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Piel de roble y piel de faya. Decutsada 2.018. |
En Munietsus si hay alternativas a la ruta de Las Tsagunas y sin necesidad de andar tanto. Subir a la primera laguna exige mucho esfuerzo, tienes que estar todo el tiempo andando, excepto el rato de reláx comiendo y observando la laguna y su entorno, y esas prisas no te permitirán trabar contacto directo ni con los árboles ni con el bosque.
A mis visitantes podía ofertarles estas dos posibilidades: subir a Las Tsagunas o conocer más a fondo y en detalle el bosque, utilizando Decutsada y un tramo del río. Pero primero tenía que saber por qué venían a Munietsus, cuál era el motivo de su visita, ya que si su deseo era subir a Las Tsagunas, sobraba plantear otras opciones. Solo decidir por donde subir y por donde bajar.
A quienes llegaban a Muniellos sin saber muy bien qué hacer, siempre les explicaba lo que implicaba hacer la ruta de Las Tsagunas, las distancias y el esfuerzo que suponía. Solo cuando veía que surgían dudas les planteaba que existía otra alternativa y en qué consistía.
También me ayudó a ofertar esta segunda opción, la existencia de grupos con la presencia de niños-as que, por motivos obvios, descartaban la posibilidad de subir a Las Tsagunas. Aunque también tuve alguna sorpresa.
Fue en los comienzos de la actividad de Guía y entonces yo no tenía tan pensado lo de la opción. Estaba con tres o cuatro grupos, integrado cada uno de ellos por dos personas, todas adultas excepto una de padre e hijo. El hijo era lo que se puede llamar un chaval, tal vez demasiado joven. Estuvimos viendo el roblón de Fonculebrera donde los reuní y les pregunté qué querían: seguir o dar la vuelta, porque a lo mejor el chaval no resistía tanta caminata. Tras decirles lo que nos quedaba por delante en caso de continuar, el padre lo consultó con su hijo. "Mi hijo está acostumbrado a andar y no tiene inconveniente en continuar", fue lo que nos dijo. "Bueno, pues a buen ritmo que se hace tarde". Y era cierto porque nos habíamos demorado con numerosas paradas. A partir de allí no las repetiríamos. Fuimos a la primera tsaguna y "pa bajo" y al final el chaval parecía ser el más fresco de todos ellos.
Entonces yo no tenía dificultades en entretener y motivar a un grupo de personas interesadas. Ninguna para enseñarles cosas del bosque que no vienen en los manuales pero que cualquiera puede ver y entender. Todo dependía del nivel de relación del grupo con este ecosistema, con el bosque.
Algo muy socorrido es el de saber diferenciar los árboles, no solo por su hoja si no también por su piel, algo más al alcance de la mano, nunca mejor dicho porque de paso se puede acariciar al árbol que seguro que no se molestará por ello y a nosotros nos servirá para apreciarlos y quererlos un poco más. Y no es algo baladí porque dentro del bosque la mayoría de los árboles tienen las hojas tan alejadas del suelo que a simple vista cuesta diferenciarlas.
El único árbol de Munietsus que tiene la corteza rugosa y formada por estrías longitudinales, como pequeños surcos que lo recorren de arriba a abajo, es precisamente el señor de la zona, el rebotsu albar (quercus petraea) y si acaso sus parientes el rebotsu sapiegu y el orocantábrico, el primero ausente en el interior del Monte Munietsus y el segundo recluido a zonas concretas. Eso sí, hay que esperar a que el roble abandone la pubertad ya que al principio también tiene la piel lisa, algo que aquí en Munietsus no supone ningún obstáculo pues predominan los robles adultos. El bedul, la faya, el pládanu... tienen la piel lisa. Solo el freinu tiene la piel rugosa, pero solo a partir de un grosor determinado y además está restringido a ambientes húmedos, algo que comparte la tsamera (ulmus glabra) que es muy poco frecuente. Al bedul pronto lo delata su piel blanquecina, dudosa a veces en la base pero muy visible un poco por encima. y al pládanu su color anaranjado y sus escamas en la piel, aparte de ocupar terrenos más húmedos. El acebo con sus punzantes hojas también se hace notar a simple vista. Y si hay dudas pues bueno, para eso está el guía.
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Piel rugosa, con estrías, la de nuestros albares. Entorno del Teso de Sesto Rapáu. 2.016. |
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Piel de faya. Decutsada 2.018. |
Cosecha de la casa, de un servidor, era enseñarles algunos sencillos trucos (no tan sencillos porque a mí me llevó un tiempo descubrirlos) para saber cuando un bosque ha sido talado. Lo que daba pie para entender el pasado, el presente y el futuro de Muniellos.
Las huellas de las talas están ahí, presentes en Munietsus, solo hay que aprender a verlas. Cuando en un área determinada, de mayor o menor tamaño, los árboles tienen el mismo aspecto, tanto en el grosor de sus fustes como en las alturas alcanzadas, significa que todos tienen la misma edad. Para visualizar claramente lo que trato de explicar no hay más que fijarse en alguna de las llamadas repoblaciones con pinos y otras coníferas, que infestan nuestras tierras y que podemos ver por doquier. En estas plantaciones todos los árboles son iguales. Lo veis ¿no?.
De forma natural esto es algo que no suele darse, aunque siempre puede haber alguna excepción, provocada por fenómenos naturales de extraordinaria virulencia como los causados por furiosos vendavales que arrasan con todo lo que se ponga a su alcance. Lo normal es que haya, como en el resto de comunidades de seres vivos, representantes de todas las edades, desde los más viejos a los más jóvenes, pasando por los de mediana edad. Cumplido su ciclo vital, un árbol muere y cede su lugar a otros.
En un bosque natural, suponemos que haya representantes de todas las edades dentro de cada especie. De ello depende su propia supervivencia: sin hijos no hay futuro y sin padres tampoco habrá descendencia.
Pero no deja de ser una suposición, pues lamentablemente no queda ningún bosque virgen, al menos en Europa, que nos lo pueda testimoniar. He oído hablar de un bosque de Polonia que lleva doscientos o trescientos años sin ser talado, pero que con anterioridad si lo fue.
Que todos los árboles tengan la misma edad no deja de ser un problema pues teóricamente todos morirán al mismo tiempo. Afortunadamente la naturaleza es muy dinámica y con el paso del tiempo esta "homogeneización", como yo la denomino, se va diversificando. Muchos de esos árboles no llegarán a cumplir todo su ciclo vital, morirán antes de tiempo, tronchados o arrancados por los vientos, desmochados por el peso de la nieve, afectados por sequías largas o heladas persistentes...y al morir, su espacio será ocupado por jóvenes sucesores.
Pero estos procesos suelen ser largos, al menos para el cómputo en el que nos movemos los seres humanos. Aquí en Munietsus todavía deberán pasar muchos años para que culminen y a día de hoy aún son perfectamente visibles, con muchas zonas donde predomina la homogeneización.
Si esos árboles tienen la misma edad es porque nacieron al mismo tiempo. Justo después de que una matarrasa o entresacas repetitivas se llevaran a sus antepasados Ellos nacerían de semillas enterradas en el suelo que germinarían al desaparecer el estrato que los cubría. Algunos rebrotarían de las raíces de los troncos apeados y puede que otros fueran plantados por manos humanas pues sabemos que en Las Tablizas y parte de la vega del Ríu Munietsus hubo viveros..
Incluso la existencia, entre esa masa homogeneizada, de ancianos árboles, confirma la existencia de las talas porque esos árboles ya no eran maderables. Había algunos que parecían presentar un buen aspecto, como el roblón de Fonculebrera, pero los "segadores" de árboles, casi todos santanderinos, llevaban muchos años en el oficio y enseguida descubrían, examinándolos detenidamente o haciendo alguna prueba, si valía la pena o no cortarlos. Cuando los dejaban sin cortar era porque su interior estaba hueco o dominado por la podredumbre y que por lo tanto no proporcionaría madera, ni buena ni mala.
Como veis no hace falta ver tocones en el suelo para saber que hubo una tala. En Munietsus aún se ven tocones, o sus restos, por casi todo el Monte, e incluso árboles cortados como en el entorno de A veiga dos Trabóis que, por los motivos que fueran, no fueron llevados a las sierras de Las Tablizas. Es increíble lo que dura la madera de roble cortada y expuesta a las inclemencias meteorológicas. La parte externa que mi padre llamaba "sagamo" (albura) se pudre pronto. A la de dentro le llamaba "cierno" y esa dura la intemerata. Los tocones también duraban muchísimo tiempo, pero acababan desapareciendo en el suelo, formando, junto a sus raíces, parte de él.
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Tocón aún visible. Inicio del Tesu L´Armadina. 14 agosto 2.022. |
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Otro tocón del Tesu. |
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En el 2.000 ya existía, desde hacía unos años, este encete en este roble caído accidentalmente, que en 2.016 aún persistía y que lo hará durante unos años más. |
Pero no todos los tocones de roble y sus raíces morían, algunos conseguían rebrotar. Descubrir alguno de ellos suponía todo un reto para los visitantes y les obligaba a aguzar la vista y fijarse en pequeños o grandes detalles a los que en situaciones normales no les prestarían atención alguna. Tender un puente para entablar una primera relación con el bosque, algo necesario para cualquier principiante. Para despertar el espíritu inquieto y "preguntón" que todos llevamos dentro. Como ya he hablado de los rebrotes (clones) en otra parte del blog, me abstendré aquí de repetir lo ya dicho. Solo recordar que ellos también son un indicador de antiguas talas.
En Decutsada, en su ladera izquierda por donde asciende la senda (por su vertiente derecha, el avesíu, la senda va casi en llano, con una ligera inclinación) se pueden ver huellas de antiguos incendios. Incendios de hace ochenta o noventa años de los que prácticamente nadie se ha dado cuenta y que a su vez están relacionados con talas madereras.
En nuestra zona los incendios siempre han estado vinculados a la ganadería. Se quemaba el monte para obtener pasto para el ganáu y sus orígenes se remontan al Neolítico. Antiguamente los montes estaban muy domesticados y predominaban en ellos, junto a masas boscosas imprescindibles para la economía campesina, zonas clareadas donde el ganáu pudiera pastar. Entonces no había incendios y los matorrales (subarbustos de los que tanto hemos hablado) de las grandas estaban muy limitados pues el ramoneo de vacas, ovejas, cabras...no les dejaban medrar. Pero el aumento de la estabulación del ganáu, dejó libres esas grandas que pronto, siguiendo los dictados de la naturaleza, empezaron a evolucionar. Para mantener las grandas a raya se volvió a utilizar el fuego. La mayoría de ellas no se utilizaban pero la mentalidad ganadera del campesinado les llevaba a impedir que el monte se volviera "bravo", por si acaso.
Aquí en Decutsada había una braña, La Brañina, que posiblemente había sido de Mual pero que ya desde hacía mucho tiempo era de Oubacho. La braña extendía su campo de acción a la extensa granda que había entre Las Güérgolas y Porciles. Cuando esta granda empezó a ponerse brava también le prendieron fuego. El fuego la arrasó y se extendió hacia arriba, contra Porciles y hacia abajo.
Si el bosque estuviera desarrollado como en otros tiempos el fuego no habría llegado tan abajo. Pero esta zona tan cercana a la entrada del Monte facilitaría la extracción de las rollas allí cortadas y sería de las primeras en ser taladas, con continuas entresacas y matarrasas. Cuando el fuego llegó allí la arboleda era joven y estaba en proceso de regeneración. Muchos árboles no quemaron pero el fuego sí los lamió y les provocó heridas que podemos observar hoy.
La herida está por la parte de abajo, en el tronco no muy lejos del suelo. El árbol trató de cicatrizarla pero no lo consiguió. Predominan las de forma redonda pero también las hay alargadas o de otra forma. De más de un palmo de anchura. Sin corteza que la tape y proteja. Perfectamente visibles, siempre que giremos en torno al tronco hasta poder observarlas. Si solo miramos desde arriba, desde la senda, no las veremos y el tronco nos parecerá totalmente sano.
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Herida en la base del gran albar de la derecha. Partes bajas de Decutsada. 28 julio 2.017. |
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Horrorosa herida en este albar, marcado de por vida y con un fin prematuro. Partes bajas de Decutsada. Julio 2.016. |
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Herida en la base de un gran albar por donde le entrará la pudrición. Teso Los Carboneros. 27 julio 2.018. |
En otros árboles, estos para defenderse hicieron crecer mucho la madera (sus tejidos) en la zona afectada para tratar de aislar o tapar la herida, consiguiéndolo a medias, pero sin poder evitar, como la otra herida, que el mal le entrara dentro, pudriéndole las entrañas. A estos últimos se les ve un abultamiento notorio en la parte afectada.
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Abultamiento en el albar de la derecha. Decutsada partes bajas. Julio 2.016. |
Como digo, al pasar andando a los árboles no se les ve la herida, solo se les ve, fijándose uno mucho, en algunos de los que quedan por encima de la senda. Y no se trata de tres o cuatro árboles, la herida está presente en muchos de ellos. Una pena porque sin verles la herida algunos tienen una estampa espectacular.
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Base sospechosa a simple vista y abultamiento en el tronco de otro albar. Avesíu Decutsada, senda. Julio 2.016. |
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Herida en el de la derecha y abultamiento en el de la izquierda en las bases de estos dos robles condenados. Decutsada partes bajas. Julio 2.016. |
Quien sube a Las Tsagunas por Fonculebrera, atraviesa Decutsada como una exhalación. Es el inicio de la ruta y las fuerzas están intactas y sabedores de que hay que andar mucho, apenas si se fijarán en lo que sus ojos pueden ver. Si notarán como el bosque los va engullendo, pero a las siete de la tarde hay que estar abajo, de vuelta, y no tienen tiempo para los detalles.
Yo, Decutsada, fuera o no a Las Tsagunas, siempre lo he recorrido despacio, disfrutando a tope y fijándome en detalles que continuamente reclamaban mi atención. Sintiéndome dentro de ese espacio interior que, como decíamos antes, posee el bosque, he visto los fustes que sujetan las bóvedas numerosas veces y desde numerosos puntos de vista: desde la senda, monte a través discurriendo entre ellos, circunvalando el perímetro de muchos de ellos, sentado a su lado...Fijándome a fondo en todo lo que veía, tratando de descifrar lo que significaba, por qué aparecía y que consecuencias podía acarrear. Así fue como acabé dándome cuenta de esas heridas.
La herida acaba suponiendo que la madera (totalmente lignificada y casi muerta porque sus células están inactivas y en continua contracción por la presión hacia dentro que ejercen las partes vivas que la envuelven) entren en contacto directo con el oxígeno. Con la corteza y las partes vivas que hay bajo ella, la madera nunca establece ese contacto. El contacto produce una oxidación o para que lo entendáis mejor una fermentación que ira produciendo la pudrición y descomposición de la madera y que no hará si no expandirse en todas direcciones. A lo que ayuda la penetración de microorganismos descomponedores.
Es un proceso adelantado que en el árbol solo se daría en su ancianidad, pero forma parte de la ley natural: la transformación de la materia orgánica en sustancias asimilables por otros seres vivos, el reciclaje que posee la naturaleza. La carcasa del árbol sigue durante un tiempo ahí, pues está viva, incluso en ocasiones con buen aspecto. Pero la madera se irá pudriendo hasta desaparecer por completo, aunque es probable que todo el andamiaje, sin el poder de sustentación de la madera, se acabe viniendo abajo antes de tiempo.
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Sin su madera interna el viento tiene muy fácil desmontarlos. Avesíu Decutsada, senda. 27 julio 2.018. |
Os dejo con más ejemplos de heridas provocadas por incendios, en este caso en La Devesa de Caguatses d´Abaxu. Esta zona baja yo nunca la he visto arder pero las heridas hablan por si solas .
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El roble intento cerrar esta herida pero no lo consiguió. 24 diciembre 2.017. |
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23 julio 2018 |
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23 julio 2.018. |
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24 diciembre 2.017. |
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Roble ahuecado derivado de una herida de fuego. 24 diciembre 2.017. |
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