10/15/2021

El Monte y el guía de Munietsus 70


Silueta del Tesu La Granda´l Campu con una especie de outeiru en la parte superior. Visto desde Prau Nuevu. Noviembre 2.000.

 Las etapas de la dinámica forestal que mencionábamos en el capítulo anterior pueden verse alteradas por los incendios. Durante mi estancia en Mual, en el segundo o tercer año de guía, surgió un incendio, lo de surgir es un decir porque en realidad los incendios siempre son provocados. Este afectó a la zona del avesíu.

Yo ya había tenido una experiencia con el fuego, de la que había salido un tanto "chamuscáu" y no me refiero a que me hubiese quemado, herido o algo por el estilo, si no al impacto anímico. Los incendios siempre me han deprimido. Sin embargo cuando veo que un monte pelado empieza a resurgir, primero con los subarbustos y luego con algún tímido árbol, se me anima el espíritu.

Un día cuando ya estábamos cerca del pueblo, de vuelta de una actividad con un colegio, vimos los inicios de un incendio por la zona de Muruecos. Como eran personas muy jóvenes desistí de pedirles ayuda. Me despedí rápidamente y cruzando la Ponte La Zreizalina corrí hacia él. Como estaba en sus inicios y muy localizado pensaba que aún podía detenerlo. Me animé cuando vi que un tseirón de piedras muy menudas se interponía entre el fuego y el resto del monte. Corrí en torno  a su perímetro, consiguiendo detenerlo en las zonas por donde más problemas daría su posterior extinción ya que se acercaba a terrenos de matorral.

No recuerdo los medios que utilicé, una rama verde, a patadas...Cuando mis esperanzas aumentaban, el fuego se me escapó por el sitio más inesperado, por el tseirón. No era muy grande y la finura de su composición le permitía tener algunas folgueiras diseminadas por su interior, estando casi todas ellas secas. Fue todo muy rápido, mientras yo corría de un lado para otro afanándome en apagarlo, las llamas llegaron al tseirón y en un abrir y cerrar de ojos fueron pasando de una folgueira a otra, llegando al monte donde la presencia de subarbustos mayores pronto hicieron crecer un incendio de envergadura.

Sofocado y derrotado tuve que volver al camino y con un profundo dolor ver como el incendio devoraba el monte. Estuve varios días deprimido y no paraba de pensar que con la colaboración de otra persona adulta hubiera conseguido detenerlo.

Esta zona y la del Paramio, en la falda de La Pena Moncóu, eran zonas desarboladas donde los subarbustos nacientes eran terreno abonado para arder si alguien lo deseaba, y lo cierto es que en aquellos tiempos en muchos pueblos siempre había alguno que debía disfrutar haciéndolo y eso que ya no tenían un fin concreto, como podía ser el tradicional de conseguir un espacio apto para el pastoreo.

Como decía, detesto los incendios, me ponen enfermo. Por eso cuando me percaté del nuevo, lo primero que hice fue salir por el pueblo para ver si la gente reaccionaba y se organizaba un grupo para intentar apagarlo. Pero nadie se daba por aludido. Como era de mañana me dirigí hacia el bar de Casa Abel, donde siempre había gente a aquella hora. Allí me encontré con alguien del Ayuntamiento de Cangas que había llegado en un vehículo y que trataba de conseguir voluntarios para ir a apagarlo. Yo me ofrecí inmediatamente, pero fui el único.

Había varios chavales, algunos más jóvenes que yo y otros algo mayores. Es increíble ver como la gente se desentiende de los problemas. El Monte Mual pertenece a los vecinos del pueblo, pero nadie estaba dispuesto a defender lo que era de todos. Si se estuviera quemando una casa o la finca de alguien es posible que reaccionaran de otra manera, pero el monte como era de todos no era de nadie.

Como sabía que sin la colaboración de varias personas no había nada que hacer pensé en darle otro enfoque a la situación. Le dije a la persona del Ayuntamiento que por qué no nos ofrecía, a los voluntarios, la paga de un jornal, a fin de cuentas las brigadas que lo hacen cobran por ello. Tras pensarlo un rato accedió y entonces, ¡milagrosamente!, surgieron varios voluntarios. Anotó nuestros datos personales y partimos. No recuerdo si en el vehículo había el material necesario, sobre todo "forcones" (rozones) o si los cogimos en las casas de los voluntarios. 

Los forcones, convenientemente armados de un mango largo son muy útiles para desbrozar el matorral y para desmenuzar y alzar la tierra. 9-agosto 2020. Casa Regueras, Caguatses d´Abaxu.

Era un fuego curioso, había entrado en el faéu de Reiduz y tras devorar las grandas de las brañas, avanzaba valle arriba, pero de forma lineal, con un frente poco ancho. El faéu de esta zona era muy joven en aquella época, pero no dejaba de ser un faéu. En él el fuego no provocaba muchas llamaradas, avanzaba por el suelo, por las hojas muertas, emitiendo, eso sí, mucho humo. Era la primera vez que veía un fuego de estas características. Había pasado ya Reiduz, volteando el Tesu Vatsina Outeiru, donde se avivó bastante al encontrar matorral y terreno despejado. Decidimos, sobre la marcha, hacerle frente en el faéu Lus Azores, antes de que llegara a La Granda´l Campu, donde se convertiría ya en un fuego incontrolable. 

El Faéu Lus Azores bordeando por debajo y hacia el Este la Granda´l Campu. 27-julio 2018.

Sospecho que el interés del Ayuntamiento de Cangas en sofocar este fuego radicaba en evitar que entrara en Munietsus, la joya de la corona. Pero que se quemara el Monte Mual era para ellos algo secundario. Si no estuviera Muniellos allí, dudo que hubiera aparecido alguien. Pero para mí que se quemara el monte era un crimen, fuera de Mual, de Munietsus o de San Pedro bendito.

Fuimos en el coche del Ayuntamiento hasta La Ponte Rucabo y luego andando por el camino viejo de Tachurrosu que iba a Bisnuevo y finalmente monte arriba. Cuando llegamos al entorno del fuego nos distribuimos a diferentes alturas para intentar detenerlo y lo cierto es que lo conseguimos. Ninguno de nosotros había recibido un cursillo sobre cómo se puede apagar un incendio. Actuábamos según nos dictaba el sentido común, con gran determinación, sin escatimar esfuerzos. Si alguien gritaba ¡aquí! acudíamos presto los más cercanos.

Antes de que llegara a las zonas donde abundaba el matorral, rozábamos una parte de este para que el fuego no se "cebara" en él y adquiriera mayores dimensiones. Luego ayudándonos con tierra fuimos ahogando las llamas más adelantadas hasta conseguir su total extinción. Se veían aún algunas humaredas pero quedaban un tanto retrasadas. Patrullamos un rato todo el frente del incendio, que por fortuna no era muy ancho y decidimos dar por finalizada nuestra labor.

Cuando llegamos al vehículo, el representante del Ayuntamiento, que se había quedado en él, nos preguntó si estábamos seguros de haber apagado el incendio, pues todavía se veían hilos de humo, y le dijimos que sí. Para cerciorarnos de ello fuimos todos en el vehículo a verlo desde enfrente, en la carretera que sube al Counio, que dispone de buenas vistas, y ¡sorpresa! desde allí vimos que aún quedaban algunos focos que seguían avanzando tras reavivarse. Memorizamos más o menos los lugares y raudos volvimos al Faéu Lus Azores, no sin antes darnos un buen atracón de agua de La Fonte Tachurrosu.

Ahora las piernas ya empezaban a pesar más y el rozón otro tanto y tuvimos que emplearnos a fondo en algunos lugares, hasta que finalmente logramos sofocarlo. Para evitar nuevas sorpresas y después de examinar todo el frente de avance, decidimos esperar a que algunos rescoldos quedasen apagados del todo. En algunos puntos el fuego seguía devorando el interior de árboles viejos y decrépitos que a pesar de ello tardaban en consumirse.

Estaba con otros tres o cuatro chavales del pueblo, sentados pues estábamos muy cansados por la tensión, el "fumo" respirado y el esfuerzo realizado. Pero lo peor era el hambre que sentíamos, no habíamos comido en todo el día después del desayuno, y la tarde se acercaba. Uno de mis compis tuvo una idea, se le ocurrió que podíamos comer fayucos. Era a finales del verano y muchas fayas tenían bastantes. Con algo de escepticismo decidimos probar. 

Buena cosecha la de esta faya en 2020.

No nos fue difícil conseguir unas cuantas vainas de las ramas más bajas de fayas rebrotadas ya que las nacidas de semilla tardan muchos años en dar frutos. Los fayucos están dentro de unas vainas redondeadas que tienen como gruesos pelos bastante duros. Cuando están maduros del todo esta capsula se abre para liberar los dos fayucos que contiene, pero estas aún no lo estaban. Con la ayuda de las imprescindibles navajas, creo que todos teníamos una, fuimos abriéndolas y luego retirando la piel que envuelve el fruto, porque les comenté que esa cutícula podía contener sustancias tóxicas, las fuimos degustando. No recuerdo el sabor de los pequeños fayucos, pero no debía ser malo porque estuvimos un gran rato ocupados en esta tarea, siendo necesario aprovisionarnos de más frutos. 

Rama de faya, nacida de semilla, preñada de fayucos. 31-julio 2020.


A este fayuco, a finales de julio, aún le faltan varios meses de crecimiento. 31 julio 2020.

Tras enterrar los últimos rescoldos y comprobar que todo estaba apagado iniciamos el descenso. Esa noche dormí como un lirón, satisfecho con el resultado de la jornada. Por cierto ni yo ni ninguno de los voluntarios vimos una peseta del jornal prometido, pero personalmente a mí no me importo lo más mínimo pues el mayor pago había sido conseguir que el bosque pudiera seguir vivo, alegrándome la vista cada mañana.

Esa fue la única vez que vi arder los fayéus de Reiduz, pero la persistencia de las grandas tal vez debamos relacionarla con ellos. La de la vertiente derecha que da contra El Muntecín, La Granda La Rebotsa, es seguro que ardería muchas veces ya que los incendios de La Cutsada y del Estitseiru acabarían volteando contra esa granda.

Los incendios en los montes y más cuando son repetitivos pueden hacer "tabla rasa" de su pasado. Los terrenos pierden la fase en la que estaban y vuelven a la fase inicial, a la más degradada. Con todo no es infrecuente que de las viejas raíces rebroten nuevas guías y la regeneración sea mucho más rápida. Así una granda donde ya se han establecido algunos árboles, aunque se queme, siempre volverá mucho antes a su fase de semiarbolado. Si la granda es solo de subarbustos, tras el incendio tampoco volverá a la fase "cero" pues de las cepas de los ganzos (nuestro subarbusto más frecuente) pronto rebrotaran nuevas ramas, por lo que los incendios, más que detener el proceso lo que suelen hacer es retardarlo. Solo su repetición periódica puede provocar situaciones irreversibles, como puede ser la pérdida del propio suelo.

A las brañas primaverales de Mual que hemos descrito se subiría el ganáu hacia mediados de abril. Al disponer cada una de ellas de un amplio espacio, su utilización sería por fases. Un día el ganáu se dirigiría hacia una zona, al siguiente a otra y así hasta completar todo el espacio. Es probable que las dos brañas funcionaran de forma rotatoria. Primero en una y luego en la otra, pudiendo volver a la primera y luego a la segunda en caso necesario. Todo dependía de los recursos que cada braña poseyera antes de usar las brañas estivales.

Durante el verano y gracias a la ausencia del ganáu los pastos se irían recuperando, volviendo a un estado óptimo con las lluvias otoñales, siendo lógico que de nuevo fueran pastoreadas al bajar las vacas de las brañas de altura, pasando a ser brañas otoñales. Finalizando el ciclo cuando la nieve, que ya había cubierto las cimas hacía ya un tiempo, primero amenazaba y luego se cernía sobre estas zonas. 

La única braña típicamente equinocial de Mual era la de Lus Putseirus, pero tengo alguna duda. Prados cercados sí los había: El Pradón y aledaños, a los que habría que sumar los establecidos en Bisnuevo, dentro de la actual Reserva. Zonas de pastos comunales, también, destacando La Granda´l Campu, que en su día pudo ser una gran campera, más extensa que la actual granda porque muchos de sus bordes ya han sido colonizados por el arbolado. Su topónimo "campu" parece referirse más a un campo que a un nombre de persona (aunque en el pueblo hay una Casa con este nombre, tal vez derivado de su cercanía a Lus Pradones, que no dejan de ser grandes campos, en este caso praus al estar regados) y ello coincide además con su lenta recuperación dentro de la dinámica forestal.

Desde Las Tablizas se ve esta granda y  a veces charlando con Benjamín, el guarda, persona seria y hasta casi huraña pero que también tenía su corazoncito, me confesaba que ya tenía ganas de jubilarse y que estaba cansado de contemplar siempre el mismo paisaje y señalando a la granda concluía: "desde que vine a vivir aquí siempre la he visto así, esta como el primer día". y Benjamín llevaba muchos años en Las Tablizas.

La tardanza en la regeneración de esta granda tiene, de todas formas, varias explicaciones. Una es que debido a su gran tamaño y a que estaba totalmente desarbolada, las fuentes de semillas quedaban muy lejos de su centro y solo podían acceder a sus bordes, siendo su avance muy lento ya que los nuevos árboles tardan muchos años en producir semillas.

Otra explicación está relacionada con su localización sobre el terreno. La granda, primero bordea por encima de su teso (Tesu de La Granda´l Campu) y luego se instala sobre la continuación del mismo. Un teso bastante alomado en esa zona, con un gran espacio llaneado o muy poco tendido sobre la ladera. Esta disposición le hace ser un espacio muy soleado (otro solano dentro del avesíu) y relativamente seco. 

La Granda´l Campu, a ambos lados del tesu del mismo nombre (marcado en rojo). 28-julio 2018.

La Granda´l Campu contrasta con su entorno. Por encima de ella, hasta el Picu La Reguera y Lus Xardunzones, la ladera se empina pronunciadamente y se vuelve más avesía, permitiendo un bosque bastante desarrollado. El Faéu Lus Azores la bordea por debajo y por el Este. Un faéu joven pero como todos ellos, bastante húmedo. Por debajo está la Vatsina Entrambuscampus que yo conocí totalmente desarbolada pero que en la actualidad ya está muy colonizada por el arbolado. También ha mejorado mucho su borde contra Lus Putseirus donde el bosque, eso sí poco a poco, va ocupando los huecos aún existentes. 

Vatsina Entrambuscampus, con una regeneración del arbolado que no hace si no aumentar. 29- julio 2018.


Preciosas piedras hincadas en la Vatsina Entrambuscampus rodeadas ya de vegetación arbórea. 29- julio 2018.


Los bordes de la Granda´l Campu ya llevan unos cuantos años repoblándose de forma totalmente natural. 28-julio 2018.

  

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