3/15/2020

El Monte y el guía de Munietsus 35

Se notan aún los canales y el embalse superior de penafurada de Xilán. Foto Google

Parece que los ingenieros romanos no siempre evaluaban del todo las necesidades reales de agua necesarias en la explotación, ni el trazado de los canales y estanques. Las cortas siempre evolucionaban de abajo hacia arriba, por la sencilla razón de no volver a lavar los estériles resultantes de los primeros lavados como ocurriría si avanzase de arriba hacia abajo ya que los canales de evacuación de estériles no solían ser muy frecuentes, al menos en Asturias. Pero en algunos casos se comprobaba que los terrenos superiores a la corta planificada continuaban siendo ricas en oro.
Los embalses y sus canales podían acabar quedando por debajo de la corta ampliada. Entonces con cortas de arrastre, socavando la base, podían provocar el derrumbamiento de parte de esas zonas superiores; pero para completar la explotación era necesario volver a crear canales y estanques a mayor altitud. En Cangas contamos con varios ejemplos de canales superpuestos relacionados con la misma explotación.
Se procuraba crear varios estanques bordeando la futura corta, para facilitar esta. Pero también hay ejemplos de cortas con estanque-es de un solo lado, teniendo que avanzar entonces de forma lateral.
Crear tales canales y embalses podría ser no excesivamente complicado pensando en montes despejados, pero en aquella época predominarían los montes cubiertos de espesos bosques, pues el impacto sobre el medio ejercido por las comunidades indígenas ástures era aún muy limitado.
Me imagino la escena, cuando los operarios encargados de abrir los canales a pico y pala, acompañados del técnico que establecía la inclinación adecuada, llegaban delante de un grandioso roble, o de una enorme faya, que ya entonces lidiaban con los quercus en su proceso de expansión. No podían bordearlo ni por arriba ni por debajo, por el tema de la inclinación. No quedaba otra que talarlo y sobre su misma base seguir haciendo el canal. A fin de cuentas muchos de estos canales tenían una duración limitada y la madera de la base del tronco, convertida en un tramo más del canal, podría soportar ese tiempo sin deteriorarse.
Si el canal atravesaba zonas rocosas no importaba, se tallaba la roca, se paredaba e incluso, si se daba el caso, se furaba para atravesar farallones muy pindios.
En torno al canal se establecía un perímetro de seguridad, talando parte de todo el tramo superior y asegurando el terreno para evitar que ramas o piedras lo obstruyeran y, evidentemente, había que inspeccionarlo y restaurarlo periódicamente mientras estuviera en uso. Su construcción y mantenimiento ya eran de por si un trabajo enorme y más teniendo en cuenta sus largos recorridos.
Se han documentado casos del trasvase de agua de unas cuencas a otras. Uno de Las Médulas iba a buscarla a arroyos del Duero, atravesando, furando, la montaña que separa esta cuenca de la del Sil.
En nuestro concejo, y permitidme que me explaye, ocurre algo parecido. La que tengo mejor documentada trasvasa agua del Ríu del Coutu, afluente del Narcea, al Ríu del Oro, afluente del Navia. El topónimo más utilizado, aunque no el único, aplicado a estos acueductos o canales es el de "Antigua"; precioso nombre lleno de significado histórico, mientras que el aplicado a los embalses, entre otros, es el de "Pozu".
De los montes de Saladín, en la cabecera del Ríu del Couto, salían dos canales: Antigua de la Vatsinona y Antigua del Boñal. La primera a menor altitud desemboca en el Pozu de Mujeres Muertas y la segunda se utilizaba en la corta de El Gargaloi, ya en el valle de Valledor (Ríu del Oro) del concejo de Allande.
Antiguas de Saladín. Foto Google
Detalle de las dos antiguas en una granda. Foto Google
Visión de conjunto de El Gargaloi. Foto Google

El Pozu de Mujeres Muertas, del que lamentablemente solo nos queda una esquinina porque el resto fue barrido cuando se hizo la carretera que va a Ibias y por la pista, hoy asfaltada, que baja a Villalaín y otros pueblos del Valledor, era un embalse muy importante, situado en un cutsáu muy bajo de la Sierra del Rañadoiro (mejor sería decir de su continuación), a 1.098 m. de altitud. No solo servía para alimentar cortas cercanas (la parte baja de El Gargaloi, las cortas por encima de la braña del Candal...) si no que colectaba agua para cortas más lejanas.
Esquina que aún se conserva del Pozu de Mujeres Muertas. Foto Google
Desagüe de La antigua de La Vatsinona en el Pozu, encima la Antigua del Boñal  con parte de su tramo final reutilizado como una pista. Foto Google 
El Gargaloi y un canal de ataque, por debajo del Pozu. Foto Google

A este importante embalse también le llegaba el agua de la Antigua del Queipo, que nacía en las partes altas, cerca de los 1.400 m. de la Sierra de Ferroy, la que divide los vatses de Combu del vatse Cabreiro (Ríu L´Artosa), que embalsaba en Chao da Lagua (la laguna de Valdebóis a 1.220 m.) y continuaba, pero por la vertiente de Ibias, por las Brañas del Pedroso de Seroiro, la braña baja de Folgueiras d´Aviouga, la Braña de Valvaler y luego un tramo no conocido pero que seguramente conectaba con un embalse situado en el collado que separa Ibias del Valledor (en realidad es el puerto de la zona por encima de los 1.100 m.) desde donde se dirigiría al Pozu siguiendo el mismo recorrido que la actual carretera. Esta Antigua también serviría para las partes medias de la corta de El Gargaloi, que en sus partes altas aparte de utilizar cortas de arrastre se beneficiaba de un embalse situado en los altos de la sierra, Lagúa sin más, alimentado básicamente por agua de lluvia. Lo anterior nos sirve para datar la explotación de El Gargaloi: sería de las más tardías de la zona porque inutilizaría La Antigua del Queipo como abastecedora del Pozu, aunque a esta siempre le quedaría la Antigua de la Vatsinona.
Partes medias de El Gargaloi y la carretera por la que iba el trazado de la Antigua del Queipo. Foto Google.
El Gargaloi, partes altas. Foto Google.

Del Pozu salían dos canales. El más importante es El Antiguón (que bella es la topónimia ¿no?), que llevaba agua, ya por la vertiente del Valledor, al embalse del puerto del Palo. Embalse que esta situado un poco por debajo del mismo puerto que está a 1.146 m. ya en la vertiente del Regueiro de Castanedo (afluente del Navia).
El Antiguón , ala izquierda y la Antigua de Rigaláu, a la derecha, ambas salidas del Pozu

El Antiguón es una obra de alta ingeniería, con una inclinación mínima para que el agua pudiera "andar" entre ambos embalses. Del Antiguón saldrían ramales para las múltiples explotaciones que hay cerca de su recorrido y que refuerzan su importancia.
El antiguón en sus inicios, entre dos pistas, del lado ya del Valledor. Foto Google 
El Antiguón del Palo una obra de alta ingeniería. Foto Google
Embalse del Puerto del Palo (Palo viene de Palus que significa charco o laguna). Foto de Xurde Morán

El otro canal que salía del Pozu: la Antigua de Rigaláu (Regalado) lo hacía por la vertiente del Couto, empleado en minas de interior, por supuesto auríferas, que no pude localizar pues le perdí la pista al canal después de un pequeño embalse.
Como se ve los cutsáus (collados) o sus inmediaciones eran muy utilizados no solo para embalsar agua si no también para trasvasarla de unas cuencas hidrográficas a otras, beneficiándose de su baja altitud.
En el resto del concejo, salvo los canales de Monterroso de los que ya os hablaré y algún otro del Arganza, los trasvases son más modestos. Destacaría el de La Senda La encantada. Nacía esta en el Regueiro Recouneo (el mapa cartográfico lo llama Reguero Rebollar), continuaba, con algo de desnivel, recogiendo las aguas del Regueiro Caruz y la del Vatse la Feltrosa, prosiguiendo por encima del pueblo de Gillón y haciendo lo propio con las aguas del Regueiro la Corza y continuando hasta la Ermita de La Madalena.
Restos de La Senda La Encantada y embalse de La Madalena. Foto Google

Aquí junto a la Ermita es seguro que habría un gran embalse colector (y de explotación pues contra el Naviego está la Fonte del Carcabón, una pequeña explotación) al que también alimentaría un canal que venía de Canáu y Saldepuesto ya en el valle de Naviegu.
Embalse de La Madalena, A su izquierda La Fonte del Carcabón y canales que le vienen de Canáu y Saldepuesto. Foto Google
Canales superpuestos pero pertenecientes a diferentes cortas en el bosque de Touzaque. En segundo plano embalse de La Madalena y la Fonte del Carcabón. Foto Google

La senda, canal, todavía es transitable en su mayor parte y es bastante ancha y pervive, como el resto de canales, porque el antiguo canal fue reutilizado posteriormente como camino rural.
Pero el canal no acababa en La Madalena, según la tradición oral popular los "moros del Caleiro" (entre Gillón y La Madalena) iban por un camino al Xuego los Bolos de Combarro, otro embalse, por lo que es de suponer que el acueducto continuara hasta dicho lugar, haciéndolo por la vertiente del Naviego, muy cerca de las cimas y casi parejo al Carrilón del Pando, una vía de comunicación prerromana que salía del actual Ambasaguas, en la villa de Cangas, cumbreaba toda la Sierra del Pando hasta llegar a la Ermita de La Madalena. Vía también utilizada durante la época romana y que llega hasta nuestros días por sus buenas tierras y por poseer un buen número de ermitas ( San Antonio del Pando a 670 m. de altitud, San Pelayo y San cipriano, esta última algo apartada de La Carrilona, a 1.000m., San Gervasio a 1.200 m. y La Madalena a 1.141 m. y fuera de su línea serrana San tsuis del Monte), herederas todas ellas de cultos precristianos, donde se juntaban las gentes de los pueblos cercanos del Narcea y del Naviegu para estrechar sus vínculos de vecindad, a través de romerías.
Desde la Ermita de La Madalena, sierra abajo, el acueducto se beneficiaba de embalses que captaban el agua de lluvia y la del deshielo: Tsagunatso Noceda, Tsaguna Noceda, Tsaguna de Caldevitsa, Tsaguna de La Espanada, Tsaguna La Barraca o la que hay más abajo al lado del pico del Cueto.
Tsaguna de Caldevitsa de Rengos. Foto Wikiloc

El Xuego los Bolos aún se puede ver, aunque metieron una pala mecánica y escarbaron algo en busca de un supuesto tesoro y según me contó uno de los causantes del descalabro, que prefiero no identificar, aparecieron como muros de ladrillo o algo de color amarillo.
Es un embalse alargado, rectangular, de 40 x 8 m., pegado a la Carrilona y con salida mediante un canal hacia las cortas de Los Chanetones y otras por descubrir o certificar en la vertiente del Narcea.
Menos largo que este canal tenemos otros dos.
La Presa de Colasa trasvasaba agua del vatse de Tsamera, en el Ríu Cibea, al vatse del Naviegu. Nacía en El Picarín, a 1.806 m. de altitud, debajo de Los Penones, en el vatse del Tsobornal e iba recogiendo el agua de arroyos hasta embalsar en Cutsau Tsaguna, a 1.585 m., encima de Brañas d  ´Arriba en donde regaba hasta hace poco el Prau Colasa.
Hasta los mismos lugareños se asombraban de esta presa, pues recogía agua de otro valle y no entendían como las gentes de aquel valle (Tsamera) habían permitido que se les robase ese caudal, lo cual prueba la antigüedad de tal construcción.
Suministraría el agua necesaria para las cortas que culminan en Las Cuevas y La Cueva La Mora, al lado de las Brañas de Trescastro y que arrancan desde más abajo y otras que están por descubrir.
Las Cuevas y La Cueva La Mora. Foto Google
El frente lateral es el único que se aprecia en la actualidad en Las Cuevas. Enero 2020

Similar al anterior es el acueducto que recogía varios arroyos del Ríu Cibea y los llevaba al valle de Tsamera. Iba como mínimo hasta la Braña Los Vatses, que fue hasta donde yo lo anduve. Alimentaba las cortas de El Castro, el Ríu La Cárcaba y todo ese entorno, encima del pueblo de Tsamera.
Canal que abastecia las cortas de Tsamera. Foto Google

Que en la actualidad aún sean visibles muchos de estos canales o acueductos nos habla claramente de que los mineros los hicieron a conciencia y que serían algo más que "simples presas" como decíamos en alguna parte.
Su visibilidad es buena sobre todo en el Arganza y parte de el Couto, relacionado con montes más pelados, un clima más cálido y seco y principalmente debido a la profusión de explotaciones, en mucho mayor número que en otros valles del concejo.
En los valles del Tsuiña (Naviegu y Cibea) estos canales son menos visibles, ocultos por una vegetación más desarrollada, un clima más frío y lluvioso y una mayor actividad humana, ya que poseen mayores recursos naturales que el resto de valles.
En las cabeceras del Narcea los grandes bosques lo enmascaran todo y en el resto del valle las explotaciones son menores y más pequeñas.
El impacto de los canales y embalses, más allá de los desvíos de cursos fluviales y el cinturón talado, no fue muy importante. Si lo sería sin embargo su evolución histórica. Con posterioridad a su función original fueron reutilizados por las comunidades rurales como caminos, dado su perfecto trazado. Así los paisanos pudieron acceder a zonas que sin ellos dicho acceso sería difícil, con lo que el impacto antrópico fue mayor, abundando sobre todo los incendios, que contribuyeron a desforestar estas zonas, situación que en la mayoría de los casos siguen vigentes en la actualidad.
Nacimiento del canal Antigua del Vatse Cabeiro, valle del Arganza, en su día poblado por un gran bosque y en la actualidad muy pelado. Foto Google.

Los embalses , sin embargo, no supusieron ningún problema si no todo lo contrario pues muchos de ellos, sobre todo los situados en cutsáus y altos de las sierras fueron reutilizados como abrevaderos del ganáu.
Aún se notan los canales atravesando el joven bosque de Touzaque. Bimeda. Foto Google.

El meollo de la cuestión se encuentra en la zona explotada y el impacto que esta originó en los cauces fluviales sobre los que se vertieron los lodos. El caso más llamativo vuelve a darse en Las Médulas, en donde los vertidos de los estériles a través de canales de evacuación, colmataron la salida del valle y crearon un lago artificial, el Lago de Carucedo. En nuestro concejo no conocemos ningún caso parecido, pero durante bastante tiempo muchos de nuestros ríos estarían inservibles y muy contaminados.
Cuando los canales de evacuación no existían o eran muy cortos, como en nuestro concejo, muchas zonas quedaron sepultadas y cubiertas, las secundarias por "murias" y las primarias por grandes rocas no mineralizables, gravas y arenas, que entorpecieron o hicieron muy difícil su recuperación, en cierto modo similar al que provocan los tseirones naturales de los que ya hemos hablado en otros sitios. Aunque también hay casos positivos como la ampliación de las vegas y ademas con buenos suelos.
Obviamente la zona más afectada y transformada fue la que perdió una parte de su contenido. Primero había que desarbolar el espacio que se iba a explotar, para que los árboles y sus mayores raíces no entorpecieran las labores. Puede que en ocasiones se utilizara el fuego, aunque la necesidad de madera, que luego veremos, no aconsejaría su uso, se talaba y se almacenaba.
Las cortas implicaron la destrucción del suelo y del subsuelo, llegando a cortar parte del sustrato rocoso en el caso de los yacimientos primarios. No cabe duda que la recuperación de un suelo "vivo" es más rápido en los yacimientos secundarios, además el tortuoso relieve dejado por los lavados es más susceptible de ser suavizado por los agentes erosivos. Hay casos de buenas recuperaciones naturales, como las que se pueden ver en el Río Omaña, en el avesíu de enfrente de Vegarienza, El Castillo, valle abajo y también en el inicio del Valle Gordo (más metidos la cosa es diferente). Aquí excepto algunas explotaciones con grandes desniveles, en el resto se puede ver en la actualidad un potentísimo robledal (quercus petraea), con unas huellas que solo se insinúan levemente.
Sin embargo las que bordean el Teleno por todos sus lados, incluida Las Médulas, han corrido peor suerte. Desarboladas y arrasadas por los lavados, con suelos poco desarrollados, un clima más seco y presas de frecuentes incendios, en donde como mucho hay arbustos y algún grupete de árboles en zonas favorables.
En Ibias, donde también hay yacimientos secundarios y que curiosamente, el suelo tiene el mismo color rojizo que los de León, la situación es parecida. Los compuestos de hierro producidos por la alteración de este mineral, sufren una deshidratación total en zonas con una estación seca, cristalizando en forma de oxidos que le da al suelo ese color rojizo y que se denomina rubefacción y que dificultan la extracción del oro, su separación, solucionado con un tostado.
Pero en el resto de Asturias predominan los yacimientos primarios, que removieron menos volumen de terreno pero que produjeron muchísimo más oro. Algunas de las cortas combinaban la explotación de capas sedimentarías con el sustrato rocoso y además mucho primario era bastante deleznable. Pero las que se abrieron en roca pura siguen presentando el mismo aspecto que cuando se hicieron.
Sorprenden las grandes cortas de nuestro concejo vecino Allande, con cortados de vértigo, donde lo que se abatía era dura roca y que han dejado una huella imborrable, que perdurara por los siglos de los siglos. Aquí la regeneración no es posible, sobre la roca solo se pueden asentar los líquenes y hasta los musgos tienen problemas para colonizar zonas con algún milímetro de suelo.
En las mixtas la escorrentía y la tendencia a ir hacia abajo de los terrenos superiores, han acabado creando algo de suelo en el que pugna la vegetación por instalarse, consiguiéndolo en algunos casos, pero con la amenaza de los cada vez más frecuentes incendios y que retardan un proceso que sin ellos sería más rápido.
También sospechamos de la existencia de algunas explotaciones en terrenos que se han regenerado de tal manera que hacen muy difícil detectar su presencia y que afortunadamente en Cangas parecen ser numerosas.
Todas las explotaciones auríferas necesitaban madera. En las realizadas sobre terrenos secundarios o terciarios y atacadas mediante túneles y agua, se necesitaba apuntalar mínimamente algunos tramos para evitar su derrumbamiento anticipado y luego estaba el tablamen necesario para construir las agogae donde se lavaban los lodos.
Pero eran las realizadas sobre yacimientos primarios las que consumían más madera y las que provocaron una deforestación del entorno que aún perdura en muchos lugares. Se necesitaba madera o leña para fragmentar la roca en pedazos y luego se usaba más madera para tostar el mineral y facilitar la separación del oro de los otros minerales.
Es probable que en algunos valles las cortas fueran tantas y de tal envergadura que difícilmente permitirían un uso agrícola o ganadero durante su actividad y en donde tuvieron que realizarse traslados forzosos de las comunidades allí instaladas o su vinculación total a la minería, abandonando cualquier otra actividad. Dichas zonas tardarían bastante tiempo en volver a la normalidad y a un uso tradicional del terreno, constituyendo una rémora, una herida sin cerrar para sus habitantes.
Da que pensar el uso de las ericas (ganzos) en los agogae. Al parecer su uso fue mayor en los lavados de sedimentos, sobre todo en los de grandes dimensiones y parece que también se utilizaron en los yacimientos primarios. El material que se utilizase para retener el oro tenía que cumplir un requisito: que fuera muy abundante y cercano a las explotaciones, porque su gran uso encarecería notablemente el traerlo de otro sitios. Ello implicaría que el paisaje estuviera dominado por estos arbustos.
Visto desde una perspectiva más o menos actual el asunto concuerda con el paisaje reciente: abundancia de grandas en detrimento del bosque. Este sería el paisaje con el que se encontró C. Domergue cuando abordó su estudio (el más completo sobre este tema), tanto en León como en Asturias.
La vegetación natural de la mayor parte de las futuras zonas mineras es presumible que fuera boscosa, en ella la presencia de los ganzos es más bien reducida. Se viene admitiendo y nosotros así lo creemos, que el paisaje de landas y prados, típico según la Biogeografía, de la España norteña es el fruto de una deforestación histórica iniciada por los romanos y acentuada durante la Edad Media y las siguientes etapas históricas como ya hemos dicho en otra parte.
Nada más conquistar el Norte hispánico, los romanos iniciaron el desarrollo a gran escala de la minería aurífera. ¿estaría entonces el paisaje natural tan transformado por los ástures y otras comunidades prerromanas como para que las landas (grandas) fueran abundantes?.
En nuestra opinión habría que pensar también en la existencia de otro tipo de lavaderos, en especial en los yacimientos primarios. En los de roca pura se podrían batear a mano o utilizar estanques naturales o artificiales

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