3/31/2024

La Ruta a Las Tsagunas 7 El carbón de leña 1

El Teso Los Carboneros, uno de los más prominentes de Decutsada. Visto desde la carretera del Counio. 28 julio 2.018.

Abandonamos la vaguada del avesíu atravesando la parte superior de una chanada del Teso Los Carboneros. Chanada que se prolonga hacia abajo con algo de inclinación, antes de desplomarse con una gran redondez en su forma sobre el Regueiro Decutsada.

Este teso es uno de los más notorios de todo este valle de Decutsada, me refiero a que es muy visible y voluminoso. Nace en el Teso Decutsada, justo donde se termina la prolongación de La Chanadona, finalizando abajo en el regueiro, como decimos con una forma muy rechoncha.

Vais a permitir que me detenga en el trazado de la Ruta para analizar a fondo algo a lo que se ha prestado poca atención y que puede que a alguno-a le interese. El significado del topónimo "El Teso Los Carboneros" parece claro. Seguro que todos vosotros habréis oído hablar del carbón de leña (carbón vegetal) ya que muchos de nuestros padres lo conocieron de primera mano.

A los despistados les diré que el carbón de leña se obtiene quemando maderos en ausencia de oxígeno. Esta carbonización se obtenía en las carboneras: pilas cónicas de madera en combustión cubiertas de tierra.

A quien esté interesado en el tema les recomiendo el visionado de "Tasio", película de 1984 de Montxo Armendariz, basada en la historia real de un carbonero. Yo, por mi parte, os reproduzco una reseña aparecida en el Boletin Oficial del Principado de Asturias Num. 151 de 01-08-2.015, en el apartado dedicado a los caleiros de Pueblo de Rengos y en concreto al de Remolín, propiedad de Casa Segundo.

Anotación en el BOPA sobre los caleirus de Pueblo de Rengos.

Como lo del gasógeno es algo que posiblemente os suene a chino os lo explicaré brevemente. Los motores de combustión interna, como el del autobús de Rengos, llevaban adosado un aparato donde se producía la gasificación. En él se quemaban combustibles fósiles (leña, carbón vegetal o mineral o cualquier residuo combustible) y se obtenía un gas que al quemarse haría moverse dichos motores.

Ciertamente era engorroso por su gran tamaño y solo se utilizaba cuando no había gasolina o gasóleo o había dificultades para aprovisionarse de ellos, como ocurrió en Europa entre la primera guerra mundial y la postguerra de la segunda guerra mundial, periodo en el que el gasógeno fue muy utilizado.

En España la autarquía económica impuesta por la dictadura hizo perdurar esa escasez hasta bien entrados los años cincuenta y contribuyó a cierto auge del carbón de leña, ya que en zonas como la nuestra aún no se conocía el carbón mineral. Es cierto que también se podía utilizar leña para quemar en el gasógeno pero se necesitaba un volumen muchísimo mayor, por no hablar de la diferencia de peso donde el carbón de leña resultaba bastante más liviano, razones que explican su uso.  

La aparición y uso de carbón de leña en nuestras tierras se remontan como mínimo a la época de los primeros metales. Para fundir metales se necesitan temperaturas que la leña no podía aportar. El carbón de leña tiene un poder calorífico de hasta tres veces el de la leña y su presencia es esencial para obtener metales como el hierro.

Ya desde la Edad Media existían tres tipos de establecimientos vinculados a la metalurgia del hierro. Las ferrerías eran los hornos donde se fundía el mineral y se obtenía el hierro en bloques de algo más de 10 Kg. Los mazos compraban esos bloques y con ayuda de un gran mazo (de ahí el nombre), un yunque y una fragua lo iban estirando y creando multitud de útiles. Y por último estarían las fraguas, pequeños talleres artesanales regentados por los ferreiros, que aparte de producir diversos objetos metálicos tambíén los reparaban y a los cortantes los afilaban. En ellos como su nombre indica igualmente, había una fragua, con un fuelle de mano. 

En lo que ahora nos interesa en los tres tipos había una fragua, o sea un horno, cuyo tamaño variaba en función de sus necesidades. Para darle forma al hierro obtenido en las ferrerías había que calentarlo y luego machacarlo. En todas estas fraguas se utilizaba carbón de leña debido a su alto poder calorífico.

En el entorno de Mual y de Munietsus, salvo la que luego mencionaremos , nunca existió una ferrería. Sí hay documentados mazos, como el de Besuyo. Pero fraguas las había en casi todos los pueblos, habiendo uno que se llama precisamente así: Las Fraguas, que curiosamente es un pueblo muy pequeño y que lleva a pensar en un taller amplio que gozara de cierto prestigio y demanda entre los restantes pueblos del Ríu Rengos (Narcea).

En Mual, un pueblo relativamente grande también había un ferreiro. La Casa´l Ferreiro estaba y está en el barrio del Cascarín, al final de la larga recta de entrada al pueblo, metida algo contra La Fervienza, en donde desemboca este agreste regueiru. Cuando yo era neno todavía trabajaba algo pero luego, como el resto de cosas tradicionales, fue decayendo en su actividad hasta acabar desapareciendo. 

A la derecha Regueiro La Fervienza, con un coqueto bosquete de sapiegus. Continúa hacia arriba bordeando Oubachu y continuando hasta la misma sierra. 31 julio 2.021.


La Fervienza desembocando entre las casas del Cascarín.31 julio 2.021.

Estos ferreiros rurales eran como un vecino más. Tenían sus güertas, sus estaxus en los curtinales, sus praus y su ganado. Su profesión no les libraba de las actividades agrícolas y ganaderas, aunque seguramente las menguaba. El carbón de leña se lo procurarían ellos mismos, pero lo normal es que se lo compraran a algún vecino que de cuando en cuando hiciera una carbonera.

Pero su uso no se restringió solo a labores relacionadas con la metalurgia. También se utilizaba como combustible doméstico, aunque solo al alcance de las clases sociales privilegiadas. El carbón de leña es más fácil de encender y mantener que la leña y produce menos chispas y sobre todo menos humo, aparte del intenso calor que produce. Se quemaba en los braseros, que tienen la ventaja de poder ser transportados de un lugar a otro para caldear diferentes estancias.

La producción y venta de carbón de leña, aparte del pequeño consumo local de los ferreiros, estaría destinado como otros muchos productos al corazón económico y administrativo de nuestro concejo, la villa de Cangas, donde habría cierta demanda de este producto por parte de la pequeña burguesía allí existente o de algún comerciante para otras finalidades.

El carbonero en nuestra tierra no era un profesional que viviera de su oficio. Todos los paisanos sabían como se obtenía el carbón de leña y constituía una actividad ocasional, un modo de sacar un dinerillo extra con el que poder seguir subsistiendo. La materia prima estaba ahí, la arboleda caída, solo necesitaban el consentimiento del vecindario y ganas de un sobresfuerzo más.

Vayamos ahora con el tema de las carboneras en Munietsus. Se puede pensar que la explotación maderera y la producción de carbón de leña, dentro del mismo bosque, sean incompatibles entre si ya que ambas utilizan la misma materia prima. Pero este pensamiento, hecho a bote pronto, se desvanece si lo pensamos detenidamente.

Las talas siempre provocan muchos desperdicios y más aquí en Munietsus en donde durante los siglos XVIII y XIX lo que se buscaba eran rollas (troncos más o menos gruesos) que se sacaban tal cual o levemente transformados en duelas o tablones.

En el monte, donde se había abatido cada árbol, quedaban grandes cantidades de madera, hecha al podar los troncos y en ocasiones el árbol mismo si presentaba algún defecto, sin olvidarnos de la que se producía al abatir el árbol sobre otros árboles.

Los propietarios del Monte, hasta principios del S. XX, nunca lo explotaron directamente. Arrendaban por un periodo de tiempo determinado el vuelo del arbolado a otras personas o empresas, permitiéndoles otras actividades aparte de las meramente extractivas. Las primeras talas, a fines del S. XVIII, se limitaron a cortar y extraer rollas con destino a la marina. En el XIX se siguió con esa finalidad pero se aumentaron otros fines. Creo que todas las empresas empezaron a pensar en aprovechar esos desperdicios de la única forma que entonces tenían a su disposición: transformarlos en carbón ge leña.

La empresa que más profundizó en esta idea fue la Sociedad Crédito Mobiliario Barcelonés. Esta empresa explotó el Monte durante 27 años, desde 1858 hasta 1885 y no solo lo hizo limitándose al entorno de Las Tablizas (Bisnuevo, Porciles, Decutsada, Fonculebrera, curso del Ríu Munietsus) si no que lo amplió, penetrando bastante por los tres grandes valles que conforman el resto de Munietsus (Tixeirúa, Refuexu y La Candanosa), con un enorme impacto ambiental. 

Panorámica (con distancias distorsionadas) del Monte Munietsus. 28 julio 2.017.

Su voracidad fue tal que ya en el 58-59 adquirió los derechos de explotación de los Montes de Oubachu y de La Veiga´l Tachu (no solo del Vatse Cabreiru, si no también las partes de Oubachu de Decutsada, Fonculebrera, Porciles y Valmayor) y los de Veiga d´Orriu, Monesteriu (del Coutu), Combu, Fontes de Las Montañas, Pradias y Seroiro.

Todos los interesados en conocer la historia de Munietsus sabemos que esta empresa construyó cuatro forjas catalanas para la fundición de hiero en Pie Cordera. O sea una ferrería, con cuatro hornos bajos, sin chimenea, que era la forma tradicional de obtener hiero desde la Edad Media.

Todos sabemos que en las ferrerías la demanda de carbón de leña era enorme. Era el único combustible, hasta la aparición del carbón mineral, capaz de alcanzar, ayudado por los barquines (fuelles) que le insuflaban oxígeno, las temperaturas necesarias y su presencia entre el mineral triturado era necesaria para aportarle carbono. Pensad que para obtener 1Kg de hierro se necesitaban cerca de 7 Kg de carbón de leña, y unos 3Kg de mineral de hierro.

Gracias al libro de nuestro paisano Xuaco López "La explotación de madera en el monte Muniellos. 1766-1973". 2ª Edición aumentada y corregida. 2.014, conocemos más cosas sobre esta fundición.

Dice Xuaco que en 1858 la empresa solicitó construir una ferrería (horno catalán) de cuatro forjas en las inmediaciones de La Mourietsa. Pero la condesa, recientemente enviudada, no se lo concedió. La empresa compró entonces unos terrenos algo más alejados y en 1861 obtuvo la autorización del Ministerio de Fomento para tal construcción. "pudiendo alimentarlos con combustible vegetal del monte inmediato de Muniellos".

Según Xuaco la ferrería se levantó en el lugar llamado La Palanguera (creo que el nombre real es Palanquera), situado entre los pueblos de Sasturrasu y Augüera de Castanéu, que hoy se denomina La Ferrería, al lado del río, cuyas aguas podía utilizar, y de la carretera.

La empresa ya debía de haber empezado a construir carbón de leña desde el momento en que empezó a talar en el Monte, ya que Xuaco menciona un anuncio en el BOPO (Boletín Oficial de la Provincia de Oviedo) en 1862 donde la empresa pone a la venta, aparte de madera, 300 quintales (14 toneladas) de carbón de roble. Una cantidad que no se consigue de la noche a la mañana.

La fábrica cerró a los seis años porque no era rentable. Tenía que traer el mineral de hierro de Somorrostro (Vizcaya) y el precio del hierro obtenido no podía competir en el mercado con el producido en los recientemente inaugurados altos hornos del centro asturiano.

Xuaco nos aporta otro interesante dato: en el BOPO de 10 de julio de 1867 se anuncia la salida a venta de la fábrica y de 7.000 quintales (322 toneladas) de carbón de roble que había en sus carboneras y de 600 quintales 827 toneladas) de mineral de hierro. Nadie la compró y en 1896 fue embargada para pagar las deudas del Crédito Mobiliario Barcelonés. Costumbre esta, la de dejar pufos, muy extendida entre todos los arrendatarios y subarrendatarios de la explotación en el Monte Munietsus.

Como veis hablamos de kilos de carbón le leña como quien habla de churros, pero la obtención de 322.000 Kg de este producto, más los que presumiblemente utilizó la ferrería durante su existencia, no es moco de pavo. Se necesitarían cientos y cientos de hornadas de las carboneras para producirlos.

Podríamos pensar en multitud de carboneras en funcionamiento, diseminadas por las zonas donde se fuera talando, ya que así el aprovisionamiento de la materia prima, la leña, resultaría más cómodo y asequible. Pero esta posibilidad requeriría un amplio uso de mano de obra ya que alguien tenía que vigilar de continuo que la cocción fuese la correcta, evitando sobremanera que esta se apagase o se saliese de madre.

Lo más sensato es pensar en agrupaciones de carboneras en determinados lugares o puntos concretos del extenso Monte, a los que habría que acercar la leña, utilizando los carros que sacaban las grandes rollas y en donde con pocos operarios se realizasen todas las labores necesarias. 

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