12/16/2019

El Monte y el guía de Munietsus 30

Creo que es la hoja, la tsande y la cúpula de un pyrenaica en León

En nuestra zona, más recientemente, había dos tipos de gachas: las papas y las pulientas. Las dos se hacían con farina, las papas con la de maíz y las pulientas con la de trigo; nunca oí que se hicieran con farina de centeno, esta servía para hacer el pan, de hecho a este otro cereal se le llamaba de ese modo: pan.
Creo que la mayoría de vosotros-as conocéis el proceso de elaboración, se ponía en una "pota" agua a cocer, en ocasiones en las papas se le echaba al agua, leche, a partes iguales. La farina se iba vertiendo, espolvoreándola y removiendo sin parar el contenido para evitar que se hicieran grumos y quedaran trozos sin cocer y también para evitar que se pegara al fondo. También había que echarles un poco de sal porque si no sabían sosas y algo amargas. Tenía que cocer durante un buen rato, nunca menos de veinte minutos porque si quedaban a medio cocer podían resultar muy indigestas. Luego había que dejarlas enfriar, ya echadas en cuencos o platos hondos.
Las papas quedaban muy espesas y criaban en su superficie algo de piel al ir enfriándose. Tal era su consistencia que se podían cortar y separar con un cuchillo. Las pulientas eran más sueltas y se usaban mucho menos que las papas.
Ya en la mesa, al plato de papas le acompañaba un buen tazón de "tseite" (leche). Con una cuchara se recogía un trozo de papas y se remojaba en la tseite, cogiendo también algo de esta y así hasta consumir ambos productos. Era un alimento completo y "fartaba" mucho y como algunos viejos decían "quitó mucha hambre".
A los niños y a algún adulto goloso, nos dejaban echarle miel a las papas, derramándola sobre su superficie o licuándola en las pulientas. Recuerdo haberlo comido, de niño, de todas las maneras e incluso hacerlo al día siguiente, cuando ya las papas estaban totalmente solidificadas, por lo que nos la diluían un poco añadiéndole leche y removiéndolo algo. Los adultos podían comerlo entonces como un alimento independiente.
Roble sin clasificar
Hojas y tsande del anterior

 Fue después, durante mi juventud, cuando probé repetidamente unas papas ligeramente diferentes. Mi madre, Pilar, era modista, no solo se dedicaba a hacer ropa por encargo si no que también enseñaba a hacerla a chicas jóvenes que periódicamente iban pasando por nuestra casa. El acceso a ropa elaborada era entonces muy reducido, lo que explica estas "labores".
En una sociedad tan marcadamente machista como era la de aquella época, el sitio destinado para la mujer era la casa, y "con la pata quebrada" llegaban a decir los más brutos. El papel que se le reservaba era el de ser esposas, madres y ocuparse de todas las tareas del hogar. Satisfacer sexualmente al marido, parir hijos, cocinar y realizar una lista de actividades que esta hoja en la que escribo se quedaría corta si las enumerara una por una.
Estaba muy bien visto que la mujer supiera cocinar, pero esto bien que mal lo iban aprendiendo de su madre, ya desde pequeñas. Igualmente se valoraba la "costura", pero hacer ropa, por simple que fuera, resultaba una tarea más compleja que requería un aprendizaje con alguien que supiera. Mi madre sabía, y bastante pues lo había estudiado y practicado a fondo con otra modista, primero en Pousada y luego en cangas. Tomaba medidas, elaboraba patrones, primero en papel, compraba el género que entonces abundaba en las tiendas de textil de la Villa y que se compraba por metros y con él creaba prendas más o menos complejas.
Esta actividad le reportaba a mi madre unos pequeños pero nada desdeñables ingresos que, unidos a los obtenidos por mi padre, le permitían sacar adelante a los cinco lebreles, tres chicos y dos chicas, que conformábamos su familia, junto a nuestra entrañable "mamina".
Cuando bajamos a vivir a la Villa, mi madre continuó con esta actividad,con mozas que provenían mayormente de pueblos del entorno de Cangas. Además de una pequeña cantidad en metálico, en pago por las enseñanzas recibidas, era frecuente que los padres de las aprendices, con las que el trato recibido de mi madre era más que cordial, casi familiar, obsequiaran a Pilar con productos elaborados por ellos mismos o recogidos de sus tierras: mantequilla, pan, castañas, verduras y hortalizas, embutidos...
Estando estudiando en Uviéu, un fin de semana en Cangas mi madre me dijo: "Luisin, quiero que pruebes algo que me han regalado, ¿a ver qué te parece? "y me enseñó un "fardelín" de tela con algo en su interior: farina de maíz torrado. Aquella misma noche hicimos la prueba y sospecho que mi madre ya la había hecho con anterioridad y que gustándole esperaba a ver mi reacción. Tras esperar a que enfriara y con el tazón de leche, bueno eran dos tazones pues mi madre también había puesto una ración para ella, empezamos a degustar las papas. Estas, en pocas palabras, estaban buenísimas, tenían un sabor dulce del que carecían las papas de maíz normal.
Mi madre disfrutó viendo como yo hacía lo mismo con aquel manjar. "Estas que quedan en el fardel te las llevas para Oviedo y te las preparas tú mismo", me dijo mi madre. Ella era así, como mi abuela, siempre dispuestas a renunciar a lo que fuera con tal de beneficiar a sus hijos. ¡amor de madre!, algo que los varones por nuestra naturaleza no podemos sentir pero sí que podemos elogiar como se merece.
Hablando de lo dulce que estaban las papas mi madre me dijo que ello era debido a que el maíz estaba torrado; para ello cuando el maíz estaba seco en su panocha, se introducía esta, en compañía de otras, en el forno de hacer el pan, previamente calentado, y se tostaba suavemente, evitando quemaduras. Posteriormente se desgranaba y se llevaba al "mulin" (molino) para su molienda.
A aquella primera fardelina le sucedió alguna más con el paso del tiempo. Yo mientras había descubierto que aquella farina de maíz torrado, Más rugosa al tacto, se diluía mejor estando el agua y la leche frías, procediendo posteriormente a su cocción que era mucho más corta que la normal debido a la transformación experimentada por el maíz durante su tueste, con cinco minutos bastaba.
Otro roble sin clasificar
Hojas, tsande con cúpula del roble anterior

No se debe menospreciar el papel en la alimentación de las papas de maíz, os contaré algo que lo ilustra perfectamente. Durante las últimas cortas madereras en el vatse del Ríu Tixeirúa, los operarios pronto trabaron contacto con los pastores de la Braña La Boizuna. Los jóvenes pastores solían bajar hasta las cortas y compartir con los "leñadores" unos tragos de vino, ya que estos poseían una barrica con la que poder evadirse, al menos temporalmente, de su duro trabajo.
En Villar también había vino y además de cosecha propia, que poco tendría que envidiar a aquel, pero el ambiente que se creaba en el monte superaría con creces al que se daba en el pueblo con su consumo. ¿Sabéis qué pedían insistentemente los operarios a los jóvenes pastores?, pues nada más ni nada menos que farina de maíz con la que poder elaborar las añoradas papas.
No sé exactamente cuando se empezaría a utilizar la tsande para la elaboración más típica de este fruto, producto que he bautizado como "el pan de los Ástures".
Excepcional la cosecha de tsande de este año 2019. Quercus petraea con la suya, hoja y cúpula
Hojas y tsande, más en detalle, de roble albar

Su elaboración ya requeriría una evolución de las antiguas hogueras, se necesitaba ya  un "tsar", asentado no sobre el suelo directamente como hasta entonces si no que estaría aislado de este por una superficie refractaria que absorviera el calor y lo hiciera rebotar hacia arriba. En nuestra zona la superficie más utilizada con este fin era la "chousa" (losa) de pizarra, gruesas chousas horizontales, delimitadas en sus bordes por otras chousas hincadas verticalmente; pero también los podía haber de otras piedras, o combinadas con arcilla, hasta conseguir suelos más o menos planos y algo elevados sobre el suelo original. Con el tiempo pasaría a llamarse "tsariega", o sea la cocina con su fuego, tsar, y un espacio en su entorno cerrado al exterior y que en las construcciones más antiguas constituiría lo que podríamos llamar "casa".
Hojas, tsande y cúpulas en el suelo, un día lluvioso. rebotsu albar

Es difícil que este tsar ya existiera durante el Neolítico. Al principio de este, muchas comunidades, aún vivían en cuevas. El paso a hábitats abiertos y su desarrollo sería lento y las cabañas serían, presumiblemente, de madera.
El paso a cabañas con paredes de piedra se dará en etapas posteriores, estando atestiguado claramente su nacimiento en los inicios del primer milenio a.C. o dicho de otro modo entre finales de la Edad del Bronce e inicios de la Edad del hierro, que es cuando surgen los poblados castreños.
Es un error muy frecuente atribuir el fenómeno castreño a los celtas. Cuando aparece un castro todo el mundo habla de los celtas como sus moradores.
En realidad el fenómeno castreño no es algo exclusivo de nuestros ancestros. Un castro, en esencia, es un poblado fortificado y enclavado en un altozano que resalta su función defensiva.
Los poblados fortificados son característicos de todas las comunidades que alcanzan cierto grado de desarrollo social, refirman la distribución territorial de cada comunidad, una cierta forma de propiedad sobre el espacio físico, dotando a este de los elementos defensivos necesarios para su mantenimiento en caso de conflictos con otras comunidades y que adelantan las desigualdades no ya solo entre comunidades si no las existentes dentro de cada comunidad.
Esta función la encontramos en lugares muy diferentes y con diversas cronologías. Por ejemplo las acrópolis griegas y romanas son un ejemplo de ello. En la Península de piel de toro, la nuestra, también hubo poblados fortificados en zonas tempranamente desarrolladas como las culturas del Argar y de Los Millares, del sureste andaluz y El Algarve portugués.
Ya con el nombre de castros y en el marco cronológico señalado, final del Bronce  inicios del Hierro, también los tenemos en diferentes culturas. Desde un poco antes de inicios del primer milenio a.C. hay una serie de movimientos de población, desde centroeuropa hacia el Oeste, provocados por otros movimientos de población procedentes de Asia: son las migraciones Indoeuropeas, o mejor dicho los coletazos de estas migraciones, iniciadas con mucha anterioridad. En las migraciones participaron diferentes pueblos y los celtas solo constituían uno más. No se trataría de grandes contingentes pero donde se asentaron se impusieron a los indígenas y cambiaron las cosas gracias a su mayor desarrollo material y social.
En el valle del Ebro y en la Meseta Norte se construyeron grandes castros de filiación celta, con cabañas-casas grandes y ovaladas, casi rectangulares y con una distribución espacial geométrica bastante avanzada, delimitando calles.
Pero en Asturias y todo el Norte Peninsular Cantábrico no hay ningún testimonio arqueológico que constate la presencia de este pueblo. Las comunidades que habitaban este territorio eran los descendientes de aquellas comunidades mesolíticas y neolíticas asentadas con anterioridad que habían alcanzado un grado de evolución tal que les llevo a crear castros, ciertamente más pequeños que los celtas, con habitáculos más reducidos, con plantas circulares y sin planificación espacial interior del poblado.
En Asturias las débiles huellas de lo celta se pueden explicar por fenómenos de aculturación, derivadas de la llegada a nuestras tierras de gente de procedencia celta pero ya durante la romanización. En galicia el celtismo parece estar derivado de los contactos habidos con celtas atlánticos en los periodos en los que el cobre provocó contactos comerciales relativamente intensos.
Sin duda lo celta goza de un prestigio inmerecido a todas luces. La palabra "celta" dota a todo aquello de lo que se hable, de mayor consideración, de una aureola misteriosa y arcana. Incluso hay quienes se sienten como desilusionados cuando intentas disuadirlos de sus ideas celtistas, "¿si no venimos de los celtas, de quien venimos?" preguntan y como venimos diciendo nuestros ancestros de aquel entonces enlazan con raíces más profundas, más autóctonas, más propias de nuestra tierra, lo cual no significa que fueran mejores, pero tampoco peores que los celtas.
Otro detalle de la tsande y la hoja de un Quercus petraea
Parte de la culpa del prestigio de lo celta se debe al auge de un estilo de música que ha venido en denominarse celta, un folk muy utilizado en Asturias, Galicia, Irlanda, Bretaña... y que goza de una gran popularidad. Grupos como los gallegos Milladoiro figuran como representativos, dada su gran calidad, de este estilo, incluso a nivel internacional. Pero no os dejéis engañar, a mí me gusta el rock y no por eso soy norteamericano o ingles; la música es universal y muy dada a la aculturación, a la imitación. Instrumentos que pasan por ser celtas, no lo son, o no lo son en exclusiva; la gaita por ejemplo, de gran arraigo en nuestro terruño, no es exclusiva de lo celta, numerosas culturas europeas, incluyendo las dos orillas del "Mare Nostrum" (Mediterráneo) tienen una larga tradición con este instrumento y muchas de ellas nada tienen que ver con los celtas.
Hojas, tsande y cúpulas ya caídas, maduras de roble albar
Tsande en el roble albar aún creciendo en agosto

En rigor es un anacronismo llamar Ástures a aquellos iniciadores del poblamiento castreño; no sabemos como se llamaban, si es que se llamaban de alguna manera. El nombre es de origen romano. En su avance hacia el Norte Peninsular, los romanos se encontraron con una frontera natural, un gran río (con más caudal que el propio Duero del que es afluente), con tramos de escarpadas laderas, a la que llamaron Austura (Aust = camino, cauce, senda. ur-a = de agua) y por extensión llamaron Austures a los que vivían al otro lado del río y que se amplió a las poblaciones que fueron sojuzgando al ir avanzando hasta llegar al mar Cantábrico, separándolos de los Galaicos al Oeste y los Cántabros al Este. Todos ellos nombres romanos o por lo menos creados por ellos y que no tenían por qué reflejar las realidades existentes.
Los Ástures no formaban una nación, como algunos se empecinan en defender; su grado de cohesión era muy debil, los que vivían en Tsuarca no tenían relaciones con los que vivían, pongamos por caso, en Aliste (Zamora). Podían compartir rasgos culturales semejantes al encontrarse en estadios evolutivos parecidos y a compartir un ámbito geográfico, reducido a escala peninsular. Aunque los cismontanos estaban un peldaño por encima, en esa escala evolutiva, de los transmontanos, dada su cercanía e inevitable contacto con los Vetones, Vacceos... comunidades mucho más evolucionadas.
Lazos más estrechos de identidad común estarían reservados a comunidades con extensiones geográficas más pequeñas, en las que los lazos de sangre y el sistema gentilicio derivado de ellos era más evidente para ellos mismos, una especie de tribu, como podían ser los Pésicos, mencionados en documentos medievales y que ocupaban la zona donde se utilizara la ts (che vaqueira).
Es tentador hacer paralelismos como el anterior entre los Ástures anteriores y los posteriores a la Romanización, pero no conviene excederse pues a fin de cuentas la romanización arrasó con todo lo anterior; de la lengua usada por los Ástures nada sabemos. Se parte de un sistema nuevo y con el paso del tiempo las lenguas románicas son lenguas derivadas del latín vulgar, el hablado, romano y no se puede pretender que sus variantes respondan a realidades étnicas o culturales prerromanas. de todos es sabido que el pasado influye en el presente ya que es el que lo acaba conformando, pero el futuro no puede influir en el pasado.
La Debesa de Caguatses d´Abaxu, precioso bosque de roble albar de avesíu

Con todo parece que algunas tribus se confederaron entre ellas e incluso con otras cántabras para hacer frente al ejercito romano invasor.
Roma siguió utilizando estos nombres de Ástures y sus derivados para reflejar una unidad administrativa con capital en Astúrica Augusta, actual Astorga. La "senda de agua" de los romanos se corresponde, para el que no lo sepa, con el río Esla, cuyo nombre fue evolucionando durante la Edad Media hasta quedar conformado tal y como hoy lo conocemos: Ástura - Éstora - Éstola -Estla - Esla.
Es pues una licencia la que utilizó para denominar Ástures a las comunidades existentes a inicios de la Edad del Hierro.
Rama de petraea con la tsande soldada a ella, detrás un borrachín (madroño)


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