12/29/2021

El Monte y el guía de Munietsus 75

Visión de conjunto del Ríu Refuexu, el valle del medio de Munietsus. Foto Ástor. 29 julio 2017

Ya mencionamos el atajo que existía en Sextu Gordu para que la cuadrilla que limpiaba y acababa la senda pudiera acceder más rápidamente al trabajo. Pues bien aquí en el Serrón del Níu L´Aigla también tenían otro atajo. Este comenzaba abajo en Entramburríus di Murteiru, donde se cogía la antigua pista maderera que se internaba por el Ríu Refuexu. Una pista que era una delicia recorrer en aquellos tiempos porque estaba en perfecto estado. Además estaba más separada del río que su homónima del Ríu Tixeirúa. Se iba por la ladera izquierda del valle, con buenas vistas del avesíu, hasta que pasaba a la derecha por La Ponte Alta. Pronto se llegaba a Entramburríus de Refuexu, donde el valle se bifurcaba en dos y desde donde se veía un precioso bosque donde abundaban las fayas. Continuaba un poco, muy poco, por la misma vertiente derecha, ahora ya perteneciente al Ríu Las Gallegas, y de pronto se terminaba la pista.

Localización de los topónimos del Ríu Refuexu (partes bajas) y del Ríu la Candanosa (partes bajas)


El agreste cerro de El Serrón de las Berzas ya va siendo colonizado por el arbolado, un lento proceso al que aún le falta mucho. Foto Ástor. 29 julio 2017.


Cumbres del Ríu Refuexu, por detrás de Chanetos. La foto está hecha desde las Penas de Fonculebrera. 28 julio 2018.

Allí mismo en el río había un sitio por el que se podía cruzar sin mojarse pues habían puesto unas grandes piedras sueltas, saltabas a una, luego a otra y en un plisplás estabas en La Veiga Cruces, llamada así por que era este pueblo, Cruces, el que tenía arrendada esta braña. Te internabas entonces por Refuexu, por una senda bastante marcada. Contrastaban en este valle las dos vertientes, la derecha estaba ocupada por un denso bosque donde resaltaban enormes y altas fayas separadas entre si. Por contra la izquierda estaba en peor estado, más desarbolada y donde había vegetación esta era más baja. 

Refuexu, entre el Serrón de las Berzas y el Serrón del Níu L´Aigla. desde aquí no vemos el solano de la Vatsina Refuexu, aún muy desarbolada. Foto Ástor. 29 julio 2017.

Siguiendo, la senda pronto llegaba a la Vatsina La Yerba y te internabas en un avellanar. Luego la senda empezaba a zigzaguear vatsina arriba durante un buen tramo. Como el suelo era bastante malo, la senda estaba muy marcada y era imposible perderse o extraviarse. Más arriba el arbolado mejoraba bastante seguramente por que se libró de la matarrasa que afectó al espacio más bajo. Ya no muy lejos del cerro el atajo salía de la vatsina y conectaba con la senda larga. 

Este atajo lo utilizaron mucho para construir el último tramo de la senda larga que entonces aún no existía, desde debajo de la Braña Los Pradallos hasta la primera tsaguna de La Candanosa. De modo que hasta 1987 no quedó terminada y limpiada esta senda larga y la verdad es que sirvió de muy poco pues pronto fue prohibida, lo que demuestra la falta de previsión por parte de quienes dirigen la Administración, que tan pronto toman una decisión como otra.

Yo conocía bastante bien la primera parte del atajo, el que utilizaba la antigua pista. Ya antes de ser guía había subido algunas veces, estas con Permiso oficial, hasta La Veiga Cruces, tratando de localizar uno de los robles más anciano de todo Muniellos, cosa que conseguí gracias a las indicaciones que me había dado Segundo Cadenas.

La vertiente derecha del tramo de la pista, el avesíu, que era la que se veía desde esta, me recordaba el tramo de Tixeirúa desde Las Varas hasta la Veiga La Folgueirosa, bosques jóvenes pero muy densos, aunque el de este valle era algo mayor ya que se había talado en la década de los cincuenta, diez años antes que en Tixeirúa.

No recuerdo exactamente si fue durante mi primer año de guía o en los siguientes, visité esta zona de forma más continuada. Veréis, a mí me gustan mucho las avellanas y casi todos los años, cuando le compraba la miel a mi tío Gonzalo, este me regalaba una bolsa de ellas. En el entorno de su casa poseía algunos avellanos y las recolectaba. Pero aquel año, por los motivos que fuera, no habían dado ninguna. Pensando en como me podía hacer con ellas pensé en Muniellos. Había avellanos por todos sus valles y vatsinas, desperdigados unos de otros, pero abundaban sobremanera en los lugares donde se habían realizado las últimas talas, en la segunda mitad de los sesenta.

Desestimé los avellanares de Tixeirúa porque quedaban bastante lejos y la antigua pista ya estaba bastante mal, con muchos espinos. Los de Bisnuevo, por el contrario, me parecieron demasiado cercanos. Por su parte los del Ríu Las Fayonas me parecieron muy cercanos a la senda de Las Tsagunas y no era cuestión que los visitantes vieran al guía de Muniellos recolectando avellanas, ¿qué pensarían?...Recordé que en Refuexu, en la Vatsina La Yerba, también los había en gran número y opté por ese lugar, apartado y asumible en distancia.

Durante cuatro o cinco días acudí puntualmente a la cita. Localizados los avellanos, la verdad es que había muchísimos, miraba si tenían frutos y cuando los tenían me las apañaba para "agatuñar" (trepar) y recogerlos , o doblar las ramas y hacer lo propio. El único pero era que se trataba de una labor muy lenta porque los avellanos bravos tienen pocos frutos y muy separados unos de otros. Recogía el fruto, con todo su envoltorio (garrapietsu) y los metía en mi fiel compañera de aquellos tiempos, una bolsa de bandolera de tela verde de las que se se utilizaban en el ejercito. ¿Os acordáis de ellas?, hubo un tiempo en que se veían bastante, llegando incluso a venderse en el rastro de Uviéu. Muy baratas y resistentes. Cuando llenaba la bolsa, terminaba la recolección. Bajaba un trecho y en un tramo donde la senda estaba bastante marcada, con los pies dentro de ella me sentaba, a la vera de un precioso roble, a modo de compañero.

Allí empezaba a separar las avellanas de los garrapietsus para hacer más ligera y menos voluminosa la carga. Tiraba los garrapietsus hacia abajo, fuera de la senda, en un suelo cubierto de luzulas. La labor me ocupaba todo el día, pero lo daba por bien empleado. Llevaba hasta un bocata para comer.

Andar, trepar, respirar, beber agua de arroyos puros, observar, oír, oler, sentir...¿qué más se puede pedir?. Sentir la paz y la armonía que reinaban en aquel lugar, era algo que no tenía precio, un bonito lugar donde aprender a hermanarse con la pródiga naturaleza.

Un día mientras estaba separando las "ablanas" de los garrapietsus me sobresaltó un ruido, algo bajaba por la senda. Pronto apareció un chico algo más joven que yo, que se sorprendió al verme allí sentado, pensé que era la avanzadilla de un grupo, pero no, venía solo. Tras saludarnos le pregunté que hacía tan lejos de la ruta normal de Las Tsagunas y me contesto que había encontrado en la primera laguna una senda muy marcada y que había decidido seguirla. Le pregunté si conocía el Monte y me dijo que no, que era la primera vez que venía a Muniellos. Yo le dije que había tenido suerte de coger el atajo porque si hubiera continuado por la senda larga posiblemente no llegaría de día a Las Tablizas, el me dijo que sí había visto un cruce de sendas pero sabiendo que Las Tablizas estaban valle abajo había optado por coger la que bajaba. Buena respuesta, pensé, pero de todos modos su actitud había sido muy temeraria, actuando así es fácil acabar perdiéndose en el monte pues, muchas veces, hay sendas que no tienen continuación y acabas metido en pleno monte sin saber como poder salir de allí, en cuyo caso lo más sensato es desandar lo andado, volviendo por donde has venido. Aventurarse monte a través sin conocer el monte es aún más peligroso, y más en montes tan grandes como Muniellos, y te puede costar Dios y ayuda salir del atolladero.

Finalmente se atrevió a preguntarme quién era yo y le contesté que era el Guía de Muniellos, quedó asombrado y dijo: "¡eres Luis el guía!, ¿el que estuvo viviendo en un pueblo abandonado?". Entonces el que quedo asombrado fui yo, porque el chico me era un completo desconocido. "Bueno" dije "yo nunca he llegado a vivir en un pueblo abandonado, a lo más ,que llegué fue a estar una semana en uno, en El Curralín".. Le pregunté que cómo sabía esas cosas si no nos conocíamos. Resulta que él era de la  Cuenca y que un conocido suyo, sabiendo que iba a ir a Muniellos, le había hablado de mí. Entonces me acordé de un amigo mío, compañero de Universidad, que era de la Cuenca Minera y con el que había comentado la "estancia" en El Curralín. Pero hacía mucho tiempo que no nos veíamos y no sabía cómo se había enterado de mi labor como guía en Muniellos.

Estuvimos charlando un rato y le dije que le diera recuerdos de mi parte al amigo común. Al despedirnos le comenté que siguiera la senda y que cruzara el río por las piedras y que una vez en la pista la siguiera hacia abajo.

Esta actividad recolectora sobre avellanos silvestres me recuerda la que realizaron nuestros ancestros del Aziliense y el Asturiense, que también recolectaban tsande y otros productos silvestres y que combinaban con la caza de ciervos, corzos, xabariles... justo antes de la llegada de la economía productora neolítica (agricultura y ganadería).

La Edad de oro del avellano silvestre en nuestra tierra se dio durante el Periodo Climático Boreal, el segundo del Holoceno después de la última glaciación. Vuelven a subir las temperaturas y las precipitaciones que propician un gran desarrollo de los avellanares, que se expanden por todos lados y que incluso colonizan zonas muy agrestes comportándose como pioneros de la colonización arbórea. Ellos y los abedules dominantes desde el periodo precedente, el Preboreal, son los que colonizan los suelos rocosos y pedregosos dejados por la glaciación, creando algo de suelo sobre el que se van instalando especies más exigentes como los robles. Son precisamente los robles los dominantes del paisaje en la siguiente etapa climática, el Atlántico, recluyendo a los avellanos a espacios más pequeños y húmedos. A pesar de todo los avellanos seguían siendo bastantes frecuentes.

Esta progresión natural, provocada por cambios climáticos, parece que ha quedado grabada en la memoria vegetal. En la dinámica forestal la etapa regresiva de un robledal, por ejemplo después de ser talado y que no consigue rebrotar de raíz o de semilla, es muchas veces la de un avellanar. Cierto es que también contribuyen otros factores: la tala no afecta a los avellanos existentes pues no tienen volumen maderable, pudiendo luego expandirse ante la falta de competencia...Del mismo modo la etapa progresiva de un avellanar siempre concluye con la instalación de un robledal (o un faéu si se da el caso). Esto se aprecia muy bien en Muniellos donde, como hemos visto, los mayores avellanares se instalan en las últimas zonas taladas a matarrasa: comienzos de Bisnuevo, vega de Tixeirúa en su vertiente derecha, partes bajas del Ríu Las Fayonas y Refuexu-Vatsina la Yerba.

Las avellanas, como todos sabréis, proceden del avellano (corylus avellana). Todos conocemos la imagen típica de un ablanu silvestre, más cerca de un arbusto que de un árbol, pero ello es debido a que es un vegetal muy antropizado. O sea, nunca le hemos dejado crecer a su aire, siempre hemos extraído de él sus largas varas o sus fustes para hacer mangos de herramientas y diferentes tipos de cestas. Esas continuas podas nunca le dejaban crecer como un árbol, o sería mejor decir arbolillo. 

Hojas de avellano con un tacto rugoso por ambos lados y de buen tamaño. 1 noviembre 2017.


Para los no muy habituados la hoja puede confundirse con la de una tsamera (ulmus glabra), aunque sin la disimetría de esta. 1 noviembre 2017.

El avellano es una especie monoica (ambos sexos se dan en la misma planta). Los amentos (flores masculinas) son muy visibles, alargados y salen mucho antes que las hojas, a principios de primavera.


Las flores femeninas, como suele ocurrir en el reino vegetal, apenas si se ven, estando ocultas en las yemas (esos bultitos de donde saldrán las ramas y las hojas). 1 abril 2018.

Supongo que también sabréis que las avellanas silvestres difieren bastante de las que producen los ablanus mansos (injertados). Tienen una cascara muy dura, son pequeñas, con una forma que recuerda a la de un supositorio y con un fruto muy reducido. Su sabor es un poco más amargo, pero son perfectamente consumibles. Las avellanas "domésticas" son algo mayores, con una forma más redondeada, su cascara es menos dura, su sabor más dulce y su fruto mayor. Es posible también que haya ablanos mestos, sobre todo en las inmediaciones de los pueblos, donde mansos y bravos se pueden cruzar, dando unas ablanas a medio camino entre ambos tipos.

Ablanu  con una buena cosecha de ablanas, a pesar de que estas no se ven muy bien en la foto. 20 julio 2021.


Avellanas creciendo, aún era julio. y posiblemente mansas al estar en el borde de un camino cercano a núcleos habitados.


Ablanas bravas (izda) y mansas (dcha)


Avellanas bravas, aunque posiblemente de un ablanu mestizo. Las bravas puras son aún más pequeñas y duras.


Ablanas mansas mucho más redondeadas. Las de Mual son pequeñas.

 

Fruto interno y cáscaras de las ablanas.

Romper la cascara de un ablanu silvestre es complicado, con el típico cascanueces es muy difícil. Yo cuando realizaba excursiones de varios días solía llevar una buena provisión de ellas, pero antes las cascaba para no perder luego el tiempo haciéndolo. Y como siempre había alguna silvestre lo hacía sobre una piedra, con un golpe seco y contenido porque si no se machacaba y se mezclaba la cascara con el fruto. Un golpe con otra piedra destinado solo a romper la cascara, pero las silvestres se resistían y las tenías que golpear varias veces. Luego sin separar nada, las metía en una bolsa y listo. Posteriormente las iría separando sobre la marcha,  a medida que las iba consumiendo, o al final de cada jornada.

En los últimos años de estudiante en Uviéu, uno de mis compañeros de piso era de León y me llamó mucho la atención unas avellanas que consumía y que eran de su pueblo. Eran muchísimo mayores que las que yo consumía y además su cascara era muy fina y a veces las podías quebrar con la simple presión de los dedos. Su sabor era bueno, pero a mí me gustaba más el sabor montaraz de las ablanas de Mual y además cuando las masticaba evocaba sensaciones gratificantes de contacto con la naturaleza.

También recuerdo que en Cangas algunas veces, no muchas porque el dinero no abundaba, con mis amigos comprábamos unas avellanas torradas (asadas) que vendía una señora a la entrada de la sala de fiestas y del cine. Sabían de rechupete.

La gran ventaja que poseen las avellanas, igual que otros muchos frutos secos, es el de su conservación, pueden durar algunos años, lo único que pasa es que su parte comestible se reduce, arrugándose, a medida que pasa el tiempo, pero en compensación también se vuelven más dulces. Pero para ello es imprescindible un buen secado. Sin él se enmohecen y quedan inservibles. A mí me pasó alguna vez, en algunas salidas si la época era propicia, pongamos septiembre, solía recoger alguna avellana, si las había. Me daba igual que fueran silvestres o de avellanos injertados. Las metía en una bolsa de plástico con la idea de sacarlas luego en casa para que se secaran. Pero en ocasiones, por los motivos que fueran, se me olvidaba hacerlo. Pasado un tiempo y cuando reparaba en ello, las sacaba, pero ya era tarde, estaban perdidas.

En los pueblos, los frutos secos solían tenderse en el parreiro, sobre suelos de madera, donde no llegaba la yerba. Había que esparcirlas muy bien. Los parreiros suelen tener bastante aireación y nada de humedad y pasados unos meses, si los roedores no descubrían el "cubil", los frutos ya estaban secos y se podían juntar en recipientes grandes, normalmente sacas de tela que traspirasen, nunca en recipientes herméticos. Las familias más pudientes o los que dispusiesen de ellos realizaban todas estas labores en los orríus, junto a parte de la producción agraria y la matanza. 

Las avellanas también se pueden comer en el momento de la recolección, están muy ricas y son como más lechosas, o incluso cuando se están formando, aunque no hay que pasarse pues el fruto puede ser aún muy pequeño, pero abriendo una se sale de dudas. 


12/15/2021

El Monte y el guía de Munietsus 74

"Camín de Munietsus". Con la pista hormigonada antes de ser asfaltada. Noviembre 2.000. 

Creo que ya va siendo hora de retomar el trazado de la senda larga que iba a Las Tsagunas de La Candanosa. La habíamos dejado, hace ya infinidad de capítulos (cap. 22) junto al regueiro Pradallos, en el vatse del medio del Monte (Ríu Refuexu), enfrente de la buena arboleda, un robledal con numerosas fayas, que hay hasta El Serrón Los Pradallos y que se prolonga por la ladera derecha del Regueiro Trousín, mayormente por debajo de la senda. 

Reproducimos la localización de los topónimos del Ríu Las Gallegas y Refuexu. Partes altas.

A partir de aquí la senda se vuelve realmente cansina, con una sucesión de largas bajadas y empinadas subidas, que no se hacen tan alegremente como se había hecho el duro zigzagueo de Penas Negras. Ya llevamos muchos kilómetros sobre nuestras piernas y habrá que tomárselo con más calma.

Atravesamos el primer vatse del Regueiro Trousín (el que baja del Portelín). Valle arriba resalta un inmenso tseirón que llega casi hasta la cima de la sierra y que se desplaza hacia la vatsina doble que precede a la Vatsina La Pena y cuyo nombre, que seguro que lo tiene, me es desconocido. A este fondo de valle, desde El Portelín hasta el Pico´l Serrón del Níu L´Aigla, los de Oumente le llamaban "A Feilía".

Pasamos un poco por encima de la unión de esas dos vatsinas y por un robledal de buena densidad atravesamos la Vatsina La Pena y la vatsina La Braña de Las Gallegas por sus partes más altas y en nada llegamos al Serrón de Las Berzas, el segundo cerro más agreste de todo el Monte Munietsus, una auténtica cresta rocosa, totalmente desnuda en su parte superior, contra la sierra, y en su parte inferior, justo hasta encima de La Veiga Cruces.

Aumente y Aladino de Farruco, los dos guardas forestales que entonces patrullaban la Reserva, fueron los improvisados "capataces" que sobre el terreno encauzaron las labores de la cuadrilla de mozos que abrieron la senda. Esta parte del Monte no era de las que mejor conocían y por si fuera poco recibieron presiones de sus superiores por terminar cuanto antes la dichosa senda. Solo sabían donde estaba parada la senda y el destino final al que tenían que llegar. El trazado desde debajo de La Braña Los Pradallos hasta la primera tsaguna se lo debemos a su pericia, sin apoyo de topógrafos ni técnicos de ningún tipo.

No sé si el trazado de la senda se pudo hacer algo más llana en ese tramo, tal vez sin tantas prisas lo hubiesen podido hacer. Con gran tino hicieron pasar la senda por un trozo arbolado existente en la misma cresta del Serrón de Las Berzas y por una gran llanada existente en el Regueiro Las Berzas, algo que les facilitó enormemente el trabajo a realizar y a nosotros nos permitió descubrir un precioso rincón.

Era una grata sorpresa, tras haber pisado los espacios desarbolados y secos de Pradallos y Trousín, llegar al robledal que precedía y se instalaba sobre El Serrón de Las Berzas. Y tras este la sorpresa se transformaba en admiración: una enorme hondonada que repleta de robles y fayas conformaba un paisaje de ensueño, que justificaba por si sola los esfuerzos realizados y los que aún nos esperaban. Era puro placer volver a ver robles y fayas de buen tamaño coqueteando entre si, entremezclados los unos con las otras, con unas temperaturas más suaves que las del entorno y un ambiente mucho más húmedo y refrescante. Todo un Gusto para los sentidos.

Casi me atrevería a ponerle un nombre a este delicioso lugar y que seguramente sería el real. Veréis, más abajo de La Vatsina La Braña Las Gallegas hay otra vatsina cuyo inicio casi roza la hondonada y que tiene el nombre de Vatsina Chanón de Las Berzas. El Chanón de Las Berzas sería precisamente el nombre de la hondonada. No lo incluyo entre los topónimos reales porque no tengo constancia de ello, siendo solo una suposición mía. 

Ríu de Refuexu, el valle del medio de La Reserva, con la localización de el Chanón de Las Berzas. 27-julio 2018.

Supongo que ya habréis intuido el origen de El Chanón de Las Berzas, la base de un pequeño circo glaciar que la vegetación contribuye a enmascarar y que se reproduce a mayor escala en la siguiente vatsina, La Vatsina Refuexu. En esta por encima de la senda hay una zona llaneada, de mayor extensión que el cuenco de Las Berzas, la base de otro circo graciar, cuyas paredes están bastante arriba. Y más arriba tanto de esta vatsina como de Las Berzas vuelve a haber restos de esta erosión glaciar. Todo rodeado por un enorme tseirón, que se prolonga vatse arriba, vatse abajo e incluso por la ladera izquierda. 

Regueiro Las Berzas, arriba cortados circo, abajo cuenco. Foto Google.


Refuexu. Foto Google.


Restos circo Vatsina Refuexu. Foto Google.


Fuexu (circo glaciar) de la Vatsina Fuexu. Foto Google.

Son los fuexus, que tanto debieron impresionar a nuestros antepasados ya que repitieron varias veces este topónimo: Vatsina Refuexu, la que sube hasta la misma sierra, Refuexu, desde la unión de la Vatsina Refuexu con el Regueiro Las Berzas, Entramburríus de Refuexu y Ríu de Refuexu. Fuexu o fuejo su versión castellanizada es un topónimo muy frecuente en toda Asturias y siempre alude a un hueco en el terreno de cierta envergadura. Pero también admite matizaciones, por ejemplo en la zona de Besullo y Las Montañas también llaman fuexu a entrantes en el terreno a modo de pequeñas cuevas, que no dejan de ser pequeños huecos, en este caso verticales.

La vegetación seguía presente en el entorno de la senda hasta el centro de La Vatsina Refuexu, con robles y unas fayas con grandes copas. Arriba, peleando con los tseirones se veían los infatigables bedules con su lenta pero imparable colonización. De repente todo cambia, la ladera izquierda de la Vatsina Refuexu es la que  peor arboleda posee de todo el valle del centro de Munietsus, debido a que está delimitada por El Serrón del Níu L´Aigla, sin duda el cerro más rocoso y agreste de todo Muniellos, más aún que el anterior Serrón, el de Las Berzas. Su situación en pleno solano contribuye a ello y además el sustrato es muy rocoso y aflora continuamente. Aquí la colonización avanza muy lentamente, entre otras cosas porque el abedul no hace acto de presencia. De todas formas la situación del cerro mejora muchísimo en las vatsinas y vatsigatos que posee.

Lógicamente la senda también se ve afectada y continua siendo muy tortuosa, con continuas subidas y bajadas. En tramos de ladera bajaba y cuando atravesaba un vatsigato, aprovechando la presencia de árboles más o menos grandes que amortiguaban los suelos y sobre todo "la calor", ascendía zigzagueando. Y así hasta salir al cerro en un lugar previsto por Aladino y Aumente que conocían la existencia de un profundo tajo en el crestón del cerro, que les ahorraría mucho trabajo.

Pensando en este tajo me gustaría comentaros algo relacionado con la interpretación del paisaje, o al menos de alguno de sus elementos, como venimos y seguiremos haciendo al describir los terrenos por los que discurrimos. 

Mi relación con lo castreño no finalizó con la conclusión de la tesina. Durante un tiempo continué con las prospecciones, a veces de forma fortuita, sin programación previa. Me explico, ya siendo guía realizaba muchas veces el tramo de La Venta (Ventanueva) a Cangas y viceversa. Unas veces bajaba para luego desplazarme a Uviéu o a otros sitios de Asturias por motivos laborales. Otras para ir a León para estar con mi compañera o simplemente para bajar a la villa y estar con la familia y algunos colegas. Y casi siempre mi horario no coincidía con el de los autobuses ALSA, que además habían empezado a reducir sus servicios ante el auge que estaban cobrando los automóviles particulares.

Decidí utilizar un sistema que había descubierto en Uviéu en mis años de estudiante. Allí cuando querías desplazarte a Xixón, a ver el mar o a lo que fuera, no utilizabas el autobús. Muchos compañeros-as de universidad eran de Xixón y tenían que ir y volver todos los días y raro era, yo por lo menos no conocía ninguno, el que disponía de un coche. Entonces ¿cómo iban y volvían?, pues haciendo autostop, o "haciendo dedo" como decíamos entonces. Ibas al comienzo de la autopista y te colocabas al final de la cola, había veces que delante de ti había quince o veinte personas, extendías el brazo y levantabas el dedo pulgar...Y curiosamente funcionaba y enseguida paraba un coche que te llevaba.

Apliqué este sistema para subir a Ventanueva o bajar a Cangas, algo totalmente novedoso en estos lares. Y también funcionaba, lo que ocurría es que a veces, la mayoría, no conseguías hacer de una tirada todo el recorrido, uno te llevaba hasta La Riela, allí volvías a hacer dedo, otro te llevaba hasta Cibuyo y así. Y si nadie paraba pues andabas un rato sin dejar de hacer dedo cuando pasaba algún coche. A veces me dejaban en algún punto que no conocía a fondo y andando veía cosas que me llamaban la atención y que rápidamente inspeccionaba, llegando a descubrir algún nuevo yacimiento aurífero.

En el Monte Munietsus no tenía nada catalogado en la tesina. Pero había varios topónimos relacionados y por experiencia sabía que estos casi nunca mentían, Así que decidí investigar uno de ellos. En aquel entonces yo aún no conocía todos los topónimos que con el tiempo he logrado reunir, pero este sí lo conocía: la Vatsina Los Castros. Al tratarse de una vatsina pensé que podía tratarse de una explotación aurífera a cielo abierto. Le dediqué no menos de tres excursiones. 

Comenzaba por abajo, por donde intuía que estaba el desagüe de la vatsina, desfigurado y nada marcado en un terreno muy rocoso, y luego iba ascendiendo describiendo zetas que abarcaban toda la vatsina. Entonces el Monte aquí estaba muy desarbolado, e incluso el matorral y los subarbustos estaban poco desarrollados y rara vez se interponían ante ti obligándote a cambiar de rumbo. Pero había que ir con mucha precaución pues el suelo era muy rocoso y muy quebrado y en ocasiones para salvar algún desnivel tenías que dar más de una vuelta. Pero siempre acababa en El Serrón del Níu L´Aigla sin haberme encontrado con algo significativo, así que lo dejé pensando que por primera vez la toponimia mentía.

El desengaño que sufrí me hizo dejar de lado otras prospecciones que tenía previstas. Antes de Penas Negras había otro topónimo interesante: Vatsina Castietsu. No menos interesante eran Los Castros del Serrón, un tesín conformado al final del Serrón del Níu L´Aigla, justo encima de Entramburríus di Murteiru. También deje de lado El Mulín del Moro, situado en la vega del Ríu Tixeirúa, un pelín por debajo de la Vatsina Lachada.

Pena Castietsu muy cerca del Tesu L´Armadina y Vatsina Castietsu, en el borde de Penas Negras. 26-julio 2016.


Una imagen más diáfana de La Pena Castietsu y su vatsina en las partes altas. 29-julio 2017.


Los Castros de El Serrón al final de este crestón, donde abundan los tesos. 27-julio 2018.

 

Los Castros de El Serrón más en detalle. 27-julio 2018.

Otros lugares que en su momento relacioné con posibles explotaciones auríferas, como dos grandes hoyos existentes al lado del Pozu´l Pielago, por encima de este y de la pista u otro que hay en un cerro más abajo, creo que se trata de labores vinculadas con la explotación forestal. No todos los troncos y rollas que se cortaban se almacenaban en el entorno de la serrería de Las Tablizas. La vega aluvial de Las Tablizas es relativamente amplia pero resultaba insuficiente para albergar todo lo que se cortaba en el Monte. Además las cortas se realizaban en momentos puntuales, no a lo largo de todo el año. Por diferentes puntos del Monte existían pequeños almacenes al aire libre donde se almacenaban los troncos, en espera de ser llevados a las sierras. En estos puntos se había allanado, más o menos, el terreno para que cogieran más rollas, tuvieran mayor estabilidad y fuera más fácil su traslado a los camiones, situándose dichos rellanos por encima de la pista. El traslado, a diferencia de las cortas, sí se podía realizar durante casi todo el año.

Otro sitio que vinculé con un pequeño lavado superficial aurífero, al final de la explanada de Las Tablizas, en la parte que da contra la central hidroeléctrica, creo que fue producida por una rotura en el canal de madera que llevaba el agua a la central y que al salir el agua en tromba provocó un relieve similar al de pequeñas excavaciones.

Más recientemente y acordándome de la Vatsina Los Castros pensé lo tonto que había sido, ¿por qué había enfocado toda mi atención sobre minería aurífera?, ¿por qué no podía tratarse de un hábitat castreño?. Lo cierto es que no lo había desechado por la altitud, sin ir más lejos el del Picu Sigueiru, en la Sierra de San Tsuau, sobrepasa los 1.500 m. de altitud y el cercano de Vatsáu, considerado por algunos como un establecimiento militar romano, se acerca a esas cotas. Había desechado esta posibilidad por el hecho de que me parecía imposible que en un medio tan boscoso pudiera haber un hábitat castreño. ¿Qué tipo de comunidad habría osado construir su hábitat en un medio tan hostil y tan lejos de todo?. 

Serrón del Níu L´Aigla con la localizacion del posible castro de la Vatsina Los Castros. 27-julio 2018.

A día de hoy me inclino por esta posibilidad. El citado tajo bien podía tratarse de un foso que aislase la parte inferior de la parte superior del cerro. Además esta parte inferior conformaba un pequeño teso antes de que el cerro cayera en picado, con buenos desniveles por esa parte y por sus lados. Es decir, presenta muchas de las características de un castro. Yo mismo me había subido a su parte más elevada, una explanada rocosa que se prolongaba hacia abajo con algo de inclinación, pero lo había hecho para tener mejores vistas, sin detenerme a mirar si había restos de cabanas o de muros. 

Vatsina Los Castros coronada por un posible castro. 27-julio 2018.


Detalle de la parte superior de la Vatsina Los Castros y del posible hábitat. 27-julio 2018.

Si se trata de un castro, que es por lo que me inclino actualmente, ¿de que época sería?. De época romana me parece muy difícil pues se encuentra lejos de minas y de vías de comunicación importantes, perdiendo así su posible sentido. Más bien cabe pensar que sea de época prerromana. Sería interesante que se prospectara a fondo para poder confirmarlo con más seguridad.

Creo que la relación entre el ser humano y el Monte Munietsus es más antigua de lo que se viene creyendo. Un hecho contribuye a obnuvilarnos la visión histórica. Desde la adscripción del Monte al mayorazgo de la Casa de Toreno, no hay constancia de la existencia dentro del espacio ocupado por el Monte Muniellos de núcleos de población estables. Solo Las Tablizas y el caserío que lo precedió pueden considerarse como tales, encontrándose, además, en su entrada. El resto del Monte siempre se consideró como un lugar deshabitado y boscoso y esta visión se amplió a épocas protohistóricas y prehistóricas. Es la leyenda boscosa de Muniellos, muy agradable y bella pero que es eso: una leyenda. Como ya vimos con las brañas existentes dentro de Munietsus esa visión quedaba muy matizada y ahora tenemos que preguntarnos ¿estuvo Muniellos siempre deshabitado?. No disponemos de pruebas arqueológicas que confirmen su poblamiento y además los gestores del Monte parecen no estar dispuestos a que se realicen prospecciones y excavaciones. Prefieren seguir vendiendo, sobre todo a la UE, la leyenda del bosque primigenio. Pero la verdad es la que es y Muniellos es muy grande y posee buenas vegas y amplios espacios susceptibles de aprovechamiento ganadero por lo que me resulta muy extraño que nuestros ancestros de época castreña, o incluso de antes, no se interesasen por él y se estableciesen aquí.

12/01/2021

El Monte y el guía de Munietsus 73

 

Dos brañas del entorno de Munietsus, en primer término La Veiga´l Pumar de Oubachu. Al fondo Fontuteiru de Mual. Foto hecha desde las veigas del Puerto del Counio. Noviembre 2.000

No he mencionado la cabana, o cabanas, otro de los elementos esenciales de cualquier braña. Cuando yo visité, repetidamente, la braña de mi pueblo, a finales de la década de los setenta y principios de los ochenta, esta ya llevaba unos cuantos años abandonada. Lo hice por conocer la mítica braña de la que tantas veces había oído hablar durante mi infancia, aunque en aquel momento lo que más me deslumbraba y atraía eran los grandes espacios arbolados y era a los que más tiempo dedicaba mi atención.

La braña era algo insignificante en comparación con aquel mar arbolado de Bisnuevo y los océanos de Tixeirúa, La Candanosa, Refuexu, Decutsada...sin olvidarme de los de Rengos. Observándolos, el tiempo se detenía y mi mente flotaba por aquellas inmensidades boscosas. Enorme rival para algo tan pequeño como La Braña Fontuteiru. 

Rellano de Fontuteiru. Por debajo se notan los restos de una pista por la que se sacaron las fayas de las cortas de Pires a mediados del siglo XX. 27-julio 2018.

Además los recuerdos de la braña ya están muy difuminados en mi mente. Sí recuerdo un espacio algo allanado, con algo de repecho contra un lado y contra abajo y en él restos de las tres cabanas que decían los papudos que había allí. Restos de tablones en avanzado estado de descomposición y debajo de algunos de ellos lo que parecían ser los cimientos de antiguas paredes de piedra, todo en dimensiones muy modestas.

En el pueblo ya nadie se acordaba de que las paredes fueran pétreas, todos hablaban de tablones y una cubrición de escobas y tapines y de uso exclusivo del pastor, para dormir en una de ellas y protegerse de las inclemencias del tiempo. Pero ¿por qué de madera y por qué tres cabanas en lugar de una sola?, el régimen de vecera que se utilizaba en las brañas estivales solo requeriría una cabana para el pastor o pastores, dos a lo sumo si eran jóvenes.

Pero la última versión que conoció la braña no tiene por qué ser la que hubo anteriormente. Un incendio había quemado la cabana de piedra de La Fulgueirina o de La Veiga Vieja y fue entonces cuando se construyeron las tres cabanas con cimientos de piedra y tablones como pared aquí en Fontuteiru. No sabemos si antiguamente había en esta braña alguna cabana de piedra, ni tampoco la edad que tiene la propia braña. Por un lado La Braña de Fontuteiru es una braña nueva, en contraposición a La Braña Vieja del Tesu´l Páxaru (el nombre vieja solo tiene sentido si hay algo nuevo) y la construcción de las cabanas también es reciente. Pero por otra parte el nombre "Braña de Fonte Otero" aparece en documentos antiquísimos, lo que de alguna forma certifica su existencia ya en esas épocas.

Lo lógico es suponer la existencia de las dos brañas desde época antigua y que en tiempos más recientes la reactivación de La Braña de Fontuteiru y la construcción de las tres cabanas en ella, justifiquen la consideración de nueva.

Con todo las brañas estaban muy unidas ya que la distancia física entre ambas era pequeña y tal vez la cabana de piedra de La Veiga Vieja sirviera para las dos. Una buena senda comunicaba Fontuteiru con La Veiga Vieja, que continuaba después hasta La Veiga La Chunal y La Fulgueirina. Allí conectaba con un buen camino que continuaba por toda la sierra, con una nueva senda que bajando por La Crespona llegaba a El Cutsáu. 

Brañas estivales de Mual, de izda a dcha: La Braña Fontuteiru, La Veiga Vieja, La Veiga La Chunal-La Fulgueirina, (La Crespona) y El Cutsáu. Foto Luis Pazos Franco. 2.017 

Que fueran de madera y no de piedra como las tradicionales hay que relacionarlo con una época en la que las brañas iban teniendo menor importancia debido al aumento de la estabulación, y con el ahorro de esfuerzo en su construcción. Fue una medida de urgencia, para salir del paso e ir tirando. Se utilizaron toscos tablones para, al menos, no mojarse o morir congelado. Incluso se planeó subir uralitas para ponerlas como tejado y dicen que una de ellas sí se subió.

Entonces nadie conocía los peligros de la uralita, una mezcla de cemento con amianto, que era conocida con este nombre porque así se llamaba la empresa que la fabricaba en España. Todos sabréis los peligros del amianto, un producto altamente cancerígeno y que se había utilizado ampliamente, desde trajes antiinflamables hasta pararrayos y , como no, uralitas. Se prohibió el uso del amianto y de sus mezclas y a la uralita le llegó el turno en 2002. Pero hasta entonces su utilización estuvo muy extendida, sobre todo como tejado (placas lisas u onduladas), como en el caso de la braña. Era relativamente barata, poco pesada y fácil de instalar.

Todavía en la actualidad es frecuente ver viejas naves, muchas de ellas abandonadas, cubiertas con este material. Se prohibió su fabricación y venta, pero a las ya instaladas se les permitió que siguieran estándolo durante su tiempo de vida, estimado en treinta o cuarenta años. Su retirada, en cualquier caso, debe ser realizada por una empresa especializada, cuyos operarios deben ir embutidos en una especie de escafandra para evitar que inhalen el polvo que pueda desprenderse de las placas durante su manipulación, ya que son altamente tóxicos (penetran por las vías respiratorias debido a su pequeño tamaño y se instalan en los pulmones, llegando a provocar graves enfermedades e incluso cánceres. Nadie sin protección adecuada puede manipularlas.

Así que algo habrá que hacer con la uralita de La Braña de Fontuteiru, si es que aún está entera o en pedazos pero localizables. Quizás dar parte al SEPRONA para que la Administración proceda a su retirada, porque la empresa especializada en su retirada cobra por ello, y bastante.

Y si alguno de vosotros-as tiene uralita en alguna instalación no se os ocurra intentar retirarla por vuestros propios medios, ni dejarla instalada porque la uralita se irá descomponiendo y desprendiendo sustancias altamente contaminantes. No os quedara otra que preparar una fuerte suma monetaria y ver que empresa puede retirarla. Si conocéis a alguien que todavía la tenga, informarle del peligro que ello supone.

No penséis que se trata de una broma, es la dura y cruda realidad. Debería ser la empresa, que se forró con su venta, la que corriera con las costas de su desinstalación, o en su defecto la Administración, por haber permitido su venta. Al final, como siempre, es la gente corriente la que acaba pagando el pato.

Volviendo a lo que ahora nos atañe, la existencia de más de una cabana, cada una de un diferente vecino, puede relacionarse también con esa etapa final en la que el ganáu que se subiera a la braña sería reducido y solo lo harían tres vecinos, cada uno con su cabana ya que el régimen de vecera ya no se utilizaba. El vecino que subiera sí vigilaría al resto del ganáu pero para dormir y protegerse utilizaría su cabana.

La importancia de La Veiga Vieja y La Braña Fontuteiru no solo radicaba en ellas mismas. De alguna manera eran como un campo base de las brañas que Mual tenía en Munietsus. Los ecosistemas de Mual, y de todo su entorno, no permitían la existencia de grandes camperas. La tendencia natural del monte, allí donde el suelo lo permitía, era la formación de bosques. Debido a la altitud no había ecosistemas subalpinos donde matorral y camperas se reparten el terreno. Las camperas eran pequeñas y más bien eran camperinas y las otras zonas de pasto eran pequeños claros arrebatados costosamente al arbolado. 

Fontuteiru, en rojo, y La Veiga Vieja, en negro. 28-julio 2.018

Sus pequeñas dimensiones fueron compensadas, solo en parte, por una mayor abundancia de brañas. Cualquier zona, con un mínimo de condiciones, podía ser una braña. Entre la estivales predominaban las situadas en retsanus (como la de Fontuteiru y La Veiga Vieja) y cutsáus de la sierra (La Veiga La Chunal-La Fulgueirina) y de sus ramales cuando estos eran de cierta envergadura (El Cutsáu). En hondonadas naturales, más bajas que el terreno de los lados, con un espacio llaneado en su centro y donde era frecuente la existencia de alguna fuente, siendo una zona más húmeda, que tras ser desarbolada, "queimada" y sembrada con grana permitía la existencia de una campera, el campo base de la braña estival. y luego, claro está, el acceso a zonas de monte, más o menos desarbolados, con presencia de mas pastos y de productos susceptibles de ramoneo.

Sin llegar al número tan elevado de pueblos como Valdebóis, donde había un total de catorce brañas (contando las equinocciales) en 1500 hectáreas, todos los pueblos de la zona, con monte, tenían siempre más de una braña estival. El ganado no estaba todo el verano en el mismo lugar, cada braña era visitada de forma periódica, estando más o menos tiempo en ella, en función de sus características y disponibilidades y cuidando de visitar primero las situadas a menor altitud, dejando para el final las más elevadas.

Esas son las señas de identidad de las brañas estivales del entorno de Munietsus, similares o parecidas a las de otras zonas de media montaña y diferentes a las de alta montaña. Lo más característico y peculiar de las de aquí quizás sea su alto número y la existencia de un gran monte privado como Munietsus, con numerosas brañas arrendadas por los pueblos cercanos.

Desde La Veiga Vieja y Fontuteiru el ganáu se llevaba primero a El Cutsáu (1269 m.), ya dentro del Monte Munietsus, en la collada que hay entre el Pico La Crespona (1445 m.) y el Pico Tsuis (1339 m.), un ramal interior de la sierra, sin continuidad que tras descender por el Tesu L´Armadina acaba en La Pena L´Armadina, al lado del Ríu Munietsus.

Ya en el capítulo dedicado a las brañas de Munietsus hablábamos de la peculiar cabana de esta braña, pero no habría que descartar la existencia de una similar a las del resto del Monte, de piedra y que se dejara de reparar cuando la braña empezó a usarse menos, levantándose la "tipi" india para salir del paso, hasta su abandono.

Era una buena braña, con una excelente fuente del lado de Bisnuevo. Aprovechaba la chanada de El Cutsáu, la suave loma hasta el Pico Tsuis, el Rechanu Cutsáu y el ancho teso de La Crespona. Todo ello desarbolado y con frescos pastos.

La última braña en utilizarse cada verano por los papudos era, lógicamente, la situada a mayor altitud, situada en la sierra donde deslinda Munietsus, que aprovechaba varias vaguadinas o cutsáus entre El Cabrón y el Pico La Crespona y que se prolongaba luego por la misma sierra, en la zona de Tsumbón, a la que también accedían vacas de El Pueblo de Rengos, procedentes de la Braña de Riumulín y de La Veiga Las Rundietsas (dos de sus numerosas brañas: La Brañuela, Veiga La Faya, Campubraña, El Chanu Lus Bueis, por solo citar las de Riumulín). Zonas todas ellas de excelentes pastos, favorecidos por buenos suelos sobre una sierra alomada, de ahí el nombre de Tsumbón, repetido en varios puntos (Vaguada, Pico, Pozus), aunque en la progresión hacia la vertiente de Munietsus el terreno ya era más pendiente. La cabana estaba en La Fulgueirina, un poco por encima de los 1400 m., aunque el nombre de la braña le viene de la cercana, a su vera misma, Veiga La Chunal donde estaría la campera mayor.

Por último es probable que Mual contara con otras dos brañas, una dentro de Munietsus, La Veiga Bisnuevo, y otra en el Monte Oubachu, en su deslinde con Munietsus, La Brañina, en Decutsada, pero no voy a repetir aquí lo que ya he dicho en otra parte.

La primera braña de Mual en ser abandonada posiblemente fuera la de El Cutsáu, enclavada en su totalidad dentro de Munietsus. Desde el cambio de propietarios del Monte Munietsus, a principios del siglo XX, el fin de las brañas que había en él parecía algo inevitable. Los nuevos propietarios solo querían explotar la madera y las brañas con sus amplias zonas de pastoreo solo podían suponer un obstáculo. Las brañas de altura no suponían, en principio, ningún problema pues las posibles cortas era difícil que llegaran tan arriba. Pero las de veiga sí que lo podían ser.

Con todo, el parón que sufrieron las cortas durante buena parte de la primera mitad de la centuria, alargaron la vida de las brañas o al menos de algunas de ellas. Luego el proceso fue imparable y la empresa propietaria consiguió que la Administración prohibiera el pastoreo dentro del Monte.

La Braña de El Cutsáu seguramente se abandonaría antes de esa prohibición, al encontrarse relativamente cerca de Las Tablizas que era desde donde irradiaban las cortas, al estar allí instalada la serrería de reciente construcción. La prohibición de la década de los cincuenta del pasado siglo afectaría a la braña de La Fulgueirina-Veiga La Chunal. El ganáu de Moncóu, Mual y El Pueblo seguiría pastando el alto de la sierra, zona de deslinde, en recorridos esporádicos, pero la braña como tal tuvo que abandonarse.

Estos abandonos fueron provocados por decisiones ajenas a la voluntad de las gentes de los pueblos afectados. Mual perdía así sus dos mejores brañas estivales lo que provocó una reactivación, sobre todo, de la Braña de Fontuteiru ya que La Veiga Vieja era de pequeño tamaño y perdía sus progresiones hacia Munietsus, pasando así a un segundo plano. Se construyeron las tres cabanas de tablones y seguramente se amplió la extensión de su campera. Sería también en esta época cuando se reactivaría el pastoreo en las cercanas partes altas de Reiduz (Tesu Gordu, Chanu´l Tsázaru). Fue entonces cuando los papudos empezaron a considerar nueva la Braña de Fontuteiru, contraponiéndola a La Veiga Vieja, quedando en su memoria como la braña por excelencia del pueblo, transmitiéndonos a los más jóvenes esa idea. 

El Tesu´l Páxaru. Un poco por encima del penacho de niebla estaba La Veiga Vieja. 27-julio 2018.

Pero el "esplendor" de Fontuteiru fue de corta duración, perdido su papel como intermediaria con las antiguas brañas de Munietsus, la braña, por si sola, resultó ser bastante mediocre, incapaz de abastecer a un número elevado de cabezas de ganáu, por lo que su importancia decayó. 

L´Outeiro de Fontuteiru visto desde Valdepila al lado de Mual. 29-julio 2.018.

El abandono de las brañas situadas dentro de sus montes responden a otras motivaciones y están íntimamente relacionadas con las transformaciones que se estaban dando en la ganadería a nivel global y que podemos resumir en el paso de una ganadería orientada a la producción de carne a otra donde lo que se buscaba era la leche, que gozaba entonces de un amplio mercado. Las brañas de Mual, tanto las primaverales como las estivales, solo eran aptas para ganáu destinado a los mataderos a donde llegaba abastecida por tratantes de ganáu que lo compraban en ferias o directamente al productor.

A estas brañas solo se podía llevar ganáu seco. No daban leche porque si la dieran esta no se podría aprovechar. Su rentabilidad se basaba en poder venderlas. Por contra las vacas lecheras necesitan estar mucho más estabuladas, con esporádicas salidas a praus y pascones cercanos. Solo las brañas equinocciales podían ser compatibles con la ganadería lechera, pero estas como ya vimos eran muy reducidas. Además la amplia pradería del valle, a la que se sumarían nuevos praus de secano robados a terrenos hasta entonces cultivados, era suficiente para una ganadería plenamente estabulada. Las brañas perdían así su funcionalidad, pero no desaparecieron del todo pues la carne también tenían demanda. 

Vista de la localización de Fontuteiru (rojo) y de La Veiga Vieja (negro). 27-julio 2.018.

La mayoría de los campesinos optaron por la producción de leche. Las centrales lecheras proveían al ganadero de "lecheras", unos grandes recipientes metálicos donde se depositaba la leche, que periódicamente eran recogidos por la misma empresa. Yo no lo vi en Mual, donde pronto desapareció la economía agraria, pero estando de cartero rural en la zona de Vitsablino-Murias de Paredes, pude conocer instalaciones ganaderas mucho más evolucionadas. El ganadero depositaba la leche de sus vacas estabuladas, alimentadas mayormente con productos de la zona, en enormes tanques isotérmicos, totalmente higienizados y donde se controlaba milimétricamente la temperatura para el mantenimiento de la leche en óptimas condiciones. La instalación y mantenimiento de esta infraestructura corría a cargo del propio ganadero. Las que yo conocí vendían la leche a una quesería de León, que de cuando en cuando la recogía en camiones, también isotérmicos para mantener la cadena de frío. No sé en que acabaría la cosa porque algunos ya se quejaban de que la empresa llevaba varios meses sin pagarles.

Curiosamente el sector ganadero, saturado de leche y de sus derivados merced a las modernas granjas lecheras, ha experimentado, desde hace ya unos años, una vuelta a la preponderancia de la carne y a una diversificación de la cabaña ganadera con caballos, bueyes...cuya carne dicen que es más sana, si bien el vacuno sigue siendo el preponderante.

El golpe definitivo a las brañas está relacionado con el impacto provocado por la minería del carbón y más en nuestra zona, en cuyas inmediaciones están las principales cuencas carboníferas del occidente asturiano. La minería lo trastocó todo y supuso el fin de la economía tradicional. Numerosos campesinos pasaron a ser mineros. En un principio no se abandonaron del todo las actividades agrarias, solo se desprendieron de aquellas que les robaban mucho tiempo. Desplazarse con el ganáu a las brañas era una de estas últimas. Se redujo la cabaña ganadera y el ganáu pasó  a estar estabulado del todo, si es que ya no lo estaba entonces.  

 

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