3/15/2023

El Monte y el Guía de Munietsus 103 El nuevo Itinerario

 

Portada del nuevo Itinerario. Para Enseñanzas Medias

Y llegó 1989, el tercer y último año de mi labor como Guía-Monitor del Itinerario de la Naturaleza en La Reserva de Muniellos, aunque lo correcto sería decir como Monitor ya que la actividad como Guía había quedado reducida al mínimo, con alguna subida a Las Lagunas y poco más. Ya no había libros para los alumnos que hacían el Itinerario, estos se agotaron a las primeras de cambio y la Consejería era remisa a hacer una nueva impresión pues había decidido hacer un nuevo libro, más acorde con lo que yo venía haciendo, utilizando cuestiones y elementos existentes en el recorrido, desde Casa Abel hasta Las Tablizas. Y como yo servía tanto para un roto como para un descosido, me encargaron que fuera preparando algo y que más tarde se uniría a mi un equipo con amplia experiencia en la redacción de Itinerarios.

Era evidente que el nuevo Itinerario iba a ser muy diferente al viejo, sobre todo porque la mayor parte de su recorrido discurría fuera de La Reserva, sobre terrenos del pueblo de Mual. Ello implicaba que, al menos, la mitad de la temática a tratar debería girar en torno a esa parte de la ruta. Una interesante mezcla de etnografía (en su vertiente de cultura material) y Medio Ambiente.

Esquema del nuevo Itinerario.

El paseo servía para ver como era un paisaje antropizado en el occidente montano asturiano. A pesar de que Mual ya no vivía como antes vivió, el paisaje todavía mantenía sus señas de identidad. El paisaje agrario aún mantenía la dualidad de sus dos pilares básicos, el agrícola y el ganadero y ello se podía apreciar claramente durante el paseo. Güertas y curtinales daban fe de lo importante que había sido la agricultura y los praus hacían lo mismo respecto al ganadero.

Para apreciar lo que era un curtinal elegiríamos el de Veiconde. También podríamos haber elegido La Veiga, pero ello supondría hacer una parada en el camino principal del pueblo, y en mitad de este, pudiendo ocasionar un estorbo para la gente del pueblo. Veiconde quedaba algo apartado y parar después de la Ponte La Zreizalina, a la entrada del curtinal, no provocaba molestia alguna. Para los praus elegiríamos Prau Nuevo, donde se podían ver las presas que servían para regarlo. Quizás deberíamos haber hecho una parada ante una vallada, pero bueno todo no se pudo abarcar. 

El Curtinal de Veiconde aún con muchos estaxus cultivados. Dibujo del Itinerario para el Ciclo Superior de EGB. P. 16.


Parte del Curtinal de Veiconde, del lado de allá de La Ponte La Zreizalina, sin cultivos en la actualidad y transformado en praus de secano. 29 julio 2.020.


Prau Nuevo, con la cabaña y el prau de Casa Mingo. 29 julio 2.020.

Por su parte el paisaje natural estaba muy transformado, predominando el monte desarbolado, ocupado por grandas, con pequeños bosquetes en recuperación, dispersos por La Cutsada, Reiduz, Putseirus, Valmayor...algo que se podía apreciar en muchos puntos del recorrido.

El pasar al lado mismo de dos construcciones tradicionales, un orriu y un cortín, daba pie para incluirlos y hacer en torno a ellos dos buenas paradas y al circular todo el rato a la vera del río, ello serviría para hablar del bosque de ribera.

L´Orriu Casa´l Campo. Dibujo para el Itinerario del Ciclo Superior de EGB. P. 15.

 

Cortín de Casa Cadenas. 29 julio 2.020.

Pensando en que otras cosas se podían añadir al Itinerario caí en la cuenta de que en Mual aún existía una casa bastante tradicional y que además estaba abandonada ya que sus propietarios vivían en Madrid y ya no pasaban por aquí. Hacer una parada con cuarenta o cincuenta alumnos no molestaría a nadie y serviría para ampliar el apartado etnográfico del Itinerario. No solo veríamos de que vivían los papudos si no también donde vivían.

Casa Santiago era una casa que yo conocía desde mi tierna infancia ya que mi bisabuela materna (Josefa Fernández Lago 1.864-1.901. ¡Qué poco vivió la pobre, solo 37 años!), la madre de Mamina, era de esa Casa. Y hacía ya mucho tiempo que nadie vivía en ella de forma continua. Pero sí recuerdo cuando en verano parte de los descendientes venían de la "capi" a pasar unos días en ella. Corretear por el prau de La Cutsada, jugando con la yerba segada con unas nenas más o menos de mi edad y escuchar embobado, como mis hermanos, lo que nos contaban de algo que llamaban televisión y de lo que en ella veían. ¿Cómo era eso de ver en una caja escenas de cosas y seres fantásticos o personas de carne y hueso hablando y hablando?. Se nos encendía la imaginación cuando nos contaban lo que pasaba en películas y series que a ellas les gustaban, seres extraterrestres, platillos volantes, vaqueros, pistoleros, indios...¡Pura fantasía!, justo lo que un niño necesita a esas edades.

Esa situación era aprovechada por ellas y nosotros las envidiábamos por poder verlas y nos parecían, por ese simple hecho, superiores a nosotros. Esa admiración también parecía darse en los adultos, ante unas personas que habían escapado de los tristes y aburridos pueblos para vivir en la prometedora ciudad.

Cómo han cambiado las cosas ¿no?. Hoy, los que hemos cambiado de aires, añoramos el terruño que nos vio nacer, así como un contacto más directo con la naturaleza. Preferimos el sosiego rural a la nerviosa y contaminante urbe. El progreso resultó ser un falso progreso. La mayor abundancia material no nos hace ser más felices. ¡Sí, parece que preferimos lo sencillo y auténtico!.

En la corte de vacuno de la casa teníamos nosotros, mi familia, la vaca que nos daba leche a mis hermanos y a mi, con acceso desde el mismo camino, pero no recuerdo utilizar su parreiro para guardar la yerba, al menos en los últimos tiempos. El parreiro tenía su entrada por la parte de arriba de la casa por donde había otro camino y estaba al nivel de la segunda planta.

Nuestra casa estaba sobre un terreno muy pendiente y se accedía a ella por un estrecho y cuesto calechón, por lo que nunca tuvo corte. Tenía una bodega y un currietsu para el gocho. Pero sí tenía parreiro, en el que además era muy sencillo meter la yerba, tirándola desde la carretera. Claro que el inconveniente era tener que trasladarla a la corte cada vez que se necesitaba. El parreiro sobre la corte agilizaba la tarea con un orificio por el que se tiraba la yerba y que caía sobre el propio pesebre, como antes ocurriría aquí.

Sobre la corte de Casa Santiago, aparte de una esquina del parreiro, estaba El Cuartón, ya habilitado en varias habitaciones con el paso del tiempo y con dos ventanas al exterior, por encima de la entrada a la corte. Situar El Cuartón y El Cuartín sobre la corte de las vacas era la calefacción de la que disponían nuestros predecesores. Seguro que no olería a rosas pero aquello se compensaba por el calor desprendido por los rumiantes.

Decidí echarle un vistazo a la Casa Santiago para conocer su estado de conservación. La Casa englobaba no solo la casa como tal si no también un corral y una panera, bordeados por altos muros de piedra. Había dos portones para acceder al corral, pero solo se utilizaba el del camino junto a La Güerticona, por que el otro que daba a la antigua Era estaba cerrada al exterior por una pared que bordeaba la güerta en que se había convertido la Era. Que La Era (L´Era) se convirtiera en la güerta de Casa Santiago hace pensar que el terreno era de la casa, aunque posiblemente en ella pudiesen matsar el grano parte del vecindario, igual que en la cercana Era de Casa Cadenas. 

Casa Santiago del lado de La Güerticona. Dibujo del Itinerario para Enseñanzas Medias. P. 15.


Casa Santiago y su panera a principios de los noventa. Foto Naciu.


Güerta de Casa Santiago, antigua Era. Detrás las esquinas de la Casa y de la Casa Xuaquín y en el medio el bonito portón con la panera detrás. Dibujo para el Itinerario Enseñanzas medias. P. 15.


Casa Santiago y Casa Xuaquín, dos ejemplos de arquitectura tradicional. Por fortuna la segunda aún conserva parte de su estructura. Foto Naciu.

Tras el portón estaba el corral, con la panera a su izquierda y la casa a su derecha. La casa tenía dos plantas. La baja, con su soportal, estaba algo metida contra el suelo y en ella estaban las cuadras del ganáu: La corte de las vacas, la de la ovejas, la de las cabras y el currietsu de los gochos.

Para acceder a la segunda planta había una escalera tendida, de piedra. De frente se entraba a la cocina, grande e iluminada por un gran ventanal con vistas a La Era. Yo siempre la conocí con una cocina económica, pero seguro que anteriormente, como el resto de cocinas del pueblo y de la redondada, sería una tsariega, dispuesto el llar (tsar, de ahí tsariega) sobre tsousas planas, con reborde pétreo para evitar que el tsume (la lumbre) se saliera de su sitio y prendiera fuego a la casa. De los antiguos escanus de madera con su ingenioso artilugio que convertía una tabla situada sobre sus espaldas y pegada a la pared, en una amplia mesa situada ante el asiento, no tengo ningún recuerdo, aunque claro hace tanto tiempo de ello. El primero que vi y del que me acuerdo perfectamente, pues me llamo la atención lo listos que eran quienes nos precedieron, fue en el pueblo de Bulnes (Picos de Europa) en casa de unos parientes de mi amigo Manuel ("el montañés"). 

Escalera y corredor de la casa visto desde el corral. Foto Naciu.


Portón que daba contra la Era, visto desde dentro. Foto Naciu.

La puerta por la que se accedía a la cocina estaba cerrada con llave y no pude revisitarla. Por la escalera también se accedía al corredor que llevaba al Cuartón y a medio camino y a través de una tsousa (anexa a la panera pero algo separada y sin contacto con el corredor) a la panera, en la que pude entrar pues su puerta ya se encontraba semiderruida. Dentro los efectos de la polilla y su parentela eran más que evidentes. No solo se olía a madera atomizada, aún con el penetrante aroma dejado por la farina, si no que al mover cualquier objeto se veía como se levantaba una nubecilla blanquecina. Sí, la madera de los utensilios de la panera estaban apolillados y seguramente la propia panera también lo estuviera. 

Corredor, anchísimo, con el Cuartón al fondo. Foto Naciu.


Los dos trabes que daban a esta esquina estaban medio deshechos (como el pie de madera) por el agua que les caía desde el tejado de la casa. Foto Naciu.

Salí de la panera y al principio del corredor, en el rellano de la escalera, vi una puerta en la que nunca me había fijado. Al comprobar que se abría, entré en aquel pequeño habitáculo para ver que había en él. Estaba muy oscuro y esperé a que mis ojos se acostumbraran a la oscuridad. De pronto el suelo de madera se hundió y yo con él. Instintivamente extendí horizontalmente los brazos y conseguí detener mi caída. Yo entonces tenía una forma física envidiable, sobre todo en mis piernas que podían recorrer kilómetros y kilómetros sin cansarse. Por contra, mis brazos, faltos de un ejercicio semejante, no estaban  a ese nivel. No los tenía tan en forma como cuando trabajaba, años atrás, apañando yerba, pero bueno aún me defendía. Si me ocurriera hoy en día no dudo que caería cual sapo a la planta de abajo. El suelo era de tabla de pino (machimbrado), totalmente carcomido por el paso del tiempo, el desuso y la falta de limpieza. Con gran cuidado para no provocar nuevas roturas, logré izarme y salir de aquella "trampa" en la que me había metido. Como recuerdo me quedaron en los brazos unos arañazos durante unos cuantos días. 

Ya tenía bastante de La Casa Santiago y pensé que sería interesante incluirla en el Itinerario, como una buena muestra de nuestra arquitectura tradicional y fue una buena decisión porque su recreación mediante dos excelentes dibujos son, en la actualidad, un buen documento histórico, un epitafio, porque la casa se ha derrumbado y solo queda un montón de piedras. 

La Casa Santiago ya sin su panera. Foto Naciu.


La Casa Santiago ya forma parte del recuerdo. 29 julio 2.020.

Solo se salvó de la ruina la panera. Mi hermano mayor, Carlinos, acabó volviendo a la tierra que le vio nacer. Transformó la casa que teníamos en Mual en una coqueta casa de turismo rural y abrió un restaurante en Pousada Rengos. Seguía en contacto con los herederos de Casa Santiago y preocupado por el estado de la panera y del inminente fin que se le venía encima, consiguió que se la regalaran, con la promesa de que la restauraría. Solicitó y consiguió una subvención para su restauración y la trasladó al cementerio-La Ermita, terreno que tuvo que comprar. Una ardua tarea pues la panera hubo que desmontarla, pieza por pieza, y luego volver a ensamblarla, claro que ello también permitió una más fácil sustitución de dos trabes (vigas maestras en cuyas hendiduras se encajan las tablas o colondras que forman las paredes), varias colondras y algunas pontas (tablas que forman el piso), por no hablar de algunas partes del corredor, piezas, todas ellas, muy afectadas por la carcoma. Debajo de ella celebramos dos o tres comidas en las que nos reuníamos todos los Riguilones. Unas parrilladas que eran todo un lujo. 

Desmonte, pieza por pieza, de la panera. Foto Naciu.


Preparando el nuevo hogar de la panera en La Ermita. Foto Naciu.


La panera ya instalada en La Ermita. Foto Naciu.


Se ven claramente los dos trabes sustituidos, por el color claro de la madera. Foto Naciu.

Apuros económicos obligaron a Carlinos a desprenderse, con gran dolor, de la finca y de la panera, vendiéndosela a Delfín de Mual, que me dijo que le había tenido que cambiar varias partes que estaban muy carcomidas. Y allí sigue la panera, aunque bastante transformada, convertida en una casita, con la parte de abajo cerrada y con una chimenea. Eso al exterior porque desconozco su interior.

Seleccionada una serie de paradas, empecé a elaborar la actividad a realizar en ellas. Alternaba explicaciones con preguntas, cuyas respuestas se podían obtener, muchas veces, con una detenida observación. Pero creo que me pasaba con ellas, demasiadas preguntas.

No tardó en aparecer el equipo técnico, contratado por la Administración para la realización de la Guía del Itinerario, aunque yo solo conocí a Sergio y Paloma (G.E.A.). Les enseñé el recorrido, las posibles paradas y todo lo que había ido elaborando. Tuvimos varias reuniones, incluida una en su casa, en un pueblín de la zona de Soto de Ribera, cerca de la térmica y de uviéu, para ir especificando los contenidos, pero he de reconocer que la redacción de los textos finales fue obra suya, así como el diseño de la obra. 

Autores del Itinerario.

También cambiamos el recorrido y los contenidos dentro de La Reserva y aquí tengo que decir que ellos llevaron la voz cantante. Sergio y Paloma creo que eran biólogos y obviamente sabían más sobre esta temática que yo. Mantuvimos la dualidad robledal-faéu, sin duda los bosques más emblemáticos de nuestra región. Suprimimos la visita al robledal de Decutsada, más que nada para evitar el impacto que provocaba en suelos pendientes la visita y tránsito de tantas personas.

En su lugar elegimos un lugar río arriba, un poco después del primer puente por encima de Las Tablizas, con menor pendiente y separado del bosque de ribera. Para el faéu mantuvimos el de Las Tablizas, pero sin utilizar la senda que subía a Penas Negras. Utilizando la antigua pista maderera y un ramal con un tajo en el terreno, hecho exprofeso posteriormente, para sacar el tema del suelo.

En ambos lugares, a través de mediciones (algunas a ojo), porcentaje de árboles existentes (se mantuvo como anexo la Clave para la determinación de los árboles de Muniellos por las hojas, que aparecía en el libro cuaderno del anterior Itinerario), análisis del sotobosque...se aprendía a diferenciar y entender estos ambientes tan contrastados y sus relaciones con la fauna.

Como la edad del alumnado podía variar mucho, optamos por realizar dos cuadernos guías. Uno para el ciclo superior de EGB y otro para enseñanzas Medias. Más sencillo el primero y más ampliado el segundo. También preparamos una guía del profesor, ahondando en la temática tratada y respondiendo a preguntas que se hacían en las guías del alumno, para que los profesores pudieran preparar la visita sabiendo a qué atenerse. Para darle más juego a la actividad se proponían algunos trabajos para después de la visita y se daban fichas para el estudio de un bosque y otra de determinación de árboles que una vez rellenadas permitían sacar datos a posteriori. 

Portada del Itinerario para el Ciclo Superior de EGB.

Los dos Cuadernos-Guía del alumno se imprimieron en ese año 89 y alguien me hizo llegar uno de cada nivel. La Guía del profesor lo hizo en el 90 cuando yo ya me había desvinculado de estas labores, por lo que no poseo ningún ejemplar.

Releyendo las dos Guías creo, honestamente, que hicimos un excelente trabajo, aunque nunca llegué a verlas aplicadas. Su valor histórico es innegable pues algunas cosas que se veían y que aparecen grabadas (dibujadas) ya no se pueden ver en la actualidad. Con ellas, además, el nombre de Mual (o Moal como algunos se empecinan en seguir utilizando) trascendía el de las fronteras físicas de nuestro Concejo de Cangas.

Un desliz de la obra, la rama de roble bellamente ilustrada es de un quercus robur, no el petraea (albar) que es el que hay en Munietsus.


Mapa esquemático de La Reserva, incluyendo los Montes de Valdebóis y La Vilietsa. Nada que ver con el de colores hipsométricos que dábamos con el anterior Itinerario. Por no hablar de los topónimos totalmente castellanizados y erróneos en muchos casos.


Ejemplo del contenido del Itinerario Ciclo Superior de EGB. P. 20.

 

Otro ejemplo del contenido del Itinerario. Hoja 13. Enseñanzas Medias.


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