8/29/2021

El Monte y el guía de Munietsus 67

 

Veiga y vatse de Mual. 31-julio 2021.

Resultaba curioso ver aquel gran número de ovejas desparramadas por todas las laderas medias y altas del Vatse de Corros y parte del de Cacabietsu. Pastando en camperas, pero también en los más abundantes lugares de monte raso, muy desarbolados y con unos subarbustos escasos y poco desarrollados. Poco les importaba que el terreno estuviera más o menos inclinado, que aflorara o no la roca y que hubiera algunos ganzos más desarrollados. Pastaban, ramoneaban y "rañaban" por aquí y por allá, con gran determinación, como si tuvieran prisa por alimentarse.

Volvería a ver, más tarde, varios rebaños aunque ninguno tan numeroso como este, pero en la carretera, en el pueblo de La Magdalena de León, interrumpiendo el tráfico durante un gran rato. El de Xinestosu fue el único testimonio que vi en tierras de Cangas de una actividad que no hacía muchos años debió de ser muy frecuente.

Pero incluso hay documentada una braña estival por esta zona de Xinestosu, la Braña Lus Corros, reservada para rebaños de cabras y ovejas. Pero, y eso es lo importante, de procedencia local, pues la braña era parroquial, del pueblo. En ella había no menos de trece cabanas circulares de pequeño tamaño y un gran corral comunitario.

El pueblo de Xinestosu.


Un teitu de patsa en Xinestosu.


Otro teitu de patsa.

 

La imagen y el texto lo dicen todo.

Con la leche de las cabras, recordad que nuestras ovejas, como la merinas no producían leche, salvo durante el parto, se elaboraba, tal vez mezclada, un famoso quesu que hoy en día se hace con leche solo de vaca. Que a mí me resultara más fácil encontrar trabajo de "pañador" de yerba en el cordal de la Cordillera Cantábrica, solo significa que en esta área la ganadería bovina era entonces no solo la dominante si no prácticamente la única presente, siendo además donde más logró perdurar. Pero eso solo explica un periodo histórico concreto y no tiene por qué ser valido, al menos en su totalidad, para todos los periodos precedentes. La Historia nunca es la misma.

En muchos pueblos de nuestro concejo, como en otros como en esta foto de Degaña, cada vecino poseía no menos de seis ovejas y otras tantas cabras, disponiendo cada especie de una corte específica.

 

Oveja en Caguatses d´Abaxu. 10-julio 2020.


Cabras en Mual. 31-julio 2021.

Mi experiencia con la yerba no se redujo a los pueblos cercanos a la Cordillera, también estuve en otros lugares. Ya he mencionado en otra parte mi estancia en El Vatse (de Abanceñas) en casa de unos conocidos. Aquí pude conocer otra forma de aprovechamiento del terreno, con un paisaje agrario diferente al de valle y al de alta montaña y que esquemáticamente podríamos llamar de sierra. Cangas, el concejo, es tan grande que alberga áreas con características muy diferentes entre si. 

El Vatse está a media ladera y no tiene vega. Sus recursos provienen de la sierra, una sierra que no pasa de los 1000 metros de altitud y que es muy ancha y llaneada, totalmente antropizada. Aquí, antiguamente, la agricultura predominaría sobre la ganadería. Su ganadería era mayormente estabulada, pues apenas si tenía algo de monte para que pastara.

Por supuesto que había praus en la ladera, aprovechando algún regato y zonas algo tendidas con poca pendiente. Pero los que me llamaron poderosamente la atención fueron los instalados en la propia sierra, sobre terrenos que antiguamente serían agrícolas y que al proliferar las vacas permitían poder abonarlos profusamente y conseguir una producción muy elevada.

Estos praus tenían una yerba tan desarrollada que parecían ser campos intensivos de cereales. La materia orgánica aportada al suelo permitía una mayor retención del agua y la humedad proveniente del cielo. Allí no solo se atascaba la segadora si no hasta la gadaña, teniendo que hacer los "maratsus" (montones alargados de yerba hechos al segar) muy poco anchos. Aquí, como en los praus de riego del valle, había que "arramar" (esparcir) toda la yerba, con un forcáu, y luego darle la vuelta para que secara en su totalidad, labores que en El Puertu y praus de altura no era necesario hacer al ser menos densa la producción.

También descubrí que era mucho más fácil y rápido desplazarse por la propia sierra que por los valles- Las relaciones con las comunidades vecinas, en valles repletos de desfiladeros, se daban precisamente en esos grandes "tsombus", que eso es lo que son en última instancia. De hecho la propia sierra estaba repleta de caminos, unos de corto recorrido que llevaban a fincas particulares y otros más largos que recorrían toda la sierra con ramales a los diferentes pueblos de ambas vertientes.

Esta orientación serrana no solo se daba en El Vatse si no en toda la Sierra de Santana, divisoria de la cuenca Coutu-Narcea de la del Ríu Eirrondu (Arganza), desde La Viña hasta el final de la sierra ya en términos , primero de Atsande y después de Tinéu. Un ejemplo claro lo constituye la Braña de La viña, que cuando la vi por primera vez me llenó de sorpresa, donde junto a las cabanas aparecen orrius (hórreos). lo que demuestra, cuando menos, una utilización mixta agroganadera, pues los hórreos solo podían servir para almacenar la producción cerealícola de la propia sierra. 

Foto sacada del Tous pa tous.


Braña de La Viña, fijaros en los cortados que bajan al valle.


Braña de La Viña, por encima una rechoncha y llaneada sierra.

También se da, como ya hemos visto en otro capítulo en la Sierra de Brigueda (Pena Ventana) desde Larna, o incluso desde el Cutsadietsu, hasta su final en La Riela. Lo mismo sucede en la Sierra del Pando, la parte baja de la Sierra de San Tsuáu, la Sierra l´Acebo y en la mayor parte, no podía ser de otra manera, del Partíu de Sierra.

Normalmente la utilización agrícola de la sierra se combinaba con la de laderas poco pendientes o con grandes rellanos y el final de algunas sierras , donde ya entran en contacto con la vega del valle. En estos espacios los pueblos eran básicamente agrarios, pero no pudieron frenar la "moda" del vacuno, iniciada con el cambio de siglo (1900). Con muy poco monte a la ganadería no le quedó otra solución que estar estabulada y la otrora poderosa agricultura de autoconsumo tuvo que reorientarse para poder alimentar al ganáu.

Lo que decimos no debe sorprender a nadie, la moda del vacuno, basada en una mejor comercialización de sus productos, primero la carne y posteriormente la leche, hizo que el vacuno se llegara a desarrollar incluso en zonas de la Meseta Norte donde no existían zonas de pasto y con praus insignificantes o inexistentes. El ganáu permanecía estabulado y se alimentaba con productos cultivados por sus propietarios o provenientes de otros lugares, como el maíz forrajero, almacenado en silos, y otras plantas forrajeras como la alfalfa, por no hablar de los conocidos piensos, empaquetados en sacos de papel, que se podían comprar en cualquier lugar. ¿Sabíais que la alfalfa se podía consumir en seco?, se segaba y se dejaba secar y luego la alpacaban como si fuera yerba, grandes alpacas que no cesaban de traladarse de unos lugares a otros. 

Pequeña plantación de alfalfa al lado de La Ruta verde en Vitsager de tsaciana. 25-julio 2021.

En Mual, la única zona que se parecía a esos espacios serranos era La Chalga y en las cercanías los pueblos que quedan por encima mismo de la vega de Rengos. Oubachu es serrano pero es distinto porque posee muchísimo monte. 

La Chalga de Mual. 29- julio 2020.


Algunos pueblos de la veiga Rengos vistos desde La Chalga de Mual. 31-julio 2021.

Y hablando de Mual, también trabajé en mi pueblo "apañando" yerba. Aquí, como en El Vatse, de corta duración, sobre una semana, lo que deja claro las diferencias en el número de vacas entre estos sitios y los del alto Naviegu y Cibea. Y en honor a la verdad, tengo que decir que aquí fue donde mejor me encontré y donde el trabajo era más llevadero y entretenido. Todo ello debido a la calidad humana de mi contratante, Segundo Cadenas, que más que el típico patrón se comportaba conmigo como un compañero más. Además era un gran conocedor no solo del Monte Munietsus y del Monte Mual si no también de muchos de la redondada. Ser hijo de un Guarda de Muniellos y su pasión por la caza, le hacían conocer al detalle todos estos montes, saber sus nombres y acordarse de ellos gracias a su gran memoria, siendo mi mejor informante en ese campo. Segundo disfrutaba hablando del monte, no tenía más que preguntarle algo, para estar un buen rato atento a su información. Seguro que describiendo  un lugar volvía a revisitarlo mentalmente y experimentaba un gran placer al hacerlo, algo que solo está al alcance de aquellos que aman profundamente la naturaleza y los paisajes que los han visto crecer.

Dudo que muchas de las vacas que subsistían en Mual y pueblos cercanos fueran realmente rentables desde un punto de vista económico. Al principio solo algunos compraron segadoras, alpacadoras y otra maquinaria que facilitaba la recogida de la hierba, y cuando acababan con su yerba, o alternando con ella, alquilaban su servicio y el de la máquina a sus vecinos e incluso a los de pueblos cercanos. De esta forma con el dinero conseguido sí lograban amortizar el alto coste de aquella maquinaria. 

Segadora. Caguatses d´Abaxu. julio 2021.


Moderna alpacadora que produce grandes fardos de hierba en forma de rollo. Caguatses d´Abaxu. 17- julio 2021.

Pero luego todo el mundo quiso tener maquinaria y como tenían ingresos de otras actividades, sobre todo de la mina, empezaron a comprarlas. Los más precavidos lo hacían con otros vecino o familiares y seguían alquilando sus servicios, pero al final casi todo el mundo disponía de ellas.

Fue un error la maquinaria solo era rentable trabajando a pleno rendimiento y aquellas pequeñas explotaciones solo las utilizaban durante un corto periodo, estando la mayor parte del tiempo inactivas. una inversión imposible de amortizar. Más les hubiera valido haberlas comprado de forma asociada, o sea pocas máquinas entre muchos vecinos. Pero esa forma de pensar ya pertenecía a épocas pasadas, lo que predominaba entonces y todavía ahora, era un individualismo mal entendido e ilógico en la mayoría de los casos.

Volviendo al paisaje agrario del Vatse de Mual, solo quedaría por analizar el "mundo" de las brañas, otro de los recursos de los que dispusieron los papudos en el pasado.

Normalmente cuando se habla de "brañas", o "veigas" como también le llaman por aquí, se hace referencia a dos espacios claramente diferenciados: las brañas equinocciales y las brañas estivales.

Las brañas equinocciales son llamadas de esta forma porque el ganado era llevado a ellas a partir de la fecha de aparición de los dos equinoccios que tenemos a lo largo del año. El equinoccio de primavera empieza sobre el 21 de marzo y el de otoño lo hace sobre el 21 de septiembre. Por su parte las brañas estivales ven reducida su actividad a los tres meses de verano, de ahí también su nombre.

Ambas brañas poseen zonas de pasto y su diferencia básica está relacionada con la fecha de aparición de lo que consume el ganáu que los pasta. La hierba, los brotes tiernos y hojas de matorrales de los árboles y de otros vegetales de menor porte, que es lo que se consume, no aparecen al mismo tiempo en todos los lugares. El clima es determinante y la altitud del terreno (elevación sobre el nivel que este posee en Alicante donde está el nivel cero) no lo es menos. A medida que ascendemos se reducen las temperaturas, en torno a una media de un grado por cada cien metros de desnivel, al tiempo que aumentan las precipitaciones..

Estas diferencias de temperaturas y pluviosidad hace que la vegetación, tras el parón obligatorio del frío invierno, comience su actividad vital, primero en las zonas más bajas, para luego ir, poco a poco, ascendiendo hasta culminar en las cimas. Tras el verano el proceso es el mismo, pero a la inversa. Donde primero bajan las temperaturas y aumentan las precipitaciones, algunas ya en forma de nieve, es en las zonas altas, bajando paulatinamente hacia las partes bajas.

Esto hizo que nuestros ancestros tuvieran que adaptarse a esos cambios, utilizando cada zona en el momento propicio, una estrategia que tenía que seguir el ritmo natural.

Pero las brañas no son iguales en todas las zonas, por mucho que se repitan algunas características comunes a todas ellas. Tenían que adaptarse a lo que había, al ecosistema de cada zona y los ecosistemas son variados incluso en áreas tan pequeñas, a escala global, como el concejo de Cangas. Además cada pueblo solo podía acceder a una parte de cada ecosistema, dependiendo de su ubicación y del trozo de monte del que dispusieran.

Las brañas, obviamente, solo existen en lugares donde el relieve provoca elevaciones, en zonas llanas no tienen sentido y no las hay. Pero los enclaves humanos tienen una localización muy variada. Unos están en el valle, como Mual, otros a media ladera, como Oubachu, y los últimos en puertos o cutsaus, Como El Puertu (Tsetariegos), variando los recursos que tienen a su alcance. Las brañas no son iguales y las de Mual son diferentes, incluso de la de algunos pueblos vecinos. 

Mual un pueblo de veiga. 31-julio 2021.


Oubachu un pueblo de media ladera. 31-julio 2021.


Un pueblo de puerto. 30-julio 2020.

La mayoría de las brañas equinocciales están conformadas por varios elementos: cabañas de los diferentes vecinos del pueblo, aunque no siempre de todos, de buen tamaño y capaces de albergar yerba e incluso cortes para el ganado y otra parte de uso humano. Cada cabaña tenía en su entorno uno o varios prados, perfectamente delimitados y cuya función era la de producir yerba que se segaba y recogía como la de cualquier otro prau. Una parte de esa yerba se dejaba allí, en el parreiro de la cabaña, para prevenir bruscos cambios en el tiempo que hiciera necesario su uso. El resto se llevaba para el pueblo en carros pues braña y pueblo estaban unidos por un camino carretero. Aunque no siempre era así, El Villar (Villardecendias) tenía una braña equinoccial en el Arroyo de los Molinos que no disponía de camino carretero. Por una sencilla senda (dado lo escabroso del terreno) se sacaba la yerba, bien al hombro o a lomos de un caballo, algo realmente costoso.

El último elemento era el que le daba a la braña su verdadero carácter. Un amplio espacio, bordeando praus y cabañas, de propiedad comunal, en donde el ganáu pastaba en libertad y al que todos los vecinos, tuvieran o no praus y cabañas en la braña, podían llevar su ganado.

Estas brañas solían estar no muy lejos del pueblo, a una distancia de una hora, andando, habiendo algunas algo más alejadas. En nuestro concejo destacan sobremanera, no podía ser de otra forma, las del alto Naviegu-Cibea. La de Vitsar d´Arbas parecía un auténtico pueblo, con cabañas-casas con espacios claramente delimitados, de hasta ochenta metros cuadrados, o como las de la Braña de Tsamera, por poner solo dos ejemplos. En ellas había un gran bullicio, ya bien entrada la primavera, pues parte del núcleo de cada familia (toda no porque había otras actividades como las agrícolas en el entorno de cada pueblo que había que atender) se desplazaba a ellas y en donde hasta había fiestas y mercados. 

Braña de Vitsar d´Arbas. Foto Jose Luis Vega, flickr.


Cabaña de Vitsar d´Arbas. foto de jose Luis Vega, flickr.

A las brañas equinocciales se llevaba la mayor parte del ganáu, incluso las crías, quedando solo en el pueblo la "pareja" de vacas, para las labores de la tierra. En la braña las crías permanecían en las cortes o en corrales cercados anexos a la cabaña y al aire libre y las madres salían a pastar al monte comunal y todas las tardes, por su propia iniciativa, volvían junto a sus crías, para protegerlas y alimentarlas. No hacia falta ir a buscarlas, el instinto maternal, tan desarrollado en el género femenino (incluido el ser humano), era suficiente para que ellas mismas volvieran.

Las brañas equinocciales del entorno de Munietsus en ningún caso son semejantes a las del cordal de la Cordillera. Son parecidas pues comparten los mismos elementos (cabañas, praus y pastos comunales) pero las dimensiones de unas y de otras no son comparables, siendo las de aquí bastante más pequeñas y sin la importancia de aquellas. 

8/17/2021

El Monte y el guía de Munietsus 66

 

Detalle de una preciosa casa solitaria por debajo de Vitsacibrán, enfrente de Canáu. 29 julio 2019.

Estoy intrigado por unas "rozadas" que volando con Google se pueden ver, unas sobre Cornechal y otras sobre la Braña Lus Vatses y sobre otra brañina, en altitudes en torno a los 1700 m.s.m. Tal vez los aclarados estén relacionados con una repoblación forestal que se hizo en el Regueiro Terreiro hace pocos años con vistas a la posible recuperación del urogallo. Ya sabéis, rozar el terreno para que los árboles que se planten no tengan competencia durante un tiempo, pero las imágenes no permiten ver si están o no plantados.

Localización de las rozadas en Cornechal (en rojo) con una pista que va por Cacabiersu. La Braña Lus Vatses (en azul) y otra brañina, mi preferida (en negro). Foto Google.


Detalle de la rozada anterior. Ya hace años que no se siega la yerba y en la actualidad es una zona de pastos donde los subarbustos empiezan a volver a instalarse. Foto Google


Otra zona de rozadas en la sierra que divide Tsamera de Xinestosu. Foto Google.


Detalle de la rozada anterior. A la izquierda Braña Lus Vatses donde termina una pista. Foto Google.

Los árboles hace siglos que han desaparecido de estos terrenos serranos. Sin duda los hubo pues la altitud se lo podía permitir. En este piso biogeográfico las camperas no son permanentes pues las que sí lo son se dan a mayor altitud (prados alpinos). Ciertamente una vez creados, son más fáciles de mantener, pero la tendencia natural del terreno es la de mantener vegetales más exigentes y de mayor tamaño que la hierba, en unas series evolutivas de las que ya hemos hablado (dinámica forestal). Para detener esa dinámica había que rozar.

En las comunidades rurales las rozas tienen diferentes funciones. Solo hablaré de dos que crean paisajes semejantes a los aquí comentados. Una es la que acabamos de decir, rozar para mantener las camperas. La otra es una peculiar forma para la obtención de yerba y cuya antigüedad me es desconocida pero que se extendió con la llegada de los tractores y maquinaria moderna. En realidad es similar a la "cavada de borrones", pero no se utilizaba para semar centeno. Se rozaba con maquinaria los ganzos, escobas y demás subarbustos, que se quemaban para aprovechar las cenizas. Se abonaba, se araba y se semaba con semillas de hierba, la argana casera o incluso de compra. La peculiaridad es que esta hierba, ya crecida, se segaba y se almacenaba como la de los praus. Se hacía en terrenos comunales y su uso lo compartían varios vecinos, llegando a deslindarlos del terreno circundante cuando este se pastoreaba, para evitar que el ganáu entrara en él. 

Cavada de borrones.


Apero para arar las cavadas de borrones.

Yo vi usarse esta modalidad en Trescastru, junto a su braña de solano, tanto por debajo como por encima de la carretera que sube a El Puertu y el nombre que le daban era "pastizal" o su plural. Se abonaba sobre todo con mineral (supongo que más antiguamente se haría con cal) y solían utilizarse durante unos años y luego se dejaban como zona de pasto, seguramente para que el terreno se recuperase.

Pastizales de Trescastru. Foto Google.

Pero volvamos a la experiencia de "segador". Tras visitar el Monte´l Gatu y descansar unos días en Cangas, volví a Trescastru y con mi nuevo compa subimos pa Corros.

Allí sí éramos una auténtica cuadrilla. Seis o siete mozos, todos varones, de distintas zonas del concejo. Recuerdo que había dos de la zona de Las Montañas, algún portugués y uno o dos de pueblos cercanos, del L´Outeiru, ya algo maduros.

Pepe, para quien trabajábamos, estaba casi todo el día atareado con el ganado que tenía en las cortes y solo esporádicamente nos ayudaba. Era curioso verlo "engazar", abarcando mucho espacio con sus corpulentos brazos, pero dejando mucha yerba sin "apañar", pero claro como era el dueño nadie le decía nada.

La comida nos la hacía su hermana, casada con un tratante de ganáu de la zona de Cibea, que en verano se instalaba permanentemente en el pueblo para hacer de cocinera. Su marido subía de vez en cuando y se dedicaba a espiarnos para ver si cumplíamos con nuestro cometido, por lo que la mayor parte del tiempo estábamos solos.

Pepe tenía muchas vacas y a ellas se unían las que subía su cuñado, que lo hacía para engordarlas y luego venderlas a mejor precio. Creo que en aquella época aún vivían los padres de Pepe, pero ya eran muy ancianos. No lo recuerdo bien, puede que ya hubieran muerto porque yo ya había estado antes en casa de Pepe y volvería a estarlo más tarde.

Pepe era todo un personaje. Era enorme, muy corpulento, pero muy pacífico y hasta algo tímido, aunque como se enfadara podía ser algo tremendo. Recuerdo que una vez, durante otra de mis visitas a Corros, se enzarzó en una discusión con un nuevo vecino, alguien de fuera que había comprado una hacienda con todas sus tierras en el pueblo. La riña terminó cuando el otro le dijo: "¡bah, tócame los cojones!". Pepe abriendo sus enormes brazos le respondió "¿qui quei?, ¡ti lus arrancu!". Menos mal que estaban los de Trescastru y lograron sujetarlo porque si no creo que realmente se los habría arrancado.

Me contaban mis amigos que una vez había avistado un gatu montés subido en un árbol y como a él le gustaba mucho la caza y no teniendo a mano una escopeta, pacientemente había trepado por el árbol y cogido al animal por el pescuezo y sin importarle los arañazos del pequeño felino lo fue apretando hasta estrangularlo. Lo dicho, Pepe podía ser algo tremendo. 

En Corros para segar también había segadora, manejada precisamente por mi compa, y las gadañas se utilizaban muy poco porque Pepe solo trabajaba algunos praus, los mejores y más llanos, fueran suyos o no pues tenía permiso para hacerlo, respetando únicamente los del nuevo propietario. Sin más gente, lo que sobraba en Corros era yerba. Una hierba a medio camino entre la de Trescastru y la de El Puertu, no tan alta y gorda como la primera, ni tan pequeña como la segunda, pero sin duda excelente y "más fartona" que la del valle, como le habían dicho a mi padre en Rimolín.

En aquel tiempo ya no se apreciaban tierras de cultivo y eso parece darles la razón a los que creen que en estos altos pueblos, y Corros lo es porque está a 1270 m. s. m. ,no habría agricultura. Pero en el pueblo todavía se conservaba algún que otro orriu (hórreo) que como todos sabréis servían para guardar la carne, que aquí era abundante, si no también el cereal cosechado (hórreo viene del latín horreum que significa granero). Algo que se refuerza con la presencia de eras que demuestran la existencia, al menos, de centeno, nuestro cereal más esclavo.

Similar a Corros era Brañas.

Texto de Las Brañas de Krüger de 1944 donde describe Brañas d´Arriba.

La producción agrícola de Corros por supuesto que no era tan abundante como la de Trescastru, por poner una comparación, ya que este último es aún un pueblo de vega. Corros, a pesar de estar en el avesíu del valle de Naviegu, goza de una situación bastante soleada al situarse en un saliente de la vertiente de su vatse que mira al sur. Por su altitud, el ciclo vital de los vegetales cultivados es muy reducido, solo el verano, pero sí lo suficiente para cultivar centeno, fabas, patacas y hasta algún producto hortícola, no pudiendo faltar las famosas berzas, ingrediente básico del popular caldo o potaje.

Corros, en un saliente de la ladera de su valle. Julio 2020.

También en El Puertu, a 1525 m.s.m., ya hemos dicho que había restos de antiguos huertos y tierras cultivadas, en menor número que los de Corros. En realidad solo he conocido algún pueblo donde la agricultura era insignificante, como los pueblos altos del vecino Somiedu. En El Vatse (Valle del Lago) las huertas existentes son de tamaño liliputiense, pudiendo atravesarlas de un salto, con una docena de lechugas y un "puñáu"de patacas. Claro que esta es una visión actualizada, quizás retrocediendo en el tiempo las cosas fueran diferentes, aunque es significativo que los "teitos" (tejados) fueran de escobas y no de "patsa", como lo eran en ambas brañas y en Corros, amén de los situados más abajo. 

Un precioso ejemplo de teitu patsa, con un texto de Krüger hablando del tema.


Otro ejemplo de teitu patsa, combinado con gruesas tsousas en un anexo posterior.

Con todo Corros era eminentemente un pueblo ganadero y su origen, como el de Brañas d´Arriba y Brañas d´Abaxu, posiblemente sea el de una braña, donde habría recintos de piedra para congregar al ganáu, y pequeños cabanos circulares para el pastor, de ahí el nombre de Corros, donde la presencia de cabras y ovejas sería significativa.

Pese a la existencia de grandes y preciosas camperas, bastante restringidas a los antiguos nativos de la zona aunque con acceso a algunas de ellas, el problema más que de pastos para el ganáu era el acopio de la suficiente yerba con que afrontar el largo invierno, con seis meses de nieve y el ganado metido en las cortes. Ello implicaba la existencia de muchos praus, a lo que ayudaba el regueiro que hay en el vatse de Corros, que nace en las tsagunas cercanas a la cumbre. Pegado al regueiro y desde muy abajo (por encima de una especie de cascada) y hasta bastante por encima del pueblo, los había de regadío y luego cerca del pueblo los había de secano, ambos bien abonados pues tanto ganáu producía mucho cuitu.

En Corros no había alpacadora así que recogíamos la yerba suelta y la llevábamos en el tractor a tres o cuatro parreiros diseminados por el pueblo, situados encima de las cortes que Pepe utilizaba. Había que meterlas por unas entradas bastante estrechas y era una actividad realmente cansina. A forcadáus uno echaba la yerba desde el tractor al suelo donde otros la iban metiendo y luego dentro del parreiro había uno o dos más para esparcirla y retacarla. Y menos mal que la boca del parreiro estaba casi al nivel del suelo y no había apenas que levantarla. 

En Corros, como en Brañas, las casas se adaptaban al terreno y al estar este inclinado, la entrada al parreiro, que suele estar en la segunda planta, se hacía a nivel del suelo. Debajo de él, también sobre el suelo estaba la corte.


Aquí se aprecia claramente como el desnivel del suelo propiciaba dos plantas en altura de la casa o construcción.


Las casas de Corros ya tenían otro tejado pero en esencia seguían siendo las mismas, con una entrada muy estrecha al parreiro.

Hubo un día que se metió a llover y parecía que lo iba a hacer durante varios más. Todos los segadores marcharon, muchos tenían los coches aparcados en Brañas d´Arriba desde donde salía un camino que en nada bajaba a Vitsar y luego ascendía por el bosque del Monte´l Gatu hasta la ladera izquierda del regueiru de Corros en el que salía a descubierto y en otro suspiro llegar al pueblo. Mi compa de Trescastru y yo nos demoramos algo más porque Pepe tenía problemas con una goma y la cañería que abastecía de agua la casa y le estuvimos ayudando. A la tarde bajamos, andando igual que habíamos subido, pa Trescastru, donde pernocté pensando que al día siguiente tendría que bajar para Cangas hasta que el tiempo mejorara.

Me habían contado que algunos años agosto, el mes de la yerba en Corros, venía muy malo, teniendo que postergar la recogida hasta septiembre, un mal mes porque hay menos horas de sol y hace menos calor, tardando la hierba más tiempo en secar. El principal enemigo de la yerba es el agua, se puede segar aunque esté lloviendo, eso no la estropea siempre que a continuación vengan unos cuantos días de sol y calor.

Resulta que al día siguiente amaneció radiante, la tormenta había sido pasajera y allá que volvimos a subir a Corros y unirnos al resto de la cuadrilla, cuyos integrantes fueron paulatinamente reincorporándose.

La jornada en Corros era agotadora, al menos para mí.  Nos levantábamos antes de que amaneciera, tomábamos un cafetín con una galleta y al tajo. Luego hacía las nueve de la mañana ya desayunábamos una comida en toda regla, con tortilla y embutidos. La comida del mediodía y otra vez al tajo hasta que oscurecía. Cenábamos ya de noche y a la cama, que encima había que compartir con otro porque no había suficientes. Algo engorroso por la falta de espacio y el incómodo calor que despide un cuerpo a tu lado en aquellas calurosas noches

Aunque eso no importaba mucho porque era apoyar la cabeza en la almohada y quedarte frito y al poco oír la ya familiar voz de Pepe que en alto decía: "¡venga chavales, a levantarse!". ¿Cómo era posible, si parecía que hacía un minuto que nos habíamos acostado?. ¡Y pensar que había alguno que no dormía en toda la noche!. En concreto el paisano de L´Outeiru se escabullía muchas noches para ir a verbenas de pueblos cercanos y luego lo veías al día siguiente como si tal cosa, ¿cómo haría para mantener aquel ritmo?.

Era una persona muy conversadora si le dabas la oportunidad de serlo. Con él me enteré de lo que era "la parva", el peculiar desayuno de aquella zona y que antaño debía de ser generalizada en toda la región. Allí todavía se usaba y era similar al que hacíamos en Corros y consistía en una copa de orujo acompañada de unas galletas para engañar al estómago y ¡a rular!.

Cuando disponías de algún rato libre podías relajarte y disfrutar con las vistas y las sensaciones que estas producían: la imponente mole del Cuetu, la parte del Monte ´l Gatu que vierte contra el regueiru de Corros...Miraras adonde miraras podías flotar un rato sobre aquel valle, el más ancho de todo el concejo. Era una pena no poder disfrutar a fondo de aquellos caleidoscópicos atardeceres y amaneceres que solo de reojo llegabas a ver y del olor que entonces se elevaba del campo como un suave perfume.

En general las personas que vivían en las zonas altas del Naviegu tenían más contactos con los que vivían del otro lado de la cordillera que con los que lo hacían en las partes bajas del valle. La villa era otro mundo para estas sencillas gentes y solo bajaban a ella por necesidad, en casos de papeleo o cuestiones similares. Viviendo en un mundo tan aislado y alejado eran muy independientes y autosuficientes entre otras cosas porque no les quedaba otra que serlo. Nos comentaba el padre de Pepe que una vez se había roto una pierna, el médico estaba muy lejos, así que tuvo que arreglárselas por su cuenta. Él mismo se la entablilló, de forma muy rudimentaria: dos simples tablas, una a cada lado, sujetadas por unas cuerdas. "tiró palante" hasta que la rotura se soldó por si sola.

Para estas gentes la Cordillera solo era el monte más alto y no suponía ningún obstáculo o límite. En ella entraban em contacto y se relacionaban con sus vecinos de Tsaciana y era con estos con los que mantenían más intercambios. Esa convivencia cotidiana es la que explica las conexiones tan profundas, a todos los niveles, entre ambas zonas, nunca zonas de frontera si no de comunicación e intercambio mutuo.

Pero, como venimos repitiendo, la riqueza natural de la zona (Corros y pueblos altos del Naviegu-Cibea) con sus amplias camperas y lugares de pasto, no eran disfrutadas plenamente por sus habitantes. Muchas de las espléndidas brañas existentes no eran de su propiedad. Salvo algunas que eran parroquiales y otras que con el tiempo fueron comprando, la mayoría estaban en propiedad de antiguos señoríos que los alquilaban a La Mesta o a los Vaqueiros de Alzada. Ello explica que en estas zonas, tan aptas para la ganadería bovina, la cabaña ganadera de los autóctonos también fuera variada, contando con numerosas cabras y ovejas, como todavía lo recordaban Pepe y sobre todo su padre. Cuestiones estas que no se suelen tener en cuenta cuando se analiza el cordal de la cordillera, un mundo muy rico pero muy desigualmente repartido.

La importancia de cabras y ovejas queda atestiguada en esta corte, muy común en nuestra zona, con tres estancias, una para el bovino, otra para las cabras y una tercera para las ovejas.

A finales de los ochenta realicé una excursión por la zona de Xinestosu, en la alta cabecera del Cibea como ya hemos visto. Una zona a la que solo me había desplazado tres o cuatro veces, por estar muy apartada, por su difícil acceso y porque los autobuses, mi único medio de transporte, que solo llegaban hasta Sorrodiles, hacía tiempo que ya no realizaban esta ruta. Aproveché que mi amigo Jose estaba realizando un trabajo de fontanería en este pueblo. De común acuerdo, Carmen su mujer y yo decidimos aprovechar uno de los viajes. Dejamos al "pobre" Jose atareado con sus tuberías y salimos al monte, en dirección a los cutsáus que dan a los largos vatses de Tsaciana o al vecino Somiedu.

A media mañana y aprovechando una elevación para tumbarnos un rato al sol, quisimos fumar tranquilamente un pito pero resulta que se nos había olvidado el fuego. Nos acordamos entonces de un pastor que habíamos visto hacía poco y decidimos buscarlo, dando con él poco después. Como era de esperar al pastor no se le había olvidado el fuego y tras prender un cigarro estuvimos charlando un rato con él. No era de la zona, era de Extremadura y estaba al cuidado de un enorme rebaño de ovejas.

8/05/2021

El Monte y el guía de Munietsus 65

 

Primer vatse, bajando, de la veiga de Naviegu, el Regueiru La Friera, precedido por el pueblo de Naviegu (que no se ve) y coronado por la Ermita de La Madalena. Julio 2019.

Conecta el bosque de Canáu con las manchas arboladas de los pueblos de Naviegu, que sorprenden teniendo en cuenta el pasado de esta zona. El arbolado en Canáu se vio favorecido por su relieve abrupto, enclavado además en un pronunciado estrechamiento del valle general. Pero aquí el valle se ensancha enormemente, con una vega que es sin duda la mayor de todo el concejo. Es como un gigantesco hoyo, pues después el valle se vuelve a encajonar, como lo había hecho con anterioridad. En él se asientan los once núcleos, entre pueblos, pequeñas aldeas y caseríos, que conforman la parroquia de Naviegu y entre los que destacan Naviegu, Palaciu y Riegla de Naviegu, pegados a la fértil veiga y que eran los más ricos de todo el concejo antes de la llegada del "oro negro". Por algo daban nombre a todo el valle, desde Las Mestas hasta El Puertu: Ríu Naviegu. 

Ancha veiga aluvial de Naviegu. Foto Google.


Manchas arboladas en las vatsinas de Naviegu. Foto Google.

No es esta una valoración solo personal. Veréis, cuando yo era aún muy joven e intrigado por la fama que tenía en la Villa El Puertu (Tsetariegos), en donde se decía que incluso se podía esquiar sobre la nieve, decidí averiguarlo por mí mismo, aunque no lo hice en invierno, ni llevaba el equipo necesario para esquiar, algo que nunca tuve pues este deporte, o lo que sea, nunca me atrajo, entre otras cosas porque la nieve oculta el paisaje, lo uniformiza y lo hace monótono. Eso sin tener en cuenta el dineral que suponía su práctica, en aquella época los hijos de obreros no podíamos aspirar a ello. Era un deporte para, y perdóneseme la expresión, "pijos". "Niños pijos" como llamábamos los chavales del Corral, Santa Catalina y La Veiguitina a algunos de los hijos de las clases medias y pudientes (los que se creían el ombligo del mundo), que abundaban en la villa por la vinculación de esta con el sector servicios.

No recuerdo la ida, que seguramente realicé en la línea del ALSA que entonces realizaba varias veces al día el trayecto entre Cangas y Vitsablino, ni tampoco la impresión que me causó el lugar, pero sí recuerdo la vuelta. Una persona mayor se ofreció a bajarme en su coche hasta Cangas ya que él realizaba ese recorrido. Era una persona afable y amigo de la palabra y estuvo todo el viaje hablando. Él hablando y yo escuchando, con más atención cuando lo que decía me interesaba o sorprendía.

A la altura del "hoyo" de Naviegu y señalando a los pueblos de la veiga dijo: "y ahí están los pueblos más ricos de Cangas" y otros adjetivos elogiando la potencialidad económica de la zona. Su opinión era algo a tener en cuenta pues regentaba un negocio en la propia villa de Cangas, una tienda que surtía, no solo a esta si no a todo el concejo y zonas adyacentes a las que Cangas atraía como un imán, de género textil, prendas manufacturadas y calzado. Ya llevaba el carbón unos años cambiando la economía del concejo pero él conocía como había sido antes y como era entonces.

La amplia y feraz veiga de Naviegu, en torno a los 600 metros de altitud, había propiciado una potentísima agricultura, que constituía la base de su riqueza y que reorientándose contribuyó a un amplio desarrollo ganadero. Los pueblos de veiga de Naviegu no disponían de amplios montes como los que tenían otros lugares, aunque la ladera izquierda, que es la que ahora nos interesa, estaba surcada por brañas, con una e incluso dos por cada pueblo, distribuidas por las cuatro vatsinas que conforman su espacio. Pero el excedente agrario paliaba esa escasez de terreno de pastoreo y potenciaba una ganadería mucho más estabulada e intensiva que la de las zonas de montaña. Su cercanía a la villa y a la importante vía de comunicación del Puertu, acentuaba esa preeminencia.

La progresión valle abajo de Canáu ya conecta con las masas arboladas de Naviegu a través del Regueiru La Friera, el primer vatse bajando. Diciembre 2019.




Naviegu delante de la entada del Regueiru La Friera y de su castro el Castietso. Diciembre 2019.


Primer y segundo vatse del hoyo, Palaciu precede al segundo, el Regueiru Penas Negras. Julio 2019.


Regueiru Vatse´l Monte, Tercer vatse precedido por Riegla de Naviegu. Julio 2019.

 

Curiosa forma la de este vatse, Regeiru Vatse´l Monte, de Naviegu, parecido al de una gran corta aurífera. Foto Google. 

El aumento de la estabulación contribuyó a reducir la presión ganadera en esa ladera "zurda" del valle. Salvo la vatsina más baja de la hoya, en el resto se fue recuperando el espacio arbolado, beneficiado por el paulatino abandono de las brañas. En la actualidad esas manchas, separadas aún, están a punto de unirse y de constituir un amplio espacio forestal.

El cuarto vatse de Naviegu, el Regueiru Las Duernas, es el más desarbolado en la acualidad, seguramente por la existencia del pueblo de Folgueraxú en la ladera alta del valle. Diciembre 2019. 


 


Al Regueiru Las Duernas le sigue Pontarás, aún dentro de la hoya, y Murias de Pontarás, en donde El Curtinal de La Pica y su entorno constituyen los restos una grandiosa corta aurífera. Julio 2019.


La última gran masa forestal con personalidad propia de este valle de Naviegu es la del Monte Touzaque, por encima de Bimeda, donde el valle se vuelve a abrir mucho. Su cercanía a la villa hizo que lo visitara varias veces, andando, en bus e incluso en bicicleta. Cuando yo lo descubrí la zona que mejor aspecto de bosque presentaba era la superior, la que estaba por debajo del Picu Sigueiru, la mayor elevación que hay hasta la collada de La Chabola de Vatsáu, de la Sierra de San Tsuao. 

Touzaque, desde el Pico Sigueiru hasta Pontarás. Foto Google.



Parte superior de Touzaque, con un relieve quebrado y un suelo muy húmedo es donde el bosque está más desarrollado. Foto Google.

Ascendí por el mismo curso del regueiru que lo conforma, con algún desplazamiento hacia su ladera derecha por donde había buenos caminos, para visualizarlo mejor, parando en la zona que mejor aspecto presentaba. Adentrándome entre el arbolado fui descubriendo un bosque aún muy joven, sin ejemplares maduros pero en donde la alta humedad existente presagiaba un espléndido futuro. Todo el Monte tiene una orientación norteña, es un avesíu provocado por la doblez que el gran valle del Naviegu presenta en este lugar y que causa una menor insolación.

Recorrerlo me resultó muy fácil, algo que no se puede decir de todos los bosques jóvenes. Tuve suerte pues pronto di con los restos de una gran presa que lo recorría hasta algo por encima de la Braña de Bimeda y que resultó ser, lo descubrí más tarde, una herencia de la época romana: un canal de agua que abastecía a las varias cortas auríferas que hay en la zona. Andar por su borde y por el de otro a mayor altitud que encontré después, era algo muy fácil de hacer, recorriendo grandes distancias en poco tiempo.

Pero cada poco me paraba para observar y disfrutar de aquellos bellos parajes, solitarios y tal vez por ello reconfortantes, que te invitaban a fundirte con ellos, olvidándote de todo, incluso de lo que tenías pensado hacer; solo andar, con los sentidos funcionando al cien por cien, por antiguos caminos o monte a través, sin tener claro a donde ibas a parar, pues el destino, un destino concreto, no existía o no tenía importancia, porque como decía Machado: "caminante no hay camino, se hace camino al andar". Si no sabías donde estabas ¿qué importaba eso?, sabías que echándote hacia abajo acababas saliendo a la carretera o al pueblo de Bimeda. El resto del tiempo solo procurabas sentir, sentirte a ti mismo y a todo lo que te rodeaba, ¿hay quién dé más?

El arbolado de Touzaque está partido en dos por la Braña de Bimeda y las progresiones de esta hacia arriba y hacia abajo donde están instalados los praus de siega. El teso que separa las dos zonas también está desarbolado, provocado por un relieve menos abrupto que el resto, por su mayor insolación y su pasado ganadero vinculado a la cercana braña.

En los vatsigatos que hay después de la braña, a menor altitud pues solo llegan hasta el cerro que bordea el avesíu que ahora desciende rápidamente hacia el río, se recupera el arbolado. Si robles y bedules predominan en la parte alta son ahora los castaños los que lo hacen, con una masa monoespecífica en sus partes bajas. Desde la misma carretera que sube a El Puertu se puede apreciar este magnífico castañaléu, desde la salida de Bimeda hasta el caserío de Penetsada y el desvío al pueblo de Pontarás. Si deseáis andar algo os recomiendo parar junto a una solitaria casa situada por encima de la carretera al poco de salir de Bimeda. Bordeando la casa hay un buen camino que se interna por el castañaléu y que acaba subiendo a la braña. Yo lo descubrí de forma fortuita pero en sentido inverso, en una visita para inspeccionar más a fondo la explotación aurífera de la braña. No recuerdo por donde subí pero sí de la bajada, siguiendo un cómodo camino que me acabó sacando junto a la casa.

Parte inferior del Monte Touzaque, ya en otro vallecillo contiguo al de Bimeda, Mas afectado por las actividades ganaderas y por recientes incendios. Foto Google.

 La unión de ambas masas forestales, factible por una menor presión ganadera, sigue en el aire por la persistencia de uno de los mayores peligros que amenazan a nuestra vegetación: las llamas, como puso de relieve el voraz incendio que la zona padeció en el cercano 2017. ¿Qué sentido tienen estos incendios en una época en que ya no son necesarias zonas para pastorear?, destruyendo algo que nos pertenece a todos y que con su presencia pueden resultar un revulsivo para las zonas rurales, en una época en que la sociedad necesita espacios naturales.

Sería injusto en esta breve reseña sobre los bosques de esta zona del concejo no mentar los del Ríu Cibea, donde solo hablamos del Monte´l Sil, sin duda el más importante pero no el único. La siguiente masa arbórea en importancia se sitúa en paralelo a la del Monte´l Sil y como este también se halla en el avesíu, en este caso del curso principal del Ríu Cibea. 

Los avesíus del Arroyo de La Serrantina y del Ríu Cibea con importantes masas de arbolado con la categoría de bosques. Foto Google.


El avesíu del Ríu Cibea. Foto Google.

En esta zona, como en el resto del concejo, los montes estaban muy antropizados, pero aquí, igual que en el resto del cordal de la Cordillera, a la presión ejercida por las comunidades rurales circundantes se unía la de las ovejas merinas de La Mesta y la de los Vaqueiros de Alzada. Esta enorme presión ganadera solo permitía el desarrollo del bosque en lugares con un relieve quebrado y una orografía muy accidentada. El bosque primigenio se hallaría recluido en el Regueiro La Teichera, nombre que aparece en Google Maps pero que no sería el original. Tal vez Teixeira se acerque más a él y que aludiría a la existencia en él de teixus, algo que no pude comprobar porque solo lo recorrí por sus partes altas y además mi atención estaba centrada en el recorrido del canal de agua que abastecía la explotación aurífera de El Castro de Tsamera. 

Tramo inferior valle de Xinestosu. Foto Google.

Pegado a él, valle abajo, hay también un relieve quebrado con un enorme "encete" o mordisco en el terreno, producido tal vez por una corta aurífera, aunque quizás pueda ser de origen glaciar. Sea como sea los suelos son, además de pendientes, muy rocosos, por lo que el arbolado no podía desarrollarse plenamente. Se ve muy bien este agreste terreno desde Vitsar de Los Indianos, desde el foso o las dos elevaciones que constituyen el castro, o castros, de Entre los Castros de Sorrodiles, justo encima de la actual carretera y la antigua vía, en el teso que hay entre el Ríu Cibea y el arroyo que baja de Rabu de Asno (Arroyo de La Mesta). 

Idem anterior,

Mejora el arbolado sobre el cerro que sirve de divisoria entre el Ríu Cibea y el Arroyo de la Serrantina, con una notable progresión por este último, hasta cerca de Tsamera. La zona se llama La Mata, un topónimo muy frecuente en nuestro concejo. Sin ir más lejos en Naviegu hay un pueblo que se llama así. Hace referencia a un conjunto de árboles, normalmente robles. Estas comunidades rurales, como las del resto de nuestra tierra, combinaban agricultura y ganadería para poder subsistir, aunque el peso del segundo sector era mayor, bastante mayor. Pero también necesitaban madera, una materia prima imprescindible en las comunidades tradicionales por la amplia versatilidad que su uso ofrecía. Con esa finalidad se reservaban espacios donde el arbolado se desarrollara para así poder utilizarla.

La Mata estaba conformada por buenos robles y el uso de este nombre indica dos cosas: el terreno circundante estaría desarbolado y cierta antigüedad en su existencia, la suficiente para merecer un nombre diferenciador. Hoy día la antigua Mata ha desbordado su espacio original y habría que hablar más bien de Matona, su aumentativo, también frecuente por nuestros lares (como La Matona de Tonante en Munietsus). Un robledal joven pero muy denso con un gran futuro por delante. 

La Mata ha superado la pujanza que en su día poseyó, Progresando tanto hacia Tsamera como por encima de Vitsarín y el valle general del Cibea. Foto Google.

Volviendo al cauce del Cibea y valle arriba perdura, tras La Teixeira, un relieve abrupto y muy arbolado, al menos hasta media ladera, con mayor progresión del bosque por sus partes bajas. Luego en el Regueiro Terreiro el paisaje cambia notablemente. Muy antiguamente habría grades bosques, quizás hasta la cima de estas sierras (entre 1700 y 1900 m.s,n,m) pero el aprovechamiento humano del terreno lo transformó todo. Es como un mundo diferente, el reino de las brañas y de las camperas. Un paisaje también muy bello y que ofrece rincones de paz y de vistas espectaculares, donde podemos coquetear con el ensueño, La brisa que suele abundar en los altos también refrescara nuestro cuerpo, aunque por debajo el calor apura de lo lindo. 

A la izquierda del todo, donde finaliza un camino está la Braña Lus Vatses. Por arriba y hacia la derecha hay varias brañas más y un esplendido bosque. Foto Google.


Preciosas brañas y camperas robadas a un bosque que pugna por recuperarlas. A la izquierda Braña Lus Vatses. Foto Google.

Recuerdo haber bordeado el espacio que queda a la izquierda de Xinestosu (o derecha según se mire, en este caso mirando hacia el Ríu Cibea, hacia donde discurre), por Cornechal, el teso que divide Cacabietsu del Regueiro Terreiro.  Continuar por la sierra de deslinde con el vatse de Tsamera, el cordal de la Cordillera y los límites con Somiéu, hasta encima mismo de Xinestosu. Iba con mi hermano Naciu y un amigo de Trescastru, pero fue una excursión poco provechosa, más un ejercicio físico comprobando quien aguantaba más andando a toda pastilla que un deleite para el resto de los sentidos, pero algunas de aquellas grandiosas vistas y la sensación de casi flotar sobre los valles sí que perduran en mi memoria.

También me sirvió la excursión, cuando nos asomamos al vatse de La Serrantina, con una deslumbrante vista del Monte´l Sil, para descubrir una posible gran corta aurífera por encima de una braña de Tsamera y un gran embalse, una tsaguna, que recogía el agua de lluvia y del deshielo, situada en lo alto de la sierra y que parecía tener restos de canales en dirección a la corta. La gran altura del frente de corta con un espacio semicircular a sus pies, me hace pensar alguna vez en restos de erosión glaciar ya que estamos a mucha altitud, el frente de corta llega a cerca de 1700 m.s.n.m,, claro que en aquel tiempo estos temas no figuraban entre los que me interesasen.

En el Regueiro Terreiro también había algún bosquete, en  las laderas más avesías de sus vatsinas y en terrenos escabrosos. Había praus de riego en torno al curso del arroyo y sobre todo brañas, entre las que sobresalía la de Lus Vatses, una braña de bovino, con la mitad alquilada a los Vaqueiros de Alzada y la otra de uso local. Con todo las vacas respetaron más los bosques, lo que explica el raleado arbolado que poco a poco se va recuperando. Es el vatse de Cacabietsu y los de detrás de Xinestosu donde el arbolado brilla por su ausencia. Ahí los grandes rebaños de merinas y una nutrida cabaña ovicaprida local no dejaron crecer un solo árbol. Hoy Cacabietsu sigue siendo una enorme campera parcelada, con multitud de verdes prados, objeto de siega y recolección, pero el resto ha quedado para un pastoreo cada vez menos frecuente en donde los subarbustos están desarrollándose.

Hasta la entrada de Xinestosu se ha instalado el arbolado en la ladera izda del valle. Fijaros en el contraste entre las laderas avesías de las vatsinas y las de solano. Foto Google.


Arbolado en el entorno de Sigueiru que podría conectar con el Monte´l Sil. Foto Google.


Bosquecillos dispersos en los valles solanos de Cibea, unos grandes desconocidos para mí. Foto Google.


Arroyo de La Mesta con indicios de una prometedora regeneración del arbolado, siempre que los incendios lo respeten. Foto Google.


El vatse de La Mesta en proceso de colonización arbórea. Foto Google.


Sin incendios tal vez estas grandasse acabaran poblando de árboles en poco tiempo. Fondo del vatse de Valmayor. Foto Google.


Bosques de Parada La Vieja (Xunqueras) a la altura de los mejores bosques del concejo- Foto Google.

 

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