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Todo un lujo para la vista los borrachines. Uno podría estar admirándolos durante varias horas. Calle El Musel. Navatejera. 27 noviembre 2.019. |
El madroño es un arbusto típico del clima mediterráneo. También se da en la costa cantábrica e incluso en lugares más húmedos como el suroeste de Irlanda. En Asturias es muy frecuente en toda la cuenca del río Navia, tanto que con los borrachines, previamente fermentados y mediante destilación a través de un alambique, se obtenía un potente orujo, cuya práctica está documentada en el concejo de Villayón. Del lado galego (actual Galicia) incluso se habla de personas que se dedicaban a ello, yendo por los pueblos con el alambique al hombro para alquilar sus servicios.
Desconozco su posible utilización en Ibias (recordad que este río es afluente del Navia), aunque lo dudo porque aquí había otra forma de obtener orujo: a partir de los hollejos de la uva. Siendo además un producto que gozaba de una excelente reputación. Mucha gente de los valles altos del Ríu Rengos (Narcea) decían que era incluso mejor del que se producía en Cangas.
El clima más seco y cálido de Ibias explica la causa de su abundancia, gozando además de otra ventaja añadida, relacionada con la deforestación tan acusada que se da por aquí. Las plantaciones de pinos y los intentos de regeneración de la arboleda autóctona son azotados por los recurrentes incendios, pero el borrachín rebrota y se expande muy bien después de que un incendio haya arrasado el lugar que habitaba.
Ahí, en Ibias, están las fuentes semilleras de los primeros madroños establecidos no solo en Munietsus si no también en las partes altas del Río del Coutu, por solo hablar de las zonas que yo conozco de primera mano. Luego, obviamente, esos madroños acabarían produciendo sus propias semillas, contribuyendo a su expansión por terrenos calvos de arboleda y con mucha insolación.
Las semillas se encuentran, como es lógico, dentro de los borrachines. Son muchas y realmente diminutas. Todas las bayas y frutas de árboles y arbustos son un reclamo para que algún animal los coma y contribuya posteriormente a su expansión. Las semillas de pequeño tamaño nunca son fracturadas en su totalidad y tampoco son digeridas en el interior del animal, vuelven a salir en perfecto estado al exterior y acompañadas además de un "abono natural" que contribuirá a acelerar la germinación de la semilla y el crecimiento del recién nacido. Hay incluso algunas semillas que necesitan pasar por el tracto digestivo animal para poder germinar.
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Borrachines (bayas) maduros (rojo) o en vías de estarlo (anaranjado) y racimos ramificados de flores de donde saldrán nuevos borrachines al año siguiente. 7 diciembre 2.022. |
Que sabía es la naturaleza y cuan relacionados entre si se encuentran todos sus componentes. Animales y plantas se necesitan mutuamente para seguir coexistiendo. Parece que cada uno vaya a lo suyo pero todo está engarzado con una única finalidad, el mantenimiento de la vida y de la biodiversidad.
Las bayas, los borrachines, son realmente atrayentes, con unos colores espectaculares. Un regalo para la vista. De su sabor no os puedo decir nada porque nunca los he probado. Cuando pude hacerlo lo cierto es que no se me ocurrió, atrás había quedado el ímpetu de mi primera juventud y ahora no quiero importunar a mi delicado estómago. Pero supongo que a cualquier animal le encante su sabor, siendo además relativamente grandes. Su jugosidad sin duda que los convierten en un verdadero manjar.
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Colorido sublime. 27 noviembre 2.019. |
Sabe Dios en el estomago de qué animal atravesaría la sierra. Siendo los periodos de deposición relativamente rápidos, menores de 24 horas, lo lógico es pensar en un pájaro, que es el que puede realizar un viaje largo en menos tiempo. Aunque tal vez un osu, un tsobu, un raposu o algún mustélido, muy amantes también de grandes frutos, pudieron darle el salto de cuenca y diseminarlo posteriormente consumiendo las bayas que acabarían produciendo los nuevos borrachines, acercándolos a zonas tan bajas como las que hemos mencionado.
Seguro que el madroño de Decutsada y los de enfrente de Valmayor son descendientes de el del Tesu L´Armadina y que los nuevos de Decutsada y Tesu´l Retén lo sean del adulto de la pista de Decutsada que ya ha alcanzado la edad reproductiva. Aunque también es posible que procedan de borrachines instalados en las grandas, que nosotros no conocemos porque no las hemos transitado.
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Cuántos años tendrá este soberbio borrachín, puede que tantos como yo. 30 noviembre 2.019. |
Yo, en el 2.000, aún andaba como un auténtico rebezu, asi que tras dialogar un rato con el borrachín, continué ascendiendo. Me dolía ver tantos árboles arrancados y cuando me percaté de que ya llevaba mucho subiendo, me fui dejando bajar por el tupido y alfombrado faéu hasta llegar a la senda que subía a Penas Negras y luego, siguiéndola, acabé volviendo a Las Tablizas. Podría haber seguido andando horas y horas, mi estado físico me lo permitiría, pero ya era tarde y decidí finalizar la despedida.
Lo de andar mucho, hoy que los años ya no me lo permiten, es algo que me sigue llenando de asombro. Os voy a contar algo que lo ilustra a las claras.
Por aquel entonces se celebraban en Cangas unos torneos de futbito (o fútbol sala que lo llaman ahora) de cierta notoriedad. Había equipos de aficionados de la propia villa o de pueblos cercanos que, a pesar del empeño que le ponían, quedaban eliminados a las primeras de cambio. Pero también había equipos de sociedades deportivas de contrastado nivel, tanto de Asturias como de otros lugares de nuestra piel de toro.
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En las canchas que preceden al campo de fútbol del Narcea es donde se celebraban los torneos de futbito. Agosto 2.019. |
Yo estaba enterado de ello porque aparte de ver algún que otro partido en el que participaban amigos míos, los días que no tenía visita guiada acudía, desde temprano, a trabajar de camarero a La Calzada, en donde durante la duración del torneo, iban a desayunar, todos los días, algunos de esos equipos, en especial los venidos de Murcia.
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Actual cancha de las instalaciones deportivas. |
Tuve entonces una visita guiada y resulta que los visitantes eran los integrantes de uno de esos equipos. Eran también de Murcia, pro no de los que pasaban por la cafetería. Habían estado en el torneo del año anterior y en este aprovechaban la ocasión para conocer el famoso bosque de Muniellos.
Les explique, como siempre hacía, las opciones que había, desechando la visita pausada a Decutsada y ofertándoles la subida a Las Tsagunas, que unos deportistas como ellos podrían realizar sin ningún tipo de problema. Creo que querían estar de vuelta en la villa a media tarde así que optaron por subir y bajar por el río. Yo les comenté que era una subida asequible pero que en su parte final, antes del último kilometro y luego en este, tenía unas rampas de cierta entidad. Había estado viendo el año anterior la ascensión del Angliru y se me ocurrió hacer una comparación: "¿Conocéis la subida al Angliru de la Vuelta Ciclista a España?, pues las rampas de aquí son similares a aquellas". ciertamente una exageración pero...
Venían con los chavales varios preparadores físicos. Uno de ellos, un chavalón atlético, se fue arrimando al grupo cabecero en el que yo abría la marcha. Yo llevaba un ritmo pausado pero mantenido, sin descansos, que era el que elegía cuando iba acompañado. El recorrido se iba empinando poco a poco y no tenía pensado plática alguna. Pero el preparador parecía querer que lo incrementara y no paraba de preguntarme cuánto faltaba para las famosas rampas, que ya tenía ganas de afrontarlas y que dada su buena preparación física seguro que las superaría sin esfuerzo alguno.
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Rampa anterior a La Veiga Los Trabóis. 27 julio 2.018. |
Lo cierto es que acabó importunándome tanta insistencia y sus aires de superioridad física, así que tras La Veiga los Trabóis les dije a los que venían delante: "seguid por la senda, os espero un poco más arriba" y al preparador, mirándolo de frente en un claro desafío "aquí comienza la penúltima rampa, veamos si eres capaz de seguirme". Y eché a andar sin volver la vista en ningún momento.
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Rampa pronunciada entre La Veiga Los Trabóis y el cruce de sendas. 26 julio 2.016. |
Cuanto más se empinaba la senda más aceleraba yo mi andar. Creo que logró aguantarme durante un rato, pero mi ritmo no menguaba en ningún momento y no tardó mucho en oírse su voz, unos metros por debajo de mí: "¡espera hombre, era una broma!, ¡espera!". "Te espero donde a los otros, donde se acaba la rampa". Y allí, en el cruce de sendas de Vatsina´l Pielago, esperé a que llegaran, primero él, aún encendido y fatigado por el esfuerzo realizado y luego el resto del grupo que también había acelerado al vernos salir como tiros.
Todavía nos quedaba una rampa, pero nadie incluido el preparador volvió a preguntar por ellas ni hacer ningún comentario. Mi preparación física seguro que fallaba en muchos aspectos, pero andando era una auténtica bestia, o podía serlo dado el caso.
También lo pudo comprobar mi amigo Víctor, el guarda, cuando aún no habíamos intimado. Un día coincidimos los dos subiendo andando desde Mual a Las Tablizas. Tras andar un rato juntos, pareados, Víctor, sin decir nada, comenzó a incrementar su ritmo y yo hice lo propio. Como vio que no podía despegarse lo volvió a incrementar y al final era como si las suelas no tocaran el suelo, pero ni por esas.
Y eso que Víctor tenía unas piernas largas que le permitían dar grandes zancadas. Yo las tengo más bien cortas, soy algo paticorto, por algo de pequeño en el pueblo me llamaban "parreto" y lo que son las cosas, parece ser que las piernas cortas son las mejor adaptadas para andar por terrenos pendientes y que esa característica es muy frecuente en los nacidos en pueblos de montaña y sobre todo de alta montaña. Pero en llano las piernas largas seguro que son una ventaja, cada zancada de Víctor me exigían a mí cerca de dos.
De pronto se detuvo, me miró de frente y me dijo: "¡coño, parece que andas bien, no consigo dejarte atrás!". y creo que a partir de entonces el tenue velo que nos separaba empezó a disolverse.
A mí nunca me gustó presumir de andar mucho, ello no me hacía ser mejor, o peor, que cualquier otra persona. Nunca me han gustado los que presumen de algo, cada uno es como es y punto. Andar mucho era simplemente una habilidad que me venía muy bien y que estaba relacionada con mi actividad. Ahora que ya no soy capaz de andar tanto, no me siento peor ni frustrado por ello, aunque si me gustaría poder seguir haciéndolo. Pero ante todo uno debe ser consciente de sus propias limitaciones y aceptarlas sin más.
La llamada de Correos se demoró bastante en el tiempo y pude seguir realizando algunas visitas guiadas más, hasta muy entrado el otoño, aunque desde finales del verano habían disminuido bastante. Ya no iba desde Cangas, lo hacía desde León donde vivía. O desde Caguatses d´Abaxu, yendo y volviendo por el Puerto del Rañadoiro.
Las vistas otoñales, subiendo o bajando este puerto antes de la construcción del actual túnel, eran de tanta belleza que me obligaban a parar y deleitarme durante un rato observándolas. El faéu en otoño es algo sublime, un auténtico lujo para la vista.
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Precioso y delicado el faéu de Regueira Lus Praus. 4 noviembre 2.000. |
En Munietsus el otoño no es tan espectacular, los dominantes robles no disponen del encendido cromatismo de los faéus. Ciertamente está el faéu de Las Tablizas, pero este es de pequeñas dimensiones y con pocas perspectivas. En Decutsada hay faéus pero estos no se ven, para ello habría que observarlos desde la carretera del Counio. Las fayas con las que nos topamos solo podemos degustarlas desde dentro.
Yo prefiero más recorrer el bosque, sentirme dentro de él, que verlo. Pero recorriendo la ruta larga, por Tixeirúa, el cromatismo otoñal del faéu de Las Varas y los de la selva de Munietsus también era algo que elevaba el espíritu. Verlos y luego recorrerlos era todo un privilegio. Pero estas vistas quedan ocultas haciendo la ruta que está abierta. Una auténtica pena.
Por eso a quienes visitan Muniellos en otoño les recomendaría hacer otra, más cómoda de hacer ya que se hace en coche. En el mismo Pueblo de Rengos, aparte de la carretera general hay un ramal, perfectamente asfaltado hasta el pueblo de Monesteriu d´Ermu. Hacer este tramo, con numerosas paradas desde donde podamos admirar este inmenso faéu, seguro que será algo que nadie podrá olvidar.
Hay una hora de la tarde, sobre todo los días de sol, en el que la luz cobra un brillo especial y que al iluminar el faéu este emite unas tonalidades de ensueño. No suele durar mucho, no más de diez minutos, luego la luz se va apagando y no tarda mucho en oscurecer. Pero los matices dorados que despide el faéu durante ese breve tiempo son de tal intensidad que harán enternecerse hasta a los corazones más duros e insensibles.
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Al irse el sol aparece la mágica luz de la tarde en La Debesa de Caguatses. 3 octubre 2.013. |
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La magia empieza a desvanecerse, apenas un minuto más tarde. |
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