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Villa de Cangas. Tanto por el Tsuiña como por el Narcea los castañaléus son más que evidentes. 5 agosto 2017. |
A veces la dominancia de una especie sobre las otras depende de quien ha sido el primero en colonizar una determinada zona. Pese a ser de la misma familia los robles también son muy competitivos entre si y una vez establecidos en un lugar son muy difíciles de sustituir los unos por los otros. Solo largos periodos de tiempo y variaciones climáticas hacen que acaben prevaleciendo unos en detrimento de otros.
Al Monte Munietsus llegaron primero los petraea y fueron los que mejor se adaptaron a su clima lluvioso y húmedo. La fayas al iniciar su expansión les robaron algunos espacios, pero no fueron capaces de dominarlos, ni siquiera en todos los avesíus. Pero en los bordes de Munietsus, las talas y la mayor actividad humana transformaron muchos robledales albares en grandas, donde la sequedad imperante ha influido mucho a la hora de dictaminar la especie de roble con mayor capacidad para repoblarla de nuevo, siendo los sapiegus los más aptos para hacerlo.
Pero el clima no ha cambiado tanto como para permitirles seguir siendo los más competitivos en esos terrenos que han repoblado y, salvo solanos severos en suelo y humedad, tras el paso del tiempo los albares los acabarán desplazando. El clima húmedo, propio de la España húmeda, hace que el sapiego actúe como pionero del roble mejor adaptado para ello.
En la fase en la que estamos son los sapiegus los que mandan, en zonas como la que estamos analizando. Sapiegus puros, con hojas con profundos lóbulos y muy afelpadas por ambas caras. Les queda mucho camino por delante, primero colonizar todo el terreno y luego mejorarlo y hacerlo menos seco y entonces, cosas de la vida vegetal, ceder su espacio a sus primos los albares, volviendo ellos a los espacios más desolados.
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El quercus pyrenaica es el dominante, pero si os fijáis arriba, entre los recovecos del Pachón de Xuancán y el final de La Pena Moncóu, hay instaladas fayas. 30 julio 2021. |
Tal vez sea la calidez de la zona la que justifique la plantación de castaños en esta zona. Zona que conviene recordar queda fuera de su límite altitudinal. La pista se sitúa en torno a los 750 metros y la plantación se hizo tanto por debajo como por encima de ella.
También se plantaron algunos árboles frutales, sobre todo zreizales y algunos nisales o pescales. La explicación de estas repoblaciones parecen relacionarse con otras causas, diferentes a las de restitución de la vegetación originaria de la zona. Veréis, hace ya unos años el FAPAS y la Fundación Oso Pardo (dos entidades sin ánimo de lucro de las que una de ellas vive a costa de las subvenciones de la UE para conseguir la supervivencia de la especie) desarrollaron una campaña para que se plantaran frutales en nuestros montes y que así nuestros osos tuvieran algo para llevarse a la boca. Y como los hechos valen más que las palabras, procedieron a plantarlos ellos mismos, en terrenos comprados por la Fundación o en montes comunales de la Cordillera Cantábrica.
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Frutales plantados en el Pico La Chalga, justo antes de salir a la pista. |
La estrategia parecía ser muy acertada, y lo sigue siendo, aún con más motivos, en la actualidad. El osu, como el resto de nuestra fauna autóctona, no es tonto, si puede elegir entre una dulce zreiza o una, También dulce, castaña, seguro que lo hace antes que degustar una ácida tsande. Si consume grandes cantidades de bellotas, aparte de conseguir con ello mayores reservas para el duro invierno, es porque no tiene otras alternativas. En la actualidad los osos se están recuperando, algo sin duda muy interesante y necesario, pero también están originando algunos problemas a las comunidades rurales. Cada vez se están acercando más a nuestros pueblos. Los jóvenes oseznos son, valga la redundancia, muy osados, aún no saben como se las gasta el ser humano. Entran en fincas, trepan por las zreizales mansas en busca de sus apetitosos frutos, o las desguazan si estas son pequeñas. Por no hablar de los desmanes y destrozos que originan sobre las colmenas de las abejas, que deberían ser indemnizadas de inmediato a sus propietarios, sin necesidad de seguros ni de gaitas.
Para evitar, al menos en parte, ese acercamiento del oso, con consecuencias aún más graves como puso de manifiesto el ataque de un macho a una paisana en la zona de Sorrodiles. Dicen los de la Fundación que el osu estaba en celo y que atacó a la pobre mujer con fines sexuales. Le dio un zarpazo del que tuvo que ser operada en la zona afectada y no se paso a mayores porque apareció un paisano que con sus gritos logró ahuyentar al "salido" osu. Toda una tragedia que pudo acabar con la muerte de la agredida. Como decimos, para mantener al osu alejado, por nuestros montes, el plantar frutales en ellos parece ser algo muy acertado.
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Nisales por encima de la pista. |
Lo que empezó siendo una iniciativa particular, acabó calando en la propia Administración, donde aparte del "mamoneo" existente siempre hay alguna mente abierta a los nuevos tiempos que nos ha tocado vivir.
La repoblación en la zona que analizamos parece adecuarse a esos planteamientos. Pero esta repoblación y otra que se realizó, a pequeña escala, en la Granda La Rebotsa, en Reiduz, con mayor presencia de abedules, fueron realizadas de forma bastante chapucera: la roza consistió en arrastrar la pala de una excavadora y encima los hoyos hechos por el cazo de la retroexcavadora fueron de poca profundidad y muchos de los árboles plantados se secaron. La débil roza, aquí encima de La Chalga, no ralentizó lo suficiente el crecimiento de los subarbustos, aunque supongo que algunos árboles tapados por estos acaben creciendo y superándolos. Los subarbustos, toxus, ganzos, escobas...nunca son un obstáculo para la instalación del arbolado, ya hemos visto que son más bien un aliado. Si se rozan en las repoblaciones es para que el árbol enraíce mejor y crezca más rápidamente. Un arbolillo surgido por debajo de los subarbustos cuenta con la ventaja de estar plenamente enraizado al terreno, pero un árbol plantado tiene que hacerlo por su cuenta y es entonces cuando más expuesto se encuentra.
Joaquín Araújo, un auténtico plantador de bosques por puro amor por la naturaleza, suele plantar los árboles con un buen tamaño y con el cepellón (tierra que envuelve las raíces) para que el tránsito sea menos traumático. Pero las repoblaciones corrientes realizadas por empresas de ese ramo suelen hacerlo con árboles con raíz desnuda.
Ignoro si los castaños plantados llevaban inoculado el hongo "bueno" que los defendiera del chancro, el hongo "malo", aunque me imagino que no, pues el precio de la repoblación se hubiera disparado. Un castaño injertado e inoculado le cuesta a un particular entre 30 y 40 euros.
Pero también los papudos han plantado bastantes castaños en los bordes de La Chalga, ocupando terrenos a los que el rebotsu sapiegu ya les tenía echado el ojo. Aquí en las partes altas ya casi se mezclan con los de la repoblación. Estos fueron mejor plantados y ya destacan sobre todo su entorno. Incluso se plantaron en la vatsina que bordea el cerro de Pena Furada, obviamente en las partes con suelo, las cercanas al camino-pista.
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Plantación de castaños justo antes de salir a la pista, ¿de la plantación o de los papudos?. |
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Castaños bordeando La Chalga. Arriba el Pachón de Xuancán. |
Si todos estos castaños logran crecer, desafiando al chancro, el castañaléu del Ríu Mual será realmente espectacular y acabara uniéndose al de Valderroza, abarcando en su ladera derecha, desde su desembocadura en el Ríu Rengos hasta muy cerca de la Reserva de Munietsus. Sorprenderá a propios y extraños, no comprendiendo una progresión que en buena medida es obra del propio ser humano ya que la mayoría son de plantación.
La pista es como una inmensa balconada sobre el valle de Mual. Es obligatorio hacer cada poco una parada para deleitarse con las vistas que nos ofrece. Al no existir casi vegetación arbórea que nos las tape cualquier lugar es bueno, sobre todo en los tesos que dividen las vatsinas. En la dirección que vamos, en el fondo del valle, el monte se vuelve más boscoso, viéndose ya los inicios de Muniellos y precediéndolo parte de los de Mual, donde aún predominan las calvas. Con El Muntecín y su teso que nos oculta Reiduz y Bisnuevo, en la ladera en que nos encontramos. En la ladera opuesta destacan las vistas de todo el vallecillo en el que se asienta el pueblo de Oubachu. Estamos enfrente mismo de él y podemos ver el curso principal de La Veicietsa, donde el arbolado ha colonizado toda su vertiente derecha hasta casi la misma sierra, y todos sus regueiros tributarios, salpicados cada poco de matas de rebotsus.
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El valle de Mual adentrándose en Munietsus. La línea roja señala el Teso Porciles donde comienza este. |
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El Muntecín y la ladera derecha del vatse de Mual, detrás El Cabrón. |
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Ladera izquierda del vatse La Cutsada desde la pista. |
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Solano del vatse de Mual, plagado por numerosas grandas. |
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Preciosa vista del valle donde se asienta el pueblo de Oubachu. |
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El solano del Trabancu desde la pista. |
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Desde la pista también se ve el desfiladero que hay en el Ríu Rengos, entre La Venta y La Pescal- |
No recorrí toda la balconada, solo lo hice hasta un poco más allá del teso, aquí muy marcado, que separa las partes altas del Vatse Cogotsu de las de El Funtanón. Abajo se ve como la progresión del arbolado hacia los altos está constituida por los castaños, que han evitado la instalación de los rebotsus y otros árboles de la zona, con una preciosa estampa de los del Tesu La Purida.
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El castañaléu ascendiendo por el Tesu La Purida, visto desde la pista. |
Desde La Chalga también se ven muchos castaños en las partes bajas y casi medias del Vatse de Xuanbifa y del Vatse Cogotsu, progresando valle arriba, formando un "continuum" con el de El Funtanón. Cuando yo era un niño, en estas zonas se estaba instalando el rebotsu sapiegu y había varias calvas, pero las plantaciones y la propia expansión natural de los castaños ha hecho que estos se hayan enseñoreado del terreno. Sobrevive un soberbio ocalito y algún rebotsu de los primeros en instalarse.
De vuelta a la plaza decidí inspeccionar y disfrutar el propio castañaléu desde dentro, visitando uno de sus corazones. Para ello utilicé un camino que hay en La Pumariega y que sabía que se dirigía al Funtanón. De niño, acompañado por Mamina habíamos llevado por aquel camino a la única vaca que teníamos y que subía en dirección al Chanu´l Paramio. El castañaléu es difícil de recorrer monte a través pues aún hay mucha maleza y los castaños necesitan unos años más para despejar sus suelos. Pero un camino abierto como este del Funtanón es una oportunidad que no se puede dejar de lado y la verdad es que la experiencia fue toda una gozada.
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En La Pumariega alguien ha rozado el suelo, seguramente para recoger alguna castaña. Los castaños viejos siguen dándolas dulces. |
La primera parte es muy poco pendiente y es una delicia pasear por aquel ancho camino, sin ningún tipo de prisa, observando aquellos castaños donde aún abundan los más viejos del lugar, con otros más jóvenes pero ya con cierta esbeltez, con algún que otro abedul y varias zreizales. La piel completamente lisa de los más nuevos se confunde en ocasiones con el de otras especies pero sus lanceoladas hojas los hacen inconfundibles. Por contra los mayores ya presentan estrías y surcos, solo en parte parecidos a los de nuestros robles.
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Pieles jóvenes y lisas que pueden confundir el castaño con el bedul o la zreizal. |
Luego el camino se bifurca, en dos direcciones opuestas y sería un crimen no recorrer las dos. El de la izquierda lo hace en dirección a la Cueva El Caleiru para después girar de nuevo hacia El Funtanón. Aquí las matas de castaños son más jóvenes pero con unas alturas y una densidad enormes. Rectos fustes que resaltan al no tener ramas y hojas hasta la copa. Se podría decir que el terreno está totalmente copado y que muchos de ellos, al ir creciendo, acabarán muriéndose. Solo les queda crecer hacia arriba lo más rápido posible, el que quede rezagado perderá su ración de sol y perecerá. Esa es la causa de que crezcan con unos fustes completamente rectos. delgados y muy altos. Han sobrevivido dos pinos, que no enturbian para nada el bello paisaje. Se alzan rectos como mástiles sobresaliendo por encima de las copas de los castaños que a pesar de su afán por crecer nunca serán capaces de alcanzarlos.
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Camino pista de la izquierda, recorriendo un auténtico bosque de castaños. |
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La densidad en El Funtanón es realmente exagerada. |
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Dos enormes pinos en medio del castañaléu del Funtanón. |
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La abundancia de puntos de apoyo ha permitido desarrollarse esta curiosa liana. |
El camino termina en lo que en su día fue un prau, siéndolo aún en la actualidad, aunque venido a menos y que con su utilización hasta hace poco tiempo justifica la presencia del camino-pista, muy limpio y perfectamente transitable (aunque sospecho que también lo fuera para facilitar la plantación de estos castaños, realizada años atrás). En los bordes del prau, en su sebe inferior, se han plantado noceus (nogales) que ya producen unas excelentes y abundantes nueces. Hasta ahí llega el castañaléu. Por encima del prau el monte está a granda. Si salimos algo hacia esa zona y digo algo porque es casi intransitable, veremos la progresión de los castaños por el Tesu La Purida, en dirección al Chanu´l Paramio. Al lado del prau y contra abajo de la llegada del camino hay algunos ejemplares de castaño de bella factura y perfectamente maderables y que seguramente a no tardar mucho serán talados, utilizándose entonces la pista, no para pasear como lo hacemos nosotros, si no para sacar las rollas cortadas. Como consuelo pensemos que prontamente volverán a regenerarse.
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Nocéus con sus nutritivas nueces bordeando el prau por su parte inferior. |
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El Paramio, en la falda de La Pena Moncóu, totalmente desarbolado desde un poco por encima del prau. |
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Vista del Regueiru Funtanón desde el prau, con el Chanu´l Paramio hacia su mitad. |
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Deslumbrante vista de la ladera de enfrente del prau y del Tesu La Purida. con exuberantes castaños. |
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Por debajo de la carril de entrada al prau Hay enormes castaños. Al fondo El Muntecín. |
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Soberbio castañal debajo mismo de la entrada al prau. |
Ya de vuelta, en la curva que describe la pista, pensé en internarme un poco monte a través, en dirección a la Cueva´l Caleiru pensando que tal vez pudiera entrar en ella o ver el viejo caleiru, o lo que quedara de él, aunque creo que estaba ya por encima suyo. El sotobosque allí era menos abundante pero había muchas ramas caídas que dificultaban el paso y al final desistí, pensando que lo mejor era abordarlo desde el camino principal al poco de dejar la plaza de la Ponte Fonsu. No lo había hecho ni pensaba hacerlo entonces pues entre los castaños abundaban las fulgueiras que como sabréis es donde se agazapan las garrapatas, ¡tal vez otro día!.
Además las botas que calzaba, unas Chiruca con goretex, muy cómodas por su elasticidad, habían dejado pasar el agua y la humedad y tenía los pies muy sensibles a posibles retorzones. Le tengo mucha afición a esta marca, española, Chiruca. En mi época de andarín las tradicionales chirucas eran mi calzado preferido, por su liviano peso y su flexibilidad. Cuando conseguí las primeras ya eran difíciles de conseguir. Las había de otras marcas pero no había comparación posible. Las Chiruca eran de tela gorda, con unas tiras de auténtico cuero que las otras no poseían. si se untaba ese cuero con grasa de caballo se lograba hacerlas más flexibles, resistentes y con cierta impermeabilización. Con ellas recorrí cientos, quizás miles de kilómetros, hasta que la suela quedo completamente lisa y el resto muy gastado. Me compré otras igual que todavía conservo en bastante buen estado gracias a la grasa que les continuaba echando.
Luego empecé a andar menos y para combatir el frío y la humedad de León me compré unas con goretex, pero de la misma marca. Las utilicé bastante, sobre todo en los fríos meses del invierno cazurro, mientras trabajaba de cartero. Incluso les había cambiado la suela una vez, bueno el que se la cambió fue un zapatero amigo del barrio donde vivía y estaba pensando en volver a cambiársela pues ya estaba de nuevo muy desgastado. Pero la impermeabilización del goretex no es eterna, la fina membrana que se utiliza se acaba desgastando. Ese día cuando llegué a Mual estaba lloviendo y cuando estaba pensando en que hacer, "estenó" y me permitió salir a patear. El camino de La Chalga, merced a su menor uso, está lleno de hierba y vegetales poco altos pero muy tupidos, que estaban completamente empapados de agua. El continuo roce con ellos transmite el agua que contienen a las botas y enseguida empecé a notar, no solo la humedad exterior si no a sentirla ya entre los dedos de mis pies. Con los pies mojados andar por llano es llevadero pero hacerlo monte a través, a no ser que sea inevitable, no es aconsejable.
LLegué al cauce del Funtanón, que pese a su nombre la mayor parte del año baja seco. Donde está la bifurcación y sin prisas cogí el otro ramal, disfrutando con los buenos y altos castaños adultos que hay por debajo de él. La pista lleva a lo que debió ser otro prau, ya en el Tesu La Purida, desde donde hay buenas vistas.
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Los años parecen pesarle a este castañal. A pesar de ello y de estar cubierto de hiedra que absorbe parte de sus nutrientes, todavía emite numerosas ramas. Camino derecho. |
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Altísimo castaño antes del prau de la derecha. |
Creo recordar que aquí en El Funtanón había una fuente cuando yo era un infante, pero no la vi, tampoco vi las escarbaduras que se habían hecho para valorar la presencia de carbón. La exuberancia del castañaléu lo ha tapizado todo.
De vuelta, cerca del camino principal de La Cutsada, me detuve a contemplar más detenidamente lo que queda de un hoyo en el suelo que posiblemente fuera utilizado como una corripa para los erizos. No se le ven restos pétreos y parece estar hecha sobre suelo arcilloso, que mantendrían bien aisladas a las castañas, una vez cubierto el hoyo con ramas, hojas y espinos. Una solución de última hora dentro de la evolución de nuestras corripas y que me recordó lo que Gonzalo y yo habíamos hecho en su tierra de encima de la carretera del Counio, solo que allí no había arcilla.
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Hoyo en La Pumariega. |
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El hoyo más en detalle. |
Pegado al camino pero algo por encima de él hay otro camino que lleva la misma dirección, hacia La Cutsada y que lo hace por encima mismo de los praus que hay en su inicio. Este también lo había transitado durante mi infancia y acababa llevando a Carcaladráu. Para salir allí mismo al camino que subía al Chanu La Cutsada, el mismo que utiliza la Ruta del bosque de Mual. No lo recorrí, dejándolo para otra ocasión. El castañaléu sigue lozano en toda esta zona, penetrando un buen tramo en el Vatse La Cutsada, sobre todo por la vertiente derecha, la que da contra Las Vinadas. En mi juventud tanto El Funtanón como esta eran muy fáciles de recorrer, habiendo buenos caminos o monte a través por entre las fincas que allí había. Pero ahora los caminos han desaparecido o están tomados por folgueiras y otros subarbustos y andar monte a través ya es más complicado.
Tras subir pegado al prau que había sido de mi familia, subí hasta la Fonte Elcano donde había visto cuando realicé la ruta un enorme y viejo castaño. Entonces había desestimado entrar allí pues a simple vista todo estaba invadido por la maleza y de nuevo me quedé con las ganas. El camino que allí había es ahora un "bardal" de folgueiras y, como sabréis, a estas les tengo algo más que respeto. En el entorno del camino hay algunos castaños, pero nada que ver con los de enfrente, ¡todo un gusto para la vista!.
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Sin título. |
Luis muchas gracias por compartir ahora me parece que están proliferado mucho los pladanos. Que opinas?
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EliminarEn mi humilde opinión creo que nuestro comentarista anónimo tiene algo de razón, aunque la proliferación que menciona es aplicable a todos los árboles que habitan en los ambientes ribereños y otros donde abunda la humedad. El pládano (pládanu o pláganu en bable occidental y arce en castellano siendo acer pseudoplatanus el científico) es uno más de nuestros árboles autóctonos. Nunca forma bosques puros, aparece siempre diseminado entre otras especies que como él requieren un alto grado de humedad. No necesita estar al borde mismo de los cursos fluviales, pero sí necesita bastante humedad.
Las causas de esta recuperación están relacionadas con las características del ecosistema en el que se instalan. Las zonas húmedas de ríos y regueiros son las que mejor regeneran su arbolado cuando dejamos de "tocarles las narices". ¡El agua es vida! de ello no cabe duda
¿Os habéis fijado en sus semillas?. Si lo hacéis veréis dos membranas, a modo de alas, que le permiten desplazarse lejos de donde están sus progenitores. No vuelan por si mismas, pero ayudadas por el viento es como si lo hicieran. Pero todas nuestras especies autóctonas disponen de estrategias encaminadas a facilitar su propagación. Lo que el pládanu esta consiguiendo es volver al equilibrio que antaño tenía respecto a otros árboles. Por eso nos puede parecer que han aumentado sus efectivos.
Lo anterior es válido dentro de la dinámica forestal natural, pero con el pládanu ha pasado algo parecido a lo que comentábamos de los castaños.
De excursión por Riumulín de Pueblo de Rengos, con Carlos natural del pueblo, para comprobar si los robles de su monte eran tan grandes o mayores que lo de Munietsus como el afirmaba
Justo antes de nuestro destino había, junto a un buen regueiro, un prau. Bueno más bien un pascón, tomado por la vegetación subarbustiva que precede a la arbórea. Allí paramos a reponer fuerzas, lo que nos permitió ver a fondo todo el entorno. Pronto nos dimos cuenta de que en el prau había una plantación y además muy reciente. Aún se veían los tubos de plástico que envolvían unos árboles de pequeño tamaño, que resultaron ser pládanus, algo que me llamó la atención pues desconocía su utilización.
No lo pude comprobar pero es probable que aquella plantación de pládanos no fuera la única existente en Riumulín. La desaparición de la economía ganadera también llevó aquí a que se le diera una nueva función a los praus que se habían dejado no solo de segar si no incluso de pastorear. Los vecinos de Pueblo se consultarían entre si, o al menos se fijarían en la respuesta dada por otros a este dilema. Si alguno había plantado arces para vender su madera en el futuro por qué no podía él hacer lo mismo. Además el pládanu era, de todos los posibles candidatos, uno de los más aptos para medrar bien. Todos los praus de Riumulín estaban regados por buenos regueiros y el hecho de que estuvieran tan metidos en el monte no era un impedimento para él.
Pero qué ocurriría si yo visitase la zona del prau, por primera vez en fechas posteriores o en la misma actualidad. Los restos evidentes de una plantación ya habrían sido borrados por el paso del tiempo y el pascón habría evolucionado hacia un joven bosquecillo. Si me fijara en la arboleda, algo que siempre suelo hacer, seguro que me sorprendería ver tantos pládanus juntos, pero dudo que se me ocurriera pensar que se trataba de una plantación, allí tan lejos del mundo civilizado. Me quedaría con el dato de que estos se encontraban en plena expansión.
Descubrir que árboles foráneos constituyen una plantación humana es fácil y al alcance de cualquiera, solo basta con saber diferenciarlos de los que son propios de nuestra tierra. Pero una plantación con árboles autóctonos es más difícil de detectar y para ello es imprescindible conocer la evolución histórica del paisaje de cada zona.
Espero haber respondido a tu pregunta.