3/31/2024

La Ruta a Las Tsagunas 7 El carbón de leña 1

El Teso Los Carboneros, uno de los más prominentes de Decutsada. Visto desde la carretera del Counio. 28 julio 2.018.

Abandonamos la vaguada del avesíu atravesando la parte superior de una chanada del Teso Los Carboneros. Chanada que se prolonga hacia abajo con algo de inclinación, antes de desplomarse con una gran redondez en su forma sobre el Regueiro Decutsada.

Este teso es uno de los más notorios de todo este valle de Decutsada, me refiero a que es muy visible y voluminoso. Nace en el Teso Decutsada, justo donde se termina la prolongación de La Chanadona, finalizando abajo en el regueiro, como decimos con una forma muy rechoncha.

Vais a permitir que me detenga en el trazado de la Ruta para analizar a fondo algo a lo que se ha prestado poca atención y que puede que a alguno-a le interese. El significado del topónimo "El Teso Los Carboneros" parece claro. Seguro que todos vosotros habréis oído hablar del carbón de leña (carbón vegetal) ya que muchos de nuestros padres lo conocieron de primera mano.

A los despistados les diré que el carbón de leña se obtiene quemando maderos en ausencia de oxígeno. Esta carbonización se obtenía en las carboneras: pilas cónicas de madera en combustión cubiertas de tierra.

A quien esté interesado en el tema les recomiendo el visionado de "Tasio", película de 1984 de Montxo Armendariz, basada en la historia real de un carbonero. Yo, por mi parte, os reproduzco una reseña aparecida en el Boletin Oficial del Principado de Asturias Num. 151 de 01-08-2.015, en el apartado dedicado a los caleiros de Pueblo de Rengos y en concreto al de Remolín, propiedad de Casa Segundo.

Anotación en el BOPA sobre los caleirus de Pueblo de Rengos.

Como lo del gasógeno es algo que posiblemente os suene a chino os lo explicaré brevemente. Los motores de combustión interna, como el del autobús de Rengos, llevaban adosado un aparato donde se producía la gasificación. En él se quemaban combustibles fósiles (leña, carbón vegetal o mineral o cualquier residuo combustible) y se obtenía un gas que al quemarse haría moverse dichos motores.

Ciertamente era engorroso por su gran tamaño y solo se utilizaba cuando no había gasolina o gasóleo o había dificultades para aprovisionarse de ellos, como ocurrió en Europa entre la primera guerra mundial y la postguerra de la segunda guerra mundial, periodo en el que el gasógeno fue muy utilizado.

En España la autarquía económica impuesta por la dictadura hizo perdurar esa escasez hasta bien entrados los años cincuenta y contribuyó a cierto auge del carbón de leña, ya que en zonas como la nuestra aún no se conocía el carbón mineral. Es cierto que también se podía utilizar leña para quemar en el gasógeno pero se necesitaba un volumen muchísimo mayor, por no hablar de la diferencia de peso donde el carbón de leña resultaba bastante más liviano, razones que explican su uso.  

La aparición y uso de carbón de leña en nuestras tierras se remontan como mínimo a la época de los primeros metales. Para fundir metales se necesitan temperaturas que la leña no podía aportar. El carbón de leña tiene un poder calorífico de hasta tres veces el de la leña y su presencia es esencial para obtener metales como el hierro.

Ya desde la Edad Media existían tres tipos de establecimientos vinculados a la metalurgia del hierro. Las ferrerías eran los hornos donde se fundía el mineral y se obtenía el hierro en bloques de algo más de 10 Kg. Los mazos compraban esos bloques y con ayuda de un gran mazo (de ahí el nombre), un yunque y una fragua lo iban estirando y creando multitud de útiles. Y por último estarían las fraguas, pequeños talleres artesanales regentados por los ferreiros, que aparte de producir diversos objetos metálicos tambíén los reparaban y a los cortantes los afilaban. En ellos como su nombre indica igualmente, había una fragua, con un fuelle de mano. 

En lo que ahora nos interesa en los tres tipos había una fragua, o sea un horno, cuyo tamaño variaba en función de sus necesidades. Para darle forma al hierro obtenido en las ferrerías había que calentarlo y luego machacarlo. En todas estas fraguas se utilizaba carbón de leña debido a su alto poder calorífico.

En el entorno de Mual y de Munietsus, salvo la que luego mencionaremos , nunca existió una ferrería. Sí hay documentados mazos, como el de Besuyo. Pero fraguas las había en casi todos los pueblos, habiendo uno que se llama precisamente así: Las Fraguas, que curiosamente es un pueblo muy pequeño y que lleva a pensar en un taller amplio que gozara de cierto prestigio y demanda entre los restantes pueblos del Ríu Rengos (Narcea).

En Mual, un pueblo relativamente grande también había un ferreiro. La Casa´l Ferreiro estaba y está en el barrio del Cascarín, al final de la larga recta de entrada al pueblo, metida algo contra La Fervienza, en donde desemboca este agreste regueiru. Cuando yo era neno todavía trabajaba algo pero luego, como el resto de cosas tradicionales, fue decayendo en su actividad hasta acabar desapareciendo. 

A la derecha Regueiro La Fervienza, con un coqueto bosquete de sapiegus. Continúa hacia arriba bordeando Oubachu y continuando hasta la misma sierra. 31 julio 2.021.


La Fervienza desembocando entre las casas del Cascarín.31 julio 2.021.

Estos ferreiros rurales eran como un vecino más. Tenían sus güertas, sus estaxus en los curtinales, sus praus y su ganado. Su profesión no les libraba de las actividades agrícolas y ganaderas, aunque seguramente las menguaba. El carbón de leña se lo procurarían ellos mismos, pero lo normal es que se lo compraran a algún vecino que de cuando en cuando hiciera una carbonera.

Pero su uso no se restringió solo a labores relacionadas con la metalurgia. También se utilizaba como combustible doméstico, aunque solo al alcance de las clases sociales privilegiadas. El carbón de leña es más fácil de encender y mantener que la leña y produce menos chispas y sobre todo menos humo, aparte del intenso calor que produce. Se quemaba en los braseros, que tienen la ventaja de poder ser transportados de un lugar a otro para caldear diferentes estancias.

La producción y venta de carbón de leña, aparte del pequeño consumo local de los ferreiros, estaría destinado como otros muchos productos al corazón económico y administrativo de nuestro concejo, la villa de Cangas, donde habría cierta demanda de este producto por parte de la pequeña burguesía allí existente o de algún comerciante para otras finalidades.

El carbonero en nuestra tierra no era un profesional que viviera de su oficio. Todos los paisanos sabían como se obtenía el carbón de leña y constituía una actividad ocasional, un modo de sacar un dinerillo extra con el que poder seguir subsistiendo. La materia prima estaba ahí, la arboleda caída, solo necesitaban el consentimiento del vecindario y ganas de un sobresfuerzo más.

Vayamos ahora con el tema de las carboneras en Munietsus. Se puede pensar que la explotación maderera y la producción de carbón de leña, dentro del mismo bosque, sean incompatibles entre si ya que ambas utilizan la misma materia prima. Pero este pensamiento, hecho a bote pronto, se desvanece si lo pensamos detenidamente.

Las talas siempre provocan muchos desperdicios y más aquí en Munietsus en donde durante los siglos XVIII y XIX lo que se buscaba eran rollas (troncos más o menos gruesos) que se sacaban tal cual o levemente transformados en duelas o tablones.

En el monte, donde se había abatido cada árbol, quedaban grandes cantidades de madera, hecha al podar los troncos y en ocasiones el árbol mismo si presentaba algún defecto, sin olvidarnos de la que se producía al abatir el árbol sobre otros árboles.

Los propietarios del Monte, hasta principios del S. XX, nunca lo explotaron directamente. Arrendaban por un periodo de tiempo determinado el vuelo del arbolado a otras personas o empresas, permitiéndoles otras actividades aparte de las meramente extractivas. Las primeras talas, a fines del S. XVIII, se limitaron a cortar y extraer rollas con destino a la marina. En el XIX se siguió con esa finalidad pero se aumentaron otros fines. Creo que todas las empresas empezaron a pensar en aprovechar esos desperdicios de la única forma que entonces tenían a su disposición: transformarlos en carbón ge leña.

La empresa que más profundizó en esta idea fue la Sociedad Crédito Mobiliario Barcelonés. Esta empresa explotó el Monte durante 27 años, desde 1858 hasta 1885 y no solo lo hizo limitándose al entorno de Las Tablizas (Bisnuevo, Porciles, Decutsada, Fonculebrera, curso del Ríu Munietsus) si no que lo amplió, penetrando bastante por los tres grandes valles que conforman el resto de Munietsus (Tixeirúa, Refuexu y La Candanosa), con un enorme impacto ambiental. 

Panorámica (con distancias distorsionadas) del Monte Munietsus. 28 julio 2.017.

Su voracidad fue tal que ya en el 58-59 adquirió los derechos de explotación de los Montes de Oubachu y de La Veiga´l Tachu (no solo del Vatse Cabreiru, si no también las partes de Oubachu de Decutsada, Fonculebrera, Porciles y Valmayor) y los de Veiga d´Orriu, Monesteriu (del Coutu), Combu, Fontes de Las Montañas, Pradias y Seroiro.

Todos los interesados en conocer la historia de Munietsus sabemos que esta empresa construyó cuatro forjas catalanas para la fundición de hiero en Pie Cordera. O sea una ferrería, con cuatro hornos bajos, sin chimenea, que era la forma tradicional de obtener hiero desde la Edad Media.

Todos sabemos que en las ferrerías la demanda de carbón de leña era enorme. Era el único combustible, hasta la aparición del carbón mineral, capaz de alcanzar, ayudado por los barquines (fuelles) que le insuflaban oxígeno, las temperaturas necesarias y su presencia entre el mineral triturado era necesaria para aportarle carbono. Pensad que para obtener 1Kg de hierro se necesitaban cerca de 7 Kg de carbón de leña, y unos 3Kg de mineral de hierro.

Gracias al libro de nuestro paisano Xuaco López "La explotación de madera en el monte Muniellos. 1766-1973". 2ª Edición aumentada y corregida. 2.014, conocemos más cosas sobre esta fundición.

Dice Xuaco que en 1858 la empresa solicitó construir una ferrería (horno catalán) de cuatro forjas en las inmediaciones de La Mourietsa. Pero la condesa, recientemente enviudada, no se lo concedió. La empresa compró entonces unos terrenos algo más alejados y en 1861 obtuvo la autorización del Ministerio de Fomento para tal construcción. "pudiendo alimentarlos con combustible vegetal del monte inmediato de Muniellos".

Según Xuaco la ferrería se levantó en el lugar llamado La Palanguera (creo que el nombre real es Palanquera), situado entre los pueblos de Sasturrasu y Augüera de Castanéu, que hoy se denomina La Ferrería, al lado del río, cuyas aguas podía utilizar, y de la carretera.

La empresa ya debía de haber empezado a construir carbón de leña desde el momento en que empezó a talar en el Monte, ya que Xuaco menciona un anuncio en el BOPO (Boletín Oficial de la Provincia de Oviedo) en 1862 donde la empresa pone a la venta, aparte de madera, 300 quintales (14 toneladas) de carbón de roble. Una cantidad que no se consigue de la noche a la mañana.

La fábrica cerró a los seis años porque no era rentable. Tenía que traer el mineral de hierro de Somorrostro (Vizcaya) y el precio del hierro obtenido no podía competir en el mercado con el producido en los recientemente inaugurados altos hornos del centro asturiano.

Xuaco nos aporta otro interesante dato: en el BOPO de 10 de julio de 1867 se anuncia la salida a venta de la fábrica y de 7.000 quintales (322 toneladas) de carbón de roble que había en sus carboneras y de 600 quintales 827 toneladas) de mineral de hierro. Nadie la compró y en 1896 fue embargada para pagar las deudas del Crédito Mobiliario Barcelonés. Costumbre esta, la de dejar pufos, muy extendida entre todos los arrendatarios y subarrendatarios de la explotación en el Monte Munietsus.

Como veis hablamos de kilos de carbón le leña como quien habla de churros, pero la obtención de 322.000 Kg de este producto, más los que presumiblemente utilizó la ferrería durante su existencia, no es moco de pavo. Se necesitarían cientos y cientos de hornadas de las carboneras para producirlos.

Podríamos pensar en multitud de carboneras en funcionamiento, diseminadas por las zonas donde se fuera talando, ya que así el aprovisionamiento de la materia prima, la leña, resultaría más cómodo y asequible. Pero esta posibilidad requeriría un amplio uso de mano de obra ya que alguien tenía que vigilar de continuo que la cocción fuese la correcta, evitando sobremanera que esta se apagase o se saliese de madre.

Lo más sensato es pensar en agrupaciones de carboneras en determinados lugares o puntos concretos del extenso Monte, a los que habría que acercar la leña, utilizando los carros que sacaban las grandes rollas y en donde con pocos operarios se realizasen todas las labores necesarias. 

3/15/2024

La Ruta a Las Tsagunas 6 Primera vaguada del avesíu

Un trozo de la vaguada del avesíu, totalmente copada por el arbolado. Visto desde la carretera del Counio. 28 julio 2.018.

 Accedemos al avesíu por los bordes inferiores del teso que delimita El Vatsinón. Ante nosotros se extiende una amplia vaguada que la senda atravesará con una ligera ascensión. Curiosamente la vaguada, pese a ser pronunciada no tiene nombre alguno, o por lo menos yo no lo obtuve. El Teso Los Carboneros lo deslinda por la parte de abajo de dicha vaguada.

La vaguada es incluso visible por la forma de las curvas de nivel del mapa del Bosque de Muniellos 1: 20.000 que acompañaba al Cuaderno del Itinerario que se entregaba a quienes lo realizaban (escolares...). Por cierto que en este mapa la senda va trazada por debajo del trazado de la real, defecto que acompaña al resto del trazado. El trazado real cruza el Regueiro sobre los 840 metros de altitud y en el mapa lo hace sobre los 780 m., por debajo de Vatsina Güérgolas. 

Corrigiendo defectos en el mapa para no repetirlos en el mío.

En mis mapas con los topónimos, tomando como base el citado mapa, he rectificado el trazado de muchos arroyos y regatos que venían mal. También he rectificado el discurrir de la senda y como carecen de curvas de nivel he añadido las vaguadas, trazándolas con una línea azul, como la de cualquier otro curso fluvial. 

Vaguadas sin nombre añadidas en mi mapa.

Los cursos fluviales son los que forman los vatses y vatsinas y a fin de cuentas una vaguada es exactamente igual que un vatse  o una vatsina, con la salvedad de que en ella el curso fluvial no está tan marcado en el terreno. Tiene dos laderas y un centro por donde se encauza la escorrentía, pero sin llegar a formar un cauce discernible, aunque siempre se nota al estar más bajo que su entorno inmediato. Quiero decir que no se ve el agua circular por su superficie, pero seguro que lo hace por capas más profundas provocando su hundimiento sobre el terreno.

A la vaguada de aquí le he añadido las que posee en sus partes altas, que nacen en el Teso Decutsada.. Asimismo he dibujado dos vaguadas más, por debajo del Teso, entre este y El Sechón (el final del Teso Decutsada).

En la vaguada, desde el regueiro hasta el teso, refiriéndonos al tipo de arbolado, podemos hablar de varios tramos. El primero es muy corto y en él abunda la faya. Si siguiéramos regueiro arriba encontraríamos muchas más. El segundo llega hasta cerca del centro de la vaguada y es de dominio del roble. El tercero ocupa el centro, donde predominarían las fayas, prolongándose contra el teso donde sigue habiéndolas pero en menor número.

Especulaba en el librito del 2.000-2.001 con la posibilidad de que todo el avesíu de Decutsada, por encima del Teso Los Carboneros fuese, antes de las cortas, un faéu. Un faéu entre comillas ya que la presencia de robles, testimoniada por los ancianos y decrépitos robles que aún se veían, era muy abundante.

Veréis, hay bosques que no han seguido al pie de la letra lo que la evolución natural les estaba dictando si no que han sido muy influenciados por las manos de los seres humanos.

El caso más evidente es el de las plantaciones de especies foráneas que con el tiempo llegan a mezclarse con nuestras especies autóctonas. De ellas tenemos algunos ejemplos en Munietsus: pinos en Decutsada y abetos en Bisnuevo. Pero seguro que ha habido otras influencias que son ahora las que nos interesan.

La principal riqueza de Munietsus radicaba en sus robles, eran el árbol dominante y el que más valor poseía en el mercado. Recuérdese que en el Inventario de 1957 el metro cúbico de roble se valoraba en 2.000 pesetas, mientras que el de la faya solo llegaba a 1.2000, casi la mitad menos.

Es cierto que durante mucho tiempo la práctica de ideas de silvicultura sería inexistente en la explotación de Munietsus. Las empresas que talaban el Monte no eran las propietarias del terreno. Compraban el vuelo del bosque, los árboles, a los condes de Toreno por un tiempo concreto. Solo se limitaban a cortar lo que de forma natural ofrecía el bosque.

Pero el cambio de propietarios a inicios del siglo XX hicieron coincidir en las mismas manos la propiedad con la explotación de la madera. Y con el tiempo la propia Administración forestal del estado fue exigiendo mayores medidas correctoras para evitar la desaparición del bosque, incluyendo algunas repoblaciones con especies autóctonas.

Por intereses propios los dueños de Munietsus favorecieron el crecimiento de los robles, en detrimento de las fayas, plantándolos en algunos linderos y extirpando las fayas cuando estaban cerca de ellos. No las dejaban crecer para que los robles tuvieran menos competencia y pudieran crecer mejor y más rápidamente. Tras talar las fayas adultas no dejaban crecer ni los rebrotes ni las nacidas de fayucos.

Estas operaciones de marketing y de selección no abarcaron todo el Monte, solo se realizaron en el entorno de Las Tablizas, el más fácil de explotar, de tratar y de visitar. En Decutsada, en Bisnuevo y en la propia vega del Ríu Munietsus, las fayas vieron reducirse sus efectivos.

El cese de las cortas supuso que volviera a ser la naturaleza la que cogiese de nuevo sus propias riendas. No se volvió a realizar ninguna plantación, ni con especies foráneas ni con especies autóctonas y poco a poco, tras una etapa como de aletargamiento, las fayas volvieron a hacer acto de presencia, consiguiendo expandirse por sus antiguos dominios, o al menos por algunos de ellos.

Los robles y las fayas , en general, tienen diferentes estrategias relacionadas con la obtención de la necesaria radiación solar. Las fayas, para nacer y crecer los primeros años de su vida, necesitan    sombra. No suelen salir a la "tiesta´l sol" como sí hacen los robles, ya que el suelo que necesitan tiene que tener mayor grado de humedad.

Esa necesidad de sombra se complementa con otra característica, para seguir creciendo necesita un aporte de radiación muy inferior al que necesita un roble y para captarla posee una técnica diferente: ya desde abajo, el tronco posee ramas con hojas. Suelen ser ramas horizontales o tirando hacia esa forma y las va disponiendo en una serie de estratos hasta culminar en la copa o un espalme. Con ramas muy rectas, casi punzantes, y prolongadas. Esas ramas agudas sirven a veces para diferenciar desde lejos la faya de otros árboles, pongamos los robles que siempre suelen ser más compactos. 

Ramas en disposición horizontal y otras más agudas y punzantes delatan a las fayas. 27 julio 2.018.

En Decutsada se ve en muchos lugares ese avance de las fayas. Ciñéndonos al entorno de la Ruta desde que abandonamos la pista y  cogemos la senda, se ven unas cuantas fayas, cinco o seis, creciendo entre los altos robles. Son bastante más jóvenes y pequeñas que ellos y si fueran robles no existirían porque no tendrían acceso directo a la luz. Las fayas crecen y parecen tener asegurado su futuro. Y todo ello se debe, en parte, a que el roble de forma natural no excluye a la faya. 

Una joven faya naciendo entre la alta arboleda. 26 julio 2.016.

Veremos si esta expansión de la faya, iniciado hace dos o tres milenios a nivel general, se mantiene en el futuro ya que tiene en el calentamiento global del planeta, causante del cambio climático, a su mayor enemigo.

Es un privilegio, un auténtico encanto, poder recorrer esta vaguada del avesíu. A ras de suelo la ausencia de un sotobosque voluminoso y los fustes libres de ramas en sus inicios, incluidas las fayas, permiten vistas en profundidad hacia todos los lados. Estamos dentro de un bosque maduro y ello se hace notar. 

Tras el cruce vista del avesíu por encima de la senda. 23 septiembre 2.000.


Robles y fayas en la primera vaguada tras el cruce. Desde la senda. 4 noviembre 2.000

Sentaros en un lugar que invite a hacerlo y si vais acompañados a cierta distancia de otros cuerpos que puedan interferir con el vuestro y en completo silencio cerrad vuestros ojos y activad el resto de los sentidos. Respirad profundamente y oled los aromas del bosque, degustándolos. Aguzad vuestros oídos hasta oír los más tenues murmullos que os rodean y tocad con vuestras manos el suelo sobre el que estéis sentados y a ser posible el tronco de algún roble o faya. Todo ello con los ojos cerrados. luego abrid los ojos, nuestro sentido más poderoso y mirad a fondo todo lo que os rodea. Estáis sintiendo el bosque desde dentro de él, sin intermediarios. Tu y él en plena comunión. Es probable que te sientas transportado a un lugar a miles de kilómetros de lo que normalmente te rodea.

Las bóvedas creadas por las copas de los árboles te impedirán ver el cielo, pero en vez de ser una amenaza vedlos como un velo protector que os oculta y ampara de todo lo que ocurre fuera de él. Un lugar acogedor y lleno de paz y de armonía.

Y si no sientes nada o el mal tiempo te lo impide, no pasa nada tendrás que volver a intentarlo, tantas veces como sea necesario ya que son cosas que llevan su tiempo.

Recorred pausadamente Decutsada, disfrutando del BOSQUE, no encontraréis un lugar como este en el resto de la Ruta.

Decíamos que en el avesíu primero predominaban las fayas, luego los robles y hacia el centro una mezcla de ambos, con predominio de "ellas". 

Primer tramo del avesíu donde la faya lleva la voz cantante. 26 julio 2.016.


Pronto vuelven a aparecer los robles. 26 julio 2.016.


En el segundo tramo, de dominio del roble, las fayas se ven desplazadas a las zonas más húmedas, cerca del Regueiro. 26 julio 2.016.


Segundo tramo donde predominan los robles. 26 julio 2.016.

Del lado de abajo de la senda se veían en el 2.000 un buen albar enmarcado por dos fayas, mucho más pequeñas. La de debajo hacía dos o tres años que había sido tronchada por el viento a unos cuatro metros del suelo y ya había echado ramas por debajo de la rotura para sustituir a la guía. No le auguraba yo mucho futuro porque esos cortes no son limpios, casi imposibles de cicatrizar, y además se había producido en el tronco principal. Y efectivamente, en 2.016 estaba pasando a mejor vida, aunque aún se mantenía en pie. 

Roble franqueado por dos fayas. La de la parte de abajo está tronchada por el viento. 13 octubre 2.000.


La pobre faya está pasando a mejor vida. 26 julio 2.016.

Por la parte de arriba de la senda se ven bastantes fayas y más hacia arriba algún arce, lo que demuestra el aumento de la humedad en el amplio centro de la vaguada.

Estas fayas están muy próximas entre si, lo que contrasta con el resto del bosque de esta vaguada, donde los árboles están relativamente separadas ya que la selección natural está muy avanzada y los árboles que hay posiblemente puedan sobrevivir, si es que el viento o la nieve se lo permitan.

Esta senda la hicieron paisanos de Mual y del entorno. Algunos conocían el Monte, sobre todo los guardas forestales. Aquí tuvieron la delicadeza de hacerla pasar entre tres excelentes rebrotes de roble albar. Los tres colosos o los guardianes de la senda como yo solía llamarlos son una estampa imborrable para cualquiera que realice la Ruta. Casi hay que pedirles permiso para poder pasar y casi los rozamos al hacerlo. Merece la pena dedicarles un momento, tocarlos y darles unas palmaditas de ánimo pues parece que su declive ya ha comenzado. Como ya he hablado de ellos en otra parte, no volveré a repetir aquí lo ya dicho, pero sí os dejaré algunas fotos para rememorarlos.

Vista desde abajo de los guardianes. 26 julio 2.016


Robles protectores de la senda, vistos desde arriba. 23 septiembre 2.000.

 

Detalle de los tres colosos. 26 julio 2.016.


Detalle del punto de unión de los dos guardianes de la senda, los que quedan por debajo de la senda
13 octubre 2.000.


Copas de los tres guardianes de la senda. 26 julio 2.016.

Si prometéis guardarme el secreto os contaré algo. Un poco más allá había un arce en las últimas, por debajo de la senda. Y por la parte de arriba salía una sendina en llano en dirección contraria a la que llevamos. No forma parte de la Ruta autorizada, así que allá vosotros. En la vaguada en la que estamos, de momento predomina el robledal, pero en El Vatsinón a donde conduce la sendina hay un pequeño faéu puro con ejemplares realmente impresionantes. Solo fui allí con visitantes una sola vez. Una pareja que me cayeron bien, interesados por todo lo que había en la Reserva y grandes andarines. El y ella quedaron encantados con lo que vieron y yo también pues hacía tiempo que no visitaba tan encantador lugar.

En la senda hay algo de tseirón, que se prolonga por todo su entorno. Es un buen lugar para comprobar el poder del bosque. Donde abundaban los cantos gruesos, estos están ahora colonizados por los arbustos, en este caso avellanos, que contribuyen a anclar la piedra suelta al suelo. En el resto ya se han instalado los árboles. Muchos de los cantos gruesos ya ni se ven. Tapados por el mofu y el continuo aporte de hojas y restos orgánicos de los árboles. A este ritmo los tseirones quedarán sepultados, pasando a formar parte del subsuelo. Este es otro de los poderes del bosque: crear nuevo suelo. 

Sin fijarse a fondo nadie se dará cuenta de los cantos gruesos del tseirón. 26 julio 2.016.

Nos estamos acercando al teso y allí mismo hay un buen roble que ya debe pasar de la centena de años de edad, del lado de abajo de la senda. Su enorme tronco no tarda mucho en adelgazarse algo, debido a que le sale una buena rama. Tiene una buena estampa y hasta parece tener una estupenda copa, pero si nos fijamos en su base veremos que tiene alguna oquedad por donde la descomposición le irá pudriendo las entrañas.

Cerca del Teso Los Carboneros buen roble debajo de la senda visto desde el teso, o sea hacia atrás. 23 septiembre 2.000.

 

El roblón visto desde abajo, desde donde se le ve la oquedad de la base. 26 julio 2.016.


Impresionante aún el tronco y la copa del gran albar. 27 julio 2.018.

Las tupidas bóvedas de robles y fayas aún tienen algunos huecos que nos permiten ver la ladera solana de Decutsada. En el 2.000 y antes eran más numerosos y en la actualidad aún queda algún resquicio que no tardará mucho en cerrarse del todo. 

Vista de la Vatsina La Mata, con buenos suelos. 29 julio 2.017.


Junto al tseirón que mencionábamos y aprovechando que la arboleda estaba menos desarrollada, se veían las partes medias y altas de Las Güérgolas. Angostos farallones donde la pura roca es la protagonista. La regeneración natural ya lleva unos años haciendo acto de presencia y en el contorno del roquedo las plantaciones de pinos se han desarrollado mucho, igual que rebotsus sapiegos y bedules, que no tardarán en colonizar, si no hay queimas, las grandas que aún existen. 

Borde de Las Güérgolas. 26 julio 2.016.


Borde superior de Las Güérgolas. 26 julio 2.016.


El desmoche de este roble nos permite ver algo de Las Güérgolas. 27 julio 2.018.

Pero en Las Güérgolas el proceso será mucho más lento. El 23 de septiembre del 2.000 los robles que había tenían ya la hoja seca. Es cierto que habíamos tenido un verano super seco pero este acortamiento de su ciclo vital es algo que se da todos los años. Los raquíticos suelos existentes no retienen la suficiente humedad, ni poseen los nutrientes necesarios. Cuando las sequías son persistentes algunos robles llegan a secarse y entonces es una vuelta a empezar. 

Vista del solano, por donde va la carretera. 23 septiembre 2.000.

Los seres humanos solemos ser muy impacientes pero a la naturaleza no le queda otra que ser todo lo paciente que sea necesario y siempre persevera por el mantenimiento y expansión de la vida. Líquenes, mofus, subarbustos, arbustos, árboles, animales y otros seres tan diminutos que no los podemos ver, con su actividad, por breve que sea, irán creando nuevo suelo. Es solo cuestión de tiempo, aunque no se si la absurda sociedad en la que vivimos dispondrá de ese tiempo. "Malos tiempos para la lírica" cantaban los gallegos Golpes Bajos durante la época de auge de la Movida Madrileña, algo perfectamente aplicable a día de hoy. 

La Ruta a Las Tsagunas 36 El bosque mixto 2. Los Tsagozos.

Ladera derecha de Los Tsagozos, un bosque mixto en donde hasta parece que hay alguna faya. 27 julio 2.018. Nos preguntábamos en el capítulo ...