9/28/2020

El Monte y el guía de Munietsus 45



La Viña era un pequeño curtinal, las parcelas eran estrechas pero bastante alargadas, aprovechando una ancha y suave hondonada, con un suelo bastante bueno, sobre todo si lo comparamos con el de su entorno, dominado por la roca caliza, que aflora cada poco y en donde era muy frecuente el orégano (origanum vulgare). Planta medicinal que prefiere terrenos medianamente altos y con cierta sequedad y cercano a la roca caliza, cualidades que se daban igualmente en la Pena Moncóu, donde también era muy frecuente.

En el centro La Viña, pegado al peñascoso Regueiru La Fervienza. Arriba a la izquierda Oubacho. 31-julio-2020. 
  
                                                                                       
En La Viña teníamos, me refiero a mi familia, una tierra que yo siempre vi sembrada con alfalfa (mendicago sativa). Mi padre era minero y mi madre, bueno mi madre tenía varias actividades: era modista y "profesora" en ese ramo, madre de cinco lebreles a los que tuvo que parir y cuidar, ama de casa, esposa...pero no estábamos desligados del todo de las actividades tradicionales. Mi padre era de El Pueblu de Rengos y antes de casarse con mi madre había sido agricultor y ganadero.
Recuerdo una anécdota que mi padre me contó. Había ido a Riumulín (o ¿Rimolín?), un pueblo en el valle alto del Naviegu, con una pareja de bueis de su casa para, a jornal, transportar yerba desde los praus a los parreiros. Según mi padre había praus tan pendientes que los tenían que segar atados por cuerdas y calzando madreñas que como todos sabéis se agarran mejor al suelo.
Ya el primer día le advirtieron: "paisano, ten cuidado con la yerba que les des a los bueis, esta no es como la del vatse, es mucho más fartona". Sabino no le hizo mucho caso y les dio la misma cantidad que, más o menos, les daba en el pueblo. "¿y sabes una cosa Luisin?, durante varios días los bueis estuvieron algo empachados".
El caso es que teníamos una vaca. Ya sabréis que a los nenos-as les sienta muy bien este alimento, sobre todo en su periodo de crecimiento, y como en casa éramos cinco, ese era el motivo principal.
Todos los mineros de Mual, y en el pueblo había muchos dada su cercanía a la cuenca carbonífera de Rengos, Gillón y Monasterio de Hermo, aparte de trabajar en la mina, seguían cultivando las tierras y teniendo algo de ganáu, ciertamente en menor cuantía que antes del "oro negro", pero presente a fin de cuentas.
La vaca la teníamos estabulada en una corte de Casa Santiago, con periódicas salidas al monte cercano, como a Rudarenas, siguiendo el trazado de la carretera que, salvo el viejo autobús que iba y venía de Ibias a Cangas, apenas si tenía trànsito. Allí las dejábamos por encima de la carretera y nosotros hacíamos de pastores, en compañía de otros nenos del pueblo que salían también con su ganáu y con los que jugábamos al "palicho" o charlábamos y charlábamos echando a volar nuestra imaginación, ojeando de cuando en cuando nuestras vacas.

La Casa Santiago es solo hoy día un recuerdo. En la esquina de la izda es donde estaba nuestra corte. 29-julio-2020.


El palicho, o algo que se le parecía, era un juego muy entretenido y sencillo. Se jugaba entre varios. En torno a un redondel se dibujaba en el suelo el contorno de un círculo, tantos círculos como jugadores hubiera. En el centro se ponían dos palitos. El primer jugador, provisto como el resto de una buena vara aguzada por un extremo, tenía que colocarlos de tal manera que golpeando suavemente uno consiguiera levantarlo del suelo y luego atizarle tan fuerte como pudiera. Disponía de tres intentos y si no lo conseguía esperar a la siguiente vuelta.
El siguiente jugador tenía que ir a por el palito y mientras lo hacía, el que lo había golpeado, con la parte aguzada cavaba en el círculo del ausente hasta que este volviera con el palito. El segundo jugador hacía con el tercero lo mismo y así hasta terminar la primera vuelta, seguida de otras, determinadas de antemano. Ganaba el que al final tuviera el menor hoyo en su círculo.
Si alguien no conseguía regresar con el palito quedaba eliminado y ello no era infrecuente porque la reducción acelerada del ganado y del pastoreo había propiciado el crecimiento del matorral y de "bardales", zonas con muchos y grandes espinos, que eran casi impenetrables. Como el palito cayera en uno de ellos ya te podías despedir o arriesgarte a entrar y salir todo "Arrabuñau".
También recuerdo ir alguna vez al Paramio y otros lugares de las faldas de La Pena Moncóu, en ocasiones acompañando a mi entrañable abuela, "Mamina". La vaca iba a lo suyo, desplazándose lentamente y pastando aquí y allá, ensimismada en su quehacer y ajena a todo. Se la veía tranquila y feliz. Yo también lo era, la presencia de mi abuela a quien tanto quería, la quietud del monte, su áspera belleza pero llena de energía y con buenas vistas del pueblo y del valle, diferentes de las habituales, ¿qué más se podía desear?. Allí era como si dominaras el valle, extendido a tus pies.

El Chanu´l Paramio, pequeño rellano en el tesu La Purida. 29-julio-2020.


Pero por aquel entonces yo ya había empezado a ir a la escuela de Mual y solo podía acompañar a Mamina durante un rato, luego tenía que volver rápido para llegar a tiempo a la escuela. Si por mi fuera, esta, la escuela, podía irse a hacer gárgaras, me pasaría todo el día con tan buenas compañías y lo cierto es que casi lo conseguí, eso sí sin mi abuela y durante los fines de semana.
Mi misión era evitar que la vaca entrara en algunas fincas particulares sin cierre que había por el Chanu´l Paramio y no creáis que las cosas me fueron bien, un vecino me acusó de permitir la entrada de la vaca en una parcela suya. Yo me defendí vehementemente porque era mentira. No recuerdo si mi padre me creyó, la palabra de un adulto pesaba más que la de un crío. Se hizo cargo del posible perjuicio causado, pero no recibí castigo alguno y en eso, como en todo, mi padre era muy recto, si te tenía que dar una bofetada, te la daba, y punto.

Restos de fincas sin cierre en el entorno del Chanu´l Paramio, por debajo de la alargada cresta de La Pena Moncóu. 29-julio 2020.


Dicen que la cabra tira al monte, pero algo parecido le ocurre a la vaca. Dejadme contaros algo que me pasó años más tarde. Un amigo de Trescastru, conocedor de mí pasión por el monte, me propuso acompañarlo a él y a su hermano a buscar una vaca, localizarla y bajarla hasta donde estaba instalado "el potro". La vaca creo que tenía mal una pezuña y como no puede mantenerse de pie con solo tres patas, se necesitaba esta construcción para conseguirlo y para sujetarla y evitar movimientos bruscos. Normalmente el potro se usaba para herrar caballos, mulos, burros, pero también vacas y bueis. No recuerdo si estaba instalada en la antigua y abandonada braña de Valdecuelebre o en sus inmediaciones y era de madera.
Desde Trescastru partimos valle arriba hasta la braña de Vitsar d´Arbas a los pies del imponente Cuetu d´Arbas, rodeada de bosques entre los que sobresalía el Monte´l Gatu. Con grandes praus bordeados de preciosos robles albares y grandes cabañas que me hicieron pensar que allí había habido, en su tiempo, un auténtico pueblo.
Allí cogimos el valle de Valdecuelebre y luego, ya a bastante altura nos metimos contra Corros, atravesando extensas praderas. ¡Que contraste tan grande entre estas y las que había en los montes de Mual!, ¿nada que ver!. Aquí las praderas naturales, favorecidas por un pastoreo ancestral, están plenamente consagradas y dominan el paisaje.
¿A cuánto ganáu podían abastecer?, y luego viendo la gran cantidad de vacas que había, lo pude comprobar, y solo era una parte porque volteando contra Corros había aún más, los rebaños de Pepe, el último habitante del pueblo, y sus padres, que entonces aún vivían, reforzadas con las del marido de su hermana, que era tratante de ganáu y que no vivía allí pero que en verano subía bastante vacuno a engordar en este vergel de yerba.
La vaca estaba con un grupo de sus congéneres en el entorno de una tsaguna: Tsaguna Seca, que a pesar de su nombre tenía agua y una amplia zona encharcada.
Sorprende al no habituado a este paisaje, como era mi caso, el gran número de tsagunas existentes en esta zona. Lo pude comprobar más a fondo en varias excursiones que realicé en solitario por este cordal. Unas son pequeñas y otras algo mayores, pero muy abundantes y todas ellas rodeadas por verdes praderas de nutritiva yerba. Si una vaca pensara en un jardín del Edén para ella, este sería el lugar que mejor lo encarnaría.
Es precisamente una tsaguna (Palus) la que da el nombre a una extensa vega: La Veiga´l Palu, de Caguatses d´Arriba, que está lindando con esta zona y en donde aún se vende el pasto y la pernocta. Tú llevas el ganáu, pagas y un brañeiro se encarga de vigilarlas.
La vaca, como es natural, se sorprendió de nuestras intenciones cuando vio que la queríamos sacar de allí. Sorprende como un animal tan corpulento le tenga tanto respeto al ser humano, podría embestirnos con sus poderosos cuernos y hacernos huir corriendo, pero no , se limitó a intentar esquivarnos, pero como éramos tres y antes de que escapara trotando logramos cogerla y atarle una cuerda para evitar que se escapara. Su mansedumbre es algo genético que pasa de madres a hijas desde que el ser humano la domesticó, por más que haya alguna algo más rebelde.
Incluso los toros, los bueis, tan temidos por su envergadura y su supuesta agresividad, son realmente muy mansos. Me contaron que en muchos pueblos andaban sueltos por ellos y que incluso los nenos se acercaban sin ningún temor, soportando, igual que hacen los mastines, estoicamente, las travesuras tan propias de los guajes.
Eso sí, en el monte si no te conocen hay que tener cuidado. Ahí su comportamiento es el propio del macho de una manada, tratando de defenderla de un posible ataque o de un competidor. Me ocurrió a mí y es una situación, cuanto menos, delicada. Empiezan a patear y rascar el suelo con sus pezuñas en cuanto sienten tu presencia. Es un aviso previo a una embestida, lo mejor es escabullirse, retirarse lentamente y escoger otra ruta.
También se dejaban "Xuncir" mansamente y realizar labores de tiro y carga que la pareja de vacas no podrían hacer. Pero según una paisana de un pueblo, llevaban una buena vida, eran unos "señoritos" que mayormente solo servían para "empreñar" a las vacas, siendo estas las encargadas de realizar la mayoría de los trabajos.
Me hizo mucha gracia una anécdota contada por el Xastre, no recuerdo si en su blog "Pais Cabreiru" o en otro, que espero que no se moleste por reproducirlo aquí. Decía así: "Fai ya muitos anos priguntótsy un vecín de La Vilietsa a outru: "A José ¿nun vas tsevar la vaca al buei?" ya dixu l´home: "non, a esto vien el veterinariu a empreñala". Probe veterinariu..." 18 febrero 2.011. Recordaros que aquí llamaban buei tanto al toro como al toro capao.
Más difícil nos fue llevar la vaca al potro. Cada poco se paraba en seco, miraba hacia el resto de sus compañeras y emitía lastímeros bramidos. "¿Pero si no te vamos a hacer nada, es por tu bien?", le decíamos nosotros, acariciándole el tsombu y por debajo de él. Pero ella no cesaba de bramar.
Separarla de sus hermanas y de aquellos parajes donde podía pastar y beber a voluntad y luego tumbarse a rumiar sintiendo la tenue brisa que apaga la calentura solar, y aquella paz que impregnaba el ambiente, debía de ser para ella como una especie de crimen. Me inspiró una gran ternura aquella vaca, sus profundos y angustiosos bramidos retumbaban en mis oídos y me hacían daño, menos mal que nuestras intenciones eran buenas porque si no...
Tras muchas dosis de paciencia y esfuerzos llegamos al lugar del potro y tras colocarla e inmovilizarla, le realizaron la pertinente cura y luego al sacarla también se sorprendió de que la dejáramos en libertad. Miró hacia arriba, en donde estaban las suyas. Volvió a bramar, pero en un tono distinto a los anteriores y salió pitando de allí. Era reconfortante verla trotar en plena libertad y constatar el profundo amor que le tenía a aquel monte.
En Mual, para nuestra vaca, recogíamos yerba seca de tres praus que teníamos, uno en La Cutsada, otro en Tachurrosu y otro en La Chalga, a los que se unió La Medorra en la que antes semábamos patacas. Pero como todo el mundo sabe para que una vaca dé leche  hay que atenderla como se merece y necesita pastos o productos frescos y para eso teníamos La Viña.
Casi todas las tardes allá que iban Sabino y sus tres hijos varones. Sabino segaba unos metros de alfalfa y mediante unas cuerdas preparaba cuatro fardos. Bueno, en realidad eran dos porque el destinado para mí, y no digamos el de Naciu, mi hermano pequeño, no eran dignos de tal nombre. Sin embargo el de Carlos y sobremanera el de mi padre eran tan grandes y pesados que ni Naciu ni yo éramos capaces de alzarlos del suelo.
Íbamos encantados y volvíamos algo molestos por la carga. Cogíamos el camino del Cementerio, que pasaba justo al pie de nuestra casa y luego continuábamos por el mismo camino Real a Oubacho hasta Penocueto donde tomábamos un desvío, algo más estrecho, hasta llegar a La Viña.
Me llamaba la atención el crecimiento de la alfalfa. Todos los días segábamos un trozo y cuando llegábamos, bastantes días después, de nuevo al comienzo, la alfalfa ya estaba otra vez crecida, era como si nunca se acabara. Eso sí con la llegada del invierno su crecimiento se ralentizaba o se detenía, teniendo que recurrir a la yerba seca almacenada en el parreiro que teníamos encima de nuestra casa, entre el segundo piso y el tejado, que había que trasladar, también en montones porque de aquella aún no había alpacas. Supongo, pero no lo recuerdo bien, que le prepararan algo a modo de pienso, a base de nabos, remolacha y algún cereal forrajero o en grano molido (maíz, cebada...) y así nuestra vaca nunca dejaba de producir tseite, ni nosotros los peques de consumirla.
En la esquina por la que accedíamos a la finca, tras un trozo donde afloraba la caliza y por tanto inculto, había un enorme nocéu (nogal- juglans regia), tan viejo que ya no daba nueces y del que solo quedaba un grueso y alto "tuero"(tocón) y alguna seca rama y recuerdo que mi padre se empeño en extirparlo de raíz, para aumentar la superficie cultivada.
Fue un trabajo enorme al que tuvo que dedicarle muchas horas. Íbamos un buen rato antes que otras veces y mientras él y Carlinos peleaban con el tronco y las raíces Naciu y yo correteábamos por los alrededores, buscando "rebotsones" (fresas silvestres-fragaria vesca) que tras insertar en un hilo de yerba las comíamos de una tacada o inspeccionando el entorno, ya sabéis, la insaciable curiosidad de los nenos.

Rebotsón insertado en una pajita.29-julio-2020


Mi padre lo tronchó cerca del suelo. Él era un experto en esas labores pues al casarse con mi madre se dedicó durante un tiempo al "cazollo", que era el aprovechamiento de troncos deformes o viejos, sobre todo de castaños, no aptos para madera ni para producir frutos, pero que debido a los curtientes que contiene la "paraza" (corteza del tronco) y la madera, se utilizaba para hacer tintes. Él los compraba, cortaba y sacaba hasta un lugar donde un camión los cargaba y llevaba a una fábrica no muy lejana, en Gráu (Grado), en la misma Asturias.
Mediante el "tronzador" (sierra manual) y con la ayuda de Carlos, que tiraba de uno de sus lados, con cuñas de hierro, la maza, el hachu, la barra de fierro, y el picón, fue arrancando, todos los días, un trozo al durísimo nocéu.

Hachus (mineros) y bruesas. Casa Regueras, Caguatses d´Abaxu. Julio 2020

Picones. Casa Regueras.

Cuñas de fierro. Casa Regueras.

Barra. Casa Regueras.

Mazas. Casa Regueras.


También me contó mi madre que antes de tener la vaca, la finca había sido trabajada agrícolamente y que en ella se daban unos excelentes garbanzos (cicer arietinum).
La última imagen que tengo de La Viña es más reciente y en ella estaban pastando yerba y retozando unos asturcones, de pura raza (equus caballus), que mi hermano Carlos tuvo durante un cierto tiempo.
El Inicio del camino del pueblo se separa, en llano, de la carretera que en pendiente inicia la ascensión al Counio. Cruza el Regueiru San Xuliano por El Puntigu, una pequeña ponte (puente) dado el reducido caudal del regato. Luego estaba Casa Manolito, pegada ya a La Veiga. Hasta aquí llega El Cascarín, el segundo barrio de Mual, ya que el primero son Las Tseras, dos casas situadas por encima de la carretera, un trozo antes de las casas pegadas a esta del Cascarín.

Casa Manolito y vista parcial del Cascarín. 29-julio-2020.


El Tsamazo, que significa lugar donde abunda el barro, comienza en Casa Zapatero y se prolonga hasta Casa Francos y luego está El Corralín, desde el Lavadero hasta Casa Baragaño, la última del pueblo.

Casa Zapatero y Delfín en el inicio del Tsamazo. 29-julio-2020.


En El Tsamazo desde Casa Roque hasta Casa Mingo no había ninguna casa (ahora hay al menos una) y se llamaba Lus Pradones, con praus contra el lado del río y contra La Veiga y Casa Mingo.
Lus Pradones, en el centro casa de reciente construcción, a la izquierda Casa Roque. 29-julio-2020.


En Casa Roque subsiste el único de los cuatro molinos de los que tengo constancia en Mual. Los otros estaban, uno junto a La Vera´l Mulín, tras la Ponte Fonsu, otro junto a casa Francos, del otro lado del camino, y el último en un prau de Sabina en Veiconde.
Aquí, junto a casa Mingo, había una pequeña plaza, con cierta animación debido a la existencia de una fonte (fuente), casi a nivel del suelo pero con muy buena agua. Muchas mozinas iban a recoger agua y aprovechaban para dejarse cortejar por algún joven vecino. Plaza en la que también se reunían para refrescarse y charlar los vecinos cercanos en las calurosas noches de verano.

Corazón del Tsamazo, de ida a derecha casas de Mingo, Campo, Alonso, Castañón, Mateo, Farruco, Xuaquín, Cadenas. La que se ve a la dcha es la Casa Castroneiru del barrio del Fuexu. También se ve el Camino Real a Oubacho, venido a menos. 29-julio-2020.


En mi casa también íbamos a por agua a esa fonte porque entonces no había agua corriente en las casas. Pero muchas veces nos la daban en Casa Castroneiru, donde dentro de su corral tenían un pozu artesiano, un hoyo circular en el suelo de algo más de un metro de diámetro. Con bastante profundidad y paredado con piedra, tanto hacia abajo como sobre el suelo, del que sobresalía otro metro o algo más y sobre el que se instalaba una polea, anclada sobre unos maderos que también sostenían un pequeño tejadillo. Se descolgaba, con la polea, un cubo metálico que gracias a su peso se hundía en el agua y que luego se subía llena de fresca agua.
Nunca nos dejaban a los nenos realizar estas operaciones, tenía que realizarlas un adulto y lo cierto es que en este caso perdíamos la curiosidad pues asomarse a la boca del pozu, tapada cuando no se usaba, y ver o más bien intuir su profundidad por lo oscuro que se volvía a medida que descendía, ya provocaba vértigo. En el resto del pueblo había más pozus gracias a que la vega aluvial es bastante llana y el nivel freático del agua subterránea está muy cerca de la superficie.
Enorme la importancia de estos pozus, no solo para uso humano y para regar algunos productos de las güertas si no también para el ganáu estabulado en las contiguas cortes y que en parte justifica la ausencia de más fontes dentro del pueblo, algo frecuente en otros pueblos que no disponían de pozus. Pozus que deberíamos preservar como testimonio de su importancia y peculiaridad, una muestra más de la inagotable sabiduría e imaginación de nuestros ancestros.
Al final del Curtinal de La Veiga, junto a La Güerticona, había otra pequeña plaza donde los domingos y festivos se bailaba, antes de que esta actividad se trasladase al salón de encima de Casa Abel. Buenos lugares para atar lazos sentimentales.
Plaza de La Güerticona, camino al Fuexu y Ponte Fonsu por la que se accede a la plaza de festejos de Mual. 29-julio-2020.


Más arriba en la plaza de Casa Silvestre estaba la bolera del pueblo, cuyas bolas de tirar y los bolos debían permanecer sumergidas en agua cuando no se usaban ,para evitar que se abrieran, por lo que se usaba la presa de Casa Francos, donde en su tiempo estuvo instalado su molino y en donde yo siempre vi durante mi infancia lavar ropa a las mujeres en unas piedras ya dispuestas para ese fin o en la celebre tabla de lavar,donde poder restregarla una y otra vez. Algo curioso porque en Mual había un lavadero que yo nunca vi funcionar, tal vez porque el agua le venía de la fonte de Penafaque y está no era muy abundante. Pero estas zonas ya están fuera del deslinde de La Veiga.
De la plaza La Güerticona salía un camino hacia el barrio El Fuexu, donde vivíamos mi familia y yo, la Casa Riguilón, nombre que parece derivarse de un antepasado nuestro que había nacido con unos ojos muy riguilones (abiertos y expresivos). El camino tras bordear la enorme güerta se dirigía, delimitando el curtinal, hacia El Cementerio del que ya hemos hablado antes.

Camino Real antes de llegar al Cementerio. 29-julio-2020.


Este camino, en apariencia secundario, había conocido tiempos mejores pues era la continuación del Camino Real a Oubacho. Tras doblar el Tesu La Ermita el camino sale a donde la actual carretera tiene el desvío que por La Veicietsa sube a ese pueblo.

Actual carretera encementada que sube a Oubacho por La Veicietsa. 29-julio-2020.

 Pero el camino no ascendía por esa vertiente derecha si no que lo hacía por la izquierda, allí mismo tras cruzar el regueiro, que hacía arriba ya se llama La Veicietsa, topónimo que es un diminutivo de veiga y en donde haciendo honor a este nombre está el Curtinal de Las Corradas, que vierte hacia la antigua escuela en el barrio de El Cascarín, delimitado por los precipicios de La Fervienza, donde hay una pequeña pero bonita cascada: El Saltu l´Agua.

Camino Real a Oubacho. A la izquierda Regueiru La Veicietsa. 29-julio-2020.


El Curtinal de Las Corradas se prolonga hacia arriba y tras Peno Cueto conecta con La Viña, alternando, como ya vimos, parcelas cultivadas y terrenos incultos.

Curtinal de Las Corradas y La Viña flanqueada por Penocueto y el Regueiru La Fervienza. 31-julio 2020.


Parte del curtinal de Las Corradas, también transformado en praus. 29-julio-2020.

En sentido contrario el Camino Real cruzaba por la Ponte Fonsu el Ríu Mual y salía a la actual plaza donde actualmente se celebran las verbenas de San Xuliano y San Xulianín. Desde allí se dirigía a La Venta, pasando por La Chalga, el último curtinal de Mual, asentado en la extensa zona algo inclinada entre el río y el desfiladero del Trabancu por un lado, y la ladera que sube a la sierra y a la Pena Moncóu por el otro.
Chalga es el equivalente en bable occidental al "ayalga" del centro asturiano en donde siempre se le relaciona con tesoros ocultos. En Mual ha perdido ese significado porque ni los viejos lo relacionan, pero ya sabemos que hay muchos topónimos de los que se ha olvidado su significado.

La Chalga un extenso curtinal transformado en praus y tomado en parte por el monte. 29-julio 2020.














9/11/2020

El Monte y el guía de Munietsus 44


El paisaje actual de cualquier pueblo difiere mucho del que existía tradicionalmente, con tierras cultivadas por todas partes. En Mual llamábamos "curtinal" a un gran grupo de parcelas de distintos propietarios destinadas al cultivo y que no solían tener una separación física (sebes vegetales o de murias) para poder utilizar toda la tierra disponible, existiendo solo unos mojones, piedras altas hincadas en el suelo, para marcar los deslindes.

Mojón de deslinde entre dos estaxus, para aprovechar al máximo la tierra disponible. Curtinal de Veiconde.

Otro mojón en el mismo curtinal.

 
Sí había altas paredes en los límites exteriores del curtinal y en los praus para evitar que las cabras, las más ágiles y aventureras , pudieran entrar y provocar algún desaguisado.
En Mual había muchos curtinales, en la amplia vega aluvial y en alguna ladera llaneada.
Vamos a analizar a fondo como era el paisaje agrario de la vega de Mual y de paso darnos una vuelta por tan bella zona.
A pesar de estar enclavado geográficamente en lo que se suele llamar media montaña, Mual es un pueblo de vatse, de veiga (valle, vega) pues sus mayores y mejores recursos estaban ahí.
La larga vega aluvial de Mual va desde el inicio del pueblo, en las casas que hay pegadas a la carretera, hasta Burducéu, un poco por encima del cortín de Cadenas, que todo el mundo puede ver cuando visita Munietsus. Son unos dos kilómetros en línea recta, en donde el valle se ensancha de forma notoria, con unos buenos suelos  favorecidos por la sedimentación de arenas y limos arrancados valle arriba, que es lo que ocurre en una vega aluvial.

Cortín de Cadenas. Una imagen repetida una y mil veces por quienes visitan Munietsus. Julio 2020.


Por el centro discurre la vega aluvial de Mual. Foto Google.


Ampliaremos el análisis al resto del Monte Mual para conocer sus potencialidades y sus logros y bailaremos en el tiempo para ir viendo las evoluciones que ha habido.
En esta vega, salvo la zona húmeda regada por el río a través de un complejo sistema de valladas y presas, el resto estaba ocupado, aparte de los caminos, las casas y sus anexos, por güertas y curtinales. Dado que las güertas solían estar al lado mismo de las casas, nos centraremos en los curtinales.
Comenzando por el fondo de la vega iremos bajando por esta en dirección al pueblo.El más alejado del pueblo era el Curtinal de Prau Nuevo, la parte que queda por encima del camino-pista que va a Las Tablizas y que en sus buenos tiempos seguramente se prolongaría hasta las cercanías de la Vatsina Burducéu por un lado y el Regueiru Calechu por el otro. Ocupaba una zona llaneada a un nivel ligeramente más alto que los praus regados de la zona, llegando hasta donde la ladera ya comenzaba a empinarse.

Pista actual a Las Tablizas, separa los praus del curtinal. Prau Nuevo.

Excelentes tierras del curtinal de Prau Nuevo, transformadas en praus de secano. Julio 2020.

Vista parcial del curtinal de Prau Nuevo. Julio 2020


Enfrente, pero del otro lado del río,en su vertiente derecha, y también por encima de la zona regada cercana al curso fluvial estaba el Curtinal de Tachurrosu, al que se accedía por la Ponte Rucabo y el camino que llevaba a Lus Putseirus y Bisnuevo. En su época de mayor pujanza ocupaba las zonas llaneadas o algo pendientes de Tachurrosu, la Vatsina Tachurrosu, Las Fainas, Lus Azores y La Reguera.
Ambos curtinales, dada su lejanía del pueblo, fueron los primeros en ser transformados en praus de secano, que requieren menos cuidados. Todavía durante mi etapa de guía se cultivaban algunos trozos de Prau Nuevo, gracias a la rapidez que proporcionaban los tractores, pero de Tachurroso no tengo esos recuerdos. Aquí algunos praus de secano ya habían evolucionado a "pascones".

Tachurrosu y Prau Nuevo. Las dos pistas, la vieja y la nueva, delimitan los praus (cercanos al río) de los curtinales. foto Google.

El curtinal de Tachurrosu, por encima de los praus cercanos al río, ya es solo un recuerdo, el bosque pugna por recuperar lo que fue suyo. Julio 2020.


Más abajo y en la vertiente izquierda había un cortinal muy alargado, también por encima del camino, que volvía a separarlo de los praus cercanos al río. Ocupado por El Caruezo, Panzaleitsas y Las Cabuercas y que en aras de una mejor comprensión agruparemos con el nombre de Panzaleitsas.
Si entre Burducéu y Prau Nuevo resaltaba el cortín de Cadenas, en Panzaleichas lo hacen dos, perfectamente visibles desde el camino pero que pasan desapercibidos para los no habituados a este paisaje. Se sitúan en el inicio de la ladera, aprovechando el terreno pindio para la colocación de los "truébanos". Hay otro cortín en Las Cabuercas pero este ya no se ve. Por cierto ahí en Las Cabuercas hay una pequeña explotación aurífera de época romana.

Panzaleitsas, de nuevo la pista separa los praus de los curtinales, en estos últimos los tres cortines. Foto Google

Segundo cortín, bajando y restos de curtinal. 

El primer cortín, bajando, ya está en un estado ruinoso.


No creo, sin embargo, que La Fana sea una explotación aurífera. Está catalogada como tal en el Inventario Arqueológico del Concejo de Cangas del Narcea de 2.011, como "explotación de La Fana", con el número 147 de los bienes catalogados.
La Fana se inicia, valle arriba, donde se junta el camino del pueblo con el desvió de la carretera para acceder a Munietsus y en mi opinión es una fana, un argayu, de origen natural, similar a otras que abundan por la zona.
Hay que tener mucho cuidado a la hora de catalogar todos los socavones existentes en los montes como explotaciones auríferas. Algunas sin suda que lo son, pero la mayoría de ellos son de origen natural, aunque también provocados por la actividad humana, pero en este caso de una forma indirecta.
Veréis, en terrenos pendientes y con buen suelo, al menos en su estructura, es decir suelos terrosos, este se mantiene estable siempre y cuando los árboles y en especial sus enormes raíces estén presentes. Hay quien afirma que en suelos profundos el volumen de las raíces es similar al alcanzado por el tronco y la copa, de ahí su enorme importancia.
Los árboles, primero retienen y amortiguan la caída del agua de lluvia que físicamente son como diminutas "bombas" debido a su fuerte impacto sobre el suelo.. Luego el terreno, poroso y acolchado con materia orgánica, va filtrando y regulando ese flujo líquido, impidiendo al mismo tiempo que el suelo se deslice.
Cuando se tala ese bosque pueden ocurrir dos cosas, que la vegetación natural de la zona inicie un proceso de recuperación o bien que el suelo continúe degradándose debido a los incendios.
La persistencia de los incendios fue endémica en el entorno de Mual hasta no hace muchos años y en otras zonas cercanas lo siguen siendo en la actualidad. Espero que "Pedro Botero" tenga instaladas unas buenas calderas donde puedan achicharrarse, "per saecula saeculorum", todos aquellos que prenden intencionadamente un monte.
Esos suelos desprovistos de vegetación superior, que solo cuentan con algunos ganzos rebrotados tras las quemas, fueron fácil presa de las grandes tormentas. Fijaros en los ríos en esas fechas en que no para de llover o cuando cae una tromba de esas que hasta da miedo salir de casa. Cuando el agua baja turbia es que se ha cebado en suelos desprotegidos.
El agua se va infiltrando en el terreno, pero pronto discurre por encima de él a toda velocidad, arrastrando todo lo que encuentra a su paso y provocando deslizamientos del suelo, empapado y sin nada que lo sujete, desconchándose y desparramándose sobre las zonas inferiores.
En el valle del Ríu Mual o Munietsus, son visibles ejemplos de estas fanas y fueron realmente fanas, porque yo mismo vi la evolución de muchas de ellas. Abundan en el solano, en alguna de las enormes grandas existentes.
En Vatsina Tsonga del Regueiru Calechu, tanto por encima como por debajo de la carretera del Counio, hay varios de esos desmontes, con formas diferentes. Predominan las que han erosionado el curso fluvial provocando anchos y profundos surcos que con el paso del tiempo pueden verse ampliadas con algún lateral cuya fisonomía puede ser la del cuenco de una concha.

Las fanas de Vatsina Tsonga aún tienen zonas desnudas que resaltan por su color blanco, como se aprecia en las de encima de la carretera, pero las de abajo ya están más colonizadas


Formas las de estas cárcabas naturales muy parecidas a las dejadas por la minería a cielo abierto romana. la única diferencia es que estas, las fanas, suelen afectar solo a terrenos sedimentarios. Es muy raro que afecten a la roca, aunque si esta es deleznable la erosión sí puede acabar haciendo que se desplome o vaya desagregándose.
Cuando persisten dudas la única forma de poder resolverlas es acudir al resto de huellas dejadas por las minas, en especial los canales y embalses de agua. También los topónimos ayudan mucho, así como las leyendas populares sobre esos lugares.
A la ausencia de todas esas huellas y leyendas, en el caso de La Fana se une otra, esta no está vaciada de su contenido, como ocurriría si su terreno fuera lavado para extraerle el oro. El terreno está corrido, deslizado, pero sigue estando ahí, aunque el que llegó al río fue llevado por este en épocas de crecida.

Se aprecia como en La Fana el suelo no ha desaparecido, simplemente se ha corrido. Julio 2020.


Curiosamente es en esos lugares erosionados donde primero surge la vegetación, incluso la arbórea. Recuerdo ver las fanas de Vatsina Tsonga, desde la carretera, que es un excelente y despejado camino, poco transitado y con espléndidas vistas, cuando aún se estaban formando, con el suelo desnudo y que con cada fuerte tormenta iba perdiendo, poco a poco o de golpe, parte de su contenido, sepultando tierras de Oubachu y contaminando el curso fluvial del Regueiro Calechu. Hoy esos huecos ya están colonizados por árboles y matorrales, si bien aún perduran trozos muy pindios pelados con el típico color de la tierra desnuda.
Solía aprovechar cuando venían a Munietsus colegios o centros educativos procedentes de Galicia, que hacían la ida y la vuelta por el Puerto del Counio. Subía con ellos en su autobús, cuyo conductor las pasaba canutas para trazar algunas curvas por su estrechez y luego me bajaba en el puerto o en La Veiga´l Pumar.
Para bajar lo hacía alguna vez por Decutsada, monte e través o por la pista de Pires y otras por la carretera, tranquilamente pues hacia abajo se avanza rápidamente y parando cada poco, absorto en el avesíu del valle y el entorno que iba atravesando. La ausencia de vehículos hacía que te olvidaras de que estabas andando por una carretera asfaltada y desde ella veías cosas nuevas o perspectivas diferentes a las habituales.
Observando detenidamente las laderas solanas de las grandas es frecuente ver que cuando el relieve deja de ser homogéneo y surgen desniveles, huecos, zanjas...es ahí donde primero se instala la vegetación superior, aunque estén relativamente alejadas las fuentes de semillas. Ello debemos relacionarlo con dos factores.
Por un lado esas formas encauzan las aguas de lluvia y escorrentía hacia ellas mismas, manteniendo el terreno más húmedo durante más tiempo, algo vital en ambientes tan secos. por otro lado esos quiebros del terreno provocan diferentes orientaciones que consiguen que en ellas el poder calcinante de la insolación sea menor, propiciando también la presencia de algo de humedad.
Si queremos que en el solano del valle vuelva a haber exuberantes robledales, su vegetación potencial, tenemos que preocuparnos por mantener en el mejor estado posible la base sobre la que este va a desarrollarse: el suelo. La erosión sin freno, aparte de las fanas acaba provocando suelos muy débiles y pobres donde el arbolado tiene más complicada su instalación.
Duele ver como desaparecen los mejores suelos y su sustitución por otros pedregosos, rocosos, abarrancados...porque en esta ladera aún perduran buenos suelos. La Granda Espina y todo el Regueiru Calechu, con todas sus vatsinas, lo son. Si queréis verlos solo tenéis que desplazaros hasta el Centro de Interpretación de la Reserva y otear desde los diferentes "balcones" que hay en su entorno.
Desde uno de estos miradores, mirando valle abajo, hacia el Regueiru Rudarenas se ve como progresa la colonización natural, con una ladera cuajada de robles y otra con un potente ganzal que los preludia.

Sin incendios la colonización arbórea es sorprendente. Una de las vatsinas del Regueiru Rudarenas. Julio 2020


Es asombroso ver como progresa la recolonización en las partes bajas del valle. Cuando volví a Munietsus, tras varios años de ausencia, quedé sorprendido.Antes la pista, que tantas veces recorrí, desde Burducéu a Las Tablizas estaba muy despejada y se veía el inicio de ambas laderas con muy poca vegetación. Ahora no se ve nada, el bosque de ribera lo tapa todo y el inicio de las laderas igual.
Aquí más que los buenos suelos lo que benefició esta expansión es la presencia de una mayor humedad. Pero en las zonas medias y altas la ausencia de esta hace que el camino sea más lento, aunque ya se ven los típicos rebrotes, enmarañados, de rebotsus sapiegos quemados años atrás.
Los buenos suelos descritos no son suelos desarrollados, ni poseen variados horizontes, ni una potente capa de materia orgánica donde bulla la vida, pero al menos son suelos terrosos, muy aptos para el desarrollo arbóreo.
También es buena la zona al pie de La Veiga´l Pumar y las zonas de Decutsada donde se plantaron pinos y muchas zonas por aquí y por allá.
Pero también hay malos suelos, algunos ya colonizados o en proceso de estarlo, con tseirones y afloramientos rocosos, como en Güergolas, Porciles, zonas altas...Muchos afloramientos de roca son como grandes lascas, rocas planas y verticales que parecen estar clavados en el suelo y algunos se utilizaron para deslindar los Montes de Munietsus de los de Oubachu, a raíz del pleito entre La Bosna, propietaria de Muniellos, y los vecinos de Oubacho, entre 1.924-27 y favorable para el pueblo.

Curiosas formas del roquedo. Julio 2018


El Penón de Güergolas y la Pena de Güergolas de Porciles son ejemplo de ello. Estos y el resto de mojones clavados en el suelo se pintaron de encarnado (rojo) y se les escribió la palabra Muniellos de un lado y la de Oballo del otro.

En penones como este se pintaron los deslindes. Julio 2018


Volviendo a los curtinales, Ya pegados al pueblo están en la vertiente izquierda, los de La Varagaña y el de Valdepila, muy afectados, en realidad casi sepultados, por fanas provocadas por la deforestación de Espina, el regueiro Valdepila y una pista que se hizo para subir a Oubacho y que encauzó el agua de fuertes tormentas hacia esa zona. La pista se abandonó, haciéndose otra a mayor altitud, que pasa por el actual Centro de Interpretación de Muniellos, y otra, encementada, que sube muy pendiente por la Veicietsa, que es la más usada porque es muy corta.

Curtinales del entorno de Mual. 1-Veiconde. 2-Muruecos. 3-La Baragaña. 4-Valdepila.


Ambos curtinales tuvieron que despejarse varias veces de esos corrimientos, pero la calidad del terreno se resintió y son bastante pedregosos. Estas fanas están al lado de La Fana de la que ya hablamos y refuerzan el carácter natural de esta última.

Curtinales de Valdepila y La Baragaña. En primer término un prau de Veiconde. Si os fijáis un poco se ve la forma cóncava creada por las continuas fanas. Julio 2020 


En la vertiente derecha, a la que se accede por la Ponte la Zreizalina, está el que seguramente sea el mayor curtinal del pueblo, que empieza en Muruecos y culmina en Veiconde, histórico nombre este último: vega del conde y sugestivo el primero por la abundancia de murias y es que aquí la vega aluvial se amplió por un lavado aurífero en el deposito de ladera.

Veiconde, praus y curtinal al pie del Montecín. Julio 2018.

Veiconde en julio de 2020


Del lavado romano queda, aún muy visible, aunque tapado por un potente castañaléu, un embalse de agua de buenas dimensiones: El Chano Bustietsu, alimentado con el agua de la Fonte´l Cano y el regueiru de La Cutsada. Debajo de él está una parte del lavado del que no se conserva su forma original por el corrimiento del suelo, quedando solo un terraplén de bastantes metros de desnivel y que en la parte más cercana a La Cutsada posee el significativo topónimo de El Castietso.

Aún se aprecia el borde inferior del embalse, el resto está desfigurado al instalarse en toda la zona un pujante castañaléu. Julio 2020.


En la mitad del Curtinal de Veiconde hay montones de piedras y allí apareció una cazoleta pequeña, conservada por un vecino de Mual y que pude ver, pero de la que no me queda ningún recuerdo, ni siquiera el de su poseedor, pero sí que era pequeña, más propia de un molino de mano que de un mortero de triturar mineral, algo innecesario en un yacimiento secundario.
En los años ochenta, un arado, con reja mucho más profunda que los antiguos, arrastró una gran tsousa y debajo de ella apareció un hueco circular con paredes de piedra bordeándolo y según me contaron con una especie de repisa superior con algo colocado en ella, pero que ante el temor de que alguien cayera dentro fue rellenado con piedras y tierra, no pudiendo precisar de que se trataba.
También dicen en el pueblo que aquí apareció una cadena metálica que según ellos era una pergachera o perganza, la cadena que sujetaba en alto el Pote donde se cocinaba, no hace mucho tiempo, en la tsariega. Pote que según mi madre, gran cocinera, hacía una comida "bárbara" en el sentido de excelente y en el que no se pegaba nada. Por tal motivo algunos papudos (gentilicio de los nacidos en Mual, entre los que también estaría yo) creen que allí había antiguamente un pueblo.
Vega arriba está La Cárcaba, entrante en la ladera y llena de piedras y luego Muruecos, zona con muchas hondonadas y piedras pero eliminadas a fuerza de arar y trabajar la tierra, a lo que se unió la acción de palas mecánicas modernas para transformarlo en praus cuando la agricultura perdió peso.
No dudamos que Muruecos fuera un continuación del lavado de Veiconde.
Curtinal de Muruecos, transformado en praus. Julio 2020.


También está situado sobre un posible lavado superficial aurífero el Curtinal d´Espina, no muy profundo pero bastante ancho. Por debajo, en su base, justo encima de un conjunto de truébanos y colmenas de mi tío Gonzalo, posee otro significativo topónimo: El Castietso de Farruco, cerca de la carretera que sube al Counio. La carretera aprovechó en su trazado un rellano con repecho por su parte inferior, situado entre las colmenas y El Carreiro, sin duda vinculado a la explotación.
El Curtinal d´Espina. Julio 2020.


En el curtinal abunda y ello es casi una novedad en nuestro concejo, la tierra de color rojizo (rubefación) tan ligado a la minería aurífera en zonas de Ibias y de León.

Parte de la zona superior del Curtinal d´Espina donde se aprecia el frente de corta final de la explotación aurífera. Julio 2020.


En el medio del pueblo está otro de los curtinales emblemático de Mual: La Veiga, constituido, como el resto, por multitud de pequeñas parcelas. Esta deslindado por los praus pegados al Regueiru San Xuliano, el camino del pueblo, La Gurticona y el camino del Cementerio, pegado ya a la falda de la ladera.

Parte del Curtinal de La Veiga. Julio 2020.


Vayamos por partes. El Regueiru San Xuliano es el tramo final de La Veicietsa, desde la carretera en el desvío que sube a Oubacho hasta el Ríu Mual. Recibe este nombre, muy desconocido por los propios papudos, porque en el Cementerio estuvo instalado, en otros tiempos, la ermita del patrono del pueblo: San Xuliano.

El Regueiru San Xulianu. Julio 2020.


En el Cementerio también tenemos la constancia de la existencia de un auténtico cementerio de época medieval, gracias a una pequeña excavación realizada por Marga cuando mi hermano Carlos compró dicho lugar para usarlo como base de la panera de casa Santiago, que sus propietarios le habían regalado y que gracias a una subvención logró rehabilitar en su totalidad y de la que luego, lamentablemente, tuvo que desprenderse.

La panera de Casa Santiago en El Cementerio, muy cambiada desde que Carlos la vendió. Julio 2020


El cementerio era un lugar enigmático para todos los nenos del pueblo. Tenía gruesas y altas paredes de piedra separándolo de La Veiga y el camino y todos le teníamos, seguramente por su nombre, respeto, por no decir miedo, cuando pasábamos a su vera.Recuerdo ver pegado a sus muros restos de  parras, que tal vez aludan a la existencia en épocas anteriores de grandes parras y el aprovechamiento de su fruto para elaborar vino. Práctica que se refuerza con otro topónimo La Viña, donde mi familia tenía una tierra, a media ladera, en el solano que deslinda con Oubacho.

El Cementerio en la actualidad, julio 2020, tras varias transformaciones



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