10/31/2020

El Monte y el guía de Munietsus 47

Vallada de la Ponte Rucabo.29-julio-2020

Pese a su auge más o menos reciente, lo cierto es que siempre ha habido praus, al menos desde que el proceso de neolitización avanzó, relacionado con la estabulación temporal del ganáu. Vacas, cabras y ouveichas tienen que refugiarse en las "cortes" durante los meses de climatología adversa, y durante ese tiempo necesitan el aporte de algún tipo de alimento.
Sin ser el único, quizás el más significativo sea el de la yerba y esta procedía, en exclusiva, de los praus, una vez segada, secada y almacenada en los "parreiros", situados normalmente encima de las cortes para facilitar su traslado a los pesebres donde comía el ganáu.
En Mual, un pueblo de "veiga", la relación entre praus de siega y el agua es algo que nadie puede negar y salvo las "tsamas" que tenían su propio manantial, al resto hubo que procurársela.
También había praus de secano, pero estos son de aparición más tardía y ligados al abandono de tierras cultivadas. Pero cuando había un equilibrio entre las dos actividades tradicionales (agricultura y ganadería) los praus de siega siempre estaban en los bordes de los ríos o de los arroyos de los vatses y vatsinas.
Pero el río sigue su propio curso y salvo en épocas de grandes crecidas en que el agua anegaba una parte del entorno, nuestros ancestros tuvieron que ingeniárselas sobre como podían hacer para utilizarla.
Puede parecer sencillo desviar el caudal del río, bueno dejémoslo en una parte de él. Colocar un muro de piedras, más o menos consistente puede parecer suficiente, como hacíamos nosotros de pequeños en el pozu del Corral en Cangas, aunque nuestro fin era distinto pues lo que buscábamos era ampliar el pozo en tamaño y profundidad.
Pero los ríos engañan mucho, en nada se parece el volumen de agua que llevan en verano al que llevan en épocas de crecidas. Todos los años cuando empezábamos a volver al pozu, de la acumulación de piedras que habíamos hecho en El Corral, no quedaba ningún resto, había que rehacerlo de nuevo.
El apacible y sosegado discurrir de las aguas en su periodo estival nada tienen que ver con las aguas bravas del otoño-invierno-primavera, con puntas de crecida que arrasaban con todo lo que se interponía en su camino, sobre todo en zonas de media montaña como la nuestra y más aún en el caso de Mual.
Mual es el primero y el único pueblo de veiga del vatse del Ríu Munietsus y por razones históricas está muy alejado de las principales cabeceras de este río. El Monte Munietsus, desde tiempos muy antiguos, fue propiedad privada de una casa nobiliar y dentro de sus límites nunca se instaló un pueblo.
Probablemente no haya, al menos en Asturias, un primer pueblo del vatse tan lejano de sus fuentes fluviales. Cuando el Ríu Munietsus llega a terrenos de Mual ya lleva unos kilómetros de recorrido, recogiendo el agua de numerosos afluentes.
 La consecuencia es que el Ríu Munietsus, también llamado por los papudos Ríu Mual cuando atraviesa los términos del pueblo, ya lleva un caudal impresionante.
El problema es aún mayor cuando el cauce está unos metros por debajo de las zonas que se pretenden regar, en zonas hundidas y encajonadas. Por contra, lo arroyos, con menor caudal, son más fáciles de "domar", con simples represas y canales que encauzan el agua hacia los praus.
En el Ríu Mual, nuestros antepasados supieron solucionar el problema y hacerlo además de tal manera que este durara unos cuantos años y que con reparaciones periódicas durara una eternidad, al menos en el cómputo de una generación humana.
Estamos hablando de "la vallada", nombre que se le aplica al ingenio utilizado aquí y seguramente en todo el entorno geográfico del alto Narcea y que es extensible a todos los ríos de la vertiente Cantábrica y a los afluentes de la vecina Meseta, al menos en sus zonas montañosas, que son cortos, con bastante caudal y muy "fieros".
Antes que nada unas aclaraciones: vallada es sin duda una castellanización de "vatsada", derivada del latin "vallatus" (de vallare) que era un cerramiento con empalizada de madera, y ciertamente la vallada presenta ese aspecto, pero solo viéndola desde abajo, desde donde claramente se ve la madera utilizada, dándole ese aspecto de empalizada. Pero esa imagen desvirtúa su función porque la vallada no pretendía cerrar el paso al río si no simplemente desviar parte de su caudal.
Cerrar el río, tal vez, es lo que pretendía el "banzáu" (del latín banzatum, derivado del céltico "wankjos", travesaño), y digo tal vez porque el significado de travesaño también alude a lo que se utilizaba en una vallada y es casi seguro que ambas tengan el mismo significado aunque luego banzáu se empleó más para designar cerramientos del río, hormigonados, para abastecer ingenios hidráulicos: molinos, centrales hidroeléctricas...
De todas formas banzáu era una palabra entendida pero no utilizada popularmente en Mual, aunque si se utilizaba en Ibias (Villardecendias...) y en la zona de Besullo. En Munietsus tenemos "El Banzáu" y "Vatsina´l Banzáu", pero estos topónimos son relativamente modernos, de cuando se hizo la central hidroeléctrica y le fue dado por personas foráneas y su difusión acabó popularizándola. Nadie objetó nada pues el banzáu servía, como la vallada, para captar agua, pero los materiales utilizados nada tenían que ver con los de una vallada tradicional. Este topónimo de banzáu no se repite en ningún otro lado de la vega de Mual.
Algo parecido ocurre con otra palabra, también utilizada en Asturias y en nuestra zona, aunque creo que en Mual no aparece reflejada en ningún topónimo. Nos referimos a la "estacada", una construcción hecha con "estacas" para cerrar un paso, paso que en este caso sería el constituido por el propio río y con el que se pretendía robarle a este parte de su caudal y poder así regar diferentes fincas.
La estacada de Chanu (Llano), de la que ya os he hablado en otra parte, servía para desviar agua del río y llevarla por una presa a una central hidroeléctrica instalada en El Cascarín de Cangas. Era como el Banzáu de Munietsus, hormigonada, con la diferencia de que presentaba un desnivel con la continuación del río muchísimo más pronunciada. Es más que probable pensar que esta obra se instalase sobre otra más antigua, con el mismo nombre, hecha con otros materiales y cuya finalidad sería el riego. Cambian los materiales y su disposición pero el nombre se mantiene porque la función seguía siendo la misma: desviar o captar agua.
Que las estacas de la estacada fueran de madera, como los travesaños del banzáu o los varales de la vallada, parecen aludir a lo mismo.
Veréis, hay imágenes de nuestra juventud, o mejor aún de nuestra infancia, que consideramos muy antiguas, algo que en nuestro ciclo vital sin duda que lo son pero que en una visión histórica no lo son tanto. Yo, de niño, también he visto numerosos cerramientos en el Ríu Mual para favorecer el desvío de su agua. Muretes más o menos consistentes hechos con piedras y a los que se les añadía arenas, tierra, terrones, ramas e incluso en épocas más recientes, plásticos, para conseguir que la mayor parte del agua se desviara hacia una presa.
Muchos de ellos, por no decir todos, se hacían sobre valladas que el paso del tiempo acabó arruinando. La presa seguía estando operativa pero volver a rehacer la vallada requería mucho esfuerzo y dedicación, así que para salir del paso, del apuro, era más sencillo hacer el citado muro, sabiendo que después de las crecidas tendrían que volver a restaurarlo.
Pero es que entonces, en una época de grandes cambios, con las oportunidades de trabajo a jornal en la mina o en otras actividades, el futuro de las actividades tradicionales agroganaderas podía ser muy corto. Era, como decimos, una forma de salir del paso, conseguir que, al menos ese año, el prau pudiera seguir regándose, mañana...ya se vería.
Pero a la nueva construcción, al estar sobre una vallada antigua y cumpliendo la misma función, se le siguió llamando de la misma manera: vallada (o estacada, banzáu). Así ya desde pequenos fuimos asociando la nueva construcción con dicho nombre, propiciando la confusión.
Hay otra explicación, que complementa lo anterior, para entender la colocación de esos muretes de piedra y que tiene que ver con la propia vallada y su evolución.
A pesar de ser una construcción que duraba mucho tiempo también la vallada tenía, como todo, fecha de caducidad. El río no solo lleva agua y fiel a su papel como modelador del relieve, siendo uno de los agentes erosivos más poderoso, cumple con otras funciones. El río erosiona, transporta y sedimenta muchas cosas. Algunas son solubles en el agua y no se ven y otras van desde el limo, las arenas y gravas hasta las piedras, algunas de gran tamaño.
La vallada provocó que se incrementara la función sedimentadora, en una zona que de forma natural sería aún de erosión y transporte. El río reciente ya que el de antaño sí había sedimentado y conformado la vega aluvial de Mual.
El resultado de esa sedimentación de arenas y gravas fue que la vallada se acabara colmatando, o sea rellenándose. Al reducirse su capacidad embalsadora, en los periodos en los que el caudal se reducía, el agua podía escabullirse por el centro, no llegando a los laterales donde estaban instaladas las presas.

Vallada de la Ponte Rucabo, totalmente colmatada. 29-julio-2020

Dragar el cauce era impensable pues la labor sería titánica, ya tenían bastante con limpiar periódicamente los palenques, de los que ya os hablaré más adelante.
Parece que algunas valladas alargaron algo su vida al colocársele otro grueso varal por encima del cabecero y clavarle unos palos dispuestos totalmente en vertical, olvidándose de lo que los viejos sabían: no enfrentarse directamente a la furia del agua. En la del Palenque se ve aún que el varal superior, el único que pervive, tenía gruesos alambres metálicos probablemente para sujetarse mejor al varal de abajo o sujetar los palos y estaba embutido en los lados, junto al inicio de las presas, por muros de piedra hormigonados. Estos materiales no existirían cuando se levantó la vallada original y testimonian un añadido bastante reciente.

Varal del lado de Prau Nuevu.debajo el del lado de tachurroso.









.

Otra solución, cuando la anterior ya se había utilizado o era inviable su instalación, era la de hacer esos muretes de los que venimos hablando, encima mismo de la vallada o muy cerca dada la localización de las presas en ese punto.
A veces las piedras utilizadas eran bloques de gran tamaño y que gracias a ello podían resistir durante más tiempo, como los que hay en la vallada de la Ponte la Zreizalina, pero la dificultad de su acarreo hacía que predominaran las de menor tamaño y que periódicamente había que rehacer.
Si la vallada solo alimentaba una presa, la disposición del muro ya no necesitaría ir a las dos orillas, bastaba que de forma ladeada encauzara el agua hacia la presa existente.

Murete ladeado en La Ponte La Zreizalina a unos metros da la antigua vallada


Del volumen de sedimentos acumulados en la vallada dan fe algunas de ellas, como la del Palenque. Con su rotura el agua arrastró toneladas y toneladas de arena y gravas retenidas por ella. Fue tal la furia del agua que provocó una erosión remontante aguas arriba, hasta cerca de la vallada de Burducéu. Al profundizar el cauce hubo zonas de las orillas que faltas de sustentación acabaron desplomándose.

Erosión remontante, las zonas rocosas lograron evitarla.

Erosión remontante. Las zonas terrosas perdieron una parte de sus bordes


Por contra, aguas abajo los sedimentos arrastrados fueron rellenando huecos remansados y colmatando aún más las valladas existentes y puede que la próxima gran crecida aumente todavía más esos efectos. Dicen que las aguas siempre acaban volviendo a su cauce y a pesar de su significado metafórico, el dicho puede entenderse al pie de la letra. 
En realidad las valladas originales no pretendían cerrarle el paso al río, porque sabían de su rabia y fiereza, lo que buscaban era elevar algo el cauce del propio río y sobre todo la del agua, que ligeramente embalsada ya se podía desviar. Se conseguía así que el agua se remansara y tuviera que salir de allí por donde mejor lo tuviera, que era precisamente por la presa o presas, adosadas a la vallada pero algo más bajas que la cabeza de aquella.
 He preferido utilizar el término vallada y no vatsada que sin duda es el original, porque siempre lo he oído así, incluso mi abuela, Mamina, y otros ancianos la llamaban  de esa forma, por lo que la "ts", en este caso, parece algo forzado.
Una buena vallada necesitaba madera, mucha madera y lo normal es que se hiciera entre varios vecinos, con praus cercanos que luego se beneficiarían del riego. Aunque también las había individuales.
Se empezaba a construir la vallada, obviamente en verano aprovechando el menor caudal del río, por su parte más baja, pegado a su cauce. Ahí se colocaba un buen varal (un tronco largo y grueso que podía estar o no escuadrado) atravesando el río, de una a otra orilla y sujeto en cada lado por un tronco vivo de algún árbol o por rocas naturales o colocadas a modo de pilastra, para que el varal ni se moviera ni se desplazara. Si la vallada iba a ser grande, en vez de un solo varal se podía colocar otro al lado de este.
Este varal serviría de reposa cabezas de otros varales, menos largos y gruesos, tendidos a la larga río arriba, donde se enterraban algo en su lecho para evitar que la corriente chocara directamente sobre ellos y con algo de inclinación hacia esa parte, como si fuera una suave rampa.
Sobre lo anterior se volvía a colocar otro largo y grueso varal atravesando el río, justamente por encima del anterior y de nuevo otros varales, como en el primer paso, aunque algo más largos. Teniendo siempre cuidado que la zona del varal reposacabezas quedara a mayor altura que la zona donde se enterraban los varales y así hasta alcanzar la altura deseada, disponiendo entonces los varales a la larga muy juntos unos de otros para evitar filtraciones y fugas del agua.

Varales de los dos tipos. Vallada de La Ponte Rucabo


Al final sobre los pies enterrados del entarimado de varales se arrastraban piedras y arenas para enterrarlos aún más. De esta forma se evitaba que la fuerza del agua chocara directamente contra algo, que resbalara sobre la vallada, limitando muy mucho su poder erosivo, al tiempo que su cabeza, dada su mayor elevación, permitía embalsar y derivar agua hacia uno de sus lados, donde se había hecho una buena presa, o hacia ambos lados cuando el aprovechamiento era doble, con dos presas, una a cada lado.
La presa había que abrirla en el propio terreno, si este era rocoso costaba más pero al mismo tiempo la hacía más resistente. En la zona de contacto con la vallada y en tramos de tierra había que paredarla para hacerla más resistente y para evitar fugas de agua.

Inicio de la presa de Tachurrosu, reforzada con cemento y hormigón.


Antes de llegar al primer prau, muy cerca de la captación, la presa disponía de un desaguadero que devolvía el agua al río cuando se deseaba dejar de regar el prau o praus, bien fuera para segar y secar la yerba, bien para meter el ganáu a pacer o bien para respetar los turnos de vecera del riego cuando estos eran necesarios.
Los dispositivos de desagüe podían ser más o menos sofisticados y a veces había más de uno. El más importante solía estar conformado por dos compuertas, Una abría o cerraba el desaguadero y la otra hacía lo mismo con la presa. Si se abría una había que cerrar la otra y viceversa, en función de lo que se desease conseguir.

Presa con las dos compuertas, La del desaguadero está abierta y la de continuación de la presa cerrada. Al lado de la plaza de fiestas


La compuerta original era un tablón de madera que se encajaba en los surcos verticales que tenían las jambas que delimitaban el ancho del desaguadero y de la presa y que solían ser de piedra.

Compuerta del desaguadero (cerrada), en este caso hecha con una losa perfectamente escuadrada. Entrada del Prau de Mingo en Prau Nuevo.

Esta zona y la salida del desaguadero solían estar paredadas por dentro con muros de piedra para resistir la fuerza del agua que podía "escarcabonar" e inutilizar la presa en muy poco tiempo. También los había en zonas rocosas, algo adaptadas que resistían por si mismas.

Desaguadero secundario, manual, en zona rocosa. Presa del prau Mingo en Prau Nuevu.

Los desaguaderos más sencillos estaban formados por simples obstáculos de piedras, un madero y terrones que se podían poner o quitar sin mucho esfuerzo.

Desaguadero manual (cerrado) tras el palenque de una presa que abastece algunos praus de Muruecos.


La presa general, más o menos larga, podía llegar y discurrir ella misma por las partes más altas de los praus, teniendo ramales para cada uno de ellos.

La Presa de Tachurrosu circulaba por encima de los praus que regaba, haciéndolo por debajo mismo de las paredes de deslinde con los praus de arriba situados a mayor altura.

En el inicio de estos ramales también había dos compuertas. A pesar de la gran cantidad de agua que podía llevar una presa, esta no daba para regar al mismo tiempo el amplio espacio conformado por varios praus. Un riego que recordémoslo era de inundación. Había que repartir el riego en varios turnos o veceras. Cada prau disponía de un tiempo concreto, cerrándose la compuerta de los otros ramales y llevar toda el agua al prau que le tocaba, luego esperar a que estos hicieran lo mismo para iniciar un nuevo ciclo.
Cuando los praus eran llanos y anchos, por su centro circulaba una buena presa, en ocasiones la general, siempre elevada sobre el resto para ir repartiendo el agua hacía los dos lados.

Prau de Mateo, pegado a la plaza de fiestas. Presa central con distribuidor de agua a los diferentes ramales.

Es espectacular esta disposición en el probablemente mayor prau de todo el concejo, situado en Bimeda y propiedad de Jose, un amigo mío. Está al lado de otro más pequeño al que llaman "prau del polvo".
El nombre le viene, según dicen, porque como el grande, pertenecía al Señorito de Bimeda y que perdió debido a una curiosa apuesta, aunque en realidad se trataba más de una propuesta. Le propuso a una vecina, por la que debía sentir una gran atracción sexual, que saldrían los dos desde la esquina inferior del prau, corriendo, ella delante y él detrás.
Sería para ella todo el terreno recorrido, abarcando todo el ancho, pero cuando él la alcanzara, se terminaba la carrera y a continuación le echaba un polvo. La chica por lo visto aceptó la propuesta y todavía corrió libre un buen trecho, pues el prau no es muy largo, pero tampoco tan corto.
En el prau de Jose creo que no son una si no varias presas las que lo recorren, repito siempre en alto, ya que es un prau enorme.
En Mual, también sobre el mayor prau del pueblo, el de Mingo en Prau Nuevo, tenemos una presa central. Cuando el caudal era abundante a los lados de esta presa también circulaba y se acumulaba mucha agua debido a que el riego utilizado era, como ya dijimos, de inundación. El esquema se reproduce en algún que otro prau de menores dimensiones, en Tachurrosu, Veiconde, Lus Pradones...
Luego mediante presas más pequeñas y abiertas en el terreno, sin más, se distribuía el agua por todo el prau, ayudándose de un complejo sistema de presinas, que se abrían o cerraban mediante terrones que se obtenían de cuando se arreglaban y rehacían estas, una labor que había que realizar cada poco y que se solía hacer una vez puesto el ramo, con el que finalizaba la campaña de la yerba, antes de volver a regarlos.
Los terrones tardaban muchísimo tiempo en deshacerse, la yerba que contenían seguía viva pues sus raíces estaban casi siempre encharcadas, de ahí que se utilizaran mucho.
El agua de riego circulaba siempre por su propio peso, siguiendo la ley de la gravedad, algo que ya vimos que ocurría con los canales que suministraban el agua en las explotaciones auríferas.
Los praus no siempre eran llanos, podían tener zonas algo más elevadas. Para conseguir que el líquido elemento llegara a esas partes era necesario construir la vallada unos metros más arriba para que la presa fuera ganando altura. 
En Mual no suelen abundar las presas largas, alejadas del prau o praus que se iban a regar y solo destaca en este sentido la que riega Prau Nuevu y la de la vallada de enfrente de Burducéu, que es además preciosa al abrirse en roca y tener algún tramo sustentado por paredes de piedra. En otros praus la presa es más corta, o incluso está a la misma vera del prau.

Larga y preciosa presa enfrente de Burduceu. Abastecía los praus más altos de Tachurrosu












10/15/2020

El Monte y el guía de Munietsus 46

Picachos para trabajar la tierra. Casa Regueras. Caguatses d´Abaxu. Julio 2020.

En los curtinales no solo se cultivaba todo lo necesario para la alimentación humana, si no también bastantes productos con destino a los animales y que no harían si no aumentar a medida que el vacuno se fue estabulando. Otros eran de uso mixto, como los nabos. ¿conocéis el cuento del caldo de nabos?. Es un cuento, como todos los populares, pedagógico que nos contaban para que tomáramos nota de su contenido.
Según él era una familia campesina con recursos limitados y que en ocasiones se veía obligada a utilizar alimentos que también les daban a los gochos y al ganáu. En este caso eran nabos, con los que se hacía un caldo con un sabor, dejémoslo en peculiar.
En la familia había un neno y a la hora de la xanta (comida del mediodía) se negó a comer el caldo. "¡Nun quieru caldu nabos que me fai gumitos!" y lo volvió a repetir varias veces. El padre recogió la escudietsa con el caldo y le dijo: "si no lo quieres ahora lo tendrás pa la cena".
A la hora de la cena le volvieron a poner el caldo, solo el caldo y el crío volvío a repetir: "¡nun quieru caldu nabos que me fai gumitos!". Fue entonces la madre la que recogió el caldo diciéndole: "si no lo quieres pa cenar lo tendrás para almorzar".
Al día siguiente, para desayunar, el niño se volvió a encontrar con el dichoso caldo, nada de tseite o pan con manteiga, solo caldo de nabos. En esta ocasión no dijo nada y comió el caldo con avidez. Tenía tanta hambre que incluso tsambió la escudietsa al terminar..
De ahí en adelante cuando había caldo de nabos en el menú, aunque no le entusiasmaba, lo comía sin rechistar. Los mayores al acabar de contarnos el cuento nos miraban a los ojos para cerciorarse de que habíamos captado el mensaje.

Instrumentos relacionados con las labores agrícolas

Y ya que salió el verbo "tsamber", os contaré una anécdota que me contó mi madre hace poco tiempo y que me hizo mucha gracia. Fue durante un San Xuliano, la fiesta del pueblo. Antes en estas fiestas siempre había muchos invitados a la comida e incluso a la cena del día del santo. Amigos de otros pueblos y también vecinos del propio pueblo a los que se les quería devolver un favor o algún familiar.
Las mujeres se "fartaban" de cocinar, pero se esmeraban para demostrar lo buenas cocineras que eran. Mi hermano Carlos era aún pequeño, por lo que yo sería un mocoso. A nosotros lo que más nos gustaba de estas comidas era el postre, sobre todo el flan, pero no el tradicional flan de huevo, si no el de vainilla que venía semipreparado en unos sobres y que se llamaba El Niño, el famoso flanín El Niño, del que seguramente muchos os acordaréis y que creó que todavía sigue existiendo.
Mi madre estaba atosigada sirviendo la comida y al final cuando sirvió el flan sacándolo del molde en el que se hacía, volteándolo sobre un plato grande, Carlinos atento a la jugada se aferró a su falda y le dijo: "¿tsambu la pota, mama, tsambu la pota?", refiriéndose al molde. Como babía muchos comensales mi madre empezó a sentir verguenza y además Carlinos no cesaba en su empeño,"¿tsambu la pota, mama, tsambu la pota?". Pero los presentes recibieron con gracia la pregunta de Carlinos y la comida terminó jovialmente. Mi madre no me especificó si Carlinos consiguió al final tsamber la pota.
Arado moderno metálico de doble vertedera.


Punta metálica para recubrir la punta de madera de un aladro romano.

Había además numerosas tierras sueltas, separadas de los curtinales, en pequeñas llanadas de las laderas. Mi familia por ejemplo, tenía una en La Medorra, a la que se accedía por la carretera del Counio ya que quedaba por encima de ella, situada entre el Tesu La Ermita y La Fuécara.

La entrada a La Medorra ya se haya impracticable. 29-julio-2020.

La Fuécara era un pequeño entrante en la ladera, sobre roca caliza y material terroso rojizo (rubefación), a la vera de otro entrante mayor situado justo por encima de la casa de mis padres y que llegaba hasta una esquina del Curtinal d´Espina.

Vista parcial de La Fuécara. 29-julio-2020.

Son precisamente esos entrantes, prolongados hacia abajo, los que le dan el nombre a este barrio de Mual: El Fuexu, derivado del latín "fossum-am", hoyo grande y cuyo origen puede deberse a causas naturales como las que presumiblemente provocaron La Fana entre el Regueiru Valdepila y el de Rudarenas, de la que ya hablamos.
Pero tampoco es descartable que aquí haya ocurrido algo parecido a lo ocurrido en Muruecos-Veiconde: la existencia, hace dos milenios de una explotación aurífera o mejor dicho la continuación, en realidad el inicio, de la del Curtinal d´Espina, pero didícil de constatar porque su base está totalmente barrida y transformada por las construcciones del barrio, La Gúerticona y algo de La Veiga. En este caso las chanadas de La Medorra podrían albergar algún embalse lateral de la explotación, trayendo el agua de La Veicietsa, de su regueiru.

Rellano aprovechado por la carretera vinculado a la explotación aurífera del Curtinal d´Espina.


Truébanos y colmenas de mi tío Gonzalo, debajo del Castietso de Farruco de Espina.


Esa disposición de la carretera y del terreno hacía más fácil la introducción de la yerba en el parreiro de nuestra casa. La casa situada ya en pendiente evitaba que el carru pudiera acceder a ella, ni por delante ni por detrás. Colocábamos el carro en la carretera e íbamos tirando la yerba y ella misma o mínimamente ayudada iba bajando hasta la entrada el parreiro teniendo que meterla, eso sí, con forcáus dentro de él.

Entrada del parreiro vista desde la carretera.

Para acceder a la casa había que subir un poco por un estrecho caminín, El Calechón (callejon, del latín "calliculus" que significa senda) que luego, bordeando la casa, ascendía a la carretera y que podía ser utilizado por cualquiera, siendo un atajo para llegar a la nueva vía y a su entorno y que provocaba que cuando lloviera mucho, encauzara el agua hacia él, convirtiéndose en un pequeño regueiru.
La Medorra, rotundo y precioso topónimo del que desconozco su significado, era en su parte trabajada una estrecha y alargada banda con dos trozos llanos y otro algo inclinado, en donde se daban unas excelentes "patacas". En ella vi yo mismo durante mi infancia el proceso de transformación de una tierra arable en un prau de secano, con muy buena producción de yerba.
Era tanta la necesidad de tierras que incluso se utilizaba el sistema de agricultura de rozas, que en Mual se llamaba "cavar borrones". Se hacía en montes comunales cercanos al pueblo y algo pendientes porque los llanos ya tenían propietarios. Se cultivaba básicamente centeno o pan como le llamaban, un cereal muy esclavo que podía prosperar en suelos tan pobres como aquellos y que para abonarlos mínimamente se cavaban y se quemaban los terrones y resto de vegetales existentes, de ahí el nombre de cavar borrones (borrón es el nombre que se le daba a los terrones).
La cosecha, igual que el trabajo realizado, se repartía a partes iguales entre todos los vecinos participantes. El inconveniente es que estos suelos solo se podían usar una o dos veces, luego había que dejarlos descansar durante varios años, unos veinte como mínimo.
En Mual se utilizaron para este fin la falda baja y media de la Pena Moncóu, a ambos lados del Paramio, contra el Cogotso y el Vatse La Cutsada, razón por la cual esta zona sigue teniendo en la actualidad muy poca vegetación arbórea y cuando entra un incendio, que antes eran frecuentes, arrambla con todo.

Faldas de La Pena Moncóu.

Se construyeron algunos pequeños embalses en estos lugares para que los helicópteros apaga incendios pudieran repostar agua en ellos, pero creo que no están aptos para ello, ya que nadie se encargó de su mantenimiento.
Mejor suerte está corriendo otra de las zonas rozadas, en este caso en las laderas del Montecín. 


Laderas del Montecín.

Recuerdo muy bien el estado de esta zona a comienzos de los años ochenta y en donde, excepto el entorno del Chanu Bustietsu en donde había bastantes castaños y algún roble, que también menudeaban en los surcos más marcados de las vatsinas, el resto estaba totalmente pelado, con un matorral muy bajo, lo que me permitía ascender rápidamente al Montecín en las excursiones que realizaba a la Veiga Moncóu, la Veiga Vieja de Fontuteiru, El Cabrón y sierra adelante.
Era como un atajo, aunque a veces tardaba más que si subía al Chanu La Cutsada porque me entretenía recogiendo castañas y tsande que luego iba esparciendo por el monte desarbolado con la esperanza de que alguna semilla enraizara y el bosque se fuera recuperando.
Cuando las vatsinas empezaban a recuperarse algo, ¡zas!, venía un incendio y lo arrasaba todo. El cese del fuego, esperemos que sea para siempre, ha propiciado una sorprendente recuperación. La Vatsina l´Esticheiru, la más amplia, está muy poblada y en sus partes altas, ya casi rozando El Montecín, se han asentado incluso fayas, árbol antiguamente muy abundante en estos avesíus y que presagian su recuperación.

Sorprendente la recuperación de la falda avesía del Montecín

También la vertiente izquierda del Vatse La Cutsada fue algo rozada y cavada como parece indicar el topónimo Vatsina Cavada, aunque debido a su gran pendiente es más probable que la cavada fuera realizada por causas naturales, o antrópicas pero con otra finalidad (¿minería aurífera?). En esta vertiente también las fayas se están recuperando, aunque a menor ritmo, por su orientación algo ladeada respecto al Norte y porque siempre le llegaban los incendios de su vertiente derecha.
A medida que las vacas, por la leche, fueron cobrando protagonismo, también fue cambiando la fisonomía de las zonas rozadas, que se abandonaron del todo, y como no la de los curtinales, disminuyendo las parcelas agrícolas y aumentando los praus. Proceso que se intensificó con el éxodo rural y la aparición de nuevos procesos productivos, algunos de corta duración como la minería del carbón que tanto afectaron a zonas como la nuestra, y otros más duraderos como la terciarización de la economía.
De ahí que el paisaje actual de Mual y su entorno, igual que el del resto de pueblos de prácticamente toda Asturias y del resto del Norte peninsular, esté dominado por el verde de los praus. Eso en el mejor de los casos porque debido a la extinción de la economía tradicional, la mayoría de los terrenos están abandonados. La transformación de los curtinales conforman un paisaje agrario rural que en poco se parece al que existió tiempo atrás.

Más instrumentos agrícolas.


Dura vida la de nuestros antecesores, sin apenas tiempo libre para disfrutar y atareados en su quehacer diario desde que amanecía hasta que oscurecía y no siempre pues por la noche también podían surgir otras tareas: un gocho, una vaca, una ouveicha, una cabra, paridera o enferma. Solo las gallinas se las apañaban ellas solas, los otros animales exigían mucha vigilancia y ayuda.
Vivían al filo de la supervivencia. Un año malo, la enfermedad grave de algún miembro de la familia...podían dar al traste con todo. Gracias a su sangre y sudor vivían las clases "holgazanas" que lo tenían todo, tierras, ganáu...
No solo hay que analizar los recursos naturales que una zona posee, para hacernos una idea de como se vivía en aquellos tiempos también hay que tener en cuente la accesibilidad a tales recursos, muy limitados en todas las sociedades clasistas. Por eso, de vez en cuando damos alguna pincelada sobre cuestiones sociales que nos ayuden a entender la verdadera realidad.
Al acercarnos a la verdadera y dura realidad de los nuestros, se esfuma esa especie de romanticismo, de ideal añoranza, con el que muchas veces se analizan la etnografía y todo el ámbito cultural relacionado con el pasado.
Sobrecoge observar fotos antiguas de la gente de a pie, de los humildes, que antes, como ahora, constituyen la inmensa mayoría. Solo vemos risa, alegría, ganas de vivir, esperanzas...en personas de corta edad y que como mucho llegan hasta la juventud. Los adultos ya no ríen y tal vez preguntan como Quintín Cabrera cuando cantaba aquel poema de Mario Benedetti: "¿de que se ríe?". Personas sin ilusiones, adaptadas a vivir en la miseria y con una insondable tristeza, sobre todo las mujeres, condenadas a un ostracismo que las consumía y que eran consideradas, casi, como un objeto más.
Una distribución de la tierra que les perjudicaba enormemente, ya que la mayor parte de esta estaba en manos de la nobleza, laica o eclesiástica. Ellos eran solo arrendatarios y tenían que pagar una renta a sus propietarios. De los 57.280 campesinos que dicen los historiadores que había en Asturias en 1.797 (sacado del censo de población de ese año), solo 3.139 eran propietarios de las tierras que trabajaban, mientras que el resto, 54.141 eran arrendatarios. Las cifras hablan por si solas, solo un 5,5 por ciento eran propietarios.
Esa era la realidad del Antiguo Régimen y no creáis que las cosas mejoraron durante el siglo XIX. Las tan famosas desamortizaciones liberales de este siglo solo provocaron que un número muy reducido, si acaso un millar y poco más, de campesinos asturianos pudieron comprar la propiedad de sus tierras, de las que trabajaban. Para el resto lo único que cambió fue el propietario al que tenían que pagarle la renta.
Los compradores de la propiedad pertenecían a la burguesía y pasaron a convertirse en rentistas de la tierra, aparte de sus otras actividades e ingresos. Incluso las cosas empeoraron ya que los nuevos arriendos se hacían por periodos más cortos, una media de cinco años y los de larga duración, como los foros que pasaban de padres a hijos, dejaron de hacerse.
 Todo ello acarreó un clima de inseguridad. Además debido a la creciente importación de grano, este, el cereal, bajo de precio y la renta había que pagarla en dinero y no en grano como se venía haciendo antes.
El sistema capitalista, la vertiente económica del liberalismo político, no podía seguir permitiendo que hubiera bienes (propiedades y tierras) que no se pudieran comprar y vender, al tiempo que el Estado se hacía con un jugoso botín. Se incautaron los bienes, bueno una parte de ellos, de la iglesia y de los ayuntamientos, llamados "bienes de manos muertas" porque ni pagaban impuestos, ni se podían vender ni hacer más productivos, poniendo a la venta su propiedad y quedándose él, el Estado, con lo obtenido. Ese es el fondo de la cuestión que hay detrás de las desamortizaciones, vía libre para el capital.
Por fortuna en Asturias, las desamortizaciones apenas si afectaron a los terrenos comunales. Todos los vecinos de un pueblo tenían derecho a usarlos, sin tener que pagar a nadie, siendo el complemento indispensable de la mayoría de los campesinos arrendadores. La extensión de estos terrenos era variable, pero nunca inferior a un tercio de todo el espacio aprovechable. En nuestra zona algunos pueblos tenían más del 50 por ciento de ese espacio.
Pero los montes comunales también beneficiaban a los sectores propietarios, de ahí, en parte, que no salieran a subasta. El beneficio lo podían obtener de dos formas: como vecinos del pueblo ya que tenían propiedades en él , así como partes en el monte comunal, podían llevar, ellos no claro, si no personas a su servicio (pastores) su ganado, que era mayoritario.
O bien haciendo comuña con los campesinos. Les entregaban una o más vacas a cada campesino, pero sin perder su propiedad, obteniendo la mitad de la descendencia de cada res o la mitad de lo obtenido con la venta de las terneras y xatos. Un negocio redondo pues el mantenimiento del ganáu corría a cargo del campesino y este solo lo podía conseguir recurriendo a los pastos del monte comunal. Por su parte el campesino obtenía la leche de la vaca pero sobre todo su energía en las labores propias del campo.
Tampoco la desamortización afectó a la nobleza laica, al menos al principio. La institución del mayorazgo evitaba en el Antiguo Régimen el repartimiento de sus propiedades entre sus herederos. Toda la propiedad era heredada por el primogénito, una medida defensiva del sistema para perpetuarse en el tiempo.
Algo parecido ocurría en el pueblo llano, pero en esta la práctica, el moirazo, estaba relacionada con la supervivencia: repartir entre los hijos el dominio útil de la tierra, eso sí siguiendo pagando la renta correspondiente, haría inviable las nuevas explotaciones que no daban más que para una familia.
Pero a la larga el mayorazgo, tras su supresión formal (dentro del proceso de abolición de señoríos en España) se fue resquebrajando: la herencia se repartía entre todos los herederos y muchos empezaron a vender sus partes. El dinero producía mejores rendimientos en otros sectores, distintos de la tierra y así a no tardar mucho las cosas fueron evolucionando en zonas como la nuestra donde los propietarios de la tierra eran mayoritariamente de mayorazgo, como los condes de Toreno.
No es casual que la venta del Monte Munietsus a empresarios particulares puramente burgueses, se dé a principios del siglo XX. luego más tarde la mayoría de los campesinos fueron comprando la propiedad de unas tierras que llevaban siglos trabajando.. Todavía en algunos pueblos del concejo había personas mayores que se acordaban de ello.
Algo parecido ocurrió con las partes que los antiguos "señores" tenían en los montes comunales: los vecinos con algo de remanente monetario se juntaron y compraron a estos dichas partes y luego se las repartieron entre ellos, en función de lo que cada uno había aportado. Bueno , lo que se repartieron entre ellos fueron las "varas", no el terreno físico porque como ya sabréis los montes comunales tenían, y tienen, un régimen especial de propiedad, "pro-indiviso" que le llaman y que en esencia significa que no se puede dividir en parcelas individuales.
Si tú tienes una vara del monte comunal, la tienes de su conjunto, no una vara concreta de dicho monte con unos límites claramente marcados. Además todo lo que atañe a este tipo de propiedad debe tomarse de común acuerdo con el resto de propietarios. Algo que escapa de la lógica del capitalismo y herencia de tiempos ancestrales donde lo que predominaba era la comunidad y no la propiedad privada y los intereses particulares.
Las varas que los condes de Toreno tenían del monte Mual, casi la mitad de sus, más o menos, 500 hectáreas, fue comprado y repartido entre los vecinos que participaron en la operación.
Debido a herencias y compras como la anterior hay vecinos que poseen mayor proporción que otros en la propiedad del Monte.
Con todo, aún hay algún caso aislado de pervivencia arcaica: los herederos de los condes de Toreno todavía poseen en la actualidad, creó que tres varas del Monte Monesteriu d´Ermu.
Pues bien, en una economía mixta agroganadera como la de aquella época es lógico entender que los animales "estorbaran" cuando las labores agrícolas y otras relacionadas con la del propio ganáu como la recogida de la yerba, se incrementaban y la formula más razonable era la de llevar el ganáu al monte.
Tenían que ir algún día de pastores, pero el resto del tiempo lo podían dedicar al labrantío, teniendo que atender, eso sí, a "la pareja" como se merecía, ya que como ellos todos los días "sudaban" de lo lindo y al ganáu paridero y sus pequeñas crías y luego segar y recoger la yerba seca imprescindible para alimentar al ganáu durante su periodo de estabulación obligatorio, el invierno, alargado con algo de finales de otoño y principios de primavera.












10/05/2020

El Monte y el guía de Munietsus 48

 Fecha de publicación 15-noviembre-2020.

Rectas y altísimas guías de un mismo pie de umeiru. Entre Prau Nuevu y Burducéu. Mual. 29-julio-2020.

La madera que se utilizaba en las valladas tenía que ser la apropiada para resistir lo máximo posible. Una madera prácticamente sumergida en agua la mayor parte del tiempo. Tres árboles cumplían con este requisito: el roble, bien fuera el albar, el sapiegu o el carbatsu, el orocantábrica no serviría pues no crece lo suficiente, ni en altura ni en grosor. El freinu y el umeiru serían los otros dos.

 Los robles resisten muy bien el contacto permanente con el agua, como prueba su utilización en los barcos, en su parte sumergida, o en recipientes que contienen líquido y que además no le dejan "escapar", como si hace la faya, el bedul o el castaño, lo que los hace inservibles para tal fin. El roble también resiste mucho tiempo estando solo en contacto con el aire, pero se deteriora más rápido si tiene que soportar ambientes cambiantes de humedad y sequedad.

 Pero el roble tenía muchos "pretendientes": vigas en las casas y para las pontes (puentes), algunos aperos, así como otros vinculados a procesos fabriles, como la duela, los ligados a la industria de la madera o el ya mencionado de la industria naviera. La madera de roble era "muy cara" para utilizarla en las humildes valladas, por lo que su uso sería más bien reducido.

 Muy resistente al contacto con el agua era también la de freinu (fresno-fraxinus) que bordeaba todos los praus de ribera y que tenía un gran aprovechamiento, igualmente relacionado con la ganadería.   Todos los años se podaban y el ramaje se llevaba para el pueblo donde sus hojas se pelaban y se les daba, en fresco, al ganáu. A las vacas les encantaba y se relamían cuando la comían.

 Esta práctica hacía que los freinus tuvieran un tronco corto y que fueran poco utilizados en las valladas. Pero no penséis que los freinus son siempre así. Una cosa que me sorprendió durante un tiempo del Monte Munietsus fue la presencia en ambientes ribereños de freinus realmente asombrosos, con unas alturas impensables. Yo era joven entonces y creía que el freinu era un árbol domesticado, vinculado desde siempre a la ganadería. Pero allí, en Munietsus, fui descubriendo freinus con una altura espectacular y en lugares muy metidos en el bosque que demostraban claramente su origen silvestre.  

 Si vais a Las Tsagunas de La Candanosa y bajáis por la ruta que discurre pegada al río o simplemente internándose valle arriba desde Las Tablizas, lo podéis comprobar por vosotros mismos, siempre que el cansancio no embote los sentidos. El abandono de la ganadería también permite ver grandes ejemplares en el entorno de los pueblos, pero siempre más esparrados que los esbeltos del bosque de ribera. 

Soberbios excelsior en Riolago, Babia. 7-octubre-2017.

En Munietsus, Mual y toda la cuenca alta del Narcea solo tenemos una especie de freinu, el Fraxinus excelsior, pero más abajo, junto a este, aparecen ejemplares de Fraxinus angustifolia en enclaves algo más secos. 

Impresionante fraxinus excelsior en Caguatses d´Arriba- 1-abril-2018.


El mismo excelsior en detalle. 1-noviembre-2017.

¡Que sabia es la naturaleza y como las especies vegetales varían sus características para poder adaptarse a las diferencias!. 

 Conocí esta especie hace relativamente poco tiempo. Estando repartiendo correo por Villaquilambre, aquí al lado de León, me llamó la atención un grandioso árbol en la "sebe" de unos praus. Paré la moto y me acerqué a él.

Eran dos enormes ejemplares de una especie que me desconcertó mientras lo admiraba. De entrada parecía un freinu, por tener hojas compuestas por varios foliolos y su disposición, pero el tamaño de estos foliolos no tenían comparación con los del freinu que yo conocía, eran mucho más estrechos y pequeños.

Detalle de las hojas con sus delgados y pequeños foliolos. 29-mayo-2018


1-diciembre-2017

A veces hay detalles que nada tienen que ver con la botánica y que nos sirven para acercarnos a descifrar, al menos, el género de un árbol. Veréis hay imágenes de la infancia que se te quedan grabadas en la mente de por vida. Yo recuerdo encontrarme, no una sino varias veces, a una persona mayor, un anciano o una anciana, sentada a la sombra en el corral o en la entrada de una "corte", con una gran cesta y un buen montón de ramaje y contenta por poder ayudar algo en los quehaceres de su familia.

Estaba pelando hojas de freinu y siempre me entretenía un rato observándola, sorprendiéndome la facilidad con que lo hacía. En muy poco tiempo llenaba la cesta, a lo que contribuía también el gran tamaño de estas hojas y que están en la base de su uso masivo como forraje. El ganáu come todo el conjunto de la hoja: los foliolos y los nutritivos tallos que los unen. Siendo, de las hojas de los árboles de la zona, la que mejor alimentaba al ganáu, eso sí, siempre en fresco.

Las hojas del freinu se pelan fácilmente si simplemente se presionan tirando hacia fuera del largo peciolo que lo une a la rama. Suena un suave "crac" y la hoja se desprende.

Acordándome de ese detalle decidí aplicarlo y efectivamente comprobé que era un freinu. Estuve unos días informándome sobre los fraxinus, visitando cada poco tan soberbios ejemplares.

En invierno tienen otro gran atractivo ya que cada pie tiene nidos de cigüeña blanca (ciconia ciconia), donde las adultas cuidan de las crías.


Con hojas desde lejos parece tratarse se un solo, aunque enorme, árbol. 26-octubre-2017.


Un ejemplar está formado por un solo tronco. 22-diciembre 2017.


El otro pie tiene desde abajo dos enormes guías (fijaos en el tamaño del boli).1-diciembre 2017.

 El freinu de hoja estrecha, que es lo que significa angustifolia, es típico de la España seca, a menor humedad ambiental mayor reducción de las hojas, siempre vinculado, como el otro, a ambientes ribereños, o al menos de vega. Pero también convive con el de hoja ancha en la España húmeda. Solo en zonas con altas precipitaciones la mayor adaptabilidad del excelsior impide su instalación y desarrollo. 

 Pero que no os engañe el tamaño de los foliolos, como me ha ocurrido a mí. Paseando por la Ruta Verde de Caguatses, la antigua vía férrea de la MSP readaptada para caminar o andar en bici, o en el tramo entre la villa de Cangas y el Monasterio de Corias, me fijé que había freinus con hojas más pequeñas que las que tienen nuestros freinus, sorprendiéndome que el angustifolia se instalara en ambientes tan húmedos, pero convencido de que eran de la nueva especie.

Diminutas hojas las de este excelsior. El Reguerón (Cangas). 31-julio-2018.


Por sus pequeñas hojas este freinu induce a confusión. La Cortina, Cangas.1-agosto-2019.

Pero que algún pie tuviera al mismo tiempo hojas de los dos tamaños me hizo desconfiar y pasado un tiempo decidí recurrir a otros elementos diferenciadores, todos fáciles de comprobar por un simple aficionado a la botánica como es mi caso.

Foliolos, unos estrechos y alargados y otros mas anchos. Caguatses d´Abaxu. 19-julio-2020.

 La hoja del angustifolia tiene menos foliolos que la del excelsior y aunque puede llegar a tener hasta once su número normal suele ser bastante inferior. El excelsior tiene bastantes más pudiendo llegar a los trece. y luego está el color de la yema.

Enorme esta hoja de excelsior, con foliolos muy alargados. Caguatses d´Abaxu. 10-julio-2020.

La yema es como un bultito instalado en la punta de las ramas o detrás del rabo del tallo de la hoja en su unión con la rama. Es un brote embrionario del que se desarrollarán posteriormente ramas, hojas y flores. en el excelsior la yema siempre es de un color negro, mientras que en el angustifolia es de un color marrón claro o solo ligeramente oscuro, siendo esto lo que mejor nos ayuda a diferenciarlos.

Yemas de angustifolia eclosionando.


Yemas del enorme fraxinus excelsior de Caguatses d´Arriba. 1-abril-2018.


Otro ejemplo de yemas de excelsior. Caguatses d´Arriba. Julio 2020.


Yemas de los grandes angustifolia de Villaquilambre, de color muy claro.


Yemas de angustifolia algo más oscuras. Navatejera (León).septiembre-2020

El bultito suele ser muy pequeño, aumentando de tamaño a medida que se acerca al punto de eclosión, así que no os sorprenda su tamaño cuando el freinu tenga hojas desarrolladas. Pero pequeño o grande nuestro freinu típico siempre lo tiene de un color negro, muy negro. La variabilidad en el tamaño de sus hojas parece estar relacionado con la respuesta individual ante diferentes ambientes, de suelos más o menos húmedos.

Diferentes hojas pero todas de fraxinus excelsior. Anverso. Caguatses d´Arriba. 12-julio-2020.


reverso de las mismas hojas.

Pero es sin duda el umeiru (Alnus glutinosa) el árbol más utilizado en las valladas y ello por varios motivos. Este árbol se encuentra a "pie de obra" pues como todo el mundo sabe es típico y exclusivo del entorno directo de ríos y riachuelos. Su alta resistencia al contacto con el agua estaba contrastada pues las pilastras de los puentes, que entran en contacto con el agua, se hacían con la madera de este árbol.

Para colmo de dichas, es un árbol que rebrota fácilmente después de ser talado, siempre que este se realice cuando no circule la savia. El mismo "tuero" del umeiru que quedaba tras ser cortado, no a ras del suelo si no algo elevado, pronto emitirá una nueva guía y solía servir para apoyar y sujetar los varales principales de la vallada (o los del palenque que luego explicaré), al tiempo que el tronco cortado podía utilizarse como un varal más, obteniéndose así un doble beneficio.

Rebrotes del umeiru talado. El original sin duda fue utilizado en la Vallada del Palenque de Mual ya que se encuentra un poco más arriba de esta. 29-julio-2020.

En mi relación con el río nunca había visto umeirus tan esplendidos como los que vi durante el recorrido por la Ruta del Vino por Santiso, en los alrededores de la misma villa de Cangas, hace poco tiempo, en julio de 2017. Durante mi juventud, como ya he contado en otra parte, iba muchas tardes con un amigo mío al río Narcea cerca de la villa. Él iba a pescar y yo iba de acompañante. En esa época los umeirus estaban poco desarrollados, eran pequeños y llamaban poco la atención.

Lo que sí me llamaba la atención eran sus raíces y cuando iba a bañarme al río siempre procuraba mantenerme alejado de ellas. El umeiru es un árbol que no posee una raíz principal que penetre mucho en el suelo, si no que predominan en él las raíces superficiales. En condiciones de inundación continuada emite raíces adventicias tiernas y ramificadas que van al agua del río al desnudo, sin enterrarse en las arenas del lecho, a buscar agua y sales minerales disueltas en esta, creando complejas marañas y conglomerados de raicillas.

Raíces adventicias que van a beber al río. La Cortina, Cangas. 1-agosto-2019.

Al salir de bañarme nunca me atrevía a salir por donde hubiera esas raíces, tenía miedo a que hubiera, allí escondidas, culebras, tatas "chaguanonas" o lo que mi imaginación juvenil pudiera pensar y creo que ese respeto o miedo sigue presente en mí.

Más raíces adventicias. El Reguerón, Cangas. 2-agosto-2019.

En Mual, excepto el tramo de Burducéu, donde se veían buenos umeiros a uno y otro lado del río, en el resto también los había, pero sueltos, muy desperdigados y de aspecto ruino por que en el entorno de los praus cercanos o pegados al río predominaban los freinus, debido a su utilización como alimento del ganáu.

He leído en algún sitio que las hojas del umeiru también se utilizaban como forraje, pero no tengo constancia de esto en nuestra zona. Pero igualmente eran podados. se les dejaba crecer por que ofrecían, junto a los salgueiros (Salix spp) y los freinus, una poderosa protección frente a las riadas tan numerosas del invierno, pero como es un árbol muy frondoso, todos los años eran podados para que su sombra no mermara la capacidad productiva del prau. Por algo el nombre del Umeiuru proviene del latín "umbra-ae" que significa sombra.

En definitiva al umeiru no se le dejaba desarrollar toda su potencialidad y el que lo hacía era utilizado, o lo había sido, en las valladas y en las pilastras de las pontes.

También influyó en el poco desarrollo de los umeiros alguna plaga o enfermedad, que les afectó bastante a mediados de la década de los ochenta y que obligó a hacerles un seguimiento específico por parte del Ministerio de Medio Ambiente desde 1991. Desconozco las conclusiones pero parece que muchos fueron atacados por la bacteria Erwinia sbp. y otros por un hongo que provocaba unas exudaciones gomosas de color rojo oscuro y cortaba la circulación de la savia, provocando la muerte de la parte superior. Pero en este último caso el umeiru para equilibrar el sistema radical (las raíces) con el aéreo hacía brotar mucho follaje en las zonas inferiores y algunos conseguían sobrevivir al emitir nuevas guías. Todo ello retardaba su crecimiento y explicaba su reducido porte.

En el Ríu Munietsus no supera los 650 m. de altitud, estando ausente en la Reserva, algo curioso por que lo he visto a bastante nás altitud en el Naviegu, en Tsaciana o en León capital y he leído que puede llegar a los 1.700 m.

espectacular umeiru en el riu de Caguatses d´Abaxu- 24-diciembre-2017.

Este árbol presenta una singularidad que siempre nos ha atraído a los ecologistas y amantes de la naturaleza: en sus raíces superficiales, como las adventicias de las que ya hemos hablado, se desarrollan una especie de bolas fruto de la simbiosis que se produce entre el árbol y una bacteria (Frankia alni), un actinomiceto antes englobado dentro de los hongos y muy abundante en el suelo.

Se trata de una relación de ayuda mutua de la que ambos salen beneficiados. La bacteria fija en esas bolas el nitrógeno atmosférico que así quedará a disposición del árbol y a cambio recibe parte de los azucares y el carbono que el árbol produce con su fotosíntesis. Algo digno de admiración, mírese como se mire, porque además ese nitrógeno también fertiliza el suelo y contribuye a que otras plantas puedan crecer y ello es de agradecer en suelos tan "lavados" como estos. 

Y cuando parecía que los umeirus se empezaban a recuperar, sin duda beneficiados por una mejor calidad del agua de los ríos y por una menor presión antrópica, nos encontramos con un nuevo problema.

 Durante el corto paseo por la Ruta del Vino, justo al lado de la ermita y del museo, en el borde del río, se alzaban varios umeirus con un porte majestuoso, altos y esbeltos, una estampa digna de este bello árbol, nada que ver con los escuálidos portes que presentaban en mi juventud. Algo digno de ver y de admirar.

Pero pude ver también que uno o dos de ellos estaban completamente secos, desde la copa hasta el inicio del tronco. Sospeché inmediatamente de alguna nueva enfermedad o plaga, pero luego comentándolo con gente de la zona me dijeron que no había tal plaga si no que alguien les inoculó un herbicida que los había matado.

Detalle de los umeirus supuestamente envenenados. Santiso, Cangas. 30-julio-2017.

La causa era una especie de venganza de personas de la zona que tenían alguna huerta a la vera del río pero que la Administración del principado les prohibía cortar los umeirus que les daban sombra y les comían el terreno. Lo cierto es que la explicación me convenció porque el aliso es un árbol muy sensible a los herbicidas.

En una posterior visita a Cangas realicé una parte del tramo que aún no había hecho, el que va desde el Museo del Vino hasta el puente romano del Cascarín. Había ido con mi hermano Naciu y su mujer a ver la nueva "playa" de Cangas y enseñarle tres preciosas y misteriosas aún "duernas" de piedra, tal vez asociadas a alguna fuente, ya que alguna tiene agujero de desagüe.

Una de las duernas de piedra.

Una vez allí decidimos ir hasta el Museo y volver por la carretera. Es un trayecto corto pero interesante. Pasado el puente romano y las últimas casas se ven, por encima del camino (adaptado para uso publico), unos grandes pinos y unos no menos grandes castaños, en los que se aprecia claramente los efectos del chancro. Aún dan alguna castaña pero tienen bastantes ramas secas y su muerte parece cercana. En toda esta zona y contra la Sierra del Pando, tanto por la parte del Narcea como por la del Naviegu había, y aún hay, grandes masas de castaños, predominando las de monte bajo, donde se practicaban cortas periódicas y rebrotes continuos. Un espectáculo que pronto formara parte de la historia.

Bosque de castaños en la Sierra del Pando, Cangas. 5-agosto-2017.

Y, de nuevo, a ambos lados del río volví a ver umeirus secos. De nuevo tuve dudas sobre la causa pues ya eran varios los afectados, pero daba la casualidad de que estaban al lado de güertas, algunas ya en proceso de abandono, por lo que seguí pensando que habían sido envenenados. Pero les hice fotos porque no las tenía todas conmigo.

Umeirus muertos. 7-octubre-2017.

Posteriormente también he visto umeirus secos en El Reguerón, a la salida de Cangas, donde los campos de fútbol y un centro educativo. Aquí no había güertas que pudieran explicar la causa.

En 1993 los umeiros de Inglaterra fueron atacados por un hongo muy virulento (Phytopthora alni) que provocó una gran mortandad. Más adelante se detectó en la Europa continental y, como no podía ser de otra manera, acabó llegando a España. Apareció primero en Galicia y luego se expandió hacia el Sur, zona del Aliste zamorano y hacia el Este. En Asturias lo hizo primero en la zona del Eo (río y ría) hacia 2007, pasó a la zona central y continúa su avance.

Umeirus atacados por el hongo y ya casi muertos. Aliste (Zamora). 15-junio-2019.

El contagio es muy fácil ya que es un hongo acuático que se desplaza por el agua, obviamente aguas abajo, porque él no nada, Para remontar los cauces fluviales se adhiere a cualquier cosa que haga ese trayecto: botas de pescadores, caminantes, excursionistas...ya en el entorno de los umeirus entra en ellos a través de las raíces. 

Es un parasito muy virulento, ya que además de cortar la circulación de la savia, provocando de nuevo la aparición de goma como marca de la casa, evita que el aliso llegue a rebrotar al provocar la pudrición de sus raíces.

Los primeros síntomas se ven en las hojas: más pequeñas de lo normal, amarillentas y que se caen antes de tiempo. Luego la corteza se resquebraja y aparece hasta varios metros de altura del tronco la mencionada goma y finalmente el árbol se muere y también sus raíces. Como en otros casos la enfermedad, una vez contraída, es imparable y no hay ningún antídoto eficaz.

Umeirus alistanos moribundos.

La única solución posible es seguir los pasos utilizados en el caso de la grafiosis del olmo: conseguir genotipos de umeirus resistentes a la enfermedad. Para ello habrá que recoger muestras de material vegetal de alisos vivos y sanos en zonas afectadas por la enfermedad. Someterlos a multiplicación vegetativa in vitro para enviarlos a un vivero-laboratorio donde se les introducirá el hongo y seleccionar los ejemplares resistentes. Posteriormente con estos clones iniciar repoblaciones. Pero de momento la búsqueda de estos umeirus ha resultado infructuosa.

Mucho me temo, pues, que la muerte de los umeirus en Cangas esté relacionada con esta enfermedad, sin desechar del todo que algunos hayan podido ser envenenados. Solo nos queda estar atentos a como evoluciona el asunto.

En Caguatses d´Arriba, Caguatses d´Abaxu y Mual no he visto ningún umeiru seco o afectado. La "planta destructora de plantas", que así se podría traducir el nombre griego de phytopthora, parece no haber llegado aún a la zona, aunque sospecho que solo es cuestión de tiempo. Disfrutemos mientras podamos de tan bello árbol.


espectacular bosque de ribera a la salida de Cangas, río abajo, donde el umeiru está muy presente con preciosos ejemplares. 1-agosto-2019.

 

Bonita hilera de umeirus en el río de Caguatses d´Arriba. 1-noviembre-2017.


      


       














    









La Ruta a Las Tsagunas 36 El bosque mixto 2. Los Tsagozos.

Ladera derecha de Los Tsagozos, un bosque mixto en donde hasta parece que hay alguna faya. 27 julio 2.018. Nos preguntábamos en el capítulo ...