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Mirador natural del Teso Decutsada. 28 julio 2.018. |
Para conocer el estado real de un árbol, de forma puramente visual, hay que fijarse a fondo en dos de sus partes. Una es precisamente esa parte inferior del tronco y como decimos hay que hacerlo observando todo su perímetro, hasta una altura de uno o dos metros. Hay que comprobar que toda la corteza esté en perfecto estado, con especial atención en los numerosos recovecos que suele haber en la zona de contacto con las raíces y el suelo. Cualquier descortezamiento o abultamiento anómalo nos indicará la existencia de una herida que no ha conseguido cicatrizar correctamente.
La otra parte en que debemos fijarnos es en la copa. Aquí en Decutsada la densidad (número de árboles por superficie) es muy elevada, lo que hace que la copa sea muy pequeña, un simple penacho de ramas y hojas. En muchos casos la copa es difícil de ver pues queda muy alejada del suelo y puede estar ocultada por otras. Así que nos limitaremos a ver si las ramas de la copa tienen hojas y si estas son abundantes o escasas. La escasez de hojas o incluso su desaparición en algunas ramas es señal de que algo va mal, de que el árbol ha perdido vitalidad y que su fin será prematuro.
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Copas muy estrechas de robles albares, pero con buen aspecto. Decutsada, partes bajas. Julio 2.016. |
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Algo va mal en este roble albar. Partes bajas de Decutsada, por debajo de la senda. julio 2.016. |
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Sin hojas en la copa, la muerte ya es una realidad. Teso Decutsada. Julio 2.016. |
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Fin inminente para este roble ya sin copa. Decutsada, senda donde el Teso Los Carboneros. 27 julio 2.016. |
En 2.018 volví a visitar Munietsus. En esta ocasión contaba con otros dos días de añadido y pernocté en Oubachu, en casa de mi hermano Carlos. Planeé internarme por la senda de La Veiga´l Pumar, que algunos llamaban la Senda del Counio pero que nacía aquí, en este cutsáu.
En mis años mozos ya me había metido una vez por dicha senda o camino pues no tenía permiso para entrar en Munietsus por Las Tablizas. Acabé saliendo a El Escabón de Bisulaz y posteriormente, monte a través por un excelente bosque de robles con algunas enormes fayas, a la senda que sube a Las Tsagunas, por donde continué con la excursión. Supongo que volvería por el mismo recorrido pero ya no me acuerdo.
Ahora quería saber si la senda seguía transitable, recorrer espacios poco conocidos y si me daba tiempo localizar y ver las brañas de El Pradón de Bisulaz y la de Los Sagraos de las que no tenía datos y también conocer algo de Decutsada por encima de La Brañina. El previsible recorrido discurría en su totalidad por el Monte Oubachu, lo que me permitiría recorrerla con total tranquilidad. Me costó un poco entrar en la senda por unas abundantes matas de espinos. Las bordeé por debajo, procurando no tropezar ni rozar con las folgueiras y ganzos que estaban aún mojados por el orbayu que ya había empezado a disolverse. Al poco salí a una ancha senda, tan ancha que sin duda se trataba de un tramo de pista, llano y fácil de recorrer pues estaba relativamente despejada. Se ven pocos robles, aunque sin duda los hubo pero fueron talados, predominando los bedules, que tratan de colonizar algunos claros que se ven por encima de la pista.
Llegué a un cruce del que no me acordaba. La pista continuaba pero a la derecha había una senda que ascendía zigzagueando. Tampoco es que me importara el perderme, tenía todo el día por delante y estaba en bastante buena forma física pues me había entrenado en Caguatses subiendo y bajando por su empinada Devesa. Pero se me habían quedado en Tsaciana mis botas de montaña, las había acercado al coche pero entre meter en este la mochila y el bastón se me olvidaron, allí al lado del asiento del copiloto pero fuera del coche. Me di cuenta cuando llegué a Las Tablizas y quise cambiar el calzado. No las encontré y entonces fue cuando me di cuenta del descuido. Volver a por ellas supondría perderme no menos de dos preciosas horas.
El guarda de Las Tablizas me prestó su móvil pues con el mío no podía contactar. Llamé a mi mujer y le dije que recogiera las botas de la acera de la carretera. Total que tuve que realizar todas las caminatas con lo que llevaba puesto, unas deportivas resistentes y con goretex pero que tenían la planta muy desgastada, estando las suelas totalmente lisas. Y con ellas no me fue tan mal en Munietsus pues solo posé dos veces mis posaderas en el suelo tras sendos derrapes. Pero en Decutsada sería diferente ya que el suelo, monte a través, de hierba y lúzulas y las empinadas laderas me hacían resbalar continuamente y retardar los desplazamientos, haciéndolos mucho más cansinos.
La pista no tardó en desaparecer, sustituida por una especie de sendina, sin duda creada por los cazadores cuando el Monte Oubachu fue coto de caza. La senda, tras bajar ladeada durante un rato, también acabó desapareciendo, pero seguí monte a través pues ya hacía un rato que robles y fayas, de buen tamaño aunque al principio bastante separados entre si, habían hecho acto de presencia. Pronto llegué a unas peñascas, en el borde del Teso Decutsada, que resultaron ser parte de las Penas de Fonculebrera.
Entre pequeños y desmadejados robles orocantábricos, instalados entre el roquedo, hallé un precioso "balcón", con impactantes vistas de toda la redondada. Desde estas altitudes, cercanas a los 1.200 m. las vistas varían mucho respecto a las obtenidas realizando la senda de Las Tsagunas por Fonculebrera. Merecía la pena hacer una parada en condiciones, sentarse y dejar que la vista se empapara con estas imágenes. Os reproduzco y comento algunas para ir abriendo boca.
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Quercus Orocantábrico, el mejor árbol para colonizar las grietas y rellanos de roca que contengan algo de suelo. Esquina de las Penas de Fonculebrera. 28 julio 2.018. |
De frente Penas Negras, con una vista completa que abarca hasta el Pico Tsuis. Mi pariente (topónimo) se ve perfectamente desde aquí, un pico saliente fuera de la sierra que bordea Munietsus, sierra que se ve a sus espaldas.
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Pico Tsuis, coronando Penas Negras. 28 julio 2.018. |
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Para que nadie se pierda os reproduzco el mapa con la toponimia de Penas Negras. |
Penas Negras, con robles albares que parecen surgir de las propias penas, aunque en realidad estos surgen entre ellas, aprovechando los tseirones, las escamas más o menos gruesas que el clima ha ido robando del roquedo, depositándolas a sus pies y conformando algo de suelo. Al ir creciendo, las ramas y sus hojas se superponen al roquedo y nos engañan, pareciendo surgir de él mismo. Si viéramos Penas Negras cuando no hay hojas, los enhiestos "menhires" de puntiagudas rocas o los ingentes farallones rocosos, serían mucho más visibles y veríamos como los fustes de los árboles salen entre ellos, donde hay algo de suelo.
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Farallones de la Pena de Cuelgaloscuras, flanqueado por el Vatse Penas Negras y la Vatsina Fonculebrera de Penas Negras. |
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Vatse Penas Negras con sus dos ramales, el más largo de Penas Negras ya que asciende hasta el Pico Tsuis. |
Lo milagroso de Penas Negras no es que el robledal se haya instalado en las rocas, algo imposible para él, si no que se haya asentado en unos suelos tan pedregosos y someros como los que hay aquí.
Resulta aleccionador que el faéu de Las Tablizas no se hubiese desplazado y colonizado esta zona de avesíu. Lo arisco del terreno no significa ningún obstáculo ya que las fayas también ocupan lugares más escabrosos y es seguro que lo intentaran.
Cuando la faya empezó a expandirse se encontró con la tenaz resistencia de los bosques de robles. Aquí fue capaz de instalarse enfrente de Las Tablizas, formando dos pequeños faéus separados entre si. Uno en la entrada misma de la Reserva, al lado y por encima de la central hidroeléctrica. El otro sobre la Vatsina La Central. Las recién llegadas se fueron internando entre los robles, aprovechando que en sus primeros años necesitan sombra y medrando porque también necesitan menos luz para hacerlo, y al final en estos buenos y frescos suelos utilizaron la fuerza del grupo para sepultar bajo sus copas a los robles existentes, privándoles de la luz. Esa penumbra creada por las fayas fue la que acabó con los robles, impidiendo su regeneración ya que estos para prosperar necesitan más luz de la entonces existente.
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Esquina inferior de Penas Negras con las vatsinas La Lata, Castietsu y Cuartel donde los robles no admiten rivales. |
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Zona avesía ocupada por el faéu de Las Tablizas, que solo llega hasta la mitad horizontal de la imagen. |
Pero en Penas Negras las fayas no pudieron utilizar la fuerza del grupo y además los robles ya estaban allí desde hacía mucho tiempo, perfectamente aclimatados a las condiciones del lugar. En Penas Negras los robles y algún bedul están separados los unos de los otros por los menguados nutrientes existentes y por suelos más secos. El granulado suelo de los tseirones y el mismo roquedo tienen menor capacidad para retener la humedad que los suelos más espesos (terrosos) y profundos como los existentes en las dos zonas de La Central. El agua de lluvia es rápidamente drenada ladera abajo y solo una pequeña cantidad es retenida. Esta agua y la atmosférica de las nieblas y del propio avesíu, sí permite que el robledal pueda establecerse y prosperar. Pero es más que probable que la faya para poder competir y expandirse necesitaría mayor humedad.
Seguro que muchos de los robles de Penas Negras fueron talados dada su cercanía a Las Tablizas, siendo arrastrados hacía abajo por los tseirones hasta acercarlos al curso del Ríu Munietsus, por donde transitaba la pista central. Se están regenerando rápidamente, una prueba más de que son los mejor adaptados al lugar.
Podría estar horas y horas contemplando desde allí y sintiendo la enorme energía que desprenden los ariscos robles de Penas Negras, capaces de desafiar y tutear a "menhires" enhiestos de roca, suelos pedregosos y farallones que dan vértigo. Una mezcla perfecta dotada además de inigualable belleza y un milagro más de una naturaleza tan pródiga en mostrárnoslos, aquí en Munietsus.
En el mirador natural, sentado frente a Penas Negras y gracias a la altitud en la que me encontraba, también se veían las partes que hay tras ellas, o al menos algunas de sus partes. Se intuía donde quedaba El Cutsáu, aunque para verlo necesitaría estar aún más alto, a mayor altitud, y detrás las partes superiores de las laderas que llegan hasta la sierra. Con el Pico La Crespona y El Cabrón delimitando el Regueiro Bisnuevo, valle en el que se veían algunas de las vatsinas de su vertiente derecha.
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Tras Pico Tsuis bajada a El Cutsáu y subida por La Crespona a su Pico, y a su derecha continuación de la sierra por Lus Pozos de Tsumbón. |
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El Cabrón (pico) y a su derecha el Vatse L´Infierno y los cutsáus de la sierra que cierran el Regueiro Bisnuevo: La Chunal, La Fulgueirina y la Vaguada Tsumbón. |
Girando la cabeza algo hacia la izquierda se continuaba viendo parte del avesíu, ahora del Monte Mual: Lus Putseirus, Fontuteiru y hasta La Pena Moncóu con su alargada cresta. Y girando un poco más la salida del valle, con alguno de los pueblos de La Veiga Rengos situados por encima de Pousada. Y más a la izquierda parte del solano del valle de Mual, con sus numerosas grandas, el perfil de la carretera que sube al Counio, las agrestes Porciles y Güérgolas...Y hasta el Pico La Mesa, donde terminaban las vistas de fondo.
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Salida del valle del Ríu Mual, avesíu. |
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Salida del valle del Ríu Mual, solano. |
Cambié de posición sentándome ahora frente al corazón del Monte, frente al grandioso Sestu Gordu, que desde aquí no resalta tanto como visto desde más abajo. Me entretuve un rato fijándome detenidamente en la Vatsina la chada, en sus partes altas, cerca de El Chanu Sestu Gordu y del lugar donde había acampado con unos periodistas y donde todavía se ven los claros de su faéu provocados por entresacas madereras y posible uso ganadero.
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En el centro Sestu Gordu. |
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Vatsina La Chada. |
Casi duele ver tanto bosque y tanto monte, tantos lugares por donde antaño me perdía y me olvidaba de todo y solo poder dedicarles ahora unas rápidas miradas. Es mucho lo que se ve del río de las veigas (Tixeirúa) y algo menos del Refuexu pero os dejo que vosotros lo interpretéis y lo disfrutéis.
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Ríu Tixeirúa, a la derecha del todo Pico Sestu Gordu sobre el Chanu Sestu Gordu |
Incluso se ven los altos serranos desde el Pico La Valladeira hasta un poco más allá de El Penón de Las Tsagunas, asomándose por encima del Teso Los Sagraos, teso que tapa la mayor parte de Refuexu y La Candanosa.
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En el centro Altu´l Refuexu y Pico Serrón del Níu L´Aigla y más a la derecha el Penón de Las Tsagunas. |
Más a la derecha tenemos la progresión de Las Penas de Fonculebrera, ya que estamos en una de sus esquinas, que suben un poco por encima de la altitud a la que yo me encontraba. Por eso la senda que yo no seguí y que sería la idónea, ascendía, para salvar el obstáculo de estas penas y continuar por encima de ellas. Las penas son infranqueables y creo haber oído de boca de algún Guarda que en ellas había alguna cueva utilizada por los osos, que a pesar de su tamaño y aparente torpeza nos superan en capacidad para escalar y para trepar. Seguro que en ellas estarían a salvo, al menos de las personas, en especial de las armadas con rifles y escopetas y donde pudieran sestear y echar alguna cabezadina durante el largo y frío invierno.
El borde en el que yo me encontraba pronto se desplomaba en vertical durante varios metros, imposible de superar sin la ayuda de material especializado. Por encima de las penas el suelo debía de mejorar ya que se ve mejor arboleda y entre las penas, que ocupan una buena superficie, por increíble que parezca también hay algo de arboleda. Ciertamente raquítica con algunos albares y sobre todo orocantábricos, con un color verde algo más claro que el de sus primos, desafiando el solano y unos suelos casi inexistentes. Los albares en las vaguadas existentes y los orocantábricos a su vera y en grietas y rellanos del propio roquedo.
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Buena vegetación sobre la Penas de Fonculebrera. |
Crecer, secarse con las sequías, rebrotar y nacer de semilla, volver a crecer, morir... y poco a poco, ayudados por ganzos y carqueixas ir creando nuevos suelos donde perdurar durante más tiempo. El proceso, ya iniciado y que ha conseguido difuminar algo el roquedo, será largo, muy largo, con avances y retrocesos pero imparable a largo plazo.
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Ganzos, carqueixas...y hasta robles en los escasos suelos de las Penas de Fonculebrera. |
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Orocantábricos y albares colonizando el roquedo de las Penas de Fonculebrera. |
No me importó haberme confundido de ruta. Las vistas merecían la pena y aún quedaban más. A mis pies las partes medias y bajas del Vatse de Fonculebrera que siguen siendo muy agrestes por debajo de las penas, aunque más tamizadas por la arboleda. Su vertiente derecha con mejores suelos y árboles, culminando en el Teso Los Sagraos y sus bellos rellanos cubiertos de excelente vegetación. O la progresión cerro abajo del Teso Decutsada por debajo de La Chanadona L´Era Farruco, donde se ve una granda que avanza ladera abajo hasta la senda que sube a Las Tsagunas. La granda está sobre suelos bastante buenos y no cabe duda que los excelentes robles que aquí hubo fueron arrasados por las cortas. Después los incendios retardaron la repoblación natural, incendios en Fonculebrera de los que ya se habla en fechas muy tempranas, al poco de iniciarse las talas. Pero que nadie se alarme porque la regeneración ya está en marcha y en unas decenas de años se volverá a poblar.
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Chanetos y Braña Los Sagraos, con una exuberante arboleda. |
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L´Era Farruco a mis pies, la progresión de La Chanadona teso abajo y la granda. |