5/31/2022

El Monte y el guía de Munietsus 85

 

Villa de Cangas. Tanto por el Tsuiña como por el Narcea los castañaléus son más que evidentes. 5 agosto 2017.

A veces la dominancia de una especie sobre las otras depende de quien ha sido el primero en colonizar una determinada zona. Pese a ser de la misma familia los robles también son muy competitivos entre si y una vez establecidos en un lugar son muy difíciles de sustituir los unos por los otros. Solo largos periodos de tiempo y variaciones climáticas hacen que acaben prevaleciendo unos en detrimento de otros.

Al Monte Munietsus llegaron primero los petraea y fueron los que mejor se adaptaron a su clima lluvioso y húmedo. La fayas al iniciar su expansión les robaron algunos espacios, pero no fueron capaces de dominarlos, ni siquiera en todos los avesíus. Pero en los bordes de Munietsus, las talas y la mayor actividad humana transformaron muchos robledales albares en grandas, donde la sequedad imperante ha influido mucho a la hora de dictaminar la especie de roble con mayor capacidad para repoblarla de nuevo, siendo los sapiegus los más aptos para hacerlo.

Pero el clima no ha cambiado tanto como para permitirles seguir siendo los más competitivos en esos terrenos que han repoblado y, salvo solanos severos en suelo y humedad, tras el paso del tiempo los albares los acabarán desplazando. El clima húmedo, propio de la España húmeda, hace que el sapiego actúe como pionero del roble mejor adaptado para ello.

En la fase en la que estamos son los sapiegus los que mandan, en zonas como la que estamos analizando. Sapiegus puros, con hojas con profundos lóbulos y muy afelpadas por ambas caras. Les queda mucho camino por delante, primero colonizar todo el terreno y luego mejorarlo y hacerlo menos seco y entonces, cosas de la vida vegetal, ceder su espacio a sus primos los albares, volviendo ellos a los espacios más desolados. 

El quercus pyrenaica es el dominante, pero si os fijáis arriba, entre los recovecos del Pachón de Xuancán y el final de La Pena Moncóu, hay instaladas fayas. 30 julio 2021.

Tal vez sea la calidez de la zona la que justifique la plantación de castaños en esta zona. Zona que conviene recordar queda fuera de su límite altitudinal. La pista se sitúa en torno a los 750 metros y la plantación se hizo tanto por debajo como por encima de ella.

También se plantaron algunos árboles frutales, sobre todo zreizales y algunos nisales o pescales. La explicación de estas repoblaciones parecen relacionarse con otras causas, diferentes a las de restitución de la vegetación originaria de la zona. Veréis, hace ya unos años el FAPAS y la Fundación Oso Pardo (dos entidades sin ánimo de lucro de las que una de ellas vive a costa de las subvenciones de la UE para conseguir la supervivencia de la especie) desarrollaron una campaña para que se plantaran frutales en nuestros montes y que así nuestros osos tuvieran algo para llevarse a la boca. Y como los hechos valen más que las palabras, procedieron a plantarlos ellos mismos, en terrenos comprados por la Fundación o en montes comunales de la Cordillera Cantábrica. 

Frutales plantados en el Pico La Chalga, justo antes de salir a la pista.

La estrategia parecía ser muy acertada, y lo sigue siendo, aún con más motivos, en la actualidad. El osu, como el resto de nuestra fauna autóctona, no es tonto, si puede elegir entre una dulce zreiza o una, También dulce, castaña, seguro que lo hace antes que degustar una ácida tsande. Si consume grandes cantidades de bellotas, aparte de conseguir con ello mayores reservas para el duro invierno, es porque no tiene otras alternativas. En la actualidad los osos se están recuperando, algo sin duda muy interesante y necesario, pero también están originando algunos problemas a las comunidades rurales. Cada vez se están acercando más a nuestros pueblos. Los jóvenes oseznos son, valga la redundancia, muy osados, aún no saben como se las gasta el ser humano. Entran en fincas, trepan por las zreizales mansas en busca de sus apetitosos frutos, o las desguazan si estas son pequeñas. Por no hablar de los desmanes y destrozos que originan sobre las colmenas de las abejas, que deberían ser indemnizadas de inmediato a sus propietarios, sin necesidad de seguros ni de gaitas.

Para evitar, al menos en parte, ese acercamiento del oso, con consecuencias aún más graves como puso de manifiesto el ataque de un macho a una paisana en la zona de Sorrodiles. Dicen los de la Fundación que el osu estaba en celo y que atacó a la pobre mujer con fines sexuales. Le dio un zarpazo del que tuvo que ser operada en la zona afectada y no se paso a mayores porque apareció un paisano que con sus gritos logró ahuyentar al "salido" osu. Toda una tragedia que pudo acabar con la muerte de la agredida. Como decimos, para mantener al osu alejado, por nuestros montes, el plantar frutales en ellos parece ser algo muy acertado. 

Nisales por encima de la pista.

Lo que empezó siendo una iniciativa particular, acabó calando en la propia Administración, donde aparte del "mamoneo" existente siempre hay alguna mente abierta a los nuevos tiempos que nos ha tocado vivir.

La repoblación en la zona que analizamos parece adecuarse a esos planteamientos. Pero esta repoblación y otra que se realizó, a pequeña escala, en la Granda La Rebotsa, en Reiduz, con mayor presencia de abedules, fueron realizadas de forma bastante chapucera: la roza consistió en arrastrar la pala de una excavadora y encima los hoyos hechos por el cazo de la retroexcavadora fueron de poca profundidad y muchos de los árboles plantados se secaron. La débil roza, aquí encima de La Chalga, no ralentizó lo suficiente el crecimiento de los subarbustos, aunque supongo que algunos árboles tapados por estos acaben creciendo y superándolos. Los subarbustos, toxus, ganzos, escobas...nunca son un obstáculo para la instalación del arbolado, ya hemos visto que son más bien un aliado. Si se rozan en las repoblaciones es para que el árbol enraíce mejor y crezca más rápidamente. Un arbolillo surgido por debajo de los subarbustos cuenta con la ventaja de estar plenamente enraizado al terreno, pero un árbol plantado tiene que hacerlo por su cuenta y es entonces cuando más expuesto se encuentra.

Joaquín Araújo, un auténtico plantador de bosques por puro amor por la naturaleza, suele plantar los árboles con un buen tamaño y con el cepellón (tierra que envuelve las raíces) para que el tránsito sea menos traumático. Pero las repoblaciones corrientes realizadas por empresas de ese ramo suelen hacerlo con árboles con raíz desnuda.

Ignoro si los castaños plantados llevaban inoculado el hongo "bueno" que los defendiera del chancro, el hongo "malo", aunque me imagino que no, pues el precio de la repoblación se hubiera disparado. Un castaño injertado e inoculado le cuesta a un particular entre 30 y 40 euros.

Pero también los papudos han plantado bastantes castaños en los bordes de La Chalga, ocupando terrenos a los que el rebotsu sapiegu ya les tenía echado el ojo. Aquí en las partes altas ya casi se mezclan con los de la repoblación. Estos fueron mejor plantados y ya destacan sobre todo su entorno. Incluso se plantaron en la vatsina que bordea el cerro de Pena Furada, obviamente en las partes con suelo, las cercanas al camino-pista. 

Plantación de castaños justo antes de salir a la pista, ¿de la plantación o de los papudos?.


Castaños bordeando La Chalga. Arriba el Pachón de Xuancán.

Si todos estos castaños logran crecer, desafiando al chancro, el castañaléu del Ríu Mual será realmente espectacular y acabara uniéndose al de Valderroza, abarcando en su ladera derecha, desde su desembocadura en el Ríu Rengos hasta muy cerca de la Reserva de Munietsus. Sorprenderá a propios y extraños, no comprendiendo una progresión que en buena medida es obra del propio ser humano ya que la mayoría son de plantación.

La pista es como una inmensa balconada sobre el valle de Mual. Es obligatorio hacer cada poco una parada para deleitarse con las vistas que nos ofrece. Al no existir casi vegetación arbórea que nos las tape cualquier lugar es bueno, sobre todo en los tesos que dividen las vatsinas. En la dirección que vamos, en el fondo del valle, el monte se vuelve más boscoso, viéndose ya los inicios de Muniellos y precediéndolo parte de los de Mual, donde aún predominan las calvas. Con El Muntecín y su teso que nos oculta Reiduz y Bisnuevo, en la ladera en que nos encontramos. En la ladera opuesta destacan las vistas de todo el vallecillo en el que se asienta el pueblo de Oubachu. Estamos enfrente mismo de él y podemos ver el curso principal de La Veicietsa, donde el arbolado ha colonizado toda su vertiente derecha hasta casi la misma sierra, y todos sus regueiros tributarios, salpicados cada poco de matas de rebotsus.

El valle de Mual adentrándose en Munietsus. La línea roja señala el Teso Porciles donde comienza este.


El Muntecín y la ladera derecha del vatse de Mual, detrás El Cabrón.


Ladera izquierda del vatse La Cutsada desde la pista.


Solano del vatse de Mual, plagado por numerosas grandas.

 

Preciosa vista del valle donde se asienta el pueblo de Oubachu.


El solano del Trabancu desde la pista.


Desde la pista también se ve el desfiladero que hay en el Ríu Rengos, entre La Venta y La Pescal-

No recorrí toda la balconada, solo lo hice hasta un poco más allá del teso, aquí muy marcado, que separa las partes altas del Vatse Cogotsu de las de El Funtanón. Abajo se ve como la progresión del arbolado hacia los altos está constituida por los castaños, que han evitado la instalación de los rebotsus y otros árboles de la zona, con una preciosa estampa de los del Tesu La Purida. 

El castañaléu ascendiendo por el Tesu La Purida, visto desde la pista.

Desde La Chalga también se ven muchos castaños en las partes bajas y casi medias del Vatse de Xuanbifa y del Vatse Cogotsu, progresando valle arriba, formando un "continuum" con el de El Funtanón. Cuando yo era un niño, en estas zonas se estaba instalando el rebotsu sapiegu y había varias calvas, pero las plantaciones y la propia expansión natural de los castaños ha hecho que estos se hayan enseñoreado del terreno. Sobrevive un soberbio ocalito y algún rebotsu de los primeros en instalarse.

De vuelta a la plaza decidí inspeccionar y disfrutar el propio castañaléu desde dentro, visitando uno de sus corazones. Para ello utilicé un camino que hay en La Pumariega y que sabía que se dirigía al Funtanón. De niño, acompañado por Mamina habíamos llevado por aquel camino a la única vaca que teníamos y que subía en dirección al Chanu´l Paramio. El castañaléu es difícil de recorrer monte a través pues aún hay mucha maleza y los  castaños necesitan unos años más para despejar sus suelos. Pero un camino abierto como este del Funtanón es una oportunidad que no se puede dejar de lado y la verdad es que la experiencia fue toda una gozada. 

En La Pumariega alguien ha rozado el suelo, seguramente para recoger alguna castaña. Los castaños viejos siguen dándolas dulces.

La primera parte es muy poco pendiente y es una delicia pasear por aquel ancho camino, sin ningún tipo de prisa, observando aquellos castaños donde aún abundan los más viejos del lugar, con otros más jóvenes pero ya con cierta esbeltez, con algún que otro abedul y varias zreizales. La piel completamente lisa de los más nuevos se confunde en ocasiones con el de otras especies pero sus lanceoladas hojas los hacen inconfundibles. Por contra los mayores ya presentan estrías y surcos, solo en parte parecidos a los de nuestros robles. 

Pieles jóvenes y lisas que pueden confundir el castaño con el bedul o la zreizal.

Luego el camino se bifurca, en dos direcciones opuestas y sería un crimen no recorrer las dos. El de la izquierda lo hace en dirección a la Cueva El Caleiru para después girar de nuevo hacia El Funtanón. Aquí las matas de castaños son más jóvenes pero con unas alturas y una densidad enormes. Rectos fustes que resaltan al no tener ramas y hojas hasta la copa. Se podría decir que el terreno está totalmente copado y que muchos de ellos, al ir creciendo, acabarán muriéndose. Solo les queda crecer hacia arriba lo más rápido posible, el que quede rezagado perderá su ración de sol y perecerá. Esa es la causa de que crezcan con unos fustes completamente rectos. delgados y muy altos. Han sobrevivido dos pinos, que no enturbian para nada el bello paisaje. Se alzan rectos como mástiles sobresaliendo por encima de las copas de los castaños que a pesar de su afán por crecer nunca serán capaces de alcanzarlos.

Camino pista de la izquierda, recorriendo un auténtico bosque de castaños.


La densidad en El Funtanón es realmente exagerada.

 

Dos enormes pinos en medio del castañaléu del Funtanón.


La abundancia de puntos de apoyo ha permitido desarrollarse esta curiosa liana.

El camino termina en lo que en su día fue un prau, siéndolo aún en la actualidad, aunque venido a menos y que con su utilización hasta hace poco tiempo justifica la presencia del camino-pista, muy limpio y perfectamente transitable (aunque sospecho que también lo fuera para facilitar la plantación de estos castaños, realizada años atrás). En los bordes del prau, en su sebe inferior, se han plantado noceus (nogales) que ya producen unas excelentes  y abundantes nueces. Hasta ahí llega el castañaléu. Por encima del prau el monte está a granda. Si salimos algo hacia esa zona y digo algo porque es casi intransitable, veremos la progresión de los castaños por el Tesu La Purida, en dirección al Chanu´l Paramio. Al lado del prau y contra abajo de la llegada del camino hay algunos ejemplares de castaño de bella factura y perfectamente maderables y que seguramente a no tardar mucho serán talados, utilizándose entonces la pista, no para pasear como lo hacemos nosotros, si no para sacar las rollas cortadas. Como consuelo pensemos que prontamente volverán a regenerarse.

Nocéus con sus nutritivas nueces bordeando el prau por su parte inferior.


El Paramio, en la falda de La Pena Moncóu, totalmente desarbolado desde un poco por encima del prau.


Vista del Regueiru Funtanón desde el prau, con el Chanu´l Paramio hacia su mitad.


Deslumbrante vista de la ladera de enfrente del prau y del Tesu La Purida. con exuberantes castaños.


Por debajo de la carril de entrada al prau Hay enormes castaños. Al fondo El Muntecín.

 

Soberbio castañal debajo mismo de la entrada al prau.

Ya de vuelta, en la curva que describe la pista, pensé en internarme un poco monte a través, en dirección a la Cueva´l Caleiru pensando que tal vez pudiera entrar en ella o ver el viejo caleiru, o lo que quedara de él, aunque creo que estaba ya por encima suyo. El sotobosque allí era menos abundante pero había muchas ramas caídas que dificultaban el paso y al final desistí, pensando que lo mejor era abordarlo desde el camino principal al poco de dejar la plaza de la Ponte Fonsu. No lo había hecho ni pensaba hacerlo entonces pues entre los castaños abundaban las fulgueiras que como sabréis es donde se agazapan las garrapatas, ¡tal vez otro día!.

Además las botas que calzaba, unas Chiruca con goretex, muy cómodas por su elasticidad, habían dejado pasar el agua y la humedad y tenía los pies muy sensibles a posibles retorzones. Le tengo mucha afición a esta marca, española, Chiruca. En mi época de andarín las tradicionales chirucas eran mi calzado preferido, por su liviano peso y su flexibilidad. Cuando conseguí las primeras ya eran difíciles de conseguir. Las había de otras marcas pero no había comparación posible. Las Chiruca eran de tela gorda, con unas tiras de auténtico cuero que las otras no poseían. si se untaba ese cuero con grasa de caballo se lograba hacerlas más flexibles, resistentes y con cierta impermeabilización. Con ellas recorrí cientos, quizás miles de kilómetros, hasta que la suela quedo completamente lisa y el resto muy gastado. Me compré otras igual que todavía conservo en bastante buen estado gracias a la grasa que les continuaba echando.

Luego empecé a andar menos y para combatir el frío y la humedad de León me compré unas con goretex, pero de la misma marca. Las utilicé bastante, sobre todo en los fríos meses del invierno cazurro, mientras trabajaba de cartero. Incluso les había cambiado la suela una vez, bueno el que se la cambió fue un zapatero amigo del barrio donde vivía y estaba pensando en volver a cambiársela pues ya estaba de nuevo muy desgastado. Pero la impermeabilización del goretex no es eterna, la fina membrana que se utiliza se acaba desgastando. Ese día cuando llegué a Mual estaba lloviendo y cuando estaba pensando en que hacer, "estenó" y me permitió salir a patear. El camino de La Chalga, merced a su menor uso, está lleno de hierba y vegetales poco altos pero muy tupidos, que estaban completamente empapados de agua. El continuo roce con ellos transmite el agua que contienen a las botas y enseguida empecé a notar, no solo la humedad exterior si no a sentirla ya entre los dedos de mis pies. Con los pies mojados andar por llano es llevadero pero hacerlo monte a través, a no ser que sea inevitable, no es aconsejable.

LLegué al cauce del Funtanón, que pese a su nombre la mayor parte del año baja seco. Donde está la bifurcación y sin prisas cogí el otro ramal, disfrutando con los buenos y altos castaños adultos que hay por debajo de él. La pista lleva a lo que debió ser otro prau, ya en el Tesu La Purida, desde donde hay buenas vistas. 

Los años parecen pesarle a este castañal. A pesar de ello y de estar cubierto de hiedra que absorbe parte de sus nutrientes, todavía emite numerosas ramas. Camino derecho. 


Altísimo castaño antes del prau de la derecha.

Creo recordar que aquí en El Funtanón había una fuente cuando yo era un infante, pero no la vi, tampoco vi las escarbaduras que se habían hecho para valorar la presencia de carbón. La exuberancia del castañaléu lo ha tapizado todo.

De vuelta, cerca del camino principal de La Cutsada, me detuve a contemplar más detenidamente lo que queda de un hoyo en el suelo que posiblemente fuera utilizado como una corripa para los erizos. No se le ven restos pétreos y parece estar hecha sobre suelo arcilloso, que mantendrían bien aisladas a las castañas, una vez cubierto el hoyo con ramas, hojas y espinos. Una solución de última hora dentro de la evolución de nuestras corripas y que me recordó lo que Gonzalo y yo habíamos hecho en su tierra de encima de la carretera del Counio, solo que allí no había arcilla.

Hoyo en La Pumariega.


El hoyo más en detalle.

 Pegado al camino pero algo por encima de él hay otro camino que lleva la misma dirección, hacia La Cutsada y que lo hace por encima mismo de los praus que hay en su inicio. Este también lo había transitado durante mi infancia y acababa llevando a Carcaladráu. Para salir allí mismo al camino que subía al Chanu La Cutsada, el mismo que utiliza la Ruta del bosque de Mual. No lo recorrí, dejándolo para otra ocasión. El castañaléu sigue lozano en toda esta zona, penetrando un buen tramo en el Vatse La Cutsada, sobre todo por la vertiente derecha, la que da contra Las Vinadas. En mi juventud tanto El Funtanón como esta eran muy fáciles de recorrer, habiendo buenos caminos o monte a través por entre las fincas que allí había. Pero ahora los caminos han desaparecido o están tomados por folgueiras y otros subarbustos y andar monte a través ya es más complicado.

Tras subir pegado al prau que había sido de mi familia, subí hasta la Fonte Elcano donde había visto cuando realicé la ruta un enorme y viejo castaño. Entonces había desestimado entrar allí pues a simple vista todo estaba invadido por la maleza y de nuevo me quedé con las ganas. El camino que allí había es ahora un "bardal" de folgueiras y, como sabréis, a estas les tengo algo más que respeto. En el entorno del camino hay algunos castaños, pero nada que ver con los de enfrente, ¡todo un gusto para la vista!.

Sin título.


5/15/2022

El Monte y el guía de Munietsus 84

 

Solano del Trrabancu y resto de la entrada del Ríu Mual. Desde la pista de El Paramio

A pesar de realizar varias veces la ruta mencionada, no llegué al fondo físico que necesitaba. Uno debe ser consciente de sus limitaciones. Desistí de subir a Fontuteiru hasta no conocer la ruta más corta. También tenía en la recamara otras opciones, como subir al caleiru de Oubachu, visitar La Chalga o inspeccionar más a fondo los castañaléus de Mual. El caleiru me quedaría más a mano estando parando en Oubachu así que me decidí por las otras dos opciones.

En La Chalga esperaba volver a sentir las sensaciones que había tenido de pequeño acompañando a mis padres al pueblo de Cruces. Vana ilusión porque cada época tiene sus propias sensaciones, estas se acaban esfumando y nunca vuelven a ser las mismas, ni siquiera parecidas.

Para el que no lo sepa el Camino Real o La Carril de La Chalga comienza en la plaza de La Ponte Fonsu, donde se deja el coche para realizar la Ruta del Bosque de Mual. Cogeremos el camino contrario al de la ruta, valle abajo. ya se ven por encima del camino varios castaños averiados y un camino, el que va al prau de las viespras, que dejaré para otra ocasión. Luego cuando el "camín" empieza a subir se ve abajo , junto al río, La Vallada de Saturno, muy transformada. Ya no queda nada de su pozu y en la moderna construcción aún se ve algo parecido a un palenque, pues seguramente cumple con la misma función. El camino sigue suavemente ascendiendo hasta llegar al borde del desfiladero del Trabancu.

La Carril de La Chalga. Fijaros en los salientes arrellanados contra El Trabancu. Buenos miradores naturales.


La Vallada de Saturno, al lado de la estructura original un murete de hormigón desvía el agua. Ingenioso palenque y compuertas de la presa y del desaguadero.

 

El Saltu L´Augua, preciosa cascada en el quebrado relieve del Regueiro La Fervienza. En la oquedad hay instalado un pequeño bosquete de sapiegus. 

El nombre de Trabancu parece ser que se utilizaba en algunos lugares de Cangas para referirse a unas construcciones hechas en el río donde quedaran retenidos los troncos o "duelas" cortados más arriba ya que no había buenos caminos, utilizando el río como vía de saca. Se esperaba a que este llevara una buena crecida y "¡hala al agua!". tal sistema se utilizó en el Ríu del Coutu, cuando se sacó mucha duela de los montes de Combu y Monesteriu en el primer tercio del siglo XX, pero no he encontrado ninguna mención sobre su utilización en el Ríu Mual donde las cortas más antiguas eran de rollas con destino a la construcción naval, aunque luego también se saco mucha duela, labrada por especialistas santanderinos, que acabaron enseñando su oficio a los lugareños. Aquí el nombre parece referirse al estrechamiento que sufre el valle y por tanto el propio río, aunque ello también favorecería una posible recogida de los troncos cortados más arriba. Los primeros obreros que cortaban y preparaban la madera, así como su transporte, eran los formados por cuadrillas foráneas, algunas incluso del extranjero (croatas, franceses...), traídas por la empresa maderera que tenía arrendado "el vuelo" del Monte a los condes de Toreno, pues los nativos no conocían esas técnicas. Pero no tardaron mucho en aprenderlas.

Ya antes de que mi padre trabajara en Munietsus, mi bisabuelo materno, el padre de Mamina, al que no tuve la ocasión de conocer, hizo lo mismo, lo que no quiere decir que con anterioridad no lo hicieran otros. Manuel Alonso Rodríguez, más conocido como "Lin de Riguilón" (lo de Lin es un ejemplo más de la reducción de los nombres o de las cosas tan frecuentes en la fala de la zona, ya que proviene de Manolín), nacido en 1862 y muerto en 1946 (datos extraídos del árbol genealógico de nuestra familia elaborado por mi hermano Naciu con ayuda de Carlinos), se dedicó durante un tiempo a transportar la madera sacada de Munietsus. Lo hacía con un carro y una pareja de bueis. Cargada la madera en el carro, Lin se colocaba delante de sus bueis, previamente xuncidos a este, e iniciaba la marcha, lanzándoles a los animales exclamaciones de ánimo o de premura. Los dóciles bueis pronto acoplaban su ritmo al mostrado por su conductor. Ni más rápido, ni más lento que el de Lín. Un ritmo sosegado en el que podían desarrollar su enorme "putencia" sin extenuarse. La carga podía ser muy pesada pero el "tiro" de ellos era mayor.

En nuestra familia todos conocemos y nos alegramos con una anécdota protagonizada por Lin. En cierta ocasión un encargado de la empresa maderera, observando el ritmo de trabajo de Lin y sus bueis, se dirigió a él diciéndole: "oiga Manuel ¿no conoce usted otro paso?". Con un "wooo" Lin hizo detenerse a los bueis y mirando al encargado exclamó: "sí señor, si que conozco otro, pero es más lento". La respuesta dejó perplejo al interlocutor de Lin que solo atino a decir: "ah, bueno, pues siga usted con este". El bueno de Lin demostraba el cariño y cuidado que les tenía a sus toros, algo compartido por la mayoría de sus coetáneos que admiraban su mansura y la tremenda energía que podían desarrollar, sin olvidarnos de su función como sementales.

En el borde del desfiladero del Trabancu el camino inicia una fuerte ascensión, siempre cerca de los bordes rocosos para no robar terrenos fértiles al curtinal. Estos bordes rocosos están como alfombrados por una capa de mofo (musgos), carqueixas y brecinas que han logrado desarrollarse gracias a que los papudos han dejado de molestarles. Sorprende ver a estas carqueixas rastreras colonizando un entorno tan hostil, tan seco y falto de suelo, aunque observando el sustrato rocoso vemos que este es una especie de conglomerado que pese a su dureza no es imposible de desagregar.

Las alfombras del borde de El Trabancu.


Sustrato rocoso del Trabancu.

 

Detalle del conglomerado metamórfico con clastos (trozos) de cuarcita, muy duro pero fácilmente disgregable.

Y tras las carquiexas, en zonas más allanadas, con algo de suelo y donde el agua puede permanecer durante más tiempo, ya empiezan a aparecer rebotsus sapiegos, nuestros árboles más esclavos de solano y terrenos secos, con permiso de los orocantabricos que por aquí no parece haberlos.

El borde presenta entrantes y salientes provocados por las pequeñas vaguadas del quebrado desfiladero. Si salimos del camino y nos acercamos a uno de esos salientes llaneados podremos disfrutar de vistas aún más grandiosas. 

Bordes de La Chalga, con entrantes y salientes llaneados sobre El Trabancu.

Enfrente de nosotros se despliega el agreste solano del angosto desfiladero, aunque bastante más tendido que lo que tenemos ante nuestros pies. Algunas vatsinas surcan ese espacio rocoso y en ellas se han refugiado nuestros rebotsus, huyendo de "queimadas" no tan lejanas en el tiempo. En una de las de mayor tamaño la regeneración natural del arbolado es sorprendente. El bosque ha colonizado todo su curso y pugna, con cierto éxito, por expandirse fuera de él. Un ejemplo de como la humedad que contiene favorece el crecimiento de nuestros vegetales superiores, incluso sobre suelos tan pétreos. En otros muchos lugares sobre terrenos no tan pindios y con algo de suelo, han rebrotado de sus raíces rebotsus quemados en el pasado. Con las abigarradas y retorcidas formas que presentan estos en sus inicios. Matas de pequeños sapiegos que aún parecen mejorar en dirección a Larna. 

Increíble la regeneración natural del robledal de solano. Aquí el que corta el bacalao es el sapiegu.

Dentro de mucho tiempo, aunque no tantos viendo lo extendida que está la regeneración natural, el bosque de solano podrá volver a ocupar el lugar que le corresponde, sin necesidad de repoblar nada, pero eso sí, siempre que los incendios sigan respetándolo. Mientras tanto podemos conformarnos con la esperanza que tenemos ante nuestros ojos.

No se ve mucho del terreno que tenemos por debajo de nosotros, el avesíu de la angostadura, pero si lo suficiente para intuir la regeneración también de los subarbustos y algo del arbolado. Las punzantes o rechonchas peñascas peladas que aún hay me hacen recordar los cuentos que Mamina nos contaba, a mí y a todos mis hermanos y hermanas, hechizados ante su cálido narrar, sobre el tsobu y la raposa. 

Los vatsigatos de El Trabancu ya se van tapizando de subarbustos y algún árbol

En La Chalga, sobre aquellas peñascas el tsobu le preguntaba a la rapiega de qué se trataba y esta le contestaba: "son penas", "¿y l´outru?" preguntaba el tsobu refiriéndose a penas tan cubiertas de mofo que no lo parecían. "¡Ah!, aquetsu son colchones, almuhadones, fundas, cobertores, almuhadas". Y volvió a preguntar el tsobu: "¡oye!, si me pegaras un emburrión ¿nun caería bien?". "¡Home!, ¿cómo nu ibas a caer bien, cayendo encima de los colchones?", contesto ella, ya foi ya diutsilu.. Al caer sobre las penas el tsobu acabó perdiendo la cabeza y por tanto la vida. El cuento estaba tan humanizado que ambos animales hasta tenían nombre, Xuan el tsobu y Maruxa la zorra. En nuestra inocencia celebrábamos lo lista que era Maruxa y lo tonto que había sido Xuan. Cuentos, como todos los populares, impregnados de pedagogía. En este caso hacernos ver a los peques lo peligroso de lugares como El Trabancu y de rehuir cualquier intento de recorrerlos. A ver quien era el guapo que se atrevía a meterse por aquellos farallones, "eres tan tonto como Xuan, ¿no sabes lo que le pasó a este?".

Desde el saliente superior del camino podemos ver los deslindes de Mual por este lado. Tras la vaguada de la vatsina que tenemos delante, la primera que supera los bordes de La Chalga, está Pena Furada, que haciendo honor a tal nombre está atravesada por una pequeña oquedad, presentando otras de menor profundidad, que tal vez sean usadas ocasionalmente por el osu y los rebezus debido a la menor presencia humana actual por esta zona. El deslinde sube por el cerro, desde Pena Furada a la Pena´l Ganzu, donde está instalado el repetidor de la televisión. De ahí a la Pena Moncóu, por cuya cima continúa, aguas vertientes. 

Última vatsina del Monte Mual, superando en altura a La Chalga. Por encima justo de Pena Furada va la pista que es el antiguo Camino Real remodelado.


Visión de conjunto de Pena Furada que nos tapa una gran parte de Valderroza.


En Pena Furada abundan las oquedades. Una la atraviesa totalmente.

El terreno quebrado continúa siéndolo más abajo del deslinde y luego mejora algo, también mejorando el arbolado. Ahí está Valderroza, hoy en día un gran castañaléu pero del que se extrajo un gran roble que siempre ha pasado por ser de Munietsus. 

Detrás de Pena Furada está Valderroza y más atrás la veiga del Ríu Rengos con numerosos pueblos.

 En cualquiera de los salientes, si damos media vuelta tendremos una preciosa vista y poco usual de Mual y de su valle y también del curtinal, cortado en dos o más partes por sebes vegetales. A día de hoy el curtinal ya no lo es pues todas las parcelas (estaxus) están dedicadas a praus. Observándolo detenidamente pude localizar una parte del prau que mis padres tenían aquí y regresé fugazmente a aquel tiempo en el que con mis hermanos y hermanas correteábamos por encima de la yerba segada brincando y riendo. Solo por rememorar aquellos dulces días ya merecía la pena la visita a La Chalga.

Preciosa la vega del Ríu Mual.

 

Una sebe vegetal cortando La Chalga, detrás el prau de mi familia

También se ven las dos vatsinas que bordean La Chalga contra la Pena Moncóu, el Vatse Cogotsu y el Vatse Xuanbifa, y la nueva pista que atraviesa toda esta zona. Acordándome de las posibles repoblaciones que había intuido visualizando Google Map, decidí comprobarlas sobre el terreno. 

De izquierda a derecha Vatse de Xuanbifa y Vatse Cogotsu, coronado este último por El Pachón de Xuancán en la esquina de la Pena Moncóu.

El camino llega al Picu La Chalga y allí al borde del cerro se ven restos del antiguo Camino Real, un pelín por debajo del actual, posiblemente a causa de las labores de la pala que abrió la nueva pista, ya que en nada llegamos a esta. En el cruce, la pista (pista es porque por ella bajaba un vehículo 4X4 cuando me acercaba a ella) tiene dos direcciones. La que baja lleva a Cruces y a La Venta y seguro que se hizo sobre el antiguo Camino Real. La que sube se dirige al Paramio, que es la dirección que tomé, con poco esfuerzo porque va prácticamente en llano y con unas vistas espectaculares, con unos paisajes como de película. 

Saliendo a la pista. A la izquierda se baja a Cruces, a la derecha se interna uno hacia El Paramio.

Pronto se ven las huellas de las repoblaciones. No muy claras porque los subarbustos han vuelto a crecer en las zonas rozadas, habiendo unos punzantes toxus que quitan las ganas de salirse de la pista para buscar los nuevos pies plantados. Una cancilla de madera cerraba la pista para evitar la posible entrada de ganáu que pudiera ramonear lo plantado. 

Restos evidentes de las repoblaciones.


Joven castaño saliendo por encima de las folgueiras.


Jovencísimo castaño pugnando con ganzos, toxus, rebotsus y bedules que ahogan y retardan su crecimiento.


Restos de la valla móvil de madera.

¿Sabéis con que se ha repoblado esta zona?, pues resulta que con castaños. Lo lógico hubiera sido hacerlo con las dos especies de robles dominantes en nuestra zona, el albar y el sapiegu, ya que son estos dos rebotsus los que originariamente estarían asentados por aquí, como demuestra la regeneración natural que se está dando en el Vatse de Xuanbifa, cuya vertiente derecha ya es un excelente robledal en el que es el sapiegu el único que se ve a simple vista, quedando el albar recluido, de momento, a zonas más húmedas y con mejores suelos. Los suelos aquí son bastante secos y cálidos, con un sustrato calizo, poroso, que pronto absorbe las lluvias y con algún tseirón aflorando por aquí y por allá. 

Ladera derecha del Vatse de Xuan Bifa, colonizado por un excelente robledal.

Un ejemplo de lo que decimos lo constituyen las "amoras", el fruto de los espinos. Recuerdo una excursión que realicé con Naciu, mi hermano, al Pico Canietsas y la comilona que nos metimos de ellas a la vuelta, en terrenos solanos por encima de Monesteriu D´Ermu, también recuerdo que había sido a finales de septiembre. Cierto es que la altitud influye mucho en la fecha de maduración de este fruto, en Caguatses también hay que esperar a la segunda quincena de este mes para su completa "puesta a punto", pero aquí el 31 de julio, fecha en la que realice esta ruta, también pude degustar unas cuantas "mozadas" (puñados) de maduras amoras. 

Amoras ya maduras, tienen que estar totalmente negras y con un sabor dulce, aparte de la acidez que las caracteriza.

En suelos secos y cálidos como estos el rebotsu sapiego es más competitivo que el albar. Su amplia presencia en La Meseta peninsular es un ejemplo de ello, estando muy poco presente no solo el albar si no también el otro roble blanco: el quercus robur o carbatsu, sin importar la altitud o teniendo esta no demasiada importancia. Cuando en un climograma las barras de las precipitaciones están por debajo de la línea que describen las temperaturas, se habla de meses secos (cada barra es un mes). Para que el pyrenaica sea competitivo con el petraea necesita al menos un mes seco durante el verano. Si hay más de un mes seco el sapiegu pasa a ser dominante, entrando entonces en competencia con otros quercus como el faginea o la frugal encina. 

A los castaños viejos y nuevos, Cogotsu y Xuan Bifa, se unirán los de las plantaciones. En rojo aún se ven, en rojo, las zonas rozadas.


La Ruta a Las Tsagunas 36 El bosque mixto 2. Los Tsagozos.

Ladera derecha de Los Tsagozos, un bosque mixto en donde hasta parece que hay alguna faya. 27 julio 2.018. Nos preguntábamos en el capítulo ...