Gracias al fuego nuestros paisanos-as del Mesolítico podían tostar la tsande y lo hacían usándola completamente madura y seca, utilizando las cenizas de las hogueras, en donde las temperaturas son menores que en las brasas encendidas y permitiendo que la bellota se tueste pero sin quemarse, ya que si se quema se producen sustancias cancerígenas y se estropea su sabor. Una vez "torrada" la tsande ya está lista para ser utilizada pues ha perdido la mayor parte de su amargor.
![]() |
Rebotsus sapiegos. Monte San Isidro (León).Octubre 2019 |
![]() |
Quercus pyrenaica, pequeño pero con buena tsande |
![]() |
Detalle del anterior |
![]() |
Rama cuajada de bellotas |
![]() |
Detalle de hojas y tsande |
Tsande algo más alargada |
También utilizarían otra forma de desamargar la tsande: tras quitarles la cascara se sumergían, metidas en algún tipo de receptáculo transpirable, en el agua de un río o regueiro. Los taninos son hidrosolubles (se deshacen o diluyen en el agua) y pasados tres o cuatro días el agua corriente del curso fluvial se los ha llevado. Este fruto se podía comer directamente o podía dejarse secar y luego machacarlo y obtener una especie de farina (harina) con la que hacer rudimentarias tortas. Como no disponían ni de hornos ni de recipientes capaces de soportar el fuego se tendrían que conformar con hacerlas sobre piedras planas previamente calentadas en las hogueras.
![]() |
Tsande, cupula y hoja de rebotsu sapiego |
![]() |
Idem anterior |
![]() |
Idem |
Soy de la opinión que la importancia de la recolección y consumo de la tsande, un producto que las comunidades asentadas en el Norte peninsular tenían como quien dice "a la puerta de su casa", se mantendría en la siguiente etapa histórica: el Neolítico, aunque sería mejor hablar de neolitización, un largo y complejo proceso que culminó en unas sociedades con una economía productora, asentadas permanentemente en un mismo lugar, con innovaciones técnicas y culturales que acabaron repercutiendo en las relaciones sociales dentro de las propias comunidades.
Alguien ha hablado de "revolución neolítica" para remarcar su importancia y que junto a la "revolución industrial" constituyen las dos etapas de mayor transformación e importancia de las protagonizadas por las sociedades humanas a lo largo de su historia.
Con el paso del tiempo las relaciones sociales en el seno de las comunidades humanas productoras se fueron transformando y empezaron a surgir desigualdades, nació la propiedad privada que provocó el surgimiento de diferentes clases sociales. La situación se perpetuó con la evolución de las jefaturas y el nacimiento del Estado y de las llamadas "civilizaciones".
La evolución pudo ser diferente pero no lo fue, el individuo fue perdiendo paulatinamente la libertad que le era inherente en las anteriores comunidades colectivistas, pasando a convertirse en un eslabón más de una cadena en la que las decisiones ya le venían impuestas, al tiempo que la explotación del hombre por el hombre pasó a ser lo habitual. Esa es realmente la herencia más importante dejada por el proceso de neolitización.
El proceso de domesticación de animales y plantas parece ser que se originó en el Próximo Oriente, en el llamado "creciente fértil" y de manera independiente en lugares más alejados como China, el Indo y Sureste asiático y más tardíamente en la América andina y central.
El cambio, más que deberse a una evolución natural de la capacidad intelectual humana y tendente a un progreso continuado, parece deberse más a una necesidad. Cambios climáticos derivados del final de las glaciaciones y el aumento demográfico humano vinculado a ese clima más benigno del Holoceno, provocaron la reducción de los recursos naturales; mucha de la fauna y la flora anteriores tuvieron que emigrar más al Norte. A los seres humanos no les quedó otra que cambiar, se trataba de una obligación, si querían sobrevivir y mantener a una población cada vez más numerosa era necesario que produjeran sus propios alimentos.
En un proceso de difusión transcultural (entre diferentes culturas) y de migraciones humanas de esas numerosas poblaciones "inventoras", las innovaciones fueron extendiéndose por todo su entorno. Un buen ejemplo de ello lo tenemos en los cereales, la base más importante de la agricultura europea. Veréis, los ancestros silvestres de los cereales que se extienden por toda Europa, solo se dan en esa zona nuclear del creciente fértil y acaso, con dudas, en el Sureste europeo. No había ni en la península Ibérica, ni en el Centro, Norte y Occidente de Europa cereales silvestres; si acabaron apareciendo fue porque se trajeron.
Pero el proceso es mucho más complejo, paralelo a esa difusión también se producen en esas áreas aún depredadoras cambios propios en dirección a la producción de alimentos; propiciados por el llamado "efecto 8.2 Ka cal. B.P.", que podríamos traducir a un lenguaje comprensible como: el evento ocurrido hace 8.200 años y cuya cronología se ha obtenido mediante dataciones calibradas; algún día os hablaré algo de las dataciones.
¿Quién no ha oído hablar del Diluvio Universal?, los cuarenta días lloviendo día y noche, que acabaron anegando las tierras emergidas y al que solo sobrevivieron, utilizando la famosa "arca", Noé, su familia y representantes de especies animales y vegetales que posteriormente repoblaron el mundo.
Seguramente se trate de un mito, recogido en la Biblia, pero los mitos, en ocasiones, tienen un trasfondo real, siempre modificado y con un fin moralizante.
Dos mitos me han interesado desde hace tiempo, más que nada porque creo que he descubierto su significado; son este del Diluvio y el de la famosa Torre de Babel
Nabucodonosor II (630-562 a.C.), rey del Imperio Neobabilónico,conquistó el reino de Judá, destruyó el templo judío de Jerusalén y deportó a Babilonia, capital del imperio, a muchos de los líderes judíos. En Babilonia los judíos pudieron contemplar el zigurat Etemenanki, construido por Hammurabi (1792-1750 a.C.) durante el Imperio Babilónico o incluso antes de este y restaurado y ampliado por Nabucodonosor dentro de su programa de restauración y embellecimiento de la ciudad, entre los que destacarían los Jardines colgantes, una de las siete maravillas de la antigüedad.
El zigurat era una pirámide escalonada construida para glorificar a sus dioses y debió impresionar a los judíos con los noventa y un metros de cada lado de su base cuadrada y otros tantos de altura. Desde abajo, a la cima coronada por un templo solo tenían acceso los sacerdotes, el zigurat imponía y parecía alcanzar el cielo.
La tradición oral hizo pervivir los hechos, pero transformados y mitificados. El zigurat pasó a ser la Torre de Babel, una obra impía con la que los hombres trataban de llegar al cielo. Yahve, el Dios judío, castigó aquel atrevimiento e hizo que los obreros y constructores no se entendieran entre si al hablar diferentes idiomas, por lo que la obra fue abandonada. Con el mito los judíos se vengaban de sus odiosos enemigos, presentándolos como los malos de la película y extrayendo un fin moralizante: nunca desafiar al único Dios verdadero.
Tras el Diluvio también hay un poso de realidad. En los inicios del periodo climático Atlántico ocurrió un hecho, un evento, que tuvo una gran repercusión en el clima. En realidad ya había pasado lo mismo durante el Tardiglaciar, provocando el enfriamiento del clima, el último antes de la llegada del Holoceno, aunque sus efectos fueron mayores y de mayor duración, sobre un milenio.
En el nuevo evento Atlántico el agua dulce y fría del deshielo de los casquetes polares americano-groenlandés se vertió sobre el Atlántico Norte. Hay quienes dicen que esas aguas habían sido retenidas en dos grandes lagos y que estos se rompieron, desparramando violentamente su contenido, pero no hay pruebas geológicas sobre su existencia. Lo único cierto es que este flujo, procedente del deshielo provocado por el aumento de las temperaturas, en crecimiento desde inicios del Holoceno, aumentó mucho su caudal y fue tal su impacto que alteró las condiciones normales de circulación marina en el océano Atlántico, por ejemplo la Corriente del Golfo, que lleva agua caliente desde el Golfo de Méjico hacia latitudes más altas y frías del Atlántico Norte y que le dan a la Europa que bañan sus aguas un clima templado.
Las repercusiones fueron planetarias provocando una disminución de las temperaturas, por encima de los dos grados centígrados, y una redución de las precipitaciones, al tiempo que un aumento notable del nivel del mar. En el Mediterráneo el aumento provocó la rotura del delgado istmo que lo separaba del Mar Negro, un mar interior de agua dulce, provocando una irrupción masiva de agua salada. En la época de máxima inundación esto era visible por cualquier afectado ya que el nivel del agua ascendía 14 cm, cada día. Muchos poblados y sus campos de cultivo, porque ya poseían agricultura y ganadería propiciados por su cercanía al Creciente Fértil, fueron cubiertos por las aguas. Fue una hecatombe.
Los hechos fueron recordados durante mucho tiempo y acabaron mitificándose, no solo en la literatura judía, si no incluso en la mesopotámica y como el suceso tuvo repercusiones a escala planetaria el tema del diluvio está recogido en numerosas culturas repartidas por todo el mundo.
Los efectos del evento, iniciado en el 6.450 a.C. y finalizado en el 6.050 a.C. tuvieron un fuerte impacto ambiental. El clima se volvió frío y árido y provocó una cierta deforestación, que afectó particularmente a los robles. Las comunidades humanas se dieron cuenta de que los recursos naturales no bastaban para mantener su supervivencia. De nuevo la necesidad propició un gradual cambio hacia una economía productora.
Surgió así un nuevo impulso y un nuevo foco de neolitización en toda Europa Central, nórdica y Occidental y además hizo que sus comunidades fuesen más receptivas a las novedades que les venían de los primeros focos agroganaderos y de sus "satélites". Confluyen así dos impulsos, los propios y los foráneos, haciendo muy complejo el proceso de cambio.
A pesar de la vuelta a un clima húmedo y con temperaturas en aumento, típicas del óptimo climático Atlántico, el proceso era imparable. Ciertamente los cambios fueron muy lentos, al menos en nuestra zona, que respecto al resto de Europa era una zona muy periférica, un borde, sin continuidad, alejada del resto. Las novedades nos vendrían de la actual Galicia, que a pesar de ser más "borde" que Asturias mantenía mayores contactos con el Sur, con la zona portuguesa, que a su vez los tenía con la zona andaluza y el Mediterráneo. También de La Meseta y sobre todo del corredor litoral cantábrico. De hecho en esas zonas la agricultura y la ganadería surgen mucho antes que en Asturias-Cantabria.
Aquí aparece en la primera mitad del V milenio a.C., pongamos 4.700 a.C. por poner una fecha, en la zona costera para la agricultura con presencia de cereales y algo anterior para la ganadería. El cereal viene de fuera pero la ganadería contaría con una fase previa autóctona de predomesticación de especies salvajes propias de la zona. El gocho viene sin duda de la domesticación del xabaril, la cabra de cabras salvajes, el caballo...
Lo que empezó siendo una señal de prestigio fue poco a poco asentándose y expandiéndose y ya a finales del milenio se empezaron a recoger los frutos. El inicio de la construcción de dólmenes y túmulos a partir del 4.300/4.000 a.C. significa que las comunidades producían más de lo que consumían y ese excedente les permitía poder realizar esas obras, que requerían tiempo y mano de obra abundante, en un momento, además, en el que los intercambios "comerciales" entre comunidades eran muy poco significativos.
Con todo la recolección y utilización de la tsande como alimento humano no debió de sufrir menoscabo alguno. La hora del cereal, pese a su conocimiento, aún no había llegado por que a fin de cuentas la tsande era un fruto que resultaba muy barato en comparación con los productos agrícolas que requerían más tiempo y esfuerzos, la tsande solo había que recogerla en los extensos robledales que entonces cubrían nuestros valles y montes.
El dolmen de Pradias (a Hucha da Serra), el de Seroiro (Chao da Leda) y otro, creo que en Andeo pueden ser pruebas de la existencia de comunidades neolíticas en el entorno ibiense de Munietsus.
El de Pradias posee en su "chousa" horizontal unas curiosas cazoletas cuya finalidad es incierta, aunque algunos opinan que pueden estar relacionadas con rituales funerarios ya que los dólmenes eran lugares de enterramiento. Son construcciones de pequeñas dimensiones, propias de comunidades pequeñas y con poco poder productivo.
Dolmen de Pradias del Blog Turismo de Asturias |
Idem |
Detalle de las cazoletas |
Dolmen de Seroiro Foto de Ramiro Álvarez de Biodiversidad Virtual |
Pero con los dólmenes hay que tener mucha precaución, a falta de dataciones fiables su cronología es discutible ya que sabemos que su construcción, y no digamos su reutilización, perduró mucho en el tiempo, hasta la Edad del Bronce e incluso más acá.
Resulta sugerente la recreación gráfica del enterramiento de Fáfila, hijo de Don Pelayo, primeros monarcas del Reino de Asturias, en el célebre dolmen de Cangas de Onís sobre el que se levantaría posteriormente la Iglesia de la Santa Cruz, obra de Gaspar Meana (el Hárold Foster asturiano) en su magna obra "La crónica de Leodegundo".
![]() |
Página entera del cómic en la edición en castellano |
Detalle de una viñeta |
Detalle de otra viñeta |
Una obra recomendable no solo para los aficionados al cómic si no para cualquier persona interesada en la historia, la cultura, el arte...de la Alta Edad Media (abarca desde el 711 hasta el 960) centrada en el Reino de Asturias pero con amplias conexiones con todo el entorno del "Mare Nostrum", desde nuestra Península hasta el Oriente Medio musulmán, pasando por la Galia franca de Carlomagno, la Roma papal o Bizancio. Un archivo de imágenes fidedignas y vivas realmente enciclopédico y con un guión entretenido de leer. Publicada en Bable Central esta siendo ahora reeditada en castellano, la lengua en que Gaspar la había creado, por la Universidad de las Islas Baleares, que ha sabido ver lo que otros, en su propia tierra, ignoran: una OBRA MAESTRA, así en mayúsculas y hecha además sin ningún tipo de apoyo y creada solo por el placer de crear. Mis respetos y admiración.
![]() |
Dibujo con un simple bolígrafo y dedicatoria que me realizo Gaspar en la solapa de un número de la edición en bable central |
Con el desarrollo de recipientes capaces de soportar el fuego y cocer en su interior alimentos, surgirá una nueva forma de utilización de la tsande en la alimentación humana. Primero fueron los de cerámica, ya en tiempos neolíticos y posteriormente los de metal: cobre durante el Calcolítico (3.200 a 2.200 a.C.), bronce, durante la Edad del Bronce (2.200 a 900 a.C.) y finalmente de hierro, durante la Edad del Hierro (900 a 200 a.C.).
En los nuevos recipientes la bellota, desamargada, seca y molida podía utilizarse para hacer gachas y diferentes potajes o caldos, mezclada con otros productos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario