10/31/2023

El Monte y el Guía de Munietsus 118 El madroño. Andar mucho. El faéu de Monesteriu , buen complemento al robledal de Munietsus.

Todo un lujo para la vista los borrachines. Uno podría estar admirándolos durante varias horas. Calle El Musel. Navatejera. 27 noviembre 2.019.

 

El madroño es un arbusto típico del clima mediterráneo. También se da en la costa cantábrica e incluso en lugares más húmedos como el suroeste de Irlanda. En Asturias es muy frecuente en toda la cuenca del río Navia, tanto que con los borrachines, previamente fermentados y mediante destilación a través de un alambique, se obtenía un potente orujo, cuya práctica está documentada en el concejo de Villayón. Del lado galego (actual Galicia) incluso se habla de personas que se dedicaban a ello, yendo por los pueblos con el alambique al hombro para alquilar sus servicios.

Desconozco su posible utilización en Ibias (recordad que este río es afluente del Navia), aunque lo dudo porque aquí había otra forma de obtener orujo: a partir de los hollejos de la uva. Siendo además un producto que gozaba de una excelente reputación. Mucha gente de los valles altos del Ríu Rengos (Narcea) decían que era incluso mejor del que se producía en Cangas.

El clima más seco y cálido de Ibias explica la causa de su abundancia, gozando además de otra ventaja añadida, relacionada con la deforestación tan acusada que se da por aquí. Las plantaciones de pinos y los intentos de regeneración de la arboleda autóctona son azotados por los recurrentes incendios, pero el borrachín rebrota y se expande muy bien después de que un incendio haya arrasado el lugar que habitaba.

Ahí, en Ibias, están las fuentes semilleras de los primeros madroños establecidos no solo en Munietsus si no también en las partes altas del Río del Coutu, por solo hablar de las zonas que yo conozco de primera mano. Luego, obviamente, esos madroños acabarían produciendo sus propias semillas, contribuyendo a su expansión por terrenos calvos de arboleda y con mucha insolación.

Las semillas se encuentran, como es lógico, dentro de los borrachines. Son muchas y realmente diminutas. Todas las bayas y frutas de árboles y arbustos son un reclamo para que algún animal los coma y contribuya posteriormente a su expansión. Las semillas de pequeño tamaño nunca son fracturadas en su totalidad y tampoco son digeridas en el interior del animal, vuelven a salir en perfecto estado al exterior y acompañadas además de un "abono natural" que contribuirá a acelerar la germinación de la semilla y el crecimiento del recién nacido. Hay incluso algunas semillas que necesitan pasar por el tracto digestivo animal para poder germinar. 

Borrachines (bayas) maduros (rojo) o en vías de estarlo (anaranjado) y racimos ramificados de flores de donde saldrán nuevos borrachines al año siguiente. 7 diciembre 2.022.

Que sabía es la naturaleza y cuan relacionados entre si se encuentran todos sus componentes. Animales y plantas se necesitan mutuamente para seguir coexistiendo. Parece que cada uno vaya a lo suyo pero todo está engarzado con una única finalidad, el mantenimiento de la vida y de la biodiversidad.

Las bayas, los borrachines, son realmente atrayentes, con unos colores espectaculares. Un regalo para la vista. De su sabor no os puedo decir nada porque nunca los he probado. Cuando pude hacerlo lo cierto es que no se me ocurrió, atrás había quedado el ímpetu de mi primera juventud y ahora no quiero importunar a mi delicado estómago. Pero supongo que a cualquier animal le encante su sabor, siendo además relativamente grandes. Su jugosidad sin duda que los convierten en un verdadero manjar. 

Colorido sublime. 27 noviembre 2.019.

Sabe Dios en el estomago de qué animal atravesaría la sierra. Siendo los periodos de deposición relativamente rápidos, menores de 24 horas, lo lógico es pensar en un pájaro, que es el que puede realizar un viaje largo en menos tiempo. Aunque tal vez un osu, un tsobu, un raposu o algún mustélido, muy amantes también de grandes frutos, pudieron darle el salto de cuenca y diseminarlo posteriormente consumiendo las bayas que acabarían produciendo los nuevos borrachines, acercándolos a zonas tan bajas como las que hemos mencionado.

Seguro que el madroño de Decutsada y los de enfrente de Valmayor son descendientes de el del Tesu L´Armadina y que los nuevos de Decutsada y Tesu´l Retén lo sean del adulto de la pista de Decutsada que ya ha alcanzado la edad reproductiva. Aunque también es posible que procedan de borrachines instalados en las grandas, que nosotros no conocemos porque no las hemos transitado. 

Cuántos años tendrá este soberbio borrachín, puede que tantos como yo. 30 noviembre 2.019.

Yo, en el 2.000, aún andaba como un auténtico rebezu, asi que tras dialogar un rato con el borrachín, continué ascendiendo. Me dolía ver tantos árboles arrancados y cuando me percaté de que ya llevaba mucho subiendo, me fui dejando bajar por el tupido y alfombrado faéu hasta llegar a la senda que subía a Penas Negras y luego, siguiéndola, acabé volviendo a Las Tablizas. Podría haber seguido andando horas y horas, mi estado físico me lo permitiría, pero ya era tarde y decidí finalizar la despedida.

Lo de andar mucho, hoy que los años ya no me lo permiten, es algo que me sigue llenando de asombro. Os voy a contar algo que lo ilustra a las claras.

Por aquel entonces se celebraban en Cangas unos torneos de futbito (o fútbol sala que lo llaman ahora) de cierta notoriedad. Había equipos de aficionados de la propia villa o de pueblos cercanos que, a pesar del empeño que le ponían, quedaban eliminados a las primeras de cambio. Pero también había equipos de sociedades deportivas de contrastado nivel, tanto de Asturias como de otros lugares de nuestra piel de toro. 

En las canchas que preceden al campo de fútbol del Narcea es donde se celebraban los torneos de futbito. Agosto 2.019.

Yo estaba enterado de ello porque aparte de ver algún que otro partido en el que participaban amigos míos, los días que no tenía visita guiada acudía, desde temprano, a trabajar de camarero a La Calzada, en donde durante la duración del torneo, iban a desayunar, todos los días, algunos de esos equipos, en especial los venidos de Murcia. 

Actual cancha de las instalaciones deportivas.

Tuve entonces una visita guiada y resulta que los visitantes eran los integrantes de uno de esos equipos. Eran también de Murcia, pro no de los que pasaban por la cafetería. Habían estado en el torneo del año anterior y en este aprovechaban la ocasión para conocer el famoso bosque de Muniellos.

Les explique, como siempre hacía, las opciones que había, desechando la visita pausada a Decutsada y ofertándoles la subida a Las Tsagunas, que unos deportistas como ellos podrían realizar sin ningún tipo de problema. Creo que querían estar de vuelta en la villa a media tarde así que optaron por subir y bajar por el río. Yo les comenté que era una subida asequible pero que en su parte final, antes del último kilometro y luego en este, tenía unas rampas de cierta entidad. Había estado viendo el año anterior la ascensión del Angliru y se me ocurrió hacer una comparación: "¿Conocéis la subida al Angliru de la Vuelta Ciclista a España?, pues las rampas de aquí son similares a aquellas". ciertamente una exageración pero...

Venían con los chavales varios preparadores físicos. Uno de ellos, un chavalón atlético, se fue arrimando al grupo cabecero en el que yo abría la marcha. Yo llevaba un ritmo pausado pero mantenido, sin descansos, que era el que elegía cuando iba acompañado. El recorrido se iba empinando poco a poco y no tenía pensado plática alguna. Pero el preparador parecía querer que lo incrementara y no paraba de preguntarme cuánto faltaba para las famosas rampas, que ya tenía ganas de afrontarlas y que dada su buena preparación física seguro que las superaría sin esfuerzo alguno. 

Rampa anterior a La Veiga Los Trabóis. 27 julio 2.018.

Lo cierto es que acabó importunándome tanta insistencia y sus aires de superioridad física, así que tras La Veiga los Trabóis les dije a los que venían delante: "seguid por la senda, os espero un poco más arriba" y al preparador, mirándolo de frente en un claro desafío "aquí comienza la penúltima rampa, veamos si eres capaz de seguirme". Y eché a andar sin volver la vista en ningún momento. 

Rampa pronunciada entre La Veiga Los Trabóis y el cruce de sendas. 26 julio 2.016.

Cuanto más se empinaba la senda más aceleraba yo mi andar. Creo que logró aguantarme durante un rato, pero mi ritmo no menguaba en ningún momento y no tardó mucho en oírse su voz, unos metros por debajo de mí: "¡espera hombre, era una broma!, ¡espera!". "Te espero donde a los otros, donde se acaba la rampa". Y allí, en el cruce de sendas de Vatsina´l Pielago, esperé a que llegaran, primero él, aún encendido y fatigado por el esfuerzo realizado y luego el resto del grupo que también había acelerado al vernos salir como tiros.

Todavía nos quedaba una rampa, pero nadie incluido el preparador volvió a preguntar por ellas ni hacer ningún comentario. Mi preparación física seguro que fallaba en muchos aspectos, pero andando era una auténtica bestia, o podía serlo dado el caso.

También lo pudo comprobar mi amigo Víctor, el guarda, cuando aún no habíamos intimado. Un día coincidimos los dos subiendo andando desde Mual a Las Tablizas. Tras andar un rato juntos, pareados, Víctor, sin decir nada, comenzó a incrementar su ritmo y yo hice lo propio. Como vio que no podía despegarse lo volvió a incrementar y al final era como si las suelas no tocaran el suelo, pero ni por esas.

 Y eso que Víctor tenía unas piernas largas que le permitían dar grandes zancadas. Yo las tengo más bien cortas, soy algo paticorto, por algo de pequeño en el pueblo me llamaban "parreto" y lo que son las cosas, parece ser que las piernas cortas son las mejor adaptadas para andar por terrenos pendientes y que esa característica es muy frecuente en los nacidos en pueblos de montaña y sobre todo de alta montaña. Pero en llano las piernas largas seguro que son una ventaja, cada zancada de Víctor me exigían a mí cerca de dos.

De pronto se detuvo, me miró de frente y me dijo: "¡coño, parece que andas bien, no consigo dejarte atrás!". y creo que a partir de entonces el tenue velo que nos separaba empezó a disolverse.

A mí nunca me gustó presumir de andar mucho, ello no me hacía ser mejor, o peor, que cualquier otra persona. Nunca me han gustado los que presumen de algo, cada uno es como es y punto. Andar mucho era simplemente una habilidad que me venía muy bien y que estaba relacionada con mi actividad. Ahora que ya no soy capaz de andar tanto, no me siento peor ni frustrado por ello, aunque si me gustaría poder seguir haciéndolo. Pero ante todo uno debe ser consciente de sus propias limitaciones y aceptarlas sin más.

La llamada de Correos se demoró bastante en el tiempo y pude seguir realizando algunas visitas guiadas más, hasta muy entrado el otoño, aunque desde finales del verano habían disminuido bastante. Ya no iba desde Cangas, lo hacía desde León donde vivía. O desde Caguatses d´Abaxu, yendo y volviendo por el Puerto del Rañadoiro.

Las vistas otoñales, subiendo o bajando este puerto antes de la construcción del actual túnel, eran de tanta belleza que me obligaban a parar y deleitarme durante un rato observándolas. El faéu en otoño es algo sublime, un auténtico lujo para la vista. 

Precioso y delicado el faéu de Regueira Lus Praus. 4 noviembre 2.000.

En Munietsus el otoño no es tan espectacular, los dominantes robles no disponen del encendido cromatismo de los faéus. Ciertamente está el faéu de Las Tablizas, pero este es de pequeñas dimensiones y con pocas perspectivas. En Decutsada hay faéus pero estos no se ven, para ello habría que observarlos desde la carretera del Counio. Las fayas con las que nos topamos solo podemos degustarlas desde dentro.

Yo prefiero más recorrer el bosque, sentirme dentro de él, que verlo. Pero recorriendo la ruta larga, por Tixeirúa, el cromatismo otoñal del faéu de Las Varas y los de la selva de Munietsus también era algo que elevaba el espíritu. Verlos y luego recorrerlos era todo un privilegio. Pero estas vistas quedan ocultas haciendo la ruta que está abierta. Una auténtica pena. 

Por eso a quienes visitan Muniellos en otoño les recomendaría hacer otra, más cómoda de hacer ya que se hace en coche. En el mismo Pueblo de Rengos, aparte de la carretera general hay un ramal, perfectamente asfaltado hasta el pueblo de Monesteriu d´Ermu. Hacer este tramo, con numerosas paradas desde donde podamos admirar este inmenso faéu, seguro que será algo que nadie podrá olvidar.

Hay una hora de la tarde, sobre todo los días de sol, en el que la luz cobra un brillo especial y que al iluminar el faéu este emite unas tonalidades de ensueño. No suele durar mucho, no más de diez minutos, luego la luz se va apagando y no tarda mucho en oscurecer. Pero los matices dorados que despide el faéu durante ese breve tiempo son de tal intensidad que harán enternecerse hasta a los corazones más duros e insensibles. 

Al irse el sol aparece la mágica luz de la tarde en La Debesa de Caguatses. 3 octubre 2.013.


La magia empieza a desvanecerse, apenas un minuto más tarde.


10/15/2023

El Monte y el Guía de Munietsus 117 Los Borrachines

En el primer rellano del Teso L´Armadina esta el borrachín. Visto desde el lado de Bisnuevo. 14-agosto-2.022.

 Decutsada se me quedó corta para la despedida. Hoy no podría continuar, mi cuerpo no lo aguantaría y mi mente tampoco. Mi peculiar relación con la naturaleza me exige un grado de concentración tan elevado que solo puedo mantenerlo activo durante unas horas, no durante todo el día como me ocurría entonces. Perdida la concentración dejo de disfrutar y cualquier excursión deja de tener sentido.

Quería exprimir a fondo todas las horas de aquel día, así que me dirigí al avesíu de enfrente de Las Tablizas, a despedirme del faéu que lo habita y de un bonito madroño. Lo descubrí un día por pura casualidad mientras deambulaba por la zona cercana al Teso L´Armadina. No iba en aquel entonces a ningún sitio concreto, solo me guiaba la llamada del bosque, que me impelía a acercarme a aquel árbol o a aquel lugar con encanto especial y lleno de misterio y una vez allí, tras emborracharme y deleitarme con su presencia, volver  a sentir esa llamada que tiraba vehementemente de mí hacia más adentro del bosque. Una llamada a la que, disponiendo de tiempo, era imposible resistirme. Y yo estando de Monitor tenía mucho tiempo libre. Todas las tardes, que podían ser cinco o seis horas y que estando en plena forma física daban para mucho.

La verdad es que me sorprendió ver un madroño en pleno bosque de Munietsus y quizás por eso le cogí un cariño especial, visitándolo de cuando en cuando. Luego descubrí otro más joven en la pista de Decutsada y últimamente unos recien nacidos en dos lugares. Los primeros un poco por debajo del madroño adulto, en la pista de Decutsada y los segundos en la senda tras el Tesu´l Retén, en el inicio de la granda de Fonculebrera. Ambos grupitos aprovechan dos áreas con poca vegetación a su lado aunque el primero tiene robles adultos muy cerca. De forma natural es probable que pudieran progresar pero lo más probable es que acaben siendo pisoteados por las botas de algún visitante, que no los conozca o los ignore dado su diminuto tamaño, o bien tronchados cuando se desbroce la vía de acceso a Las Tsagunas. 

Ástor acerca su mano al borrachín adulto de Decutsada. Robles y pinos amenazan su futuro, él para defenderse crece lo más recto y alto posible. 29-julio-2.017.


Jóvenes borrachines, nacidos de semillas del adulto de Decutsada.


Infantes por encima del Tesu´l Retén, en el inicio de la grandina existente.

No estaría mal que fueran delimitados con unas delgadas y simples estacas (extraídas de robles caídos de la zona) hasta que crecieran lo suficiente y luego esperar a que la selección natural dictara su destino.

Antes de ser Guía-Monitor, en Mual charlando con mi abuela, "Mamina", me sorprendía la familiaridad con que me hablaba del "borrachín", nombre con el que se conocía al madroño por estos lares y de los "borrachines", sus frutos, que según ella acababan emborrachando a quien los consumiera, algo posible ya que contienen etanol.

Esa familiaridad se debía, sin duda, a que ella los conociera en primera persona, pero Mamina, salvo esporádicas salidas a Veiga y de segadora (de grano, supongo que de centeno o "pan" como ella llamaba a este cereal) a Monesteriu, nunca había salido del pueblo, aunque conocía bastante bien todo su monte.

Yo, entonces, no conocía ningún madroño en los montes de Mual. Pensaba que tal vez el clima de la zona fuera más cálido y seco en el cercano pasado, lo que facilitaría su presencia y que luego se volviera más húmedo, contribuyendo a su desaparición.

Pero en Mual todavía hay algún madroño. Recorriendo la vieja pista maderera me pareció ver uno en la Vatsina Entrambuscampos, por debajo del camino. Zona peñascosa que yo conocí muy pelada, pero en la que se está regenerando la vegetación. El difícil acceso a donde se encontraba me impidió acercarme a él. 

En el teso que precede a la Vatsina Entrambuscampus parece haber algunos madroños. 29-julio-2.018.

 Más a mano e imposible de no ver está el que hay en la nueva pista que desde Valmayor sube a los praus del Regueiru Lus Putseiros. Tras la segunda y última curva de la pista, pegada a esta por la parte de abajo, encontramos este madroño. Adulto aunque venido a menos por una reciente poda.

No es ningún jovenzuelo este borrachín. Ya es un ejemplar maduro. 14-julio-2.022.

 

Incluso tras la poda el borrachín presenta una espléndida imagen.

La poda se hizo para aprovechar las ramas del arbolito como leña, por algún vecino del pueblo que conocía su alto poder calorífico. Lo podado aún estaba allí cuando yo lo visite, en manojos fáciles de transportar, junto a trozos de ganzos, arbustos que se encienden pronto y bien e igualmente con gran poder calorífico. 

Leña obtenida tras la poda del borrachin y la de gruesos ganzos. Ambos resaltan por su color rojizo y su alta densidad.

A pesar de todo la poda no fue tan criminal como pueda parecer. Se le extirparon los brazos que daban contra la pista, medida necesaria para que esta siga siendo practicable, ya que el Pradón de L´Armadina y el de debajo de este aún son utilizados por sus propietarios. Todavía le quedan buenos brazos por el otro lado y es seguro que la poda no haya acabado con él. 

La pista provocó su poda pero también le asegura el acceso a la luz por ese lado. Por debajo el robledal ya se lo está negando.

Otro contratiempo para él es que el robledal del entorno, antes más raleado y pequeño, se está recuperando a buen ritmo y pronto le robara parte de la radiación solar que venía recibiendo, aunque seguro que durante unos años siga produciendo semillas, que talvez aniden en zonas todavía desarboladas o a medio camino de ello.

Ya de Guía-Monitor y leyendo información de las empresas propietarias de Munietsus me enteré de que la presencia de madroños en el Monte había sido bastante frecuente. Se hablaba de desbrozar de madroños y de arbustos algunas grandas para repoblarlas con robles, de cara a su futura explotación.

Aunque puede que las variaciones climáticas hayan podido influir en la reducción de los madroños, la causa principal parece que hay que relacionarla con la recuperación de los bosques.

La tala de los bosques propició su expansión por las grandas que se fueron formando, aprovechándose de la ausencia de vegetación superior capaz de robarle la luz del sol. Luego los recurrentes incendios que asolaban nuestras grandas, también le favorecieron.

El cambio de dinámica, con la reforestación natural que se está produciendo y la ausencia de incendios seguro que no le beneficia lo más mínimo. El bosque de frondosas o planocaducifolio de Munietsus no hace buenas migas con el borrachín. Al superarlo en altura le acaba robando la mayor parte de la luz y acaba comprometiendo, primero su descendencia y después su propia existencia.

El madroño del avesíu de Las Tablizas, estaba y aún está en el Teso L´Armadina, en el primer rellano que este posee. La zona al estar tan cerca de las sierras de Las Tablizas, fue objeto de continuadas cortas. Allí encontró el borrachín un lugar apto para su desarrollo. Cuando los robles, aquí solo crecen robles ya que las fayas están algo más metidas hacia el avesíu (y por debajo donde el terreno es más húmedo y umbrío), comenzaron a crecer y a amenazar su futuro, estos volvían a ser cortados para su aprovechamiento. Al borrachín le llegaba la luz desde todos los lados ya que estaba en un teso, donde además los suelos eran lo suficientemente secos como para facilitar su desarrollo y eliminarle otros posibles competidores. Cuando cesaron las cortas madereras, en 1970, los robles pudieron crecer a sus anchas, pero les surgió un nuevo contratiempo que retardó su instalación.

Cuando yo fui a despedirme del borrachín, me encontré con multitud de robles arrancados del suelo por los furiosos temporales que se habían dado con anterioridad. Una imagen similar a la del Teso Decutsada. Toda la zona cercana al teso había sido arrasada. Los robles que sobresalían fueron fácil presa de los vientos huracanados que en los tesos campan a sus anchas. Las laderas que vierten a Bisnuevo habían sido taladas a matarrasa a finales de los sesenta y la regeneración natural y los abetos plantados aún no ofrecían protección desde ese lado. El borrachín al ser más bajo y denso solo había perdido algunas ramas y seguro que rejuvenecería al poder recibir mayor radiación.

En la actualidad el crecimiento es más acompasado en ambas vertientes y ya no hay robles que sobresalgan tanto y al estar más compactados ofrecen menos resquicios por los que poder introducirse esas ventoleras tan destructivas. El viento sigue arrancando algún que otro roble, aunque sin comparación con los de antes. La unión hace la fuerza, decía un eslogan de las izquierdas sociales y el bosque que es, entre otras muchas cosas, la unión de muchos árboles, parece darle la razón. Los vientos arrancan muchas ramas pero no tantos árboles.

He vuelto, recientemente, a despedirme de mi querido borrachín, seguramente sea la última vez que lo haga y allí seguía, con una imagen algo más deshilachada de la que yo recordaba. La sombra que lo envuelve no es su mejor compañía. Aún se le ven algunos frutos creciendo, pero su parco número dan fe de su debilitamiento, su estancamiento y su lenta agonía. Seguro que tiene tantos años como yo y es probable que yo desaparezca antes que él, pero cuando él lo haga nadie de su estirpe quedará allí para despedirle y sustituirle. A su lado ya hay mucha vegetación arbórea que no será tan fácil de borrar, ni por vientos ni por huracanes y que harán imposible que puedan nacer nuevos borrachines. El bosque ha vuelto a cubrir sus antiguos dominios y en ellos no habrá sitio para los borrachines.

El gran grosor de su tronco nos insinúa su edad. 14-agosto-2.022.


Pese a intentarlo el madroño nunca alcanzara la altura de sus vecinos los robles.


El madroño casi sepultado por las continuas ramas que se le vienen encima  arrancadas por el viento.

 

Es solo cuestión de tiempo que al borrachín se le deniegue totalmente el acceso a la luz.


Pocos borrachines emite ya nuestro borrachín.

Desde aquí nuestro reconocimiento a tan bello arbolito, que tuvimos la fortuna de poder conocer. Un recordatorio y un homenaje que le sirva de dulce epitafio. Incluso en sus etapas regresivas la naturaleza nos regala inigualables ejemplos de su innata biodiversidad. Una naturaleza cambiante pero siempre dispuesta a endulzarnos y alegrarnos la vida con su belleza. Quizás sea posible cambiar también la sociedad en la que "sobrevivimos". "segando el abrojo y el cardo, mañana compañero, florecerá el trigo", cantaban los Triana en su época gloriosa.

Todo lo que estamos comentando nos hace pensar que el arbutus unedo no formaba parte de la vegetación originaria del Monte Munietsus, en el que la dominancia del bosque está fuera de cualquier duda. Pero si los madroños no formaban parte de la vegetación autóctona del Monte Munietsus, ¿de dónde procedían los primeros que se instalaron en sus claros?. ¿Los plantó alguien o llegaron por otros medios?, y ¿de dónde procedían?. Para responder a estas cuestiones me permitiréis que os cuente algo.

Tras el fallido intento de ir a Las Tsagunas por Pena Velosa, con un grupo de amigos de Xedré, para no desaprovechar el día les propuse un itinerario diferente, a realizar básicamente en su coche: visitar los pueblos que bordean el Monte Munietsus por la vertiente de Ibias. Una excursión a la que le tenía ganas y que en verdad no nos defraudó a ninguno, o al menos no lo hizo en mi caso. Nos inventamos la excusa de intentar conseguir probar el vino que sabíamos que se producía por estos lares. Algo que finalmente conseguiríamos pero cuyos detalles quizás os cuente en otra ocasión.

Dejamos la carretera asfaltada que baja a Cecos y nos internamos por una pista de tierra, por la que continuaríamos hasta volver al asfaltado en Villarmeirín cerca de la Campa de Tormaleo. Pista que en la actualidad ya está asfaltada. En realidad había más de una pista y todas estaban bastante bien de firme, aunque había que circular despacio y con precaución. Había muchos cruces y desvíos y algún que otro letrero indicativo. Desechábamos las que se metían hacia abajo y seguíamos la que iba, más o menos en llano, remontando el valle a media ladera.

La primera sorpresa surgió poco después de salir al valle principal del Río Ibias. Era un tramo en el que la pista experimentaba algo de ascensión y en el que la totalidad de la ladera estaba ocupada por un auténtico bosque de borrachines. No había diez o veinte, había cientos de ellos y eran fáciles de reconocer pues de sus ramas pendían las preciosas bayas (también llamadas borrachines), algunas totalmente maduras, de un intenso color rojizo, y otras cerca de estarlo con un precioso color anaranjado. Había ejemplares de todas las edades, algunos ya adultos de varios metros de altura.

El espectáculo me llenó de gozo, era algo inaudito. Una auténtica sorpresa y descubrimiento para mí, que consideraba un tesoro los dos borrachines que conocía en Munietsus por su rareza en un entorno tan húmedo. Verlos ahora en ese número, en pleno monte y de origen puramente natural, era como sentirse en el paraíso. A mis amigos no les llamaron tanto la atención así que decidí dejar para mejor ocasión un contacto más estrecho con ellos. 

La Ruta a Las Tsagunas 36 El bosque mixto 2. Los Tsagozos.

Ladera derecha de Los Tsagozos, un bosque mixto en donde hasta parece que hay alguna faya. 27 julio 2.018. Nos preguntábamos en el capítulo ...