2/15/2022

El Monte y el guía de Munietsus 78

Observando el estado de los castaños en Pías (Zamora). Foto Ástor. 24 junio 2018.

 Pero la cosa no quedó ahí, al año siguiente Gonzalo me tenía preparada una sorpresa. Creo que yo le había comentado la posibilidad de vareixar algún castaño para conseguir más arizos, pero la cosa quedó sin definir. Volvimos a pañar castañas al castañaléu de Las Brañuetas y cuando yo pensé que íbamos a coger arizos y hacer como el año anterior Gonzalo me dijo "este año vamos a coger los arizos en otro sitio". Era la segunda pañada del año, tras acabar volvimos a Mual y después de xantar juntó las cestas y dos pañaderas y sacó una vara de vareixar que no sé como consiguió.

Por encima de su casa y hasta la carretera que sube al Counio, en Penafaque donde brotaba una buena fuente, en un terreno pendiente, Gonzalo había conseguido aterrazarlo y llenarlo de árboles frutales. Era un mago en el arte del injerto, conseguía en el monte pies de frutales silvestres, mayormente manzanos, y en esos pies, más resistentes y adaptados al clima de la zona, injertaba ramas de frutales mansos. Tenía una variedad enorme de manzanos, había ablanus mansos y bravos. perales, ciruelos, zreizales...Encima de la carretera tenía otra finca, una alargada franja de terreno. En ella contra una esquina, donde afloraba bastante la roca, tenía unas cuantas colmenas de abeitsas, dispuestas a diferentes alturas y en pleno solano. Eran mayoritariamente truébanos aunque tenía alguna colmena moderna.

Entre El Carreiro (un atajo para subir del camino del pueblo a la carretera o antiguamente al Curtinal D´Espina) y la curva del fondo están los dos terrenos de Gonzalo. 30 julio2020.

 

Esquina del terreno de Gonzalo por encima de la carretera con truébanos pa las abeichas. 30 julio 2020.

En la otra esquina de la franja había un castaño y hacia él nos dirigimos. "Este lo injerté yo hace unos años, es joven pero ya lleva dando castañas algunos años, el año pasado ya daba buenos arizos y este año, ¡fíjate!, parecen mejores aún" y cogiendo la vara me la acercó y dijo "ya puedes empezar a vareixalo, procura no romperle muchas ramas".

La escena podía ser cómica, aunque yo me lo tomaba con la mayor seriedad del mundo. Nunca había vareixado, sabía que había que hacer vibrar la vara, pero una cosa es decirlo y otra bien distinta es hacerlo, pero bueno pronto empezaron a caer arizos, pero también trozos de ramas. "No te pongas nunca debajo de donde menees la vara, vareixa de lado" me decía Gonzalo, y lo decía con razón, pues que te caiga una castaña en la cabeza pasa, pero un arizo o una rama...Luego Gonzalo me turnó, a él la vara le obedecía mejor que a mí, aunque también rompía alguna "cana". Por suerte pudimos vareixar todo el castaño desde el suelo y no nos llevó mucho tiempo.

Tan emocionado estaba con lo que hacíamos, debíamos ser los últimos vareixadores de castaños pues esta práctica hacía ya muchos años que no se realizaba, que no me había dado cuenta de un detalle que entonces me vino a la cabeza: teníamos arizos, pero ¿y la corripa?, allí no había ninguna corripa. Gonzalo me dijo que podíamos improvisar algo que se le pareciera y utilizamos una pequeña hondonada que había en el terreno y que ampliamos algo con ayuda de un azadón. Luego recogimos todos los arizos y alguna castaña suelta y los metimos en el hoyo, tapándolo algo con hojas y ramas.

Al recoger las castañas sueltas pude comprobar que eran diferentes a las del castañaléu de Las Brañuetas. Estas eran de un color cobrizo más claro y parecían ser un pelín más pequeñas. Se lo comente a Gonzalo y él me dijo que unas eran "de paré" (o parede) y otras eran "rapuca", pero no me acuerdo de cuál de las dos eran aquellas. También me dijo que había muchas más clases: "calva", "pagano"...pero que todas sabían muy bien, o por lo menos eso era lo que la gente de antes decía porque a él en particular las castañas no le entusiasmaban mucho.

Al estar tan cerca de su casa, Gonzalo iba todos los días por allí y les echaba un vistazo a los arizos, de paso que iba a ver los truébanos de las abeitsas, ya que estas últimas sí que constituían su verdadera pasión y no escatimaba esfuerzos por velar por su seguridad. Recuerdo acompañarlo varias veces, aquí o al cortín que llevaba en La Rebotsa de Reiduz, en la época de los "enxames" (cuando una reina nueva sale con todo su séquito para constituir un nuevo grupo). En ocasiones el "enxame" (enjambre) volaba lejos y se perdía. Para conseguir que se posara allí, Gonzalo llevaba a cabo una especie de ritual que a mí me sorprendía y que admiraba al mismo tiempo. A intervalos regulares hacía entrechocar dos piedras planas colocadas en sus manos al tiempo que recitaba como un canto: "pousa pousa pousa milana pousa", repitiéndolo una y cien veces. Y lo cierto es que funcionaba y muchos enxames se "pousaban" allí. Entonces Gonzalo les colocaba a la vera un truébano vacío, alzándolo de un lado para facilitar la entrada y volviendo a entrechocar las piedras les repetía  "casa nueva, casa nueva" hasta conseguir que el enxame entrara. Otras veces Gonzalo, con gran mimo, las recogía en una falsa colmena y las trasladaba a su nueva casa. Nunca vi a Gonzalo utilizar ninguna protección contra las abeitsas, andaba entre los truébanos y las colmenas con una total seguridad y que yo sepa nunca le picaron.

Recuerdo cuando pisamos los arizos pero no recuerdo el volumen de esta cosecha, pero sé que volví a comer castañas asadas durante otra temporadina, y fueran rapucas o de paré estaban... dejémoslo en riquísimas. 

Gonzalo también me contó algo sobre las castañas que a mi padre se le había olvidado. El acceso del campesinado a las castañas no quedaba solamente adscrito a los propietarios de castañaléus. Finalizadas las tareas de recogida de todo lo vareixado, cualquier persona podía entrar en el castañaléu y recoger las castañas que hubieran podido quedar. Se iniciaba "el rebusco". La presencia de numerosas hojas en el suelo hacía posible que bastantes castañas estuvieran ocultas, y rebuscando a fondo se podía obtener una cantidad relativamente apreciable. Esta práctica que se hacía extensiva a muchas tierras de labranza una vez extraído el fruto, es según mi opinión la herencia que queda de una época en que todo el terreno era comunal y en donde no existía la propiedad privada.

Pero además de por su fruto, los castaños también se cultivaban por su madera, y para esto no hacía falta injertarlos ya que el bravo era incluso más apreciado y producía rollas más rectilíneas. El castaño es ,probablemente, el mejor ejemplo de lo que se llama "monte bajo", monte en el que los árboles nacidos de semilla, que son el "monte alto", son talados pero que rebrotan de su tronco o de su raíz. Es la reproducción vegetativa que poseen numerosos árboles. Al talar un castaño, de su pie surgen un montón de nuevas guías, muchas de ellas dejándolas crecer un tiempo podían servir para hacer tiras para los cestos y dejándolas crecer más tiempo para postear en las minas, antes que el pino y el eucalipto las suplantaran. Pero lo más utilizado desde antiguo era seleccionar una guía y eliminar el resto, esta acababa creciendo hasta constituir un árbol que volvería a ser talado y así sucesivamente. El castaño también se reproduce por "estaquilla" que consiste en plantar ramas que aún no estén lignificadas, para que echen raíces y originen así un nuevo árbol, aunque en realidad y al igual que los injertados son clones, idénticos a los progenitores de los que proceden.

Tradicionalmente se ha venido considerando que fueron los romanos los que introdujeron y expandieron el cultivo del castaño por la Península Ibérica y que estos a su vez los habían tomado de los refugios de Asia Menor donde habían sobrevivido a la última glaciación. Hoy sin embargo sabemos que hubo más refugios en la Europa Meridional, entre otros tres en Italia y el que mencionábamos de la cornisa cantábrica, y en esos refugios sobrevivió el castaño, por lo que su origen es anterior al inicio del Holoceno también en el Occidente como demuestran los restos polínicos y fosilizados hallados.

En el Holoceno, como el resto de árboles, iniciaría su recolonización. Pero no debía ser muy abundante a juzgar por los restos encontrados. Hay incluso quien cree que los castaños de la Europa Occidental son nativos del Noroeste de la Península Ibérica. Como quiera que fuera lo que sí es claro es que su expansión se produjo en épocas relativamente recientes, con un considerable aumento en la Edad Media, abarcando los siglos XI al XVI, épocas en las que los restos polínicos encontrados aumentaron de forma notoria, y lo hizo mediante injerto, para aprovechar su fruto, o mediante monte bajo, para aprovechar su madera.

En la actualidad, en la cornisa cantábrica, que es, con mucho, la zona donde es más abundante, la desaparición del aprovechamiento de la castaña, y por tanto del injerto, ha originado un asilvestramiento  de sus poblaciones y una degradación, por abandono, de los castañaléus mansos, condenados a una pronta extinción, hecho agravado por la extensión de tres plagas que ponen en peligro la supervivencia de este árbol.

Hace ya unos cuantos años, de excursión con mis hijos, que entonces eran muy pequeños, y mi mujer, por Cantabria, justo por debajo del fayéu de Saja, nos internamos por un bonito valle hasta que llegamos a un pueblo que dominaba toda la cabecera. Sé que había algo especial en aquel pueblo pero no recuerdo de que se trataba. Lo que realmente atrajo mi atención fue el estado de la vegetación del monte. El monte estaba casi en su totalidad arbolado pero debido a la distancia me resultaba difícil saber cual era la especie dominante. Pero lo más llamativo era la existencia de un buen número de árboles secos, muy evidentes porque no tenían corteza y su blancura los hacía resaltar. Decidí acercarme más a ellos para ver de que se trataba. Fuera del pueblo y de los lindes de una finca los tuve a  la vera, eran castaños, algunos de buenas dimensiones. Unos estaban totalmente pelados, sin corteza y sin hojas, muertos pero aún en pie. Otros todavía conservaban parte de su tronco cubierto y algunas ramas con hojas y en otros el proceso se estaba iniciando y ya presentaban algunas ramas secas, pero predominaban los que aparentemente estaban sanos, sin ningún síntoma de decadencia. ¿qué estaba pasando allí?. Enseguida deseché la posibilidad de un incendio, no había manchas negras por ninguna parte y el suelo estaba aparentemente normal, además algunos, como uno que tenía delante, estaban situados en sitios donde ningún incendio hubiera podido llegar, al borde de muros y caminos sin restos de vegetación que hubieran permitido un fuego.

Más tarde me enteré que había varias plagas causantes de esta mortandad: el chancro y la tinta del castaño, a las que se ha unido una de aparición más reciente, la avispilla del castaño. Las dos primeras están causadas por hongos y la tercera por un insecto.

El chancro ataca las partes aéreas del árbol. Aprovecha heridas o picaduras de insectos para atravesar la corteza e instalarse en el tronco o en algunas ramas. Pronto aparece una zona de color pardo amarillento, se resquebraja la corteza y aparecen como pústulas de color amarillo anaranjado. El hongo corta los vasos conductores de savia cuando se instala en todo el contorno, la parte superior se seca y muere. Parece haber un remedio biológico contra este mal, eso sí solo en nuevos árboles. Consiste en inocular otras cepas del mismo hongo, que no destruyen el árbol y, por el contrario, sí destruyen el chancro. Algunos castaños, ya injertados, que se compran en la actualidad, ya vienen con esta inoculación, tardando unos años en salir el hongo "bueno" que evitara la instalación del "malo". Se recomienda, como medida preventiva para evitar su expansión, la desinfección de las herramientas que se utilizan para tareas contra la poda, poda que debe ser además muy cuidadosa porque a través de los cortes se pueden introducir esporas del chancro. 

Castaños enfermos en Aliste, seguramente afectados por el chancro ya que algunos intentan rebrotar de la parte inferior del tronco. 15 junio 2019.


Castaños enfermos, Aliste 15 junio 2019.


Castaños atacados por el chancro, entre un nuevo viñedo que ha utilizado estacas de castaño para elevar las uvas del suelo mediante alambres. Entorno de Cangas. Foto Ástor. 30 julio 2017.

Por su parte la tinta está provocada por hongos ficomicetos que se encuentran entre la materia orgánica del suelo y que atacan las raíces del árbol. Las raíces absorventes se ennegrecen y se secan. Como las raíces no se ven hay que estar atento a sus efectos en la parte aérea del árbol: puntas de las ramas que se secan, amarillecimiento y caída prematura de las hojas, aborto de frutos...Si la infección continúa y ataca el cuello de la raíz, sus efectos serán visibles porque en la base del tronco, la corteza se agrieta y se cae fácilmente, viéndose una sustancia de color negro característico (tinta). Esta plaga no tiene remedio.

La avispilla del castaño es una avispa de origen asiático que introduce sus larvas en las yemas del árbol. Al desarrollarse dichas larvas provocan un gran daño en el interior y acaban provocando la muerte del árbol. La proliferación de agallas (esas bolas con las que el árbol trata de defenderse y en donde encierra a la larva para aislarse de ella) es su característica principal. Contra la avispilla hay un remedio biológico pues tiene un depredador natural animal, pero la Administración no autoriza su suelta masiva porque no está segura de que no provoque daños colaterales. 

Agalla en una hoja de roble. Las agallas tratan de aislar al intruso para minimizar sus daños. Julio 2021.

No entraremos en otras muchas plagas que afectan a las castañas porque en principio no suponen una amenaza para la supervivencia de la especie.

Enorme castaño con ramas secas, pero tal vez debido a su edad. Pías.


Castaño frito por las plagas. Flechas (Aliste). Foto Ástor. 15septiembre 2018.


No es Tsaciana tierra de castaños por su altitud, pero hay algunos. Este de Caguatses D´Abaxu aún estaba sano y hermoso en julio de 2020.


Mismo castaño en julio del 21 con las plagas haciendo de las suyas.

En Mual, como en otros muchos pueblos, había buenos castañaléus mansos. Unos estaban a la vera misma del pueblo y otros algo más alejados. Predominaban en el avesíu, más que nada porque el solano siempre estuvo más utilizado por los papudos, aunque también los había, eso sí en pies sueltos, bordeando algunas fincas. En este solano, aprovechando las vatsinas existentes ocupaban las partes más húmedas, destacando el de La Veicietsa, aunque aquí la mayor parte pertenecían a Oubachu, que casi llegaban hasta la media ladera en altura de la vertiente derecha. Se ve muy bien este castañaléu subiendo por la recientemente mejorada pista que sube a Oubachu. Igualmente los había en el Regueiru Calechu, También en su vertiente derecha, en zonas no ocupadas por los praus, llegando incluso algunos ejemplares sueltos hasta Burducéu. 

La ladera derecha de la Veicietsa posee un buen castañaléu. 30 julio 2021


Impresionante castaño en la Carril D´Espina. 29 julio 2020.


Detalle del castaño de La Carril D´Espina. 

Castaños entre la arboleda autóctona del Regueiro Calecho. Julio 2020.


Últimos castaños junto al célebre cortín de Cadenas. Julio 2017.

Pero era en el avesíu del valle donde estaban los mejores, ocupando una alargada franja, separada un tanto el río porque al castaño no le gustan las xeladas, que va desde los bordes del curtinal de La Chalga hasta un poco más arriba de Tachurrosu. Quizás el de La Pumariega-El Funtanón fuera uno de los mayores y de los mejores, como demuestran las enormes corripas cuyos restos aún se pueden ver. Pese a estar casi a tiro de piedra del pueblo, los arizos con su preciado contenido iban todos a la corripa pues ¿dónde iban a estar mejor?. También los había en el vatse de La Cutsada, por debajo de Carcaladráu y diseminados por otras muchas partes.

En los bordes de La Chalga contra las partes bajas del Vatse Cogotsu también había castaños. 29 julio 2020.


Castañaléu sobre la plaza.


El Funtanón. 29 julio 2020.

 Grande y bueno era el instalado en el Chanu Bustietsu y la llanada que hay a sus pies y que se prolongaba por encima del Curtinal de Veiconde. Y, ¡cómo no! el de Las Brañuetas, donde el que llevaba Gonzalo solo era una pequeña parte y que también se prolongaba hasta Tachurrosu, con algún ejemplar suelto hasta más arriba. 

Castañaléu sobre el Chanu Bustietsu y la Vatsina L´Estitseiru. 29 julio 2020.

Algo a tener en cuenta de estos castañaléus es que estaban en fincas particulares y que casi todos los vecinos disponían de alguno. Lo que demuestra lo útiles que fueron durante tanto tiempo.

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