", que poseen las sociedades humanas y contra las que estoy frontalmente en desacuerdo, prefiriendo aquel dicho de "monta tanto, tanto monta".
El mismo árbol posee las flores masculinas y femeninas necesarias para esta función. Las flores masculinas, en una especie de racimos, poseen el polen y están muy a la vista para favorecer su dispersión; por su parte las flores femeninas están más protegidas y tienen los óvulos. Podríamos decir que la cópula, sin el "gustirrinín" que provoca en los animales, la produce el viento o algún insecto que transporta el polen al óvulo, donde fecunda y acaba produciendo una bellota o tsande que posteriormente al germinar alumbrará un nuevo árbol .
Podría pensarse que el roble no necesita compañía, que sería capaz de autoabastecerse él solo en estos menesteres (autofecundación), pero la naturaleza es muy sabia y para favorecer los intercambios genéticos ha dispuesto que la floración masculina y femenina en el mismo árbol no se produzca en el mismo tiempo, favoreciendo así los cruces entre diferentes árboles. Primero surgen las flores masculinas que liberan polen durante cuatro días como máximo, pero las femeninas surgen cinco o seis días más tarde, no pudiendo por tanto recibir ese polen.
Donde hay presentes más de una especie de robles puede ocurrir y de hecho ocurre, que el polen de una especie llegue al óvulo de otra especie y que no se produzca rechazo. La bellota resultante de esa fecundación dará lugar a un híbrido, un mesto que aúna caracteres de ambos congéneres y que pueden variar en función de cuál es la especie que aporta el polen, el "padre", y cuál la que aporta el óvulo, la "madre".
Los robles son muy propensos a hibridarse entre ellos, algo que forma parte de la estrategia de estas especies para colonizar el máximo terreno posible y hacer frente a las diferencias de clima, de suelos, de ambientes...que este posee.
Mediante ensayos llevados a cabo en lugares habilitados al efecto se ha comprobado como los robles blancos pueden hibridarse entre si, tal sería el caso entre el robur y el petraea, en donde el cruce más frecuente es el que se da actuando como madre el carbatsu, siendo el albar el que aporta el polen,
Lo más llamativo del caso es que se dice que los híbridos surgidos de esos robles blancos son fértiles, o sea que pueden reproducirse, con lo cual el concepto de especie entra en discusión, pasando los robles blancos a ser una "multiespecie" o un "complejo de especies"-
¿Sería el orocantábrica un híbrido más de los robles blancos?, no parece ser el caso porque ni robur ni petraea poseen su alto grado de especialización colonizadora y por mucho que se hibriden nunca podrán alumbrar algo parecido,son una línea diferente, pero también pueden cruzarse con los robles blancos, con el quercus pyrenaica,con el quejigo...Algo que igualmente pueden hacer los robles blancos.Pero en estos casos no está demostrado que los híbridos surgidos sean fértiles y lo más probable es que no puedan reproducirse, al menos sexualmente; pueden llegar a producir tsande, pero esta es vana y no puede germinar, finalizando el "experimento" con su muerte, pero con su actividad habrán contribuido a mejorar el terreno encontrado.
En otro orden de cosas es esa estrategia de "mezclarse" la que hace, a veces, muy difícil diferenciar una especie de otra. Los simples aficionados como yo, cogemos u observamos una hoja para determinar la especie que tenemos delante. Unas veces es sencillo averiguarlo pues sus características coinciden con las que vienen en los Manuales al uso o las que hemos desarrollado nosotros mismos. Pero en muchas ocasiones las dudas nos asaltan, con hojas que parecen estar a medio camino de todo.
Para complicar aún más el tema las diferencias entre las hojas se dan muchas veces en el mismo ejemplar, pues en él puede haber hojas de sol y hojas de sombra, propio de árboles con grandes copas. Hojas surgidas de brotes de cepa que conviven con las del tronco principal. Hojas de brotes estivales, surgidas cuando una helada tardía elimina parte de la brotación inicial surgida en primavera, viéndose el árbol obligado a emitir una segunda brotación que se da ya a principios del verano. Hojas de brotes epicórmicos, que nacen de yemas dormidas durante más de una generación. Todas ellas diferentes a las hojas normales surgidas en primavera en las ramas de la copa.
Incluso en Munietsus nos surgen estas dudas; la base típica de la hoja de un rebotsu albar, el roble que predomina, es en forma de cuña, estrechándose hacia el peciolo y hay muchos casos en los que se cumple, pero hay otros en que no es así, la base tiene orejuelas o al menos tendencia hacia ellas. No siempre se puede acudir a otros caracteres más determinantes como los de la tsande y su disposición y nos quedamos con la duda.
El carácter de la pelusilla es, en ocasiones, también "peliaguda", valga la redundancia. Es fácil detectarla y sentirla en un rebotsu sapiego, pero no lo es tanto en un albar, al menos no en todos.
Pero no os desaniméis si os ocurre lo mismo, en el fondo la profundización en el estudio de los árboles no es un fin en si mismo, al menos para mí no lo es. Los estudiamos y analizamos para comprenderlos mejor , pero sobre todo para amarlos más. Podemos olvidarnos de las dudas con aquello de "sí, seguro que es un híbrido" y luego deleitarnos con su presencia, presencia que sin duda alguna es lo realmente importante.

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