3/15/2024

La Ruta a Las Tsagunas 6 Primera vaguada del avesíu

Un trozo de la vaguada del avesíu, totalmente copada por el arbolado. Visto desde la carretera del Counio. 28 julio 2.018.

 Accedemos al avesíu por los bordes inferiores del teso que delimita El Vatsinón. Ante nosotros se extiende una amplia vaguada que la senda atravesará con una ligera ascensión. Curiosamente la vaguada, pese a ser pronunciada no tiene nombre alguno, o por lo menos yo no lo obtuve. El Teso Los Carboneros lo deslinda por la parte de abajo de dicha vaguada.

La vaguada es incluso visible por la forma de las curvas de nivel del mapa del Bosque de Muniellos 1: 20.000 que acompañaba al Cuaderno del Itinerario que se entregaba a quienes lo realizaban (escolares...). Por cierto que en este mapa la senda va trazada por debajo del trazado de la real, defecto que acompaña al resto del trazado. El trazado real cruza el Regueiro sobre los 840 metros de altitud y en el mapa lo hace sobre los 780 m., por debajo de Vatsina Güérgolas. 

Corrigiendo defectos en el mapa para no repetirlos en el mío.

En mis mapas con los topónimos, tomando como base el citado mapa, he rectificado el trazado de muchos arroyos y regatos que venían mal. También he rectificado el discurrir de la senda y como carecen de curvas de nivel he añadido las vaguadas, trazándolas con una línea azul, como la de cualquier otro curso fluvial. 

Vaguadas sin nombre añadidas en mi mapa.

Los cursos fluviales son los que forman los vatses y vatsinas y a fin de cuentas una vaguada es exactamente igual que un vatse  o una vatsina, con la salvedad de que en ella el curso fluvial no está tan marcado en el terreno. Tiene dos laderas y un centro por donde se encauza la escorrentía, pero sin llegar a formar un cauce discernible, aunque siempre se nota al estar más bajo que su entorno inmediato. Quiero decir que no se ve el agua circular por su superficie, pero seguro que lo hace por capas más profundas provocando su hundimiento sobre el terreno.

A la vaguada de aquí le he añadido las que posee en sus partes altas, que nacen en el Teso Decutsada.. Asimismo he dibujado dos vaguadas más, por debajo del Teso, entre este y El Sechón (el final del Teso Decutsada).

En la vaguada, desde el regueiro hasta el teso, refiriéndonos al tipo de arbolado, podemos hablar de varios tramos. El primero es muy corto y en él abunda la faya. Si siguiéramos regueiro arriba encontraríamos muchas más. El segundo llega hasta cerca del centro de la vaguada y es de dominio del roble. El tercero ocupa el centro, donde predominarían las fayas, prolongándose contra el teso donde sigue habiéndolas pero en menor número.

Especulaba en el librito del 2.000-2.001 con la posibilidad de que todo el avesíu de Decutsada, por encima del Teso Los Carboneros fuese, antes de las cortas, un faéu. Un faéu entre comillas ya que la presencia de robles, testimoniada por los ancianos y decrépitos robles que aún se veían, era muy abundante.

Veréis, hay bosques que no han seguido al pie de la letra lo que la evolución natural les estaba dictando si no que han sido muy influenciados por las manos de los seres humanos.

El caso más evidente es el de las plantaciones de especies foráneas que con el tiempo llegan a mezclarse con nuestras especies autóctonas. De ellas tenemos algunos ejemplos en Munietsus: pinos en Decutsada y abetos en Bisnuevo. Pero seguro que ha habido otras influencias que son ahora las que nos interesan.

La principal riqueza de Munietsus radicaba en sus robles, eran el árbol dominante y el que más valor poseía en el mercado. Recuérdese que en el Inventario de 1957 el metro cúbico de roble se valoraba en 2.000 pesetas, mientras que el de la faya solo llegaba a 1.2000, casi la mitad menos.

Es cierto que durante mucho tiempo la práctica de ideas de silvicultura sería inexistente en la explotación de Munietsus. Las empresas que talaban el Monte no eran las propietarias del terreno. Compraban el vuelo del bosque, los árboles, a los condes de Toreno por un tiempo concreto. Solo se limitaban a cortar lo que de forma natural ofrecía el bosque.

Pero el cambio de propietarios a inicios del siglo XX hicieron coincidir en las mismas manos la propiedad con la explotación de la madera. Y con el tiempo la propia Administración forestal del estado fue exigiendo mayores medidas correctoras para evitar la desaparición del bosque, incluyendo algunas repoblaciones con especies autóctonas.

Por intereses propios los dueños de Munietsus favorecieron el crecimiento de los robles, en detrimento de las fayas, plantándolos en algunos linderos y extirpando las fayas cuando estaban cerca de ellos. No las dejaban crecer para que los robles tuvieran menos competencia y pudieran crecer mejor y más rápidamente. Tras talar las fayas adultas no dejaban crecer ni los rebrotes ni las nacidas de fayucos.

Estas operaciones de marketing y de selección no abarcaron todo el Monte, solo se realizaron en el entorno de Las Tablizas, el más fácil de explotar, de tratar y de visitar. En Decutsada, en Bisnuevo y en la propia vega del Ríu Munietsus, las fayas vieron reducirse sus efectivos.

El cese de las cortas supuso que volviera a ser la naturaleza la que cogiese de nuevo sus propias riendas. No se volvió a realizar ninguna plantación, ni con especies foráneas ni con especies autóctonas y poco a poco, tras una etapa como de aletargamiento, las fayas volvieron a hacer acto de presencia, consiguiendo expandirse por sus antiguos dominios, o al menos por algunos de ellos.

Los robles y las fayas , en general, tienen diferentes estrategias relacionadas con la obtención de la necesaria radiación solar. Las fayas, para nacer y crecer los primeros años de su vida, necesitan    sombra. No suelen salir a la "tiesta´l sol" como sí hacen los robles, ya que el suelo que necesitan tiene que tener mayor grado de humedad.

Esa necesidad de sombra se complementa con otra característica, para seguir creciendo necesita un aporte de radiación muy inferior al que necesita un roble y para captarla posee una técnica diferente: ya desde abajo, el tronco posee ramas con hojas. Suelen ser ramas horizontales o tirando hacia esa forma y las va disponiendo en una serie de estratos hasta culminar en la copa o un espalme. Con ramas muy rectas, casi punzantes, y prolongadas. Esas ramas agudas sirven a veces para diferenciar desde lejos la faya de otros árboles, pongamos los robles que siempre suelen ser más compactos. 

Ramas en disposición horizontal y otras más agudas y punzantes delatan a las fayas. 27 julio 2.018.

En Decutsada se ve en muchos lugares ese avance de las fayas. Ciñéndonos al entorno de la Ruta desde que abandonamos la pista y  cogemos la senda, se ven unas cuantas fayas, cinco o seis, creciendo entre los altos robles. Son bastante más jóvenes y pequeñas que ellos y si fueran robles no existirían porque no tendrían acceso directo a la luz. Las fayas crecen y parecen tener asegurado su futuro. Y todo ello se debe, en parte, a que el roble de forma natural no excluye a la faya. 

Una joven faya naciendo entre la alta arboleda. 26 julio 2.016.

Veremos si esta expansión de la faya, iniciado hace dos o tres milenios a nivel general, se mantiene en el futuro ya que tiene en el calentamiento global del planeta, causante del cambio climático, a su mayor enemigo.

Es un privilegio, un auténtico encanto, poder recorrer esta vaguada del avesíu. A ras de suelo la ausencia de un sotobosque voluminoso y los fustes libres de ramas en sus inicios, incluidas las fayas, permiten vistas en profundidad hacia todos los lados. Estamos dentro de un bosque maduro y ello se hace notar. 

Tras el cruce vista del avesíu por encima de la senda. 23 septiembre 2.000.


Robles y fayas en la primera vaguada tras el cruce. Desde la senda. 4 noviembre 2.000

Sentaros en un lugar que invite a hacerlo y si vais acompañados a cierta distancia de otros cuerpos que puedan interferir con el vuestro y en completo silencio cerrad vuestros ojos y activad el resto de los sentidos. Respirad profundamente y oled los aromas del bosque, degustándolos. Aguzad vuestros oídos hasta oír los más tenues murmullos que os rodean y tocad con vuestras manos el suelo sobre el que estéis sentados y a ser posible el tronco de algún roble o faya. Todo ello con los ojos cerrados. luego abrid los ojos, nuestro sentido más poderoso y mirad a fondo todo lo que os rodea. Estáis sintiendo el bosque desde dentro de él, sin intermediarios. Tu y él en plena comunión. Es probable que te sientas transportado a un lugar a miles de kilómetros de lo que normalmente te rodea.

Las bóvedas creadas por las copas de los árboles te impedirán ver el cielo, pero en vez de ser una amenaza vedlos como un velo protector que os oculta y ampara de todo lo que ocurre fuera de él. Un lugar acogedor y lleno de paz y de armonía.

Y si no sientes nada o el mal tiempo te lo impide, no pasa nada tendrás que volver a intentarlo, tantas veces como sea necesario ya que son cosas que llevan su tiempo.

Recorred pausadamente Decutsada, disfrutando del BOSQUE, no encontraréis un lugar como este en el resto de la Ruta.

Decíamos que en el avesíu primero predominaban las fayas, luego los robles y hacia el centro una mezcla de ambos, con predominio de "ellas". 

Primer tramo del avesíu donde la faya lleva la voz cantante. 26 julio 2.016.


Pronto vuelven a aparecer los robles. 26 julio 2.016.


En el segundo tramo, de dominio del roble, las fayas se ven desplazadas a las zonas más húmedas, cerca del Regueiro. 26 julio 2.016.


Segundo tramo donde predominan los robles. 26 julio 2.016.

Del lado de abajo de la senda se veían en el 2.000 un buen albar enmarcado por dos fayas, mucho más pequeñas. La de debajo hacía dos o tres años que había sido tronchada por el viento a unos cuatro metros del suelo y ya había echado ramas por debajo de la rotura para sustituir a la guía. No le auguraba yo mucho futuro porque esos cortes no son limpios, casi imposibles de cicatrizar, y además se había producido en el tronco principal. Y efectivamente, en 2.016 estaba pasando a mejor vida, aunque aún se mantenía en pie. 

Roble franqueado por dos fayas. La de la parte de abajo está tronchada por el viento. 13 octubre 2.000.


La pobre faya está pasando a mejor vida. 26 julio 2.016.

Por la parte de arriba de la senda se ven bastantes fayas y más hacia arriba algún arce, lo que demuestra el aumento de la humedad en el amplio centro de la vaguada.

Estas fayas están muy próximas entre si, lo que contrasta con el resto del bosque de esta vaguada, donde los árboles están relativamente separadas ya que la selección natural está muy avanzada y los árboles que hay posiblemente puedan sobrevivir, si es que el viento o la nieve se lo permitan.

Esta senda la hicieron paisanos de Mual y del entorno. Algunos conocían el Monte, sobre todo los guardas forestales. Aquí tuvieron la delicadeza de hacerla pasar entre tres excelentes rebrotes de roble albar. Los tres colosos o los guardianes de la senda como yo solía llamarlos son una estampa imborrable para cualquiera que realice la Ruta. Casi hay que pedirles permiso para poder pasar y casi los rozamos al hacerlo. Merece la pena dedicarles un momento, tocarlos y darles unas palmaditas de ánimo pues parece que su declive ya ha comenzado. Como ya he hablado de ellos en otra parte, no volveré a repetir aquí lo ya dicho, pero sí os dejaré algunas fotos para rememorarlos.

Vista desde abajo de los guardianes. 26 julio 2.016


Robles protectores de la senda, vistos desde arriba. 23 septiembre 2.000.

 

Detalle de los tres colosos. 26 julio 2.016.


Detalle del punto de unión de los dos guardianes de la senda, los que quedan por debajo de la senda
13 octubre 2.000.


Copas de los tres guardianes de la senda. 26 julio 2.016.

Si prometéis guardarme el secreto os contaré algo. Un poco más allá había un arce en las últimas, por debajo de la senda. Y por la parte de arriba salía una sendina en llano en dirección contraria a la que llevamos. No forma parte de la Ruta autorizada, así que allá vosotros. En la vaguada en la que estamos, de momento predomina el robledal, pero en El Vatsinón a donde conduce la sendina hay un pequeño faéu puro con ejemplares realmente impresionantes. Solo fui allí con visitantes una sola vez. Una pareja que me cayeron bien, interesados por todo lo que había en la Reserva y grandes andarines. El y ella quedaron encantados con lo que vieron y yo también pues hacía tiempo que no visitaba tan encantador lugar.

En la senda hay algo de tseirón, que se prolonga por todo su entorno. Es un buen lugar para comprobar el poder del bosque. Donde abundaban los cantos gruesos, estos están ahora colonizados por los arbustos, en este caso avellanos, que contribuyen a anclar la piedra suelta al suelo. En el resto ya se han instalado los árboles. Muchos de los cantos gruesos ya ni se ven. Tapados por el mofu y el continuo aporte de hojas y restos orgánicos de los árboles. A este ritmo los tseirones quedarán sepultados, pasando a formar parte del subsuelo. Este es otro de los poderes del bosque: crear nuevo suelo. 

Sin fijarse a fondo nadie se dará cuenta de los cantos gruesos del tseirón. 26 julio 2.016.

Nos estamos acercando al teso y allí mismo hay un buen roble que ya debe pasar de la centena de años de edad, del lado de abajo de la senda. Su enorme tronco no tarda mucho en adelgazarse algo, debido a que le sale una buena rama. Tiene una buena estampa y hasta parece tener una estupenda copa, pero si nos fijamos en su base veremos que tiene alguna oquedad por donde la descomposición le irá pudriendo las entrañas.

Cerca del Teso Los Carboneros buen roble debajo de la senda visto desde el teso, o sea hacia atrás. 23 septiembre 2.000.

 

El roblón visto desde abajo, desde donde se le ve la oquedad de la base. 26 julio 2.016.


Impresionante aún el tronco y la copa del gran albar. 27 julio 2.018.

Las tupidas bóvedas de robles y fayas aún tienen algunos huecos que nos permiten ver la ladera solana de Decutsada. En el 2.000 y antes eran más numerosos y en la actualidad aún queda algún resquicio que no tardará mucho en cerrarse del todo. 

Vista de la Vatsina La Mata, con buenos suelos. 29 julio 2.017.


Junto al tseirón que mencionábamos y aprovechando que la arboleda estaba menos desarrollada, se veían las partes medias y altas de Las Güérgolas. Angostos farallones donde la pura roca es la protagonista. La regeneración natural ya lleva unos años haciendo acto de presencia y en el contorno del roquedo las plantaciones de pinos se han desarrollado mucho, igual que rebotsus sapiegos y bedules, que no tardarán en colonizar, si no hay queimas, las grandas que aún existen. 

Borde de Las Güérgolas. 26 julio 2.016.


Borde superior de Las Güérgolas. 26 julio 2.016.


El desmoche de este roble nos permite ver algo de Las Güérgolas. 27 julio 2.018.

Pero en Las Güérgolas el proceso será mucho más lento. El 23 de septiembre del 2.000 los robles que había tenían ya la hoja seca. Es cierto que habíamos tenido un verano super seco pero este acortamiento de su ciclo vital es algo que se da todos los años. Los raquíticos suelos existentes no retienen la suficiente humedad, ni poseen los nutrientes necesarios. Cuando las sequías son persistentes algunos robles llegan a secarse y entonces es una vuelta a empezar. 

Vista del solano, por donde va la carretera. 23 septiembre 2.000.

Los seres humanos solemos ser muy impacientes pero a la naturaleza no le queda otra que ser todo lo paciente que sea necesario y siempre persevera por el mantenimiento y expansión de la vida. Líquenes, mofus, subarbustos, arbustos, árboles, animales y otros seres tan diminutos que no los podemos ver, con su actividad, por breve que sea, irán creando nuevo suelo. Es solo cuestión de tiempo, aunque no se si la absurda sociedad en la que vivimos dispondrá de ese tiempo. "Malos tiempos para la lírica" cantaban los gallegos Golpes Bajos durante la época de auge de la Movida Madrileña, algo perfectamente aplicable a día de hoy. 

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