1/15/2021

El Monte y el guía de Munietsus 52

 


Hacia el medio del pueblo siguen los praus. Junto a la Ponte Fonsu hay dos presas, una a cada lado del río, que salen de una vallada situada algo más arriba. La vallada actual esta conformada por piedras y algún que otro varal suelto, aprovechando una zona donde el río baja un poco más calmo y que explica su supervivencia y que siga en activo en la actualidad.


Vallada por encima de La Ponte Fonsu. Fijaros en la derecha por donde está el desaguadero de la presa izquierda vertiendo agua al río. 31-julio 2020.

La presa derecha se encuentra muy a la vista pues está pegada a la plaza y al camino por donde se inician las excursiones al Monte Mual. A pesar de estar muy modernizada es muy pedagógica a la hora de entender como eran las presas de las valladas. En su inicio aún conserva el viejo palenque, ya muy deteriorado, que aprovechaba un umeiru para apoyar uno de sus lados.

Palenque de la presa derecha, presa totalmente hormigonada.

La zona de las compuertas del desaguadero y la continuación de la presa está totalmente hormigonado, con unos surcos laterales muy marcados donde se inserta una tabla hecha de varias piezas para permitir  cerrar el paso del agua. La presa ahí mismo se hace subterránea y solo vuelve a la superficie tras cruzar el entorno de la ponte y llegar al prau que riega.

Prau de Mateo, regado por la presa derecha.


Compuertas presa derecha


Ranuras de la compuerta del desaguadero, perfectamente realizadas al hacerse con hormigón.


Tabla reforzada insertada en la ranura de la compuerta de la presa derecha

La otra presa, de la que no puedo mostrar ninguna imagen porque se me agotó la batería del móvil con el que hago las fotos, es aún mayor, como demuestra su gran palenque que además está en mejor estado. Esta si era como un pequeño río ya que alimentaba, y todavía lo sigue haciendo, los grandes praus de Lus Pradones y el mulín de Casa Roque.

Gran palenque de la presa izquierda.

Una de las presas también alimentaría al mulín que en su día hubo, como testimonia el topónimo "la Vera´l Mulín", al lado mismo de La Ponte Fonsu.

Terminado el alargado prau de Mateo, regado por la presa derecha está la Vallada de Saturno, a la que le debo una detallada visita, que había creado un gran pozu donde se iban a bañar los mozos del pueblo cuando yo era un guaje. Sacaba agua para regar al último gran prau de ese lado: el Prau de Saturno, enfrente de Casa Abel, a los pies del Curtinal de La Chalga. Este prau y el anterior no eran muy anchos porque la vega, el espacio llano y regable, tampoco lo es.

Prau de Saturno, llano pero con tramos y otros praus en pendiente que no podían recibir el agua de la vallada.

Pero por la vertiente izquierda la vega es amplia, quizás la más ancha de todo el valle, atravesada por el camino del pueblo, que lo hace más o menos por su centro. Aquí destacan los praus de Lus Pradones, entre el camino y el río, que haciendo honor a su nombre son grandes y anchos, regados por una tupida red de presas secundarias y presinas. Resaltaban mucho desde el camino porque no había casas que los ocultasen.

Lus Pradones. entre el camino y el ríu. Antes no había ninguna casa ahora hay una.

Incluso del camino contra el lado de arriba había praus, no tan anchos porque están a la vera del Curtinal de La Veiga ni tan largos como esta y que constituyen una localización nueva de los praus en el paisaje y la utilización de la vega, donde siempre lo hacen entre el camino y el río.

La razón hay que buscarla en la surgencia de la fonte de la plaza de las casas de Mingo y de Campo y creo que a la llegada de una presa, desviada de la de Lus Pradones. Los sobrantes de esta fuente se desviaban hacia ese lado y se unían a otras surgencias menores, regando varios praus, hasta que al lado de Casa Roque se empresaba, cruzaba el camino y se unía a las aguas que alimentaban el mulín de esta familia, una de las más ricas del pueblo.

Praus entre el camino y el curtinal de La veiga, detrás Lus Pradones.

 Sobresalía el primer prau de este espacio, pegado a la Casa Mingo, siempre verde y que producía una excelente "ceba", para disfrute de las estabuladas vacas de Carlos de Mingo, uno de los pocos papudos que resistió la llamada del carbón y que siguió viviendo exclusivamente de su ganáu y su hacienda. Daba gusto ver a Carlos segar, con precisión milimétrica y sin aparente esfuerzo, aquella ceba, que debido a la abundancia de humedad no tardaba en rebrotar.

Siempre se veía a Carlos ocupado en sus quehaceres, sin tiempo siquiera de ir a tomar un vaso al bar, donde nunca lo vi excepto para utilizar el teléfono público que había en él. Me topaba con él muchas veces cuando me desplazaba a Las Tablizas, porque tenía un excelente prau con cabaña, como ya vimos, en Prau Nuevo y siempre nos saludábamos. Desde aquí mis respetos.

De Casa Roque para abajo solo había praus del lado del camino contra el río, hasta ser cortados por la carretera, no sin antes ascender por el Regueiru San Xulianu, pegados a su curso. y ahí finalizan los praus de vega regados.

Todavía recuerdo perfectamente cuando las fiestas del pueblo se celebraban en el prau llano que había enfrente de Casa Abel, el de Saturno, del otro lado del río. Para acceder a él yo siempre le vi un puente, bien armado con vigas de hierro que permitían el paso de personas y de vehículos.

También recuerdo otras fiestas, aún más antiguas, que se hacían en otro prau, en el de Casa Francos, que alguna vez creo que se realizaban en la plaza de casa Silvestre. Por aquella yo era un guaje, un tierno infante, y lo que más me gustaba era meterme a toda pastilla entre las parejas de jóvenes y adultos que bailaban animadamente, revoloteando entre faldas y piernas que procuraban no pisarme. Era toda una gozada porque allí era muy difícil que me encontraran mis compañeros de juegos.

Hasta que un día una pareja de adultos me sujetaron, no recuerdo si eran el pueblo o de fuera, pero si recuerdo lo que me dijeron: "¡Guaje, ya no tienes edad para hacer estas cosas!". Aquello fue como un mazazo y estuve varios días rumiando sus palabras, parecía que la inocente infancia tocaba a su fin y en adelante me abstuve de realizarlas porque ya me daba vergüenza.

Pero ya hacía tiempo que había otra cosa que me atraía tanto o más de aquellas fiestas: la música. No tocaban entonces orquestas con varios músicos. En la plataforma, algo elevada sobre el prau y hecha con simples maderos y tablas, solo había una persona con un único instrumento: un acordeón, acompañado en alguna ocasión por otro que tocaba una batería.

Me quedaba embelesado oyendo los sonidos que salían de aquel aparato. Era algo mágico porque los sonidos me llenaban de energía, de ganas de saltar, correr, moverme sin parar y arrasarlo todo como hacen los torbellinos. Pero también, aquellos sonidos en alguna ocasión, me agarraban y me llevaban de viaje, experimentando profundas emociones donde se mezclaban la dulzura con la tristeza. Yo procuraba reproducir aquellos sonidos con mi boca y me pasaba horas enteras farfullando aquella musiquilla o algo que se le parecía.

Era tal mi afición que mis padres le encargaron a los Reyes Magos un acordeón de juguete. Fue uno de los días más felices de mi vida cuando el día de Reyes, tras abrir nerviosamente el envoltorio, lo vi. El juguete era de cartón pero al presionar una tecla se levantaba una lengüeta y emitía un sonido. Tenía varios y hasta se plegaba como los de verdad. Me pasé todo el días sacándole sonidos hasta que por la noche, de tanto usarlo, se estropeó, el cartón se agrietó por algún sitio y dejó de sonar. Tuve un gran disgusto pero en las fiestas yo seguía embriagándome con la música. 

De ahí me viene mi profundo amor por la música, aunque mis gustos fueron evolucionando. Yo soy hijo de mi tiempo, en realidad todos lo somos, y por aquel entonces, ya en Cangas, lo que escuchábamos los chavales y jóvenes era música rock, cuyas letras y sonidos se acercaban más a nuestras inquietudes y aspiraciones. "No consigo satisfacción" cantaban los Stones, algo que todos sentíamos en aquella sociedad de consumo, la misma a día de hoy. Es esta música, en sus múltiples manifestaciones, la que he seguido escuchando y degustando el resto de mis días, sin hacerle ascos a otros géneros musicales como el blues, el jazz e incluso la clásica donde mi preferida es la música de Cámara.

Este último verano del 2.020 he ampliado algo el área de estudio de las valladas, no mucho debido a la actual pandemia que nos está afectando a todos. Aprovechando una visita a Cangas me detuve un rato a observar la vallada de mi amigo Jose, en Bimeda, la que riega su enorme prau. No tenía un recuerdo muy claro de ella, solo que era grande y aglutinaba un buen amasijo de maderos y ramas.

Al regar una superficie tan grande suponía que la vallada tenía que ser enorme, quizás a la altura, nunca mejor dicho, de nuestra vallada´l Palenque, pero no fue así. Actualmente de esta gran vallada ya no queda ningún resto. La construcción de un gran puente sobre ella, el de la carretera general, la ha borrado del mapa. Pero esta construcción, bastante elevada sobre el río, propició la instalación de una nueva vallada, hecha con nuevos materiales: piedra y hormigón.

Donde estaba la vallada y aprovechando el desnivel que poseía a sus pies se construyó un potente muro sustentador para evitar corrimientos y allanar el espacio sobre el que se iban a levantar las pilastras. Se hormigonó todo a conciencia y hasta se hicieron espolones (salientes hacia el cauce), todo para evitar la erosión del agua que a corto y medio plazo pudiera comprometer la estabilidad del puente.


Interesante foto donde se ve el potente muro sustentador del espacio allanado y el inicio de la presa. Bimeda 30-julio-2020.

  Es muy discreta pues aprovecha el gran remanso creado, que se prolonga aguas arriba hasta un poco por encima del antiguo puente. Un área en la que además el Ríu Naviegu ha perdido parte de su fiereza y discurre un poco más calmo.

Un simple y pequeño murete, ladeado como es costumbre en estas nuevas valladas con una sola conducción, que encauza el agua, ayudado por un saliente de la propia presa, hacia ella, esta sí reforzada con hormigón. No se le ve palenque alguno y su desaguadero, al poco de iniciarse el conducto, tiene la particularidad de ir por debajo del suelo mediante una canalización subterránea que tiene pinta de ser antigua.


Saliente de la presa contra el río en su inicio, prolongada con un grueso morrillo.

Inicio de la presa vista desde el prau. El palenque parece haberse sustituido por una compuerta metálica.


Desaguadero con conducción subterránea hasta el río.


Precioso el embudo creado por el agua al sumirse por el desaguadero, a pesar de estar cerrado este.


La presa lleva tanta agua como el río tras la vallada.

Recluido en Caguatses durante julio, el mes de mis vacaciones, hice varias salidas "a pata" para localizar alguna vallada en la vega del vatse. Por los paseos de años anteriores conocía una pegada a la Ruta Verde y una ancha y larga presa que solo tuve que seguir hasta su conexión con el río para dar con su vallada.

En esta última la vieja vallada de madera está inutilizada, el agua se la ha llevado casi en su totalidad, pero lo que subsiste sigue manteniendo algo de rellano por encima de ella y ahí, de nuevo, se ha construido un murete ladeado que desvía el agua hacia el margen derecho del valle.

Vieja vallada de Caguatses d´Arriba. 11-julio-2020.


La vieja y la nueva vallada.



Tramo llaneado por encima de las valladas.

Al poco de iniciarse la presa tiene el desaguadero, con compuertas hormigonadas y dotada de una tubería cubierta que expulsa el agua hacia el río. Es seguro que contara con un palenque aunque este ya no subsiste completo.

Compuerta de la presa tras el desaguadero.


Desaguadero abierto, compuesto por una tubería cubierta.


Restos del palenque.

La presa es larguísima y allí mismo, tras un tramo subterráneo, alimentaba un pequeño prau donde aún se notan las compuertas que desviaban el caudal para regarlo. Continuaba durante un largo trecho con un ancho surco reforzado por la parte de abajo con paredes de piedra y el terreno extraído durante su excavación, marcando un ancho repecho.

Puerta moderna de una compuerta en el primer prau, ya fuera de uso. 11-julio 2020.


Un tramo en el inicio de la larga presa. 4-enero-2020.


Otro tramo de la presa. Fijaros en el amplio repecho que la bordeaba por el lado de abajo. 4-enero-2020.

 Una gran presa que ante los corrimientos del terreno pendiente que tiene por encima posee partes subterráneas, algunas antiguas y otras más modernas donde ya se utilizó tubería. Tiene luego un desaguadero o un ramal con compuertas, antes de un terreno que en su día sería un prau pero que lleva ya un tiempo abandonado y tomado por un tupido "bardal".

Tramo subterráneo.


Desaguadero o ramal de la presa

Más adelante la presa debió de deteriorarse en su base y le pusieron una sucesión de chapas, aprovechando su forma combada y obtenidas de grandes barriles, desprovistos de tapa y culo y serrados de arriba a abajo, para que el agua no se sumiera. Y luego, por fin, unos grandes praus que la presa bordea por su parte superior para regarlos. La presa parece que no está abandonada de momento, pero su deterioro augura un fin próximo.

Chapas combadas para que no se sumiera el agua en el suelo deteriorado de la presa.


Destino final de la presa.

La otra vallada recuerdo haberla visto cuando aún existía pero las grandes crecidas del 2.019 se la han llevado por delante. Subsiste como testimonio un gran varal, largo y grueso, sin duda el cabecero, que al estar tendido en la dirección del río permanece todavía a los pies de donde originalmente estuvo.

Gran varal. 15-julio-2020

Era de umeiru y cuando estuve midiéndolo me percaté de que se había roto. Está quebrado pero aún unido entre si, ayudado por unas cuerdas que le anudaron para que aguantara un poco más en la vallada. Se le notan algunos palos atados en él, algo que ya habíamos visto en la vallada de Burducéu de Mual, en una posición totalmente vertical y que seguramente fueron puestos a última hora para conseguir que la vallada siguiera embalsando y desviando agua. La colmatación del embalse o la rotura de alguna de sus partes inferiores hizo que fuera más fácil colocarlos así, para aumentar la altura de la vallada o cerrar la brecha existente. Pero esa disposición seguramente ayudo a la rotura del varal, enfrentarse directamente al agua, con esos recursos, es una batalla perdida a corto plazo.

La "paraza" permite identificar el varal como de umeiru.


Varal quebrado, con cuerdas anudadas para evitar que se separara del todo.


Palos atados o clavados al varal.

Teniendo el varal tan a mano, no pude resistir la tentación de medirlo, tal vez mañana se habrá mudado de sitio, algo que no había podido hacer con los de Mual por su mayor dificultad. De largo medía la friolera de 15,56 metros y los perímetros iban de los 84cm. en la punta más estrecha a los 130cm. cerca de la punta más ancha. Solo lo pude medir a 246 cm. de esa punta, mas cerca estaba muy pegado al suelo y si el agua no había podido arrastrarlo ya me diréis que iba a hacer yo con solo mis manos. Me abstuve de intentar moverlo y en mi defensa debo decir que la mucha maleza existente me lo habría puesto difícil, muy difícil.

Las comparaciones suelen ser engañosas pero creo que sería un pelín más largo y grueso que el de la Vallada´l Palenque, pero probablemente menor que los de la vallada de Burducéu y los de la Ponte Rucabo. En esta última aún subsisten los restos de una rolla colosal.

Restos de un varal realmente impresionante, Vallada de debajo de La Ponte Rocabo, Mual.

La erosión subsiguiente a la desaparición de la vallada también ha hecho desaparecer el rellano existente, quedando el actual lecho del río muy por debajo de la presa que recogía el agua. Para aprovisionarla de nuevo el propietario está colocando una larga y ancha tubería metálica (125 cm. de perímetro por el exterior con aprovechamiento interior algo menor) que recoge el agua unos cuantos metros más arriba en una especie de pozo creado mediante una simple acumulación de palos y piedras.

Tubería a nivel entrando en la parte subterránea de la presa. Fijaros en el desnivel creado por la erosión en el lecho del río.


Tubería metálica con varios empalmes y varios metros de larga.


Pozo al que va surtirse de agua la tubería.

No le pronostico a este método una larga vida. El pozo seguramente será borrado con la próxima gran crecida, que también puede hacerlo con la tubería ya que esta va pareada al curso del río, aparte de que se puede rellenar con gravas y ramas.

La vieja vallada no tenía palenque y nada más internarse en el prau la presa tenía un tramo subterráneo que en su inicio hacia subir el nivel del suelo en altura para evitar que pasaran las gravas y se retuvieran las ramas y hojarasca, que cada poco tenían que ser retiradas. Luego, al poco, ya tenía el desaguadero, dotado como todos con compuertas cuyas tapas o puertas son en la actualidad, desde ya hace muchos años, metálicas, de chapa, que luego también abundan a lo largo de la presa para repartir el riego y que presentan un curioso sistema: para que carros o tractores pudieran atravesar la presa y desplazarse por el prau se colocaron tuberías prefabricadas de hormigón anchas, repartidas por diferentes puntos de la presa, a intervalos. Por ellas circulaba el agua de la presa y permitían desplazamientos sobre ella, pero también servían para distribuir el agua, bastaba con colocar una tapa en la entrada de la tubería y hacerle una pequeña salida a la presa en ese punto, Era como una compuerta pero más fácil de hacer por que la tapa de la presa no necesitaba de jambas ya que se sujetaba apoyándose en la tubería.

Salida de la presa de la parte subterránea en cuya entrada eleva algo su nivel para retener todo lo que no era agua.


Desaguadero y presa con tapas de chapa.


Surco en piedra de una compuerta del desaguadero, algo único pues casi todas están hechas o ayudadas de hormigón.

 

Gruesos trozos de  tubería de hormigón prefabricado jalonan la presa dentro del prau para cruzarla y distribuir el agua de riego.


Chapa cerrando la presa para distribuir el agua que circulaba por ella.

Incluso llegué a ver los restos de una vallada rehecha con materiales más modernos y resistentes: viguetas de hierro y hormigón que no fueron capaces de soportar la furia de la última gran riada. Aún se ve por allí, desperdigadas, las pesadas viguetas. Dicen que el arte marcial del judo fue descubierto y desarrollado por un monje mientras observaba como los abetos se comportaban ante la caída de la nieve: sus ramas, siempre con hojas, al ir cubriéndose de nieve, acababan doblándose hacia abajo para librarse de ella. No enfrentarse directamente a una fuerza superior a su grado de resistencia. Algo parecido es lo que perseguían las viejas valladas, embalsar el agua pero sin enfrentarse directamente a su descomunal fuerza. Me hablaron de una vallada en la zona del Naviegu (Tabláu-Vitsacibrán) hecha con hormigón que tampoco resistió el poder de las crecidas y acabó desapareciendo.

Restos (hormigón, varales de madera, viguetas...) de una vallada en Caguatses d´Arriba arrasada por una crecida.

 

Viguetas dispersadas tras la rotura de la vallada.


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